Capítulo 1: Estancada.
Apretó la pistola con fuerza sobre su pecho y tomó una gran bocanada de aire, no podía negar que estaba asustada de lo que se encontraba al otro lado de esa puerta, pero ya estaba tan lejos que no tiene sentido dudar de sí misma, debía hacerlo, tenía que hacerlo.
Con sus manos temblorosas abrió la puerta y lo que encontró al otro lado se abalanzó sobre ella. Apretó el gatillo una y mil veces, destruyendo a cada uno de esos horrendos monstruos que clamaban por su sangre. La adrenalina fluyó por sus venas y una sonrisa confiada se dibujó en sus labios al verlos caer como moscas.
Ya confiada en sus habilidades como tiradora, camino sobre ese cuarto regado por sus enemigos caídos para abrir la siguiente puerta, solo para darse cuenta del error que había cometido, no había recargado su arma antes de entrar.
Esperaba que sus compañeros la cubrieran mientras recargaba pero no había nadie a su lado. "¡Maldición!" se dijo con amargura mientras las balas entraban lentamente en su recamara.
– ¡Más rápido, carga más rápido tonta!
Grito con con la voz temblorosa, pero los zombies se acercaban cada vez más y más con sus fauces amenazantes, deseosos de probar su carne tierna. El pánico hizo presa de ella, y cuando sintió el primer mordisco desgarrar sus músculos, su arma cayó al suelo. Era el final de la partida.
– ¡Game Over!
– ¡Nooooooo! – exclamó con infinita desazón.
Habia estado tan cerca de terminar el juego, que el ser aniquilada por un tonto error la dejo desecha. Todo mientras en el fondo escuchaba la conversación animada de sus amigas, el ruido de la freidora y el gabinete de arcade pidiendo más monedas.
-¡The House of Dead! Inserte una moneda para continuar.
-¡Qué estafa! - dijo Lynn dando un pequeño puntapié a la máquina.
Se volteo para pedirles cambio a sus amigas, pues no tenía dinero y no quería que su esfuerzo quedara en vano, pero al verlas sentadas, riendo y pasándola bien con sus parejas, sus deseos de continuar con su solitaria aventura se cortaron de cuajo. Con rabia dejó la pistola de plástico en su lugar, y se fue a sentar en la mesa infantil, ya que no había espacio para ella en la mesa grande con todas sus amigas y sus novios allí reunidos.
¿Por qué seguía allí? No lo sabia, solo esperaba que la incluyeran en alguna de sus conversaciones pero eso ya casi no ocurría, no cuando ellas traían a sus novios a la salidas. Incluso había tratado de fingir tener un novio, pero las cosas tampoco habían resultado como lo esperaba. Toda la situación era molesta y ya comenzaba a hartarse de todo.
– Y mi bebe me echo porras desde las gradas y ¡Sas! Le pegue con tanta fuerza a la líder que quede primera jajaja. – dijo Margo mientras abrazaba a Elliot, su novio.
– ¡Yo igual! – dijo Maddie tomando la mano de su novio – Mi Kaito me apoyó tanto que no podía perder.
Claro, todas tenían una pareja menos ella, pero no los necesitaba, pues era la mejor de todas formas, o eso era lo que se decía a sí misma cada vez que las veía ponerse melosas. En un arrebato de repentina rabia, exprimió la botella de ketchup con su mano y su contenido salió expulsado al cielo, solo para caer sobre su cabello.
– ¡Oh genial! - grito Lynn molesta.
– ¿Estas bien Lynn? – Le dijo Margo, tratando al igual que todos en la mesa de contener sus risas.
– Claro que estoy bien, por que no habría de estarlo.
– Si tu lo dices…
Estaba perdiendo el tiempo, tiempo valioso que podría dedicar a hacer otras cosas, como ver videos de accidentes deportivos, o una película con Lucy, tal vez jugar en el patio con Lincoln, o simplemente ir a practicar unos tiros a la cancha de baloncesto cerca de la casa, las posibilidades eran muchas y ella era una chica a la que no le faltaban ganas para hacer algo.
Pero extrañamente sus actividades habituales la dejaban algo vacía nada más al terminarlas, como si le faltara algo de pronto, algo que aun no entendía que era. Por eso trataba de reunirse con sus amigos para atenuar ese pesado sentimiento, pero terminaba sintiéndose peor ¿Qué rayos le pasaba?
Se levantó de la pequeña silla infantil y exprimió el ketchup de su cola de caballo, a quien quería engañar, ella no era de esas personas que encontraba respuestas solo pensando sus problemas, ella era una chica de acción y sólo mediante esta podría encontrar una solución a todo, como siempre lo hacía.
– Yo me largo, me iré a ver unas películas con Lucy.
– ¿Tan rápido? Pero si solo llevamos media hora y aun no has terminado tu emparedado.
Odiaba esa mirada, la mirada de "Tienes un problema y quiero que lo compartas, hablemoslo como las grandes amigas que somos", esa mirada que todas sus compañeras del roller derby en esa mesa tenían plantadas en la cara y obvio, la mirada con la que su mejor amiga Margo la observaba. Solo le dio una sonrisa confiada a esta y un golpe en el hombro para calmarla.
– Te dije que no pasa nada boba. Solo me dieron ganas de practicar unos tiros en la cancha, eso es todo. – dijo Lynn caminando hasta la salida – Los veo después, chicas, chicos.
– ¿Creía que habías dicho que irías a ver una pelicula? – dijo la pequeña Maddie.
– Ah, eso, si claro una pelicula…¡Los veo luego!
Era una pésima mentirosa, ahora tendría que aguantar una larga charla de Margo cuando volvieran a clases después de vacaciones. Pero eso era lo de menos, la verdad amaba la libertad que venía de tener que resolver sus propios asuntos, y no llorar a sus amigas como una niña mimada cada vez que algo malo ocurría, ella no era Lola, no, ella era Lynn Loud.
Pero a veces, solo a veces, deseaba tener a alguien en quien contar, alguien en su esquina con el que pudiera compartir sus sueños, aspiraciones y todas esas cosas. En ese momento hizo algo muy fuera de su carácter, soltó un suspiro y sus hombros cayeron de pronto, un sentimiento extraño se apoderó de ella, un sentimiento que no podía describir pero que venía cuando quería algo de todo corazón pero era imposible. ¿Frustración tal vez? ¿Y por qué, qué era lo que deseaba para sentirse así?
– ¡Tonto cerebro! – se dijo Lynn dándole un fuerte coscorrón – Ya déjate de pensar y vamos a la acción.
Se ajustó la mochila y corrió por la gran avenida que tenía en frente, llena hasta reventar de transeúntes a los cuales esquivaba con gracia y astucia. El calor comenzó a formarse en sus extremidades a cada zancada, y sus pensamientos derrotistas se desvanecieron.
– ¡Cuidado! – dijo un señor con el que casi choca.
– Jajaja ¡Lo siento!
Mientras corría su imaginación empezó a volar, se imaginó corriendo en las olimpiadas, los 200 metros planos, pero quién estaría allí para verla, claro, su familia. Ellos siempre estarian alli por ella, incluso si a veces eran una molestia quiera a cada uno de ellos de manera especial.
Al ver su casa desde la distancia instintivamente su cuerpo bajó el ritmo, y se sintió bastante adolorido por la corrida, pero eso era lo de menos, le gustaba ese sentimiento que venía de sobrepasar sus propios límites.
En la entrada pudo ver el inconfundible cabello blanco de Lincoln, su hermano buscaba algo en el césped y eso le llamó la atención, así que se acercó curiosa en su dirección.
– Hola tonto ¿Que haces?
– Lynn. – dijo Lincoln contento de verla de pronto – Busco gusanos para alimentar la tarántula secreta de Lana.
– No sabía que tenía una tarántula.
– Pues, ha tratado de mantenerlo en secreto de mama y papa. – dijo Lincoln un poco preocupado por la boca floja de su hermana.
–Tranquilo bobo, que yo soy como una tumba para los secretos.
Fue en ese intertanto que la pequeña Lana llegó corriendo desde la maleza al otro lado de la casa, en sus manos llevaba lo que parecía una pecera, con un insecto muy feo adentro.
– No he podido encontrar a ninguno... – dijo Lana sorprendida de pronto al notar la presencia de la deportista – Oh, hola Lynn.
Lynn le echó una mirada más a fondo a esa cosa, se veía bastante fea y fiera, ni loca la acariciaría pero sintió cierta lástima por la criatura al estar encerrada en ese bowl de vidrio. Tomó la pecera, aun en medio de los reclamos de Lana y observó sus pequeños ojos, si, ella necesitaba libertad.
– Que asco ¡Los ayudo! – dijo Lynn aun observando la tarántula.
– Claro, solo ten cuidado de…
Pero no dejando terminar a su hermano, dejó salir al arácnido para que, según ella, tomara un poco de aire. Ella no necesitaba al tonto de Lincoln y la entrometida Lana para que pudiera alimentarse ¡Podia hacerlo por ella misma!, era grande y se veía bastante fiera, con sus ocho patas peludas y amenazantes colmillos. Ella tomó la oportunidad dorada para correr hacia la libertad, directo hacia adentro de la casa.
– O No no no – dijo Lana al ver como su tarantula escapaba – ¡Medea vuelve a la jaula!
– *suspiro* Bien hecho Lynn.
– ¡Oye! Ella sabrá cuidarse sola ¿Qué es lo peor que puede pasar?
– ¡Ahhhhhhhhhhhh!
Al escuchar el grito ambos corrieron al interior de la casa, solo para encontrar a Leni desmayada en medio del comedor con una mueca de terror en su rostro. A Lynn le pareció graciosa y soltó una pequeña carcajada entre dientes, pero Lincoln se veía mortificado, el peliblanco corrió a la cocina por un poco de agua para despertarla, todo bajo la molesta mirada de Lana.
– ¡Lo arruinaste! Ahora mamá y papá estarán molestos conmigo.
– ¡Fue un error lo siento! – dijo Lynn como siempre altanera – ¡Bah! No aguantan nada, parecen niñitas.
– Al menos ayudanos a encontrarla, no puede estar lejos. – dijo Lincoln mientras le lanzaba agua a su hermana caída.
– Lo siento tontos, tengo cosas que hacer.
– ¿Qué te pasa? Últimamente has estado más gruñona de lo normal.
– Oh cierra la boca Lincoln.
No esperando una respuesta de su entrometido hermano, caminó hasta la cocina con cuidado de no pisar a Leni desmayada, abrió el refrigerador sacar una de sus bebidas energéticas, solo para no encontrar a ninguna en la gaveta donde las dejo.
– ¡QUIEN ROBO MIS ENERGÉTICAS! – dijo en un grito que retumbó en toda la casa.
– Use esas bebidas para el desarrollo de un nuevo suero experimental para tratar el pie de atleta y de esa forma traer una esperanza a los pacientes que sufren de pies olorosos… – le dijo Lisa de pronto detrás suyo.
– No-Me-Importa. – dijo Lynn mientras tomaba a Lisa de sus solapas y la levantaba del suelo – Dónde están mis bebidas
Lisa sorprendida por esa demostración ilógica de súbita violencia, trato de excusarse nuevamente, pero la chica no entendía razones, sus ojos echaban chispas y sus dientes comenzaban a rechinar.
–… No has pensado que has desarrollado cierta adicción por los aditivos extra que ponen en ese tipo de bebidas.
– Y tú desarrollaras un golpe en la cara si no me devuelves mis energéticas.
– ¡Lynn!
Era Luna la que llegaba desde las escaleras hasta la cocina, seguramente alertada por el alboroto que había causado.
– ¡Es su culpa, me robo las bebidas que estaba guardando! – dijo Lynn soltando por fin a Lisa.
– No es mi problema, mama y papa me dejaron a cargo ¡Y no quiero peleas tontas, you hear me dude!
– ¡Bien! – dijo Lynn abandonando la cocina no sin antes dirigirle una furiosa última mirada a Lisa.
– Te estaré observando. - le dijo a Lisa en un tono amenazante.
La pequeña científica solo tragó saliva mientras veía como su hermana subía las escaleras, a paso firme y bastante enrabiada.
Lynn se dio cuenta de que su dia parecia empeorar a cada minuto; primero perdia en el arcade, despues sus amigas le echaban en cara el no tener novio, un tonto casi la atropella de camino a casa, la acusaron injustamente de soltar una tarantula y desmayar a su hermana, sus bebidas robadas por la cuello de lapis de Lisa, los regaños de Luna, todo y mas.
Cuando pensaba en el cómo se desquitaria ese día con su saco de boxeo, fue que por casualidad pisó uno de los tartas de limón que Luan tenía regadas por el pasillo. Al sentir el merengue cubrir sus zapatos y entrar en sus calcetines fue que estalló, tomo esas tartas empezó a aventar por todos lados, lastima que muchos de ellos cayeron directamente en el mini automóvil de Lola.
Ver a ese molesto convertible rosa cubierto de crema le dio un poco de calma, hasta le sacó una pequeña sonrisa, así fue que dejó ese espectáculo cómico atrás y entró en su habitación, en donde se hallaba su hermana leyendo un oscuro libro de poemas en un rincón.
– Hola Lynn. – la saludo Lucy con una voz sepulcral.
– Hey Lucy. – dijo Lynn sentándose en su cama – ¡Tonta Lisa! Quien se cree que es, robando las bebidas de otros.
– Me había dicho que era un suero para ayudarte con tu problema… Ese de los pies.
– ¿De qué hablas? Yo no tengo problemas en los pies.
– ... Claro.
– Mínimo la tarada debió haberme pedido permiso. ¡¿Quién rayos cree que es?!
Lucy cerró su libro y soltó un largo suspiro, esas últimas semanas la gótica había estado actuando como una especie de psicología para Lynn, la que cada vez se ponía mas y mas gruñona. Se sentó junto a su hermana mayor y comenzó su "sesión".
– Este es un lugar seguro, puedes expresar todo lo que sientes con total libertad.
– ¡Este día ha sido basura!
– Pues...¿Quieres hablar de eso?
– No. – dijo Lynn cruzándose de brazos –... Bueno, si.
Se quedó en silencio, pellizcandose el cabello que aún estaba pegajoso por el ketchup, preguntandose si esa era una buena idea. Hasta que al fin decidió confiar en su hermana más cercana.
– No te sientes, bueno, sola de repente. Como si todo el mundo avanzara y tu te quedas estancada atrás de todos, haciendo lo mismo, siendo la misma de siempre...
– ¿Acaso has sentido momentos de soledad últimamente?
– ¿Yo? Claro que no jajaja – dijo Lynn tratando de mentir, pero siendo incapaz ante su compañera de cuarto – *suspiro* La verdad… si.
Un nuevo silencio, esta vez la vergüenza era la que no la dejaba expresarse con soltura. Admitir que estaba sola era aterrador, ya que era algo que no dependía solo de ella para cambiar y por ende, algo en que necesitaba ayuda.
– Hoy después de salir con mis amigos… Me sentí bastante molesta, al verlas no prestarme atención. – dijo Lynn, la que de pronto pasó de la tristeza a la rabia – ¡Quiero decir! Soy su capitana, yo formé el equipo, las entrené y las he llevado a la victoria. ¡Merezco su atención! ¡Merezco ser la número uno!
– Lynn nos has pensado que ¿No todo en la vida es una competencia?
– ¿A qué te refieres?
– Es natural no ser bueno en todo, y tampoco merecemos un trato especial por ayudar a otros a ganar.
– ¡Pero yo quiero ser la mejor en todo! Es mi obligación, no, mi destino el superar a cada tonto que se cruce en mi camino.
Lucy se quedó por un momento en silencio y pensó con cuidado lo que iba a decir, su primer instinto era decirle a su hermana que simplemente estaba celosa de sus amigas, ya que estas habían conseguido algo que ella aun no podía conseguir, una pareja. "¿Cómo actuaría Lynn si le dijera eso?", pensó de pronto y negó con la cabeza. "Sería un desastre", ella no lo admitiría y se sentiria furiosa con ella. Era un escenario que quería evitar, no porque estuviera aterrada de su hermana, sino porque eso no ayudaría a la terca de Lynn.
– Pero eso es… – dijo Lucy ya desesperanzada de su hermana – Irreal.
– ¡No, si YO lo hago real! – dijo Lynn levantándose de un salto de su cama – Gracias Luz, te debo una como siempre.
– De nada…*suspiro* Lynn, avanza un paso a la vez y no te desanimes. Estoy aquí para ayudarte.
Esas simples palabras de su hermana menor bastaron para que nuevamente se sintiera desolada, tal vez si tenía un problema que estaba evitando contarle a su hermanita. La palabra con "N", novio, se le vino a la mente de pronto.
– ¡AHHHHHH QUIEN ENSUCIO MI AUTO!
Dijo Lola afuera en el pasillo, pero como siempre no le hizo caso. Debía sincerarse con Lucy y pedir ayuda, la miró fijamente y ella hizo lo mismo, casi pudiendo ver sus azules ojos detras de ese negro flequillo.
– Claro Lucy, es solo que… si yo tan solo…
– ¿Tan solo? – dijo Lucy recuperando la esperanza.
– "Tan solo se dio" jajaja ¿entienden?
Miraron hacia la puerta, y vieron a Luan en el marco, con los brazos cruzados y riendose de un chiste que nadie contó.
– ¡Luan fuera de aquí! – dijo Lynn molesta.
– La carita de Lola al ver su auto recién encerado lleno de merengue fue graciosísima jajaja.
– Pffff Si, jajaja ya me lo imagino.
– Jajaja. – río Luan para ponerse muy seria de pronto – Pero ya en serio, me debes 20 dólares en pasteles más 20 en sobornos para Lola.
– ¡¿Que?! ¿Es una broma?
– No bromeo con dinero, Lynn.
Un poco asustada por la seriedad de Luan, sacó la billetera de su mochila frente a su cama. Solo tenía dos dólares, ni de cerca para que Lola mantuviera la boca cerrada.
– ¡No tengo tanto dinero!
– Pues cada travesura viene con una gran responsabilidad, en este caso 40 dolares de responsabilidad jajaja
– Pues no pagaré.
– Oh pagarás Lynn. – dijo Luan dando un amenazador paso al frente – No querrás ver tus trofeos llenos de merengue.
– No pagaré.
– O tal vez toooodo tus implementos deportivos en la canasta de caridad. – dijo Luan dando otro paso.
– ¡No pagaré!
– O simplemente dejaré suelto el mono Bubbles en tu cama cuando estés dormida. – dijo Luan, quedando frente a Lynn.
– ¡Bubbles no! ¡Pagare, pagare te lo prometo!
Si habia algo que asustara a Lynn era ese tonto mono que Luan le lanzo el dia de los inocentes, tanto para hacerla temblar de solo pensar verlo una mañana en su cama. Luan, victoriosa, salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí, no sin antes darle una terrorífica sonrisa mientras esta se cerraba lentamente.
– Te veo luego apestosa jajaja
– ¡Y no vuelvas!
Ya a solas con su hermana menor, decidió que no valía la pena seguir sintiendo pena de sí misma de esa forma tan lastimera. Así que sacó su botella de agua y su pelota de baloncesto y se preparó para partir.
– Me voy a echar unas canastas. Te veo luego Luz.
– ¿No quieres seguir hablando? Hay muchas cosas que aún no hemos tocado.
– Hablas como si tuviera un problema o algo.
Lucy abrió la boca para rebatir su punto, pero entendió que no valía la pena, al menos no aun. Lynn seguía siendo demasiado terca para escuchar otros y demasiado densa para comprenderse a sí misma. Solo esperaba que llegara un dia en que su hermana mayor dejara su tonto orgullo de lado y aceptara la ayuda de alguien.
El verano estaba terminando y las clases se aproximaban, debía aprovechar cada minuto de tiempo para volverse aún más fuerte y alcanzar el campeonato estatal, ese en el que quedó sexta el año pasado. Si, ese año le daría la prioridad que merecía al basketball.
-¡4 de la tarde! Momento perfecto para encestar hasta el atardecer.
Dijo con emoción, pero antes de comenzar debía realizar su cábala antes del entrenamiento, se agacho para apretar sus agujetas con fuerza, tomó un trago de su botella de agua y giró tres veces en sentido horario con la pelota en sus manos. Ahora sí que sentía la la suerte de su lado.
Rebotó la pelota contra el cemento para volver a sentir ese característico sonido, era un sonido nostálgico que le traía una serie de buenos recuerdos, de los partidos ganados con su equipo, los gritos de la tribuna apoyando a cada una de ellas y obvio, su familia en las gradas coreando su nombre.
También evocaba algunos de frustración, pero los alejó de su mente. En cambio se quedó con la imagen de ella ganando un partido, mientras lanzaba la pelota hacia el aro desde casi mitad de cancha.
-¡Siiiiii 3 puntos, Lynn Loud lo hace de nuevo!
Esa era su especialidad, era buena en prácticamente todo, robar balones, rebotes, encestar bajo la red, pero nadie, absolutamente nadie la superaba en los tres puntos. Todos podían confiar en ella para revertir un marcador en contra o para ganar unos puntos fáciles a costas del otro equipo.
-Si solo fuera un poco más alta no me quejaría... - dijo en un murmullo.
Los recuerdos de su último chequeo médico a principio de año le pegaron de pronto, no había crecido ni un solo centímetro desde el año pasado. En cambio todas sus amigas habían crecido bastante, ahora era la más pequeña del equipo y eso era un golpe más a su ego.
Levantó el balón del suelo y soltó un suspiro, dejando escapar todas sus malas vibras y volviendo a sonreír confiada.
-¡Bah! Quien necesita altura cuando puedes hacer esto.
Se preparó nuevamente, juntando sus pies, alzando sus brazos en el aire y lanzando el balón en una hermosa parábola. Solo para que este rebote contra el aro.
-¡Oye se supone que debías entrar!
Recogió la pelota y nuevamente se preparó para lanzarla, esta vez ajustó su cuerpo con precisión, alzando los brazos en un arco pronunciado y alcanzando la forma perfecta, esa forma que había pulido mediante horas y horas de constante entrenamiento. Lanzó el balón al fin, y este rebotó contra la parte superior del tablero, ni cerca del aro.
-¡Oh vamos!
Y fue así como comenzó, una tira y afloja entre Lynn y el balón que no nada del mundo quería entrar en el aro. Minutos de presión, un sinnúmero de lanzamientos y el sol que se movía impaciente en el horizonte, dejando un color cada vez más anaranjado en el cielo. Ya perdiendo la paciencia y el sentido del tiempo, cada lanzamiento fue peor que el anterior, tan así que incluso en más de una ocasión lanzó el balón al otro lado de la cerca, impactando el porche de la casa colindante.
Pero al final de todo, ya estaba cansadisima de su esfuerzo inutil. Sus brazos gritaban de dolor, su respiración se había vuelto dificultosa y sus piernas apenas podían sostener el peso de su cuerpo, no quería rendirse hasta encestar, pero su ánimo estaba por el suelo. Algo muy poco característico en ella estaba pasando, quería rendirse.
-No puede ser...Ni una ha entrado…¡Ni una sola! - dijo Lynn dando un fuerte pisotón contra el suelo.
-Tus hombros están tensos.
Fue en ese momento que escuchó una voz desconocida a sus espaldas. Miro hacia atrás y vio un extraño chico sentado en las gradas: Era más alto que ella, mas o menos de la estatura de Luan, vestido con jeans negros y zapatillas de basket muy gastadas, con una remera tambien oscura, empastada con un logo de lo que parecia ser un videojuegos. Era un chico larguirucho, sin grandes atributos físicos aparte de sus brazos un poco musculosos. Si hubiera tenido que destacar sus rasgos característicos, entonces sin duda esos serían su rostro cansado, sus plomizas ojeras, su cabello oscuro y desordenado, su piel bastante pálida y su nariz recta, fina y un poco alzada, que lo hacía ver como un tipo de la alta sociedad caído en desgracia.
Nunca lo había visto, o al menos no que lo recordara y eso la hizo sentir molesta y avergonzada de ser la mofa de un extraño que estaba sentado allí, mirándola como si nada.
-¡¿Y quien rayos eres tú?! - le dijo iracunda.
-El que tiene que aguantar verte hacer el ridículo con el balón, cola de caballo.
-¡Cómo me llamaste!
Dejo caer la pelota y lo miro con fieresa, se dijo que ese tonto se habia metido con ella y estaba lista para responder con los puños. Pero en vez de reaccionar con pánico, ese extraño chico se acercó a ella como si nada, levantó el balón del suelo con su mano izquierda y lo hizo rebotar con habilidad, no era un principiante, para nada.
Hipnotizada por su extraña actitud y técnica no pudo decir palabra, generalmente los chicos escapaban cuando les plantaba cara, ese extraño solo tenía una sonrisa torcida en sus labios al rebotar la pelota.
– Mira esto. – le dijo el chico de pronto.
Y solo con una mano, alzando todo su cuerpo en el aire en un gran salto y con una forma impecable, el balón escapó de su mano, para dar una hermosa curva, directo en medio del aro. Había encestado.
– Wow, fue un buen tiro…¡Digo! ¿Quién eres y por qué estás molestando?
El chico la miró directo a los ojos y su corazón se saltó un latido, sus ojos cafés como la madera vieja la dejaron cautivada por un momento, tanto así que alejó la mirada de sus ojos cuando sintió como sus mejillas se sonrojaron de pronto. De pronto pudo sentir una serie de extrañas sensaciones, una de ellas siendo vergüenza, otra de ellas, rabia por sentirse vulnerable ante un extraño. Le hizo caso a esta última, y solo deseo que ese chico se esfumara.
– Es un país libre y un lugar público. – dijo el chico, divertido de pronto – Oye ¿Qué tal si te doy un consejo para mejorar tus tiros?
– No, ahora dame el balón y pierdete.
El chico soltó un bufido, algo molesto por la actitud de la deportista, pero extendió la mano y le devolvió el balón.
– Toma.
Lynn lo tomó con rapidez y lo lanzó una vez más. Solo para pegar en el aro, como lo había estado haciendo toda la tarde.
– ¡Rayos!
– Un consejo nunca está de más ¿no lo crees?
– ¡Ya callate!
Fue a buscar la pelota y se alejo lo mas que pudo de ese entrometido, lanzó de nuevo y esta vez el balón dio vueltas en el aro, solo para caer afuera de la canasta.
– ¿Por qué?... ¡Por que, rayos!...
– No estás usando tus piernas. – le dijo el chico desde el otro lado de la cancha.
Ahora si estaba molesta, ese tipo la estaba acusando de cometer un error de novata, eso ya era el colmo. Tomó la pelota y camino amenazante hasta él para plantarle cara y darle una paliza si era necesario.
– ¿Crees que soy una novata? ¡Por supuesto que las estoy usando!
– No desde el tercer tiro, has estado usando solo tus brazos para impulsar el balón. Por eso estas tan cansada.
– ¡Yo no…
– Pero no solo eso. – dijo el chico cruzándose de brazos – Tu forma ha sufrido por el desbalance, más energía a tus brazos igual a más cansancio igual a menos concentración igual a más pensamientos negativos igual a pésimos tiros.
Queria echarle en cara lo equivocado que estaba, pero cuando recordaba todos sus tiros, se daba cuenta de que ese tonto tenia razon. ¿Por que no se había dado cuenta? ¿Acaso había estado tan distraída con sus tontos problemas que olvidó algo tan básico ?
Se quedó un momento así, reflexionando con el balón en sus manos, hasta que sintió las manos del chico sobre sus hombros y soltó un pequeño grito. Estuvo a unas milésimas de pegarle un codazo, pero al sentir por fin alivio en sus extremidades toda rabia pareció también esfumarse. Estaba ayudándola, por muy entrometido y molesto que era, estaba ayudandola.
– Relaja tus hombros. – le dijo el chico con una voz calmada – Respira hondo y relájate, empieza desde la punta de tus pies hasta la punta de tus dedos.
Avergonzada de pronto, le hizo caso a su entrometido ayudante, se relajó al sentir sus manos masajeando sus hombros cansados y tomó un largo respiro. Cuando sus manos por fin se alejaron de ella tomó nuevamente su forma, pies juntos, brazos extendidos al cielo y sus ojos firmes sobre la canasta.
Paso unos segundos así, concentrada en su objetivo, sin ningún tipo de pensamiento, sin ningún tipo de distracción. Y soltó el balón, el que le devolvió el hermoso sonido de él impactando con la red, por fin había encestado.
-¡Wow si, Lynn Loud lo hace de nuevo!
Y como por arte de magia, todo desánimo y pensamientos negativos se esfumaron de su cabeza, esa sola encestada, algo tan simple que había hecho tantas veces fue suficiente para levantarle el ánimo. Claro, era gracias a su esfuerzo pero debía admitirlo, ese entrometido le había sido de gran ayuda. Soltó una risita entre dientes, y se dirigió a él.
– ¡Viste eso! – dijo Lynn a su nuevo compañero.
Pero el entrometido chico había desaparecido, dejándola sola y confundida en medio de esa cancha de baloncesto, mientras el día daba paso a la noche, y la oscuridad se hacía una vez más presente.
