Shingeki No me pertenece

Betroffen

Eren siempre fue bastante fanático del calor, la sensación del sol contra su piel era una de las sensaciones más satisfactorias que tiene memoria. Desde niño siempre había sido alguien problemático, alguien que quiere más de lo que su cuchara puede sostener y no se molesta en ocultarlo. Cuando pierde a su madre y padre en un accidente, todo va en picada, se vuelve más terco, más rebelde, más codicioso. Dura muchos años comprender que la vida no es fácil como leyó en sus cuentos de niño, le cuesta poder sentar una cabeza y entender, que el sacrificio a veces es necesario para la felicidad.

Aun así, el calor siempre estuvo ahí, el anhelo de sentir el calor sobre su cuerpo.

Eren no se siente orgulloso de todo lo que hizo en su vida, desde ser un estudiante problemático, problemas en la academia de policía, algunos actos ilegales y muchas cosas de una larga vida, para alguien que tiene apenas 23 años.

Desde la muerte de sus padres algo cambia en él.

Algo no vuelve a ser lo mismo.

Dura mucho tiempo en busca de encontrar ese objeto de su anhelo, regresar a sentir el mismo calor de cuando era niño, la desesperación de poder salvara su propio mundo. Entonces de alguna extraña forma, lo encuentra en la persona que había temido arrastrar a su propio infierno. Siempre quiso que su hermana Mikasa tuviera una mejor vida lejos de él, incluso cuando no eran hermanos y solo fue adoptada por sus padres debido a lo sucedido con su familia, quería que siguiera lejos de él.

Armin y Mikasa era todo lo que tenía.

No quería que sufrieran por sus propios demonios internos, que no dejaran de brillar por sus propias fuerzas, quería que ellos tuvieran una mejor vida que el camino que él eligió.

Pero Mikasa no era así, siempre parecía detrás de él, ayudándolo en cualquier momento, desesperada por mantenerlo a salvo. Fue frustrante que hiciera eso, cuando él le quería lejos de su persona a salvo, pero nunca se alejó, siempre estuvo ahí. Para Eren, Mikasa era lo más cercano al sentimiento de amor que alguna vez pudo sentir, toda su infancia juntos, la adolescencia, los momentos que siempre pasaron, era como alguien que se vuelve indispensable para uno, como el aire que respira.

Por eso siempre la quiso a salvo.

Pero ella era terca.

Demasiado.

—No me detendré, no pienso dejar que mueras—siempre le decía cuando lo veía regresar de una pelea, donde ella tiene que rescatarlo.

Cuando va por él en el hospital, cuando lo va sacar de algún bar o incluso de la cárcel.

Eren se molesta, porque incluso cuando está destruyendo su propia existencia, Mikasa sigue a su lado como Armin, no importa cuánto los insulte para que se larguen, ellos siguen ahí. Incluso cuando lo han sacado fuera de la academia de policías, cuando se vuelve un simple empleado de una gran compañía sin destacar mucho, ellos siguen ahí. Casi como si él fuera la luz de ambos, se niegan a dejarlo caer en la oscuridad.

Pero Eren es egoísta.

Porque eso le hace feliz.

Le hace feliz que ambos sean dependientes de su persona, porque él también lo es de ellos. Ese es el motivo por el cual una noche especialmente difícil, donde ha entrado en una pelea con uno sujetos peligrosos y apenas sale con vida, que decide dejar su egoísmo ganarle. Puede que sea algo canalla, pero cuando Mikasa lo ha llevado a su departamento esa noche, la besa sin importarle si es rechazado o no.

Claro que no pasa.

Incluso si Mikasa tiene la mala costumbre de repetir día y noche que son familia (una palabra que le ha llegado a molestar mucho más de lo que fue de niño) sabe que esta siente algo por él, como él lo siente por ella, incluso cuando ninguno lo acepta en voz alta, tampoco lo niegan cuando alguien lo comenta. Es casi satisfactorio ver como una chica, mucho más fuerte que él, termina siendo un pequeño manojo de nervios bajo sus manos.

Sabe que es un animal, alguien bajo y sin escrúpulos, pero incluso cuando sabe que debería alejarse, no lo hace, porque es egoísta. Ha visto como otros hombres la han visto, sabe que tiene amigos cercanos y buenos que están interesados en ella, sabe que ella podría ser feliz con cualquier hombre que eligiera, pero él no quiere eso. Incluso si eso lo hace caer un peldaño más bajo en su vida, que ya ha arruinado bastante con malas decisiones, toma el cuerpo de Mikasa entre el suyo con demasiado deseo.

Es caliente.

Un calor rodea su cuerpo al estar con ella, como no lo hizo con nadie, el anhelo de su corazón que siempre había estado buscando, parece por fin saciarse ahora que la tiene bajo él gimoteando su nombre. Por primera vez en mucho tiempo, el suave tacto de la chica contra su mejilla, le hace sentir una extraña paz de la cual no está acostumbrado, pero que se encuentra rápidamente sintiéndose adicto. Es extraño como ambos pueden pasar de suaves caricias en el rostro a sentir que todo su mundo da vueltas ante la rapidez de sus movimientos.

No sabe cuántas veces se repite el mismo ritual el resto de la noche, solo sabe que la mañana siguiente llega pronto y no se siente más diferente que la noche anterior. Sus monstruos y pesadillas siguen rodeándolo por todos lados, se sigue sintiendo como la peor escoria del mundo y aún es demasiado problemático para tener una vida tranquila. Pero el despertar para ver a Mikasa durmiendo a su lado, tranquilamente y sin perturbarse, lo hace sentir por primera vez culpable de arrastrarle a su lado.

Ella no lo saca de su oscuridad, no lo hace como Armin y ella han querido tanto tiempo atrás, parece que él es quien le está arrastrando al agujero donde se encuentra.

Y se odia por eso.

Se odia por no ser el hombre que ella merece, que su mejor amigo extraña, por no ser alguien que enorgullezca a sus padres y solo ser una escoria.

Pero lo que más odia es que en lugar de irse como si nada hubiera pasado, esperando que de esta forma Mikasa por fin logre odiarlo, por fin pueda cortar los hilos con sus amigos (Armin jamás lo perdonaría por esto), se encuentra tomando a la chica desnuda debajo de la manta contra su cuerpo. Siente su corazón galopar con el anhelo de su ser, de tener a esta pobre chica a su lado y no dejar que nadie más le vea.

Porque en una parte muy dentro de él, sabe que ella le pertenece y jamás dejaría que nadie le obtuviera.

Es solo suya.

—¿Eren? —le llama en voz baja Mikasa contra su pecho, pero no la deja escapar del abrazo que le tiene rodeado por la cintura.

Es una escoria, pero es una escoria enamorada y anhelante del calor de la chica.

Entonces cuando esta alza el rostro, para verlo con esos ojos llenos de tranquilidad, inocencia y como se vería cualquier chica luego de un buen sexo, no puede evitar sonreír algo pretencioso antes de unir desesperadamente sus labios contra los de ella, quien no se hace rogar.

Sonríe contra el beso, porque nuevamente su anhelo se ha calmado con la chica a su lado.

Y eso es suficiente por ahora.

Fin

Espero les gustara.

No sé de dónde salió esto pero :v bueno ya que lo termine voy a postearlo.

Nota:

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Sayonara sexys lectores.