Autor Original: Jpanlver
ID: 2446710
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7:30 am.
Estaba en aquel punto como todas las mañanas. Vestido con el uniforme del instituto local de Iwatobi. Le quedaba bien. La prenda le quedaba bien ajustada alrededor de los hombros y aun así colgaba con naturalidad en su cintura. Tenía una sonrisa en su rostro, como siempre.
Haru, lápiz y papel listo en su mano, preparado para lo que seguramente ocurriría después. Y, por supuesto, como todas las mañanas, se inclinó y acarició al gatito perdido que le gustaba pasar por la escalera. Rápidamente dibujó la postura sobre el papel y continuó mirando. Quería grabar cada pequeño detalle en su memoria.
Pero hay un detalle que siempre se le escapa: esos ojos verdes. Haru está seguro de que si pudiese acercarse, podría capturarlos perfectamente. Todos los pequeños colores y el modo en que la luz los hacía bailar. Como sonreían. Pero eso es imposible. Porque Haru nunca sale de la casa. Es un hikikomori.
Quizás empezó cuando su abuela murió. Había sido su única compañía cercana, después de todo. Haru nunca había sido una persona social. Prefería el silencio y los pequeños placeres de la vida. Así que no le importó demasiado cuando sus padres se fueron al extranjero y lo dejaron allí. A su abuela nunca le importó lo que Haru hiciese.
Pero no podía precisar el momento exacto en que se detuvo, volviéndose imposible el salir. La luz del sol lo ciega. El aire lo ahoga. Había pequeñas cosas que echaba de menos. Principalmente el olor del mar y los primeros signos del verano pero esas fueron fácilmente remediados por un largo baño en la bañera y horas de pintura en su cuaderno de bocetos.
Rin le dijo que debería salir de su madriguera y volver al mundo de los vivos. Más fácil decirlo que hacerlo. Aunque fue lo suficientemente bueno como para traerle caballa fresca y artículos de baño.
El chico de ojos verdes es razón suficiente para salir de casa. Podría verle todos los días si fuese a la escuela. Pero…cada vez que intenta dar un paso fuera de la puerta, algo maligno se apodera de él y acaba agachado en el genkan, luchando contra un ataque de pánico.
Así que se conforma con observar al chico desde lejos. Se sabe sus horarios de memoria. Ha esbozado y pintado cada segundo de eso. Pero casi todos los días, como hoy, anhela más. Cualquier cosa. Joder, solo quiere saber su nombre. Probarlo en su boca y sentir como sería el decirlo.
Algunas veces, Haru se encuentra soñando con esta persona. ¿Cómo sería su vida si fuese normal? ¿Serían amigos? ¿Amantes? Los sueños se transforman en unos húmedos y algunas veces despierta con manchas en las sábanas.
"Te estás convirtiendo en un acosador" le dice Rin.
A él realmente le importa una mierda lo que Rin piense. Él es el que tiene un complejo con la natación y los ridículos dientes de tiburón.
Haru suspira y se aleja de la ventana. Va a cocinar un poco de caballa como siempre. En realidad se había vuelto bastante bueno cuidando de sí mismo. Su casa, la cual está impecable, lo prueba.
En el transcurso del día, cuando no está mirando al chico de ojos verdes, sigue su rutina habitual. Se sumerge en la bañera hasta que su piel está arrugada, se mete en algún videojuego durante un tiempo, y cuando eso se vuelve aburrido, se sumerge en sus dibujos. La misma vieja rutina, todo el día, todos los días. No es de extrañar que haya adoptado hábitos acosadores.
Cuando se acercan las 4:00, está esperando en la ventana. Pero algo está mal. No está ahí. Y siempre está ahí. Una sensación se retuerce a través de sus instintos. De repente, un sonido estridente atraviesa sus oídos. Salta pero entonces se da cuenta de que es su timbre.
No, no puede ser…
Lentamente abre la puerta y ahí está. Sus ojos. Maldición, son aún más hermosos de cerca. Tantos tonos de verde. Tendría que trabajar durante horas para crear un tinte para los tonos perfectos.
"Mmm, eres Haru, ¿verdad?"
"¿Qué?"
Es sacado con sorpresa de su aturdimiento. ¿Cómo sabe su nombre?
"¡Lo siento por molestarte!" ofrece una sonrisa en disculpa. El corazón de Haru se salta un latido "Un chico que dijo que era tu amigo, dijo que querías algo de mí"
Rin. Ese bastardo astuto. Va a sacarle cada puntiagudo diente de la boca.
"Lo siento. No debería haber hecho eso. Por favor, olvida que dijo algo"
Se mueve para cerrar la puerta pero el chico le detiene.
"¡Ah, espera! Mmm… ¿crees que podría entrar?"
Los ojos de Haru se abrieron de par en par. El chico de ojos verdes en su casa. ¿Está pasando esto de verdad? Seguramente es uno de sus ocurrentes sueños y está en el sitio en el que despierta pegado a la cama.
"C-Claro…"
Abre la puerta un poco más y permite que su invitado pase a través de este. Se quedan en el genkan incómodamente durante un minuto hasta que Haru corre a la cocina para buscar bebidas.
"¡Por favor, no te molestes!"
Cogió la caballa que tenía para el desayuno y rápidamente la puso en una bandeja.
Bebidas… ¡Bebidas! ¿Qué toman los adolescentes normales para beber? ¿Soda? No tiene nada. Prefiere el agua y ocasionalmente el té. Espera que todo esté bien.
Coloca la bandeja con cuidado sobre la mesa de café. Sin embargo, ninguno de los dos hace un movimiento para coger algo. El chico de ojos verdes tiene sus manos metidas en los bolsillos del uniforme escolar. Sus ojos posados en sus pies como si fuesen la cosa más interesante en el mundo.
"Espero que esté bien" murmura.
"¡S-Si! Está bien, gracias"
Otra pausa embarazosa llena la habitación. De repente, las dudas empiezan a inundar su mente. ¿Por qué ha venido? ¿Era solo para echar un vistazo al elusivo recluso? Frotó las palmas de sus manos sobre el dobladillo de su camisa. Haru no sabe lo que hará si este sueño tan fino se rompe. Maldito Rin.
"Ah… mmm… ¿puedo preguntar algo?"
"Por supuesto" responde Haru, tal vez con un poco de rapidez. Y entonces lo ve. El trozo de papel que apretaba fuertemente en su mano derecha. La respiración es rechazada por sus pulmones. Es el dibujo de esta mañana: el de él y el gato. Le había gustado la pose porque capturaba su esencia amable y amistosa. Pero a los ojos de un extraños, cuán raro debía de verse el tener cientos de dibujos hechos de uno mismo.
"L-Lo…siento" busca las palabras correctas pero no vienen. Un fuego furioso se arrastra por su cuello y solo quiere desaparecer.
Pero entonces el chico dice algo inesperado "¿Por qué mis ojos nunca está completos? El resto está muy detallado. Es asombroso que puedas capturar tanto desde tanta distancia"
Ah. Esos evasivos ojos verdes. No los dejaría al destino. No, quiere ser preciso y capturar la mezcla correcta de colores y luces para que los hagan brillantes. Es algo que no puede hacer mirando por la ventana.
"¿No te parece extraño?"
"Eh, quizás un poco. Pero me siento más halagado que otra cosa. Nunca he sido captado de este modo antes"
Haru debía de parecer perplejo porque sigue explicando "La mayoría de las personas me ven como el tipo de persona que tiene buenas notas o una persona confiable a la que acudir cuando necesitas algo. Geez, soy más que eso, ¿sabes?"
Oh, cómo lo sabe.
"De algún modo, te las has arreglado para capturar esa parte oculta de mí. ¡Eres solo un extraño, por el amor de dios! ¿Cómo es que me has mostrado tan abiertamente aquí?"
"Lo siento, no estoy seguro de entender"
"¡Eh! Lo siento. Sé que debo sonar como un loco en este momento. Bueno… esos paseos son el único momento en que le e siento yo mismo, ¿sabes? Cuando puedo sonreír libremente y mostrar mi verdadera cara"
'Mostrar mi verdadera cara'
La sensación es tan conocida que Haru es inmediatamente transportado de nuevo a su infancia. Sus padres nunca fueron los más expresivos en cuanto a su amor. Eran unos viejos tradicionalistas, teniendo esa reserva de tacto. Cuando se fueron, su abuela era una especie de compañía. Le enseñó a cocinar adecuadamente y crear cosas con sus manos. Y entonces murió. Y estaba solo otra vez.
Haru cogió suavemente el dibujo de manos del chico "¿Puedo dibujarlos ahora?"
"¿Eh?"
"Me refiero a tus ojos"
"D-De acuerdo"
Se sentó en el sofá mientras Haru cogía sus cosas. Al principio, es muy incómodo para el chico pues no sabe a dónde mirar y solamente puede mirar esos malditos ojos. Pasa varios minutos mezclando y remezclando pintura hasta que está satisfecho. Hay muchos más colores de los que imaginó. Vibrantes verdes mezclados con pequeñas manchas marrón y solo un toque de azul. Hay suficiente luz reflejándose en ellos para hacerlos parecer ampliamente abiertos e inocentes. Son verdaderamente hermosos.
Poco a poco se relaja e incluso da sorbos al té que Haru había preparado. Normalmente no es bueno conversación pero las palabras fluyen naturalmente entre ellos. El chico sabe cuándo llenar el silencio y cuando dejarlo estar. A pesar de que son completos extraños, se sienten más como amigos de por vida.
"Mi nombre es Makoto, por cierto"
Makoto. Deja que el nombre se deslice por su lengua, sabe del modo en que se siente, cómo su boca toma forma cuando lo dice. Ma ko to. Lo ha querido durante tanto tiempo y, aun así, se siente conocido en sus labios. Makoto. Makoto. Makoto.
Sonríe "Haru; encantado de conocerte"
Makoto se rie. Una pequeña y musical risa "Encantado de conocerte también"
Las horas pasan sin problemas con una conversación natural fluyendo entre ellos. Hablan sobre todo, desde la escuela hasta el extraño hábito de Haru de bañarse durante dos horas. Y entonces llega el temido momento en que Makoto se levanta del sofá y anuncia que es el momento de que se vaya. Le sigue al genkan en donde se pone los zapatos. Makoto toma el pomo de la puerta pero se detiene "Ven conmigo"
"¿Qué?"
"Fuera, quiero decir"
La mera mención de la palabra constriñe su respiración y se clava en el aire. Makoto coloca una mano tranquilizadora sobre su hombro.
"Todo estará bien, Haru. Iremos juntos"
"No puedo…" las palabras salen en pequeños jadeos y, ¡mierda! ¡No puede respirar en absoluto!
Los brazos de Makoto están repentinamente a su alrededor. Su pánico disminuye cuando un aroma almizclado invade su nariz. Un olor a otoño y a manzanas de caramelo. Inhala y lo memoriza. Qué cruel que no pueda pintar los olores.
"Solo concéntrate en mí, ¿de acuerdo?"
Asiente en su camiseta. Makoto lo lleva caminando hacia adelante y sus oídos registran la puerta abriéndose. Cada vez que un ataque de pánico intenta aparecer, se centra en lo áspero del suéter de Makoto y el dulce olor a vainilla de su champú. Amables dedos acariciando los mechones que rodean su oreja. Le acarician el cuello y, por primera vez quizás en toda su vida, se deleita con el toque de otro ser humano.
"Haru"
Alzó la mirada hacia Makoto, el cual estaba sonriendo. Entonces se dio cuenta del cielo púrpura, escuchó las cigarras cantar y sintió el frío aire contra su rostro.
Está fuera.
Por primera vez en más de un año, está parado en el porche. Deshace el agarre en el suéter de Makoto y se aleja.
Las hojas apenas empiezan a cambiar y caer al suelo. Todo es como una instantánea entrando a su mente todo de una vez. La nitidez de los verdes de la hierba, las gravísimas texturas de las casas de sus vecinos. Tan conocidos desde hace unos meses de mirar por la ventana pero ahora parecen frescos y enteramente diferentes en persona. Las pinturas se forman en su mente y luego se escabullen. Agarra la mano de Makoto cuando el mundo empieza a girar demasiado pero el brillo no se va.
"Haru, estás llorando"
"¿Lo estoy?" levanta los dedos hacia sus ojos y, efectivamente, ahí estaban las lágrimas. Las dejó caer libremente. El viento azotó su ropa e inhaló el aire fresco y otoñal. Cuantos olores diferentes al aire estancado en su casa.
"Makoto" dejó salir el sonido con el viento y contuvo la risa cuando llegó el frio.
"¿Sí, Haru?"
"Por favor, no te vayas nunca"
"No te preocupes, no lo haré. Te lo prometo"
Varios meses después, Haru regresa al instituto para tomar clases especiales para adolescentes parecidos a él. Es difícil pero lentamente está poniéndose al día con todo el trabajo que ha perdido. Al principio es duro. Los chicos le miraban mientras caminaba por los pasillos y susurraban cosas crueles a sus espaldas. Diariamente, sentía su cuerpo contraerse por el pánico. Pero Makoto siempre está ahí, tendiéndole una mano para que lo agarre, como un salvavidas. Todos los días caminan hacia Iwatobi. Ahora puede caminar por la playa sin que se el escape el aire. Y descubre que disfruta de estar fuera ahora. Volver a su casa ahora parece un castigo. Adora nadar en el océano, el cual es mucho mejor que una bañera.
Rin está bastante feliz.
"Al menos no tengo que llevarte más el maldito desodorante"
Pero eso realmente significa que está feliz por él. Nuevas personas han entrrado en su vida también. Un chico energético llamado Nagisa y uno del tipo intelectual, Rei. Haru, poco a poco, ha llegado a estar cómodo con su pequeño grupo. Se ríen y hablan fácilmente y están hablando incluso de formar un club de natación. Aunque llevará algo de tiempo para que esté completamente cómodo con ello.
Makoto, como prometió, ha estado apoyándole a su lado. Su relación se solidifica en una de confianza y amistad; alguno más incluso, quizás. Juegan videojuegos después de clases y Haru intenta, sin éxito, enseñar a Makoto a cocinar. Makoto le lleva a casa y lo presenta a su familia. Ren y Ran se enamoran. Lo reclaman como un segundo hermano. Trepan por encima de él, a pesar de que Makoto los regaña por ello. Extrañamente, no le importa. La madre de Makoto lo adopta extraoficialmente y pasan tiempo en la cocina juntos cocinando; ella le cuenta historias divertidas sobre Makoto. Ella es muy diferente de su propia madre y siempre está tocándole y llenándole de elogios. Al principio era raro. Pero entonces se dio cuenta de que esto era algo natural y la dejó continuar, felizmente.
Una tarde experimento un nivel más profundo de amor. Sucede rápidamente, con Makoto inclinándose y rozando sus labios contra su mejilla, profundizando después un torpe primer beso completo con un chasquido de dientes y una gran cantidad de saliva. Fue mejor al segunda vez y la tercera y la cuarta…
A Haru, que no estaba acostumbrado al toque, no le importa este desarrollo. Mientras los suaves dedos se entrelazaban en sus paseos a casa, finalmente empezó a darse cuenta de que necesita a la gente. No puede evitar al mundo y sus problemas. El chico de ojos verdes le ayudó a darse cuenta de esto. Ahora consigue ver esa sonrisa todos los días. Ya no aceptará más el mirar desde un lado. Junto a él y sus amigos, cree que el mundo no es un lugar tan aterrador.
