Algo estaba mal con Marinette.
Ella lo negaba cada que le preguntaba, pero era obvio.
Luka lo intuía por la forma en la que, sin previo aviso y con una ilógica excusa, necesitaba salir de urgencia y se negaba a que él la llevara a su casa.
Eso había sucedido tantas veces como para contarlas.
Sus citas siempre terminaban canceladas, aunque muchas veces estas acababan de iniciar, pero eso no era lo que lo ponía triste.
Era que Marinette no confiaba en él para contarle qué era lo que en realidad le pasaba.
Había pensado en las posibilidades del porqué; como problemas con sus padres, mucha tarea o que en realidad sus excusas eran ciertas, pero no podía evitar que también ideas de que no quería estar en realidad con él o que no se sentía cómoda con su presencia, se hacían presentes.
Y entonces, un día lo supo.
Una ocasión un ataque akuma los agarró por sorpresa y ambos quedaron atrapados en una cápsula de aluminio, muy lejos del centro de la ciudad como para ser vistos aunque no lo suficiente para escuchar todo el alboroto que causaba dicho akuma.
Llevaban ya un rato intentando hacer algo pasa salir de ahí pero no había forma alguna de que eso ocurriera. Marinette cada vez se veía más desesperada hasta el grado que Luka pensó que tendría un ataque de ansiedad.
— Lo siento, Luka —dijo levantándose del suelo y abriendo su bolsa de mano—. Ya no puedo esperar más.
Lo siguiente que vio fue a un ser diminuto color rojo salir de su bolsa que le daba una mirada comprensiva. Todavía no podía entender lo que estaba ocurriendo cuando, frente a sus ojos, su novia se estaba transformando en nadie menos que la valiente Ladybug.
— Sé qué hay mucho que explicar y que debes estar muy desconcertado pero necesito salir de aquí cuanto antes.
Luka no encontraba palabras, es más, si hubiera llevado su guitarra consigo aún así no hubiera podido tocar ni una sola melodía.
Ella convocó su amuleto encantado y un soplete cayó en sus manos. Cuando Marinette lo encendió, por poco y prendía fuego a su cabello. Luka salió de su trance y con gentileza apartó el peligroso artefacto de ella para fundir el aluminio él mismo.
Tardó un rato en fundirse la cápsula y se sintió todavía más largo al saber la urgencia con la que necesitaba salir de ahí Marinette. Sabía lo crucial que era que ya entrara en acción y acabara lo más rápido posible con el akuma.
Cuando vieron un hueco suficientemente grande para que ella pudiera salir, Marinette no lo dudo y salió por ahí ansiosa por ir al lugar de la batalla, aunque antes de irse regreso hacia él y tomó su mejilla.
— Gracias —dijo dándole un suave beso—. Hablaremos luego.
Y se fue dejándolo inmerso en un mar de dudas.
Todavía seguía repasando lo vivido cuando la cápsula que aún lo separaba de la avenida desapareció, trayendo consigo a un millar de pequeñas mariposas que ya estaba acostumbrado a ver.
Un día más tarde, Marinette le contó su secreto.
No le había costado trabajo unir que su amable, talentosa, inteligente y asombrosa novia era la mismísima Ladybug. Viéndolo en retrospectiva, se había regañado internamente de no haberlo notado antes. Ambas tenían el mismo amor por la justicia y el bienestar de las personas.
Lo que más trabajo le costaba era verla pelear.
Ya había visto a Ladybug y a Chat Noir en acción (y hasta él mismo había combatido en algunas ocasiones apoyándolos), pero una cosa era verlo por fuera y saber que su amuleto encantado los protegía de cualquier percance que tuvieran, a ver a la chica que amabas ser golpeada y herida por personas con habilidades extraordinarias que solo buscaban masacrarlos con tal de conseguir sus Miraculous.
Él estaba seguro que nunca se acostumbraría a eso.
Siempre que aparecía en las noticias o una notificación de su celular le avisaba que un nuevo ataque akuma se producía en la ciudad, Luka dejaba de hacer todo lo que tenía que hacer y se ponía a observar la batalla, con los nervios a flor de piel.
En los días buenos, los akumas eran demasiado malos como para realmente preocuparse; pero en los malos, no podía evitar vagar por toda su habitación antes de decidirse si tomar su bicicleta e ir a apoyarla o no.
Y no exageraba.
Literalmente analizaba si su ayuda sería conveniente para que acabaran rápido con el akuma.
Cuando así lo creía, agarraba algún objeto que pudiera facilitarle a Marinette una ventaja para su plan (algunas veces hasta ella le llegaba a mandar un mensaje con los artículos que necesitaba), tomaba su bicicleta y se dirigía lo más rápido posible al lugar, aunque esto le ganara siempre una llamada de atención de la pequeña Tikki, pero no le importaba.
Porque Luka haría todo lo necesario para ayudarla.
Porque si ella había decidido confiarle un secreto tan grande, él tomaría ese secreto como suyo y se lo llevaría hasta la tumba.
Porque para eso estaba él, para apoyarla siempre.
