Si hay algún error, por favor, díganme. No fui capaz de releer esto porque, ah, no soy mucho de escribir o leer cosas fluff, especialmente de este tipo, así que me dio difícil, bueno, hacer ambas cosas hahaah.

Como me siento relativamente incómoda haciendo cosas así, creo que me tomaré un descanso leve de estos temas dulces (aunque era más bien como un reto personal, f), para centrarme en cositas más oscuras y tristes que son, más bien, mi zona de comfort.

Lamento si el final parece un poquito apresurado, es que, bueno, quería terminar esto rápido porque no lo soportaba más ahahahah.

También agregué otro pequeño headcanon que tengo en Obito y el por qué siempre la gente que él ayudaba (especialmente las abuelitas) le daban dulces. Espero no les haya molestado.

Gracias por leer.


Kakashi no era muy fan de lo dulce. Es más, lo odiaba, si es que tenía que llegar a admitírselo. Esa sensación pegajosa que dejaba en los labios y el exceso de azúcar nunca había sido algo que le llamara la atención. Todos sabían que él prefería las cosas amargas, hasta ácidas.

¿Pero lo dulce? Jamás.

Y no es como que de repente le hubiesen nacido ciertas ganas de comer un postre o algo así. Claro que no. El problema era su compañero de equipo, Obito.

Es que, si se ponía a pensar, lo más seguro es que sus problemas eran siempre relacionados con el Uchiha. Sin excepción.

Y esta situación no parecía ser la excepción.

Kakashi se humedece los labios, sin apartar su vista del pelinegro, que se estaba saboreando un postre de arándanos frente a él, como si fuera la cosa más deliciosa que hubiese probado en la vida; relamiéndose los labios como si el sabor dulce permaneciera en ellos después, haciendo sonidos que en otra situación serían obscenos y, como la cerecita sobre el pastel, no se daba cuenta de lo bien que se veía haciendo eso.

El peli plata no entendía cómo es que Obito podía comer tanto dulce sin sufrir de un coma diabético. Ambos desayunaban, almorzaban y comían juntos (por no decir que prácticamente vivían juntos) ya que no había nadie más que les pudieran hacer frente a la hora de entrenar y, además, estaban en el mismo escuadrón ANBU. Prácticamente siempre se veían. Es por eso mismo que Kakashi notaba como jamás faltaba la explosión de azúcar al final de cada comida.

El Uchiha siempre tenía que pedir un postre.

Y no sólo eso, a lo largo del día siempre tenía algunos dulces en sus bolsillos para saciar sus ansias de azúcar. Porque sí, parecía que siempre debía tener algo en la boca.

Algo dulce.

Y el ninja que copia no puede entender qué es lo que Obito considera tan delicioso en esas… cosas. Bien, admitía que quizás en los postres había ciertas cosas deliciosas, como frutas y mermeladas. Pero, más allá de eso, no había nada que remotamente pudiera llamarle la atención. Eran sólo harinas, azúcares y huevos.

No, gracias.

Y ni siquiera ha mencionado los famosos dulces y caramelos que a su compañero tanto le fascinaban. Esos sí eran pura azúcar con sabores artificiales que ni siquiera sabían realmente a lo que intentaban simular.

¡Daban asco!

Pero, de nuevo, ahí estaba Obito. Disfrutando de lo que para él era imposible de disfrutar y, lo peor de todo, es que lo había incluso hecho antojar de probarlo.

Cosa que sin duda no haría, porque odiaba el dulce.

Aun así, había cierta curiosidad en su cabeza que ya no podría sacar ni aunque quisiera.

¿Qué era tan delicioso para Obito como para no hartarse de comer esas cosas?

—¿Quieres, Kakashi? —el peli plata por poco ríe sin ganas ante la pregunta.

—Sabes que no.

El Uchiha levanta una ceja, entre divertido y escéptico, volviéndose a relamer los labios, esta vez a propósito, notando como Kakashi hacía lo mismo poco después.

Sus ojos no se despegaban de sus labios.

—¿Seguro? Puedes probar si quieres.

—No me gusta lo dulce, y lo sabes — Obito duda por un momento en que ambos habían comenzado a hablar de lo mismo cuando nota como Kakashi desvía sus ojos hacia el postre casi terminado que tenía frente a él y suspira.

—No me refería a eso.

Ahora su compañero lo mira, desconcertado.

—¿De qué estás hablando?

Obito ríe ahora, un poco consternado por lo que le había propuesto a Kakashi y agradece que él no lo entendió y, que por ende, no había arruinado su amistad.

—Nada, olvídalo —se aclara la garganta—. Pero parece que quieres probar el postre —hace énfasis en lo último y, aunque su contrario pareció no estar realmente siguiendo la conversación, vuelve a negar con la cabeza.

—No, no quiero —ambos se miran, un poco fastidiados. Siempre habían sido muy tercos y nunca se admitían las cosas en la cara por más que el otro insistiera al respecto—. Pero si me intriga saber cómo es que no te has muerto por comer tanto dulce.

—Yo, literalmente me moriría, sino como algo con azúcar —Kakashi levanta una ceja. Sabe que Obito ama los postres y esas cosas, pero ¿tanto?

—¿Por qué?

Hay un silencio, uno que Kakashi siente estúpido porque su compañero lo observa como si no se pudiera creer su pregunta.

Ahora es él quién se aclara la garganta. ¿Se supone que debe saber la respuesta?

—'Kashi —la incredulidad adorna el rostro del Uchiha—. Somos básicamente… —se detiene, quiere decir algo así como «casi pareja», pero prefiere detenerse. No cree que esa sea una palabra del todo apropiada, aunque podría describirlos a la perfección—… amigos íntimos, ¿y no lo sabes?

—¿Por qué se supone que lo debo saber? —contraataca al instante, irritado de no saber algo que al parecer, debía. Y es que, ¿había algo que él no supiera de Obito? No, imposible. Ambos sabían todo del otro.

—Creo haberlo mencionado varias veces.

—No, me acordaría.

—Rin y sensei lo saben —Kakashi, ya preparado para renegar, se detiene por un instante.

—¿Y qué es, entonces? —es inevitable para el Uchiha no reírse abiertamente.

—Soy hipoglicémico.

El peli plata hace el amague de decir algo, pero no lo hace. En cambio, observa incrédulo a Obito, quien sólo le sonríe divertido y continúa comiendo el postre de arándanos como anteriormente había estado haciendo.

—Eres hipoglicémico —repite el ninja que copia, su tono de voz es muy frío, no transmite nada.

Está anonadado.

¿Era en serio o le estaba tomando el pelo?

Obito asiente con la cabeza.

—Lo soy.

—¿Cómo es que no lo sabía? —Obito termina el postre, observando como de nuevo Kakashi no apartaba su vista de sus labios.

—No lo sé, ¿cómo es que no lo sabías? —contraataca.

—Esas son cosas que debo saber, Obito —ahora por la cabeza del peli plata están pasando muchos escenarios donde recordaba al Uchiha comiendo dulces.

Recordaba uno en particular dónde todo el equipo siete había estado entrenando y él no se veía muy bien. Como vivían juntos, Kakashi creyó que había sido porque ambos se habían quedado despiertos hasta tarde viendo un programa de concursos estúpido y que por ende, Obito no había logrado recomponerse de la misión que había tenido el día anterior en ANBU.

Ese día, él se veía pálido y su sudor no parecía ser provocado por el entrenamiento. Era más bien un sudor frío.

Minato–sensei había detenido el entrenamiento y les dio quince minutos de descanso. También observó como el rubio se había sentado al lado del Uchiha y, ambos, luego de hablar un poco entre ciertas sonrisas, y risas sin ganas por parte de Obito, el Hokage le había entregado un par de dulces que el menor no dudó en comer rápidamente. Feliz y casi revitalizado.

Cuando los quince minutos de descanso habían pasado, Obito se veía un poco mejor.

¡Con que eso había sido!

Se le había bajado el azúcar.

Kakashi deja caer su mandíbula, aturdido.

Así como ese recuerdo, había más. Muchísimos más.

¡Y él ni enterado!

—Bueno, nunca lo oculté —el pelinegro se alza de hombros—. Por eso todo el mundo siempre me está regalando dulces o postres. En serio creí que lo sabías.

Y Kakashi se siente mal. Especialmente por un pensamiento que alguna vez tuvo con respecto a cortarle el consumo de azúcar a su mejor amigo simplemente porque él se asqueaba de sólo verlo.

Es ahí donde sus ojos se encuentran. Los de Obito lo observaban casi fascinado por su ignorancia en ese tema, y los suyos lo más seguro es que estuvieran cargados de culpa.

¡Es que no entendía cómo se le había pasado ese pequeño detalle!

Pequeño no, ¡enorme!

—Lo sien-

—No me vengas con eso —le corta el Uchiha, sonriendo ahora con cierta malicia—. Si quieres que te perdone, cómete un postre conmigo.

—Eso no va a pasar —el peli plata apoya su espalda en la silla del restaurante en el que estaban y se cruza de brazos. De nuevo, siendo obstinado.

—No te entiendo, Kakashi —el pelinegro ríe un poco. Aclarándose la garganta luego de que su contrario lo observara extrañado, agrega—. Es que me has estado observando comer como si quisieras un poco también.

Kakashi se queda en silencio, ciertamente un poco avergonzado de que Obito lo hubiese descubierto mientras lo observaba.

Y es que, como había pensado antes, él se veía jodidamente bien cuando se saboreaba sus postres. Y no, no creía que él supiera que se veía así. O que lo hiciera de gusto.

Quizás en parte odiaba ver a su compañero comiendo tantas cosas dulces, porque él inevitablemente iba a observarlo con ojos hambrientos. Porque sí, se admitía que siempre notaba lo sexy que se veía al hacerlo.

—No es que quiera comer… esas cosas —Kakashi maldecía el hecho de que aún no estaba usando su máscara, porque podía sentir como el color había subido a su rostro al decir eso.

Quizás Obito no se daría cuenta de lo que realmente quiso decir.

Sin embargo, y por la mirada incrédula del pelinegro, supo entonces que la había cagado.

—Quiero preguntar qué me estás intentando decir —el peli plata niega con la cabeza, apresurado, no iba a admitir que quería besarlo.

Jamás.

—Nada, olvídalo.

Hay silencio, uno un poco incómodo.

Kakashi está ahora observando el techo, con la cabeza un poco inclinada hacia atrás porque, mierda, no lo iba a mirar ni aunque se estuviese muriendo y, Obito, un poco desconcertado en si sí había entendido lo que él había dicho o no, decide no pensar mucho las cosas y sólo… ir a por ello.

Se levanta de su silla, sabe que el peli plata lo nota levantarse por el rabillo del ojo, pero sigue negándose a mirarlo. Es debido a ello que, intentando no demostrar que está muriéndose por dentro gracias a los nervios, se posiciona en su campo de visión, haciéndole imposible al otro apartar a mirada.

Especialmente porque, en un acto de valentía repentina, lo toma del mentón y le obliga a mantener su cabeza en la posición en la que estaba, observándolo directamente a los ojos.

Obito no quiere demostrar lo nervioso que estaba por lo que iba a hacer, así que mete su otra mano al bolsillo de su pantalón. Kakashi nota eso y traga en seco, expectante, sin poner realmente ocultar lo mucho que le había gustado ver así a Obito; porque, vamos, era realmente… sensual.

Agh, como lo odiaba.

El pelinegro se inclina hacia él y, a pesar de estar muy intranquilo por sus propias acciones, estas no se notaban. O eso percibía el ninja que copia.

Se detiene justo antes de ambos rozar sus labios y sonríe, un poco triunfante, al ver como su mejor amigo de toda la vida cerraba los ojos esperando a que le besara de una vez. Al parecer sí había entendido bien lo que él quiso decirle.

Así que lo hace esperar demasiado y lo besa con profundidad.

Kakashi suelta un jadeo suave ante el roce y su mente sólo puede pensar en una sola palabra mientras todo el acto sucede.

Dulce.

Los labios de Obito saben realmente dulce.

Lo más seguro es que haya sido por el postre de arándanos, o por las golosinas que había estado comiendo antes de almorzar, pero bueno… eran dulces.

No tanto como para considerarlo empalagoso, pero sí como para hacerlo perder levemente la razón y la consciencia de dónde estaban, e intentar profundizar mucho más el beso, tomándolo del cuello.

Quizás… Kakashi podría soportar el dulce, si este venía única y exclusivamente de los labios del Uchiha.

Obito, sin embargo, sí tiene conocimiento del lugar en el que están y… con quiénes estaban, así que decide romper el beso.

Su contrario se queja un poco, pero no hace un amague de evitarlo.

Obito ríe gravemente, observando la expresión de éxtasis del peli plata ante lo que había acabado de suceder y siente un gran alivio al saber que, quizás, no habían arruinado su amistad por ello.

—Si quieres algo, 'Kashi, dímelo; porque creo que tenemos un pequeño problema de comunicación —el otro ninja ríe también, abriendo sus ojos y encontrándose de nuevo con los de Obito. Quién también estaba rojo por lo que habían hecho.

Y es ahí donde recuerda en dónde se encontraban y… bueno, se siente morir de la vergüenza.

Esa tarde habían ido a almorzar junto con todo su equipo de ANBU a un restaurante cercano y ahora todos le miraban impactados.

—Esa no me la esperaba… —susurra uno de sus compañeros y, luego de algunos otros comentarios divertidos al respecto por el resto del equipo, agrega—: como sea, Tenzō, me debes una cena en ese restaurante nuevo. Te dije que sí tenían algo.

Obito ríe a continuación y se separa para ir con el que había acabado de hablar, listo para pedir algo también a cambio ya que «sin mí no tendrías una cena elegante».

Sí, definitivamente a Kakashi no le gustaba el dulce.

Bueno, quizás una sola clase de dulce, al parecer.