Disclaimer: «"Durarara!" tanto anime, manga y novela ligera y todos sus personajes no me pertenecen, sino a Ryohgo Narita».


Anomia.

La noche llegó con premura, trayendo consigo la calma después de la tormenta. Si se enumeraran todos los acontecimientos que tuvieron lugar ese mismo día resultaría asombroso —incluso mágico— que las horas hubieran alcanzando y sobraran para regresar al mismo sitio, el cual marcaría un punto a parte en su vida a partir de hoy. Refugiados en aquel edificio, lejos del escrutinio innocuo del disco blanco que se asomaba en el firmamento.

Su actual punto de encuentro o de retorno si se miraba con atención, se regía imponente, sobrecogedor y, en un punto, terrorífico. El foco parpadeaba y se movía como un péndulo, recio a mantenerse en su sitio, tan inquieto como el corazón desbocado de aquel joven que organizó la reunión. ¡Cuántas traiciones, batallas y tragedias habrán ocurrido en el interior de estas paredes oxidadas, impregnadas de olor a moho y podredumbre! Algunas las ignoraba, otras las presenció él mismo en persona.

—¡Ah! En serio discúlpenme por haberlos llamado cuando ya han tenido demasiadas cosas por hoy.

—No te preocupes por eso, en primer lugar fue mi culpa arrastrar al superior aquí en un momento inadecuado.

Y por segunda vez, se hallaba rodeado como un animal indefenso, por aquellas fieras de sonrisas ladinas y dientes afilados: "los cuadrados azules"; pero en contraste con la primera vez el joven no demostraba temor alguno. La manera de girar el bolígrafo sobre su mano, a la par de unas facciones que solo daban espacio a la concentración, eran indicativos de su determinación. Para Aoba fue claro desde un inicio, este segundo round no sería en nada parecido al primero.

Fueron acertadas las palabras de Orihara: nadie le pidió, le ha pedido ni le pediría asumir la responsabilidad por todo lo hecho por los dollars, pero eso no tenía significa un impedimento para poner un plan en marcha. Después de todo, no hay ninguna regla que le impida hacerlo, ¿no es así?

—Tenías razón. La dirección que están tomando los "Dollars", en este momento, está… mal. Definitivamente, no son lo que esperaba. Aunque todavía hay idealistas entre nosotros como el señor Kadota y su grupo… la inmensa mayoría no son así.

«(…) y surge la cuestión de la anomia. Esta remite en un principio a la idea de ausencia de normas; sin embargo, (…) las pautas de convivencia aparecen siempre, al menos implícitamente*».

Porque un individuo requiere de normas o reglas, regular su comportamiento y maneras de relacionarse con los demás para asegurar la sana convivencia. Tolerancia, respeto, justicia, solidaridad, entre otros. Los dollars estaban integrados por personas que a diario ordenaban sus vidas de acuerdo a su forma de vivir, sus principios, sus valores y normas. Dichas leyes no habían podido traspasar por completo la barrera entre el mundo real y el mundo de los bits; dejando un acidulado desencanto en el joven.

Los dollars ya no eran lo que debían ser.

Pronto, el rostro del mayor fue consumido por una expresión oscilante entre la tristeza y la aflicción, mientras golpeaba con la punta de su bolígrafo el metal perteneciente a la defensa del cachivache que tenía cerca.

—Pero no es como si hubieran reglas para empezar, y crear cualquiera ahora causaría que los "Dollars" dejarán de ser los "Dollars"... En un mundo sin reglas… la única cosa en la que puedes confiar para alcanzar tus sueños es el poder.

Se dice que nada en este mundo es como debería ser, ni mucho menos cómo nos gustaría fueran. Pero existe un método para cambiar el orden de las cosas, y remediar esa sensación amarga de vez en cuando. Si los dollars dejaron de ser lo que él esperó, él los moldearía; con lo contradictorio de ello, convertir una masa tan caótica y anomia como los dollars en un ente preceptuado y rígido.

Iba a recuperar la verdadera esencia de los Dollars, ¿o era la suya la que estaba perdida? Buscando su verdadero lugar en este mundo, ante la intempestiva ciudad que se empeñaba en hacerlo a un lado, para bien o para mal.

Una entelequia, su ideal.

«Puesto que la forma definida que con el tiempo toman las relaciones que se establecen espontáneamente entre las funciones sociales es la de un conjunto de reglas, cabe decir, a priori, que el estado de anomia es imposible donde quiera que los órganos solidarios se hallan en contacto suficiente**».

—Yo… yo estoy pensando que si ustedes están dispuestos a prestarme su poder, y usarme para sus propios fines, al mismo tiempo… es un acuerdo que podría aceptar.

Sí... Ellos lo utilizarían para conseguir su objetivo pero él también a ellos. No era el tipo de manipulación clásica de carácter unilateral que siempre ocurría en las historias, sino algo más extraordinario. Un trueque. Un acuerdo mutuo de co-dependencia. El chico se contentaba al pensar de esa manera.

—¿En serio?

¿Qué se esconderá tras la gentil sonrisa del menor? Aquella confortable y de toque angelical. Tal vez oculta la genuina expresión de deleite de su portador, estaban marchando viento en popa sus planes. La inofensiva curva se amplió aún más, relamiéndose los labios, saboreando la victoria; un sabor placentero y dulce.

"Todo va de acuerdo al plan".

Aoba no había esperado que todo resultara de la forma en que lo había hecho el día de hoy.

—Entonces, ¿te importaría venir un momento? Me gustaría que firmaras un acuerdo.

—¿Un acuerdo?

—Si. Un acuerdo es necesario si vamos a hacer este trato justo, ¿no?

Pasmado y confundido por tener frente a sí una hoja en blanco, el segundo en que titubeó le costó muy caro. Su mano fue apuñalada sin vacilar por su superior. El alarido de dolor de Aoba dejó perplejos a los demás miembros de la pandilla, impidiéndoles reaccionar por unos segundos. ¿Fue debido al shock o era consecuencia del miedo que el chico a quién juzgaron debilucho infundió en ellos? La sangre salió a borbotones, dejando sinuosos patrones carmesí en la hoja, el líquido se sintió tibio al salir de su cuerpo.

Aoba no dejó de mirar a Mikado, pensando seriamente cómo esa persona podía ser el superior tímido y noble que conocía. En su rostro no se percibía cambio alguno pero a la vez era totalmente diferente. Si en el transcurso del día se abrió un agujero en el espacio-tiempo, el giro de la situación tendría perfectamente sentido puesto que explicaría la transformación inesperada de Mikado. Porque, justo ahora, el chico no era el mismo de esta mañana.

—Superior… Mikado… ¿Qué significa esto?

Mikado le dedicó una filosa mirada con unos ojos tan fríos como el hielo opaco de los glaciares. Un frío capaz de quemarle la piel al contacto.

—No importa lo que hayas hecho… involucraste a Sonohara en todo este asunto… Esta es mi reacción ante eso, y también mi primera orden para ti.

¿Su error? Juzgar ingenuo al superior Mikado. Tan solo le tomó una fracción de segundo digerir las palabras del chico, pronunciadas con una voz desconocida, demasiado grave para el usual tono susurrante y cariñoso que el chico poseía.

—Acepta mi ira.

¿Era aquello posible?

La realidad es muy distinta de lo que nos permiten apreciar nuestros sentidos, y los ojos son especialmente engañosos. ¿Lo que él creía verdadero resultó no ser más que una ilusión?

No... Alguien con su agudeza lo notaría. Podría ser que todo este tiempo estuvo rasgando una superficie, y tras notar su espesor se dio cuenta del largo camino para vislumbrar el verdadero "yo" del superior Mikado.

Aoba trató de soportar el dolor y no descomponer el gesto. Era menester estar a la altura de su nuevo líder.

—No, está bien. Esto servirá como nuestro acuerdo, escrito con mi sangre.

Y levantó el ensangrentado trozo de papel en el aire mientras lo anunciaba con una sonrisa, mostrándoselo a los demás. Pero las sorpresas con el superior Mikado no habían acabado, al voltear de nuevo hacia él, estaba sonriendo como solía hacer todos los días.

—Eso es simplemente increíble… quiero decir, ¡estoy muy contento de que accedieras a hacerlo! Estoy tan avergonzado por lo de tu mano. ¡Ah! Traje desinfectante y vendajes. Te los aplicaré, así que solo alza tu mano por encima de tu corazón.

El tono amable y cálido fue para tranquilizarlo. Sin embargo, y mientras lo observaba curar su herida, Aoba fue agobiado por una extraña sensación muy cercana al miedo. Mikado mostró ambas caras de una moneda al chasquido de un dedo y en esta ocasión fue solo un diminuto atisbo. ¿Qué le esperaba más adelante?

Sorprendente, inquietante, y en un todo, espeluznante.

Y de nueva cuenta, la vieja fábrica abandonada servía como entrada al infierno que estaba a unos pasos de consumir a Ikebukuro.

"¿Lo viste, Orihara Izaya? Probablemente, ni tú ni yo hayamos podido adivinarlo".

El carácter impredecible del líder de los Dollars.

"El superior Mikado está lejos de mostrarnos su verdadera personalidad".

¿Por qué ríen las hienas cuando encuentran a sus presas? ¿O es muy pronto para señalar las similitudes entre ambos con el agente de información?

Lo quieren todo, fluyendo con armonía en torno a sus caprichos y necesidades, dentro de sus propios límites, moviéndose a su ritmo.

«Los niños son niños porque todavía son maleables… ellos pueden ser cualquier cosa. Ellos pueden libremente llegar a ser cualquier cosa que quieran. Es por eso que los niños dan miedo...»***

El irascible deseo por escapar a la cotidianidad lo ha empedernido; Mikado ha dejado atrás todo los complejos dilemas éticos e ideologías que no le hubieran permitido dar un paso adelante en pro de alcanzar su meta. Le diría adiós a la monótona vida diaria. Ya no había vuelta atrás.

¿Qué pasará el día de mañana cuando eche una mirada hacia los escombros que dejó a su paso y contemple su obra? Porque él sabía, se había dado cuenta de que solo estaba usando eso como una excusa. Ya no tenía nada que ver con Masaomi o Sonohara, sino con el ser extraño que habitaba en las profundidades de su mente. Y una última pregunta fue lanzada al aire, mientras miraba el cielo sin estrellas tan característico de la ciudad…

¿Quién tira de los hilos en realidad?


Notas:

(*) - Lorena Montaño Álvarez en 1. Ética y Ciudadanía, Bloque III. Reflexión ética sobre la práxis ciudadana.

(**) - Emile Durkheim, "La división del trabajo social".

(***) – Volumen 6 de la novela.

Esta es una espina que tenía muy clavada desde que empezó el año. Leyendo al respecto, no pude evitar sentir el deseo de escribir algo con relación a ese momento del anime.

Las circunstancias dieron un giro inesperado, esto se escribió rápido, sin tanta dificultad (mi teoría es que la idea estuvo reposando lo suficiente en mi cabeza para desarrollarse por completo y solo hacía falta "pasarlo a papel"). Si bien terminó siendo muy diferente de cómo lo planteé al principio mantiene cierta esencia. La primera idea consistía en algo corto y breve de no más de quinientas palabras. Me siento más aliviada que conforme con el resultado.

Gracias por leer.


Notas 2021:

Abusé de comas y descripciones que daban vueltas, no iban a nada o recalcaban cosas ya dichas. Olvidé por qué hice esto. Luego recordé unas clases y lecturas de derecho en la universidad, en ese momento estaba viendo las últimas temporadas y leyendo las novelas, entonces coincidió. Está interesante, pero no es para el fandom, al leerlo antes de la edición, hubieron veces en las cuales quise dejar la lectura. No me sorprende su recepción: cero.