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Escribí como tres mil palabras de este fic harán unos seis meses atrás, después de haber estado pensando en escribir este UA por más tiempo que eso. Me di cuenta de que necesitaba continuar esta idea para poder llevar de mejor manera el dolor por la manera en que terminó Shingeki. Eren y Mikasa merecen la oportunidad de conocerse en tantos UAs diferentes y poder actuar como adolescentes comunes y pavotes. En este fic en particular, estarán acompañados por un toque de divertidas trastadas mágicas que los confirmarán como almas gemelas (Soulmates es uno de los temas para el Día 1 Tier 2 de la EREMIKA WEEK 2021 en Twitter)

No sé si gente que no ha visto la serie francesa "Miraculous Ladybug" lea esto, pero si eres uno de ellos, espero que algún día le des una chance a la serie. No tienen ni idea de cuánto esa linda serie me ayudó a lidiar con el dolor que me hizo padecer SnK mes a mes. En verdad fue una bendición para mí desde como el 2016 (yo empecé a leer y ver Shingeki el 2013)


Your one and only Dark Knight

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Capítulo 1. Schwarzer Kater


Eren se restregó los ojos por tercera vez, la mirada fija en el extraño y diminuto gato negro flotante que daba vueltas en su habitación. El animalillo mordisqueaba cosas y refunfuñaba. Hablaba. Era un jodido gato flotante parlante con una especie de antena en medio de su desproporcionada cabeza y un único bigote a cada lado de ésta. ¿Qué demonios? Esto era demasiado raro. No le había dado más que dos fumadas al porro que Zeke le había ofrecido para relajarse mientras se quejaba sobre sus humillantes calificaciones en Física en el parque Görlitzer, que quedaba a escasas cuadras del apartamento de su hermano. Ahora Eren sospechaba que tuvo que haber sido algo más que un simple porro, porque estaba alucinando totalmente. Jodido Zeke. Gracias a dios mamá aún no llegaba del trabajo y su única alucinación, hasta el momento, era un inofensivo gato deforme. Había oído relatos de malos viajes con drogas y se sentía aliviado de no estar viendo demonios o porquerías así. Si es que se podía considerar una buena señal, las paredes y el resto de las cosas en su habitación conservaban su apariencia normal, y él se sentía igual que siempre, sólo que confundido.

La pequeña caja negra hexagonal con un intrincado símbolo trazado en rojo, que jamás en su vida había visto antes de hoy y ni idea tenía de dónde había salido, aún se encontraba tirada sobre su cama. Cuando la abrió unos minutos atrás, de ella surgió una esfera de brillante y cegadora luz neón verdosa, que luego se desvaneció para dar lugar a este… peluche que se materializó en el medio, bostezando y todo.

Eren sacó el móvil de sus pantalones de mezclilla e hizo una foto. Después intentó grabar un vídeo, pero al revisar la grabación en ésta no se veía ni rastro del gato, y tampoco en las fotos, como si en verdad éste fuera producto de su mente. Lo que sí se vio en el vídeo fue uno de sus calcetines y boxers volando por los aires, lanzados por una fuerza invisible. Si eso había quedado registrado entonces no podía sólo tratarse de una alucinación, ¿no?

En serio, ¿qué demonios estaba pasando?

Buscó al gato en el cuarto, apuntando con la cámara mientras permanecía atento a lo que aparecía en la pantalla. De pronto el gato apareció muy cerca de su cara. Eren soltó un sorprendido ¡ah! y el móvil se le cayó al suelo.

— ¿Ya te has comido el queso que guardabas en tus calcetines, chico?

Los ojos verdes chillones de la criatura resaltaban contra su oscuro… ¿pelaje? Eren parpadeó. Lo pinchó con el dedo índice y tragó saliva al notar que era sólido, y que no era peludo como los típicos gatos, sino que suave. Tampoco se sentía como un peluche.

¿Existían los gatos chihuahua esfinge negros voladores?

Por supuesto que no. ¡Imposible! Iba a matar a Zeke por mezclar alucinógenos con el puto porro y por pensar que era gracioso, porque no lo era. Para nada.

— Mierda. Eres real — farfulló, como un estúpido. Tenía que estar alucinando. Se agachó para recoger su teléfono y chequear los vídeos y fotos otra vez. Sacó más fotos. El gato seguía sin aparecer en las imágenes. Eren arrugó el entrecejo — ¿Pero, cómo…? — preguntó, frustrado, y agarró al gato miniatura con su mano libre.

De verdad existía. Lo estrujó un poco y el gato suspiró. Echándole una mirada aburrida, éste le habló con su curiosa voz nasal y monótona:

— Sí, soy real. Hola Eren, soy Plagg, gusto en conocerte. Soy un Kwami. Doy poderes. El tuyo es el Poder de la Destrucción, ¿entiendes? ¿No? Te lo explicaré mejor en cuanto me des mucho de ese apetitoso queso tuyo. Muero de inanición.

A Eren le tomó un buen rato procesar lo que estaba ocurriendo, y es que lo que estaba viendo no tenía sentido alguno. Mucho menos lo que acababa de oír. ¿Cómo era que sabía su nombre, para empezar?

— ¿Eh? ¿Qué queso? — fue lo único que consiguió preguntar.

La criatura atravesó su mano. Eren jadeó ante la sorpresa al tiempo que algo apestoso lo golpeaba en pleno rostro. Era uno de los calcetines que usó durante el partido de fútbol que jugaron en clase de educación física.

— El exquisito queso fino que guardaste aquí dentro. ¿Dónde está? ¿Ya te lo comiste?

— ¿Estás bromeando? ¿Por qué guardaría queso en un-? Ah. Olvídalo — hizo una mueca. Tratando de ignorar la ofensa a sus olores corporales, Eren tomó, tanteó y volteó a la criatura en búsqueda de algún botón de encendido y apagado, sin éxito — ¿Qué diablos es un korgami y qué haces en mi cuarto? ¿Cómo es que puedes hablar y levitar?

— Es Kwami. K-w-a-m-i — la criatura le mordió el dedo. Eren gruñó y lo soltó — Estoy aquí porque has sido elegido para poseer el poder del Miraculous del Gato.

¿Qué?

Eren se rió entre dientes, luego los apretó y, negando con la cabeza, buscó a Zeke entre sus contactos. Le dio al botón para llamar. No tenía idea de cómo había hecho su hermano para jugarle una broma tan pesada y bien hecha.

— Ese idiota…

Gatos flotantes que hablan y otorgan poderes. Él siendo el Elegido. Muy gracioso. Era el tipo de cosas absurdas con las que Eren soñaba en ocasiones, donde tenía el poder para volar y saltar muy alto, o de hasta lanzar esferas de energía al estilo de los kamehamehás de Dragon Ball, o de dar batazos tan fuertes que reventaban las cabezas de un montón de zombies mientras él trataba de proteger y salvar a dos de sus impresionados compañeros de clase en medio de un apocalipsis zombie. Sueños de los que despertaba amargado pues en la vida real ese tipo de cosas no ocurrían. No existían los súperpoderes ni la magia, ni mucho menos voraces zombies contra los que pelear, y él tenía que levantarse cada mañana para repetir la misma rutina de siempre: ir a la escuela, escuchar lecciones tediosas y aprobar malditos exámenes para evitar los sermones de mamá quien la última vez, para hacerse la estricta, amenazó con quitarle su Playstation y hasta cancelar la suscripción a Netflix, aunque ella era la que más maratones de series se terminaba dando e incluso lo invitaba a verlas con ella mientras lo atraía con comida.

En la vida real Eren no era ningún cursi héroe de acción. Nadie lo llamaba "Caballero Oscuro," como recordaba que lo había llamado Mikasa Ackerman en aquél sueño sobre el apocalipsis zombie. Mikasa era la chica gótica de la clase, por decirlo así, y era amiga de Armin Arlert. Eren todavía no había interactuado mucho con ella. Con Armin, en cambio, ya había tenido conversaciones de varios minutos, sobre todo luego de haberlo ayudado a zafar del imbécil ese de Kirschstein cuando todavía no llevaba ni una semana en aquella escuela. Armin se lo había agradecido un tanto avergonzado en ese entonces.

Hacía casi tres meses que Eren había vuelto a vivir en Berlín.

— ¡No puedes contarle a nadie sobre mi existencia! — lo regañó la criatura, arrebatándole el móvil — Absolutamente a nadie.

Eren notó que la llamada a su hermano ya había pasado al buzón de voz y pensó en la posibilidad de que lo que el gato acababa de decir quedara registrado. Tendría que comprobarlo más tarde.

— ¿Y eso, por qué? — cuestionó, enarcando las cejas.

Fuera como fuera, si dijera alguna cosa respecto a esto seguro que nadie le creería y lo tomarían por loco. Aunque quizás Zeke, con todas esas drogas raras que se metía y sus viajes psicodélicos…

— Debes mantener tu verdadera identidad en secreto, Eren. No le puedes decir a nadie acerca de esto — el gato… ¿cómo era que dijo que se llamaba? ¿Plagg? Plagg escudriñó la pantalla, figuró cómo cortar la llamada y descartó el móvil sobre la cama. Tomó la misteriosa caja entre sus manitos, enseñándole el contenido a Eren: un interesante y grueso anillo negro con una huella felina verde fosforescente en el centro — Puedes invocar mis poderes usando este anillo.

¿En serio este raro gato parlante le estaba otorgando poderes? ¿Y tendría que mantenerlo en secreto como lo hacían muchos de los personajes principales de películas y cómics de superhéroes?

Vacilante, Eren sacó el anillo y se lo puso en el dedo medio de la mano derecha. Dio un respingo cuando, por arte de magia, el anillo cambió de negro a plateado. Notó que además éste se ajustaba perfectamente al tamaño de su dedo, como si hubiese sido hecho para él. Abrió y cerro la mano. Haciendo un puño, contempló el anillo. Ahora lucía común y corriente.

No sentía nada particularmente diferente.

No todavía.

— ¿Cómo-? — él corazón de Eren comenzó a acelerarse — ¿Cómo puedo usar esos poderes que mencionaste?

Plagg sonrió.

— Primero, la comida. Necesito queso. ¡Dame queso!


A Eren le dolían las mejillas de tanto sonreír. El viento silbaba entre su cabello tras cada salto impulsado por su bastón mágico extensible. Esto era genial. ¡Definitivamente lo mejor que le había pasado en la vida! Plagg no le había mentido y no se había tratado de una broma pesada de Zeke. La sensación de plena libertad mientras saltaba de techo en techo, de un edificio a otro, le hacía cosquillas por todo el cuerpo. La adrenalina fluía a través de sus venas como chispazos de energía y se sentía más fuerte que nunca. Incluso su flexibilidad, rapidez y agilidad se había multiplicado por mil.

Mierda, ¡hasta tenía visión nocturna! Podía ver su entorno con muchísima mayor claridad comparado con su limitada capacidad visual humana.

Aterrizó sobre la torre de televisión y escaló sin problemas por la antena hasta llegar a la parte más alta. Se sentó en cuclillas en la punta, desde donde contempló los alrededores de Alexanderplatz desde los 368 metros de altura sin perder en ningún momento el equilibrio. Eran pasadas las dos de la mañana y casi no andaba gente. Sólo circulaba uno que otro automóvil y taxi. Quizás nadie lo había visto o siquiera notado. Abrió las manos frente a sus ojos. Ahora éstas parecían garras. Un ceñido traje negro de un material similar al cuero, pero muchísimo más cómodo y adaptable que el cuero, lo cubría del cuello a los pies como una segunda piel. Se veía delgado pero fuerte. Un antifaz negro ocultaba parte de su rostro, dejando fuera la punta y base de su nariz. Sus ojos, por lo que había visto en el reflejo de las ventanas, eran del mismo verde antinatural y fosforescente de los ojos de Plagg. Su cabello castaño oscuro también había cambiado ligeramente su estilo, tomando formas afiladas.

Jugueteó con el bastón y lo hizo girar con sus dedos de uñas largas. Todo se le hacía muchísimo más fácil y fluido ahora. Se sentía como si siempre hubiese sabido hacer todo lo nuevo que había hecho en este rato. Disfrutaba esto de haber sido Elegido y tener la oportunidad de vivir esta inusual experiencia. Pero, ¿elegido por quién? Plagg no había querido decirle exactamente quién. Cuando le preguntó el por qué, éste le comentó que alguien a quien él denominaba el 'Guardián' lo debía de haber considerado un muchacho digno de confianza capaz de poseer este poder.

El poder de la Destrucción, ¿eh? Destruir no sonaba como algo que hacían los superhéroes, sino que los villanos. Eren trató de restarle importancia y aún así pensó que esto definitivamente tenía que tratarse del propósito de ayudar a otros… y cosas así.

Sólo recordaba haber ayudado a Armin últimamente, pues Jean Kirschstein seguía molestándolo de vez en cuando. Ya que Eren interfería, Jean estaba empezando a meterse más con él que con su anterior víctima. De todos modos, según Eren, defender a alguien de un matón no era un acto heroico sino que nada más que decencia humana básica, así que no podía entender cómo un extraño podía pensar que él de entre todas las personas merecía obtener este poder. Ni siquiera se consideraba a sí mismo una de las mejores personas que conocía. Es más, a veces sentía que estaba lejos de serlo.

¿Podría haber sido alguien de la escuela quien le cedió este extraño y genial poder del Miraculous, sólo por ayudar a Armin?

¿Podría haber sido Armin?

Nah, en ese caso, su compañero de clase podría haber usado este poder por sí mismo y patearle el culo a Jean cuando fuera necesario, e incluso amenazarlo mientras contaba con el aspecto que Eren tenía ahora.

— Esa es una buena idea — murmuró.

Tenía una apariencia un tanto temible en general, en especial de noche con esos ojos inhumanos, y todo pese a las malditas orejas de gato negras que asomaban entre su cabello.

Bajó por la antena con gran habilidad y saltó a la cúpula. Luego se impulsó con el bastón y salió despedido hasta el techo de un edificio. Desde allí brincó de un techo a otro, sin siquiera importarle qué caminos tomaba ni hacia dónde iba. Se detuvo al llegar a una arboleda y aterrizó a cuatro patas en el suelo musgoso sin problemas, tal como lo haría un gato. Echó un vistazo al grupo de árboles que lo rodeaban, todavía fascinado por su nueva capacidad de visión nocturna, y tomó una piedra.

— Cataclysm — dijo en voz alta. La roca se oscureció y se hizo polvo entre sus garras. La brisa se llevó algunas partículas — Woah...

"¿Qué otras cosas podría pulverizar con esto? ¿Qué tanto más grandes?" pensó, pasándose las manos contra los muslos. Fue entonces cuando recordó que Plagg le había dicho que, luego de emplear este súperpoder especial, sólo contaba con cinco minutos para mantener su transformación. Eren enterró las garras en el tronco de un árbol y lo escaló hasta la copa. No estaba seguro de en dónde ni qué tan lejos de casa estaba.

— Joder.

Alcanzó el bastón, el cual había metido en el cinturón que llevaba en la cintura. Éste se alargó a su voluntad y Eren salió de un gran salto de la arboleda. Fue capaz de ubicarse mejor al estar sobre un techo y emprendió el camino de vuelta a casa en medio de la noche tan rápido como pudo, que era bastante rápido. Habría gritado de emoción de no ser porque no quería llamar la atención cuando los poderes podían esfumarse en cualquier momento. Ya había oído el pitido del anillo cuatro veces cuando alcanzó a meterse en un callejón para el quinto, donde recuperó su apariencia normal en un destello de luz verde.

Plagg cayó en sus manos.

— ¡Queso! — suplicó dramáticamente, llevándose una manito a la frente con pinta de estar exhausto.

Eren sacó un trozo de Camembert desde una bolsa sellada que había guardado en un bolsillo de su chaqueta. Se lo dio a Plagg, quien lo devoró de un bocado. El kwami había especificado que ese era su favorito. Por suerte también era uno de los quesos favoritos de su padre, así que no faltaría. En caso de cualquier cosa, Eren podría mentir diciendo que se lo había comido él. Y si encontraban su nuevo gusto adquirido por el Camembert extraño, estaba bien, era cosa de culpar a sus genes o decir que estaba desarrollando un mejor sentido del gusto y ya no estaba tan interesado en las plásticas hamburguesas con queso de McDonalds.

No le costó mucho trabajo escabullirse dentro de su casa tan tarde. Sus padres estaban durmiendo y fue lo suficientemente cauteloso durante todo el trayecto hasta su propia habitación para que no lo pillaran. Para la próxima, intentaría calcular mejor el tiempo, velocidad y distancia para alcanzar a meterse por la ventana de su cuarto estando aún transformado, aunque no habían garantías de lograrlo considerando lo malo que era para Física.

"A la mierda," pensó Eren, metiéndose en la cama sin siquiera cambiarse de ropa.


Estaba algo cansado pero tan contento por su genial nuevo secreto que, a la mañana siguiente, Eren se levantó de un humor excelente. Se quitó el anillo para verlo recuperar su forma original y se lo volvió a poner, confirmando que no fue sólo un sueño febril. Plagg apareció después, lloriqueando por comida. Parecía que el queso era lo único que le importaba.

Carla se sorprendió al oírlo tararear con una sonrisa de oreja a oreja mientras lo acompañaba durante el desayuno. Su mamá abría su boutique de ropa a las diez y su padre ya se había ido al hospital o a la universidad donde impartía clases de medicina.

— Creo que han pasado años desde la última vez que te vi tan alegre por la mañana en un día de escuela — comentó Carla, dejando su móvil en la mesa y observando a Eren con aquella molesta y maliciosa curiosidad típica de las madres antes de soltar alguna suposición que, en más de una ocasión, era completamente errada — ¿Estás saliendo con alguien?

Eren resopló por la nariz, risueño.

— No ando de buenas por algo que tenga que ver con chicas, mamá — dijo con la boca llena de pan.

Carla entornó los ojos.

¿Creía que le estaba mintiendo al respecto?

— Si sigues hablando así, con la boca llena de comida, entonces no me extrañaría que nunca consiguieras novia. Traga antes de hablar, guarro — lo regañó — Pero si no es por eso, ¿entonces qué fue lo que pasó que te tiene tan contento? — insistió ella.

— Nada en especial. Me levanté de buenas y eso es todo — Eren se puso de pie y le dio un beso en la frente mientras recogía su mochila y se la colgaba de un hombro. Ya había escondido a Plagg en el interior — Chao, mamá. Llego tarde.

— Mmh — Carla revisó la hora en su teléfono — ¿Tarde? Esta es una de las pocas veces en que al fin no llegarás tarde a la escuela, pero si tú lo dices… — suspiró — ¿Seguro que no es por una chica?

Eren rió por lo bajo. Qué pesada.

— Segurísimo. Nos vemos después.

No entendía por qué algunas mamás, como la suya, automáticamente pensaban que el buen humor de sus hijos tenía que estar relacionado con chicas. Con romance. En lugar de eso, podría haberle preguntado si es que estaba tan contento por haber ganado todas sus partidas al hilo en el Call of Duty o en el FIFA, por ejemplo, cosa que por lo general no ocurría y que tampoco había ocurrido. Aún así, eso era más cercano a sus razones para estar de tan buen humor en comparación con las suposiciones que había hecho ella. ¡Oh! Ahora que lo pensaba, ¿qué tal si jugaba partidas mientras estaba transformado con su Miraculous? Ya había notado que éste mejoraba bastante su tiempo de reacción. Tal vez así podría ganar siempre aunque, claro, se consideraría trampa. Trampa o no, debería probar al menos una vez.

En cuanto a sus poderes, ¿qué nombre de superhéroe usaría para sí mismo? No podía ir diciendo "hola, soy el Gato Negro" por ahí. Autodenominarse un gato y verse como uno le hacía pensar en los putos furries, para empezar. Hizo una mueca de desagrado. ¿Tenían que aparecerle orejas en la cabeza cuando se transformaba sí o sí? Si no le quedaba otra y no podía deshacerse de ellas, entonces con esa apariencia felina…

— Pantera Negra — susurró para sí mientras bajaba por las escaleras de la estación del U-Bahn. Ese nombre sí que sonaba poderoso, pero no podía apropiarse de él porque le pertenecía al mucho más digno T'Challa. Encima Marvel podía hasta demandarlo por copyright o algo si se enteraba — Qué fastidio.

Esperó en el andén con las manos metidas en los bolsillos. En la pantalla que colgaba del techo decía que el tren más próximo estaba a un minuto de llegar. Apenas el vagón amarillo se detuvo frente a él, apretó el botón para abrir la puerta y entró, quedándose de pie a un lado de ésta. Acomodó su mochila y la movió hacia su pecho, con cuidado de no aplastar a Plagg al apoyar la espalda contra la estructura. Se bajó cuatro paradas después. Algo le hizo cosquillas en el pecho y la clavícula mientras salía de la estación.

— ¡Escóndete! — siseó Eren, empujando la cabeza del kwami hacia abajo a través de la abertura del cuello de su sudadera.

Había olvidado que éste era un ser mágico y podía traspasar barreras físicas.

— ¿Qué tiene de bueno venir a la escuela? — preguntó Plagg, quejoso.

— ¿Crees que vengo porque me gusta o algo? — susurró.

— A uno de los previos poseedores de mi Miraculous le gustaba — dijo Plagg en un tono que a Eren se le hizo un tanto nostálgico.

— Ah… Bueno, a mí no me gusta del todo. Vengo porque no me queda otra que hacerlo como el resto de la gente de mi edad. Tenemos que venir a la escuela. Creo que en otros países se puede recibir educación en casa y cosas así — se encogió de hombros. Los otros estudiantes se adentraban en el edificio, cada uno preocupado de sus propios asuntos, escuchando música, saludando a sus amigos y siendo ruidosos — Ya, Plagg, no me hables más en público, que si te sigo respondiendo van a pensar que soy uno de esos tipos locos que hablan solos.

Cuando llegó a su salón para la hora de Literatura, notó que Armin estaba muy pegado a Mikasa en una de las esquinas. Ella le mostraba algo en su teléfono. Los labios oscuros de la chica estaban estirados en una sonrisa ante los ojos muy abiertos de Armin tras sus anteojos. Eren dejó la mochila en su escritorio en la última fila junto a la ventana, sin dejar de observarlos. Pensó en ir a averiguar qué era lo que estaban mirando, pero aún no creía tener la confianza suficiente con Mikasa Ackerman como para inmiscuirse así nada más. Podía ser algo personal y ella solía andar con esos aires de hermetismo y misterio. Quizás a Eren le daba esa sensación debido a su estilo de vestir y la reposada manera en que ella hablaba.

Mikasa y Armin cuchichearon algo en cuanto vieron al profesor entrar al salón. Ella bajó el teléfono y se apuró para sentarse en el sitio frente al escritorio de Eren justo en el momento en que Sasha Braus entraba corriendo por el umbral de la puerta, se disculpaba con el profesor mientras se zampaba un Doner Kebab y se chupeteaba los dedos. Luego se dejó caer sin cuidado en el asiento junto a Mikasa, despotricando sobre algo.

— Tienes salsa en la cara — oyó que le decía Mikasa a Sasha.

Eren la observó con atención mientras ésta ponía los dedos bajo la barbilla de Sasha y usaba un pañuelo desechable para quitarle cuidadosamente las manchas de salsa. Su tacto parecía tan delicado. La otra chica continuaba hablando como si nada. Armin movió la silla a la derecha de Eren.

— Hey — lo saludó Eren, un tanto ceñudo.

Armin lo saludó de vuelta un tanto confuso, pues había estado tan absorto en lo que fuera que Mikasa le había enseñado que no había reparado en que Eren ya estaba allí. El profesor dio inicio a la clase y el bullicio de todos los estudiantes sacando sus cuadernos, libros, estuches y acomodando sus sillas inundó el salón.

Pronto notó que Mikasa le enseñaba a Sasha su teléfono escondido bajo del escritorio, pero él no podía alcanzar a ver qué era desde atrás. Los hombros pegados de las dos chicas le cubrían la vista. Eren chasqueó la lengua y le dio un ligero codazo a Armin. Éste lo miró y Eren le hizo un gesto con el mentón en dirección a las chicas delante de ellos.

— ¿Qué es eso que Mikasa anda mostrando? — le preguntó en un susurro.

Armin se inclinó hacia él.

— Es un video que grabó anoche. Una persona o… algo con forma humanoide que saltaba entre los tejados de los edificios como si nada — respondió él, y Eren abrió los ojos como platos — Es díficil de creer pero parece auténtico. Si quieres le puedo pedir que te lo enseñe después.

¡Mikasa lo había grabado!

Eren realmente no tenía que mantener el poder en secreto al usarlo, sin embargo, se sentía extraño al enterarse que alguien lo había visto probando su Miraculous casi a las tres de la madrugada e incluso hecho un video de él. Ya había una prueba de su existencia y eso implicaba que, a la larga, no tendría manera alguna de pasar desapercibido. No estando transformado, al menos. En otras palabras, sería famoso, y la sola idea lo chocaba considerando que en su vida ni siquiera había sido uno de aquellos chicos particularmente populares.

— ¿Estás bien?

— Sí — Eren sacudió la cabeza — Es sólo que es muy raro. Tendría que verlo por mí mismo…

Sólo quedaron él y Mikasa en el salón cuando la clase finalizó. Armin se había tenido que ir corriendo para ayudar con algo a algún profesor. Eren se quedó en su puesto, un tanto ansioso, mientras Mikasa acercaba la silla a su mesa. Las uñas negras de la chica se deslizaron a través de la pantalla del móvil sobre su escritorio. Ella aumentó el brillo al máximo y luego lo empujó hacia Eren, dándole al botón de play y apoyando los antebrazos frente a él.

Resultaba una experiencia bastante… interesante esto de verse haciendo cosas tan geniales capturadas en video, pese a que no era posible divisar mucho detalle debido a la distancia y la oscuridad de la noche. Sus movimientos y saltos eran impresionantes, fluidos y gráciles, tal como había sentido que fueron entonces. Ningún humano era capaz de desplazarse así, casi que desafiando la gravedad, excepto por Eren a partir de ahora. La grabación completa no duraba más de cinco segundos y se reproducía constantemente.

— ¿Qué opinas? — le preguntó Mikasa, su voz suave.

— Que es real — dijo, mirándola de reojo. Sintió a Plagg moverse en el interior del bolsillo canguro de su sudadera roja.

Mikasa Ackerman, la chica que se sentaba justo en el puesto delante de él en la escuela, por alguna razón había estado despierta anoche y había terminado mirando por la ventana en el preciso momento en que Eren saltaba a través de los edificios de la calle del frente de donde fuera que ella viviera.

Ella asintió con una pequeña sonrisa y pausó el video.

— Lo es. Lo vi con mis propios ojos — Mikasa pareció buscar algo más en su móvil — Por un momento pensé que estaba soñando. Alucinando. Menos mal reaccioné justo a tiempo y alcancé a grabarlo.

— ¿Qué… crees que sea?

Lo que esta chica pensara al respecto le provocaba genuina curiosidad. Mikasa se tomó unos segundos antes de contestarle.

— No estoy segura. Podría ser… algo o alguien que definitivamente posee magia... Mira. — ella le acercó el móvil para enseñarle una captura con zoom. Eren se vio a sí mismo en el teléfono de Mikasa y contuvo el aliento. Por supuesto que su identidad no sería tan obvia para los demás debido a la mala calidad de imagen, pero aún así se le hacía demasiado fácil reconocerse. En su opinión era un disfraz de mierda si lo que pretendía era mantener en secreto su identidad — Creo que es un humano. Podría ser sólo un chico con poderes mágicos.

— Claro… — murmuró Eren, removiéndose en su asiento y evitando mirarla.

Ella no parecía sospechar de él ni nada. ¿A lo mejor el traje del Miraculous no era tan malo para ocultarlo? Sin embargo…

— Antes dijiste que el video te parecía real — dijo Mikasa de repente — ¿De verdad lo crees… o sólo lo dijiste para no hacerme sentir mal? ¿No se te pasa por la cabeza la idea de que yo lo haya editado o algo?

— ¿Eh? No, yo-

— ¿Tú crees en estas cosas, Eren? ¿En la magia?

Los ojos oscuros y profundos ojos de Mikasa lo pusieron nervioso. Eren tragó saliva. Daba la impresión de que había un atisbo de esperanza en ellos.

— Antes no creía para nada en este tipo de cosas — admitió Eren, llevándose una mano a la nuca. Sintió el metal del anillo contra su piel — Pero hasta hace poco he empezado a considerar que… no sé, la magia bien podría ser más real de lo que pensamos. Lo digo en serio.

"De hecho, pasa que yo soy el chico con poderes mágicos que aparece en tu video, pero no puedo decirte eso. Lo siento."

Mikasa volvió el rostro hacia la ventana, como buscando algo allí afuera. Jugueteó con el colgante de obsidiana que llevaba sobre su ajustada camiseta de cuello alto color grafito.

— Yo en el fondo siempre he creído que la magia es real — musitó ella, tomando el móvil y llevándolo a su pecho — Y de repente la vida me ha dado una prueba de ello.

"Estás completamente en lo cierto," pensó Eren, con una sensación extraña. Eso era lo que le había pasado a él, aunque de manera más directa pues la vida, alguien le había otorgado poderes y ahora contaba con pruebas irrefutables de que ésta existía. Él podía usar magia a su antojo e incluso andaba por ahí con una criatura mágica que se encontraba aquí mismo, con ellos, escondida dentro de uno de sus bolsillos. En cierto modo, era una lástima que no le pudiera decir nada al respecto a esta chica que siempre había creído.

— ¿Qué piensas hacer con ese video? — le preguntó.

— He decidido que lo subiré a Youtube.

Eso… significaban vistas y comentarios. Acerca de él.

— ¿Me pasas el link luego?

Mikasa asintió.

— Dame tu número o correo. No tengo Facebook, ni Instagram, ni ninguna de esas cosas.

— ¿En serio? Yo tampoco.

Bueno, Eren tenía una cuenta de Instagram que se creó a los quince años y que luego había abandonado tras postear una sola foto, así que no contaba. Plagg se movió cerca de su estómago al interior de su sudadera, como reclamando su atención. Él lo ignoró mientras dictaba su número de teléfono y correo electrónico. Sintió una vibración en el pantalón, sacó su móvil y guardó el nuevo contacto bajo el nombre de Mikasa Ackerman. Eren nunca imaginó que conseguiría el número de una chica bonita de forma tan aleatoria.

— ¡No me has traído Camembert! Y tampoco he detectado su maravilloso aroma en ninguna de las mochilas de tus otros compañeros — se quejó Plagg alrededor de un minuto después de que Mikasa salió del salón y dejó a Eren solo y pensativo — Estabas más preocupado de ligar con esa chica que de alimentar a tu kwami.

— ¡N-No estaba ligando con ella! — Eren sintió que las mejillas se le calentaban ante la inesperada acusación.

Plagg le dedicó una sonrisa perezosa y burlona mientras se sentaba en el escritorio.

— He conocido a suficientes adolescentes en mi más que milenaria vida para saber de lo que hablo — dijo con un bostezo — Es tan aburrido y molesto. Predecible. No mi tipo preferido de cheesy.

— ¿Eh? ¿Cuántos miles de años tienes?

— Necesito mi Camembert, Eren. Moriré en cualquier momento.

Eren rodó los ojos y suspiró.

— ¿Por qué tienes que comer queso? Es apestoso. ¿No deberías llamarte el Miraculous del Ratón por tu obsesión con el maldito queso? Aunque… — Eren arrugó la nariz — a los gatos también les gusta el pescado y eso sí que sería peor. Me imagino abriéndote latas de atún o de sardinas en la escuela y no, gracias. ¿Por qué no mejor comes galletas, chocolates o cualquier otra cosa que no sea necesariamente apestosa?

— Tikki es la de las galletas. Tiene gusto por las cosas dulces. Yo soy fiel al queso.

Eren frunció el ceño.

— ¿Y quién se supone que es Tikki?

— Ella es el kwami de la Creación. Mi opuesto — explicó Plagg, flotando a su alrededor y sentándose en uno de sus hombros.

— ¿Quieres decir que alguien más podría tener poderes como yo? — ¿Él y su recién adquirido poder no eran únicos?

— Sí, pero no sé si el Guardián ya le ha dado el Miraculous de la Mariquita a alguien.

— De la Mariquita… ¿Un bichito? — Eren bufó, socarrón — Bueno, en ese caso, menos mal que a mi me dieron el del Gato. Las orejas no están tan mal.

Plagg comenzó a causar estragos con el cabello de Eren.

— Las mariquitas son símbolo de buena suerte, — indicó el kwami — mientras que los gatos negros simbolizan la mala suerte.

A Eren se le borró la sonrisa del rostro. Ni siquiera había pensado en eso.

— ¡¿Qué?! — casi gritó, apartando a Plagg de su cabello — ¿Entonces voy a tener mala suerte a partir de ahora? ¿O le daré mala suerte a otros?

No le apetecía para nada la idea de que todo le empezara a salir mal justo cuando ya se había convencido de que su vida al fin se había transformado en algo excitante.

— En realidad-

— Ya, maldita sea, no quiero escuchar más por ahora — gruñó Eren, revisando cuánto dinero le quedaba en la billetera — El único queso que podría conseguirte hoy hasta salir de clases sería cualquiera que pueda sacar de un emparedado, y no será Camembert. Igual es mejor que nada, ¿no?

Eren apuró el paso de camino al comedor, pues ya casi era hora para la próxima clase. Su móvil vibró contra uno de sus muslos cuando le llegó un mensaje de WhatsApp.

Mikasa Ackerman

en línea

...

Hola, Eren. Acabo de subir el video!

...

La miniatura del hipervínculo mostraba un cuadrado negro en el que se adivinaba la silueta de unos edificios. Eren casi tropezó al leer el título que Mikasa le había dado.

El Caballero Oscuro.


N/A: decidí ignorar el sistema educativo alemán (lo del Gymnasium, Realschule y Hauptschule) para este fic porque no quería complicarme a mí ni a ti, y tampoco quería dejar fuera a personajes como Sasha. Es que, por ejemplo, tal vez en Alemania ella no podría estar en la misma escuela que EMA. Por cierto, canon Eren tenía buenas calificaciones, pero también es normal que esté reprobando al menos una clase. La cuestión es que quería permitir que los personajes de SnK estuvieran en la misma escuela y no quería situar este UA en los EE. UU. o Japón. Hasta donde yo sé, hay muchos otros fics que ya los han situado en esos lugares y yo no puedo evitar ser una Acuario (?)

Espero que hayan disfrutado esta primera entrega~