Hola queridos lectores.

El día de hoy les traigo este bonito OS. Desde luego Contestshipping, como no jaja. Bueno como aclaración quería decirles que cronológicamente este OS pasa después del OS "Audifonos, el mejor aliado para los tímidos enamorados" un especial del 14 de febrero que realice para una actividad de una página de facebook. Este OS no tiene nada que ver con la actividad, pero me gusta que mis historias tengan una cierta secuencia. Les dejo la liga más abajo por si gustan darle una leída al recopilado de OS para que se puedan ubicar cronológicamente.

https//story/249606268?utm_source=androidutm_medium=linkutm_content=share_readingwp_page=readingwp_uname=KorolineOsoriiowp_originator=Uxx7AR64jxla2X9wOcp3Xh79o3tAeH%2B%2FDpkjEbEayR3sBzDoS4WDXaj3zGirycR79l9S%2BXPfQNH5yQ%2BYDbqj7VY8AzAPjxFHmoA%2FxkdAjdVCzt2syfPKS78GK05WE40E

Sin más por el momento, los leo abajo en comentarios. Espero y les guste


One-Shot

Tonta, Descuidada y Despistada.


Ciudad Verde.Región KantoViernes, 10 AM.

En la pequeña, pero bella ciudad verde de la región de Kanto, se estaba llevando a cabo un pequeño concurso Pokémon. En los bastidores se encontraba Drew LaRousse, regresando del escenario tras haber realizado su presentación. En lugar de sentir aquel sentimiento de satisfacción al terminar una presentación perfecta y magnífica como él acostumbraba a ofrecer al público, se sentía preocupado y abatido. La causa de su estado podía definirse con solo dos palabras. May Balance.

— May, ¿Dónde estás? — Pensó preocupado el peliverde mientras tomaba asiento, tratando de aparentar una calma que no sentía en absoluto.

Miraba directamente a la puerta de entrada de los bastidores para poder ser el primero en percatarse de la llegada de la coordinadora al concurso.

Hace aproximadamente tres semanas se había puesto de acuerdo con May para concursar en Ciudad Verde. Los dos pensaron que participar en dicho concurso era una idea magnífica, ya que les permitiría tomar la experiencia como práctica para el gran festival de Johto que se llevaría a cabo en un mes. Además de esta forma no le estaban quitando a nadie la oportunidad de ganar un listón para entrar al gran festival de Johto, ya que técnicamente se encontraban en Kanto, y el listón ganado de ese concurso no contaría para el registro de Johto.

Cuando Drew llegó por la mañana para registrarse en el centro pokemon pudo notar en el registro de participantes que ya se encontraba anotado el nombre de su castaña. Conociendo a May, el peliverde dió por sentado que la chica se había ido a practicar al bosque o a los alrededores de la ciudad antes de comenzar el concurso. Esta razón lo tranquilizó lo suficiente como para dejar pasar la ausencia de la castaña.

El tiempo transcurrió como agua en el río, y llegó el momento en que Drew tuvo que salir al escenario. Por lo tanto, el turno de May para presentarse sería muy pronto y la castaña seguía sin aparecer. Para este punto el peliverde no sabía qué hacer. Estaba muy preocupado por el bienestar de la coordinadora. Sabía perfectamente que May en ocasiones podía ser una chica despistada y tenía tendencias a perderse con facilidad, pero siempre conseguía volver sana y salva.

El hilo de sus pensamientos tormentosos fue interrumpido debido a la voz de Miriam, la presentadora del concurso Pokémon.

— Démosle un gran recibimiento a la princesa de Hoenn, ¡La fantástica May!. — Dijo la voz entusiasta de Miriam por su micrófono esperando el arribo de la castaña, más la chica no aparecía. — Segunda llamada para May. — Volvió a exclamar con ímpetu. El público se encontraba expectante a la aparición de la joven originaria de Petalburgo.

Drew en ese momento decidió que tenía que salir al escenario para comunicarle a Miriam la noticia de la ausencia de May en el concurso. Después de eso el peliverde tenía pensado salir corriendo del recinto para la búsqueda de su atolondrada coordinadora. Rápidamente salió de los bastidores y en un santiamén se encontraban a punto de salir al escenario, pero sus pasos presurosos cesaron inmediatamente.

Frente a él, apareciendo en el escenario a paso lento y tambaleante, se encontraba su adorada atolondrada.

May por lo general cuando iba a presentarse en un concurso tenía la costumbre de salir lo más presentable posible. Tal vez no era tan exagerada como Dawn, aquella coordinadora de cabellera azulada, pero la castaña no tenía que envidiarle nada a los looks de la chica de Sinnoh. No, May siempre salía vestida de una forma sencilla, pero pulcra, resaltando su belleza natural. Ahora verla ahí, con su conjunto naranja, sus bike shorts y su pañoleta llenas de tierra y lodo era desconcertante.

Drew LaRousse hubiera seguido prestando atención al conjunto de su compañera, pero había algo más que requería su atención y profunda preocupación. En su pierna izquierda tenía un gran raspón, que iba desde la mitad de su muslo hasta la mitad de su fémur. Aún se veía fresca, y para el colmo un poco sucia. Además de unos ligeros raspones y arañazos en sus brazos y mejilla, pero nada comparado con el de la pierna. ¿Que rayos le había sucedido?

Al parecer el peliverde no fue el único anonadado ante la apariencia de la princesa de Hoenn, el público la veía expectante y confundido. Miriam se acercó sumamente preocupada y escandalizada a la castaña.

— May, ¿Te encuentras bien? — Preguntó preocupada la presentadora de cabellera castaña rubia.

— No te preocupes, Miriam. Un pequeño accidente, no es nada. — Exclamó suavemente May, regalandole una sonrisa tranquilizadora a la presentadora y al público. Drew, le miró desde el extremo del escenario escéptico. ¿En serio estaba diciendo eso? ¡Ni ella se lo creía! A leguas se le miraba muy lastimada.

— ¿Estás segura que quieres continuar? No habría problema si te retiras. — Volvió a preguntar Miriam no muy convencida por la situación.

— Descuida, estoy bien. — Contestó manteniendo su sonrisa la coordinadora. Drew solo pudo pensar que era una tonta, por no tomar la oportunidad de retirarse de la contienda. Era obvio que necesitaba ser atendida con urgencia.

— Bueno, ¡Ya la oyeron, hermoso público ¡Con ustedes, la fantástica May! — Gritó emocionada Miriam, regresando a su tono animado. El grito ensordecedor del estadio se dejó escuchar extasiado. Fue así como May rápidamente sacó una pokebola de su mochila sucia.

— ¡Muy bien! ¡Al escenario Ivysaur! — grito la chica castaña mientras que con delicadeza arrojaba la pokebola al aire. De ella emergió el Pokémon bulbo. — Baile de pétalos…

Fue así que de un momento a otro, del bulbo de ivysaur salieron diversos pétalos de rosa, de un hermoso color rosado. Además que acompañando a estos había una fragancia dulce y refrescante en el aire. Dejando a más de uno de los espectadores relajado y extrañamente feliz.

En verdad que Drew intentó concentrarse con todas sus fuerzas para disfrutar de la presentación de la castaña, pero su cabeza estaba más ocupada pensando la razón del estado en que se encontraba la coordinadora. Al menos su Pokémon se veía sano y sin lesiones, esperaba que sus demás compañeros estuvieran igual.

El caballero de ciudad LaRousse pensó con desagrado el haber permitido que la castaña viajará sola. Sabía perfectamente que en algún momento, May tenía que aventurarse por su cuenta sin ayuda de Ash y sus amigos en los viajes Pokémon. No tenía nada de malo recibir ayuda de amigos, pero eso te hacía codependiente. Consideró que sería una forma para que la chica logrará madurar y se hiciera aún más responsable, quería que fuera capaz de resolver los problemas que se presentarán sin entrar en pánico.

En ese momento se sentía sumamente culpable por la condición de la chica, no tenía certeza de lo que le había sucedido, pero de seguro no era nada bueno. ¿Que clase de novio era sino era capaz de cuidarla y protegerla cuando más lo necesitara?.

— Me he precipitado con ella, no debí dejarla sola. Jamás debí permitir que siguiera viajando sola… — Pensó con amargura el peliverde, mientras fruncía el entrecejo.

De repente una lluvia de pequeños destellos interrumpió sus pensamientos, al parecer el ivysaur de May había lanzado una energibola y la había destrozado con hojas navajas, provocando así ese efecto tan destellante en el escenario. Miró a May, esperando hacer contacto visual y que notará su presencia.

Al parecer al público le había encantado la presentación. May Balance sonrió satisfecha.

— Ivysaur, regresa. — Dijo la coordinadora mientras el Pokémon regresaba a su pokebola. — Lo hiciste estupendo…

— Estuviste fantástica May. — Le mencionó Miriam mientras le regalaba una sonrisa. Por su parte la castaña solo asintió en agradecimiento.

Desde hace rato llevaba sintiendo aquella mirada tan penetrante y demandante sobre ella que le provocaba una sensación extraña. Obviamente sabía de quién se trataba, y sabía que quizás él tendría muchas preguntas sobre su condición. Solo esperaba que pudiera contestarlas todas y no hacerlo preocupar de más en el proceso. Sabía que Drew a veces tendía a ser demasiado sobreprotector con ella. Rápidamente la castaña hizo una reverencia al público y se giró, para ver a los ojos a aquel coordinador que se encontraba en la entrada al pasillo de los bastidores.

Fue así como zafiro y esmeralda chocaron entre sí. May pudo apreciar y deducir lo que sentía Drew en ese momento. A pesar que el chico se mostraba impasible e inexpresivo, sus ojos reflejaban todo su sentir. La castaña lo pudo definir todo en una palabra: preocupación.

Con calma y a paso vacilante e inestable, May empezó a caminar y cojear un poco en dirección al joven peliverde sin deshacer el contacto visual, tratando de infundir calma. De seguro la mirada de LaRousse no era la única puesta en ella, ya que se había percatado que aún no llamaban al siguiente concursante para que saliera al escenario. Al parecer todos en el escenario estaban pendiente de ella.

Repentinamente empezó a sentirse terriblemente pesada y ¿Cansada?. No estaba segura de lo que le estaba pasando. Sabía que estaba herida, pero no era para tanto, hace unos momentos se sentía muy bien. Fue así, que de un momento a otro aquellos ojos esmeraldas se volvieron borrosos, al igual que todo a su alrededor. Además al mismo tiempo, sus piernas dejaron de caminar y sostenerla, sintió miedo.

¿Acaso estaba cayendo?. Podía sentir cómo todo se desarrollaba en cámara lenta. Claramente alcanzó a escuchar la exclamación de pánico y desconcierto del público. La voz de Miriam pidiendo ayuda. Sus ojos se cerraron involuntariamente y todo se volvió negro. Ya solo le quedaba esperar a sentir el frío y duro piso, pero en lugar de eso sintió suavidad. Un par de brazos habían detenido su caída. Un olor muy familiar llegó a sus fosas nasales. Eran rosas, y solo había una persona que podía oler a ese exquisito aroma sin hostigarla. Al parecer, ya se encontraba sentada en el suelo, pero con la gran diferencia que era sostenida por Drew.

— ¡May, despierta!. Dime algo, por favor. — Alcanzó a escuchar la castaña la voz estrangulada y desesperada del peliverde. Sintió su toque en su cara, al parecer le estaba tocando su mejilla con delicadeza.

—Drew...— Susurró May con dificultad. Sus párpados se notaban temblorosos, luchando por abrirse y mirar al joven peliverde.

Después debido a la fatiga, la coordinadora dejó de escuchar lo que sucedía a su alrededor y cayó en la inconsciencia.

— ¡Traigan un médico! ¡Muevanse, esto no es un jodido espectáculo! — Gritó desesperado y enojado Drew, perdiendo la compostura en su totalidad, mientras seguía sosteniendo a la chica en el suelo cuidadosamente.

¿Qué estaba esperando el equipo médico del lugar? ¿Acaso una invitación?. Por Arceus, su chica necesitaba ayuda. Miró el rostro angelical de la fémina con preocupación. Este había perdido su bonito color, sustituyéndolo por un blanco pálido e insano, que se notaba a simple vista a pesar de su rostro manchado y sucio por tierra. Sus mejillas no se encontraban rosadas como siempre. Su inspección fue detenida por la llegada del equipo médico, que lo apartaron de May. Él, les dejó hacer su trabajo. Miriam lo sostuvo colocando una mano en su hombro por si se le ocurría protestar por alejarlo de la joven. Una vez que la castaña estaba en una camilla, el equipo médico salió del escenario con rapidez. Rápidamente Drew les siguió sin pensarlo.


Centro Pokémon de Ciudad Verde.Viernes, 6 pm.

May Balance seguía inconsciente en una cama del centro pokemon, dedicada al servicio de humanos. En su cabeza tenía una venda gruesa de algodón. Seguía un poco pálida, pero ya no se comparaba en nada a su estado de la mañana. Sus heridas de los brazos y mejilla habían Sido curadas, además de que su pierna con la gran herida fue Tratada, vendada y desinfectada. Al parecer ciudad verde era pequeña, debido a eso la administración del gobierno había decidido juntar el hospital de personas con el centro pokémon. La enfermera Joy del lugar al parecer no solamente era una enfermera, ya que resultó también ser una Doctora.

A su lado, sentado en una silla se encontraba Drew, tomando la mano laxa de su compañera. Al terminar de realizar el chequeo médico, la Doctora Joy le comento el diagnóstico de la chica. El gran raspón de su pierna izquierda y los pequeños arañazos y moretones de sus brazos y mejilla no era la única lesión que tenía la coordinadora. Tenía una contusión, que le había provocado aquel desmayo tan desastroso. Dedujeron que lo más seguro es que se la había provocado por una caída.

— ¿Cómo es que te hiciste tanto daño, May? — Susurró frustrado LaRousse, cerrando sus ojos con intranquilidad.

Sintió un ligero apretón en su mano. Abrió sus ojos esmeraldas y pudo apreciar la mirada débil y suave de May sobre él. Se levantó de su asiento como un Spoink para apreciar mejor a la joven.

— Haz despertado. — Suspiró aliviado el peliverde mientras besaba la frente de la castaña con ternura. En ningún momento soltó la mano de la princesa de Hoenn. — ¿Cómo te sientes? — Preguntó todavía un poco angustiado LaRousse. May sonrió cuanto pudo y lo que permitió su cuerpo. En verdad que Drew estaba muy preocupado por ella.

— Como si me hubiera pasado encima una manada de Tauros. — Exclamó la chica quedamente. Pudo apreciar con detalle cómo la mirada preocupada del chico se transformaba frente a ella. Drew fruncía el ceño. Se lamentó internamente la castaña, sabía que se le venía un regaño encima.

— Tu comentario lo consideraría gracioso sino te encontrarás en este estado. — Le contestó con frialdad el peliverde. — ¿Se puede saber qué ocurrió contigo? ¿Por qué rayos llegaste en ese estado al concurso? ¡En qué estabas pensando! Debiste venir aquí inmediatamente. — Le reprendió con seriedad y una mirada dura el de ojos esmeraldas. May se encogió nerviosa en su cama.

— Espera, primero deja que te cuente. Después me regañas todo lo que quieras, pero todo tiene una razón. — Respondió Balance con un poco de nerviosismo. Odiaba cuando el joven LaRousse usaba aquel tono tan frío y serio con ella.

— ¿Estoy actuando como un patán, verdad? — preguntó el caballero LaRousse con seriedad, vio que May desvío nerviosa su mirada sin decir nada. Suspiro cansado. — Lo lamento, es solo que estaba desesperado y asustado. No sabía que había sucedido contigo. Aunque esa no es justificación para tratarte así. — Explicó derrotado Drew.

— No te preocupes, entiendo. Estando en tu lugar creo que hubiera hecho un escándalo. — Contestó dulcemente May.

— Entonces, ¿Qué sucedió contigo? ¿Por qué estabas tan herida? — Preguntó nuevamente tratando de controlar sus nervios, esta vez optó por la paciencia el peliverde.

— Está bien te lo contaré, pero no me interrumpas hasta que termine, ¿Vale?. — Suspiró un poco cansada la castaña mientras se sentaba despacio. Drew asintió y de inmediato se paró de su lugar para ayudarle a ponerse más cómoda. — Bien, todo comenzó ayer cuando llegué a la ciudad y me registré para el concurso…


/ Flashback /

Ciudad VerdeJueves, 5 pm.

May Balance se encontraba saliendo del centro pokémon después de recoger a sus Pokémon para realizarles un chequeo. Al parecer todos ellos se encontraban en condiciones favorables y óptimas. No tenía mucho tiempo que había llegado a la ciudad, primeramente se encargó de encontrar hospedaje, posteriormente comió algo y dejo para el final su inscripción, ahora se encontraba relativamente libre.

— Será mejor que vaya a practicar. — Pensó con decisión la castaña mientras emprendía su caminata hacia el bosque de las afueras de la pequeña ciudad.

Pasó un rato en el que la coordinadora se adentro por el bosque con tranquilidad. El cielo aún se veía lo suficientemente iluminado sin riesgo a que fuera a oscurecer repentinamente, y tampoco había señales de lluvia. Simplemente era un día perfecto para practicar antes del concurso.

Esperaba con ansias que fuera mañana, para poder demostrarle a Drew su nueva combinación. Los dos cuando se encontraron hace tres semanas en Ciudad Iris, en la región de Johto cuando celebraron 14 de febrero, decidieron que no les haría daño participar en un concurso más, para poder practicar antes del gran festival.

Fue así como acordaron viajar a Kanto, en específico a ciudad Verde para participar en el concurso de la ciudad.

— Drew, cómo desearía que el tiempo se fuera volando. — pensó cursimente May, mientras sonreía bobamente. No era un secreto para nadie que ya deseaba ver con fervor a su novio de cabellera peliverde.

Una vez que se adentro lo suficiente en el bosque, May paró su camino en un pequeño claro despejado. Estaba a punto de empezar a practicar, pero un sonido metálico y sonidos de terror provenientes de algunos Pokémon la distrajeron de su objetivo. Con curiosidad y cautela se acercó al lugar de origen de aquellos sonidos. Detrás de unos arbustos que le ofrecían un buen camuflaje pudo observar un pequeño campamento y a dos jóvenes mayores que ella, una chica rubia sosteniendo unas jaulas y un chico peliverde oscuro con tres eevee entre sus brazos, forcejeando por liberarse. Desde donde estaba se podía percatar que los Pokémon no se encontraban muy felices entre sus brazos.

— Pero, ¿Qué? — pensó con confusión la castaña observando la ropa de la pareja tan peculiar.

May se dió cuenta con rapidez que los dos debían de pertenecer al equipo Rocket, no por nada tenían una gran R roja, grabada en sus uniformes de color negro. Sabía que si el equipo rocket estaba presente en el bosque era para hacer fechorías, ya que ellos no daban un paso en falso. La coordinadora decidió con rapidez que lo mejor que podría hacer era quedarse en su posición y analizar los movimientos de aquellos malhechores, sería muy imprudente de su parte exponerse sin ningún plan ante ellos.

— Será mejor quedarme callada, si no quiero que me descubran. — Pensó con amargura la joven de ojos zafiros.

Obviamente en el pasado ella ya había tenido experiencia en lidiar con aquella organización criminal, pero su sexto sentido le comunicaba que algo realmente estaba mal. Aquel par de jóvenes podrían ser peligrosos, nada comparados con Jessy y James, que podían llegar a ser personas "inofensivas" e incluso algo cómicas y tontas a pesar de pertenecer al equipo Rocket. Pero aquel par frente a ella no le inspiraba nada de confianza.

— But, no te quedes ahí parado mete a esas sabandijas a las jaulas. — Dijo la chica de cabellera rubia, atada en dos coletas bajas.

May se dió cuenta que era una chica muy guapa, pero a juzgar por la primera impresión era una mandona de primera. Además desde lejos podía notar que era una persona que no era fan de los Pokémon, debido al término que utilizó para referirse a los pequeños eevee.

— Ya me cansé de tantas veces decirte que es Butch. Por Arceus, Cassidy. Llevamos años siendo equipo y aún no eres capaz de pronunciarlo correctamente. — Respondió con frustración el chico peliverde oscuro, mientras se agachaba y lanzaba de manera brusca a los Pokémon dentro de una de las jaulas vacías que tenían en el lugar.

— Tsk… — Murmuró frustrada May, al no poder hacer nada para evitar aquel maltrato que estaban sufriendo los pobres eevee.

Empezó a analizar al chico llamado Butch. Era la segunda persona de cabello verde que veía en su vida, pero nada que ver con el hermoso tono esmeralda de Drew. El cabello de butch era más parecido al tono verde de las algas marinas. Oscuro y sin brillo. Además dedujo que al igual que la rubia no podría tratarse de una persona muy buena si había tenido ese trato con aquellos Pokémon. ¿Qué clase de desalmados eran esas personas?.

— Como sea, no importa. En lugar de quejarte, mejor apurémonos para recoger el campamento y buscar otras cinco sabandijas más. — Contestó impertinente la rubia llamada Cassidy dándole la espalda al peliverde oscuro.

— Espero que la investigación relacionada a la evolución de esas cosas traiga algo bueno para el equipo rocket. — Contestó malhumorado el chico. — Por cierto, será mejor ir primero por algo de agua al riachuelo, antes de ir por más de esas cosas. — Dijo secamente Butch, mientras tomaba una gran botella y se alejaba del lugar. Cassidy se encogió de hombros y le siguió.

Esta era la oportunidad perfecta para May. Una vez que se aseguró que el par de malhechores se habían alejado del lugar, salió sigilosa de su escondite. Los eevees, al escuchar sus pisadas le miraron alertas.

— Pss, no se preocupen pequeños. Yo los sacaré de ahí. — Susurró la castaña con confianza a los Pokémon, mientras se acercaba a la jaula.

Desgraciadamente, la coordinadora no se percató que delante de la jaula, en el suelo para ser más exactos, había irregularidades en la tierra, además de un montículo de hojas considerable.

— ¡Eevee! — Chillaron los Pokémon tratando de advertirle del peligro inminente, pero ella no se percató.

Al momento en que puso un pie encima del montículo, May cayó dentro de un gran hoyo profundo, aproximadamente 4 metros de profundidad. Por la sorpresa cayó de espaldas, el aire abandonó sus pulmones. Además de que literalmente podía ver estrellitas por la magnitud del golpe.

— Argh, maldición… — Logró articular con dificultad la castaña, mientras luchaba por inhalar aire, su pecho subía y bajaba notoriamente mientras aún se encontraba acostada en el suelo.

¿Cómo no lo vio venir? Si ella era una experta en tratar al equipo rocket. Fue muy ingenua y despistada, era obvio que ellos tendrían una trampa en caso de que alguien se acercara a su campamento. May sabía que estaba en un gran lío. Tal vez si se incorporaba rápidamente, los villanos no se percatarían del desliz y podría aún rescatar a aquellos Pokémon, pero estaba tan débil debido al golpe que recibió que le costaba trabajo ponerse de pie. Era obvio que nadie podría venir en su auxilio.

— Oh genial, eso me pasa por querer viajar sola. — Pensó con melancolía la chica, lamentándose de la situación.

— Vaya, vaya. Mira que tenemos aquí Batch. — Dijo Cassidy burlonamente, mirando al pie del hoyo a la castaña. Rápidamente en el campo de visión apareció el chico anteriormente mencionado.

— Ay, no. Esto no podría empeorar más…— Pensó May amargamente, sin aún moverse de su posición.

— ¡No puede ser! ¡Eres la princesa de Hoenn! — Gritó con emoción el peliverde oscuro mientras la señalaba con un dedo. Obviamente el chico omitió que su compañera había pronunciado mal su nombre, nuevamente.

— ¿Quién? — Le cuestionó la rubia con duda a su compañero, arqueando una ceja.

— La princesa de Hoenn. Es una coordinadora Pokémon muy conocida en la coordinación. — Explicó Butch emocionado, de sus ojos castaños se podía ver un brillo extraño. — Necesito mi cámara. — Dijo con rapidez, mientras que de su bolsillo sacaba una pequeña camarita y tomaba una foto de la castaña dentro del hoyo.

Esta le fulminó con la mirada. ¿Qué rayos le pasaba a ese sujeto? Estaba acostumbrada a lidiar con excentricidades y cosas muy raras (Harley, desde luego), pero ese sujeto del equipo rocket estaba a otro nivel. ¿Cómo se atrevía a tomarle una foto, en el estado en el que se encontraba?. A gran distancia se podía notar que de verdad se había llevado un gran golpe.

— Tranquila May, esto no es nada. No podría empeorar más la situación. — Volvió a pensar con fé la coordinadora.

— ¿Me das tu autógrafo? — Preguntó el chico con ilusión.

— Maldición, si empeoró aún más. — Pensó con fastidio Balance. Mientras le miraba fulminante.

— Había olvidado que te gustaban esas estupideces de los concursos Pokémon. Que soso. — Habló con fastidio la rubia, cruzándose de brazos. — Además, dudo que la princesita pueda autografiarte algo, ¿No ves en la condición que se encuentra la pobre? — Añadió burlona la rubia riendo sutilmente.

— Que lástima. — Contestó Butch con verdadera melancolía.

— Al parecer, la pequeña bobita quería rescatar a estas sabandijas. — Dijo la chica mirando como con dificultad la joven castaña se incorpora para poder sentarse.

— No se saldrán con la suya. — Contestó con dificultad May.

— Querida, ya me salí con la mía. Además, ¿Qué podrías hacer tú? Ni siquiera eres capaz de ponerte en pie. — Respondió sombríamente Cassidy mirándola glacialmente.

La coordinadora guardó silencio ante la verdad inminente. Ella no podía hacer nada, no se encontraba en buenas condiciones. Además no podía arriesgarse a mandar a alguno de sus Pokémon a duelo, temía a qué aquel par se lo fuera a llevar.

— Si Butch dice que eres una reconocida coordinadora, seguramente debes tener muy buenos Pokémon que podrían servirnos mejor a nosotros. — Le dijo de forma perspicaz y maliciosa la rubia.

— Oh, no. Necesito ayuda. No llores May, sé fuerte. — Pensó la castaña mientras trataba de contener sus lágrimas, no quería mostrar debilidad ante aquellas personas, pero la sola idea de que sus Pokémon fueran arrebatados de su lado le aterraba demasiado. Necesitaba un milagro.

— No es una buena idea, Rubia. — Habló seriamente el chico peliverde oscuro.

— ¿Ah? ¿Por qué no?. — Cuestionó molesta la susodicha. May miraba el intercambio entre los dos, en silencio, tratando de no perder la compostura.

— No solamente esa chica es una coordinadora reconocida. También es hija de Norman, un líder de gimnasio de la región Hoenn. — Explicó detenidamente Butch. Cassidy enarcó una ceja escéptica. — Además la chiquilla es novia de Drew LaRousse.

Ante la mención de Drew, May elevó sus cejas con sorpresa. ¿Tan popular se había hecho su relación entre los fans?. Además le sorprendía que también supiera que era hija de Norman.

— ¿El heredero de Andrew LaRousse? ¿El tecnólogo y protector de la ciudad de la tecnología?— Preguntó curiosa la rubia, tratando de ocultar su sorpresa.

— Él mismo, no por nada él y su hijo tienen por apellido el nombre de Ciudad "LaRousse". Así que creo que por el momento, no sería conveniente meternos con su novia. Tú sabes que esa familia tiene muchos contactos. Sinceramente no me apetece que me den caza en este momento. — Explicó calmadamente el joven villano.

— Vaya… — Expresó la rubia. Rápidamente su cara reflejo que se encontraba en una encrucijada. Permaneció unos momentos así, hasta que su mirada púrpura se dirigió a la coordinadora. — Tienes suerte princesa, al parecer tu caballerito tiene muchas influencias. El día de hoy no te haremos nada. Eso sí, tú tendrás que salir sola del hoyo. — Dijo con resignación encogiéndose de hombros.

Para este punto, la chica de ojos zafiros dejó ir el aire que estaba reteniendo en sus pulmones sin darse cuenta. Al menos no se llevarían a sus Pokémon, ella ya vería la forma de salir del hoyo. No había problema. Lo único verdaderamente malo, era que no pudo salvar a aquel trío de eevees indefensos.

— Ya no tenemos nada que hacer aquí, será mejor irnos. Recoge a las sabandijas, Bruno. — Ordenó Cassidy mientras se alejaba del hoyo con tranquilidad.

— ¡Que mi nombre es Butch! — le gritó cabreado el peliverde oscuro. Una vez que dejó pasar su malestar miró a la castaña. — Nos veremos en otra ocasión, preciosura. — Le dijo coquetamente Butch, lanzándole un besito al aire. Para después irse corriendo del lugar.

Lo único que pudo hacer May fue componer una mueca de asco.

— Ahora entiendo a Drew, sí que pueden existir fans verdaderamente molestos. — pensó Balance con desagrado.

Una vez que se encontró sola, podía darse el momento para pensar que podía hacer para salir de aquel lugar. Optó por esperar un rato, para asegurarse de que la pareja del equipo rocket no regresará. Quizás tuviera algo de suerte y alguien podría pasar casualmente por el lugar y la ayudaría.

Jueves, 8 pm

Para infortunio de May no pasó nadie. Ni un alma ni Pokémon pasó de casualidad por su hoyo. Estaba en un gran aprieto. Al menos el equipo rocket ya no regresó y podía pedirle ayuda a cualquiera de sus Pokémon. Aún se sentía un poco mareada y cansada por la gran caída que había tenido, pero ya podía sostenerse de pie. De su mochila sacó una pokebola y trató de arrojarla por encima del hoyo.

— ¡Sal, Altaria! — Gritó y de la pokebola emergió el dragón emplumado.

Una vez que su Pokémon salió de la pokebola, la observó confundido en la superficie. Intentó bajar por su coordinadora, pero desgraciadamente era muy ancho para poder aterrizar en el hoyo, ya que a pesar de ser una trampa profunda, era muy estrecha para que pudiera emprender el vuelo de nuevo. Su Pokémon puso un semblante triste.

— No te preocupes. ¿Porque no vas a buscar algo con lo que sacarme de aquí?— Le pidió May amablemente a su Pokémon, dedicándole una sonrisa amable.

Rápidamente su Pokémon se alejó volando del lugar. Hubiera sido más sencillo optar porque fuera por ayuda, pero no quería ser una molestia para nadie, además de que empezaba a oscurecer. Por otro lado, quería demostrarse a sí misma que podía salir de una situación problemática por ella misma sin ayuda de nadie. Siempre, desde que había iniciado su viaje, había dependido de la ayuda de sus amigos. En especial de Ash, Brock y Max.

Cuando decidió viajar a Johto a sugerencia de Drew, le prometió que buscaría poder ser mejor persona, que podría ser autosuficiente. No quería tirar abajo sus logros que había tenido hasta el momento. Además que estaba segura que saldría rápido de la trampa y sería aquella experiencia un recuerdo más.

Dejó sus pensamientos de lado, cuando sintió que una cuerda blanca colgaba frente a ella. Al parecer su Altaria ya estaba de regreso y traiga consigo una cuerda en su pico. May sonrió radiante ante la idea presentada.

— Muy bien Altaria, hagamos esto. Sigue tomando la cuerda así con tu pico, yo tomaré el otro extremo y es en ese momento cuando tendrás que volar. — Explicó detenidamente la coordinadora a su Pokémon. — ¿Si te quedó claro, pequeño?. — Preguntó al dragón emplumado. Este solo se limitó a asentir con su cabeza.

Una vez que se aseguró que su Pokémon había entendido sus instrucciones, May se sostuvo con fuerza de la cuerda. Fue así como Altaria empezó a aletear y a despegarse del suelo. Por otro lado la cstaña de la misma manera empezó a elevarse del suelo poco a poco.

— Está funcionando, ¡Está funcionando!. — gritó con emoción la coordinadora mirando como cada vez se acercaba a la superficie.

Lamentablemente, ninguno de los dos se percató que la cuerda estaba a punto de partirse a la mitad por lo desgastada que estaba. Al romperse se escuchó un ruido extraño, que hizo que May entrara en pánico. Altaria no alcanzó a reaccionar para evitar el incidente.

Nuevamente, la joven de ojos zafiros cayó por el hoyo, en el proceso intentó agarrarse por las orillas, pero fue una mala idea. Debido a la velocidad de la caída libre, al tratar de sostenerse se raspó gravemente la pierna izquierda, además de que se hizo uno que otro corte en sus brazos y mejilla. Al ya no tener fuerzas para sostenerse tuvo que dejarse caer nuevamente de espaldas. Esta vez, la caída no le había dolido tanto, ya que le dolía más su profunda herida en su pierna que no dejaba de sangrar. Sentía la carne ardiendo al rojo vivo.

— ¡Maldición! Casi funciona. — Lloriqueo frustrada dejando ir unas cuantas lágrimas de sus ojos. Alcanzó a distinguir a su Altaria asomado al borde del hoyo. Suspiro derrotada. — Tranquilo, no tienes la culpa. Será mejor que regreses a tu pokebola a descansar. — Añadió suavemente la castaña mientras sacaba la pokebola y devolvía al dragón emplumado a su descanso.

May trató de concentrarse nuevamente en idear un nuevo plan para salir de ahí. ¿Qué Pokémon podría auxiliarla?. Debía pensar con rapidez ya que se veía muy oscuro el cielo. De repente su vista se nublo y se sintió muy cansada. Sabía que el sueño la estaba acechando debido al exceso de agotamiento que está presentando.

— No te duermas, May. — Se dijo a sí misma mientras trataba de luchar para no quedarse quieta. Le era imposible, si cuerpo no quería ya ni siquiera mover un dedo.

Poco a poco, May fue cerrando sus ojos para quedarse profundamente dormida. Al menos así su cuerpo no sentiría tanto dolor.

La coordinadora nuevamente abrió sus ojos zafiros con dificultad. Se trató de estirar, pero le dolió en el proceso el cuerpo. Fue cuando cayó en cuenta de lo que había sucedido. Con pánico, miró el cielo que ya se encontraba iluminado por el sol. ¿Cuánto había dormido? ¿Acaso ya era de mañana?.

— ¡No puede ser, ya es viernes! ¡Ay no! ¿Qué voy a hacer? — gritó escandalizada.

Le bastó solo mirar su pokenav en su muñeca para confirmar sus sospechas. Después de todo ya eran las 10:20 AM. ¡El concurso comenzaba a las 10 PM!. No le quedaba de otra, tendría que comunicarse con Drew por pokenav para avisarle que estaba en aprietos. Había fallado en su cometido de salir de la situación por sus propios medios, pero la verdad estaba tan desesperada que ya no sabía qué hacer. Estaba a punto de marcar el número de su novio peliverde, pero se detuvo abruptamente.

— Eso no sería justo para él. — Pensó desanimada la de ojos zafiros.

No podía ser egoísta y simplemente pedirle que viniera a ayudarla. Porque si él decidiera venir en su ayuda (que desde luego sabía que lo haría), Drew se perdería el concurso Pokémon por ella. May no quería quitarle la oportunidad de ganar el concurso y ganar experiencia para el gran festival de Johto. Con tristeza apretó sus labios para no soltarse a gritar y llorar de la desesperación. Al menos algo había de bueno en la situación, se sentía muy mareada, pero ya no tan adolorida. Estaba un poco coja, pero no era nada con lo que no pudiera lidiar.

— Piensa May, piensa. — Se golpeó la cabeza suavemente en busca de forzar la formulación de nuevas ideas. — Argh, mala idea. Eso dolió. — Se quejó de su propio golpe en su cabeza.

Después de meditarlo unos minutos de le ocurrió una idea. Solo tenía un Pokémon que era capaz de saltar grandes alturas y de soportar su peso de ella. Saco la pokebola de su amigo y fiel compañero.

— ¡Sal Blaziken y ayúdame! — gritó liberando a su primer Pokémon.

— ¡Ziken! — Dijo el gran Pokémon apareciendo justo en frente de ella.

— Blaziken, como puedes ver estoy algo lastimada y no puedo salir desde ayer de aquí. Necesito que por favor, me cargues y saltes para salir de esta trampa, ¿Crees que podrás hacerlo, amigo? — Explicó con rapidez Balance.

Sin darle tiempo a reaccionar, Blaziken no respondió y rápido tomó a May entre sus brazos. La castaña sintió una gran sensación de vértigo en el momento que el Pokémon de fuego saltó tan alto, para salir del hoyo. Cuando se dió cuenta ya se encontraba en libertad.

— ¡Ay Blaziken, muchas gracias por sacarme de ahí! No sé qué hubiera hecho sin ti. Además no entiendo porque no se me ocurrió llamarte desde un inicio. — Lloriqueo emocionada la castaña abrazando a su amigo, pasando sus brazos por el cuello de él. Este solamente se dejó mimar satisfecho. — Es hora de ir al concurso, y por lo que veo ya empezó. Espero que lleguemos a tiempo para presentarnos. — Dijo con angustia la castaña.

Una vez que terminó de decir aquello, con una gran rapidez Blaziken no la dejo bajar de sus brazos y emprendió su camino al estadio corriendo. Mientras iban a toda velocidad, May veía a las personas de la ciudad como un gran borrón sin forma. Tardaron solamente cinco minutos en llegar a la entrada. Su Pokémon la bajó con cuidado.

— Muchas gracias, no que que haría sin Ti. — expresó muy contenta la castaña abrazando a su pokemon por la cintura.

— Blaziken. — Contestó con simpleza, desapareciendo dentro de su pokebola.

May decidió entrar corriendo lo más que podía al estadio, estaba decidiendo si debía ir a los bastidores cuando de repente escuchó que era su turno de presentarse. Así que cambió el rumbo de sus pasos y busco una salida para poder ir directamente al estadio. En serio que le dolía demasiado su pierna, ni siquiera le había dado tiempo de limpiar mucho su herida. A paso cojeante llegó a su destino y pudo observar con claridad como el público e incluso Miriam la veían desconectados. Ella no les culpo, de seguro se veía terrible, pero al menos se sentía bien. Fue ahí cuando sintió la mirada penetrante de cierta persona, pero que decidió ignorar para poder concentrarse en su presentación.

Y fue ahí cuando se desmayo. Ni siquiera le dió tiempo de razonar sus acciones, ni de sentirse orgullosa por haber salido sola de la situación.

/ Fin de flashback /


— Y técnicamente, eso fue todo lo que sucedió. — terminó de relatar con calma May.

La joven miró a Drew. Este se encontraba con su semblante muy serio, mirándola a los ojos de forma penetrante, sin decir ninguna palabra. Eso no era una muy buena señal.

— Déjame ver si entendí...— Dijo con voz sedoss y terriblemente calmada el peliverde arrastrando las palabras. — No pediste ayuda, ni siquiera a mi por tu orgullo de poder salir de ese embrollo tú sola. — Afirmó con seriedad sin quitarle la mirada a la joven.

Si May no lo conociera tan bien, diría que el coordinador en ese momento se veía terriblemente seductor y varonil. Pero era Drew LaRousse, el chico que cuando empezaba a articular suavemente y con seriedad era porque estaba a punto de regalarte un gran sermón.

— ¿Si? — Respondió la castaña con algo de inseguridad.

— Le pedí una respuesta concreta, señorita Balance. No una pregunta. — Contestó serio mientras fruncía el ceño. — ¿En qué estabas pensando May? ¡Estabas en peligro! No era cualquier cosa, por Arceus. — Le expresó molesto elevando un poco la voz el chico.

— Yo sabía que podía salir de eso. Además los eevees estaban en peligro. — Se excusó la joven de mirada zafiro.

— Pero eso no lo justifica, te pusiste en peligro y mira como terminaste. — Le reprochó el peliverde muy molesto, pero después suspiró para relajarse al ver los ojos acuosos de la chica. — Yo entiendo, que en verdad querías salvar a esos Pokémon, pero ¿Qué hubiera sucedido si algo más grave te pasaba? — Añadió en tono más suave, pero sin dejar de lado la autoridad en sus palabras.

Estas palabras hicieron que May quedará en shock, sorprendida por el rumbo de la conversación.

— En verdad estoy muy molesto contigo, porque no pensaste en que eres una persona realmente importante para muchas personas. No pensaste en tus amigos, tus Pokémon. ¡Ni siquiera en tu familia!. — Explicó detenidamente mientras dejaba salir su frustración, el ojos esmeraldas. — No pensaste en mi. ¿Qué hubiera hecho al saber que algo le había pasado a la tonta que más quiero? — Añadió dolido Drew.

Las palabras de Drew llegaron ondo en May. Era verdad todo lo que le decía. ¿Si las cosas hubieran llegado a empeorar ella seguiría ahí para contar la historia?. Un escalofrío le recorrió la espalda al pensar en las posibles consecuencias que podrían haber sucedido. Se había puesto innecesariamente en peligro. Desde luego, no se arrepentía de haber intentado rescatar a los Pokémon, pero hizo mal en no pedir ayuda para salir del hoyo. Solo había conseguido lastimarse en el proceso y preocupar a su ser más amado.

— Yo… — Respondió indecisa la castaña. — Lo siento, no pensé en todo lo que podría pasar por ese descuido. Yo solo no quería importunar a nadie, mucho menos a ti. No quería que te perdieras el concurso. — Explicó con dificultad bajando su mirada triste.

— Serás despistada. — Dijo calmado el peliverde mientras alzaba el mentón de la joven para que lo mirara a los ojos. — No me hubiera importado perdermelo. Todo con tal de ayudarte a que estuvieras sana y salva. Porque te amo, May. — Explicó con ternura el coordinador.

— Drew...—susurró con suavidad la joven de ojos zafiro.

— Solo te pido que jamás me vuelvas a asustar de ese modo. — Respondió el peliverde mientras le besaba la frente a Balance y volvía a tomar asiento a su lado en la cama. — Bueno, hay algo que es muy cómico y extraño en toda esta situación. — Mencionó el chico enigmático, retomando su actitud relajada de siempre.

— ¿Qué cosa?. — Preguntó curiosa la coordinadora de Blaziken.

— Tienes una habilidad innata para meterte en problemas. Además, no puedo creer que fueras tan despistada para no darte cuenta de la trampa. También me parece extraño, ya que tú tienes experiencia con el equipo rocket. — Explicó sonriendo arrogante el peliverde.

— ¡Oye! Me hubiera gustado verte a ti en mi lugar, haber que hubieras hecho. Además Jessy y James son más predecibles que estos sujetos. — Contestó irritada la princesa de Hoenn, inflando sus cachetes para hacer un tierno puchero.

— Admítelo, May. Yo si me hubiera percatado. — Contestó soberbio el caballero de ojos esmeraldas. Aunque rápidamente cambió su semblante a uno pensativo. — Solo hay una cosa que me preocupa. No me da buena espina la fascinación que le diste a ese par de rufianes. — Añadió un poco preocupado.

— Supongo que solo estaban exagerando. No creo que me los vuelva a cruzar de nuevo. — Contestó calmada la castaña, encogiéndose de hombros.

— Bueno, para asegurarme de eso, estaba pensado que quizás tú y yo podríamos viajar juntos por un tiempo. Al menos hasta que termine el gran festival de Johto. — Dijo como si nada LaRousse, mirando de reojo la cara de sorpresa de May. — Solo si tú quieres, claro está. — Añadió un poco nervioso al no recibir una respuesta inmediata de la joven.

— Claro, me encantaría. — Respondió muy feliz la castaña.

— Por supuesto que te encantaría. Después de todo, soy un encanto. — Añadió arrogante mientras se sacudía el flequillo delantero sonriendo triunfante.

— Ay, no lo arruines señor perfección. — Rodó los ojos divertida May. Despues de todo, había momentos en que le exasperaba aquel joven de ojos esmeraldas, pero muy en el fondo de su corazón amaba cada faceta suya.

— Nunca arruinó nada. — Dijo con sencillez. El joven LaRousse se acercó nuevamente a ella, tomó su mejilla en su mano y la fue acercando poco a poco. ¿Su objetivo? Los dulces labios de la coordinadora. Ella cerró sus ojos.

Podían sentir cada vez más cerca las respiraciones del otro, estaban a punto de rozar sus labios, pero un portazo en la habitación los asustó.

— ¡May, alejate de ese depravado oportunista! — Gritó un chico de tez blanca enojado, apareciendo en escena frente a ellos.

May y Drew quedaron anonadados por la intromisión. El peliverde frunció el ceño y empezó a analizar a aquel sujeto extraño que los había interrumpido. Era de ojos grises y tenía un horrible gorro color blanco en su cabeza que lo hacía parecer una cebolla. Usaba una chamarra roja con toques negros. Superficialmente se veía que tenía toda la pinta de un entrenador Pokémon. Ahora la pregunta del millón era ¿De dónde conocía May a aquel tipejo?. Al parecer el chico entrometido no le miraba a él sino a la coordinadora que se encontraba sorprendida con la boca abierta de la impresión. Decidió el de ojos esmeraldas que era tiempo de acabar con esa situación.

— Disculpa, ¿Cómo es que me llamaste? — Preguntó molesto el coordinador de Roselia fingiendo falsa educación. Esto pareció sacar del trance al sujeto y a la princesa de Hoenn.

— Te llamé depravado oportunista. ¿Acaso estás sordo? — Contestó de mala manera el entrenador. Lo cual solo hizo enojar más al peliverde.

Antes de que todo se saliera de control, May decidió intervenir. Conocía a Drew, sabía que en ocasiones podría ser algo egocéntrico y arrogante, pero eso no le quitaba lo educado a su novio. Aunque solamente era educado con gente que era recíproca a este trato. Vio que el peliverde arqueó una ceja y estaba preparado para lanzar una respuesta ingeniosa, pero le detuvo.

— Drew, él es Brendan. Un viejo amigo. — Mencionó apenada la joven castaña debido al comportamiento de su amigo de la infancia.

— Soy Brendan Birch, el futuro novio de May. — Contestó con orgullo el joven entrenador luciéndose ante la pareja. May le miró de mala manera, pero no pudo seguir con su labor, ya que en ese momento Drew LaRousse empezó a reír a carcajadas.

— ¿Drew? — Preguntó May desconcertada por la actitud del mencionado.

— ¿Qué es tan gracioso? — Preguntó de la misma manera Birch.

— Solo me parece sumamente divertido que te autodomines el "futuro novio de May". — Rió de forma más elegante el peliverde mirando despectivo a Brendan.

— Ya lo verás, ella algún día será mi novia— Contestó irritado Brendan apretando los dientes, mirando con odio al peliverde.

— Imposible, ya que ella será la futura señora LaRousse. — Contestó sonriendo arrogante el de ojos esmeraldas. Saboreando las palabras en su boca y la reacción de los presentes.

Si a Drew se le obligaba a elegir su reacción favorita, sin dudarlo escogería la de May. La chica se encontraba sonrojada y lo miraba sin creer sus palabras. Muy tierna e inocente. El amigo de May solo les miró escéptico con una mueca de desprecio, aunque mudo de la impresión.

— Estás loco si voy a permitir eso, cabeza de espárrago. — Insultó el castaño cruzándose de brazos.

— Que maleducado eres, así May nunca se fijaría en ti, Brenda. — Respondió con desinterés Drew, pero sin dejar de responder a la ofensa de manera ingeniosa, haciéndole creer que había olvidado su nombre.

— ¡Mi nombre es Brendan! — Gritó desesperado el de ojos grises jalandose su gorro de desesperación. — En verdad eres desesperante.

— Muchas gracias por notarlo. — Dijo solemne sonriendo de lado.

— Drew, basta. — Habló May divertida, pidiéndole al menciono parar, este solo asintió.

— Vaya Brendan, al parecer ya conociste al famoso Drew LaRousse. — Dijo una voz que se notaba inmediatamente amable y educada.

Todos los presentes volvieron a mirar al recién llegado. Un joven un poco mayor que ellos, aproximadamente 3-4 años. De cabello y ojos del color de la plata. Una sonrisa afable era lo que resaltaba en aquel hombre. Detrás de él se encontraba el padre de May.

— Es de lo peor. — Dijo frustrado Birch al joven misterioso.

La castaña al ver al par de chicos gritó emocionado.

— ¡Papá, Máxi! — gritó emocionada a los recién llegados. — ¿Qué hacen aquí en Ciudad Verde ? — Preguntó con curiosidad la de ojos zafiros.

— ¿Máxi? — Pensó Drew, mientras enarcó una ceja interrogante. ¿Quién era ese sujeto? Se le hacía familiar.

— Los tres vinimos para ver cómo estabas. — Dijo con simpleza el papá de May. Al parecer May no había entendido su respuesta, ya que de le miraba confundida.

— Lo que quiere decir tu padre, es que vimos el concurso ayer. Notamos que no te encontrabas del todo bien, así que rápidamente vinimos en un helicóptero de Devon. — Explicó Máximo con sencillez. — ¿Cómo te encuentras, pequeña? — Preguntó dulcemente el joven peliplata haciendo sonreír a May feliz.

Por su parte Drew sintió rugir su bestia interior. El peliverde se estaba cuestionando seriamente si no era algo paranoico, pero había jurado que ese tono dulce no era normal en una relación de amigos. Por otro lado Brendan le miraba con el entrecejo fruncido.

— Solo fue un susto, no se preocupen. Ya con tiempo les contaré los detalles. — Respondió feliz la castaña, aunque enmudeció de golpe al sentir como el joven tomaba su mano y le regalaba un beso casto en esa.

Ella empezó a reír con nerviosismo mirando a Drew de reojo. Este cambio su expresión totalmente. A simple vista se miraba serio, pero había algo en sus ojos que clamaba guerra. Máximo miró a los ojos esmeraldas del chico. Drew detectó que le estaba retando, era un brillo imperceptible en la mirada acerada. El ambiente se sentía muy cargado, por lo tanto Norman decidió intervenir.

— Un gusto volver a verte, Drew. — Mencionó afable el peliazul.

— El placer es todo mío, señor Balance. — Contestó de forma educada el peliverde.

— Basta de formalismos. Recuerda que algún día seremos familia, ya lo habíamos hablado la vez pasada que visitaste Petalburgo. — Añadió animado el líder de gimnasio.

Brendan, Máximo y May quedaron mudos de la impresión. Por su parte Drew sonrió petulante. El padre de May le había dado una ligera ventaja ante el otro par de chicos.

— Claro, Norman. Que desconsiderado de mi parte. — Respondió educado, pero sin dejar de sentirse superior a los otros. De repente Máximo se le puso de frente, este extendió su mano en su dirección.

— Un gusto conocer al heredero LaRousse. Soy Máximo Peñas. — Hablo de forma amable el peliplata. Por su parte Drew estrecho su mano.

Así que de ahí se le hacía conocido. Los Peñas eran una de las familias más importantes en la región de Hoenn, además eran dueños de la compañía Devon S.A. que en ocasiones les había proporcionado algún que otro equipo tecnológico e innovador para Ciudad LaRousse. Y para terminar el asunto, Máximo Peñas era el actual campeón de Hoenn.

— Vaya, un honor que el campeón conozca mi nombre. — Dijo con ironía el peliverde. — ¿De dónde conoces a May? — Preguntó con curiosidad disimulada.

— Al igual que Brendan, somos amigos de la infancia. — Dijo con tranquilidad el campeón. — Aunque a diferencia de Brendan, yo era algo más. Cuando éramos pequeños estábamos comprometidos. — Mencionó como si nada el joven.

— ¿Ah? — Exclamó Drew un poco incrédulo y descolocado.

— ¿Ya vas a empezar con eso? — Preguntó fastidiado Brendan.

— ¡Máximo, eso ya tiene demasiado! — Contestó May apenada.

— De todos modos, Drew es el novio oficial. — Dijo con simpleza el padre de la castaña, sonriendo cómplice a Drew.

— Si no es mucha molestia, ¿Podrías compartir esa información? — Preguntó tratando de mantener la calma el peliverde, pero a simple vista se veía un poco molesto. Trataba de que los celos no le dominaran.

— Fue un pacto entre nuestras familias. Básicamente se trataba de que si May y yo no conseguíamos encontrar pareja algún día, nuestras familias se unirían con nuestro noviazgo y posterior matrimonio. — Explicó soñador el peliplata.

— Afortunadamente, May ya encontró con quién quiere estar. — Contestó a secas el coordinador de Roselia, fulminandolo con la mirada.

— Tal vez, pero las personas siempre cambian de opinión. — añadió Brendan uniéndose a la plática.

— Por primera vez concuerdo con Brendan. — Contestó Máximo retador.

— Ay, sabía que no debía traerlos conmigo. — Dijo frustrado Norman mientras se llevaba una mano al puente de su nariz, sobándose.

May al ver la batalla campal de miradas que se dedicaba el trío de jóvenes decidió intervenir.

— ¡Hey! ¿Que acaso mi opinión no cuenta? — Exclamó molesta la castaña.

Todos voltearon a mirarla.

— Desde luego que sí, querida May. — contestó galante Máximo.

— Bien, quiero que se vayan y me dejen a solas con Drew. Mañana hablaremos con más calma. — Expresó molesta la coordinadora, mirándolos esperando señales de negación. Drew solo se limitó a sonreír de lado. Esa era su chica.

— ¡May, no! — Lloriqueo Brendan tratando de acercarse a la cama para tomar su mano, pero Norman se interpuso en su camino y lo sujetó del cuello de su chamarra.

— Ya escuchaste a mi hija, Brendan. La veremos con más calma mañana. — Contestó amable el peliazul.

— Si ese es tu deseo, no soy nadie para negarlo. — Contestó Máximo derrotado, tratando de sonreír. — Nos vemos, fue un gusto verte May y conocer a tu novio. — Añadió con caballerosidad para retirarse de la habitación.

— Nosotros también nos retiramos. Espero que descanses hija. — Dijo Norman mientras jalaba a Brendan de la chamarra.

— Yo no quiero irme. ¡May, no lo dejes! — Lloriqueo Birch de forma dramática. May le miró cansada, pero decidió después ignorarlo.

Antes de salir, Norman se acercó a Drew y en un susurro le dijo las siguientes palabras.

— Aquí entre nos, tu eres mi favorito para ser mi yerno. — Susurró con determinación el líder.

— Gracias Norman. — Contestó un poco apenado el peliverde.

Fue así como la pareja de coordinadores quedó nuevamente a solas.

— Eso fue algo extraño. — Mencionó May apenada.

— Cuando pensabas decirme de tus "amiguitos" — Preguntó Drew con tranquilidad.

— Cuando fuera el momento, sinceramente pensé que ya ese tema era pasado. — Contestó frustrada la castaña. — Además no tienes que preocuparte por ellos. Máximo es como mi hermano mayor, seguro solo te estaba molestando por ser mi novio. Y Brendan es como el hermano menor, es muy tonto. — Explicó la coordinadora detenidamente, evaluando las reacciones de Drew, que al parecer se encontraba muy calmado a comparación de hace unos momentos cuando la habitación estaba llena.

— No me preocupo, solo la situación me tomó por sorpresa. Después de todo, yo soy el afortunado de ser tu novio. ¿No es así? — Contestó con dulzura el coordinador de Roselia, acostándose al lado de May en la cama.

— Exacto, el único. — Contestó con simpleza la castaña acurrucándose en el pecho del chico.

— Porque Drew LaRousse no tiene rivales en el amor. — Sentenció satisfecho el peliverde sonriendo de lado, robándole una risa a la chica. — Ahora duerme, será mejor que descanses. Ya luego nos ocuparemos del tema del equipo rocket. — Ordenó en su tono mandón.

— Lo que usted diga, señor perfección. — Contestó May, cerrando sus ojos contenta y relajada.

Pasó un rato y llegó un momento en que la castaña se durmió. Drew contempló su rostro sereno.

— Te amo May, me alegro que estés bien. Sana y salva a mi lado. No dejaré que nadie más te lleve de mi lado — susurró con determinación mientras besaba su frente.

Decidió que lo mejor sería que durmiera también. Mañana sería un día largo en compañía de ese par de locos que querían quitarle a su castaña, pero él les enseñaría que nadie le gana a Drew LaRousse y al amor que siente por la coordinadora. Ni siquiera un entrenador de cuarta, mucho menos el campeón de una región serían capaces de interponerse entre ellos.