Disclaimer: Los personajes de esta serie de viñetas le pertenecen a la Mangaka Rumiko Takahashi, en cambio la trama salió exclusivamente de mi mente loca e inspirativa. No se aceptan copias/plagio del mismo.

Advertencia: Este fanfic NO toma en cuenta los sucesos de Hanyo no Yashahime. Solo la existencia de Moroha. Cada viñeta tendrá una longitud entre 500 a 1000 palabras y serán correlativas al crecimiento de dicho personaje.

Palabras: 997


I.

"Aroma"


Con nerviosismo, guio sus pasos hacia un objetivo en específico cuando presintió que era el momento correcto. Sentía en demasía la cálida tierra rozando la planta de sus pies y su alborotado corazón queriendo salir de su pecho.

Frenó en seco y respiró hondo tratando de despistar aquellas sensaciones nacientes en él. En cualquier momento sentía que se le acabaría el aire en sus pulmones y emprendería su huida como un cobarde.

Pero no.

No podía dejar a Kagome sola en esta situación, no después de todo el camino que ambos recorrieron.

Los miedos lo paralizaban y le hacían replantearse muchas dudas ¿sería capaz de realizar bien su labor? ¿Y si no lograba proteger aquello que tanta ilusión les hizo cuando confirmaron el hecho?

¿Se repetiría la historia de sus padres?

El hanyou sintió la calidez y el apretón de una mano sobre su hombro. Ladeó su rostro con cierto temor, encontrándose con una mirada azul persistente.

Miroku lo observaba con una cálida sonrisa y en sus ojos se reflejó aquella respuesta que reconfortaba su agitado pecho.

«Tú puedes»

La nula frase se instaló en su mente y torció sus labios, expresando algo que podía calificarse como una tenue sonrisa o una mueca nerviosa.

Volvió a tomar aire y, con decisión, corrió la puerta de bambú que dividía el exterior con la bochornosa habitación central de la cabaña añeja.

El aire del lugar se impregnó de inmediato en sus fosas nasales y pudo distinguir la identidad de los individuos dentro de la habitación. Olfateó más y de pronto sintió cómo su eufórico corazón volvía a estar presente en sus sentidos al reconocer un tenue aroma nuevo para él.

Era una mezcla extraña que provocaba calidez en su pecho y un sentimiento extremo de protección.

La anciana Kaede, Sango y la pequeña Rin lo observaron con afecto cuando él se quedó nuevamente estático, producto del descubrimiento anterior y del retorno de sus miedos a su cuerpo, borrando el halo de valentía que lo rodeaba.

El trío de féminas, quienes ayudaron a Kagome en aquel proceso tan doloroso, decidieron alejarse de la susodicha y así darle espacio a que la pareja disfrutara del momento mágico y único en sus vidas.

El albino aún sentía los chillidos femeninos retumbar en sus orejas y la frustración que sintió al no poder hacer nada más que apoyarla desde la escasa distancia que los separaba. InuYasha sabía que Kagome podría con esto a pesar del desgaste de energía que conllevaba. Su compañera era fuerte.

Sango y Rin le sonrieron antes de partir hacia el exterior y esperar junto al resto de espectadores. Por su parte, Kaede terminó de reacomodar unos objetos y se levantó, observando el inerte cuerpo masculino con orgullo. Luego de tantos años de sufrimiento, de angustia y soledad, Kagome e InuYasha se encontraban nuevamente juntos y unidos de por vida por la marca youkai.

Por fin vivirían su amor al máximo, comenzado un nuevo camino lleno de momentos inolvidables, como el que experimentaban el día de hoy.

—Kagome hizo un buen trabajo — comentó ella con emoción, siguiendo los pasos que dieron las féminas antes de desaparecer de la cabaña.

Al llegar al marco de madera, ladeó su rostro y sonrió maternalmente al comprobar el estado emocional de InuYasha. Nunca lo había visto quedar tan perplejo.

El susodicho se mantuvo en la misma posición por unos segundos mientras su compañera lo miraba con ternura desde lo bajo y cubierta de mantas.

En sus ojos chocolates se notaba el brillo intenso y algunos rastros salinos, producto del esfuerzo del momento que vivió. Sus cabellos se encontraban revueltos, en grandes masas de nudos que seguramente le costaría minutos desenredar. Sus ojeras violáceas eran un claro adorno que indicaba el cansancio que su cuerpo padecía desde la madrugada en que él la encontró cubierta de un líquido extraño.

Aquello fue el anuncio que ambos necesitaban para saber que ya había llegado el momento que esperaban desde nueve meses atrás.

Él la cargó con cuidado y evitando las punzadas de dolor que los gritos de Kagome provocaban en su pecho. Se dirigió rápidamente hacia la cabaña de la anciana Kaede y desde ahí comenzó el proceso que su compañera catalogó como parto.

Shippo, Miroku y sus hijos fueron su gran soporte ante los nervios y la frustración que sentía al querer entrar a la cabaña y detener todo aquello que prolongaba el sufrimiento de la joven.

Esperó demasiado este momento y él ahora no sabía cómo responder a todo ese cúmulo de emociones. Solo observaba a su compañera con un pequeño bulto envuelto entre mantas, manteniendo su temperatura.

—Ven, InuYasha — la cálida voz surtió efecto y sus pies comenzaron a tomar vida nuevamente, deshaciendo cualquier hechizo que sus inseguridades le provocaban. —Dale la bienvenida a tu hija.

«Tu hija»

Exhaló el aire acumulado y sus orbes doradas se cristalizaron, queriendo dejar de retener las lágrimas de felicidad que aquellas dos palabras significaron para él.

Aquel tenue aroma nuevo que había distinguido con anterioridad era el de su cachorra. Su hija. Una mitad de Kagome y una mitad suya unidas, formando un nuevo individuo.

Enfatizó más en aquel aroma distinguiendo un dulzor, similar al jazmín, y chispazos de un olor característico a la madera y a la humedad. Una esencia tan pura que de igual manera le traía paz a su ser. Lo hacía sentirse tranquilo y feliz como cuando Kagome estaba a su lado.

El pequeño bulto comenzó a moverse inquietamente entre los brazos de su madre y soltó varios quejidos de bienvenida. Su piel perlada y rojiza se asomó por la tela que cubría su frágil cuerpo, al igual que su cabello azulado.

Desde ese momento y al verla tan indefensa, InuYasha juró proteger aquella criatura y resguardar su esencia porque ahora su corazón latiría por siempre por ella y por su compañera.

Su cachorra emanaba un aroma que representaba la unión y el amor eterno que Kagome y él sentían. Su aroma favorito.


Notas de Autor: ¡Buenas! *aparezco luego de una eternidad.

¿Cómo se encuentran, bellezas? Yo feliz de iniciar este nuevo proyecto que tenía planeado hace algunas semanitas. No lo había publicado antes por diversos problemas que tuve, algunas ya sabrán de que se trata. Así que me tomé un tiempito para sentirme mejor y poder traerles las actualizaciones más seguido.

Este fanfic tratará sobre el post nacimiento de Moroha y las situaciones y sentimientos que Kagome e Inuyasha enfrentarán como padres primerizos. Yo ya tengo planeada otra historia donde profundizare este tema y otros más, pero será un long fic el cual aun estoy trabajando. Al tener tantas ideas y pequeños momentos de inspiración, quise crear este fanfic para aguantar la espera del otro.

El titulo «La vida que siempre soñamos» no solo hace alusión a todos los momentos que siempre quisimos ver en HYN, sino también a las expectativas y sueños que Kagome e Inuyasha tenían sobre su relación, como por ejemplo la ilusión de formar una familia y enriquecerse del proceso que conlleva. Ellos aprenderán a superar todas las pruebas y los miedos que aun sienten durante el crecimiento de Moroha.

Esta primera viñeta se la quiero dedicar a Giu, una amiga de twitter quien siempre plantea este tipo de situaciones. Gracias a ella surgió la idea de que el aroma favorito de Inuyasha sería el de Moroha ya que representa la esencia de Kagome y la de él. Ella es la clara referencia de la unión y el amor de sus padres.

En fin, les comento que trataré de actualizar cada tres o cinco días, aunque también dependerá de la inspiración que tenga. De igual manera pueden seguirme en mi pagina de Facebook ya que anunciaré por ahí cada vez que actualice, entre otras cosas random que suba. El link se encuentra en mi perfil.

Espero que se puedan sumar a esta nueva aventura conmigo y así descubrir esta nueva faceta paternal del InuKag.

¡Cuídense mucho!

Con amor, Aida K.