Disclaimer: ni Pokémon ni sus personajes me pertenecen.

Summary: Las despedidas son difíciles, pero Dawn es una persona fuerte y ellos estarían ahí para apoyarla en cada paso. Para apoyarse mutuamente.

Pareja: Ash/Dawn implícito.

Advertencia: Posible OoC. Situado tras la liberación de Ambipom (aka ese episodio de ping pong...)


stand by me, stand by you


No permanecen mucho tiempo en el Centro Pokémon de Sandalstraw tras la partida de Ambipom. Después de todo aún hay un largo trecho que recorrer para llegar a Ciudad Snowpoint y al siguiente gimnasio que Ash planea retar, por lo que no hay tiempo que perder. Así que continúan su viaje incluso si aún hay cierta pesadez en el ambiente. Las despedidas nunca son fáciles y Ash no puede evitar notar lo silenciosa que Dawn permanece durante el trayecto, abrazando a Piplup contra su pecho con un agarre un poco más firme de lo habitual, no que el pequeño pingüino se queje al respecto cuando él mismo luce tan cabizbajo como su entrenadora.

Ash siente que debería de hacer algo al respecto, así que trata de aligerar el ambiente planeando en voz alta su siguiente estrategia para enfrentar el Gimnasio de Ciudad Snowpoint, pidiendo la opinión de sus dos compañeros de viaje, siquiera sólo para tener un tema de conversación. Y a pesar de que puede ver que Dawn sale un poco de su ensimismamiento al escucharlo hablar tan animadamente y se las arregla para dirigirle palabras de aliento, en el fondo él sabe que no es suficiente.

Termina confirmando aquello cuando, al llegar el atardecer, se asientan en un sector despejado del bosque para pasar la noche, Ash puede ver como la postura de Dawn se tensa una vez que, tras haber sacado a los pokémon para que cenaran, estos empiezan a mirar a su alrededor con expresiones desconcertadas, como si buscaran a alguien. Ash siente un sabor amargo en la garganta cuando se da cuenta de que están buscando a Ambipom, pero antes de que pudiera decir algo, Dawn se le adelanta y, hincándose enfrente de los pokémon, empieza a tratar de explicarles la situación.

Ash no puede evitar fruncir ligeramente los labios al ver la expresión de su rostro. Dawn se las había arreglado para mantener una sonrisa al decirle adiós a Ambipom, e incluso ahora sigue haciendo su mayor esfuerzo por sonreírle a los pokémon de forma tranquilizadora; como para darles a entender que todo iba a estar bien, que inclusive si Ambipom ya no iba a viajar más con ellos siempre seguiría siendo su amiga y que lo mejor que podían hacer era apoyar su decisión. Lo hace incluso cuando no puede esconder la forma en que su voz empieza a temblar y Piplup se allega un poco más a ella, posando una de sus aletas sobre la mano de Dawn a modo de apoyo.

Las despedidas nunca son fáciles y eso es algo que Ash sabe muy bien, por ello no se sorprende cuando a Dawn se le escapa una lágrima y se excusa rápidamente, diciendo que necesitaba un momento a solas. Se escabulle en medio de las miradas preocupadas del grupo y no mira atrás ni siquiera cuando Piplup la llama, tratando de seguirla. Después de que sus figuras desaparecen entre medio de los árboles del bosque, Ash voltea a ver a Brock, quien observa el camino por el que Dawn se había marchado con el mismo gesto de preocupación que él. Brock asiente en su dirección, previendo sus intenciones, y Ash asiente a su vez, volviendo su atención a los pokémon.

—No se preocupen, iré a hablar con ella —anuncia, captando la atención del grupo. Pachirisu y Buneary se le acercan, notoriamente ansiosos por el estado de su entrenadora, y él les sonríe—. Todo va a estar bien.

Buneary y Pachirisu asienten, relajándose un poco y decidiendo confiar en su palabra. Ash inmediatamente sigue el mismo camino por el que Dawn se había ido, escuchando tras de sí los pasos de Pikachu acompañándolo fielmente.

No tardan mucho en encontrar a Dawn sentada sobre un tronco caído con Piplup a su lado. La imagen es suficiente para hacer que Ash sienta un nudo en el estómago; Dawn siempre había tenido la costumbre de intentar ocultar sus emociones del resto y poner un rostro valiente cada vez que algo malo pasaba. Aún puede recordar aquella vez durante su racha de derrotas en que la había encontrado llorando tras la cafetería en la que se habían detenido; allí escondida del resto y con la sola compañía de Piplup, tal como ahora. En ese entonces Ash le había preguntado tontamente si acaso tenía algo en el ojo, incluso si en el fondo había sabido con sólo mirarla que esa no era la situación— pero al menos había logrado distraerla y animarla a que comieran helado juntos, olvidándose de sus preocupaciones aunque fuera por un momento.

No está seguro de si podrá hacer lo mismo ahora. Pero debe intentarlo.

Dawn no se percata de su llegada hasta que Ash toma asiento a su lado. Voltea sobresaltada y, al darse cuenta de que sólo se trata de él y de Pikachu, intenta secarse las lágrimas disimuladamente.

—N-no es nada —le dice antes de que él alcanzara a abrir la boca—. ¡No hay de qué preocuparse! Sólo necesito un momento...

Piplup frunce el ceño, mirándola con preocupación y Dawn posa una mano sobre su cabeza distraídamente.

—Estoy bien, estoy bien. No necesitan preocuparse por mí —trata de asegurarles, pero ni a Ash ni a los pokémon que los acompañan les pasa desapercibida la manera en que sus manos se aferran a la tela de su falda.

—Pikaka… —murmura Pikachu con las orejas caídas.

—Dawn… —Ash muerde el interior de su mejilla. Sin saber bien qué hacer, dirige su mirada al cielo por un momento, hasta que las palabras terminan saliendo de sus labios antes de que se dé cuenta— ¿Alguna vez te hablé del primer pokémon que atrapé?

Aquello parece llamar la atención de Dawn, quien parpadea un par de veces, extrañada ante su repentina pregunta, antes de asentir.

—Lo mencionaste cuando conocimos a Aaron de la Élite Cuatro —responde, curiosa por ver a qué iba con eso— ¿Fue un Caterpie, verdad?

Ash asiente y esboza una sonrisa nostálgica ante el recuerdo.

—Sucedió un par de días después de que Pikachu y yo iniciamos nuestro viaje —empieza a contarle. Pikachu se acurruca contra él, probablemente recordando también aquellos primeros días, y Ash lo acaricia detrás de las orejas afectuosamente—. Antes de que me diera cuenta terminó evolucionando en un Metapod y poco después en un Butterfree. Viajamos por varias ciudades juntos, hasta que al final decidió irse a formar una familia luego de que se enamorara de otra Butterfree durante su época de apareamiento.

Se detiene por un momento, notando que Dawn escucha sus palabras atentamente, incluso si ha terminado bajando la mirada a sus pies con una expresión abstraída.

—Debió ser difícil tener que despedirte de uno de tus primeros pokémon —dice suavemente y Ash asiente en respuesta.

—Sí, lo fue. Ni siquiera fui capaz de llenar su lugar en el equipo con alguno de los otros pokémon que había atrapado. Pero no me arrepiento, porque sé que esté donde sea que esté Butterfree es feliz, que dejarlo ir fue la mejor decisión. Y estoy agradecido por el tiempo que pudimos pasar juntos —Dawn levanta la mirada ante esto y Ash le dirige una sonrisa—. Lo que quiero decir es que sé que haber dejado a Ambipom irse debió haber sido muy difícil para ti. Pero pusiste los deseos de Ambipom en primer lugar y sé que ella nunca olvidará eso, que ella nunca te olvidará, Dawn.

Dawn asiente lentamente y se las arregla para corresponderle la sonrisa, en un gesto que luce más honesto que antes. Dawn parece haberse tranquilizado considerablemente, sus lágrimas se han secado, y Ash decide tomar todo eso como una buena señal.

Puede escuchar los murmullos del bosque a su alrededor, mientras el atardecer se cierne sobre ellos, en uno de esos paisajes tan tranquilos que Ash ha aprendido a apreciar a lo largo de sus varios viajes.

— ¿Sabes Dawn? Me alegró que pidieras mi opinión acerca de qué hacer con Ambipom —comenta Ash luego de un momento, sorprendiendo a Dawn—. Yo habría hecho lo mismo si Buizel y yo hubiésemos estado en una situación similar. Voy a extrañar a Ambipom, todos lo haremos. Pero ahora ella está trabajando duro para cumplir su nuevo sueño, así que deberíamos hacer lo mismo, ¿no crees?

Dawn asiente una vez más, una expresión determinada tomando lugar en su rostro. Piplup exclama alegremente, hinchando su pecho como para decirles que él también iba a trabajar duro, cosa que les arranca una sonrisa.

—Gracias Ash —Dawn vuelve su atención a él, su sonrisa tornándose melancólica—. Yo… Sé que dejar que Ambipom decidiera seguir su propio camino fue la mejor decisión, que lo que más importa es que ella sea feliz. Es sólo que… —lanza un suspiro, antes de añadir, casi avergonzada—. Es tonto, pero no puedo evitar sentirme un poco culpable de que hayamos perdido el último concurso en el que participamos juntas. ¡No estoy tratando de decir que si hubiéramos ganado entonces Ambipom no se habría ido! Sé que su decisión no tuvo nada que ver con nuestra derrota, pero aun así no puedo evitar sentir que la decepcioné de algún modo.

— ¡Pi-piplup! ¡Piplup! —protesta Piplup cruzándose de brazos.

—Piplup tiene razón Dawn, no digas eso, a Ambipom le encantaba participar en concursos contigo —Ash interviene con repentina seriedad.

Para su sorpresa Dawn vuelve a sonreír, aquella expresión decidida aún presente en su rostro.

—Lo sé —responde, poniéndose de pie. Alza uno de sus puños al cielo, en una pose llena de determinación que Piplup inmediatamente imita—; es por eso que ahora sin duda me esforzaré en conseguir ese quinto listón. Por Ambipom y también por mi equipo.

— ¡Ese es el espíritu Dawn! —exclama Ash, contagiándose de su entusiasmo.

— ¡Pika! ¡Pikachu! —concuerda Pikachu alegremente.

—Tienen razón, este no es momento para deprimirme y quedarme estancada —añade Dawn suavizando su expresión—. Extrañaré mucho a Ambipom, pero ella tampoco habría querido verme así. Así que vamos a seguir dando nuestro mayor esfuerzo de aquí en adelante, ¿vale, Piplup?

— ¡Piplup! —asiente el pokémon pingüino, saltando a los brazos de su entrenadora.

—Gracias Piplup, siento haberte preocupado —musita la coordinadora, correspondiendo el abrazo—. Ash, Pikachu, gracias por su ayuda —añade, dirigiéndoles una cálida sonrisa al dúo.

—Ni lo menciones Dawn —contesta Ash levantándose de su asiento, a la vez que Pikachu toma su lugar de siempre sobre su hombro—. Sin duda conseguirás ese último listón, así que no hay de qué preocuparse, ¿verdad? —Dawn no puede evitar reír al notar que de nuevo había hecho uso de su frase para alentarla.

—Lo mismo digo Ash, sin duda conseguirás las medallas que te faltan —dice Dawn—. Así que no te preocupes —guiña un ojo y levanta una de sus manos, a lo que Ash sonríe y alza una de las suyas en respuesta. Ambos chocan los cinco y sus pokémon exclaman alegres al verlos.

Entonces el estómago de Ash gruñe repentinamente, interrumpiendo el momento y haciendo reír al grupo.

—Creo que deberíamos regresar antes de que Brock venga a buscarnos —comenta Ash rascándose la nuca.

—Sí creo que tienes razón, también debería ir a hablar con Buneary y los demás —contesta Dawn con un suspiro—. Traté de tranquilizarlos, pero supongo que al final sólo logré que terminaran preocupándose por mí.

—Se preocupan porque les importas Dawn, ellos quieren que estés bien —replica Ash, siendo apoyado por un firme asentimiento de parte de Pikachu.

La sonrisa de Dawn se ensancha al escucharlo. Los cuatro regresan con los demás y son bienvenidos por Buneary y Pachirisu, quienes corren a abrazar a Dawn, e incluso Mamoswine, que hasta entonces había estado tratando de aparentar indiferencia, se relaja visiblemente al verla de regreso. El resto de los pokémon también lucen aliviados y con sólo ver la sonrisa que Dawn les dirige, Ash puede estar seguro de que todo va a estar bien.

Porque las despedidas son difíciles, pero Dawn es una persona fuerte y ellos estarían ahí para apoyarla en cada paso. Para apoyarse mutuamente.