Notas: Me terminé de leer el manga está semana después de haberme enganchado con la primer temporada el finde pasado así que me lleve muchas sorpresas, así que empecé esta historia.
Advertencias: Puede contener Spoiler. (Los tiene).
Akito era una mujer que había pasado por muchas situaciones durante su vida.
Había sufrido y había hecho sufrir.
Había cometido actos imperdonables de terror que habían lastimado a muchísimas personas durante su proceso.
Y hasta el día de hoy se arrepentía de ello.
Era una mujer que durante los primeros años de su vida fue criada como un hombre, negándose así misma y odiando a las demás mujeres de su alrededor.
Su madre había odiado su existencia desde el mismísimo día en el que nació. Su padre en cambio, la había adorado hasta sus últimos días, falleciendo durante la infancia de esta.
Pocas fueron las personas que sabían de su verdadera identidad, aún así la respetaban como hombre, esa había sido su voluntad.
Creció como un niño sano, más luego de la muerte de su padre su salud empeoró y su carácter se trastorno a algo oscuro y caprichoso.
Uso el poder de la madición a su favor para tener a la gente a su alrededor, para atarla, para que ellos estuvieran con ella y ella no se sintiera sola, vacía y sin amor.
Y por ese motivo mismo, había lastimado mucho a las personas que la rodeaban.
Vivía presa de sus trastornos, sus caprichos, su maldad con el fin de un objetivo que nunca iba a poder lograr.
Cuando piso fondo luego que las maldiciones empezarán a romperse pensó que moriría, tal vez en soledad.
En un cuadro de locura en dónde fue en busca de acabar con la vida de la persona que creía había tomado su lugar, encontró luz.
Una luz que la cegó y allí mismo la hizo ver con claridad.
Le hizo cambiar de el a ella.
La hizo comprender con cariño y bondad. Algo que ella desconocía.
Tohru fue su luz, su luz y su primer amiga. Ella fue aquello que la hizo quebrar y allí mismo recapacitar.
Luego llegó el cambio, su remordimiento, sus luchas contra la oscuridad y el capricho y la de aceptarse a sí misma como una mujer.
Pero lo logro.
También se arrepintió y mucho, aún hoy que habían pasado quince años desde que la maldición desapareció no había podido reunirse ni una sola vez con aquellas personas a las que tan había lastimado y tiempo después rogado perdón.
Sabía que para muchos de ellos les era difícil verla, por eso no se acercaba ni asistía a reuniónes a pesar de ser invitada.
Aunque ahora se encontraba bien, fueron muy difíciles los primeros años después de su transformación y daba gracias a aquellas personas que la acompañaron.
Tohru, Hana y Shigure. Este último y al que más amaba en su vida.
Su primer y único amor, aquel que la amaba con la misma intensidad y la misma fuerza con la cuál podría aplastarla.
El hombre de sus sueños y el que la hacía sentirse más mujer y femenina que nunca.
Que la miraba con ternura, con amor, con ojos llenos de deseo. Como si ella fuera la única mujer en la faz de la tierra, como si fuera su diosa.
Shigure era suyo y ella de él.
Y ambos habían creado al ser más bondadoso y tierno sobre la faz de la tierra.
Shiki su precioso hijo.
El ahora adolescente desde su nacimiento había iluminado la vida de sus padres, sobre todo la de Akito ya que ella en un principio había retrasado mucho la posibilidad de ser madre.
Pero Shiki llegó a sus brazos con un enorme corazón y las más puras de las inocencias, ella no podía creer la primera vez que lo tuvo en brazos.
Tan pequeño, en busca del calor de su madre. Akito lloro de una alegría jamás conocida, rio y se sintió por primera vez muy llena y feliz.
Fueron difíciles los primeros años pero se esforzó y lo dió todo para ser una buena madre, agradecería eternamente a Tohru por darle consejos y ayudarla a aprender juegos , así también a sus otras amigas.
Y ni hablar de Shigure quien la acompañaba con mucha ternura.
Ambos habían criado a un ser bondadoso y amable, lleno de caballerosidad, ayudador y respetuoso.
Shiki para Akito era la bendición más grande que le había pasado en la vida a pesar de que sabía que no la merecía, daba gracias al cielo y a los dioses por permitirme tenerle como hijo.
Ella seguía como cabeza del clan y sabía que el próximo en heredar esa posición sería su amable hijo y eso la hacía sentirse muy segura.
Aún hasta el día de hoy velaba por cada uno de los ex miembros del zodiaco, más aún no se acercaba a ellos, algunos le habían perdonado y otros no y ella lo comprendía y sabía que lo merecía.
Había decidido expiar sus pecados tomando distancia de ellos y luchando por lo mejor para sus familias y la de ella.
Aún le quedaba mucho por recorrer pero ella no se rendía, tenía a Shigure, Shiki y sus amigas.
También se tenía a ella misma, una persona totalmente distinta a la que había sido en el pasado.
Fin.
Notas: posiblemente haré un conjunto de one-shots relacionados entre si por eso comencé así este primero.
