001.
"Siéntate con nosotras, Percy Jackson" Bianca estaba sentada al lado de la chica del pelo rojizo que había hablado.
Era la diosa Artemisa.
Estábamos en el interior de una tienda, que era cálida y cómoda. El suelo estaba cubierto de alfombras de seda y almohadones. En el centro, un brasero dorado parecía arder solo, sin combustible ni humo. Detrás de la diosa, en un soporte de roble, reposaba su enorme arco de plata, que estaba trabajado de tal manera que recordaba los cuernos de una gacela. De las paredes colgaban pieles de animales como el oso negro, el tigre y otros que no supe identificar.
Un activista de los derechos de los animales habría sufrido un ataque al ver todo aquello.
Pero como Artemisa era la diosa de la caza, quizá tenía el poder de reemplazar a cada animal que abatía.
Me senté en el suelo frente a ella, como me había dicho, mirando con recelo el ciervo de pelaje reluciente y cuernos plateados que apoyaba la cabeza confiadamente en el regazo de la diosa.
Esta me estudió con atención, cosa que me estaba incomodando. Tenía una mirada viejísima para ser una chica tan joven.
"¿Te sorprende mi edad?" Me preguntó entonces.
"Eh… Un poco."
"Puedo aparecer como una mujer adulta, o como un fuego llameante, o como desee. Pero esta es la apariencia que prefiero. Viene a ser la edad de mis cazadoras, y de todas las jóvenes doncellas que continúan bajo mi protección hasta que se echan a perder."
"¿Cómo-?"
"Hasta que crecen. Hasta que enloquecen por los chicos, y se vuelven tontas e inseguras y se olvidan de sí mismas." Ah, bueno.
Zoë se había sentado a su derecha y me miraba con odio, como si yo fuese el culpable de todos los males que Artemisa había descrito. Como si la mera noción de ser un chico la hubiera inventado yo.
"Has de perdonar a mis cazadoras si no se muestran muy amigables contigo" Dijo Artemisa. "Es muy raro que entren chicos en este campamento. Normalmente les está prohibido el menor contacto con las cazadoras. El último que pisó el campamento…" Miró a Zoë. "¿Cuál fue?"
"Ese chico de Colorado. Lo transformásteis en un jackalope, mi señora."
"Ah, sí." Asintió Artemisa satisfecha. "Me gusta hacer jackalopes. En todo caso, te he llamado para que me hables un poco más de la mantícora. Bianca me ha contado algunas de las cosas inquietantes que ha dicho. Pero quizá ella no las haya entendido bien. Quiero oírlas de tus labios.
Se lo conté todo, de principio a fin. Desde cómo Grover nos había avisado para ayudarlo con Nico y Bianca hasta el momento en el que las Cazadoras aparecieron.
Cuando terminé, Artemisa puso una mano en su arco, pensativa.
"Ya me temía que tendría que usarlo." Zoë se echó hacia delante.
"¿Lo decís por el rastro, mi señora?"
"Sí."
"¿Qué rastro?" Pregunté.
"Están apareciendo criaturas que yo no había cazado en milenios" Murmuró Artemisa. "Presas tan antiguas que casi las había olvidado"
Me miró fijamente.
"Vinimos aquí ayer noche porque detectamos la presencia de la mantícora, pero ése no era el monstruo que ando buscando. Vuelve a repetirme lo que dijo el doctor Espino exactamente.
"Eh… 'Me horrorizan los bailes de fin de colegio'."
"No, no. Después de eso."
"Dijo que alguien llamado el General me lo iba a explicar todo" Zoë palideció. Se volvió hacia Artemisa y empezó a decirle algo con urgencia, pero la diosa alzó una mano.
"Continúa, Percy"
"Bueno, entonces se refirió al Gran Despertador-"
"Despertar" Me corrigió Bianca.
"Eso. Y dijo: 'Pronto tendremos al monstruo más importante de todos. El que provocará la caída del Olimpo". La diosa permanecía tan inmóvil como una estatua. "Quizá mentía" Sugerí. Pero Artemisa negó con la cabeza.
"No, no mentía. He sido demasiado lenta en percibir los signos. Tengo que cazar a ese monstruo." Haciendo un esfuerzo para no parecer asustada, Zoë asintió.
"Saldremos de inmediato, mi señora"
"No, Zoë. Esto he de hacerlo sola"
"¿Y qué hay de mi hermana? Artem-"
"Es una tarea demasiado peligrosa, incluso para ti, Maya y las demás cazadoras. Tú ya sabes dónde debo empezar la búsqueda, y no puedes acompañarme allí, lo mismo para tu hermana.
"Como… Como deseéis, mi señora"
"Hallaré a esa criatura" Prometió Artemisa. "Y la traeré de vuelta al Olimpo para el Solsticio de Invierno. Será la prueba que necesito para convencer a la Asamblea de Dioses del peligro que corremos."
"¿Y usted, señora, sabe de qué monstruo se trata?" Pregunté, aunque todavía se me hacía raro referirme a una niña de doce años como 'señora'.
Artemisa agarró su arco con fuerza.
"Recemos para que esté equivocada"
"¿Una diosa puede rezar?" Inquirí, porque era una idea que nunca se me había ocurrido. La sombra de una sonrisa aleteó por sus labios.
"Antes de irme, Percy Jackson, tengo una tarea para ti."
"¿Incluye acabar convertido en un jackalope de esos?"
"Lamentablemente, no. Quiero que escortes a las cazadoras hasta el Campamento Mestizo. Allí permanecerán a salvo hasta mi regreso."
"¿Qué?" Soltó Zoë. "¡Pero Artemisa! Nosotras aborrecemos ese lugar. La última vez-"
"Ya lo sé" Respondió la diosa. "Pero estoy segura de que Dioniso no nos guardará rencor por un pequeño, eh… Malentendido. Tenéis derecho a usar la Cabaña Ocho siempre que la necesitéis. Además, tengo entendido que han reconstruido las cabañas que incendiásteis." Zoë masculló algo sobre estúpidos campistas… "Y ya sólo queda una decisión que tomar" Artemisa se volvió hacia Bianca. "¿Te has decidido ya, niña?" Bianca vaciló.
"Aún me lo estoy pensando"
"Un momento" Dije. "¿Pensarse que?"
"Me han propuesto… que me una a las cazadoras"
"¿Cómo? ¡Pero no puedes hacerlo! Tienes que ir al Campamento Mestizo y ponerte en manos de Quirón. Es el único modo de que aprendas a sobrevivir por tus propios medios.
"¡No es el único modo para una chica!" Dijo Zoë.
No podía creer lo que estaba oyendo.
"¡Bianca, el campamento es un sitio guay! Tiene un establo de pegasos y un ruedo para combatir a espada… Quiero decir, ¿qué sacas uniéndote a las cazadoras?"
"Para empezar," repuso Zoë "inmortalidad"
La miré boquiabierto; luego me volví hacia Artemisa.
"Está de broma, ¿no?"
"Zoë raramente bromea" Dijo Artemisa. "Mis cazadoras me siguen en mis aventuras. Son mis servidoras, mis camaradas, mis compañeras de armas. Una vez que me han jurado lealtad, se vuelven inmortales, sí. Salvo que caigan en el campo de batalla, cosa muy improbable, o que falten a su juramento."
"¿Y qué han de jurar?" Pregunté.
"Que renuncian para siempre al amor romántico" Dijo Artemisa. "Que no crecerán ni contraerán matrimonio. Que seguirán siendo doncellas eternamente.
"¿Cómo usted, señora?" La diosa asintió.
Traté de imaginarme aquello. Ser inmortal. Vagabundear por ahí con tus amigas del cole para siempre.
No me cabía en la cabeza.
"O sea que usted recorre el país reclutando mestizas…"
"No, no sólo mestizas" Me interrumpió Zoë. "Todas aquellas que honren a la diosa pueden unirse a nosotras. Mestizas, ninfas, mortales…"
"¿Y tú qué eres?" Un relámpago de cólera cruzó su mirada.
"Eso no es de tu incumbencia. La cuestión es que Bianca puede unirse a nosotras si lo desea. La decisión está en tus manos."
"¡Es una locura, Bianca!" Le dije. "¿Y qué pasa con tu hermano? Nico no puede convertirse en cazadora."
"Desde luego que no" Dijo Artemisa. "Él irá al campamento. Por desgracia, es lo máximo a lo que puede aspirar un chicho."
"¡Eh!" Protesté.
"Podrás verlo de vez en cuando" Le aseguró Artemisa a Bianca. "Pero ya no tendrás ninguna responsabilidad sobre él. Los instructores del campamento se harán cargo de su educación. Y tú tendrás una nueva familia. Nosotras"
"Una nueva familia..." Repitió Bianca con aire de ensoñación. "Sin ninguna responsabilidad…"
"Bianca, no puedes hacerlo" Insistí. "Es una locura" Ella miró a Zoë.
"¿Vale la pena?" Zoë asintió.
"Sí"
"¿Qué tengo que hacer?"
Después de que Bianca recitara unas palabras de promesa y Artemisa aceptara, las llamas del brasero se avivaron, arrojando por toda la estancia un resplandor plateado.
Bianca no parecía distinta, pero ella respiró hondo, abrió los ojos y murmuró:
"Me siento… Más fuerte."
"Bienvenida, hermana" Dijo Zoë.
"Recuerda tu promesa" Añadió Artemisa. "Ahora es tu vida" Yo no podía intervenir. Me sentía como un intruso. Y como un fracasado integral.
No podía creer que hubiese llegado hasta allí y sufrido tanto para perder a Bianca a manos de un club femenino eterno.
"No te desesperes" Me dijo Artemisa. "Aún tienes que mostrarles a los Di Angelo el campamento. Y si Nico así lo decide, puede quedarse a vivir allí.
"Estupendo" Dije, intentando no sonar tan arisco como me sentía. "¿Cómo se supone que vamos a llegar al campamento?" Artemisa cerró los ojos.
"Se acerca el amanecer. Zoë, desmonta el campamento. Tenéis que llegar cuanto antes a Long Island sin sufrir daños. Pediré a mi hermano que os lleve." A Zoë no pareció entusiasmarle la idea, pero asintió de todas formas. "Y convence a tu hermana para que se quede con vosotras, es más seguro para ella de esta manera". Percy frunció el ceño al volver a escuchar a la diosa nombrar a la hermana de Zoë.
"¿Tienes una hermana?" Supe entonces que si las miradas mataran, yo me habría volatilizado de la existencia por la mirada furibunda que me estaba dirigiendo la cazadora.
"Te lo repito Jackson, no es de su incumbencia" Gruñó. Después le dijo a Bianca que la siguiera.
Cuando salían, esta se detuvo un instante a mi lado.
"Lo siento, Percy, pero quiero hacerlo. Lo quiero de verdad" Salieron las dos y me quedé solo con la diosa de doce años.
"Entonces," le dije con aire sombrío, "¿su hermano se encargará de llevarnos, señora?" Sus ojos plateados destellaron.
"Así es. ¿Sabes? Bianca Di Angelo no es la única que tiene un hermano irritante. Ya va siendo hora de que conozcas a mi muy irresponsable gemelo. Apolo, y a su fiel acompañante, por supuesto."
Artemisa había asegurado que se acercaba el alba, pero nadie lo habría dicho: estaba todo más oscuro, más frío y nevado que nunca.
Allá en la colina, las ventanas de Westover Hall seguían oscuras. Me preguntaba si los profesores habrían advertido la desaparición de los hermanos Di Angelo.
Prefería no estar allí cuando lo descubrieran. Con mi suerte, seguro que el único nombre que la señorita Latiza (una de las profesoras de los hermanos) recordaría sería el mío, y entonces me convertiría en víctima de una cacería humana por todo el país.
Otra vez.
Las cazadoras levantaron el campamento tan deprisa como lo habían montado.
Parecían tan tranquilas en medio de la nieve, pero yo esperaba tiritando mientras Artemisa escudriñaba el horizonte por el este.
Bianca se había sentado más allá con su hermano. Ya se veía por la expresión de Nico que estaba explicándole su decisión de unirse a la Cacería.
Desde luego, ella había sido muy egoísta al abandonar a su hermano de aquella manera.
Thalia y Grover se me acercaron, deseosos de saber lo que había ocurrido durante mi audiencia con la diosa.
Cuando se los conté, Grover palideció.
"La última vez que las cazadoras vinieron al campamento, la cosa no fue demasiado bien" ¿Por qué se habrán presentado aquí? Quiero decir, ha sido como si surgieran de la nada.
"Y Bianca se ha unido a ellas" Dijo Thalia, indignada. "La culpa la tiene Zoë. Esa presumida insoportable…"
"¿Cómo va uno a culparla?" Dijo Grover, suspirando. "Toda una eternidad con Artemisa…" Thalia puso los ojos en blanco.
"Los sátiros sois increíbles. Todos loquitos por Artemisa. ¿No comprendéis que nunca va a corresponderos?"
"Es que… Le va tanto la naturaleza" Grover parecía casi en trance.
"Estás loco" Le espetó Thalia.
"Loco por ella, sí." Dijo Grover, soñador. "Tienes razón."
El cielo empezó a clarear por fin.
"Ya era hora. ¡Es tan perezoso en invierno!" Murmuró Artemisa.
"¿Estás esperando, eh… La salida del sol?" Le pregunté.
"Sí, a mi hermano."
Yo no quería faltarle al respeto. Es decir, conocía las leyendas sobre Apolo conduciendo por el cielo el gran carro del sol. Pero también sabía que el sol era una estrella situada a no sé cuántos millones de kilómetros.
Ya había asimilado la idea de que algunos mitos griegos fueran ciertos, pero vamos…
No lograba imaginarme cómo iba a arreglárselas Apolo para conducir el sol.
"No es exactamente lo que tú crees" Me dijo Artemisa, como si me leyese el pensamiento.
"Ah, bueno" Empecé a relajarme. "Entonces no es que vaya a llegar…"
Hubo un destello repentino en el horizonte y enseguida una gran ráfaga de calor.
"No mires." Me advirtió Artemisa. "Hasta que hayan aparcado"
¿Aparcado?
Desvié la vista y vi que los demás hacían lo mismo. La luz y el calor se intensificaron hasta que me dio la sensación de que mi abrigo iba a derretirse. Y entonces, la luz se apagó.
Me volví.
No podía creerlo. ¡Era mi coche!
Bueno el coche de mis sueños, más bien. Un Maserati Spyder descapotable rojo. Era impresionante. Resplandecía. Aunque enseguida comprendí que deslumbraba porque la chapa estaba al rojo vivo.
La nieve se había derretido alrededor del coche en un círculo perfecto, lo cual explicaba que notara los zapatos mojados y que de repente estuviera pisando hierba verde.
La conductora bajó sonriendo de oreja a oreja. Se me olvidó respirar durante unos treinta segundos. Cuando volví en mí mismo tuve que pellizcarme para comprobar que no me la estaba imaginado.
A pesar de ser la que iba detrás del volante, parecía tener mi misma edad, quizá un poco menor, pero ese hecho no quitaba lo que molaba.
Tenía el pelo castaño sucio, tirando a rubio y lo llevaba recogido en una especie de turbante con estampado tribal de colores cálidos y un azul cielo. Llevaba unos pendientes que colgaban de sus orejas al igual que muchos piercings, también tenía colgando unos cuantos collares de cuentas y cuerda de cuero y uno de ellos, con forma de atrapasueño. Tenía bronceado, como si pasara el tiempo eternamente en una playa en pleno agosto.
El top de lencería blanco que vestía era suficientemente revelador como para provocarme un sonrojo y que moviera rápidamente mis ojos hacia otra parte, que resultó ser los pantalones bombachos que conjuntaban con el turbante que llevaba.
Era una modelo hippie sacada de una peli veraniega de los setenta y no había nada que me pudiera convencer de lo contrario.
Solo cuando noté movimiento a mi derecha (que resultaron ser Thalia y Grover acercándose a la recién llegada con las bocas tan abiertas como la mía) noté al otro chico que salía del coche.
Parecía tener diecisiete o dieciocho y, por un segundo, tuve la incómoda sensación de que era Luke, mi viejo amigo y actualmente enemigo.
Compartían el pelo rubio rojizo y el aspecto saludable y deportivo.
Pero no.
Era más alto y no tenía ninguna cicatriz que le cruzara la cara como tenía Luke. Además, su sonrisa resultaba juguetona, Luke no hacía más que fruncir el ceño y sonreír con desdén últimamente.
Este llevaba unos tejanos, una camiseta roja y una chaqueta vaquera.
"Guau" Se asombró Thalia. "Que tipo más caliente"
"Es el dios del sol" Contesté sin prestarle mucha atención. Mis ojos seguían pegados a la chica, que ahora parecía estar buscando a alguien entre la multitud.
Ojalá me buscara a mí.
"No me refería a eso" Pero yo ya no recordaba de lo que estábamos hablando.
"¡Hermanita!" Gritaron ambos al unísono y Thalia, Grover y yo pegamos un salto de sorpresa.
"¿Qué tal estás?" Continuó Apolo. "Nunca llamas ni escribes. Nos estábais empezando a preocupar" Se señaló a sí mismo y a la diosa que tenía al lado repetidamente para dar más énfasis.
Artemisa suspiró y Zoë (que estaba a su lado) meneaba la cabeza con decepción.
"Estoy bien, Apolo. Y no soy tu hermanita."
"¡Eh, que yo nací primero!"
"¡Somos gemelos! ¿Cuántos milenios habremos de seguir discutiendo…?"
"Ya lo conoces, Missy" Todas las cabezas se volvieron al unísono hacia la voz que había hablado. Era la chica. "Compartís la obstinación de Zeus. Yo le daría unos dos mil años más, para ese entonces le habrá empezado a malfuncionar la memoria."
"¡Tú!" Gritó la diosa. "¡Te tengo dicho que no me llames Missy, mi nombre es Artemisa!" La diosa mandó una mirada fulminante hacia la otra diosa. Pero esta no se inmutó, y en su lugar se volvió hacia Zoë. Apolo, mientras todo esto ocurría mantenía su sonrisa, como si nadie le hubiera insultado delante de su cara.
"¡Smiley!" Abrió los brazos como esperando un abrazo, y si Zoë no se lo daba pronto, se lo iba a dar yo.
"Vega" Saludó Zoë sin entusiasmo y con cara de póker. Aun así, se acercó y la abrazó pateándole la espalda un par de veces antes de soltarla con un movimiento seco.
Vega.
Era un nombre precioso perfecto para ella, pero no me sonaba a ninguna diosa relevante, y no entendía el por qué. Me pregunté si sería algún apodo para Afrodita. Definitivamente era lo hermosa suficiente para ser la divinidad del amor y la belleza
"Bueno, ¿qué pasa?" Interrumpió el momento Apolo. La diosa y Zoë se volvieron hacia Apolo, al igual que los demás. "Tienes a todas las chicas contigo, por lo que veo. ¿Necesitáis unas clases de tiro con arco? Debo decir que Vega ha mejorado desde la última vez que nos vimos. Y todo gracias a mi brillante habilidad."
"Es verdad," dijo Vega a Zoë, "ya casi le doy a la diana" Zoë se puso una mano en la frente y suspiró cansada. Artemisa apretó los dientes con irritación. Pero una vez más, los recién llegados no se inmutaron del cambio de ánimo.
"Necesito un favor. He de salir de cacería. Sola. Y quiero que lleves a mis compañeras al Campamento Mestizo.
"¡Claro, cielo…!" Contestó Apolo a la vez que Vega decía (aunque solo dirigiéndose a Zoë): "¡Qué emoción!" Y Zoë rodaba los ojos. "Un momento" Continuó Apolo de repente, levantando una mano como diciendo 'quieto parao'. "Siento que me llega un haiku" Las cazadoras refunfuñaron y esta vez, hasta la otra diosa rodó los ojos, justo para darme cuenta de que eran de un marrón que simulaba al oro líquido bajo la luz del sol.
Puff…
Apolo se aclaró la garganta y recitó con grandes aspavientos:
"Hierba en la nieve.
Me necesita Artemisa.
Yo soy muy guay."
Nos sonrió de oreja a oreja. Sin duda esperando un aplauso (que nunca llegó).
"El último verso sólo tiene cuatro sílabas" Observó su hermana. Él frunció el ceño.
"¿De veras?"
"Sí"
"¿Qué tal 'yo soy muy engreído?"
"Ese tiene seis" Dijo Vega desde su sitio, sonriendo de lado.
Si sabía de poesía lo más probable es que fuera hija de Apolo con otra diosa menor. Eso explicaría también la confianza que tenía con él y que tratara a Artemisa como a una hermana. Pero no explicaba el cariño que le parecía tener a la lugarteniente de las cazadoras.
Justo mientras pensaba en eso, Zoë se volvió hacia Grover, Thalia y yo.
"El señor Apolo lleva obsesionado con los haiku desde que estuvo en Japón."
"Al menos no es tan malo como cuando le dio por escribir poemas épicos. ¡Los haikus por lo menos sólo tienen tres versos!" Yo no sabía que eran los poemas épicos, pero con la voz que tenía Vega, que daba la sensación de tener terciopelo en lugar de cuerdas vocales, era suficiente para que quisiera saberlo todo sobre los pomelos epítetos.
"¡Ya lo tengo!" Anunció Apolo. "'Soy fe-no-me-nal.' ¡Cinco sílabas!" Hizo una reverencia. "Y ahora, querida… ¿Un transporte para las cazadoras, dices? Muy oportuno. Vega y yo íbamos a salir a dar una vuelta" Por cómo lo decía, me hizo preguntarme si Vega no sería su churri más bien.
Aunque según mi criterio no pegaban juntos ni con cola.
"También tendrías que llevar a estos semidioses" Precisó Artemisa, señalándonos con el pulgar. "Son campistas de Quirón" Dijo. Cómo si hubiera más campamentos para mestizos, vaya…
"No hay problema" Nos echó un vistazo. "Veamos… Tú eres Thalia, ¿verdad? Lo sé todo sobre ti." Ella se ruborizó.
Eché un vistazo y vi a Vega hablando con Zoë, con la diferencia es que esta vez, la diosa estaba muy seria y prestaba total atención a cualquier cosa que estuviera diciendo.
"¿Percy Jackson?" Apolo me estaba llamando entrecerrando los ojos mientras me escrutaba el rostro.
"¿Eh? Digo… Sí señor." Me aclaré la garganta mientras intentaba volver a mis sentidos. Apolo me observó detenidamente, pero no dijo una palabra, cosa que me resultó un poco inquietante. La posibilidad de que Vega fuera en verdad su churri y el dios me hubiera pillado babeando por ella me causó un nudo en el estómago.
"¡Bueno!" Exclamó de repente dando una gran palmada, que consiguió la atención de todas las cazadoras que se habían puesto a hablar entre ella, incluyendo a Zoë y a Vega. "Será mejor que subamos. Este cacharro sólo viaja hacia el oeste. Si se nos escapa, nos quedamos en tierra.
n/a: ¡pues aquí está el primer capítulo! os dejo también por aquí el enlace del outfit que lleva vega, la diosa del amor y la belleza e hija/churri de apolo según percy XD
