Su corazón latía con fuerza y desesperación. El miedo y la adrenalina corrían por sus venas, las cuales se marcaban fuertemente a través de la piel de su mano izquierda. Tragó duro asimilando la terrorífica escena que tenía en frente. Los horrorosos gritos de los soldados cayendo a su alrededor. Muchos lloraban porque sus vidas estaban llegando a su fin. Otros permanecían callados recibiendo a la muerte como un invitado más.

Su semental esquivó las piedras que veían en su dirección. Sin embargo, muchos de sus compañeros no tuvieron la misma suerte. Aun así, no miró atrás. No tenía el valor de hacerlo.

Respiró hondo, sabiendo de antemano que ya no le quedaba más tiempo. El libro de su vida ya estaba por terminar. Observó como el titán bestia se balanceaba para lanzar la piedra que le pondría fin a su vida. Exhaló por la boca, sabiendo que no tendría tiempo de esquivarla. Sentía un gran impulso por cerrar los ojos. Sin embargo, pesé al miedo en su interior, no lo hizo.

Prefirió observar al hombre de capa verde acercarse con agilidad hacia el titán bestia.

De pronto todo se oscureció y solo pudo pensar en un solo nombre.

-¡Levi!

Erwin despertó agitado en la oscuridad de su habitación. Con desesperación, buscó la lámpara sobre la cómoda y su corazón volvió a su pecho una vez que entendió que solo se trataba de un sueño. Una fina capa de sudor cubría su cuerpo, su pecho subía y bajaba descontrolado. Pasó la mano por su cabello notándolo sudoroso.

Maldición, pensó para sí mismo. Todo estaba repitiéndose otra vez.

. . .

-¿Tuviste una mala noche de nuevo?-preguntó su secretaria- los inversionistas se preocuparan cuando vean tus ojeras.

-¿Tan mal me veo?-preguntó Erwin fastidiado. La castaña asintió.

-Puedo prestarte un corrector de ojeras.

Erwin puso una mueca de desagrado, pero aceptó la oferta de la mujer. Instantes más tardes se encontraba apoyado en el escritorio de su secretaria mientras esta le aplicaba el corrector en el rostro.

-Las pesadillas volvieron, pero ahora son más frecuentes- dijo Erwin desahogándose con la castaña- ya no sé qué hacer Hange.

La mujer con anteojos lo miró con lastima. Más que su secretaria, Hange era una de las pocas personas en la que Erwin depositaba su confianza. Ella estaba al tanto de esos sueños que el gerente venia cargando desde la infancia.

-¿Será alguna especie de trauma?

-Lo dudo.

Su infancia y adolescencia fueron prosperas y felices. De hecho, no poseía ningún recuerdo que fuese devastador o al menos que estuviera a la altura de sus sueños.

-Tal vez ir a un terapeuta sea una buena opción- dijo Hange tomando su billetera.

Erwin observó la cantidad monstruosa de papeles que la mujer guardaba en ese pequeño objeto. Entonces, le tendió una pequeña tarjeta amarilla.

-Sé que te lo he dicho varias veces, pero eres terco como una mula- dijo la mujer insistiendo con darle la tarjeta.

-Es ridículo, ya se me pasará- dijo Erwin adentrándose a su oficina.

-No me importa, te agendaré una hora de todas formas. ¿te parece el miércoles a las diez?

-No puedes hacer eso.

-Por supuesto que puedo- dijo la mujer con una sonrisa burlona- soy tu secretaria.

Erwin negó con la cabeza y cerró la puerta de golpe. Una vez solo, dio un largo y cansado suspiro. No quería reconocerlo, pero esto lo asustaba. Quería entender porque estos sueños con gigantes lo atormentaban una y otra vez. Así como también el inexplicable dolor que sentía en su brazo derecho. Pesé a que su madre lo llevó para ver si se trataba de algún malestar, los doctores no encontraron anomalía alguna. Sin embargo, había noches en que le ardía manteniéndolo muchas veces en vela.

Era como si se lo estuvieran extirpando.

-Erwin- dijo Hange detrás de la puerta- recuerda que los inversionistas estarán en cinco minutos.

-Lo sé, gracias.

Dejó sus problemas a un lado y se concentró en la reunión.

Los afilados ojos de acero lo miraban con recelo. El hombre de baja estatura y de cabello negro se encontraba frente a él recargado sobre la puerta. Lucia enfadado y no entendía por qué.

-Deja que Hange dirija la misión. Podría decirles que te obligué a quedarte.

¿Hange? Se preguntó Erwin así mismo. ¿Por qué ese hombre la nombraba con tanta familiaridad? Por otro lado, parte de él se negaba a hacerle caso al hombre. Le urgía saber que se ocultaba más allá de las murallas.

¿Murallas? Se preguntó.

-La esperanza de la humanidad moriría si te perdemos. Sera suficiente con que te quedes aquí. Si insistes, tendré que romperte las piernas.

Por alguna razón, no dudaba de aquella amenaza. Sin embargo, no le importó.

-Debo estar ahí para descubrir la verdad de este mundo. No me lo perderé, Levi.

El tal Levi se resignó ante su determinación. Lo observó tomar el pomo de la puerta.

-Siempre he confiado en tu criterio, Erwin. Solo te pediré una cosa- Levi se giró para observarlo con esos suplicantes ojos grises- por favor, recuerda.

Entonces un golpe lo despertó.

-Demonios- dijo Erwin sintiendo el fuerte golpe que se había dado contra el escritorio. Otra vez se había quedado dormido y Mike lo miraba con los brazos cruzados.

-¿De nuevo te quedarás hasta tarde? Deberías descansar.

-Tengo que terminar algunas cosas que me quedaron pendientes- dijo Erwin sin despegar la mirada de su computador.

-Estas trabajando demasiado.

-Es fin de mes ¿Qué esper-…

De pronto un incesante dolor emergió de su brazo derecho. Erwin ahogó un grito y cerró sus ojos fuertemente. Mike corrió a su lado para auxiliarlo.

-¿Qué te pasa? ¿llamo a un médico? -preguntó asustado y entró en pánico al ver lo rojo que se puso el rostro de su jefe -¡Hange!

-No- dijo Erwin entre dientes sujetándose fuertemente el área- no la llames. Es solo un calambre en el brazo, ya está pasando.

-¿Estás seguro?

El rubio asintió volviendo a respirar con normalidad.

-¿Qué sucedió?-preguntó Hange entrando a la oficina.

-Nada -dijo Erwin arreglándose la corbata- a Mike le dio un calambre, pero ya se le pasó.

-Pero…

-Así que un calambre- dijo la castaña mirando al otro rubio- ¡Plátanos! Los plátanos son buenos para los calambres. Por cierto, Erwin, Marie está esperando en la recepción. Y más vale que vayas retirándote porque se veía apurada.

-¿Marie? Pero si le escribí un mensaje diciendo que hoy no estaría disponible.

-Pues al parecer lo ignoró. Solo llévatela, no quiero lidiar con el enfado de tu noviecita.

-¿Novia?

-No es mi novia-dijo Erwin aclarando su situación- solo hemos salido un par de veces.

-No me des explicaciones, amigo- dijo Mike despreocupado- no la hagas esperar ¿sí?

Erwin refunfuñó y cerró su ordenador para no hacer esperar más a la susodicha. Cuando fue a su encuentro, la chica lo miraba con una sonrisa en los labios.

-Te dije que hoy estaba ocupado.

-Siempre estas ocupado, Erwin- dijo la pelirroja abrazando su brazo- Vayamos al supermercado, prometo prepararte una deliciosa cena.

Marie siguió hablando en el trayecto al supermercado. Sin embargo, Erwin no asimilaba ninguna palabra. Su mente procesaba su sueño reciente. Las últimas palabras del tal Levi estaban pegadas en su memoria. Trató con esfuerzo recordar lo que había olvidado.

Solo debe tratarse de un sueño como cualquier otro, pensó mientras caminaba por el pasillo de las conservas. A unos pasos delante de él, Marie miraba indecisa dos tarros de duraznos.

-¿Cuál de los dos crees que es mejor?

Erwin miró ambos tarros considerándolos iguales, así que decidió por el izquierdo.

-Perfecto, ¿Podrías ir a buscar la harina? Pienso cocinarte unos exquisitos raviolis.

El rubio asintió dejándole el carro a ella. Suspiró sintiéndose culpable por sus sentimientos por Marie. Ella parecía ilusionada y se esmeraba demasiado en darle el gusto. Sin embargo, Erwin no opinaba de la misma manera. La estimaba, pero no era suficiente como para quererla. Simplemente era un sentimiento que no le nacía.

Se puso frente el pasillo de las harinas sin saber exactamente cual elegir.

No voy a perder el tiempo eligiendo una, pensó. Tomó una al azar y siguió su camino para encontrarse nuevamente con Marie. Sin embargo, sus pasos se detuvieron.

Una silueta al final del pasillo llamó su atención. Un hombre que no superaba más allá del metro sesenta miraba detenidamente una caja de té. Su cabello negro contrastaba con su piel blanca. Lo tenía a menos de un metro y esa distancia fue suficiente para fijarse en su nariz respingada y sus finos labios. Sin embargo, no era eso lo que tenía atrapado. Durante un breve instante, su mirada se posó en Erwin, quitándole de pronto el aliento.

Por favor, recuerda.

Esos ojos grises que tan plasmados se encontraban en su memoria, se presentaban frente a él en este instante. De pronto, un sinfín de sucesos pasaron por delante de sus ojos. Tomó su cabeza confundido y concentró su mirada al frente otra vez. Para su desgracia, el hombre se había ido.

Acongojado, caminó rápido intentando ubicarlo antes de que se lo perdiera otra vez. Aún así, no lo encontró.

Entonces la voz de Marie lo sacó de su estupor.

-¿Erwin? Aquí estoy- dijo Marie levantando su mano. Sus ojos lucían ligeramente preocupados-¿Me estabas buscando?

No, pensó afligido. Ella no era a quien buscaba.

. . .

Los días transcurrieron y Erwin seguía pensando en la situación del supermercado. El hombre del té era exactamente el mismo que se presentaba en sus sueños.

Creyendo ingenuamente que podría verlo una vez más, fue nuevamente al supermercado al otro día. Para su desconsuelo, no fue así.

El nombre de Levi resonaba en su mente. Ese era el nombre del portador del guardián de sus sueños.

Suspiró e ignoró sus tortuosos pensamientos enfocando su vista al frente. Ahora se encontraba manejando hacia la dirección que le había enviado Hange hace unos minutos. Estacionó su auto al verla en la esquina.

-¿Por qué me citaste aquí? -preguntó el rubio mirando el edificio.

-Pues, era la única forma que podía hacerte venir aquí, vamos.

La castaña tomó de su brazo y firmemente lo arrastró hacia la entrada del lugar. Al llegar, una recepcionista los atendió y Hange contestó a nombre del gerente.

-Hange…-la llamó Erwin a punto de regañarla.

-Solo déjame ayudarte, Erwin- dijo la mujer de anteojos- necesitas ver a un profesional.

-Pero yo no….

-¿Erwin Smith? -preguntó la enfermera. El rubio le dirigió la mirada sin mucha motivación- el psicólogo lo está esperando en la oficina 104.

-¡Ve! Yo te esperaré en el trabajo ¿Sí?

Hange se fue y dejándolo solo con la enfermera. Supo que no tenía más opción que asistir a la cita.

Por alguna razón se sentía nervioso, ¿Qué le diría exactamente al psicólogo? Ni siquiera sabía cómo empezar la consulta. Sentía sus manos sudar y su corazón comenzó a acelerarse de pronto. En cuanto llegó a la puerta, respiró lenta y profundamente. Tenía que lucir calmado.

Entonces tocó el timbre y la puerta se abrió.

Sintió como su corazón dio un vuelco cuando observó al hombre sentado en el escritorio. Inexplicablemente el hombre del té estaba ahí, y supo que no era simple casualidad. Una angustia desconocida comenzó a instalarse en su pecho. No sabía a qué se debía, pero eso lo dejo estático. Sin embargo, su respiración se cortó al ver algo de lo cual no se había percatado.

El hombre del té o más bien, su psicólogo era igual al guardián de sus sueños. No obstante, tenían una leve diferencia. Y era la gran cicatriz que cruzaba desde el ojo derecho hasta su labio inferior.

-¿Erwin Smith?-preguntó el hombre de cabello negro. El rubio asintió -adelante. Mi nombre es Levi Ackerman. Toma asiento.

Levi Ackerman, pensó el rubio sintiendo tan conocido ese nombre. Como si lo conociera de toda su vida.

Le hizo caso y tomó asiento frente a él. Movió las manos tratando de serenarse. El psicólogo apenas le dirigía la mirada unas cuentas veces. De hecho, estaba más concentrado leyendo su ficha que en entablar una conversación. De repente, los ojos de acero se cruzaron con los azules y entonces preguntó:

-Bien ¿Qué te trae por aquí? -preguntó Levi iniciando la conversación.

-No le voy a mentir- dijo Erwin luego de meditar bien lo que iba a decir- yo no quería venir, pero mi entrometida secretaria me obligó a hacerlo.

Levi levantó una ceja. Apoyó los codos sobre la mesa y juntó sus manos.

-Alguna razón debió haber tenido ¿no? -cuestionó el pelinegro- Adelante, soy todo oídos.

Erwin inhaló profundo, predisponiéndose a que esta sería una charla larga y dura.

Le contó sobre los guardianes de capa verde que peleaban con gigantes. Le comentó que no era la primera vez que había tenido esta clase de sueños, pero que recientemente sucedían con mayor frecuencia. Sin embargo, la dinámica siempre era la misma y todo se relacionaba bajo el mismo ambiente.

Durante todo su monólogo, Levi nunca le quitó la mirada. Sus ojos afilados analizaban cada palabra. Había ratos en que este escribía en su libreta, pero la mayor parte de la hora se dedicaba observar y a escuchar. Las veces en que este interrumpía eran escasas y lo hacía cuando lo encontraba pertinente.

Contó todo lo relevante, pero omitió la existencia del hombre similar a él. ¿Cómo podría decirle que lo conocía antes de la consulta gracias a sus sueños? Estaba seguro de que el psicólogo era capaz de meterlo en un manicomio si se lo decía.

Entonces, se sintió ligero una vez que terminó su relato. Hange estaba al tanto de estos sueños, pero de manera muy superficial. Nunca entrando en el detalle. Sin embargo, ahora su psicólogo sabía la mayor parte de estos. Era extraño, pero sentía una desconocida confianza en él.

-Según lo que me has contado, la mayoría de tus sueños son tragedias. Sacrificios humanos por el bien común, muertes de estos soldados que tú mencionas, incluso tu propia muerte ¿no? ¿Nunca has soñado algo más próspero, pero bajo el mismo contexto?

Erwin meditó la pregunta y negó. Como resultado, el psicólogo solo bajó la mirada y apretó los labios.

-Muy bien- dijo Levi soltando el lápiz y dejando la libreta sobre el escritorio. Sus ojos se posaron en el reloj de pared y frunció el ceño- creo que es todo por hoy.

-Pero ¿Y? ¿Qué pasará después? -preguntó Erwin exigiendo una explicación.

-Pues tendremos que seguir averiguándolo-dijo Levi seriamente- ¿O acaso esperabas ver resultados en la primera sesión?

Erwin se quedó callado y avergonzado por su impaciencia. La molestia aumentó en cuanto vio la sonrisa burlona del psicólogo. Entonces Levi dijo:

-Bien ¿Cuándo quieres tu próxima cita?

. . .

Erwin no puso problema para fijar las próximas citas. Aceptó el consejo de Hange, tal vez junto a Levi encontraría una razón del origen de sus pesadillas. Por otra parte, estaba Levi. Aún no era capaz de contarle de aquellos sueños en que aparecía. Ese era un tema prohibido y se mantendría así hasta nuevo aviso. Por ahora se concentraría en aquellos sueños que lo excluían parcialmente.

Sin embargo, sus citas no se centraban netamente en sus sueños. El psicólogo la mayoría del tiempo le preguntaba sobre su pasado y presente.

De seguro ayudaría en algo para saber el origen de todo.

-Me comentaste que eres gerente, ¿tu familia a que se dedica?

-Mi madre es enfermera del hospital central y mi padre es profesor.

-¿Profesor? Eso es digno de admirar- dijo Levi sonriendo levemente- siempre me he preguntado de dónde sacan la paciencia para educar a los mocosos.

-¿No te gustan los niños?

-Las preguntas las hago yo- dijo Levi de manera tajante. Sin embargo, no fue lo suficiente serio para que Erwin se sintiera mal- Tu padre, ¿Qué asignatura enseña?

-Historia y geografía. De hecho, su influencia me hizo querer aprender sobre la historia de universal.

-Ya veo ¿Ha sido una figura paterna presente?

-Si, de hecho, mi padre fue quien se postergó durante mi crecimiento. Mi madre fue el principal sustento de la casa mientras él se quedaba en casa criándome. Para mí, mi padre es todo en la vida. No me malinterpretes, amo profundamente a mi madre, pero con él se dieron las cosas más fácilmente.

Erwin observó como los finos labios del psicólogo esbozaron una sincera sonrisa. De hecho, podría jurar que la mente de Levi se perdió durante unos segundos. Aun así, no demoró en volver.

En eso, Erwin se le ocurrió una idea:

-Te quiero proponer algo.

Levi levantó una ceja y luego dijo en tono de broma:

- ¿Proponer? Lo siento, pero nuestra relación debe ser meramente profesional.

-No me refería a eso. Para poder hacer más dinámica la conversación podríamos ir intercambiando preguntas. De hecho, es un poco molesto ser siempre el interrogado. Así que ¿Por qué no vamos turnando? Una usted y luego una yo y así.

-Me temo que eso no se podrá- dijo el psicólogo. Erwin sabía que estaba haciendo de rogar- me gusta mantener mi vida personal en privado.

-Vamos, será más interesante. Propongo hacer un cambio en las proporciones. Cada cinco preguntas, yo hago una.

-No.

-¿Cada diez?

-No.

-Por favor- dijo Erwin insistentemente.

No lo iba a mencionar, pero algo dentro de Erwin lo llamaba por saber más sobre él.

-Una sola pregunta por sesión y es mi oferta final- dijo Erwin de forma segura- si no aceptas, nunca más me veras sentado en este sillón.

El psicólogo apreció los ojos azul cielo de Erwin. Su mirada junto a su postura facial y corporal estaban llenas de convicción y determinación. Tal vez por eso Erwin se había inclinado a ser gerente y no profesor. El hombre era capaz de negociar hasta hacer aceptar a su inversionista.

-Veo que no me dejarás tranquilo hasta que acepte ¿no? -dijo Levi rindiéndose- está bien, pero siempre preguntaras al final de la sesión.

-Estupendo.

-Y te pediría que no sea tan personal.

-Está bien.

Transcurrieron la cita sin ningún problema. Erwin se veía más cooperativo que de costumbre y eso era algo que Levi podía notar. Estaba mucho más parlanchín que las veces anteriores y se mostraba mucho más animado al relatar. De hecho, ninguno se percató que la cita se había extendido más allá de lo común.

-Creo que tendremos que dejar la continuación para más tarde. Nos pasamos en cinco minutos y mi otro paciente debe estar por llegar.

-Oh, de verdad lo siento- dijo Erwin tomando su abrigo para abandonar la sala- pero no cantes victoria aún. Todavía falta mi pregunta.

-Recuerda lo que acordamos, lo menos personal e incómoda posible- dijo Levi recostándose en la silla y cruzándose de brazos.

Eso es demasiado subjetivo, pensó Erwin en su momento. Incluso se estaba arrepintiendo de la pregunta que tenía en mente. Sin embargo, su parte curiosa le exigía saberlo.

-Muy bien. Dispara- dijo Levi al ver que el rubio se tardaba en preguntar.

-Creo que no es lo más conveniente.

-¿Qué? ¿ya te acobardaste?

-No es eso, pero no estoy seguro de que tan personal sea.

-Yo seré quien juzgue eso.

El pelinegro se quedó expectante. Y con tal de no retardarlo más, Erwin preguntó:

-Tu cicatriz ¿Cómo te la hiciste?

Demonios, pensó Erwin al ver como el psicólogo puso una expresión que ni él pudo descifrar. Rápidamente se arrepintió.

-Mejor olvídelo, no debí haber preguntado.

-No te preocupes- dijo Levi deteniéndolo- no me afecta en lo absoluto. Pero, respecto a la respuesta a tu pregunta, no lo sé.

La duda en el rostro del gerente fue bastante clara. Entonces, el psicólogo prosiguió:

-Desde que tengo memoria esta cicatriz ha estado ahí- dijo Levi rompiendo el contacto visual con la mirada azulada de Erwin.

-¿Pero cómo es posible que no lo sepas?

-Simplemente no lo sé y se acabaron las preguntas-dijo tajantemente-nos vemos la próxima semana.

No insistió. Sabía que la había cagado y lo mejor era no empeorarlo más. Tomó su abrigo y su maletín para irse de una buena vez del lugar. Tan arrepentido se estaba sintiendo, que al abrir la puerta chocó con un hombre levemente más bajo que él.

-Lo siento- dijo Erwin disculpándose con el rubio que se encontraba frente a él.

-No te preocupes, solo ibas distraído.

Lo observó con detenimiento por unos breves segundos.

-¿Sucede algo?-preguntó el desconocido.

Erwin negó con la cabeza y escuchó como las pisadas del psicólogo se hicieron presentes. La vista de piedra estaba clavada en el otro paciente. Entonces Levi dijo:

-Adelante, estamos retrasados. Adiós Erwin.

Incomodo por la repentina situación, Erwin se marchó.

. . .

-Hange me comentó que estas yendo la psicólogo- dijo Marie tomando su mocaccino-¿Cuándo planeabas decirme?

La cafetería en la que estaban había sido una recomendación por parte las amigas de Marie. Sin embargo, a Erwin eso no le importaba. Su concentración estaba en su café.

-No te conté porque no es importante.

-Por supuesto que lo es, me importas mucho Erwin.

El rubio se reprochó a si mismo por su falta de tacto. La chica lo había llamado emocionada por venir y él estaba amargando todo.

-Marie, lo siento- dijo Erwin tomándole la mano- solo estoy cansado.

-No te preocupes- dijo la chica serenamente- iré a pagar la cuenta.

-No es necesario.

-Debes descansar, Erwin. Ya tendremos tiempo para nosotros dos más tarde- dijo esbozando una triste sonrisa. Eso lo hizo sentir peor.

-Está bien, te esperaré afuera.

La mujer tomó su cartera y se dirigió a la caja mientras Erwin iba hacia la salida. En eso, sus ojos se percataron de una presencia solitaria en un rincón.

-¿Levi?

El pelinegro elevó la vista encontrándose con la mirada azulada. Dejó su taza sobre la mesa y dijo:

-Erwin, ¿Cómo estás?

-Muy bien. ¿Y tú? ¿Acabas de llegar?

-Estoy bien y si, la mesera acaba de entregar lo que pedí- dijo Levi tomando nuevamente un sorbo de té. Sus ojos se posaron en la silla vacía que había en frente - ¿Deseas tomar asiento?

El gerente asintió y ocupó el lugar frente a él. Observó la mesa fijándose de lo pobre que había en ella. Prácticamente solo había una tetera y una taza.

-¿No te gusta acompañar tu té con galletas?

-Las galletas arruinarían el té.

-Parece que te gusta mucho el té.

-Me encanta. Y ya es bueno por si solo.

-¿De qué tipo es?-preguntó observando la cálida tonalidad de la tetera de vidrio.

-Es un Rooibos puro.

-Wau, y yo solo conozco el té negro. Aunque yo soy más de café.

-Creo que me lo comentaste en una sesión – dijo Levi sonriendo- por cierto ¿Has estado bien?

Erwin frunció el ceño. Eso ya se lo había preguntado. Sin embargo, pudo notar el cambio en la forma en que le preguntaba. Sintió cálido el pecho al sentir la posibilidad de que Levi se interesara en él de manera genuina, y no como lo haría un psicólogo a un paciente.

-Yo…

De pronto, sintió como dos brazos rodeaban su cuello. Marie hizo su aparición y dijo:

-Ya podemos irnos, Erwin-los ojos negros se posaron en Levi- ¿Es un amigo tuyo?

-Marie- dijo Erwin lamentando la presencia de la chica- sí, él es…

-Soy su psicólogo- dijo el hombre ofreciéndole la mano- un gusto.

-El gusto es mío, mi nombre es Marie. Soy la novia de Erwin.

-No me habías comentado que tenías una novia- dijo Levi tomando un poco de té.

-Que cruel eres, Erwin- dijo Marie haciendo puchero- bueno, ya pagué la cuenta. ¿Nos vamos?

Erwin ni siquiera se había despedido correctamente cuando fue arrastrado por la pelirroja. Lo último que observó fue a Levi mirar fijamente el contenido de su taza.

. . .

El apoyo de la gente resonó en sus oídos. Inconscientemente una sonrisa se dibujó en sus labios. La alegría y la conmoción se apoderaron de él lanzando un grito esperanzador. Por fin. La humanidad podría tener esperanzas.

Erwin recordó aquello y dirigió su mirada hacia su psicólogo.

-Lamento que tengamos que estar con la puerta abierta, pero el aire acondicionado está dañado y hace un calor sofocante. Pero siéntete tranquilo de hablar, a esta hora no hay nadie.

-No te preocupes- dijo Erwin restándole importancia- Durante nuestra primera sesión, me preguntaste si alguna vez tuve algún sueño feliz relacionado con todo esto. Creo que tengo uno.

Levi dejó su lápiz y escuchó atentamente el sueño del rubio.

-¿Estabas con alguien en ese sueño?-preguntó el psicólogo.

La mandíbula del gerente se puso tiesa. Por supuesto que sí, Levi siempre estaba en la mayoría de sus sueños, pero eso no se lo diría.

-Estaba junto a una tropa. No logré ver bien sus rostros.

-Entiendo- dijo Levi.

Y de pronto hubo un silencio profundo. Los segundos pasaban y Erwin esperaba ansiosamente que Levi prosiguiera con su ritual de preguntas. Sin embargo, se estaba demorando. Dirigió sus ojos hacia él y lo encontró ausente. Sus ojos que siempre lucían pendientes y analíticos, ahora estaba perdidos en dirección a su libreta.

Levi, pensó Erwin preocupado.

-Quiero hacerte una pregunta, Erwin. Y quiero que me contestes con sinceridad- dijo el psicólogo. Su cuerpo se puso rígido de pronto- ¿Eres feliz?

La pregunta lo dejó extrañado. ¿Por qué Levi se oía levemente angustiado? De hecho, sus ojos lo miraban suplicante, esperando ansiosamente su respuesta.

-Por supuesto que lo soy- dijo Erwin sin preámbulos.

Levi respiró tranquilo al escuchar la honestidad en su voz.

-Bien. Creo que eso será todo por hoy- dijo el psicólogo tomando su comportamiento habitual.

Sin embargo, para Erwin no lo fue. Una necesidad inefable surgió dentro de él. Una que había estado ocultando desde hace mucho tiempo y que ahora marcaba una gran presencia.

No quería alejarse de Levi. ¿Por qué al final de cada consulta, Erwin sentía tristeza al marcharse?

Sentado frente a él, Erwin tomó su muñeca. La vista afilada de Levi lo miraba extrañada y atenta. Entonces el rubio dijo:

-Levi, yo…

Sin embargo, las palabras no salieron. Una cobardía impropia de él se apoderó de su boca. Negó con la cabeza y preguntó:

-¿Tienes alguna otra cita? Ya está anocheciendo, podríamos tomar un té.

Levi miró la hora en su reloj de muñeca y luego dijo:

-No puedo. Tengo otra cita que atender.

Erwin asintió y se levantó para irse. Una vez que abandonó la sala, respiró profundamente. Se sentía como un idiota. Ni siquiera sabía cómo expresar los sentimientos que estaban rondando por su cabeza.

Caminando por inercia, Erwin suspiró patéticamente.

-¿Te sucede algo?

Dobló su cabeza, encontrándose con el mismo joven rubio de la vez pasada. Sonrió nerviosamente.

-No pasa nada.

-Tú también te atiendes con el señor Ackerman, ¿Cierto?

-Así es.

-Un gusto- dijo el hombre saludándolo con la mano- Zeke Jaeger.

El gerente miró la mano con desconfianza. No le prestó importancia y se la dio.

-Erwin Smith. ¿Hace cuánto te tratas con Levi?

-Hace dos años.

-Eso es mucho tiempo.

-Digamos que nuestra amistad viene desde antes.

Unos celos inexplicables afloraron dentro de Erwin, de pronto este sujeto ya no le caía tan bien.

-Creo que me tengo que ir.

-Antes de que te vayas, Erwin. Quiero preguntarte algo- dijo el hombre tomándolo del hombro. Sus ojos verdes lo miraron fijamente. Eso lo puso nervioso- ¿Qué opinas de la reencarnación?

No sabía si fue la forma en que se lo preguntó o bien su rostro inexpresivo, pero Erwin se quedó helado. Los vellos de sus brazos se erizaron y su corazón se detuvo de golpe. De pronto, Zeke comenzó a reírse de la nada. Eso lo paralizó más.

-Hombre, no te lo tomes en serio- dijo palmeándole el hombro- olvida lo que dije. Creo que entraré, el señor Ackerman no le gusta que llegue tarde.

Lo observó hasta que desapareció por el pasillo. Entonces avanzó pensando en esa pregunta. Él no era creyente de esas cosas. Sin embargo, ¿Por qué lo hizo dudar al borde de no saber cómo contestar?

Por favor recuerda.

Se sujetó la cabeza recordando la voz de Levi.

Zeke, ese hombre definitivamente sabía algo.

La aparición de ese sujeto hizo que retrocediera apresurado hacia la oficina de Levi. No había nadie por los pasillos. A estas alturas de la noche, todos se había ido a casa. Observó la puerta abierta al final del pasillo. En eso un estruendo lo hizo retroceder a solo un paso del marco.

- ¿Por qué mierda te entrometes en lo que no te incumbe? no creas que no te escuche en el pasillo. Te lo dije una vez, pero lo repetiré para que te quede claro. No le metas ideas a Erwin.

¿Por qué Levi se escuchaba tan histérico y enfurecido? Los ojos de Erwin observaron el reflejo del ventanal. La figura de Levi sujetando del cuello a Zeke lo entumeció.

-Es como si tuvieras miedo de que me acercara a él, Levi.

-No eres una persona confiable.

-Que lo haya sido en el pasado, no significa que en esta vida lo sea. Todos somos distintos ahora, incluido tú.

-Prefiero prevenir que lamentar. Aléjate de Erwin Smith.

-Está bien, pero por favor suéltame - Levi lo soltó de mala gana y Zeke pudo respirar- Apretas fuerte, pero hay algo que no entiendo. ¿Por qué lo proteges tanto de mí? ¿Acaso le hice algo en el pasado? Créeme que es la primera vez que lo veo.

El pelinegro no respondió. Y de pronto Zeke atinó:

-No me digas ¿yo lo mate?

Erwin sudó frio y se llevó una mano a la boca. ¿De qué estaban hablando estos sujetos?

-Cierra la boca.

-Así que es verdad- dijo Zeke fascinado- ¿Es acaso una forma de expiarte de lo que hiciste? O bien ¿Era una especie de amante o algo así?

-Dije que cierres el hocico- dijo Levi tomándolo de la solapa de la camisa- Te lo advierto. No te metas conmigo. Te maté antes y puedo hacerlo de nuevo.

-Lo amabas y te hierve la sangre que yo lo haya matado ¿verdad?

Atento, Erwin esperó la respuesta de Levi, pero esta no llegó. Escuchó a Zeke proseguir.

-Solo déjame entenderte. ¿Qué quieres conseguir con todo esto? Entiendo que lo hayas amado en el pasado, pero ¿Lo sigues haciendo? ¿No es egoísta de tu parte meterte en su vida luego de que ya la tiene hecha? Ese Erwin Smith, no es el mismo al que tú amaste. El hombre podrá verse igual por fuera, pero no lo es. Lo que amas y proteges es su recuerdo.

-No eres quien para decir eso.

-Pero tengo razón ¿No?

Poco a poco Levi fue suavizando su agarre hasta soltarlo. Zeke se acarició la zona adolorida y preguntó:

-¿Hasta cuándo durará esto? ¿Acaso le dirás que esos sueños que tiene son los recuerdos de su vida pasada? ¿Por qué lo sigues reteniendo?

-Nada de esto te incumbe. Y es tiempo de que te retires. La hora se canceló.

Levi lo empujó hasta la salida. Sin embargo, paró en seco cuando vio el rostro absorto de Erwin.

-Erwin…

Los ojos azules lo miraron con un infinito pesar. Esto le estrujó el corazón al pelinegro.

-¿Quién eres tú, Levi?

Levi quiso detenerlo y explicarle todo lo que había escuchado. Sin embargo, el rubio ni siquiera le dio la opción de hacerlo.

. . .

Desde aquella vez, Erwin no volvió a saber de Levi.

Respiró profundamente sintiéndose cansado. Tenía un cerro de papeleo por leer, pero no tenía el ánimo, ni la mente para hacerlo. La conversación que presenció se reproducía una y otra vez en su cabeza.

Fue así como el cansancio lo venció y su mente se sumió en un sueño profundo.

Todo se resumía en un espeso negro. Sin embargo, era capaz de escuchar voces.

-A quien voy a inyectar es al comandante Erwin.

-Usted dijo que Armin sería el elegido.

-Esta jeringa será para quien pueda salvar la humanidad ¿Acaso tienen una remota idea de lo que están haciendo? Es Erwin, el comandante de la legión. ¿En verdad quieren que lo deje morir?

¿Acaso eran los últimos momentos de su muerte?

-Capitán, ¿Por qué lo hizo?

-Oye tú ¿podrías perdonar al comandante? -la voz de seria de Levi estaba cargada de sufrimiento y condolencia- su única opción fue convertirse en un demonio, nosotros deseamos que fuera así. Y ahora cuando por fin puede salir de este maldito infierno, nosotros intentamos traerlo de vuelta, pero ya es tiempo de dejarlo descansar en paz.

Erwin despertó exaltado y sudoroso. De pronto las palabras de Zeke le eran tan reales y coherentes. Buscó su teléfono con desesperación y marcó.

-Buenas tardes, me gustaría agendar una hora con el señor Ackerman.

-¿Ackerman? -preguntó la recepcionista- el señor Ackerman se ha desvinculado del departamento.

-¿Cómo? -preguntó Erwin desconcertado-¿Desde cuándo?

-Desde la semana pasada.

-¿Y tiene como ubicarlo? ¿Algún número o dirección?

-Lo siento, pero eso es información clasificada.

-Vamos, necesito hablar con él.

-Como ya le dije, no podemos. Lo lamento mucho señor.

La recepcionista cortó dejando a Erwin en la línea. El gerente se levantó de su escritorio. Tenía que encontrarlo. De alguna u otra forma.

-¡Hange! -dijo el rubio caminando hacia su escritorio. La castaña se irguió exaltada- necesito que uses tus contactos y me ubiques a Levi Ackerman.

Le tomó un tanto informarla sobre los pocos datos que sabía del psicólogo. Luego, Erwin tomó su celular y llamó.

-Erwin- dijo una voz femenina desde la otra línea- que sorpresa que me llamaras. ¿Cómo te ha ido?

-Marie, necesito decirte algo- comentó el hombre con pesar- ¿Puedes juntarte conmigo en una hora?

Erwin suspiró luego de cortar la llamada. Necesitaba poner en orden todo antes de poder encontrar y encarar a Levi.

. . .

Los ojos azules de Erwin miraban únicamente sus manos. Se sentía tan despreciable que no podía mirar a la chica a la cara. Estaba seguro de que su fino rostro estaba empapado en finas lágrimas.

-Supongo que todo terminó entre nosotros ¿No? -dijo Marie secándose las lágrimas con un pañuelo.

Erwin apretó los labios y dijo:

-Lamento mucho hacerte sufrir, Marie.

-No te preocupes -dijo la pelirroja- siempre he sentido que algo te ha faltado, Erwin. Intente llenar ese vacío tuyo, pero veo que no lo logré.

-De verdad lo siento.

-Si sigues pidiendo disculpas, créeme que me comenzaré a enojar, Erwin- dijo la mujer mirándolo fijamente- Sabia que esta relación tendría fin, debí haberla cortado en el momento en que me di cuenta. Sin embargo, siempre tuve la esperanza de que te enamorarías de mí y que seriamos felices juntos.

Las lágrimas de la pelirroja no parecían parar, y su cuerpo temblaba debido a los sollozos que inútilmente intentaba reprimir.

-Fue bonito mientras duró- dijo abnegadamente la chica.

-¿Quieres que te lleve a tu casa?

-No quiero que lo hagas- dijo negando con la cabeza- no quiero que me busques, Erwin. No sería bueno para mí.

De pronto, las manos de Marie fueron cubiertas por las ásperas manos del gerente. Ella elevó la vista para encontrarse con los arrepentidos ojos de Erwin.

-Quiero aclarar que todo lo que sentí por ti fue sincero en su momento. Eres una maravillosa persona, y espero que puedas encontrar a alguien mejor que yo. Lo mereces.

A través de las lágrimas, la chica observó las finas líneas de expresión que se formaban en el rostro del rubio. Realmente el hombre se veia apesadumbrado.

-Gracias por tus buenos deseos-dijo secándose con otra servilleta que estaba en la mesa- no quiero retenerte más. Si necesitas irte, puedes hacerlo.

Erwin asintió y tomó su abrigo para irse. Sin embargo, antes de darle la espalda a la chica, ella dijo:

-Espero de todo corazón que puedas encontrar lo que tanto has buscado, Erwin. Y espero también, que lo valores una vez que lo encuentres.

Erwin asintió y abandonó el lugar esperando que los sinceros deseos de su exnovia se hicieran realidad. En eso, su teléfono vibró en el bolsillo del pantalón. Entró al auto y rápidamente sacó el aparato. "Eureka" decía el mensaje del correo electrónico de Hange. Lo abrió y puso en marcha lo que haría a continuación, rogando porque todo saliera bien.

. . .

Levi respiró profundo dejando la caja sobre las del montón. El cansancio le estaba pasando factura a su cuerpo y lo único que este rogaba eran unas cuantas horas de sueño. Se masajeó su hombro izquierdo buscando sacarse la incomodidad de este.

Con la mirada entristecida, se sentó en su sofá dejando caer todo su peso. Entonces suspiró con pesar.

Lo mejor es dejar las cosas como están, pensó para sí mismo.

Para su mala suerte, el timbre sonó de pronto.

-Tch -se quejó el pelinegro levantándose nuevamente. ¿Por qué demonios Nanaba venia tan tarde a ayudarlo?

Se acercó perezosamente hacia la entrada de su hogar. Sin embargo, su cuerpo se paralizó al ver que Nanaba no era quien estaba en el marco. Levi empujó la puerta intentando cerrarla con apuro. No podía dejarlo entrar. Aun así, no esperó que la fuerza de Erwin fuera superior a la suya.

-Necesitamos hablar, Levi- dijo Erwin ingresando hacia el hogar del pelinegro.

-No te quiero aquí, Erwin.

-Por favor- imploró el rubio- Necesito saber si todos los sueños que he tenido son producto de mi vida pasada. Necesito saber la verdad.

-¿De qué te serviría? -preguntó Levi mirando hacia el piso- ¿Eso cambiaria algo?

-Por supuesto que lo haría, me haría entender cuál fue mi vida antes de esta.

-Tú ya tienes una vida-dijo Levi de pronto- ¿No te basta con esta? ¿Acaso crees que vivirás plenamente sabiendo las atrocidades que pasamos e hicimos en la otra vida?

-Lo que hice en el pasado, no me definen en la actualidad. Entiendo gran parte de estos sueños y puedo relacionarlos todos en una historia que resulté ser de la vida que alguna vez tuve. No sabes cuan martirizado me sentía por no entender el origen de todo esto. Tú eres la única persona que puede ayudarme.

Levi se sentó su sillón y puso su rostro entre sus manos. Entonces preguntó:

-¿No te cansaras cierto? Es increíble como tu curiosidad puede reflejarse en ambas vidas-Levi respiro hondo y exhalo- me prometí a mí mismo guardar silencio, pero dado que insistes y que no me dejarás tranquilo, te lo contaré. No quiero ser yo quien te impida saber la verdad.

Levi le contó todo, en resumidas cuentas. La historia de los titanes y el cuerpo de reconocimiento. Relacionó todos los sueños de Erwin con todos los eventos que ocurrieron realmente, la razón del dolor de su brazo, el ánimo que le dieron los hombres de las murallas cuando fueron a recuperar Shingashina, el batallón que se enfrentó al titan bestia, y su posterior muerte y la elección del suero. El gerente escuchó todo atentamente sin emitir palabra alguna. Podía notar cuan triste se tornaba el rostro del psicólogo mientras contaba la historia. Su frente parecía arrugarse más al llegar al final de su relato.

-Eso es todo. Todo lo que soñaste fueron las vivencias de la persona que fuiste en el pasado, Erwin.

-¿Qué hay de ti? ¿Desde cuando eres consciente de todo esto?

-Desde mi infancia. Al igual que tú, también se presentaron como pesadillas, pero fue durante mi adolescencia cuando llegó la revelación a mi confundida mente. No fue nada grato, Erwin. Todas las atrocidades que hice no tienen perdón de nadie. Tú no sabes de lo que fui capaz para lograr sobrevivir y cumplir la promesa que hice en tu lecho de muerte.

-¿Por qué no me buscaste?

-¿Buscarte? -preguntó Levi irónicamente- lo hice en su momento. No sabes lo esperanzado que estaba cada vez que escuchaba tu nombre a cada ciudad que iba.

Erwin sintió la tristeza que emanaba Levi en sus palabras.

-Cuando creí que me había dado por vencido, te encontré. Fue en una biblioteca. En cuanto te vi, todo mi cuerpo sintió una genuina felicidad. Sin embargo, cuando fui a tu encuentro y me viste, me miraste y pasaste de largo sin decir nada. No me recordabas. Ignorabas mi existencia. Fue entonces cuando me di cuenta de que ese hombre al que yo busqué incesantemente ya no existía.

-¿Por qué no me hablaste? Yo te habría escuchado, Levi.

-¿Y hacerte pasar por el mismo dolor que yo sentí? No, por nada del mundo quería que recordaras la cantidad de gente que mandaste a morir, el dolor que sentiste con la muerte de tu padre, la perdida de tu brazo y así. Podría seguir toda la noche nombrado incidentes horribles por los que pasaste. No vivirás con la conciencia tranquila, Erwin. Yo apenas puedo vivir con la mía. Además, me di cuenta de que yo no pertenecía a este nuevo tú, e intentar entrar a tu vida era muy egoísta de mi parte. Fue entonces que me alejé y me dediqué a la psicología.

La explicación que le dio Levi era lo bastante convincente. De hecho, no era nadie para juzgar lo que había hecho, especialmente por todo lo que tuvo que pasar.

-Cuando te vi en el supermercado, traté de pasar lo más desapercibido posible.

-Tú me reconociste ahí ¿Cierto?

-¿Cómo podría no hacerlo? Verte luego de años me llenó de pánico, y me aleje para intervenir lo menos posible.

Levi acarició su cabello hacia atrás y exhaló profundamente. Su rostro se veía cansado y sus ojos estaban enrojecidos. El hombre se resistía a desmoronarse frente a él.

-Sin embargo, fui débil. Cuando te vi en la consulta, no lo podía creer. Sentí que era obra de una eminencia divina. Tenerte frente a mí una vez más era definitivamente un regalo. De alguna forma pensé que el destino me estaba dando una segunda oportunidad de poder acercarme a ti. Y así fue como lo hice, fingiendo no saber nada de lo que hablabas. Ignorando las evidentes señales de tu pasado. Mi afán en esta vida era alejarte de todo ese mundo lleno de sufrimiento.

-No te lo hice fácil, ¿Verdad?

-Para nada. Siempre has sido de naturaleza curiosa.

-Pero si querías mantenerme al margen, ¿Por qué simplemente no desapareciste de nuevo?

-Porque quería saber que era tu vida ahora. Si eras feliz. Si tu familia estuvo contigo en esta nueva vida. Verte pleno es lo que más he deseado en este mundo.

-¿No fue duro para ti?-preguntó Erwin- ¿Mirarme y fingir que no sabias nada?

Por supuesto que fue duro. Cada vez que lo veía durante la consulta una inefable angustia se apoderaba de su pecho. Ser el único que poseía todos esos recuerdos y momentos que habían vivido juntos, lo destrozaba.

Siempre hacia el esfuerzo de demostrar indiferencia y despreocupación. Aunque eso no nunca le fue problema. Mantenerse estoico, y ocultar sus sentimientos a través de esta mascara de frialdad y desinterés era uno de sus talentos natos.

-Eso no importa ahora- Levi miró sus manos sin saber que agregar- Ahora que sabes toda la verdad, solo quiero pedirte un favor.

-Puedes pedirme lo que tú quieras, Levi.

Levi se levantó y miró a Erwin con nostalgia. Titubeó antes de hablar, pero finalmente lo dijo:

-Quiero que te alejes de mí y comiences a vivir. Ignora todo lo que te dije, olvídate de mi y sigue avanzando hasta tu final feliz. Este es tu momento para serlo y no quiero ser quien te lo impida.

-No puedes pedirme eso, puedo intentar olvidar mi pasado- dijo Erwin afligido- Pero no puedo alejarme de ti, Levi.

-Si puedes, claro que puedes. Lo has hecho todos estos años. Incluso tienes una novia con la cual formar una familia. Alejarnos es lo mejor para ambos.

-¿Podrías dejar de decir que es lo mejor para ambos? No quiero que decidas por los dos.

-Tú ya tienes tu vida, Erwin. Por favor, no hagas esto más difícil.

-¿Y si te digo que alejarme de ti es un obstáculo? ¿Y si digo que te conozco desde antes de toparnos por primera vez? – preguntó Erwin tomando una muñeca del psicólogo- Levi, he soñado contigo desde que tengo memoria.

Los ojos de Levi se abrieron de la impresión. Esa declaración lo había dejado como piedra. Entonces comenzó a negar con su rostro.

-Estas equivocado.

-Levi- dijo Erwin tomando su rostro entre sus manos- he esperado tantos años para poder conocerte. Conocer al hombre que aparece en mis sueños. Y ahora que te tengo aquí, luego de añorarte, no puedes simplemente pedirme que me aleje de ti ¿Cómo podría vivir después de ello? No podría hacerlo.

-Claro que podrás.

-No. Por supuesto que no- dijo Erwin abrazándolo con fervor- no puedo después de saber todo lo que has hecho por mí. Todo el dolor que has pasado por mi culpa.

Erwin no mentía al decir todo aquello. Saber que todo el sufrimiento que pasó intentando buscarlo. Luego alejarse para dejarlo vivir su vida. La preocupación y devoción que reflejaba el psicólogo en cada una de sus acciones solamente podía hacer crecer más y más aquel sentimiento que venía cargando desde hace tanto tiempo.

-Te amo- dijo Erwin sintiendo como las lágrimas se desbordaban por sus ojos azules.

-No lo digas, por favor. No lo digas- dijo Levi intentando ignorar el incomodo nudo que se instalaba en su garganta.

-Claro que lo haré, porque es lo único concreto que tengo en esta vida, Levi. Te amo más que a mi propia existencia. ¿Y cómo no hacerlo después de todo que has hecho por mí?

Levi se mordió los labios, intentando de que Erwin no los viera tiritar. De pronto sus piernas flaquearon y Erwin cargo con su peso para dejarse caer lentamente de rodillas sobre la alfombra.

Sintiéndose preso entre los brazos de Erwin, Levi suspiró anhelando tanto ese tipo de afecto. Inhaló fuertemente su aroma, emborrachándose de él hasta tenerlo grabado en sus sentidos. ¿Cuánto tiempo había deseado tenerlo de esa manera? ¿Cuándo lo tuvo tan cerca desde su muerte? Recordar ese evento tan trágico en su vida, lo hacía estremecer.

-Lamento haberme demorado tanto-dijo Erwin enterrando su nariz en el pecho del pelinegro- Te amo demasiado, Levi. Por favor, no me hagas alejarme de ti.

-Yo no soy el mismo Levi que tú conocías -dijo Levi sintiendo como sus lágrimas corrían por sus mejillas.

-Tengo toda una vida para conocerte-mencionó Erwin apoyando su barbilla en el cabello de Levi. Sintiendo la agradable suavidad de su cabello- Quiero conocer a este tú que tiene una vida que no peligra. Al que es dueño de una vida dichosa y plena. Y por, sobre todo, no quiero desperdiciar otra vida sin decir lo que siento por ti.

Los ojos de Levi lucían brillantes. Erwin sonrió acariciando la cicatriz del rostro del hombre más bajo y luego posó sus labios en ella para repartir besos en toda su extensión. Levi solo cerró los ojos, dejándose llevar por el tibio contacto.

-No me importa lo que hiciste en el pasado- dijo Erwin sin parar de besarlo- Te amo, Levi Ackerman. Y solo quiero que me respondas una cosa. ¿Tú me amas?

Sollozando, Levi se despegó del gerente y preguntó:

- ¿Cómo es posible que aún no te des cuenta? Todo lo que he hecho hasta hoy es por ti. No podría dejar de amarte en esta ni en otra vida, Erwin Smith.

Las manos temblorosas de Levi tomaron el rostro de Erwin y lo tocaron ansiosamente. Ambos con lágrimas en el rostro. Ambos expresando su sentir libremente, desahogando todo lo que venían cargando desde hace mucho tiempo atrás.

Erwin sentía el cuerpo de Levi tiritar contra el suyo. Afianzó el agarre intentando contener las emociones del psicólogo.

-Quiero permitirme estar contigo hasta el resto de mis días, Levi. Te lo ruego, concédeme ese egoísta deseo.

Levi lo miró con los ojos enrojecidos y humedecidos en lágrimas. Entonces dijo:

-Juro que no te perdonaré si me abandonas otra vez. No te atrevas a volver a hacerlo.

Erwin atrajo a Levi a su cuerpo y posó con anhelo sus labios en los suyos, demostrando todos los sentimientos que se encontraban a flor de piel. Levi se dejó querer, sintiendo como Erwin lo besaba con pasión y añoranza.

Teniendo todo ahi, Erwin podía vivir tranquilo de ahora en adelante. Sintiendo que todas las respuestas que necesitaba se encontraban ahora en sus brazos y labios.


Hola a todos, ¿qué tal?

Les traigo este oneshot a raiz de un concurso al que estoy participando. Y debo admitir que nunca me había costado tanto cumplir la meta de palabras. De hecho, nunca había sentido que 6000 palabras fueran tan poco. Es por ello que considero este oneshot muy fugaz en cuanto a los procesos que ocurren dentro de él. Agradezco mucho que la persona del concurso me haya dejado sobrepasarme en cuanto a las palabras.

La temática era de reencarnación y me costó un montón hacer que no fueran tan cliche, lamentablemente quedo así, pero intenté hacer mi mejor esfuerzo. Además, le di el hurt/confort que tanto me gusta para esta pareja.

Ojalá le guste porque de verdad le puse mucha dedicación a este oneshot y mucho cerebro para tratar de que todas las ideas se enlazaran.

Agradezco a mi hermana por incentivarme a escribirlo y a publicarlo.

Así que eso, espero de todo corazón que les guste y seré muy feliz si me comentan que les pareció.

¡Nos leemos!