If you really love nothing
What part of betrayal
Do you wish to deny?
Draco carraspeó una vez entrando a la biblioteca. El frío de aquel lugar hacía que se sintiera enfermo y algo melancólico, su garganta siempre se secaba de inmediato y el tragar saliva se le dificultaba un poco. Se cubrió más con el saco que llevaba puesto y se sentó, como cada tarde, en el viejo sillón que se encontraba cerca de la ventana.
El silencio de la biblioteca del número 12 de Grimmauld Place hacía que el rubio se relajara al momento de leer. A decir verdad, hacía mucho tiempo que no hablaba (mucho) con alguien, ni si quiera a solas comenzaba una plática consigo mismo y -por no decir locuras- hasta se estaba olvidando de su voz. No recordaba cuándo había entablado un diálogo con otra persona, igual a nadie de ahí le interesaba mucho lo que tenía que decir ¿Para qué esforzarse?
Aquella soledad lastimera la sentía como un recuerdo de su penúltimo año en Hogwarts, cuando por decisión propia comenzó a alejarse de todos los que le rodeaban. Primero fueron sus padres, después sus compañeros de casa y finalmente sus amigos. Hasta se alejó de Astoria Greengrass, una joven Slytherin que vio en plan romántico un par de veces. Había perdido todo de golpe y sólo por el simple hecho de haberse unido a las filas de aquel mago tenebroso que le robó hasta su voz.
Malfoy suspiró hondamente al recordar aquellos años, no habían sido los mejores pero al menos su cordura no estaba tan descompuesta como en esos momentos. Cada tarde al estar sentado en aquella lúgubre biblioteca, se lamentaba una y otra vez el haber perdido el respeto y la credibilidad que alguna vez tuvo. Tragó saliva una vez más para humedecer su boca y ahuyentar los fantasmas de sus pensamientos. Era el único ruido que emitía y el único que se escuchaba hasta que él se retiraba de ahí.
Esa tarde no estaba prestando mucha atención a la lectura que tenía sobre sus manos, se cumplían 6 meses de que había llegado a aquella guarida de un barrio muggle cualquiera. Pasó la hoja del libro sin siquiera leer su contenido pues sus pensamientos eran cada vez más fuertes como para concentrarse en algo más. El silencio hizo que se enfocara en esa tarde en la que cobardemente le salvó la vida a Potter y a sus amigos en la Mansión Malfoy cuando eran torturados por Bellatrix y los demás mortifagos.
Qué estúpido fue.
Evidentemente su repentino heroísmo le iba a cobrar facturas. Fue llevado por la Orden del Fénix al lugar donde actualmente residía, no sin antes ser tratado como un cobarde, un espía, un desertor y un mortifago. Y sí, Draco Malfoy era todo eso y más. Fue interrogado numerosas veces con veritaserum para saber cuales eran sus intenciones y después de varios -sólo quería hacer las cosas bien- convenció a todos o más bien a la mayoría. Y es que una de las verdaderas razones por las cuales Draco había actuado de esa manera, se debía a que no soportaba más los gritos de dolor de cierta sangre sucia.
Draco fue el espectador principal de ver cómo Bellatrix mortificaba una y otra vez a aquella pobre Gryffindor de tez pálida. Era como una tortura para él escucharla. Todo esa situación fue el detonante para que Draco por primera vez en su vida hiciera lo correcto.
Y hacer lo correcto le había salido caro. Días enteros la Orden discutía una y otra vez la situación del rubio. Él no decía nada, no tenía porque decir nada y de todas maneras no le permitieron decir nada. Escuchaba los gritos de Remus Lupin argumentando del por qué Draco era un elemento indispensable para ellos, escuchaba como todos los hijos Weasley se renegaban y escuchaba como Granger -a pesar de todo tenía las fuerzas para hablar- lo defendía...
Draco salió de sus pensamientos al escuchar como alguien abría la puerta de la biblioteca, el rechinido lo reconocía bastante bien y, acomodando su cabello a un lado, dejó el libro que sostenía sobre sus piernas. Una persona se colocó silenciosamente detrás de él, dejó las dos tazas de té que llevaba con ella y acercándose a la mejilla del rubio, lo besó dulcemente. Draco sonrió para sí mismo, fijó sus ojos grises en los de la chica y torpemente la agarró de la mano -Hola Hermione- le dijo, y su voz cobró vida de nuevo.
Harry se acomodó una vez más sobre su cama, aquella noche le resultaba difícil dormir. Sus ojos verdes se incrustaron en el techo y se dejó llevar por el silencio de su habitación. Tenía muchas cosas en qué pensar, muchas cosas qué resolver y poco tiempo para hacerlo. Se aproximaba el día en que todos tendrían que salir de su guarida para enfrentarse por última vez al Señor Tenebroso. Se talló la punta de la nariz con nerviosismo al pensar que Draco Malfoy estaba incluido en esos planes. No iba a mentir, el rubio había sido de bastante ayuda a la hora de trabajar con pociones y ensayar algunos hechizo, sin embargo no dejaba de ser un mortifago.
Se molestó cuando el cómodo silencio que había creado se interrumpió por la llegada de alguien. Harry no quería ver a nadie, no tenía ganas ni fuerzas para discutir por enésima vez la situación en la que había puesto a Malfoy. Pedirle que se les uniera en la batalla final ¿En qué estaba pensando?.
-¿Harry, estás despierto?- La voz de Ron sonó repentinamente llenando cada hueco de la habitación. Harry no le contestó y el pelirrojo tomó eso como una invitación a entrar por completo. Se sentó en una silla que había cerca de la cama del Elegido y se quedó callado por varios minutos. Harry esperaba a que le reprochara todo lo que estaba haciendo últimamente, Ron se estaba comportando algo extraño y eso se debía a la presencia de Malfoy.
-Últimamente hace mucho calor- le dijo el pelirrojo como queriendo llevar una plática no tan incómoda. Harry asintió sin ser notado por el chico pues la penumbra se encontraba en todo el lugar. Se quedaron callados otro rato hasta que Ron volvió a hablar -¿Haz visto a Hermione últimamente?- Un escalofrío invadió por completo la espina dorsal del azabache. Se acomodó entre sus sábanas y colocó ambas manos por encima de su cabeza. -No la he visto ¿Pasa algo?- El pelirrojo sacó un bufido y comenzó a jugar con sus manos. -¿Te haz preguntado por qué Malfoy la rescató de Bellatrix?-
Ahí estaba, la pregunta que todas las noches Harry se hacía para sí mismo. No tenía el valor suficiente como para hablarlo con alguien, lo iban a empezar a bombardear con un sinfín de preguntas de las cuales sólo el rubio tenía respuestas, pero Draco Malfoy no hablaba con nadie. -¿Amnistía?- habló Harry por fin. Ron chasqueó la lengua como estando en desacuerdo.
Harry no quería discutir pero el pelirrojo seguía hablando como si no hubiera un mañana, el problema es que sí lo había. -¿Confías en él?- Ahora sí Harry tuvo que responderle, odiaba la situación en la que se encontraba. -¿Por qué eres el único que reniega de Malfoy? Ya lleva medio año con nosotros, si quisiera hacer algo malo lo hubiera hecho ya ¿no?- No escuchó respuesta. Ron, muy en el fondo, sabía que su amigo tenía razón.
Siguieron en silencio por un par de minutos más, hasta que de nuevo la voz del pelirrojo resonó el lugar. -Al menos ha sido útil, ¿no?- Harry no podía creer que siguiera hablando de Malfoy. Pensó que había dejado claro que no tenía ganas de hablar y menos del rubio Slytherin -Malfoy es bueno en las pociones- murmuró el azabache -Ron, ¿recuerdas las clases de Slughorn?- Ron torció la boca, las recordaba, sí, pero no eran sus favoritos -¿Recuerdas la clase cuando hicimos la Amortentia?- El chico sabía a lo que Harry quería llegar y la incomodidad recorrió su cuerpo -Hermione explicó la finalidad de la pócima; crear amor y deseo a la persona que la recibió. Esa poción tiene un aroma diferente para cada persona...- Ron se quedó en silencio de nuevo. -Manzana, hierbabuena y canela- rezó el azabache -Fue lo que Hermione pudo percibir-
Ron arqueó una ceja, no entendía bien a lo que se refería -Eso fue hace años- dijo el chico como consuelo a su amigo -Nunca supimos que tuviera algún interés amoroso- Harry parpadeó un par de veces antes de acomodarse más entre sus sábanas. Estaba cansado y la cabeza comenzaba a dolerle. Puede que ni la misma Hermione recuerde lo que dijo aquella vez en clase- Harry intentó darle la razón a su amigo para tranquilizarse y para ya no pensar en lo que tanto le atormentaba.
-Iré a dormir- le dijo Ron como despedida -Mañana debemos levantarnos temprano, hay que tener algunas estrategias para poder entrar a Hogwarts- Se inclinó sobre la silla y sin obtener respuesta de su amigo, salió de la habitación. Harry se quedó despierto por un rato más. No sabía exactamente por qué le había dado aquellos datos al pelirrojo. Se perdió en la oscuridad de su habitación y de la nada, percibió un olor peculiar que provenía de la cocina.
Recordó cómo aquella mañana Malfoy preparaba té para todos en la casa. Había preparado su favorito, de canela. Al pasar a su lado pudo percibir su fuerte aroma; hierbabuena. Draco siempre olía a eso, era algo fresco y para ser sincero, elegante. Notó también como, mientras preparaba el té, desayunaba lo de siempre, una manzana verde. Harry comenzó a mover la cabeza como queriendo alejar esos pensamientos. Pura coincidencia, tal vez.
El aroma a canela abrazaba cada vez más sus fosas nasales, era evidente que alguien recalentaba el té que Malfoy había preparado. Sin darse cuenta, su estómago comenzó a rugir, como reclamándole que hacía tiempo no lo alimentaba bien. Por inercia, se levantó para ir a beber un poco de aquel líquido que, a decir verdad, estaba bien elaborado. Salió de la habitación pero de inmediato se quedó estático al ver como Hermione se dirigía, con dos tazas de té, a la biblioteca. Sin pensarlo comenzó a seguirla, sabiendo las consecuencias de lo que estaba haciendo.
Su respiración comenzó a hacerse más pesada con cada paso que daba. Sabía lo que iba a encontrar y estaba dispuesta a confrontarlo. Al abrir la puerta, se dio cuenta como su amiga se posaba detrás del rubio que, distraídamente, se encontraba leyendo algo. Hermione había posado las dos tazas en la mesita que tenía Malfoy a un lado, se inclinó hacia él y posó sus labios en la mejilla pálida del rubio.
Harry abrió los ojos, él sospechaba que algo pasaba, desde hace años, entre ellos dos. No había sido normal que Hermione se la pasara todo el 6to año llorando por todos los rincones oscuros del castillo. Harry se lo debía al romance de Ron con Lavender, pero, al ver como la chica se preocupaba de más por el Slytherin, comenzó a dudar. La segunda advertencia fue cuando se enteró de que Malfoy había huido junto con los demás Mortifagos la noche en que Dumbledore murió. Hermione estaba estérica y su insistencia para localizarlos era exagerada. La tercera y la más evidente fue cuando, en la Mansión Malfoy, el rubio había saltado por ella para evitar de más su sufrimiento ¿Cómo pudo ser tan tonto?, siempre había tenido la respuesta al porqué Draco Malfoy los había ayudado y defendido ese día.
Estaba enamorado de Hermione Granger.
Lo reafirmó después de ver como Hermione lo besaba en la mejilla y Malfoy, después de pasar días sin hablar con nadie, le contestó. Harry nunca había oído con tanto entusiasmo al chico, con tanto cariño, con tanta vida.
Hola a todos, es un fic un poco corto pero realmente disfruté al escribir.
Quise alargarlo más pero me di cuenta que no daba.
Aún así espero lo disfruten y cualquier duda o comentario, estaré feliz de leerlos
Saludos
