Este fic pertenece al evento #MeriiKuriSAOmasu20, organizado por SAO Fickers.

Los temas elegidos son:

*Fiestas sin sentido
*No era el obsequio que esperaba.

Cortos de Navidad.

01-Impredecible.

A veces pensaba si no se trataba de alguna ilusión que su mente hubiera creado. Un ángel de cabello color caramelo y dueña de la sonrisa más hermosa del mundo.

Esa era Asuna Yuuki, secretaria modelo del área contable. Beldad inalcanzable y perfecta.

Kazuto Kirigaya, no sabía a ciencia cierta cuándo fue que empezó a seguir con la mirada a esa muchacha. Quizás fue aquel día que la fotocopiadora se averió, y la escuchó tarareando alegremente, pese a que todo el mundo maldecía por lo bajo, pues el trabajo se había atrasado. Ella se ofreció a llevar los documentos a la otra planta de la empresa, dónde las máquinas funcionaban con la practicidad de un reloj. Kazuto recuerda el click-clack de sus stilettos, mientras caminaba por los pasillos entre los escritorios de sus compañeros, recolectando los documentos a imprimir.

Ella sonreía mientras el mundo entero a su alrededor se sumergía en su propia miseria.

Y luego aquella vez que el mensajero se enfermó y ella provisoriamente, ocupó su puesto y se encargó de repartir la paquetería, correos y telegramas por toda la planta.

Esa fue la primera y única vez que le habló; se acercó hasta su escritorio con los brazos llenos de paquetes y con voz tímida le preguntó: ¿Eres Ryoutarou Tsuboi?. Y por supuesto que ella no iba a saber quién era él, no lo registraba, no le conocía. Él era el invisible nerd de tecnología y redes, mientras ella era la adorable secretaria del área contable.

Con la vergüenza que le provocaba que esos cristalinos ojos de miel estuvieran fijos sobre su miserable ser, le indicó con un gesto vago que el escritorio que buscaba se encontraba pegado al suyo, Ryoutarou, Ryo para los amigos, era su atolondrado compañero. La muchacha dejó los paquetes que traía sobre el mencionado cubículo y luego de hacer una corta reverencia en su dirección, se marchó sin decir palabras.

Kazuto se sintió el ser más estúpido de la tierra. Sabiendo que tuvo una oportunidad perfecta para presentarse y que la desperdició garrafalmente.

Y así pasó un año de situaciones similares, donde él desaprovechó una y otra vez su oportunidad de presentarse y conocerla. Cuando se quiso dar cuenta, la fiesta de Navidad le golpeó en las narices, pues normalmente no participaba de esa clase de frivolidades que envolvían a la empresa. Aprovechaba ese tiempo festivo para viajar a su ciudad y visitar a su familia.

Pero en esa ocasión en especial, Ryoutarou porfió con él para que decidiera quedarse al festejo. La razón la supo mucho después, por supuesto, y tenía que ver con aquel ridículo intercambio de regalos llamado Santa secreto. Al pelirrojo se le metió en la cabeza qué Kazuto debía darle su regalo Asuna y estaba dispuesto a mover los hilos que fueran necesarios, para cumplir su objetivo.

Una ridiculez, por supuesto, no había probabilidad que en medio de miles de empleados, él fuera a sacar el nombre anhelado. Ni aunque Ryo hiciera trampa, era imposible.

O al menos eso creyó.

El día de la dichosa fiesta, se encontraba apostado tras uno de los postes adornados con campanillas y muérdago, vistiendo ridículamente un suéter verde con motivos navideños y escondido del resto de empleados, mientras bebía un vaso de misterioso ponche.

Eso de vestir de forma navideña no había sido invención suya, al parecer, era una ridícula tradición que la empresa respetaba cada año a rajatabla. Así que podía verse a la mayoría de trabajadores vistiendo de rojo o verde según la ocasión, otros más audaces, vestían trajes de Santa y los más tímidos; un gorro rojo en la cabeza.

La preciosa secretaría del área contable, lucía un adorable vestido rojo, con bordes de piel en el escote.

Se veía tan hermosa que él, por la vergüenza que sentía, se había escondido tras aquel pilar rogando no llamar la atención de nadie. Se sentía ridículo y fuera de lugar con su llamativo traje.

Asuna había sido la revelación cuando llegó. Todos se acercaron a saludarle y a elogiar su atuendo, mientras él se contentaba con observarla de lejos, recriminándose el no poder decirle abiertamente lo hermosa que se veía.

"Es hora del intercambio de obsequios!"

Alguien mencionó con algarabía y él se mordió el labio inferior. Había comprado un regalo demasiado impersonal siguiendo los consejos de Ryoutarou.

Se acercó hasta el tumulto de gente, notando que todos hacían filas para escoger un nombre y luego salían corriendo para entregar su presente. Se formó él también sin mucha esperanza, notando por el rabillo del ojo, a la hermosa secretaria metiendo su delgada mano en un saco rojo y extrayendo un papel, para luego sonreír tras leer lo allí escrito y desaparecer rápidamente. Al menos ella obtuvo el nombre anhelado.

Seguía perdido en sus pensamientos, pensando en los algoritmos o en los hilos misteriosos del destino, que obraban tras aquella simple acción de escoger un papel. El caprichoso azar, aquel dios burlón de la suerte estaba mofándose abiertamente en su cara. Kazuto era un ser completamente desventurado en ese aspecto.

Lo supo cuando Eiji Nochizawa, subgerente directo de Contaduría, emitió un chillido gustoso, gritando a los cuatro vientos que le había salido el nombre que tanto deseaba. El de la chica más hermosa del universo, por ende, su secretaria directa.

Entre murmullos circulaba que él estaba loco por una de sus subordinadas, y no había que ser un genio para saber a quién se refería. Asuna Yuuki era su asistente... Tan clarito como el agua, o como sumar dos más dos.

Los hombros de Kazuto decayeron cuando lo vio con un inmenso paquete de colores brillantes, dirigiéndose hacia donde la pelirroja esperaba con su pequeño obsequio en las manos.

"Tu turno, Kirigaya"

Y ni siquiera estaba viendo cuando tomó el escurridizo papel entre sus dedos. Se alejó para leer y ante la A mayúscula sintió que su cuerpo se envolvía con un cosquilleo agradable. Pero no era tonto, leyó con atención: Alice Schuberg decía claramente en imprenta.

Encima le había tocado el nombre de la novia de su amigo, Eugeo. Eso sí era tener mala suerte.

Ryo se le acercó en ese momento para ver quién era la afortunada, tomando con humor que se tratara de alguien conocido. A veces, no comprendía el humor de su amigo, pero el pelirrojo insistía en que no estaba todo perdido.

"¡Debes tener fe Kazuto-chi!" Proclamaba con ese acento que se le antojaba demasiado jocoso. Decidió hablar luego con Eugeo para explicarle porque su novia recibiría un regalo extra. Eugeo no era celoso, ni nada similar, pero quería ponerle sobre aviso por las dudas.

A esta altura de la noche hasta lamentaba haber seguido el absurdo consejo de Ryoutarou, de presentarse a ese festejo. En esos momentos podría estar en su casa, disfrutando de una cuantiosa cena y luego del delicioso pastel navideño que su hermana Suguha había adquirido para él.

El malhumor había hecho que fuera a la mesa donde se encontraba el ponche misterioso y se sirviera un vaso, el que procedió a acabarse de un solo trago, como si se encontrara realmente sediento.

"Disculpa, ¿eres Kirigaya Kazuto-kun?"

La ligera y melodiosa voz, hizo que por varios segundos, se ahogara con el líquido que se negó a bajar por su garganta. Sepultó los jadeos contra la manga de su suéter verde y se volvió.

"¿Te encuentras bien?"

Asuna Yuuki, la misma hermosa Asuna Yuuki, secretaria del área de contaduría se encontraba allí frente a él, enfundada en ese precioso vestido rojo que abrazaba su silueta como un guante, y tenía una expresión preocupada en el semblante. Su mano alzada en su dirección con preocupación.

''Sí, soy yo" se obligó a responder con voz ahogada, golpeándose el pecho, para que el aturdimiento se le pasara rápido "Y... y me encuentro bien..."

"Oh, bueno" ella rio de modo adorable y tras deposotar un travieso mechón tras su oído, le ofreció un pequeño paquete envuelto en papel negro con un voluminoso moño rojo "Feliz Navidad, soy tu santa secreto, espero que te guste"

La boca de Kazuto se abrió casi hasta el suelo "¿Y-yo...?" tartamudeó.

La expresión sonriente de la muchacha decayó un poco, iba a retirar su mano, cuándo él le sujetó la muñeca, tal vez con demasiada fuerza, pues provocó que ella se acercara irremediablemente hacia él.

"Lo siento, soy un poco torpe en ocasiones..." murmuró sin soltar su mano. Luego tomó el obsequio y no pudo evitar sonreír como idiota "¿En serio es para mí?"

La muchacha arqueó las cejas una vez más, dándose cuenta que no lo decía con maldad, sino que se debía a la incredulidad propia de recibir algo que no se esperaba. Desplegó el papelito lo suficiente para que leyera.

"Aquí dice Kazuto Kirigaya, y ese eres tú ¿verdad?"

Los ojos de miel de la muchacha brillaron cuando moduló su nombre. Este asintió encantado, y como si fuera un niño, rasgó el papel encontrando una caja que resguardaba un conocido reloj de moda. Uno que había visto muchas veces, deseando adquirir por sus diversas especificaciones, pero debido a su precio excesivo se había rehusado, dándole prioridad a otras cosas.

Sin embargo, allí estaba y se encontraba en éxtasis total. Como si cerebro se hubiera desconectado de su boca y no fuera capaz de decir brillante.

"Woah, no sé qué decir... Estoy realmente sorprendido... ¡Gracias!"

La sonrisa enorme que ella le obsequió hizo que el calor que le incendiara la cara fuera más evidente, al punto que pensó que le saldría vapor por las orejas, o su rostro estallaría en llamas.

"Me alegra mucho oírlo" murmuró dulcemente.

Y Kazuto no supo qué más decir. Nunca fue bueno iniciando conversación... Mucho menos sugiriendo temas para no perder el hilo de una. Era más bien un ser tímido y retraído que jamás pensó que la chica de sus sueños, pudiera hablarle más que algunas cuántas palabras. Que ella fuera su santa secreto, y más aún, que le obsequiara algo que deseaba, como si le conociera de antemano, representaba un sueño imposible. El silencio entre ambos se extendía de modo embarazoso.

"B-bueno..." Asuna movió sus manos nerviosamente "Creo que ya te entretuve suficiente, Kazuto-kun. De seguro tienes cosas más importantes que hacer. Feliz Navidad"

En pánico contempló como la joven se volvía sobre sus talones, presumiblemente para ir a otro sitio, y Kazuto sintió la adrenalina corriendo por su sangre y galopando en su pecho. Con su mano libre la sujetó de la muñeca por segunda vez, frenando sus pasos. Ella le miró confundida y apenada.

"De seguro ya habrás recibido el regalo de tu santa secreto, pero yo..."

"De hecho aún no me han obsequiado nada"

"¿En verdad...?"

"He comenzado a pensar que quien le tocó mi nombre está enfermo... o me odia"

Kazuto parpadeó sorprendido ante su ingeniosa respuesta. ¿Acaso Eiji aun no le había dado nada? Sintió que la ira reverdecía en sus venas, y se aplaudió mentalmente por la idea que tuvo. En menos de un segundo le ofreció el regalo que llevaba consigo, pidiéndole disculpas mentales tanto a Alice como a Eugeo.

"¿Para mí?" los labios femeninos se abrieron en muda sorpresa, aceptando el paquete alargado; ni muy grande, ni muy pequeño.

"Tú lo mereces más que quien me tocó..."

Asuna no tuvo tiempo de reconsiderarlo, al segundo siguiente, se encontró desenvolviéndolo con la misma sonrisa que llevaba él tiempo atrás.

Pero lo que había escogido, distaba mucho de lo que debería obsequiarse en una situación de exacta índole. Casi iba a abrir la boca para disculparse por seguir las tontas ideas de Ryoutarou, cuando observó que la muchacha había extraído la bufanda escocesa de cuadros rojos y verdes, y con esa gracia que la distinguía, la había usado para envolverse el cuello.

"¡Muchas gracias Kazuto-kun!" palmeó el suevo tejido sin borrar la sonrisa del rostro.

Y Kazuto supo que, por primera vez en todo aquel año, que algo había hecho bien. Al parecer el dios de la suerte había decidido sonreírle en medio de aquel caos. Sin embargo, no iba a quedarse solo con esa satisfacción; dentro suyo, sus ansias clamaban por algo más. Algo más concreto, más ansiado... y tal vez, más esquivo.

Mientras Asuna acomodaba los extremos de su nueva bufanda, que, por supuesto creaba una hermosa armonía con su vestido, él se le aproximó a paso lento, hasta que irrumpió en su espacio personal. Y ella no solo no pareció perturbada, sino que un adorable carmín tiñó sus mejillas. Kazuto no se detuvo. Acercó tanto sus labios, hasta que fue capaz de atrapar su boca en un beso tímido.

Pensó que sería rechazado, o peor aún; insultado, golpeado y hasta despedido de su trabajo.

Pero los suaves labios de Asuna respondieron a su invitación y le brindaron una respuesta muy satisfactoria. El muchacho debió aferrarse de la pared detrás de ella, para no perder el control y sobrepasarse.

Cuando se separaron, la miel de sus ojos era suave y cristalina como oro líquido, y brillaba para él.

"No era el obsequio que esperaba... pero me ha gustado mucho..."

Asuna rio, no estaba hablándole del reloj. Era su desvergonzada manera de decirle que le había encantado besarla. Y ella no iba a quedarse atrás; le sujetó las mejillas.

"A mí también me ha gustado tu obsequio" le besó sin darle lugar a réplica "Llévame contigo..."

Y eso fue lo que hizo.

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FELIZ NAVIDAD Y FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS!

Tarde lo sé, pero el mes de diciembre es de locos para mí, pero... no quería perderme mi evento favorito de Navidad, y aquí estamos otra vez.

En esta ocasión con una sencilla comedia, y a continuación algunas aclaraciones que me quedaron en el tintero.

-Asuna sabía quien era Kazuto. Se podría decir que también llevaba tiempo enamorada de él, pero como nuestro Kazu es un cero a la izquierda en cuanto a entender indirectas, nunca se dio por aludido. Asuna debió hacer trampa para sacar su nombre en el intercambio. Lo conocía tan bien, que sabía de antemano que obsequiarle. Kyaaaa

-La idea era que Kazuto sacara el nombre de Asuna, pero algo salió mal y ganó Eiji. Ryoutarou viendo que sus planes se habían frustrado, pidió ayuda a Eugeo y Alice para encerrar a Eiji durante todo el festejo y que no molestara a los tortolitos.

-Asuna adora las bufandas, Kazuto le dio en el clavo cuando le regaló dicha prenda.

-Dicen las malas lenguas que apenas unos minutos después de la medianoche, la recien formada parejita desapareció sin rumbo fijo y no volvió a ser vista hasta que acabaron las festividades decembrinas, y siempre se presentaban a trabajar juntos, y se retiraban tomados de las manos.

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Gracias por leerme y acompañarme durante el año 2020. Espero sigamos juntos este 2021! GRACIAS GENTEEEE!

Dios mediante nos leemos mañana en un nuevo aporte ^^

Sumi~