Observo el mar oscuro, que silencioso ondea siguiendo su ritmo. Todo tiene su música. El amor tiene. Sólo que necesita a la persona adecuada que la toque para escucharla...Camino como todos los días, una hora antes de la media noche, para pensar. El mar sabe mi más escondido secreto, la herida que todavía me duele, como si hubiera pasado ayer.

Te echo de menos, Candy. Echo de menos todo lo que me habría gustado hacer a tu lado. Echo de menos cómo soy contigo y lo que podría haber sido.

Un final que me falta, que me mantiene suspendido. Incompleto. Parece mentira que el amor pueda encerrar tanta libertad y esclavitud al mismo tiempo. Mi corazón tú te lo llevaste, mi alma siguen amándote, pero mi físico y el vacío dentro de mí es de otra.

Es muy difícil entender la tragedia que implica aceptar un matrimonio cuando no lo has experimentado en carne propia. Y tú, Candy, no tienes por qué entenderlo. En tu mundo de color, tú fortaleza y tú bondad, la maldad y envidia ese tipo de osadías no se comenten. Y es mucho más complicado de comprender cuando ese matrimonio no se afianza en el amor, cuando no son los sentimientos los que unen a la pareja sino las necesidades de honor, y hacer lo correcto.

No quería que nadie te hiciera daño, me dedique a cuidar de ti en el San Pablo, Cuide tu sueño aquella noche en aquél cuarto del castigó, el cuarto al que ibas por ser tan buena con otros. Entonces me prometí que nadie te haría llorar. Lo siento mucho, Candy. Fui yo quien más daño te ha hecho, fui yo quien ha sacado lágrimas a tu alma. Fui yo quien le ha hecho daño a tú corazón tan bueno.

La culpa, Candy, la culpa, fue la ganadora, la protagonista a partir de mi compromiso con Susana. La culpa no me deja. Con lágrimas en los ojos, me quedé mirando el vacío que sabría sería lo único que llenaría mi vida en cuanto di el "Si, acepto" . Lágrimas que Susana asumió eran de emoción, porque el que calla otorga, Candy, y yo callé. Mi único error era seguir amándome y no haber luchado por ese amor, por fallarte y no haber tenido el valor de dejarlo todo por ti, por la cobardía de no dejar a quien me salvó la vida. Me sentía culpable cada vez que pensaba en ti, y me sentía culpable cuando pensaba en Susana.

La culpa, por qué aún te sigo amando.

La culpa que es la más destructiva que pueda albergar un ser humano, se apoderó de mi vida y empezó a habitar mi casa como un huésped eterno, incómodo, que no puedo echar porque estaría faltando a nuestra promesa. A ti.

Todas las noches cuando salgo a caminar, un momento de un tiempo lejano regresa, sigo caminando esperándolo.

La oscuridad y el mar ambos son iguales. Las olas rompen se acercan esponjosas y resplandecientes bajo la luz de la dama nocturna. Observó el mar oscuro, que silencioso, ondea siguiendo su ritmo. Todas las noches al caminar es para pensar. Me gusta sentir la arena suave, apesar de que suele estar muy fría. Espero que la brisa nocturna se lleve un poco consigo los pensamientos. Entonces me detengo, cuando aparece en mi corazón un recuerdo, bonito, intenso, único, de otra noche de hace ya demasiado tiempo. Miró a lo lejos, hacia el horizonte escondido detrás de la oscuridad. No lo veo pero sé que está ahí. «Al igual que estás tú» Tú Candy, que eras mi sol, mí día, mi alegría, mi luz, y mi vida. De noche todo e más difícil, más distante, más doloroso. Pero sigo ahí. No logro olvidarte. Tus imágenes acuden de repente al igual que una ola a veces intensa, impetuosa, con la fuerza de huracán, y otras, menudas, ligeras, débiles. Hay algunos momentos en los que incluso el simple hecho de haberte vivido consigue hacerme pensar, hacerme tener la ilusión de que soy feliz, sólo gracias a la imaginación de que un día pueda volver a encontrarte. Vivo de esto, de mi imaginación como viejos pensamientos, como ligeros sueños y débiles

Recordé una frase de un personaje de Shakespeare, que decía «siguiéndote a ti, me sigo a mí mismo».

Mientras sigo caminando. Las palmeras se balancean llevadas por el viento, desearía que me llevaran con ellas bien lejos de mi realidad. Ahora la luna está más alta. Las nubes mas lejanas, y libres las estrellas que brillan con intensidad. La isla es un paraíso, pero a veces parece realmente el infierno. Las noches son frias, solas y oscuras deseando que no hubieran existido nunca. Sólo quiero que permanezcan en mi memoria aquellas en las que nada nos separaba. La de hoy será otra de esas noches oscura y vacía.

Esa noche, aunque te parezca mentira, se cuánto te sigo amando, porque en la pérdida, en la renuncia, crecen las emociones y los sentimientos. La tumba de este amor que finalmente le dio un sentido a todo.

Sin embargo, debo seguir guardando lo que no sabes, así como mi decisión no solo con resignación, sino además con el convencimiento absoluto de que sufro por hacer hecho lo correcto.