Renuncia de derechos, los personajes que salgan aquí son de sus respectivos autores.

No veía más que oscuridad a mi alrededor, me dolía sumamente el cuerpo, sentía que me estaba desplazando, ¿adónde? Realmente no lo sabía.

Sabía que estaba muerto, pero esta sensación que reinaba en mí era extraña, recordaba que mi nombre era Goku aunque había mucho más.

Lo último que recordaba era haber luchado contra el hijo de mi antiguo enemigo. El rey demonio que sumió al mundo en una época de terror hace tres años pero tomando el agua divina pude vencerle.

Aquella pelea fue sumamente reñida, la más difícil que había tenido en mi vida, y eso sumado al hecho de que el destino del mundo estaba en mis manos hacía que lo tuviera bastante difícil.

La batalla culminó con un choque de poderes que hizo temblar aquel lugar, pude alzarme con la victoria siendo declarado como el más fuerte.

Kami con una poderosísima técnica de sellado selló al hijo del rey demonio en una vasija para evitar más problemas de ahora en adelante.

Pero no todo fueron buenas noticias, el interminable cansancio y la herida fatal que estaba en mi pecho hicieron que toda la alegría presente en aquel momento se desvaneciera.

Tuve que despedirme de la vida teniendo como un último recuerdo las lágrimas de mis amigos llorando ante mi muerte, de repente todo se hizo oscuro y ahora que abría los ojos veía... nada.

Estaba confundido, ahora no sentía nada pero al mismo tiempo sentía que me estaba desplazando como si algo o alguien me estuviera arrastrando.

"Buena suerte pequeño héroe, espero que respondas a las expectativas que puesto sobre ti, esta será la aventura más complicada de tu vida"

Pude escuchar una voz familiar pero no supe de qué lugar venía, esa voz me sonaba bastante pero ahora no podía recordarla, aquello era frustrante.

Todo se desvaneció al instante volviéndose totalmente oscuro, en cuanto abrí mis ojos vi que nuevamente estaba en un lugar muy oscurecido que parecía una cueva con luces a su alrededor.

Sentía mis músculos entumecidos así que me levanté e hice algunos estiramientos para calentar, por lo menos sentía mi fuerza estable.

Comencé a andar ignorando el lugar donde estaba, iba sobre un suelo de mármol negro y las paredes eran de mármol blanco, qué curioso era.

Me percaté de que en las paredes habían antiguas pinturas, en una de ellas había un hombre pelinegro con barba sosteniendo un enorme rayo mientras unos titanes le atacaban.

-Zeus... -pude leer aquello que estaba inscrito encima de la pintura del hombre con el rayo, era la primera vez que leía algo tan extraño y eso que lo que Bulma me solía hacer leer era raro.

En otra los titanes atacaban a un hombre de cabello negro y ojos verdes que sostenía un tridente, miré que estaba rodeado de algo azul con ondulaciones y pensé que podía ser agua.

-Poseidón... -nuevamente leí la leyenda inscrita puesta sobre el hombre con tridente, no sabía lo que representaban aquellas extrañas imágenes.

Me di cuenta de que esto podía ser una cueva, no veía el cielo ya que había un hecho y delante tampoco había ninguna luz... y a pesar de que ya llevaba caminando un tiempo aún seguía ahí.

Flush.

Gracias a mis reflejos pude esquivar un golpe que iba hacia mi cabeza, rodé por el suelo y al girarme vi a un ser con cabeza y torso de humano y con el resto del cuerpo de león así como sus garras.

-¿Cómo te has atrevido a adentrarte en mis dominios pequeño semidiós? -me preguntó aquel ser mientras me rodeaba y arqueé una ceja.

-¿Semidiós? No sé de qué me estás hablando -hablé mientras me ponía en guardia, sabía que no me iría de ahí sin pelear contra aquella bestia.

¿Semidiós? Era la primera vez que oía algo así, que yo sepa era un humano aunque nunca entendí porqué nací con cola, Kami me la cortó hace un par de años cuando subí a su palacio.

La bestia sin mediar palabra se lanzó contra mí utilizando sus garras, me moví hacia la derecha para esquivar su embestida y le pateé el costado para que se estrellara en la pared más próxima.

Otra bestia parecida apareció detrás de mí y la que pateé corrió nuevamente hacia mí, me puse en guardia aunque, sin saber cómo, una sombra surgió en mi brazo hasta crear una espada.

Nunca antes había usado una espada y ni siquiera sabía cómo es que tenía ésta, pero con mi báculo sagrado tenía experiencia, por lo que me moví como lo habría hecho con mi báculo y salté cortando a ambas bestias en un tajo.

"GAAAAHH"

Las bestias mitad humano mitad león se desvanecieron al instante soltando chillidos, esto era extraño ya que no entendí porqué se desvanecieron después de que las cortase.

Miré mi mano derecha, que es donde había estado la espada que surgió de mi sombra, y vi que también se había desvanecido al momento.

-Esto es bastante extraño, pero es mejor que busque la salida -dije reanudando a mi marcha, pero nuevamente me topé con algo extraño.

Era un caballo purasangre de pelaje negro y ojos del mismo color, sonreí al darme cuenta de que el caballo era inofensivo y no parecía atacarme.

-Oye amigo, ¿podrías ayudarme a encontrar la salida? -le pregunté al caballo, que hizo un sonido que interpreté como asentimiento- Pues entonces... salgamos de este lugar si te parece.

Me subí a lomos del caballo negro y comenzamos a cabalgar lentamente hacia la salida del laberinto, juré ver un hilo delante de ambos pero supuse que debía ser una ilusión.

Fin del pov.Exterior del laberinto.

Una chica estaba parada enfrente de la salida de una cueva, era pelirroja con el cabello recibido en una cola, ojos plateados como la luna en cuarto menguante y vestía una parca y unos vaqueros.

Lo que más destacaba era el arco plateado que llevaba en sus manos junto al recipiente cilíndrico, situado entre su espalda y el cóccix, donde la chica guardaba sus flechas de bronce celestial, el metal para acabar con inmortales.

-Chicas, manténganse alerta -habló la pelirroja que parecía ser la líder mientras que se giraba.

Detrás de ella también habían chicas vestidas idénticamente y también con arcos, aunque de menor tamaño, pero ninguna de ellas tenía una belleza tan cautivadora como aquella pelirroja.

Al frente de ellas estaba una chica de cabello negro, alta y grácil, de piel cobriza. A diferencia de las otras, llevaba una diadema en lo alto de su oscura cabellera, lo cual le daba todo el aspecto de una princesa persa, una hermosa princesa.

-Mi señora, ¿no sería preciso que entrásemos al interior del laberinto para terminar con esta labor? -preguntó aquella chica viendo a la pelirroja.

-Lo dudo Zoë, incluso para nosotras las cazadoras salir de ese laberinto sería una tarea que nos llevaría un tiempo, hay que admitir que Dédalo hizo un buen trabajo -habló la chica y su lugarteniente, Zoë, dio un asentimiento al oírla.

Zoë confió en el criterio de su señora y diosa, permaneció con el arco tenso y apuntando hacia la cueva donde saldría lo que iban buscando.

La pelirroja no era otra que Artemisa, la diosa de la caza, la castidad y posteriormente la luna desde el momento en que Selene abandonó sus labores. También era diosa de las doncellas.

Artemisa sabía que habían llegado al punto final de su búsqueda, por fin se acabaría esto y tanto sus cazadoras como ella volverían a sus labores.

Todo empezó cuando su hermano mellizo Apolo profetizó nuevamente, Artemisa dudó unos instantes si creerle o no pero supo que no bromeaba por lo que decidió hacerle caso.

"Del lugar más oscuro saldrá la luz. Una luz tan refulgente como el fuego. Un fuego tan abrasador como el sol. Un sol que se alzará sobre el cosmos. En lo más alto del cosmos se alzará el Monarca"

Artemisa recordaba con total nitidez cada una de las palabras de la profecía de su hermano, pero a pesar de aquello no comprendió a qué se refería.

Pensó en decírselo a su padre para que se ocupara, pero teniendo en cuenta que su abuelo Cronos estaba resurgiendo y que hace casi nada que el rayo de su padre Zeus había sido robado prefirió guardar aquella profecía en secreto.

Apolo se lo agradeció ya que era la mejor opción, le aconsejó que lo mejor era que partiese con Zoë y sus cazadoras, pero ¿dónde? ¿por y para qué?

Artemisa creyó que se trataba de un semidiós hijo de Apolo ya que la profecía hacía alusión al sol, pero Apolo lo descartó ya que posiblemente se tratara de un semidiós relacionado con la Gran Profecía, que englobaba a los semidioses hijos de los tres grandes: Zeus, Hades y Poseidón.

La urgencia venía a ser que Cronos estaba reclutando semidioses a su causa, derrocar el Olimpo; si ese posible hijo de alguno de los tres grandes se unía a él no podrían evitar que sucediera lo que relataba la gran profecía.

Así que para evitar un mal mayor Artemisa decidió hacerse cargo y encontrar al semidiós para llevarle al campamento y ponerle bajo las enseñanzas de Quirón, el legendario centauro.

Para orientarse en la búsqueda Apolo le dio una pista a su hermana: con "lugar más oscuro" del primer verso de la profecía aludía al laberinto de Dédalo, en cuyo interior había una oscura cueva.

El laberinto de Dédalo era sumamente extenso y durante miles y miles de años ha ido creciendo, abriéndose paso bajo las ciudades occidentales y juntando todas sus galerías bajo tierra, conectaba con diferentes lugares entre ellos el inframundo o el Tártaro, no parecía que tuviera límites.

Claro pero eso no significaba que tendrían que buscar alrededor de todas las salidas del laberinto, los dominios del Olimpo se extendían alrededor de Estados Unidos que era el corazón de la cultura occidental en estos momentos.

Por suerte sólo tenía tres salidas en los Estados Unidos: una en Manhattan, otra en Long Island y otra en Arizona, ahora estaban en Manhattan.

Daba la casualidad de que la salida de Long Island se ubicaba en el campamento mestizo, así que le pidió a Quirón que le notificara si algo extraño salía de ahí, el centauro asintió confuso.

Estuvieron un tiempo en la salida que tenía el laberinto en Arizona y nada, Zoë sugirió entrar pero el laberinto de por sí era una odisea.

El laberinto fue concebido por Dédalo para despistar a todo aquel que entrase en él, muy pocos eran los que conseguían que el laberinto trabajase a su favor y les guiara a su destino.

Artemisa prefirió esperar y al ver que no salía nada se vino a la salida de Manhattan, si esta vez no salía nada le daría una patada a Apolo en los cataplines por haberle hecho perder el tiempo.

Las esperas en las salidas tampoco eran pacíficas, no pasaba la noche sin que dos o tres Hellhound u otras bestias mágicas les atacaran.

-Chicas, preparen sus arcos pero no disparen -indicó Artemisa dado que más de una novata disparó en ocasiones sin que ella lo ordenase.

-Phoebe retrocede cuatro pasos, esa no es tu posición habitual... -Zoë ordenó sin mirar directamente a la cazadora de nombre Phoebe, quien asintió dando cuatro pasos hacia atrás.

Todas tensaron sus arcos cuando divisaron una figura saliendo de la cueva, vieron a un pelinegro con un dogi anaranjado a lomos de un caballo.

Zoë, al igual que la mayoría de cazadoras, encrespó el ceño al darse cuenta de que era un hombre, o bueno mas bien un adolescente.

-Hola, mi nombre es Goku, hum... ¿Quiénes son ustedes? -preguntó el chico y Artemisa abrió sus ojos al percatarse de la presencia de Goku.

Goku realmente no sabía que estaba haciendo en aquel lugar, sabía que después de su muerte ocurrió algo pero los recuerdos eran borrosos.

"¿Goku?"- se preguntó Artemisa, desde luego aquel nombre no era griego ni mucho menos romano y era la primera vez que veía un dogi naranja como el de la indumentaria de Goku.

-Gracias por acompañarme hasta aquí -habló Goku mientras acariciaba el pelaje del caballo negro- espero que nos veamos pronto amigo.

El caballo relinchó en aquel momento dando pisadas al suelo con sus pezuñas y se perdió en la oscuridad de la noche, yéndose por el bosque.

Goku sonrió alzando su mano para despedirse del caballo oscuro y enseguida posó su mirada sobre la diosa de la luna y sobre sus cazadoras.

Artemisa al ver que sus cazadoras estaban sumamente tensas bajó la mano y les hizo un gesto para que se pudieran tranquilizarse.

-Soy Artemisa, diosa de la luna y la caza, y estas son mis cazadoras -respondió Artemisa tranquilamente y vio a aquel joven emocionarse.

-¿Diosa? ¿Entonces eres muy poderosa? -le preguntó Goku a la diosa, que enarcó sus cejas bastante sorprendida al escuchar al azabache.

Sin embargo, Zoë Nightshade, su lugarteniente, no dejó pasar por alto aquella falta de respeto y se lanzó sobre Goku en cuestión de segundos.

Goku se puso en guardia al darse cuenta de que aquella chica con diadema iba hacia él con intenciones de atacar y no darle la bienvenida.

"ALTO ZOË"

Zoë se detuvo a unos centímetros de Goku cuando escuchó la voz de su señora Artemisa, bajó sus flechas y soltó un suspiro calmado.

-Otra falta de respeto hacia mi señora y te castraré, ¿me has oído hombre...? -declaró abiertamente Zoë y el azabache asintió sin entender muy bien lo que era "castrar".

-De acuerdo, princesa-chan -habló Goku con una sonrisa al ver la diadema de Zoë, quien se dio la vuelta mirándole de forma muy amenazante.

"Esa tal Zoë parece ser muy fuerte, ¡Qué emocionante!"- exclamó mentalmente Goku, no sólo se había fijado en la diadema sino también en la complexión atlética que poseía Zoë.

Artemisa se frotó la sien, no sabía si aquel chico era tonto o estaba provocando a propósito a Zoë, quien volvió a su sitio ahora más "tranquila".

"Todos los hombres son iguales"- discurrió Zoë apretando sus dientes, su padre Atlas y Heracles encabezaban la lista de "hombres estúpidos".

"Pero qué chico tan descarado"

"Qué te esperabas de un hombre"

"Habrase visto tal falta de respeto"

Phoebe tuvo que calmar a las cazadoras al escuchar sus comentarios y le envió una mirada furtiva a Goku que le hizo tragar ante aquello.

"¿Pero qué les pasa a estas chicas...?"- se preguntó Goku viendo las reacciones de las cazadoras, no entendía porqué se enfadaban.

Las cazadoras se callaron al ver a su señora dando unos paso al frente, bien sabían que si la hacían enojar serían transformados en un animal como el caso de Alfeo dios fluvial que la observó bañarse en un río, o en el peor de los casos ellas serían convertidas en hombre como Búfago, el hijo de Jápeto que fue transformado en mujer al ver desnuda a Artemisa en una montaña.

La única que en verdad había visto enojada a Artemisa fue Zoë Nightshade hace ya bastante tiempo, cuando Níobe se burló de Leto, la titánide madre de la diosa de la luna y Apolo, dios del sol.

Níobe se jactaba de sus cincuenta hijos y cincuenta hijas burlándose de Leto, quien solo tenia dos hijos. Artemisa se enfadó al oír aquello y se presentó en el palacio de Apolo preguntando "¿Apolo te apetece una cacería de idiotas?"

Su hermano y ella se vengaron de la ofensa de Níobe hacia su madre matando a cada unos de sus hijos utilizando flechas de acero, Níobe se quedó loca al ver muertos a sus hijos y supo que jamás de los jamases debía ofender a un dios.

-Muy bien Son Goku, ¿dime qué hacías dentro del laberinto y cómo has conseguido salir? -preguntó la diosa de la luna y Goku se rascó la mejilla.

-No lo sé, no recuerdo bien cómo he acabado en ese lugar, solo sé que cuando abrí mis ojos estaba en una cueva y fui atacado por seres con cuerpo de humano y león, y después encontré un caballo que me guió hasta aquí -respondió con sinceridad el pelinegro ante aquella pregunta.

Artemisa sabía que fiarse de un hombre era un error fatal pero por alguna extraña razón sintió que podía creer en aquellas palabras, y lo hizo.

Zoë vio con incredulidad a su señora, tenía la certeza de que el chico estaba mintiendo como era típico en los hombres, aun así nuevamente decidió confiar en el criterio de Artemisa.

Artemisa miró analíticamente la figura de Goku, cerró sus ojos percibiendo el aura del pelinegro y como se lo esperaba, percibió divinidad en él.

"Por su físico encaja para ser un hijo de Ares, Dioniso o incluso de padre... aunque siento su divinidad cálida y al mismo tiempo oscura"- indagó Artemisa con la mano en la barbilla.

Aquello le dejaba con serias dudas, si Apolo había profetizado algo sobre este chico era porque sería sumamente importante, pero de momento no veía nada excepcional en él.

-Así que no recuerdas cómo has acabado en este lugar... Bien, ¿sabes entonces que eres un semidiós Son Goku? -preguntó Artemisa ya que sentía un elevado porcentaje de divinidad en él, pero no tanto como para ser considerado un dios.

Goku parpadeó sus ojos sin entender, que él sepa era un humano... aunque seguía sin saber cómo había podido crear aquella espada de sombras.

-Mi señora, creo que se está mofando de usted o bien padece de amnesia -habló Zoë al oído de Artemisa al ver que la respuesta del chico era rascarse la nuca con una sonrisa nerviosa.

Artemisa se decantó por la segunda opción ya que se notaba a leguas la confusión en el chico, más razón para llevarle al campamento para no dejarle al abrigo del señor de los titanes Cronos.

De repente todo el suelo comenzó a temblar, Goku con seriedad se giró para ver qué era.

"GROAARRRR"

Todas las cazadoras tensaron sus arcos y prepararon sus flechas al ver a un perro del infierno de unos cuatro metros de altura.

"Parece que van a ocuparse de él"- discurrió Goku al ver que las cazadoras daban un paso al frente.

-A mi orden... -habló Artemisa haciendo que todas tomaran sus flechas y tensaran las cuerdas del arco hecho de plata- ¡DISPAREN CAZADORAS!

Decenas de flechas salieron disparadas hacia el Hellhound, quien utilizó su cola para repelerlas.

Flush.

En un borrón de velocidad el perro del infierno apareció delante de todas ellas, para su sorpresa.

Todas retrocedieron un paso pero el pie de Phoebe se quedó enganchado a una maleza, el Hellhound no perdonó y alzó sus garras.

-¡PHOEBE! -gritaron Artemisa, Zoë y el resto de cazadoras al ver a la tercera al mando a punto de perder la vida a manos del perro del infierno.

La antigua Hespéride, Zoë Nighshade, tomó una de sus flechas para poder ayudar a su compañera que estaba a unos escasos centímetros de partir a los campos elíseos del inframundo tras morir.

Flush.

Goku moviéndose a una inimaginable velocidad se puso justo delante de Phoebe, con sus manos detuvo la embestida de aquel Hellhound dejando boquiabiertas a la mayoría de cazadoras.

-¡TOMA ESTO! -el azabache conectó un puñetazo en el costado del animal del infierno y posteriormente una patada en lo alto del cielo.

Justo a punto de rematarle Artemisa lanzó una flecha de bronce celestial al Hellhound haciendo que se desvaneciera justo en aquel instante.

-¡Oye no había terminado mi ataque! -se quejó un chibi Goku viendo a Artemisa, quien viéndole- ¿Te encuentras bien? -le preguntó Goku a Phoebe-

Phoebe algo aturdida asintió pero antes de que Goku pudiera tenderle la mano apareció Zoë.

-Tienes una herida en la pierna hermana, no te preocupes enseguida sanará -habló Zoë sacando un líquido llamado néctar junto a ambrosía.

Goku vio con curiosidad aquello, ahora que lo pensaba no había comido nada desde que llegó.

"Parece que en esta ocasión no te has equivocado Apolo, parece..."- indagó con tranquilidad Artemisa, estaba sorprendida.

-Es suficiente, Zoë prepara las tiendas, acamparemos aquí y de paso conoceremos más a nuestro invitado -ordenó Artemisa posando su mirada en Goku, quien sonrió nerviosamente.

Las cazadoras le dedicaron miradas sumamente asesinas a Goku dado que esta noche no podrían reanudar la cacería, enseguida rezaron por que su señora convirtiera a ese chico en un Jackalope.

Fin del capítulo.Espero que apoyen esta historia con rewiews y comentarios.