- ¡Hoy es el día! – dije en voz alta, casi gritando, haciendo que mi pequeña compañera de aventuras y comida de emergencia se exaltara.
- ¿Qué te pasa? ¿Por qué gritas tan de repente? – me pregunta.
- Hoy es el día, Paimon, ¡hoy definitivamente se lo diré! – comenté emocionada, a lo que ella solo suspiró.
- Dices eso cada vez que regresamos a Liyue – me miró cansada. – y al final siempre te acobardas y nos vamos sin que le hayas dicho nada. – se cruza de brazos. – esta vez apuesto será igual.
- ¿Cómo estás tan segura? – dije un tanto ofendida, ¿me ha dicho cobarde? – Esta es la decisiva, mira – la mostré un ramo de lirios de cristal que había recogido de la aldea Chingtsé la última vez que estuvimos ahí – incluso le traje un ramo de flores, ¿no es romántico? – dije convencida, pero Paimon solo me miró pensativa.
- Lumine… ¿al menos sabes lo que significan?
- ¿Tienen un significado? – miré al ramo – oh, bueno, ¿qué más da? Lo que importa es que son bonitas.
- Están maltratadas.
- Han aguantado todo el viaje, no todo puede ser perfecto, Paimon. – Les di una mirada a las flores, ella tenía razón, ya se veían bastante maltratadas – pero está bien, supongo que no son tan necesarias. – las tiré, despreocupada.
Caminamos unas pocas horas más hasta que por fin divisamos la inmensa ciudad de Liyue, durante el trayecto Paimon se la pasó burlándose y diciéndome que no sería capaz de hablarle a aquella hermosa cocinera sobre los sentimientos que tengo hacia ella desde hace mucho tiempo atrás, claro que estaba equivocada, es verdad que las veces que lo intente en el pasado resultaron en fracasos absolutos, ¡pero esta vez estoy preparada! ¡Definitivamente lo haré!
Llegamos a la plaza principal de la ciudad, el lugar estaba tan vivo como la última vez que estuvimos aquí, niños jugando, soldados de la geoarmada patrullando, comerciantes ofreciendo sus productos y servicios… si, definitivamente regresamos al ambiente de Liyue.
Por todo el bullicio no me di cuenta por dónde caminaba y por error pasé demasiado cerca de una conocida tienda de té.
- ¿Otra vez tu aquí? ¿Cuántas veces debo decirte que no servimos té a personas como tú?
Esta chica… es tan molesta.
- Si, si, una simple forastera no entendería su sabor. – dije con sarcasmo imitando su tono de voz, ya había escuchado esa frase muchas veces en el pasado.
- hum, que bueno que lo entiendas, -miró hacia otro lado. – ahora largo.
Camine lejos del lugar, en dirección al restaurante Wanmin, con un ceño un poco molesto en mi rostro.
- No entiendo por qué esa mujer es tan grosera conmigo, si no le he hecho nada.
- No se puede evitar, - me contesta Paimon. – simplemente hay que alejarnos de esa tienda.
- ¡Oh vamos!, Ni siquiera estaba tan cerca – continué quejándome. – ella simplemente me odia.
- Así es, definitivamente no le agradas, - una voz masculina nos interrumpió. – la he visto rechazando clientes antes y a nadie le habla como a ti. – comenzó a reír.
- Señor Mao, ¿nos escuchó? – Sin darme cuenta llegamos al restaurante Wanmin, lugar donde el padre de Xiangling, el Chef Mao, trabaja junto con su hija.
- No es como que hables tan despacio, niña. – Él se encontraba en la cocina del pequeño local, justo detrás de la barra donde atendía a su clientela, la cual daba al exterior.
Yo reí levemente, rascando mi nuca un poco avergonzada. – Lo siento…
- Lumine siempre es difícil de controlar, a pesar de las veces que le he dicho que baje la voz. – decía Paimon con resignación en su rostro.
- ¿En serio? – contestó el hombre, siguiéndole el juego. – debe ser difícil viajar con alguien así.
- Así es… pero ya me he acostumbrado.
- ¡Oye! – interrumpí, ¿de qué está hablando? ¡Si es ella quien nunca se calla! Solamente me está haciendo quedar mal frente a mi futuro suegro…
El Chef Mao solamente rió ante mi reacción. – A todo esto, ¿les gustaría comer algo? Hace meses que no las veía por Liyue, tengo nuevas recetas que me gustaría que probaran mientras me cuentan sus aventuras.
- Eh… claro que me gustaría, pero antes... – dirigí mi mirada hacia el interior del local, buscando a alguien. - ¿De casualidad no se encuentra Xiangling? Me gustaría saludarla. – pregunté, algo ansiosa.
- ¿Mi hija? Bueno, ella estuvo aquí en la mañana, pero se va nada más consigue ingredientes y utensilios suficientes, ya sabes, el Crux Meridianam volvió a la ciudad hace algunos días y ella ha estado trabajando ahí, siempre la buscan para que sea su cocinera personal. – parecía un poco preocupado.
- ¿Crux… qué? – pregunté.
- Creo que hemos escuchado sobre ellos de la gente a la que hemos ayudado aquí en Liyue. – Me dice Paimon.
- ¿De verdad? No lo recuerdo…
- ¿No conocen a la flota Crux Meridianam? – Esta vez fue el señor Mao quién me preguntó, y como respuesta yo solo moví mi cabeza de un lado a otro indicando que no. – es una flota armada dirigida por las Siete Estrellas, son muy famosos en todo Teyvat, y todo es gracias a su capitana Beidou, quien se cuenta ha matado al mismísimo Haishan, una enorme hidra que se encontraba en el fondo del mar. – nos contó con admiración.
Paimon y yo solo nos miramos la una a la otra un tanto cansadas, habíamos escuchado este tipo de historias fantásticas sobre mucha gente a lo largo de nuestro viaje, y todas terminaban siendo fraudes.
- Eso suena… - comencé, no quería herir los sentimientos de aquel hombre.
- Ridículamente falso. – terminó Paimon, sin nada de tacto.
Afortunadamente, el chef frente a nosotras solo comenzó a reír, agradecida con el de arriba no se ofendió, me he esforzado mucho por caerle bien, no me gustaría que Paimon lo arruinara.
- Sé que suena muy fantasioso, - prosiguió - si yo fuera un forastero como ustedes tampoco lo creería.
- ¿Y es por eso que está preocupado?, ¿Porque Xiangling está conviviendo con gente que podría ser peligrosa?
- ¿Preocupado? – parecía confundido ante mi pregunta.
- Si, hace unos momentos lo parecía.
- ¡Ah!, - parece que ya entendió a lo que me refería - No es eso, es verdad que no me gusta que Xiangling deba ser la cocinera de esa flota cuando están aquí, pero es porque la contratan a tiempo completo y mis clientes que buscan específicamente comida de mi hija no vienen, así que tengo menos ventas… - suspiró decepcionado. – quien diría que mi hija es mejor que yo en mi trabajo.
- Ah… así que era eso – dije algo desconcertada por su respuesta.
- Si quieren ir a verla, el barco está aparcado en el puerto de la ciudad, es muy fácil reconocerlo.
- ¡Perfecto!, ¡Gracias señor Mao! – Hice un movimiento con mi mano en señal de despedida y comencé a caminar en dirección al puerto.
- ¡Vengan una vez se desocupen! ¡Puedo prepararles una buena cena! – gritó. – después de todo casi no tengo clientes…
…
- ¿De verdad no pudimos detenernos para comer algo? – me pregunto mi amiga voladora, ya estábamos bastante lejos del restaurante Wanmin y pronto llegaríamos al puerto.
- No, conociéndote no comerías solo un plato y no quiero desperdiciar más tiempo, quiero ver a Xiangling antes de que-
Deje de hablar en seco al percatarme de lo que iba a decir.
- Antes de que te acobardes, ibas a decir, ¿no? – me miró divertida. – por fin lo aceptas.
- Incorrecto, iba a decir… umm… - vamos Lumine, piensa. - ¡Ya se! Iba a decir que antes de que sea tan tarde que se deba ir a dormir, sip, eso.
- Eres realmente mala para inventar excusas, ¿lo sabías?
- ¡Mira! ¡Llegamos al puerto! – cambie de tema. - ¿Cuál crees que sea el Crux Meridianam?
- No lo sé, - dijo de forma un tanto sarcástica. – Quizás es el enorme barco lleno de cañones que está justo en medio del puerto.
- Oye… no tienes por qué hablarme así, no soy estúpida.
Ella solo me miró como diciendo "¿Ah, no?".
- Bueno, como sea, vamos.
- Espera, espera, - me detuvo tomando mi hombro con sus dos manitas. - ¿realmente crees que esté bien entrar así?
- ¿Por qué no lo estaría? – pregunte confundida.
- ¿Cómo que "¿por qué?"? ¡Es una flota armada! ¡La capitana venció a una Hidra!
- ¿En serio te creíste esas historias, Paimon?
- Bueno… no. – no parecía muy convencida. – pero si la gente habla así de ellos es porque deben ser peligrosos.
- Buen punto… bueno, no me interesa, aparte solo iremos a buscar a Xiangling. – comencé a caminar hacia el barco.
- Si tú lo dices…
