Y así es como la hija prodiga regresa.
Pido disculpas por los errores ortográficos que seguramente habrá.
Ni Ranma , ni los juegos del hambre me pertenecen.
No lo olviden nos leemos al final del cap. Sin más por el momento, a leer, y espero que lo disfruten.
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1. LA COSECHA
El cazador
Los delgados rayos del sol se filtran por entre las copas del denso bosque, puedo escuchar el viento suave que bambolea las hojas de los árboles y mece suavemente las copas de los altos pinos del bosque que rodea el distrito , prohibido , susurra en mi mente una vocecita que nunca me abandona cada vez que me adentro para cazar. Estar en este bosque esta estrictamente prohibido y se castiga con la muerte, pero no hay nada que yo pueda hacer para evitar estar aquí, es eso, arriesgar mi vida o que mi madre y mi hermana mueran de hambre, no tengo ninguna otra opción.
Sacudo mi cabeza acallando esa molesta voz y esos pensamientos porque no me ayudan en nada, debo concentrarme. Agudizo mi oído y sigo caminando silenciosamente por el lecho del bosque, soy sigiloso, no fue algo sencillo, lo he aprendido a base de errores, hace unos cuantos años mi caminar por el bosque espantaba a cualquier presa que estaba a tres kilómetros a la redonda , ahora puedo estar a unos cuantos metros de ellos, esperando el momento oportuno para clavarles mi fiel cuchillo directo a la cabeza, al cuello o al corazón.
Me detengo, el sonido de las hojas y unas cuantas ramitas rompiéndose por el peso de algún animal me alertan, inhalo profundamente, haciendo el mínimo ruido, giro mi cabeza lentamente agudizando la vista mientras tenso mi brazo, el que sostiene el cuchillo en la mano , una sonrisita sutil levanta solo una de las comisuras de mis labios, definitivamente la suerte está de mi lado este día, es un ciervo, gordo y grande.
Solo he visto unos cuantos en mi vida y solo a uno lo he cazado y no pienso desaprovechar la oportunidad, la única vez que logré cazar uno fue un desastre, yo era demasiado pequeño y flacucho para cargarlo, tuve que arrastrarlo por el bosque, la piel se destrozó y ni hablar de despiezarlo correctamente, creo que eche a perder al menos una tercera parte de lo que podría haber sido buena carne, además no supe siquiera vender lo que me quedo de manera decente, debo agradecer que hubo unas cuantas personas lo suficientemente honestas que me dieron lo justo por el animal.
Pero ahora sé lo que hago, me muevo sigiloso cuidando que el animal no me vea ni me escuche, perfecto, estoy detrás del tronco de un pino, alzo el brazo derecho para tomar el impulso necesario e incluso dejo de respirar, unos segundos más y ese ciervo no sabrá lo que le pasó y yo obtendré una ganancia nada despreciable y unos cuantos kilos de carne para mi familia.
Todo ocurre demasiado rápido, se escucha su voz risueña llamándome por ese estúpido mote que aunque lo dice con cariño me molesta bastante, el ciervo levanta las orejas y la cola, alarmado gira la cabeza en todas direcciones me observa agrandando los ojos y yo lanzo el cuchillo que termina clavado en el tronco del árbol que estaba justo detrás de su cabeza.
-¡Demonios Ukyo! ¿Qué te pasa, porque lo hiciste?, - mi voz resuena fuerte y molesta, mientras camino enérgico hacia el tronco para recuperar mi cuchillo, debo hacer algo de fuerza porque lo clave profundo, escucho que intenta suprimir una risita y eso solo hace que me moleste más, por fin recupero el cuchillo y lo guardo en la vieja funda de cuero que tengo colgada a la cintura del pantalón, me cruzo de brazos y mientras bufo molesto me doy la vuelta para observarla y escuchar su explicación, la cual espero que sea buena porque si no… su voz interrumpe los pensamientos en los que estoy maldiciendo a cada uno de sus ancestros.
-Vamos Ranchan, deja de mirarme así, sabes perfectamente que hoy no es un buen día para que caces un ciervo y mucho menos para que intentes venderlo, el distrito está a reventar de agentes de la paz.
Dice como si hablara del clima mientras se sienta tranquilamente sobre una roca y su mirada no deja de tener esa chispa divertida, aunque si algo debo agradecer es que no está sonriendo y eso es lo que hace que no salte sobre ella para hacerla pagar por lo que acaba de hacer, porque en el fondo sé que tiene razón, porque sí, lo sé, hoy no es un buen día.
-Podría haber cortado al menos unas cuantas piezas de carne y vender la piel. - Digo, aunque sé que es imposible mientras camino lentamente acercándome a ella resignado por qué sé que tiene razón.
-Si bueno, si quieres que te corten la cabeza a nivel nacional, para que sirva de ejemplo para todo Panem, ya sabes, aprovechando que están aquí todos esos reporteros con sus cámaras de televisión además de los agentes, - dice al fin sonriendo y mirándome divertida con esos expresivos ojos azules, tan similares a los míos.
Un ruido entre las ramas del alto roble que está a mi espalda llama mi atención, posiblemente es una ardilla , me digo pensando que al menos eso si podría cazarlo el día de hoy, pero no es nada, resoplo resignado, supongo que hoy solo recolectaremos y revisaremos las trampas.
Caminamos en silencio un rato rumbo a la colina, justo donde está la roca en la que solemos reunirnos con frecuencia, amaneció hace un par de horas y el sol calienta agradablemente mi piel, el aire remueve con suavidad el flequillo que cubre mi frente refrescándome y el murmullo del bosque me relaja, casi podría ser un día agradable de no ser porque hoy es día de cosecha, el día en que elegirán a dos niños del distrito para llevarlos al Capitolio a matarse en una arena junto a otros 22 niños o adolescentes de cada uno de los 12 distritos que constituyen Panem, en un retorcido reality show llamado los juegos del hambre.
Ha sido así desde hace 74 años y seguirá así por muchos años más, quizá para siempre, porque es nuestro castigo por revelarnos hace tantos años contra el gobierno, o esa es la justificación para la sed de circo y sangre que necesita la frívola y cruel gente del Capitolio, nunca he conocido otra vida y mi sueño sería que esto parara, el miedo me recorre las entrañas como si fuera veneno agarrotando mis músculos y no puedo hacer nada para alejarlo, porque no es miedo por mi sino por mi pequeña hermana Ranko, hace poco que cumplió 12 años, hoy es su primera cosecha y pido a la suerte que su nombre no salga sorteado, pero me tranquiliza saber que solo habrá una papeleta con su nombre de entre cientos, porque no le he permitido pedir teselas y mientras viva, jamás permitiré que lo haga.
Mira lo que me dio la hija mayor del panadero por una ardilla, supongo que hoy estaba más generosa que de costumbre Considerando el día que es o quizás este un poco nostálgica, quien sabe.
Eso capta mi atención y me saca del pozo de pensamientos pesimistas de lo que estaría dispuesto a hacer si el nombre de Ranko fuera sorteado, la imagen que ronda mi mente, de mí destrozando el distrito y probablemente siendo sentenciado yo también a muerte, por qué eso es lo que significa salir sorteado para los juegos del hambre se esfuma, mientras veo como sus finas manos se introducen en el bolso de tela que atraviesa su pecho y cuelga por su cadera, manos que son sumamente ágiles y delicadas para poner las más intrincadas trampas, trampas que llegan a ser invisibles para los desafortunados animales que las atraviesen porque están perfectamente construidas y es prácticamente imposible que logren escapar.
Ella tiene un talento nato para eso y yo jamás podre igualar su habilidad, soy demasiado desesperado e impaciente para poner alguna que sea semejante e igual de buena, por eso agradezco que sea mi mejor amiga y compañera de caza y solo eso, aunque en la veta les guste cuchichear lo contrario, no niego que Ukyo es bonita con su largo cabello castaño, esos enormes ojos azules y su linda y bien formada figura a pesar de las duras circunstancias que ha tenido que vivir, supongo que tanto ella como su familia junto con la mía son las mejor alimentadas de la veta gracias a nuestras intromisiones al bosque.
Pero sobre romance, bueno pues yo no la veo de esa manera, aunque sé que para ella yo no solo soy su amigo, sé que quiere más de mí de lo que estoy dispuesto a darle.
-¡No lo creo! - digo por fin, al ver las 2 piezas de pan relleno de queso y cubiertos de ajonjolí que Ukyo saca de su bolsa y que al tocarlas aún están tibias - definitivamente esa chica sí que se apiado de ti, mira que darte esto solo por una ardilla - digo mordiendo por fin la pieza sin poder evitar que de mi garganta salga un sonido gutural de placer, esta delicioso, pero no ha hecho más que abrir mi apetito, así que saco de mi propio bolso de tela el queso de cabra que Ranko me ha dado y le doy la mitad a Ukyo, junto con algunas bayas que he pescado por el camino a la colina.
La escucho suspirar mientras se introduce una baya en la boca y la observo, su mirada está vacía, lejana y se dirige al distrito, soy un tonto por solo pensar en mi, ella seguramente esta igual de preocupada que yo, también tiene una familia que depende de ella, una madre que por más que trabaje nunca consigue juntar el dinero suficiente para mantener a sus hijos.
Tiene tres pequeños hermanos que alimentar, sumado a la preocupación de salir sorteada en los juegos, que sin duda dejaría en serios problemas a su familia, aunque sus hermanos aún son pequeños para la cosecha, pero ella no, tiene 17 años así que en realidad después de esta cosecha solo se preocupara de muerte porque el nombre de alguno de ellos no aparece, ya que a los 18 dejara de ser una niña legalmente y por ende dejara de participar en el sorteo de la cosecha, yo por mi parte tendré que esperar un año más además de este ya que solo tengo 16 años.
Doy un suave apretón a una de sus manos y la suelto de inmediato, solo es para infundirle ánimos, tanto ella como yo tenemos un acuerdo, cuidar de la familia del otro si el nombre de alguno sale en el sorteo, eso hace que las cosas parezcan un poco mejores o menos peores según se vea. Desde que nuestros padres murieron en la misma explosión de la mina en la que trabajaban, hace 5 años y con el paso del tiempo hicimos buena dupla para suplir las necesidades de nuestras respectivas familias.
-¿De qué color crees que será la peluca de Hinako este año? - pregunta sonriendo, como cada año, se ha convertido en un juego, una apuesta interesante, la última vez me gane un pez extra por atinar el color, verde chillón dije sin creer que fuera a acertar, pero el pescado extra dijo todo lo contrario.
-No se - dije pensativo, - amarillo pollo - mencioné, para terminar riendo a carcajadas junto a Ukyo que se sostenía el estómago al imaginar a la escolta del 12 nuestro distrito, con semejante color de peluca.
-Yo digo que será rosa, como uno de esos bonitos pasteles que la hija del panadero suele decorar con muchas flores y cosas cursis, puaj - dice como si le produjera una arcada el solo mencionarlo y me observa atenta esperando mi reacción, no sé porque siempre que la mencionó a ella me mira de esa forma y yo siempre intento por todos los medios mantener mi rostro inexpresivo. Bueno en realidad sí lo sé, pero no estoy de humor para sus burlas y comentarios agudos al respecto.
Verla o pesar en ella en la hija del panadero, siempre me descoloca, una marea de emociones se arremolina en mi estómago, pero el más fuerte y que siempre se superpone es el de la responsabilidad que me he hecho a mí mismo de pagar la deuda que tengo con ella, porque si no fuera por ella yo no estaría aquí hoy, y muy probablemente mi madre y mi hermana tampoco, y eso solo hace que el nudo en mi estómago crezca porque sé que jamás podré pagárselo.
-Creo que ya es hora de irnos - digo sin poder evitar mi ceño fruncido por el rumbo al que nos llevó la charla.
-Tienes razón tenemos que acicalarnos y vernos decentes para una probable muerte televisada, - dice con un tono de voz hosco y molesto.
No quiero continuar hablado del tema así que apresuro el paso sin esperarla porque conozco su temperamento y profundo odio contra el Capitolio, pero despotricar contra el gobierno en estos momentos no me apetece, quiero regresar pronto a mi casa para infundirle algo de tranquilidad a mi hermana y para dejar de pensar en la chica que logra robarme la paz con solo pensar en su intensa mirada.
Escondemos los cuchillos en el tronco hueco y como siempre mi mirada de desvía unos segundos hacia el otro extremo del bosque, donde se encuentra un tronco derribado y medio podrido, debajo del cual está el arco y las flechas que fueron de mi padre, sé que si lo usara podría cazar más piezas, pero me rehúso, su solo recuerdo hace que mi pecho duela y además nunca seré igual de bueno que mi padre y no me va nada mal con el cuchillo, quizás debí mostrárselo alguna vez a Ukyo porque ella con sus hábiles manos podría haberlo dominado, pero supongo que soy demasiado egoísta como para hacerlo, es una de las pocas cosas que tengo solo para mí que mi padre me dejó y no quiero compartirlo con nadie, supongo que solo lo usaría en una situación extrema.
Cruzamos la valla electrificada, aunque en verdad casi nuca lo está y nos despedimos en silencio, cada uno sumergido en sus propias preocupaciones, sé que nos veremos en unas horas en el centro del distrito frente al palacio de justicia.
Camino rumbo a mi casa, es pequeña y medio destartalada, pero es mi hogar ya pesar de las circunstancias soy feliz viviendo ahí y como un plus esta solo a un tiro de piedra del hueco en la valla por donde suelo colarme al bosque. Mi madre ya debe estar preparando mi ropa y la de Ranko para el matadero, no es que ella quiera hacerlo, es solo que es obligatorio aparecer presentables, limpios y bien peinados para la cosecha, siempre ha sido así.
El bufido del horrible animal de mi hermanita me pone los pelos de punta, nunca lo reconoceré delante de nadie, pero los gatos me causan un miedo irracional, considerando que he luchado en el bosque contra osos y pumas esto me avergüenza, pero no puedo evitarlo . Le doy una patada suave para alejarlo de mí y entrar por fin a la casa, no puedo impedir un escalofrió con el simple contacto de mi bota con la bestia y el maldito gato parece saberlo porque me mira con altanería erizando el lomo y emitiendo un nuevo y profundo bufido, lo observo con recelo y él me mira con altanería con sus horribles ojos amarillos, luego como si yo me tratara de una insignificante alimaña comienza a ignorarme para comenzar a lamerse el lomo, quizás intentando que se vuelva blanco como se supone que debería de ser, Maomolin bicho del diablo pienso para mis adentros, ¿Qué tipo de nombre es ese para un gato de todos modos?, dejo de pensar en musarañas porque se ha quedado quieto y sé que está a punto de lanzarse a clavarme las garras en la pantorrilla y de nuevo me recorre un escalofrió, mejor alejarse.
En el momento en que cruzo el umbral de la puerta mi mirada se centra en el rostro cetrino de Ranko, el miedo se refleja en sus enormes ojos azules e incluso su hermoso cabello rojizo se ve opaco y sin vida, ella que con solo mirarla despierta en cualquiera una sonrisa de ternura porque es tan brillante y atrayente como el sol, hoy solo me causa impotencia mirarla así y sé que es por este maldito día, las pesadillas la han asediado desde que cumplió los 12 y no sé si hay algo que yo pueda hacer para tranquilizarla y odio eso.
-Mira lo que te traje peque - le digo mostrándole las fresas que recolecte en el bosque ya que hoy no es buen día para cazar.
Logro atraer su atención y me doy cuenta de que por fin ha salido del trance en el que se encuentran, me regala una hermosa y enorme sonrisa y se acerca para tomar el saco con las frutillas.
-Oh, gracias - dice con su dulce y aguda voz mientras saca una de las fresas y le da una mordida, - ¡Ranma me trajo fresas mamá !, - dice alegre olvidando lo que la preocupaba en un segundo, acercándose a mi madre que le sonríe y le acaricia la cabeza con ternura mientras me observa con agradecimiento en la mirada.
Rehuyó su mirada, desde la muerte de mi padre mi relación con ella ha sido difícil, la insistencia en que cumpla la promesa de mi padre en cuanto cumpla la mayoría de edad me atosiga y yo simplemente no puedo hablar del tema, no es momento y quizá sea una de las promesas a mi padre que nunca cumpliré porque no me imagino casado, con una familia y mandando hijos a los juegos, la promesa de mi padre y el de Ukyo se quedara en el olvido, no puedo casarme con ella solo por eso y además no es ella, siento un agradable estremecimiento recorrer mi espalda al recordar sus bonitos ojos del color de las avellanas… aunque a ella tampoco la condenaría a esa.
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Sacudo mi cabeza alejando esos pensamientos, mi mente divaga, termino de bañarme y con un suspiro de resignación me pongo el gastado pantalón que en algún momento fue negro y ahora es más bien un gris deslavado y me abotono la camisa blanca y tan fina que se trasparenta un poco y que un día fue de mi padre, trenzo mi cabello como de costumbre escuchando la voz de mi madre que insiste una vez más en el hecho de que debería cortarlo, no contesto porque ni yo mismo se a ciencia cierta la respuesta del porque mi negativa a cortarme el cabello, un recuerdo pelea por colarse en mi mente pero lo rechazo, basta me digo no es momento de pensar en esas cosas, además ni siquiera puedes asegurarlo, la fiebre debe haberte engañado me digo finalmente tomado la pequeña mano de mi hermana y caminando tenso a su lado.
Iremos a tentar a la suerte.
Siento su cuerpo temblar mientras más nos acercamos al centro del distrito, estamos a unos pasos de la mesa de registro, ella esta aterrada y yo también así que sin demora me agacho frente a ella y la tomo de las manos.
Solo será un momento, pasara pronto ya veraz y cuando menos le esperes ya estaremos en casa comiendo ese delicioso pavo silvestre que cacé ayer y nos reiremos de la peluca nueva de Hinako y su ridículo acento capitolino - le digo logrando sacar una diminuta sonrisa de sus labios, - ahora vamos, te sacaran un poco de sangre, solo arde un poco y luego te iras a formar con las niñas de tu edad, detrás de ti estará Ukyo y yo no te perderé de vista desde el lado de los chicos - aprieto sus manos y ella asiente.
-Está bien - dice con un hilo de voz que sale un tanto quebrada, pero se recompone y alzando el rostro y con la espalda recta camina a mi lado a la mesa de registro.
-Disculpa.
Dice una voz apenada detrás de mí luego de sentir un pequeño empujón, tardo unos segundos en voltear hasta que mi rostro deje de sentirse caliente porque se de quien es esa suave voz, me giro con la cara impasible y la observo mirando con molestia a su hermana mayor que la mira y me mira con picardía, me pierdo unos momentos en los reflejos azulados que el sol arranca de su sedoso cabello que tiene atado en una media cola con un moño amarillo, del color de los dientes de león.
La penetrante mirada de Nabiki su hermana me sacan de mi aturdimiento y por respuesta a su disculpa solo asiento una vez como un idiota y me despido de Ranko con una sonrisa, para dirigirme a la mesa de registro de los chicos, maldiciéndome en silencio por no ser capaz de decirle ni una palabra, como siempre.
Ahora que la he visto mis ojos involuntariamente se dirigen a ella una y otra vez, está frente a Ranko a un lado de la mesa de registro, un poco agachada para estar a su altura, diciéndole algo a lo que mi hermanita asiente y por fin terminan caminando tomadas de la mano ¿qué demonios?, pienso sorprendido porque que yo sepa ellas no son amigas ni nada por el estilo, las veo caminar juntas hasta su lado, el de las chicas en el lado izquierdo del centro de la plaza frente al edificio de justicia y después de que ella le acaricie la cabeza, camina al sitio que le toca por su edad ya que al igual que yo también tiene 16 años, y puedo ver a mi hermana más relajada que antes, una deuda más que no podré pagar, pero que agradezco con el corazón.
El zumbido de los micrófonos me saca de mi ensimismamiento, la hora ha llegado, mi cuerpo se pone alerta y mis músculos se tensan. Hinako atraviesa la plataforma que han montado más temprano, caminando en unas altas zapatillas rojas que me parecen ridículas y totalmente innecesarias, tiene puesto un vestido en tonos rojos y rosados que se le ajusta al curvilíneo cuerpo y una enorme peluca rosada con tirabuzones que le cubren la frente.
No puedo evitar sonreír disimuladamente, he perdido la apuesta, la insistente mirada de Ukyo en mi nuca me hace voltear a verla y ella también sonríe con petulancia sabiendo que ha ganado, mi sonrisa se hace un poco más grande e inevitablemente mi mirada se desvía hacia ella, esa chica por la que daría cualquier cosa por saber qué es lo que piensa de mí, que me observa con curiosidad con esos grandes ojos avellanas tan bellos, pero se gira en el instante en que nuestras miradas se cruzan.
Imaginaciones mías, me digo, no puede haber estado mirándome, no tiene motivos para hacerlo así que vuelvo a prestar atención a la escolta que pareciera que tiene un enorme algodón de azúcar en la cabeza y que ahora y como cada año recita con devoción desbordada que nadie más siente, el tratado de la traición que explica el porqué de los juegos.
-Y ahora - dice con ese ridículo acento cantarín - ¡ha llegado la hora, felices juegos del hambre! y que la suerte este siempre de su lado. Es el momento de elegir a dos jóvenes afortunados, para el honor de representar al distrito 12 en los septuagésimo cuartos juegos del hambre. Primero las damas. - Dice dirigiéndose a la urna de cristal donde cientos de papeletas la llenan a más de la mitad de su capacidad, luego hunde la mano en ellas.
Y yo solo puedo repetir como un mantra, Ranko no por favor, Ranko no por favor, Ranko no…
-Ranko Saotome.
Dice alegre Hinako y el tiempo se detiene.
Mi miedo más profundo se ha hecho realidad, el mundo se desmorona bajo mis pies, mis oídos pitan y mi vista se empieza a nublar por las lágrimas que sé que pronto se derramaran por mis ojos y no me importa, porque si yo fuera mujer o mi hermana fuera niño no lo pensaría dos veces antes de presentarme voluntario para ir en su lugar, porque sé que ella no tiene ninguna oportunidad, es tan delgada, tan pequeña, tan frágil y tan buena que no durara ni 5 segundos en la arena, mi corazón late frenético y me devano los sesos pensando que puedo hacer, la idea de correr, cogerla en volandas y huir al bosque se cruza por mi mente, pero un dolor sordo me atraviesa el pecho porque sé que es imposible, los agentes de la paz no dudarían un segundo en disparar sus armas y matarnos frente a todos, estoy sopesando mis opciones, dándome cuenta de que mi vida se ha terminado porque ella es mi alegría.
Alzo el rostro para verla caminando insegura, su pequeña figura se me antoja aún más indefensa, vestida con esa blusa blanca que se desfaja cada dos por tres de su falda azul, y su larga trenza pelirroja brillando al sol, estoy a punto de desplomarme lo sé, apunto de gritar enardecido aunque no se si lograre hacerlo porque siento que me han arrebatado todo, incluso la voz.
Una ira irracional hace que comience a ver rojo, no me importa, ya nada me importa, si muero no importa porque Ranko definitivamente no ira a los juegos, estoy determinado, aprieto mis puños y me dispongo a destruirlo todo si es necesario.
-¡Me ofrezco como tributo! - grita una voz potente y determinada, - ¡soy voluntaria como tributo!
¡¿Pero qué demonios está pasando?!
Mi corazón está a punto de un colapso, la montaña rusa de emociones sube y baja de intensidad y ahora nuevamente estoy inundado de un profundo abatimiento y miles de dudas me asaltan por qué no entiendo, no logro procesar lo que está pasando, ¿por qué lo ha hecho?, lo entendería si Ranko fuera su hermana, pero no lo es y el grito desgarrador de su padre al saber que la pierde, que su hija menor se va y probablemente no vuelva a verla con vida después de los juegos, me causa angustia, no lo entiendo, trato de razonarlo, y aunque siento alivio porque mi hermana se ha salvado, el dolor de saber que ella ira en su lugar me estruja el alma desgarrando mi corazón en el proceso y enturbia la alegría que se esfuma como la espuma al saber que la perderé , aunque nunca haya sido mía.
Mis pensamientos se interrumpen una vez más cuando siento que me empujan hacia el frente, presto atención y ahora si logro escucharlo. Ahora sé porque me han empujado fuera de mi lugar, ahora sé por qué camino como un ente sin vida hacia la plataforma custodiado por agentes de la paz.
-Ranma Saotome - dice una vez más Hinako, con la papeleta en las manos y observándome desbordada de felicidad, como si hoy fuera el día más maravilloso de la vida.
Iré a los juegos del hambre y Akane Tendo ira conmigo.
Solo uno regresara con vida, y sé que no seré yo, porque en este mismo instante me he decidido a dar la vida si es necesario, para protegerla, para que regrese con su familia, porque es la única manera en que podré pagar por todo lo que ha hecho por mí, porque es la única forma en que podré demostrar el profundo y secreto amor que siento por ella desde que tenía 6 años y que justo en este momento he decidido dejar de negar, porque no quería quererlo, por qué no era una opción, por qué no tenía nada para ofrecerle, por qué ahora ya no tengo nada que perder, por qué ahora tengo algo que brindarle, mi vida, por qué ahora solo tengo un propósito, que ella gane los juegos y regrese, viva.
Nuestras manos se estrechan y nuestras miradas se funden en una promesa por mi parte, una que no pienso romper, y ella me mira con determinación, con tristeza y con un sentimiento que no se identificar.
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La cazadora
La flecha atraviesa el bosque con un silbido, sé que ha dado en el blanco en el momento en que escucho el sonido sordo del conejo al caer, ha sido un tiro limpió, ha dado justo en el ojo del animal.
Se que no debería estar aquí, sé que es peligroso por muchos motivos, sé que si aunque sea un solo agente de la paz me viera, no viviría para contar un día más, o quién sabe quizás eso sería mejor que la posibilidad de que mi nombre salga sorteado hoy en la cosecha.
Le quito la flecha a la presa, la limpio con un paño y la guardo, luego ato el conejo de las orejas en mi cintura junto con las 3 ardillas que cace más temprano.
Amaneció hace poco y parece que la suerte una vez más ha estado de mi lado, no puedo evitar sonreír alegre, sé que no es mucho, pero para algunas familias de la veta sé que será de gran ayuda, me parte el alma ver a tantos niños famélicos, enfermos, desesperados, con las mejillas tan huecas y los ojos tan hundidos que duele solo se verlos, me enoja la inconciencia de sus padres por traerlos a este mundo a sufrir, a pasar hambre y con la terrible posibilidad de terminar en los juegos.
No, definitivamente yo nunca me casaré, nunca traeré niños a este mundo a sufrir a ser ofrecidos como carne de cañón para el entretenimiento del Capitolio.
Me detengo en seco y me escondo rápido detrás de unos arbustos altos, la he escuchado reír, estoy segura. He pasado varios años escondiéndome astutamente de ellos, tanto que estoy segura que nunca me han visto y que ni siquiera se podría imaginar que yo también entro al bosque para cazar y que me parta un rayo si hoy se descubre mi secreto.
Se que me debería de alejar, sé que es tentar a la suerte, pero no puedo evitar que mis pies se muevan con voluntad propia, camino con sigilo por detrás de los árboles como atraída por una fuerza invisible, siempre es así con él y no puedo evitarlo, camino unos metros más sin hacer ruido por el lecho del bosque y ahí están, subo con agilidad a un viejo roble y me asomo entre el follaje.
Su ancha espalda la tapa, Ukyo está sentada en una roca observándolo fijamente mientras sus labios se mueven sin dejar de sonreír, no logro escuchar muy bien lo que están diciendo, pero quizás no sea algo muy agradable, porque veo tensarse a Ranma que cruza los brazos frente a su pecho, a pesar de la sonrisa velada de Ukyo.
Quisiera ser yo quién esta sentada frente a él tan despreocupadamente, quisiera ser yo quién le acompañe mientras se adentra en el bosque para cazar, quisiera que él algún día notará mi presencia, pero yo siempre me alejo, siempre, porque no sé qué le diría si estuviera frente a mí, ya que cuando se ha dado el caso él simplemente me observa sin decir una palabra, y se marcha en un suspiro.
Supongo que simplemente no le agrada mi presencia y ese simple pensamiento hace que me moleste conmigo misma por comportarme como una acosadora, bajo del árbol sin perderlos de vista y me alejo, sería patético que me descubrieran espiando, además ya es tarde, debo ir a entregar estás piezas sin ser vista y debe ser pronto, antes de que alguien descubra que estoy aquí y no en la panadería de mi familia.
Agradezco una vez más que no me hayan visto, en varias ocasiones hemos estado a punto de toparnos, agradezco a mis rápidos reflejos qué me han salvado de ser pillada, porque no sabría ni quiero intentar porque me explicar adentro a cada oportunidad al bosque y me dedico a cazar.
Cuando tenía 6 años entré por primera vez al bosque en compañía de mi madre, ese día fue emocionante, único, y no pude evitar enamorarme de la majestuosidad y salvaje vida detrás de la reja, ella me instruyó a identificar las platas comestibles de las que no , me enseñó a poner algunas trampas sencillas, y lo más importante me enseñó a cazar con arco.
Ella originalmente era de la veta, pero se enamoró perdidamente de mi padre y se fue con él a la zona de los comerciantes, a la panadería que mi padre heredo de mi abuelo, pero a pesar de que su vida mejoro, ella nunca dejo de preocuparse por los habitantes de la veta, por esos pobres niños hambrientos y necesitados, cada pieza que recolectábamos la entregábamos a alguna familia.
Ella me enseñó y después de su muerte cuando yo acababa de cumplir 10 años, seguí haciéndolo, ella intentó que mis hermanas también aprendieran, pero ninguna de ellas tenía madera para sortear los peligros del bosque, Kasumi mi hermana mayor que ya tiene 19 años, es muy dulce y madura, pero esa misma dulzura es la que le impidió matar, cuando era pequeña mi madre la trajo al bosque y con solo sostener el cuchillo para terminar con la vida de un conejo se puso a llorar y libero al conejo a pesar de la regañina que le dio mi madre.
Cuando le toco su turno a Nabiki mi hermana mayor por solo un año, ya pesar de tener la sangre lo bastante fría como para rebanarle el cuello al pavo que mi madre le ofreció, tampoco funciono, a ella no le interesaba venir al bosque y mucho menos regalar los frutos de nuestro esfuerzo si no obtenía algún beneficio, no digo que no tenga un buen corazón, es solo que sus prioridades somos nosotros, su familia, es el ayudar a mi padre a levantar la panadería lo único que la motiva, por eso solo yo entro cada vez que puedo, antes del amanecer.
Mi padre no está enterado que aún vengo al bosque, no está de acuerdo, de hecho, me lo prohibió luego de que me atacaran unos perros salvajes y que lograra salir viva por los pelos cuando tenía unos 11 años, pero yo simplemente no puedo ser indiferente, sé que mi padre es bueno y que intenta ayudar dentro de sus posibilidades a quienes lo necesitan, pero yo no puedo quedarme de brazos cruzados sabiendo la enorme necesidad que se vive en el distrito y más aun sabiendo que puedo aportar aunque sea un granito de arena.
Camino, rauda por el bosque alejándome de Ranma y Ukyo, porque mi padre comenzara a sospechar si tardo demasiado, guardo el arco y las flechas, que para ser sincera no me pertenecen, fue del padre de Ranma, pero una vez él dijo que podía usarlo cuando quisiera cuando se enteró de los motivos por los que yo aun me arriesgaba a quebrantar la ley, era un viejo amigo de mi madre y me lo ofreció unos meses después de la muerte de ella, cuando supo que el que usaba se había roto.
Se que él nunca se lo mencionó a Ranma, porque él sabía que quería que fuera un secreto y sabía que si esto se llegará a saber me metería en graves problemas.
Genma Saotome era un buen hombre.
Conseguí dejar en las puertas de 2 hogares las presas y algunas legumbres silvestres sin que nadie me viera, no hago esto por reconocimiento, no quiero que nadie sepa que soy yo quien les deja comida frente a sus puertas, me conformo con saber que las habilidades que mi madre me enseño sirven para llenar el estómago de algunas personas que lo necesitan.
Camino por callejones y patios de la veta escondiéndome cuando escucho algún ruido o veo a cualquier persona, sería sospechoso que la hija de un comerciante caminara por aquí tan temprano por la mañana y más en este día. Después de algunos minutos caminando sin descansar logro ver la panadería y oler el delicioso aroma de los panes que se hornean en este momento, veo también ese viejo manzano que me llena de tantos recuerdos, la memoria de esos desesperados ojos azules aun me inquieta.
Me decido a entrar por la puerta trasera y atarme rápidamente el mandil.
-Si papá te descubre te meterás en serios problemas Akane, - dice Kasumi mientras me quita del cabello una brizna de hierba.
-Pero papá no se enterará si nadie se lo dice, - le digo a sabiendas de que ella jamás me delataría, mientras le sonrío con bufonería.
-¿De que no se enterará papá? - Dice Nabiki recostada en el marco de la puerta de la cocina, - ¿de que por fin te has decidido y te has declarado al bombón de Ranma?
-¡Nabiki te he dicho cientos de veces que yo no estoy enamorada de ese chico!
-¡¿Enamorada de quién ?! - pregunta con un leve tono de alarma mi padre, que viene entrando por la misma puerta que yo lo hice hace unos momentos, cargando un saco de harina de 40kg.
-¡De nadie! - grito a la defensiva lanzándole una mirada fea a mi hermana.
-Sigue negándotelo y te arrepentirás algún día, se de sobra que muchas chicas babean por él, - dice sencillamente con una sonrisa gatuna alejándose rumbo al mostrador.
-No le hagas caso - dice Kasumi - ahora ve a sacar el pan del horno por favor o terminara quemado y luego ve a prepararte, - dice finalmente con el seño fruncido por la preocupación de que Nabiki o yo salgamos cosechadas.
No pongo ninguna objeción, porque a pesar de que solo me lleva 3 años, siento que Kasumi es como una madre para mí, la respeto y siempre trato de no hacer las cosas más difíciles, porque estoy consciente de lo mucho que ha hecho por mí.
A partir de ese momento el tiempo se va volando y cuando menos lo pienso ya estamos cerrando la panadería y encaminándonos en silencio hacia el centro del distrito, donde siempre se lleva a cabo la cosecha.
Hoy me he puesto el viejo vestido azul cielo de mi madre, siento que hoy pasará algo, no sé el qué, pero por algún motivo creo que ponerme el vestido de mamá me hará sentir protegida, porque tengo un mal presentimiento, un miedo sordo y absurdo que me agarrota las entrañas.
Nos despedimos de Kasumi y de papá.
Nabiki y yo nos dirigimos en silencio rumbo a la mesa de registro, voy tan ensimismada que no me entero de nada hasta que choco con algo grande y firme, me inunda el agradable aroma a bosque que despide, alzo la mirada y me encuentro casi pegada a la espalda de anchos hombros de Ranma, doy un paso atrás de inmediato y no puedo evitar que el calor inunde mis mejillas, desvió la vista de su imponente presencia después de escuchar la casi imperceptible risita de Nabiki a mi lado, eso me molesta y giro mi rostro para pedirle con la mirada que se calle, por qué estoy casi segura de que ella me empujo para que chocara con él.
-Disculpa - digo de inmediato y como siempre no hay respuesta de su parte, francamente pensaría que no puede hablar de no ser porque lo he escuchado en innumerables ocasiones hablando y riendo con Ukyo.
Tarda un poco, pero finalmente se da la vuelta para observarme con sus profundos ojos azules, su rostro estoico y asiente aceptando mi disculpa, luego se gira y se despide con una sonrisa de su hermana pequeña.
Esa niña es una dulzura, he hablado en algunas ocasiones con ella, suele venir a ver los pasteles que decoro, se que le gustan y alguna que otra vez le he regalado un pastelillo, aunque a decir verdad ha sido difícil convencerla de que los acepte , la gente de la veta suele ser orgullosa y lo entiendo.
Pero ahora no puedo dejar de preocuparme por ella, esta lívida, su cuerpo se estremecerse casi imperceptiblemente y se que esta aterrada, sin poder controlar mis impulsos me inclino frente a ella y le sonrío.
-Hola Ranko - le digo con la mejor de mis sonrisas, tarda un poco, pero al final encuentra su voz y me contesta.
- Hola Akane - su voz es diminuta, igual que ella en estos momentos, solo me produce querer protegerla, es como un pequeño petirrojo asustado, así que por primera vez en la vida la tomo de la mano.
- No temas, todo saldrá bien, yo te acompaño a tu sitio, - le digo intentado infundirle ánimos.
- ¿Pppero y si mi nombre es el que sacan? - pregunta en un hilo de voz.
- No será así - digo convencida, - te lo prometo.
Y no puedo estar más equivocada.
Luego de que Hinako dijera su nombre la pequeña niña ha empezado a caminar, es más valiente de lo que aparenta.
Nerviosa volteo a ver a Ranma, su cara, Dios mío, nunca había visto tal cantidad de emociones en su rostro, él, que siempre tenía ese rostro inmutable y grave, esa aura de fuerza salvaje y misterio. No puede o no quiere ocultar lo que está sintiendo.
No puedo verlo sufrir de esa manera, no puedo permitir que esta pequeña niña vaya a los juegos, no después de habérselo prometido, sé que no duraría ni 5 segundos, se la comerían viva, y de pronto se lo que debo de hacer, mi familia sufrirá por mí y yo por ellos, no lo voy a negar, pero no me necesitan para sobrevivir, Ranma sí la necesita a ella, se cuanto la ama y no estoy dispuesta a verlo destruirse por esto, porque aunque nunca hemos tenido una amistad y no puedo jactarme de conocerlo a profundidad, creo saber que esta a punto de cometer alguna tontería.
No pienso ver por la televisión la muerte de la pequeña Ranko, cuando sé que hay algo que yo puedo hacer, no hay otra solución y si con eso le devuelvo la esperanza a sus atormentados ojos azules, entonces lo haré, por qué se que mi madre estaría de acuerdo con lo que voy a hacer.
-¡Me ofrezco como tributo! - grito antes de pensarlo más y arrepentirme de mi decisión, - ¡soy voluntaria como tributo!
Corro zafándome del agarre de Nabiki y me precipito a detener el andar inseguro de la hermosa niña de cabellos de fuego, solo le dedico una sonrisa y le digo que se vaya con su madre, ya no hay nada más que pueda decirle a esta pequeña niña.
Escucho el lamento de mi padre llamándome, pero ya no hay marcha atrás.
Camino, escoltada por dos agentes de la paz y subo al escenario que han instalado hoy por la mañana.
Mi mente esta confusa, no puedo creer lo que hice, pero no me arrepiento, el momento en el que vi el alivio en su rostro me dijo que había tomado la decisión correcta.
-¿Cómo te llamas querida? - me pregunta Hinako con una sonrisa demencial, extasiada por la emoción, porque desde que tengo memoria jamás había habido un voluntario.
-Akane Tendo - digo sin quitarle la vista de encima a él y a la tormenta de emociones que cruza su rostro y sus atribulados ojos, no me atrevo a mirar a mi familia, porque puede que nunca me perdonen por haber hecho esto.
-¡Esplendido, esplendido! - dice la mujer que no cabe de emoción - Ahora, es el turno de los chicos. - Y sin más mete la mano en la urna, sacando una única papeleta, la desdobla con calma y sus ojos brillan de júbilo, - Ranma Saotome.
Mi mente vuelve a la vida cuando escucho aterrada su nombre.
¡No él!
Me lamento internamente, sintiendo que mis ojos se humedecen y mi corazón se rompe una vez más al saber que no lo he protegido, al saber que él ira conmigo y que solo uno volverá y ese alguien no puedo ser yo, porque yo no soy indispensable para mí familia, no como él, que su familia depende de él, él debe regresar para ver crecer a su hermana pequeña y para casarse con su novia Ukyo y aunque este último pensamiento manda un pinchazo más a mi corazón, se que si él es feliz yo también lo seré.
-¡Apostaría mis calcetines a que la pequeña niña a quien Akane le ha quitado el honor de ser tributo es tu hermana, ¿cierto? - afirma y cuestiona Hinako dando palmaditas en el hombro de Ranma, a lo que él solo responde con una afirmación de su cabeza.
Nos indican que nos demos las manos, como si hubiéramos tenido alguna otra opción. Su mano es grande y casi cubre la mía por completo, su calidez me envuelve y la determinación en su mirada, me asusta y no logro comprender lo que leo en su mirada, ahora sé que probablemente moriré a manos de Ranma Saotome y si con eso él logra regresar, entonces que así sea.
Soltamos nuestras manos y damos la cara a la multitud.
-¡Aplaudan a los tributos de los septuagésimo cuartos juegos del hambre! - dice jubilosa nuestra escolta, pero nadie le hace caso, en la plaza todos están en silencio, un silencio solemne y desconcertante.
Primero es una persona, luego dos y de pronto todos se llevan los tres dedos centrales de la mano izquierda a la boca y luego nos señalan con ellos, es un antiguo (y rara vez usado) gesto que es usado en los funerales, es una despedida a un ser querido, un agradecimiento, una muestra de admiración.
Siento las lagrimas derramarse por fin por mis mejillas y de un rápido vistazo veo que Ranma tiene los ojos enrojecidos, pero se esfuerza por no llorar, es en ese momento que nuestro mentor, el único que ha ganado los juegos en muchos años, Ono Tofu, un hombre de cabello castaño surcado por unas cuantas canas, amarrado en una coleta baja y desgreñada, alto, de grandes gafas redondas, algo sucio y además alcohólico, que si no fuera por ese obvio descuido a su persona sería atractivo y de unos 40 años de edad, se levanta y prácticamente brama:
-¡Mírenla, mírenla bien! - dice tambaleándose mientras camina y señala a la cámara - ¡coraje, valor! - brama triunfal - ¡Más que todos ustedes!... me gusta… mucho.
Y en ese momento parece que su estado etílico le impide seguir porque cae de bruces del escenario inconsciente.
La duda de si se lo decía al distrito o al capitolio quizás nunca sea contestada, pero me abruma y aterra pensar que por estar tan borracho se haya metido con el Capitolio.
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Continuara…
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Yo sé que esto quizá sea una sorpresa para muchos, ¿Por qué volver con una nueva historia si todavía tienes varias sin terminar? Fácil, porque una serie de eventos desafortunados me han sacudido desde mediados del año 2019.
Murió gente que amaba, personas que apreciaba, pase por diversas etapas de depresión, que logre superar gracias a mis seres queridos, perdí mi trabajo gracias a la pandemia, luego a finales del año pasado di positivo a covid junto con mi esposo (nada grave y sin secuelas gracias a Dios).
Luego, durante la cuarentena eterna me decidí a volver a escribir, y después a principios de este bendito año, mi lap murió y no sé porque rayos no se guardó ninguno de mis archivos en la nube, por ende perdí todo lo que tenía escrito.
Y hasta hace unos días me decidí a volver a escribir, y aunque tengo planeado terminar las historias pendientes, (de esta ya llevo varios capítulos adelantados) así que dije ¿por qué no subirla?
¿Y bien, que les pareció? Espero de todo corazón que les haya gustado, pronto subiré el siguiente capítulo, espero sus reseñas con ansias locas.
Saluditos enormes, se me cuidan, se lavan las manos, se ponen cubrebocas y hasta la próxima.
