Disclaimer: Shingeki no Kyojin es propiedad de Hajime Isayama.

Advertencias: Yaoi (Boy's Love) | Uso descarado del OoC | EreRi | Universo Alterno (UA) | Lenguaje vulgar | Contenido sexual explícito | Mpreg | Drama | Historia Corta.

Ojo: es un EreRi, o sea, Eren es el seme.

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Cuando te conocí creí haber perdido todo.

No estaba tan equivocado. Solo en aquel desconocido lugar, enfermo y siendo un eldiano en una ciudad gobernada por Marley, mi vida pintaba para convertirse en la peor de las desgracias.

Y quería rendirme.

Estaba cansado de pelear. Estaba cansado de ser sometido y tratado como basura. Estaba cansado de vivir. Quería dejar de buscar la libertad y simplemente rendirme.

Pero tú apareciste.

Llegaste a mi vida en el peor momento para llenarme de esperanza.

¿Lo recuerdas? Aunque fue poco el tiempo que pasamos juntos, tú me enseñaste tantas cosas.

Me mostraste la belleza en un lugar donde creí que sólo había páramos descoloridos. Me enseñaste a creer. Me enseñaste a vivir sin miedo. Me enseñaste a pelear por aquello que anhelaba. Me enseñaste a buscar la felicidad en un mundo cruel.

Me diste tu corazón y me enseñaste a amar.

Pero, Eren, jamás me enseñaste cómo vivir después de amarte.

LIFE AFTER LOVING YOU.

1

Alguien me escupió en la cara.

El olor de la saliva sobre mi piel me provocó ganas de vomitar y solté un jadeo que casi destrozó mi garganta.

El hombre sobre mí seguía aplastándome el rostro contra el asfalto. La suela de la pesada bota se me enterraba en la mejilla pintando una marca roja sobre mi piel. La sensación era lacerante, dolía como la mierda y algunas lágrimas amenazaban con empezar a desbordarse de mis ojos. Pero no quería llorar, no frente a esos hombres horribles; no cuando sabía que mi llanto sólo serviría para enfurecerlos más.

Eran Marleyanos, cinco de ellos. Formaban parte del ejército, quizá no con un rango tan alto pero eran lo suficientemente imponentes como para que ni siquiera pensara en defenderme.

De todos modos no podía hacerlo. Estaba demasiado débil, tenía días sin comer y apenas había tomado un poco de agua gracias a un desconocido que se apiadó de mí esa mañana.

—Maldita escoria eldiana —gruñó el hombre que seguía aplastándome. Tenía el acento marcado y escupía constantemente al hablar—. ¿Cómo te atreves a venir aquí y manchar todo este pueblo con tu asquerosa presencia?

Alguien me pateó entonces. La punta de su bota se hundió en mis cosquillas haciéndome perder el aliento. El dolor fue horrible, tosí varias veces y me ovillé intentando cubrirme de sus golpes, pero no funcionó demasiado. Sentía todos y cada uno de los azotes que daban contra mi magullado cuerpo. Apenas era consciente de lo que pasaba alrededor. Era tarde ya, oscurecería pronto. El callejón estaba casi vacío. La gente iba y venía, cuchicheaban y miraban apenas, pero nadie se atrevía a detener el abuso.

—¿Creíste qué con esos papeles falsos podías salirte con la tuya? Una basura como tú jamás podrá ser un Marleyano. Voy a mandarte a un campo de prisioneros, maldito infeliz —ladró otro hombre pisándome los dedos de la mano izquierda cuando intenté estirarlos en busca de alguna clase de alivio. Aullé desesperadamente por el dolor que me atravesó, sintiendo un horrible ardor en mi piel—. Ahí aprenderás cuál es tu lugar en este mundo, pedazo de mierda apestosa.

Sus palabras dejaron de tener sentido para mí cuando el dolor fue insoportable. Mi mente no podía más. Tenía muchísimo frío, mi cuerpo sufría de algunos espasmos involuntarios y sólo quería dormir porque incluso respirar era doloroso.

¿Acaso moriría ahí? ¿Sin ver a mi familia una vez más?

Perdóname, mamá, no podré cumplir con mi promesa. Perdóname, perdóname.

Mis pensamientos se volvieron un caos. Me imaginé a mi madre, a mi tío, a Isabel y Farlan. Los vi una vez más tal y como los recordaba, siempre juntos; esperando por mí.

Perdón, perdón por no poder llegar...

Jadeé, lágrimas se derramaron por mis mejillas y el dolor en mi cuerpo se acrecentó tras cada irregular respiración.

—Llora todo lo que quieras, pedazo de basura, pero eso no te ayudará en nada —con una risa de superioridad, el hombre volvió a aplastar mis dedos. El dolor bloqueó mi mente, me retorcí todavía en el suelo e intenté respirar. Pero era difícil, era tan difícil y doloroso. No podía más. Ya no.

Dejé de intentarlo. Me resigné a morir ahí, lejos de casa, lejos de mi familia. Cerré los ojos y esperé. Esperé por el final.

—¿Qué está sucediendo aquí? —exigió una voz desconocida para mí.

Los hombres parecieron no prestarle demasiada atención. Seguían con su mirada en mí, disfrutando de mi sufrimiento. Uno de ellos volvió a escupirme en la cara, pero ya ni siquiera pude quejarme.

—Nada —contestó alguien más de muy mala gana—. No ocurre nada. Sólo estamos lidiando con una rata. Será mejor que te largues de aquí si no quieres... —el hombre pausó la frase cuando volteó. Pareció reconocer a alguien porque su semblante cambió enseguida. Tomó una posición firme e hizo el saludo militar de Marley.

Los otros cuatro notaron el cambió en su compañero. Giraron la mirada también y, antes de que pudieran decir algo más, todos ellos se alejaron de mí ytomaron una posición sumisa. Aproveché que habían liberado mi cuerpo e intenté arrastrarme lejos de ellos, pero estaba tan lastimado que fue imposible.

Tosí sin parar, sujetándome el estómago. Me dolía todo. Mis costillas, mis dedos, había sangre bajando por mi nariz y la mitad de mi cara estaba tan raspada que ardía cuando el viento golpeaba contra ella.

—¿Si no quiero, qué...? —insistió acercándose de manera peligrosa.

—Se-señor —balbuceó el hombre que antes estaba masacrando mi rostro contra el suelo—, sólo nos encargábamos de esta rata —señaló echándome una mirada rápida—. Tenía papeles falsos, se estaba haciendo pasar por un Marleyano. Y tal y como la ley lo indica nosotros íbamos a...

—¿Matarlo? —inquirió él, elevando una ceja cuando vio el estado tan deplorable en que me encontraba.

—No-no, señor. Íbamos a enviarlo a un campo de prisioneros.

El hombre se acercó en silencio hasta mí. Nuestros ojos hicieron contacto por apenas unos segundos, pero nada más eso fue suficiente. Alto, moreno y de cabello castaño hasta los hombros, vestido con un traje oscuro, de la más alta calidad, con ojos dorados y mirada vacía de emociones, él se me asemejó como un ángel. Tal vez un ángel salvador o quizá un ángel de la muerte, no lo supe con certeza porque me sentí intimidado por él, por esa presencia tan extraña que se cargaba.

—Por... favor —rogué en un susurro helado, estirando la mano lastimada hacia él—. A-ayuda, por favor.

No servía de nada rogarle a un Marleyano, lo sabía. Sin embargo agobiado por el dolor y desesperación, terminé suplicándole a aquel hombre desconocido. Un brillo irreconocible zurcó por su mirada justo cuando esas palabras abandonaron mis labios. Le vi apretar la mandíbula y convirtió sus dedos en puños, como si estuviera intentando descargar su frustración con eso.

—Me lo llevaré —dijo entonces, agachándose para levantarme del suelo—. Si sobrevive, será mi esclavo. Necesito uno nuevo.

Fue brusco tanto como en sus palabras, como en sus movimientos. Me sujetó por el brazo y me alzó sin ser cuidadoso. Me dolió como el piernas me temblaron incapaces de sostener mi peso y el repentino movimiento me hizo toser una vez más. La sangre escurrió por mi nariz, goteando por mi barbilla hasta manchar el chaleco café que estaba usando.

—Pero, se-señor, nosotros no...

—¿Tiene alguna objeción, soldado? —soltó en un siseo que heló mi piel. El soldado lo resintió también. La postura firme que adoptó tembló un poco cuando la mirada dorada del hombre le recorrió por completo.

—No, señor, ninguna.

—Bien —dijo nada más, arrastrándome con él. Apenas podía seguirle los pasos, de no ser porque todavía me llevaba por el brazo probablemente hubiera terminado en el suelo—. Retírense, soldados. Vuelvan a su trabajo.

Ni siquiera lo dudaron. Tras hacer el saludo de Marley, los soldados se alejaron sin siquiera voltear hacia atrás. Me sentí repentinamente aliviado cuando los miré alejarse, sin embargo al mismo tiempo que observaba aquel desconocido rostro, tuve un golpe de lucidez. La calma se fue cuando caí en cuenta de lo que estaba pasando. Ese hombre me llevaba con él. No sabía quién era, pero sólo porque se trataba de un Marleyano el miedo en mí se avivó.

Todos eran monstruos.

Me removí, luchando para librarme de su agarre. Usando una de mis manos le empujé, pero él ni siquiera se perturbó. Siguió caminando, sujetando mi brazo y arrastrándome los pies desnudos contra el asfalto.

—Escúchame —murmuró sin ser demasiado amable cuando notó que yo no cedía—, puedo ayudarte. Puedo ayudarte a salir de aquí. Sólo no intentes nada estúpido. Haz lo que te digo y podrás ser libre, ¿entiendes?

«No» deseé responderle. No confiaba en él, en ningún Marleyano. No confiaba en esos demonios que habían destruido tantas vidas sólo porque se sentían más superiores a los demás.

Quise seguir luchando, pero no pude más. Estaba cansado, apenas y podía mantener los ojos abiertos, además el dolor no ayudaba para nada, probablemente tenía más de un hueso roto.

El camino se me hizo eterno. El final del callejón llegó con la luz que me golpeó contra el rostro. Las farolas de un auto estaban encendidas, un chico rubio esperaba moviéndose intranquilo sobre sus pies mientras miraba hacia todos lados.

—Abre la puerta —mandó al chico que estaba fuera del auto.

—Amo, no creo que sea buena idea llevarlo...

—Colt, abre la puerta. Ahora —había una clara amenaza en sus palabras que el chico logró captar. Con un suspiro ahogado, obedeció la orden y abrió la puerta.

El hombre me empujó hacia dentro. El interior estaba cálido, la silla trasera me recibió y mi cuerpo se quejó de dolor cuando chocó contra el suave material. Tosí, ovillándome contra el asiento, buscando un poco de alivio para el ardor que me recorría de pies a cabeza.

Alguien más subió conmigo al asiento trasero. Una puerta fue cerrada y el ruido del motor invadió mis oídos.

—Llévanos a casa, Colt.

"A casa" repercutió en mi mente y volví a pensar en mi familia. En lo preocupados que estarían. En que, tal vez, ya nunca más volveríamos a reunirnos.

Ese pensamiento me desarmó. El caos que se suscitó en mi interior fue implacable, lágrimas escurrieron por mis mejillas y los jadeos ahogados se dejaron escuchar dentro del auto.

—Tranquilo, ya estás a salvo —susurró él cuando comencé a sollozar—. Estarás bien. Estarás bien...

Su voz suave fue lo último que escuché antes de que el cansancio me venciera.


N/A: Holaaa, sean bienvenidxs a esta historia corta, jsjsjs. Esto es realmente muy diferente a lo que suelo escribir, me salí de mi zona de confort y decidí intentarlo con el drama xd. Tenía esta idea rondándome por la cabeza cada día y de verdad no estaría en paz hasta sacarla de mi sistema jajajja. Espero que les gusta la idea, será bastante triste a decir verdad y no sé que tan bien me vaya, pero daré lo mejor de mí para que puedan disfrutar la historia, yey ❤️.

Si les gusta la idea, siempre pueden dejarme un review. De verdad que leer sus comentarios me anima muchísimo y me llena de muchos ánimos 💖.

Tengan un día increíble ❤️.