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And I don't want your pity
I just want somebody near me
Guess I'm a coward
I just want to feel alright
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Buttercup odiaba, por sobre muchísimas cosas, sentirse débil. Y lo estaba haciendo más veces de las que le gustaría.
Era viernes por la tarde. Recién despertaba de aquella siesta que la desvió de comer un almuerzo rápido al llegar de la escuela, ya que se encontraba sola en su casa. Supuso que sus hermanas ya habían llegado de lo que sea que habían hecho en el medio día.
Su cuerpo pesaba y le costaba moverse, pero tomó fuerzas para levantarse e ir al baño a lavarse la cara.
Miró su rostro algunos segundos en el espejo. Me veo como una puta muerta, pensó, al ver las ojeras y las bolsas bajo sus verdes ojos. Le echó una ojeada a su cuerpo y le vino un mal sabor a la boca. Le provocó asco. Suspiró ante aquellos pensamientos.
Se dirigió a su armario en busca de aquella sudadera que le quedaba inmensa. Luego, se tumbó en su cama de nuevo. El poco hambre con el que se había levantado desapareció como si nada y como reemplazo apareció un nudo en su garganta.
"Buttercup, sabes que siempre te digo que eres hermosa. Pero, bueno, puedes arreglarte un poco, sabes... ¡para no abandonarte! Seguro que eso te hará empezar a sentirte mejor contigo misma. Empieza a salir al mundo... habla con algunos chico, ¡coquetea un poco! Tal vez tener novio te hará sentir mejor".
Pensó que la próxima vez debería ir a pedirle consejos a un terapeuta, y no al Profesor. Claro, como si eso fuera fácil. Había cosas con las que no se sentía cómoda y tampoco se encontraba en un momento en el que precisamente la voluntad por cambiar y sentirse mejor la moviera por todos los cielos.
Pero, al verse al espejo y notar su aspecto mal arreglado, al darse cuenta de la insatisfacción que le provocaba su físico (sus ojos grandes, sus piernas, su cabello, su rostro, sus brazos, entre otras cosas) se sintió una idiota y se replanteó si su padre no tenía razón y simplemente tenía que... seguir la corriente. ¡Mueve el culo, inútil! Pensó.
Su celular vibró.
Mitch [ 6:30 PM ]: — BUTTERRRRSSSS, AMIGA, ¿VIENES HOY?
Buttercup [ 6:31 PM ]: — Amigo, me siento mal, será otro día.
Bloqueó su teléfono y lo dejó caer. Otro viernes por la noche, otra excusa. En aquella parte oculta de su mente, la idea de que su grupo de amigos se alertaba ante sus repetidas ausencias y se preocupaba al respecto era algo que de una cierta y retorcida manera le consolaba.
¿Grupo de amigos? ¿Acaso lo eran?
La soledad volvió a abrazarla siguiendo la rutina en el que la caída del Sol se volvía su peor enemiga. ¿Por qué alguien sería su amigo? Ella no era una muy buena persona; era terca, impulsiva, bruta, egoísta, mal hablada, orgullosa, hiriente... ¿seguía la lista?
Además, no era como si se la pasara muy bien allí. De socializar con todo el grupo, había pasado a hablar solo con Mitch, Mike y Butch, y cabe decir que no le ponía demasiadas ganas tampoco, pero aún así trataba de dejar allí las últimas pizcas de su fuerte personalidad que se desvanecía con el tiempo.
Buttercup se veía gigante muchas veces, podía aparentar que lo era, pero la realidad es que era pequeña como una hormiga.
Gigante, porque peleaba contra monstruos, los vencía; era poderosa como mil demonios, pero por esto su cuerpo no era precisamente delgado como el de sus hermanas, su figura imponente aterraba a los civiles.
Pequeña, porque su falta de ingesta la había llevado a bajar de peso. Porque era baja de estatura, débil, llorona; sufría, en silencio, todo el tiempo, y lo único que deseaba era ocultarse bajo sus sábanas y desaparecer. Porque quería, en lo más profundo de su corazón, un beso; una romántica situación sacada de una película, alguien que la haga sentir amada, ¿acaso eso suena tan estúpido para nosotros como lo hacía para ella?
Se sentía más pequeña incluso que su hermana, Bubbles, a quien siempre había considerado un ser de cristal y resultaba que era la más fuerte de las tres.
Observó al techo tratando de buscar las respuestas a su sentir. Ella no era una excelente persona, pero... era buena. ¿Eso era suficiente, no? ¿Acaso era ella suficiente? ¿Valía de algo?
El dilema entre sentir que te mereces el dolor, y a la vez no. Una contradicción que provoca una lucha interna entre la posición de víctima y la de posible culpable que pueda tener. Una alteración total a su autoestima.
Su respiración comenzó a acelerarse. Otra vez. Otra noche más en el que el miedo a salir al exterior y encontrarse con las miradas penetrantes de las personas le aterraba. Otro día en el que su cabeza comenzaba a apoderarse de su realidad, a atormentarla, a dejarla en un vacío inexistente. Otra vez, no tenía a nadie.
Nadie.
Aquella palabra retumbaba en sus oídos con fuerza. Nadie la amaba, nadie la apreciaba, ¿estaba mal que ella quisiera eso? Sentirse amada por alguien, quien fuera, ya sea sus hermanas, su padre, sus amigos, o una estúpida pareja. Quería sentir, anhelaba poder volver a disfrutar de aquellos momentos que la hacían feliz, deseaba tener la suficiente voluntad para poder levantarse de la cama y seguir sus sueños.
Comenzó a llorar. Se puso tiesa, como una estatua. No podía moverse y las lágrimas no parecía que dejaran de salir.
Nadie.
Y ahí estaba, sola.
Teniendo uno de esos tantos ataques.
Nadie.
¿Por qué le pasaba esto a ella? ¿Qué había hecho?
Nadie.
¿Qué hizo que se volviera tan pequeña, que sintiera vergüenza de sí misma?
Nadie.
¿Qué fue lo que provocó que Buttercup se odiara y que se aleje del mundo?
Nadie.
¿Qué fue lo que quebró a la luchadora más ruda, lo que la llevò a pensar en la muerte todos los días?
Nadie.
¿Y ahora, quién iba a encontrarla?
Nadie.
¿Quién iba a amarla
Nadie.
¿Quién iba a salvarla?
Nadie.
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And I know no one will save me
I just need someone to kis
Give me one good honest kiss
And I'll be alright
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EVERYBODY DO THE MITSKI SHUFFLE.
