Un encuentro inesperado
Moroha, Towa y Setsuna seguían en la búsqueda de las perlas arcoíris. El árbol sagrado ya les había mencionado que necesitaban de esas perlas para volver a encontrarse con Zero y solo así podrían cortar la conexión que tiene con la madre de las gemelas, Rin. De esa forma podrían derrotarla sin lastimar a nadie en el camino. Esa también fue la última vez que vieron a Sesshomaru, él se quedaría con su esposa como hace tantos años, solo la veía dormir y al parecer eso le era suficiente, no lo demostró, pero estaba tranquilo de saber que Setsuna había podido ser revivida por colmillo sagrado, al menos Jaken hizo saber la sorpresa que le dio verla, también mencionó que Rin estaba feliz.
Sesshomaru ya conocía la misión que les encargó Treekyo, que ellas tomasen la decisión de seguir esas indicaciones también era parte de su plan, esperaba que aceptaran la misión.
Habían pasado un par de semanas desde que empezaron y hasta el momento solo habían encontrado la perla azul y eso fue gracias a que Kin-U les entregó la perla cuando se encontraron en la aldea de Kaede, ella conocía perfectamente la misión de las princesas, su padre le contó un poco sobre el destino de cada una y la importancia de su papel en la vida de ellas. De alguna forma, Miroku tenía la perla azul en sus manos y Kin- U debía llevarla hacia la aldea para entregársela a las gemelas.
Hasta el momento, su viaje transcurría entre pueblos, bosques y distintas aldeas a las que entraban para información sobre desastres o demonios que hayan estado merodeando cerca de ahí, pronto llegaron a un bosque.
El sol estaba abrumador y no parecía tener intención de ocultarse pronto. Moroha estaba agotada, no le gustaba cuando hacía tanto calor y ese día sentía que el sol le quemaba demasiado.
-Hay que descansar- Les informó a sus primas. Acto seguido, se quitó la capa, el arco, las flechas y su espada para tumbarse en la sombra del árbol más grande.
-Setsuna, creo que deberíamos aprovechar para comer algo e hidratarnos- Comentó Towa que también estaba acalorada y comenzó a preparar un picnic mientras escuchaban la ruidosa respiración de Moroha dormir.
-Sí que estaba cansada- Empezó Setsuna y bebió el agua que le invitó su hermana- Pero no debería dejar sus cosas así, se las podrían robar- Explicó mirando todo lo que dejó Moroha antes de quedarse dormida.
-Creo que confía mucho en nosotras- Le mencionó Towa con una sonrisa- Es bueno tener en quien confiar, no creo que deje todas sus pertenencias con nadie más.
-Supongo- Continuó Setsuna y empezó a comer la manzana que le dio su hermana, entonces volvió su vista hacia el gran árbol que les hacía sombra, en uno igual estaba su madre, la conoció por unos segundos antes de ser resucitada. Ese sueño era constante ahora que ya podía darse el lujo soñar "Vive y sobrevive, querida Setsuna". Aún no entendían bien el motivo del por qué ocurrieron las cosas así, pero sabía que pronto tendrían las respuestas que necesitaban.
Towa disfrutaba de la tranquilidad del ambiente y desenvainó su recién adquirida espada, a la cual le incrustó la perla azul, según Jaken, al mezclar la espada celestial con una de las perlas, podría presentir cuando estuviese otra cerca y haría más rápida la búsqueda de esas perlas pero que no se confíe de eso pues 2 de las perlas tenían un campo de protección para pasar inadvertidas.
Al cabo de un rato, Moroha empezó a despertar mientras enfocaba su vista en el cielo sobre las abundantes hojas del gran árbol y notó que los pájaros cambiaron de sentido de forma brusca y repentina, en seguida se dio cuenta. Un youkai gigante y sin cabeza iba a su encuentro a grandes pasos. ¿Cómo era posible que ninguna haya sentido su presencia?
- ¿Ustedes lo sintieron? - Preguntó Moroha al mismo tiempo que todas intentaban mantener el equilibrio. Ellas negaron- Creo que está usando un campo de energía para evitar que lo detecten- Dijo y los pasos se hacían más pesados e hizo tambalear aún más a las chicas por el suelo inestable. Moroha quiso alcanzar sus cosas, pero otra vez la tierra volvió a temblar.
Setsuna fue la primera en estabilizarse para encarar al gigante con su espada de sangre, pero fue inútil, este conseguía regenerarse y la tumbó.
- ¡Setsuna! - Gritó Towa y se dispuso a pelear con el gigante.
- ¡Tú la tienes! Entrégamela- Towa se extrañó porque no sabía de dónde provenía su voz si él estaba decapitado.
- ¡Quiere la perla! ¡Guarda tu espada! - le gritó Moroha y sacó el rojo carmesí para convertirse en Beniyasha, hasta que se escuchó una voz masculina.
- ¡Aléjate, viento cortante! – Le dijo la voz a Towa, quien retrocedió.
Towa se apartó al oír esa voz y las niñas trataron de enfocar su vista en esa persona mientras observaban el ataque de esa gran espada hacia el gigante, cuando el hombre de largo cabello plateado aterrizó en frente del gigante que cayó al piso, las niñas se preguntaron quién era y por qué su espada tenía tanto poder.
Moroha observaba las ropas de ratas de fuego. Towa vio la similitud entre los trajes de su prima y la persona que se enfrentaba al gigante, el olor tenía un ligero parecido al de ella. También pensó en si él querría enfrentarlas luego de terminar con ese gigante, fue entonces que la pulga Myoga saltó encima del hombro de Moroha.
- ¡No puedo creerlo! - Dijo emocionado- El amo al fin fue liberado.
- ¿El amo? Te refieres…-Preguntó Towa, siguió mirando el combate y luego a Moroha.
-Al amo Inuyasha, el padre de Moroha- Respondió Myoga.
Towa se impactó y observó los detalles de ambos a lo lejos, sin duda ese espíritu de lucha era idéntico al de su prima y el largo cabello platinado era igual al de Sesshomaru, quién es su medio hermano. Moroha seguía observando, evidentemente estaba conmocionada, parece que nunca lo había visto, al igual que ellas que nunca habían conocido a sus verdaderos padres.
Inuyasha seguía peleando con el gigante, cuando entendió que tenía un campo de protección que impedía que sus ataques tengan efecto, destruyó ese campo con colmillo rojo, para luego lanzar el ataque final.
Las niñas quedaron impresionadas, Moroha aún observaba la escena con recelo, Towa y Setsuna, quien ya había logrado llegar hacia ellas, se miraron curiosas preguntándose por primera vez si Moroha conocía a sus padres, hasta donde sabían, ella tuvo una maestra, la cual falleció por uno de los cuatro peligros, la muerte fue dolorosa para ella y es una de las razones por la que no preguntaron por sus padres y, a decir verdad, nunca mencionan el tema.
Finalmente, el gigante cayó al suelo mientras su cuerpo se desintegraba.
Sonrió victorioso mientras caía al suelo con su gran espada.
-¿Lo ves Kagome? sabía que había un monstruo por aquí- Pero cuando aterrizó, encontró la mirada expectante de tres niñas.
-Ustedes no son Kagome- Se agachó a mirarlas- Oigan ¿quiénes son ustedes y por qué se me hacen tan familiares? - Se dirigió a Towa y a Setsuna- Y tú…- Olisqueó a su hija sin saberlo- Es extraño, pero tienes el mismo aroma de Kagome.
-Moroha seguía callada seguía observando a Inuyasha, cuando era niña pensó en las cosas que les diría a sus padres cuando regresaran por ella, pero nunca llegó ese día y siempre pensó que tal vez nunca llegaría, sin embargo, tiene a su padre justo en frente de ella.
Justo entonces, Myoga saltó al hombro de Inuyasha.
-Amo Inuyasha, han pasado muchos años desde la última vez que se vieron y tal vez ha cambiado un poco.
- Anciano Myoga ¿qué haces por aquí? Y de qué estás hablando ¿Años? A penas pasaron un par de semanas desde que estuvimos en la tumba de mi padre-Guardó su espada para luego cruzarse de brazos.
-Amo Inuyasha, ¿Quién lo liberó de la perla negra? - Preguntó Myoga.
-Pues no sé, lo único que sé es que aterrizamos en la guarida de Totosai pero él no estaba ahí.
Myoga pensó "Ese viejo se escapó para no lidiar con los sermones del amo" pero hizo otra pregunta.
- ¿Aterrizaron? ¿Entonces Kagome- sama está con usted?
- ¿Y qué esperabas? Entramos juntos, salimos juntos. Kagome quiso buscar flores antes de ir a la guarida de la tribu lobo.
Myoga al fin entendió que ni Kagome ni Inuyasha tenían idea del tiempo que pasó en realidad.
-Amo, lo que le voy a decir seguro es algo que no se lo esperan- Soltó con un suspiro- Pero esas jóvenes son hijas de Sesshomaru y la pequeña con las prendas de ratas de fuego es su hija, Moroha.
Inuyasha abrió los ojos de par en par.
- ¿Que- qué? –Gritó, ensordeciendo a las chicas, asustando a los pájaros que estaban en los árboles-Anciano, es totalmente imposible que…- Se acerca a su hija y la olfatea ahora de forma más exagerada- No puede ser, ¡es verdad! tienes principalmente el aroma de Kagome pero ¿cómo es posible que estés tan grande?- Se acerca más a su hija y la mira con cuidado, es idéntica a él.
-En la perla negra el tiempo es muy diferente, tal vez ahí pasaron 14 días, pero aquí fueron 14 años- Siguió Myoga con la explicación.
Inuyasha seguía observando a Moroha y tampoco sabía muy bien qué decir, pensó que encontraría a una bebé cuando volviese a reunirse con su hija, así que no ensayó nada y bueno, de lo contrario tampoco lo hubiese hecho, pero al menos la reconocería al instante.
-Inuyashaaaa ¡las encontré! las flores para Moro... -A lo lejos, Kagome corría con unas flores en sus brazos, queriendo darle el encuentro a Inuyasha hasta que sus ojos se cruzaron con los de las niñas y cuando se posaron en los de Moroha, lo sintió, era ella, su niña. Dejó caer las flores y se acercó lentamente mientras las lágrimas y el asombro se posaban en sus ojos-Eres tú… Moroha- logró decir, pero cuando estuvo más cerca, intentó tocar su rostro, pero Moroha salió corriendo de ahí.
- ¡Espera! - Le gritó Kagome, pero ella siguió corriendo.
Mirando al suelo con las lágrimas de felicidad cayendo, se preguntaba por qué su hija estaba tan grande. Pero no hay que ser muy listo para entenderlo, el tiempo es diferente en los límites de este mundo con el otro. Quiso ir tras ella, pero Inuyasha puso su brazo y la detuvo.
-Iré yo, creo que sé lo que siente en estos momentos.
Kagome asintió, confiaba mucho en Inuyasha, a pesar de todo, él sabría qué decir. Kagome se quedó con su tristeza. Volteó mientras se secaba las lágrimas y vio a las gemelas sorprendida, sabía exactamente quienes eran, a pesar de solo haberlas visto por un instante, sus pequeñas caritas permanecieron en su memoria. Las gemelas también observaron a la hermosa sacerdotisa con curiosidad. Entonces Kagome sonrió y se dirigió a ellas.
-Ustedes también están grandes, se parecen tanto a Rin y a Sesshomaru- Les comentó.
Towa y Setsuna hicieron una pequeña reverencia al saludarla, era una sacerdotisa después de todo y también la madre de su prima Moroha. Towa la analizó bien y recordó a papá Sota, a su abuela y el álbum que le mostró Sota antes de regresar a la época feudal
- Disculpa, si tú eres la madre de Moroha entonces… ¿tu nombre es Kagome Higurashi? – Quiso saber Towa.
Kagome se sorprendió al escuchar el apellido que no escuchaba desde hace tanto y reparó en la ropa de Towa, no era de las que acostumbran a vestir los aldeanos, entonces cayó en la cuenta que ella fue la gemela cuyo destino era ser criada en el futuro.
-Así es- Respondió con una sonrisa- Tú debes ser Towa y tú Setsuna- miró a las gemelas, ambas asintieron y volvió a sonreírles- me alegra que se encuentren bien- Ahora vio más de cerca de Setsuna, las ropas que usaban los exterminadores y recordó a sus buenos amigos, Sango y Miroku, ellos tuvieron un encargo con la segunda gemela cuando esta llegase a la aldea de Kaede.
-Papa Sota me mostró fotos tuyas cuando estabas en la secundaria y creo que te ves exactamente igual que en ese entonces- Le comentó Towa con una sonrisa.
-Sí, gracias- Soltó una risita mientras se ruborizaba y le agradeció un poco avergonzada- Al parecer, mi cuñado no mencionó que pasaríamos congelados en el tiempo dentro de la perla negra, por lo que no envejecí, así que se supone que aún tengo la edad que tuve cuando Moroha nació, creo que Rin pasa por lo mismo… en el profundo sueño dentro del árbol sagrado- Dijo lo último para sí misma pero las gemelas escuchaban con atención y volvió a mirarlas para continuar- Para mí fueron 14 días y sin saberlo, aquí fueron 14 años que no pude estar con Moroha- Sonrió con pesar pero enseguida se recompuso- Ahora podría tener la edad de Sota, incluso podría ser su hermana menor.
Towa sonrió, enseguida se llevaron bien y Kagome sin duda era una Higurashi, les contaría sobre su encuentro con Kagome a papá Sota y a sus abuelos cuando vaya a la época actual.
La sacerdotisa y las niñas empezaron una amena platica sobre Tokyo, la familia de Kagome, algunas anécdotas sobre cómo conocieron a Moroha y algunas aventuras, Kagome escuchaba con atención, le encantaba la conexión que tenía con Towa y le daba alegría saber que Setsuna estuviese sana y salva.
Siguió la conversación con sus sobrinas hasta que sintió una presencia.
-Se acerca una presencia- Volteó a su alrededor y pensó "es tan parecida a la de la perla de Shikon, pero estoy segura que no lo es".
De forma instintiva sus ojos enfocaron el arco y las flechas que ahora le pertenecían a Moroha y que aún seguían en el suelo.
-Hay otra presencia, se acerca al lugar en el que están Inuyasha y Moroha- Les comentó mientras recogía el arco y las flechas y corría en dirección a la que se dirigieron su hija y su esposo.
Towa recogió todo de forma rápida y Setsuna, las de Moroha y fueron corriendo tras Kagome.
Mientras tanto...
Moroha estaba en la copa de un árbol. Sentada, sin saber qué hacer o qué decir.
Inuyasha supo exactamente dónde estaba y se quedó abajo, recostando su espalda en el árbol donde estaba su hija.
-Heh- Se preparó mentalmente para hablar y cerró los ojos encontrando más calma- Entiendo que estés conmocionada, Moroha- Empezó- Para nosotros también es difícil asimilar que hayas crecido tanto-No recibió respuesta y exhaló- tu aura es una mezcla perfecta entre demonio y sacerdotisa, has sobrevivido todo este tiempo cuidando de ti misma. Kagome esperó encontrar a una bebé y te encontramos tan grande.
Moroha escuchaba atentamente mientras miraba el rojo carmesí.
-Sé que no ha sido fácil para ti, pero sentir tu fortaleza hace que no me arrepienta de nada.
Moroha se sorprendió al escuchar eso.
-Quiero decir, con nosotros a tu lado, tal vez nunca hubieses tenido la necesidad de pelear ni nada, siempre te hubiésemos protegido de todo peligro-Moroha entendió lo que su padre trató de decir y estaba por levantarse del árbol.
-Por favor, baja un instant... - La tierra volvió a temblar.
Moroha se aferró a la copa del árbol ya que estaba en una muy alta. "en qué momento trepé esta cosa" Se preguntó.
Inuyasha es sujetado fuertemente por la mano del gigante, sus brazos estaban inmovilizados y es incapaz de sacar su espada, Moroha quiso tomar su espada hasta que recordó que no llevaba nada consigo, quiso saltar hacia él, pero sintió que una flecha espiritual iba hacia el gigante que ahora tenía cabeza
- ¡Suéltalo! - Gritó Kagome.
Moroha observó eso, tal vez a eso se refería Kirinmaru cuando mencionó que necesitaba espíritu. El de su madre era inmenso y se notaba.
El gigante recibió la flecha sagrada de Kagome y empiezó a desintegrarse al instante, Inuyasha es liberado y al tiempo que empieza a descender, toma a Moroha del brazo y la obliga a bajar con ella al suelo.
- ¿Están bien? - Pregunta Kagome acercándose a ellos, mirando principalmente a su hija.
-Sí, lo estamos- Comentó mientras soltaba a su hija y la miró- ¿verdad, Moroha?
Moroha sonrió y al fin habló.
-Claro que sí…mamá, muchas gracias por ayudarnos- Sonrió por primera vez con un leve sonrojo, mirando al piso.
-Moroha, hazles la pregunta que siempre te hiciste desde niña- La delató Myoga desde el traje de Moroha.
Moroha se ruborizó.
Kagome e Inuyasha se miraron.
Moroha volvió a sentir una presión en el pecho, siempre la sentía cuando se hacía la pregunta y aunque Myoga siempre intentó consolarla, nunca sintió que fuese así.
- ¿Por qué… - Exhaló- ¿Por qué no me llevaron con ustedes? – Levantó la mirada y esa pregunta era para ambos.
-Moroha- Empezó Kagome y se inclinó para mirarla a los ojos- No teníamos opción, si en el enfrentamiento las cosas no hubiesen salido según lo planeado, nos íbamos a sacrificar por ti, Moroha, para que tú estuvieras viva, no nos importaba nada más.
-Por eso Koga y Ayame decidieron hacerse cargo de ti, su guarida era imperceptible para muchos demonios y el olor que despiden también es muy abrumador para que algún demonio intente acercarse- Completó Inuyasha.
Finalmente, Moroha dejó escapar muchas lágrimas sin querer, su madre la abrazó y ella lo recibió, aún tenía el vago recuerdo de la despedida de su madre, para luego entregarle el rojo carmesí, lo que ellos dijeron lo había escuchado muchas veces por Koga, Ayame Yawaragi, Myoga, incluso Kaede le mencionó algo al respecto, pero siempre quiso escuchar esas palabras de sus padres.
Inuyasha sonrió victorioso, estaba contento que al fin hayan encontrado a Moroha y verla tan fuerte y decidida le parece muy satisfactorio. Hasta que recordó algo.
-Moroha ¿dónde está ese lobo sarnoso? Y por qué no está cuidándote- Cuestionó.
Moroha se separó del abrazo de su madre para mirarlo.
-Te refieres a- sonríe pícara- ¿Papá Koga?- Hakkaku y Ginta se encargaron de contarle a Moroha todas las aventuras que pasaron sus padres y Koga, incluso mencionaron temas sobre un triángulo amoroso pero sabía que Koga y su padre siempre peleaban por todo, sin embargo, nunca se hirieron a propósito.
Inuyasha hizo una mueca de fastidio.
- ¡Oye! Que no se te olvide que tu único padre soy yo- Se señala orgulloso.
Cuando las cosas se calmaron, las gemelas expectantes fueron a darle el encuentro a Moroha que ahora estaba más tranquila y sin duda mucho más feliz.
Moroha observó tranquilamente el ambiente y la presencia de la perla seguía ahí, pero ¿dónde? se preguntaba Kagome. Caminó hacia donde estaba el gigante dejando a su hija conversando con su esposo y la encontró, una perla arcoíris color fucsia.
Las gemelas vieron a Kagome volver al lugar mientras disfrutaban de la entretenida conversación de Moroha con su padre, eran idénticos en todo sentido.
-Supongo que ustedes están reuniendo estas- Kagome les entrega a las gemelas la perla fucsia.
- ¡Es genial! Nosotras no sabíamos cómo encontrarlas.
- ¿En serio? - Preguntó curiosa- ¿Tú tampoco Moroha?- Miró a su hija.
El pequeño pleito que estaba teniendo con su padre sobre "papa Koga"se detuvo ahí para responderle a su madre.
-No, incluso en tus manos, su presencia es demasiado débil- Respondió la joven, cruzándose de brazos.
"El sello que le puse a Moroha para protegerla de su sangre de demonio cuando nació también selló gran parte de sus poderes sagrados"- Pensó.
-Ya veo- Suspiró- ¿Podrías mostrarme el rojo carmesí? – Moroha lo sacó y se lo entregó.
Kagome concentró toda su energía para quitar el sello, ahora lo sentía más fuerte, ya no es solo la sangre de su abuelo, también es parte de ella.
El rojo carmesí resplandeció y todos miraban expectantes a lo que hacía Kagome.
-Oye Kagome, no te esfuerces demasiado- Mencionó Inuyasha.
Continuará...
