EDIT: me equivoqué de doc JAJAJAJ si alguien empezó a leer el otro y se le cortó a la mitad(? puede encontrarlo en perfect place, ese era el cuarto capítulo jajajaja mildis

OTRO JEARMIN.

Mientras iba a la mitad, descubrí que el 7 de abril es el CUMple de Jean. MY BISEXUAL BABY. Lo amo.

Los personajes no son míos, si lo fueran, sería un todos con todos.

La historia toma lugar en el skip time, tienen alrededor de 18 años? O sea, más o menos un año antes de que todo se vaya a la mierda(?

Advertencias: guiños a algunos shipps ah. Y dicen groserías, como todo lo que escribo(?

DISFRUTEN.


No podía evitar echarse la culpa. Todos le habían repetido que no había sido su culpa, hasta Levi, pero no podía evitar pensar lo contrario. Era su compañero, se suponía que tenían que cuidarse.

En sí, no había sido una caída muy fea, el problema había sido que se había golpeado la cabeza. Cuando llegó a su lado y lo revisó, la sangre fue lo primero que notó, brillando y contrastando con su cabello dorado.

Lo subió a su caballo y lo llevó al centro de la formación, donde podían ayudarlo.

Se convirtió en una expedición corta, porque regresaron de inmediato.

De vuelta en las murallas y después de ser atendido, le afirmaron a Jean que estaba fuera de peligro.

—Hay algo que tienes que saber antes de entrar —Mikasa estaba parada delante de él, a mitad del pasillo que llevaba a la habitación de Armin. Tenía las manos levantadas, en señal de que se detuviera, pero Jean solo la rodeó, abriendo la puerta.

Armin estaba sentado en la cama. Tenía un vendaje alrededor de la cabeza y una expresión confundida mientras miraba a Eren, que suspiraba cansado.

—Estás despierto —suspiró Jean aliviado.

—Uh, sí, recién desperté —respondió y después estiró su mano—. Soy Armin.

—Te dije que dejes de hacer eso —regañó Eren, exasperado.

—¿Qué? Es cortesía —frunció el ceño.

Jean se acercó desconcertado, esperando el remate de la broma. Armin seguía con su mano estirada.

—Uh, ¿Jean? —La estrechó inseguro y Eren golpeó sus manos.

—Au —se quejó Armin, acariciando el golpe.

—¡Jean! ¡No alientes esto!

—¡No grites! —devolvió y se compuso—. ¿Qué está pasando?

—¡No sabemos! —exclamó Eren en una voz relativamente moderada. Mikasa entró a la habitación, entornando los ojos.

—Te dije que dejaras de gritar.

—¡No estoy gritando!

—Sí lo estás —dijeron Jean y Armin al mismo tiempo, y el último siguió hablando—. Pues, según dijeron, parece que me golpeé la cabeza y ahora no recuerdo nada.

—¿Cómo es posible que tú, que perdiste la memoria, sepas qué te pasa y no los demás?

—Es Armin —dijeron Eren y Mikasa a la vez.

—Soy Armin —él sonrió y se encogió de hombros.


Una semana pasó y Armin no recuperó sus recuerdos. Recordaba hasta que había perdido su hogar en Shiganshina, pero después de eso, todo se volvía borroso. Eren y Mikasa fueron los primeros en ser recordados (Mikasa primero) ("¡Pero soy tu mejor amigo!"). El resto demoraba más, seguro porque se habían conocido años después de eso.

Jean no podía soportarlo. Si ya de por sí era difícil acercarse a un Armin que lo conocía, uno que no lo recordaba era cien veces peor.

—No termino de entender la relación que nosotros teníamos —dijo Armin, sentándose a su lado en la mesa de la cocina. El resto estaban ocupados en sus quehaceres, mientras que el de Jean era cocinar con Armin, al parecer.

—Éramos– somos amigos —dijo, casi con dolor.

—Todos dicen eso, pero… —Jean lo miró. Él se encogió de hombros y lo miró inseguro—. Es como una corazonada, ¿entiendes? Siento que había algo más.

Jean sintió su corazón palpitar más rápido. ¿Algo más? Nunca había hablado con Armin de eso, pero ahora que lo pensaba, no sería tan descabellado que él se hubiera dado cuenta de sus sentimientos.

Mierda, era posible que se hubiera dado cuenta incluso antes que él mismo.

—¿Algo… como qué?

Armin se encogió de hombros.

—Algo —concluyó. Se acercó a la caja de vegetales—. ¿Qué harás de cenar?

Eso– ¿eso fue un cambio de tema? Este Armin sabía más de lo que decía.

—No sé, ¿qué te gustaría comer?

Que diga a mí, que diga a mí, que diga

—A ti, ni.

Jean giró veloz a mirarlo, moviendo la silla con él.

—¿Disculpa?

Bucatini —se volvió a él.

—Aw, digo, ¿qué es eso?

—No lo sé, creo que pasta. Sasha me contó que Niccolo se lo preparó y que era delicioso.

Jean se levantó y miró. No había nada de pasta entre las reservas.

—¿Qué tal sopa? —solo había vegetales.

Armin rio apenas—, claro, suena bien.

Comenzaron a pelar y cortar la verdura.

Se consideraba a sí mismo alguien bastante racional y centrado, tal vez un poco pesimista. No era para nada delirante. Entonces, no era su imaginación que Armin estuviera cerca suyo. Como, muy cerca. Vamos, sus codos se chocaban.

¿Tendría que decirle que se aleje? No quería hacerlo, pero era seguridad básica en la cocina. Pero pero, no quería que se alejara.

—¿No estás un poco cerca? —preguntó Armin, codeándolo a propósito.

Ah, el descaro.

—Yo estaba aquí antes, tú te acercaste.

Yo estaba aquí antes, sacando la verdura.

Armin lo miró entornando sus ojos, frunciendo su nariz y sonriendo. ¿Y se suponía que Jean no tenía que besarlo? Qué mundo cruel.

—Ah, tienes razón —rio él y levantó las manos, dando un paso hacia atrás—. Diviértete haciendo la cena, entonces.

—¿Tú qué harás?

—Me sentaré aquí —se sentó en la silla y cruzó una pierna sobre la otra—, a juzgarte.

Armin jadeó indignado y divertido, todavía siguiendo el juego.

—Bien.

—Bien —devolvió Jean, conteniendo la risa.

Bien —repitió Armin y se volteó, despreocupado—. ¿Qué tan difícil puede ser?

Entonces, Jean rio, porque al parecer sí sabía algo que el nuevo Armin no.

—¿Qué? —cuestionó, apenas contagiado por la risa.

—Tú no cocinas —rio Jean—. La última vez que fue tu tarea, evaporaste el agua para la sopa.

Vio en su rostro que quería negarlo, pero no tenía argumento.

—Dejaste todo en el fuego y como una hora después, Connie dijo "¿no sienten olor a quemado?"

Armin se tapó la cara, riendo, y Jean apoyó su mejilla en su mano, mirándolo.

—Entonces, gritaste "¡mi sopa!" y corriste acá.

—¿Estaba buena? —lo miró por entre sus dedos y Jean soltó una carcajada.

—No te voy a mentir, era horrible. El capitán Levi te vetó de la cocina y te hizo lavar la olla hasta que su cara quedara reflejada.

Armin siguió riendo, con su cabeza hacia atrás y sus manos en su estómago. A Jean no le molestaría permanecer así por el resto de su vida.


—Jean, ¿puedo preguntarte algo?

Bajó su libro y lo miró. Armin estaba arrodillado junto a su cama y tenía sus manos tímidas apoyadas en su colchón, debajo de su rostro.

—Dime.

—¿Qué hay con… todos? —frunció la nariz, no tan seguro de su pregunta.

—Tendrás que ser más específico —devolvió, pasando un brazo bajo su cabeza para observarlo mejor.

—Pues, creo que me perdí algo entre Shiganshina y ahora, porque Eren y Mikasa… —no encontraba las palabras para describirlo.

—Ohh, sí —asintió Jean y se encogió de hombros—, nadie sabe bien qué pasa ahí, así que fingimos que no nos damos cuenta.

Armin hizo una mueca pero asintió.

—¿Y qué hay de Sasha, Connie y Niccolo? Creí que había algo entre ella y Connie, pero cuando la veo con Niccolo…

Jean se irguió.

—¡Yo también lo noté! —susurró—. Quería preguntarte, uh, antes, pero bueno.

—¿Yo sabía?

—No lo sé, pero siempre parecías saber todo —rio Jean—. Eres muy observador.

Armin sonrió tímido. Bajó apenas la cabeza y deslizó un mechón de cabello detrás de su oreja.

—Gracias.

Es– ¿está sonrojado?

—Por nada —respondió, desviando la mirada veloz. Lo miró de reojo y las Armin seguía mirando hacia otro lado, con las mejillas rosadas. Jean se giró en la cama, sonrió de costado y apoyó su cabeza en su brazo—. También muy inteligente, nos salvaste a todos muchas veces. Huh, desde el día uno.

—Basta —dijo avergonzado.

—¿Qué otras hazañas tienes…? —preguntó para sí, pensando—, haces planes en diez segundos… Eres bueno manipulando a la gente.

Armin frunció la nariz.

—No, no, es bueno —Jean rio—. Ah, eres un titán.

—Ay, Jean, exageras.

—Literalmente.

Armin lo miró riendo y Jean asintió. Su sonrisa se borró.

—Espera, ¿qué?

—Uy, ¿nadie te dijo? —rio otra vez.

—¿¡Soy un titán!? —exclamó levantándose.

—¿¡Titanes!? —Eren entró por la puerta de golpe y miró a los dos—. ¿¡Dónde hay titanes!?

Se llevó la mano a la boca y Jean se enderezó veloz.

—¡No te atrevas! ¡No hay titanes! —Eren dejó caer sus manos a sus costados y suspiró molesto—. ¿Nadie le dijo Armin sobre los titanes? ¿Sobre todo lo que pasó después de que cayó Shiganshina?

—Eren y Mikasa me dijeron que logramos recuperar la muralla, pero no me dieron muchos detalles…

Jean miró a Eren frunciendo el ceño y él se cruzó de brazos.

—¿Qué? Es una historia demasiado larga, además, lo recordará eventualmente.

Jean suspiró y se pasó una mano por el rostro, después comenzó a narrar todos los sucesos de los últimos seis años.


Debía admitir que no era tan malo que Armin hubiera perdido la memoria. Como Jean era el único dispuesto a explicarle todo claramente y en el momento, se le había pegado y esa era una victoria para él.

Habían pasado dos semanas desde el incidente y ya nadie le preguntaba si había recuperado su memoria o no. Todo parecía haber vuelto a la normalidad. Armin seguía siendo él mismo, tal vez con algunas preguntas extras, pero entendía las cosas de inmediato.

—Sigo sin entender cuál era nuestra relación —dijo un día. Estaban colgando la ropa que habían lavado.

¿Cómo se suponía que tenía que responder? Estoy enamorado de ti, pero nunca te lo dije antes y no sé si quiera decirte ahora porque eso volvería todo raro.

—Te diré dos mentiras y una verdad, tú elige la que más te guste.

Armin rio—, claro, porqué no.

Jean se estiró y pensó.

—Estoy enamorado de ti —se esforzó mucho porque le saliera despreocupado—, dos, somos mejores amigos, tres, soy el siguiente en heredar tu titán.

Tomó una sábana del cesto y la sacudió. Armin tenía una camiseta en las manos y la sostenía con fuerza.

—Estás enamorado de mí —dijo después de un momento. La sábana Jean se deslizó de sus dedos hacia el pasto.

No quiso mirarlo. Soltó una carcajada fingida y lo miró con una mueca.

—¡Claro que no!

—¿Oh? —Armin rio—, pero estás rojo.

—Rojo de la risa —volvió a mentir.

—Vamos, estoy casi seguro que Eren era mi mejor amigo. Bueno, es —explicó y después frunció el ceño, sin perder la sonrisa—, y no dejaría que heredes mi titán. Ninguno de ustedes.

—No estoy e-enamorado de ti —mierda.

Armin volvió a reír, pero no dijo nada del titubeo de Jean. Dejó el tema.

Eso le había salido terrible, pero para ser justos, si quería engañar a Armin, tenía que esforzarse mucho más.


Dejó el tema por un solo día, por desgracia.

—¿Y desde hace cuánto estás enamorado de mí? —preguntó Armin al día siguiente. Estaban barriendo la sala común.

—Ugh, Armin, por favor —era en vano negarlo.

—¿Me dijiste? ¿Qué respondí? —Jean lo ignoró—. Oh, bueno, supongo que tendré que preguntarle a Mikasa… O a Eren.

—Eres cruel.

—Estoy seguro de que me lo han dicho.

—Responderé una sola pregunta —concedió.

Armin se paró en el palo de la escoba, eligiendo su pregunta.

—¿Cómo te diste cuenta?

La pregunta quedó en el aire y aunque Jean trató de barrerla fuera de la sala, la mirada fija del otro la mantenía presente.

Suspiró largo y tendido, algo exagerado, y volteó a él.

—¿De verdad quieres saberlo? —preguntó con dolor y avergonzado. Armin asintió sonriendo.

Jean volvió a suspirar. Dejó la escoba a un costado y sacó una silla de la mesa. La puso en el medio de la habitación y después puso otra a su lado.

—Siéntate aquí.

Armin obedeció. Jean se paró detrás suyo.

—Yo estaba sentado en el comedor, cuando éramos reclutas —dijo—. Estábamos en nuestro último año.

Armin asintió.

—En verdad, nunca te había prestado mucha atención —se guardó la parte de que le prestaba más atención a Mikasa—, pero esa vez… No sé qué pasó, fue como que todo encajó.

Sonrió apenas, para sí mismo.

—¿Entonces?

—Entonces, te vi y– ah —suspiró—, fue…

Se levantó y salió de la habitación.

—¿Jean?

—Ya vengo —dijo.

Armin se reclinó en el asiento, curioso. Momentos después, Jean volvió con un espejo de cuerpo entero. Él levantó una ceja y Jean rio. Lo puso en la pared frente a Armin, pero al lado, para que no lo refleje. Luego regresó a su lado.

—Entonces, yo estaba sentado en tu lugar, y tú entraste —caminó detrás de Armin, a la altura del espejo. Lo miró por el reflejo—. Entraste hablando con Eren, riendo y– y deslizaste un mechón detrás de tu oreja —dijo mientras lo hacía en el espejo, después volvió a pararse detrás de suyo—. Y yo te vi, te miré, y sentí…

Puso sus dedos en su nuca suavemente, como si caminaran.

—Sentí cosquillas ahí —susurró—, y no podía quitar mis ojos de ti.

Armin sentía sus dedos tibios en su nuca y no estaba seguro si las cosquillas por sus dedos o por lo que él decía.

—Y después viniste —se levantó, caminó hacia el espejo y regresó, caminando despreocupado—. Y te sentaste.

Se sentó a su lado.

—¿Y después? —preguntó Armin sonriendo.

Jean se reclinó, pasó un brazo por el respaldo de su asiento y lo miró.

—¿Quieres la verdad o mi fantasía?

Armin soltó una risa.

—Tu fantasía me intriga.

—En ese caso —Jean se sentó derecho. Puso sus manos sobre sus rodillas y siguió hablando, mirando al frente—. Tú te sentaste, yo sentí mi respiración cortarse y pensé bueno, es ahora o nunca. Entonces, puse mi mano sobre la tuya.

Sujetó su mano con suavidad y la puso sobre la propia.

—Y tú me miraste.

Volteó Armin y se encontró con sus ojos.

—Yo sonreí y tú soplaste por la nariz y reíste, como si supieras lo que yo pensaba– lo cual era probable, porque siempre sabías qué pensaba, incluso antes que yo.

Armin soltó una risa y después volvió a su lugar.

—Entonces, hiciste eso y de seguro yo me puse rojo–

—¿Como ahora?

—Claro, como ahora —rio y volvió a sus ojos—, y me acerqué y tú te acercaste y...

Estaban tan cerca que sería una picardía no besarse.

Pero Jean se aclaró la garganta y se reclinó en la silla, pasándose una mano por el cabello, echándolo hacia atrás.

—Y algo así pasaba en mi fantasía.

—¿Y qué pasó en realidad?

Jean hizo una mueca—, Eren se sentó a mi lado.

Armin rio otra vez.

—No termino de entender qué es lo que hay entre ustedes —dijo—. ¿Se supone que son enemigos, rivales…?

—Somos amigos —respondió, pero no sonaba correcto—, la mayor parte del tiempo. Era peor antes.

—¿Peor? —rio Armin, incrédulo.

—Uf, sí —rio Jean también—, peleábamos todo el tiempo, por todo. Admito que yo no era ni la mitad de encantador que soy ahora, pero Eren… Bueno, has visto lo que es Eren.

Armin volvió a reír, asintiendo.


Y esa noche tampoco pudo dejar el tema.

Luego de cenar, les tocó lavar los platos. Armin lavaba, Jean secaba.

Armin no decía nada, pero Jean lo presentía. Lo veía demasiado alegre. El resto se habían ido de a uno a dormir mientras ellos terminaban de ordenar.

Lo observaba de reojo. Armin se mantenía en silencio, probablemente porque todavía no estaban solos.

—Creo —dijo Connie de repente, haciéndolos saltar, porque llevaban un buen rato en silencio— que me iré a dormir.

—¿No te habías ido ya? —preguntó Jean por molestarlo.

—Estaba esperando a que terminaran, pero ya me dio sueño —bostezó.

—Gracias por tu esfuerzo —dijo sarcástico, pero Connie lo ignoró.

—Aw, de nada, siempre me esfuerzo por ustedes.

Armin rio y Connie salió de la habitación. Poco después, él terminó de lavar. Le estiró el último plato al otro y se secó las manos en el delantal que llevaba.

—Estás muy silencioso —comentó Jean, girándose a la alacena para guardarlo—, ¿ninguna pregunta nueva?

Se volvió a Armin y él estaba delante tuyo, como, enfrente suyo. Jean sonrió sin entender y levantó una ceja, dando un paso hacia atrás. Armin dio otro paso hacia él.

—¿Pasa algo? —retrocedió una vez más.

—¿Por qué te alejas?

—¿Por– por qué te acercas?

¿Por qué es tan fácil trabarme en mis palabras con Armin?

—¿No me puedo acercar? —levantó una ceja y Jean lo odió casi tanto como lo amaba, porque estaba jugando con él.

—Pues, sí —imitó su gesto y se cruzó de brazos, fingiendo confianza—, ¿y por qué tanto empeño en acercarte?

—Quiero besarte.

Lo dijo con tanta facilidad. Era injusto que lo hiciera. Se suponía que Armin era el tímido y tranquilo chico, que siempre leía y estaba con sus amigos. Su suponía que Jean era el que tenía que acorralarlo, coquetear con él, hacerlo avergonzarse y sonrojarse.

Le estaba robado su rol.

Aunque no era difícil admitir que lo hacía muy bien.

—¿Besarme? —soltó una risa, inseguro de si había salido natural, alterada o fingida—. Lo siento, pero tienes que sacar turno antes.

Armin rio, largo y sentido, de seguro porque no se esperaba esa respuesta. Jean rio también, mirándolo, hasta que se dio cuenta de lo que dijo.

¿Por qué mierda dije eso y no lo besé de inmediato? Tal vez no era tarde.

Se inclinó hacia adelante, sus ojos entrecerrados y sus labios estirados, hasta que la voz de Armin lo congeló.

—Eres muy elocuente, ¿sabes? —él abrió los ojos después de reír y se encontró con la expresión de Jean—. Ah– mierda.

Jean se enderezó a la vez que Armin se estiraba hacia él, esquivando sin querer el beso.

Se miraron a los ojos, igual de avergonzados y arrepentidos, y rompieron en risas.

—¡Hagan silencio, carajo! —se escuchó la voz de Levi desde alguna habitación.

—¡Gracias! —exclamó Connie exasperado.

Jean se rascó la nuca, de repente nervioso.

—¿Quieres, uh, salir un rato?

—Suena bien.

Salieron por la puerta trasera de la cocina hacia el campo. Estaba oscuro, la luna y las estrellas brillaban con fuerza, pero Jean seguía sin ver nada.

Aunque no lo necesitaba, porque en el momento que sintió las manos de Armin en sus hombros y después cosquillear en su cuello, supo que tenía que inclinarse hacia él para encontrar sus labios.

Eran suaves y se sentía como un idiota porque la comparación con su almohada no estaba tan lejos. Armin era cien– mil veces mejor, porque también era cálido y dulce y también susurraba su nombre y era tan agradable, pero…

—Esto no… —se separó apenas. Frunció el ceño y lo miró con una expresión dolida—, no es lo mismo.

—¿A qué te refieres? —preguntó Armin, igual o más decepcionado que él.

—Es… siento… tú…

—Jean —cortó e hizo una mueca—. Una oración completa.

—No eres tú.

Armin lo miró confundido.

—Es decir– eres tú, pero tu memoria… siento que es como, no sé, hacer trampa, ¿entiendes?

—No.

—Como, conoces al Jean de los últimos días, no al de siempre.

—Ohhh —Armin se pasó una mano por el cabello y lo miró avergonzado—. ¿Y si dijera que ya recuerdo todo?

Él negó—, sé que lo dices por–

—No, yo, ah, de verdad recuerdo todo.

—Espera, ¿qué? —puso un brazo de distancia, escudriñándolo. Armin sonrió con disculpa—. ¿¡Desde cuándo?

—El otro día, cuando me explicaste todo lo que me había olvidado. Comencé a recordar y el resto cobró sentido–

Jean se puso rojo y frunció el ceño.

¿¡Me hiciste todas esas preguntas sobre nosotros sabiendo todo!? —exclamó en voz aguda.

—¡Es que– te veías muy tierno haciendo todo eso, no pude resistirme! —ya no sonaba tan arrepentido.

—Creo… —sus manos se deslizaron de sus hombros.

—Jean.

—Necesito un momento —dijo entrando a la cocina y cerrando la puerta tras de él, dejando a Armin afuera.

Respiró profundo mientras se sentaba en la mesa, procesando que Armin hubiera jugado con él y sus sentimientos durante todos esos días. Bien. Bien. ¿Qué tan enojado debería estar? Pues, era difícil pensar en eso teniendo tan fresco el beso en su cabeza.

¿Qué mierda hago acá?

Se levantó de golpe y tal como entró, salió.

Armin estaba parado junto a la puerta, apoyado en la pared. Se giró cuando lo escuchó salir y lo miró con disculpa.

—¿Estás enojado?

No. En verdad, no.

—Claro, pero lo hablaremos luego.

Se acercó a él otra vez, reanudando el beso anterior. Acarició sus mejillas y Armin sujetó sus manos. Sus labios sabían igual de bien.

Esperaba que siempre supieran igual.


GRACIAS POR LEER.

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Si les gustó, vayan a leer mis otras historias. VAYAN A LEER PERFECT PLACES, PORQUE ES MI MEJOR JEARMIN Y ES LARGO COMO ESTA.

Por otro lado, si les gusta el itafushi(?) estoy participando de la week, vayan a verla(? y el lunes voy a empezar a subir de la eremika week. FUA, ESTOY CON TODO.

Saludos(?

EDIT: me equivoqué de doc JAJAJAJ si alguien empezó a leer el otro y se le cortó a la mitad(? puede encontrarlo en perfect place, ese era el cuarto capítulo jajajaja mildis