Hola, sé que debería de actualizar Vínculo Secreto (ya tengo un poco más de la mitad del capítulo escrito y si todo sale bien espero subirlo al final de la semana), pero esta idea tenía rondándome por la cabeza algún tiempo y tenía algunos meses trabajando en ella. Y debo confesar que en gran parte viene de un comentario que me hicieron en VS sobre un posible triángulo amoroso entre Robin/Raven/Kid Flash y he aquí el resultado jaja (Chica Cuervo va para ti jaja)

Y bueno el título parte que me decidí a escribirlo luego de escuchar una canción de Taylor Swift que lleva el mismo, así que supongo que es una especie de songfic. Si están con animos de entristecerse igual les recomiendo escuchar la canción mientras lo leen jaja

Exilio

En un principio no pensé que durarían tanto. Pecaría de mentiroso si no dijera que creí que lo suyo sería cosas de semanas, meses ya entraba en exagerar. Sin embargo, no podía haber estado más equivocado, pues había pasado poco más un año y cada día la veía más feliz con él.

Motivado por mi masoquismo recordé como inició todo; luego de ser nombrado el segundo al mando de los titanes de Este, título ganado debido a que era el más "maduro" de quienes conformaban el equipo, Kid Flash comenzó a venir más a nuestra torre en compañía de Abeja. Dichas reuniones, en las que aparte de nosotros también participaba Cyborg, tenían lugar una vez cada dos semanas con el propósito de mantenernos al tanto sobre la tasa de criminalidad de nuestras respectivas ciudades, así como el intercambio de estrategias. Aquella tarde, recién terminábamos la junta cuando Raven ingresó en la sala con un libro en la mano y Kid Flash la vio por primera vez.

Mejor que nadie sabía del efecto magnético que Raven ejercía, sobre todo en los chicos, así que no pude más que reírme en compañía de Cyborg cuando lo vi sucumbir ante aquella atracción. Esto hizo que a ninguno nos causara sorpresa que Wally se apresurara en ir a hablar con ella e incluso la invitara a salir.

Volví a reír cuando Raven, tan sorprendida como incómoda por su extroversión, lo mandó a volar sin importarle los tres mirones que observábamos la escena sin ninguna discreción. Cuando Kid Flash regresó algo decaído, siendo víctima de la amistad que nos unía, lo alenté hipócritamente a ser más creativo si aspiraba a poder siquiera sacarle más palabras que sus típicas respuestas monosilábicas. La personalidad reservada de Raven se lo ponía demasiado difícil y eso motivo a que no me preocupara en absoluto por el repentino flechazo de Kid Flash, lo conocía lo suficiente como para saber que, cuando se trataba de mujeres, si las cosas no eran sencillas y rápidas desde el principio solía perder la paciencia.

Tal vez fue por eso por lo que mi calma no se vio turbada por sus siguientes encuentros, aunque si me sorprendió que su tenacidad, nunca mostrada, saliera a relucir precisamente con ella. No obstante, me decía a mí mismo que más que un sentimiento sincero, lo que movía a Kid Flash a seguir intentándolo era la novedad de la negativa. No estaba acostumbrado a que una chica lo rechazara y que Raven lo hiciera con tanta resolución y sin prestarle la mínima atención cuando lo hacía despertaba en él el instinto primitivo de superar el reto.

Si bien mi primer error fue el no preocuparme, el segundo poner en duda los sentimientos del pelirrojo, mi out fue creer ciegamente que Raven no cambiaría de opinión.

Tal vez de haber prestado más atención me hubiera dado cuenta de que la persistencia y continuas visitas de Kid Flash comenzaban a quebrarla, pero lo cierto es que ni siquiera noté en qué momento ella se acostumbró tanto a su presencia que empezó a disfrutar su compañía. Mi atención volvió a centrarse por completo en ellos tarde, cuando descubrí que las cosas habían cambiado y eso fue gracias a la primera señal que, sin saberlo, me dieron.

Ocurrió un viernes por la noche, durante nuestra tradición de ver películas juntos. Kid Flash estaba de nuevo de visita y dado que seguía aquí cuando Cyborg y Chico Bestia regresaron de rentar algunas, lo invitaron a acompañarnos. La trama era interesante y no queriendo perderme algún detalle fue que no repare cuando sus manos se entrelazaron, y puede que ni siquiera lo hubiera notado de no ser por Chico Bestia, que, al intentar encontrar una mejor posición, me empujo y obligó a apartar la vista de la pantalla.

Ver sus manos juntas me hizo mirar sus rostros; mi escrutinio duro menos de cinco segundos, pero no necesite de más para comprobar que Raven se veía de lo más cómoda. Correspondía el agarre, aunque no con la misma seguridad que Kid Flash, y no mostraba alguna señal de molestia cuando él comenzó a trazar círculos con el pulgar en el dorso de su mano.

Tras apartar la mirada, quise convencerme de que eran imaginaciones mías, pero no pude y cuando me atreví a volver a mirarlos, descubrí que se habían inclinado levemente hacia el otro, de manera que sus hombros casi se rozaban.

Cuando la película terminó y Kid Flash regresó a su torre, procuré no perder detalle de su despedida y el no ver algún cambio significativo no sólo renovó mis esperanzas, sino que también alentó mi intento por vivir en la negación.

¡Ojalá hubiera podido permanecer en esa etapa un poco más!

La siguiente señal que acabo por confirmarme que su relación había iniciado la tuve una semana después; me dirigía a la entrada de la torre, semanas atrás había encontrado en las rocas que bordeaba nuestro hogar y en el sonido que hacía el agua al estrellarse contra ellas, una especie de santuario y solía acudir ahí cuando el estrés de la vida de héroe me sobrepasaba. En aquella ocasión no había ningún conflicto en la ciudad, pero la situación con ellos no dejaba de darme vueltas en la cabeza y creí que estar ahí me ayudaría a despejarme.

Sin embargo, tan pronto las puertas se abrieron me vi incapaz de salir, por el contrario, tuve que retroceder atónito. A pocos metros de la puerta se encontraba Kid Flash sosteniéndola por la cintura mientras ella descansaba los brazos en su cuello. Dudo se hayan dado cuenta de que yo había salido, incluso Raven con sus poderes, pues estaban demasiado ocupados en descubrir lo que había en la boca del otro para reparar en cualquier otra cosa.

Regresé sobre mis pasos y para cuando llegué a mi habitación, la imagen se había repetido demasiadas veces en mi cabeza como si quisiera torturarme y lo único que me mantuvo vivas mis esperanzas fue obligarme a creer que aquello sería cosa de poco tiempo. No pasaría mucho para que los dos se dieran cuenta de lo diferentes que eran y como eso impediría cualquier progreso en la relación.

Fue una creencia que rayaba en la estupidez, pero sirvió para mantenerme sereno y manifestar que no tenía problema alguno cuando por fin nos comunicaron que estaban saliendo. Claro que también influyo bastante el hecho de que Kid Flash fuera a permanecer con los del Este, nunca pude –ni quise– imaginarme lo que sería el verlos juntos cada minuto del día.

Aunque ahora me pregunto, si el tiempo retrocediera a ese momento, si hubiera servido de algo que diera a conocer mi postura o mis sentimientos. ¿Habría cambiado algo? ¿Raven tendría una revelación con la que vería que en realidad era a mí a quien amaba y no a Kid Flash? ¿Rompería el abrazo que compartía con él para saltar a mis brazos?

Bufé al tiempo que sacudía la cabeza con pesadez, resultaba tonto si quiera considerarlo, y no sólo por el hecho de que ella nunca actuaría así, sino porque con el paso del tiempo me fue quedando cada vez más claro que lo que fuera que hubiera entre ellos no iba a desaparecer por una repentina confesión de mi parte… o por otras pequeñeces como lo eran gustos o pasatiempos diferentes. Todas aquellas veces en las que entré a la sala y los encontré, con ella sentada en su regazo, apoyada en su pecho y él rodeándole los hombros con el brazo mientras leían un libro o veían una película sirvieron para desmentir mi postura sobre que sus diferencias los separarían.

Si alguna vez pensé en la imposibilidad de compartir tus pasatiempos con tu pareja al punto que se volvieran también sus aficiones, mientras tú te apropiabas de los suyos, ellos sin intentarlo vinieron a probarme lo contrario. En poco tiempo presencié como Kid Flash adquiría gusto por la lectura y Raven disfrutaba de películas a las que meses atrás no se hubiera atrevido a darle una oportunidad.

Pero a pesar de ver el avance que había entre ellos, mi interior seguía diciéndome que en cualquier momento la bomba explotaría. Necesitaba estar seguro de que habría un día en que la pasividad de Raven aburriría a Kid Flash o que la ligereza de él terminaría por hartarla, pero éste parecía nunca llegar y no me quedo más que amargarme por verlos madurar juntos y adaptarse al otro de una manera que no creí posible.

Como era lógico, y sin que pudiera evitarlo, los celos comenzaron a apoderarse de mí. Trate siempre de mantenerlos al margen y cada que los notaba surgir procuraba ocupar mi mente con cualquier cosa que me distrajera, pero el funcionamiento de esto variaba dependiendo de lo que ellos hicieran; si los veía tomados de la mano o haciendo cualquier actividad podía controlarlo, pero si se besaban no había pensamiento alguno que me ayudara.

Por fortuna mi autocontrol iba más allá de la impulsividad de mis celos y eso me impidió causar problemas entre ellos, pero si afectaron en demasía mi relación con Kid Flash. Su frecuente presencia en la torre incitaba a que los chicos quisieran hacer más actividades de "hombres" y pronto se hizo evidente que yo las rechazaba al saber que Wally estaba involucrado. Al principio no se dejo intimidar por mi comportamiento frío y distante, supongo le daba mayor crédito del que debía a mi reputación, y trataba de incluirme en cada actividad e incluso buscaba pasar tiempo a solas conmigo, pero toda paciencia tiene su límite y yo lo crucé con negativas bruscas, así que dejo de intentar acercarse y pagué las consecuencias.

Pocos días después de llegado ese punto, me sorprendí al notar que extrañaba su amistad, después de todo por muchos años había sido mi mejor amigo. En más de una ocasión traté de reavivarla, pero cualquier intento se veía interrumpido al verlo abrazar o besar a Raven. Cuando eso ocurría lo único que podía hacer era ensimismarme o abandonar la habitación.

Y si en algún momento pensé que los celos que me invadían con esas acciones no podían ser mayores, pasados algunos meses descubrí que no eran ni la sombra de lo que podían ser.

Regresaba a mi habitación luego de una tarde de entrenamiento. Mi humor había mejorado bastante luego de pasar gran parte de la tarde en compañía de un saco de box y no se me ocurría mejor idea que darme un baño e irme a dormir, pero mi ánimo se ensombreció tan pronto los vi. En primera instancia me consoló el hecho de que estuvieran frente a la habitación de Raven, eso sólo podía significar que Kid Flash estaba por irse. Tiempo atrás habían convertido en una especie de rutina que Kid Flash la acompañara a su habitación para despedirse en privado.

Pensé en continuar con mi camino como si aquello fuera lo más normal, tal vez así acortarían su despedida, pero mis pies se negaron a caminar tan pronto vi que Raven le rodeaba el cuello con los brazos y lo atraía hacia ella. Si era una molestia ver que fuera Kid Flash quien daba pie a esas demostraciones, resulto un suplicio observar que ahora era Raven quien las propiciaba. Intenté recordar si antes la había visto mostrarse así de afectuosa con él y la incertidumbre me convirtió en una estatua que no podía retroceder ni apartar la vista.

Fue así como vi que Kid Flash la envolvía con los brazos, estrechándola contra él, y la bilis se adueñó de mi estómago, pero volví a consolarme al pensar en que no faltaba mucho para que todo terminara. Y en parte así fue, termino, pero sólo para mis ojos.

Raven lo libero de una mano y tanteó con ella la puerta detrás de sí. Cuando estuvo abierta, volvió a rodear su cuello y tiro de él al tiempo que retrocedía. La invitación era bastante clara y Kid Flash no necesito de más. Con suma facilidad la levantó del suelo y Raven reaccionó rodeando su cadera con las piernas. Ambos se adentraron en la habitación, y lo último que vi fue la puerta cerrarse a sus espaldas.

Puede que ya no pudiera ver más, lo que hasta cierto punto era un alivio, pero no necesitaba ser un genio para saber que iba a pasar y una nueva oleada de ira me invadió. Me aparté de la pared, sin ser capaz de contener mi puño que fue a dar a la pared. Regresé por donde había venido, dispuesto a descargar mi nueva furia en contra del saco de box, y me sorprendí deseando que algo malo ocurriera esa noche para que la alarma se disparara y los interrumpiera, pero la suerte, que nunca estuvo de mi lado, de nuevo los favoreció.

Recuerdo que duré hasta entrada la noche en el gimnasio y aun cuando mis fuerzas se agotaron, mis brazos y nudillos se quejaron y mi cuerpo gritó por tumbarse en la cama, no volví a mi habitación. Temía toparme con cualquiera de los dos, sufrir un nuevo arrebato de ira y no ser capaz de controlarme, por lo que terminé por dormir en las bancas de poco colchón y cubierta plástica. Sobra decir que no sólo fue la peor noche de mi vida desde la formación de los titanes, sino que dio pie a una cantidad innumerable de malas noches.

Después de saber hasta donde habían avanzado fue sólo cuestión de días para que mis esperanzas acabaran por desvanecerse y aceptará por fin que lo suyo iba más que en serio. Pero el que lo aceptara no significaba que me doliera menos verlos juntos, al contrario, cada vez se hacía menos soportable y aún me quedaba algo más que aguantar.

El golpe final, y el que a la fecha me causó más dolor, lo recibí cuando vi confirmadas mis sospechas sobre el debilitamiento de nuestro vínculo. Las primeras dudas me asaltaron cuando hice las especulaciones sobre la duración de su relación, por aquellos días temía que Raven hubiera percibido algunos de mis pensamientos y, como era lógico, se molestará conmigo, pero esto nunca ocurrió. En ningún momento mostró signo alguno que me diera a entender que los conocía y eso me tranquilizó. Creí que se debía a que dominaba mejor el mantener mis pensamientos ocultos de ella.

Cuando me asaltaron los celos estuve seguro de que los sentiría, tal vez no supiera a que se debían o que fueran, pero no había manera de que ella no los notará, sobre todo tomando en cuenta su magnitud y en especial después de aquella noche. Mas de nuevo no hubo reacción alguna de su parte y eso fue como un balde de agua fría que me hizo abrir los ojos; nuestro vínculo, si bien aún existente, era como un músculo sin ejercitar y por eso ahora estaba demasiado débil para funcionar.

Me pregunté si Raven era consciente de eso o si de en sus pensamientos no había espacio para alguien más que no fuera Kid Flash. Varias veces quise acercarme a preguntarle si sabía que ocurría con él, con la esperanza de que la pregunta fuera como una semilla que germinará en su mente y la hiciera reactivarlo, pero tras pensarlo mejor desistí.

Si había algo con lo que Raven tenía cuidado era con lo que pasaba en su cabeza, y por muy fuertes que fueran sus sentimientos por él nunca permitiría que éstos absorbieran toda su atención al punto de descuidar su mente. Lo más probable era que ella se hubiera dado cuenta antes que yo que nuestro vínculo se debilitaba y había optado por permitirlo. ¿La razón? Podría ser que después de todo si supiera de mis pensamientos o sentimientos o pensara que no tenía caso que siguiera "activo".

Me hubiera entretenido haciendo más teorías, pero al final todas llevaban a lo mismo; había decidido sacarme de su cabeza de manera definitiva, exiliarme y yo no era nadie para impedírselo, menos considerando que tiempo atrás había tenido más oportunidades de las merecía de ser para ella lo que ahora era Kid Flash. Pudiera ser que de haberme abierto antes ahora las cosas serían diferentes… o pudiera ser que fueran iguales, ya de nada valía hacer suposiciones.

Con ese pensamiento ingresé a la sala. Pese a lo temprano de la mañana, no me sorprendió encontrarlos en la cocina; Raven tenía la costumbre de despertarse al alba y parecía que Kid Flash había adquirido más que sus gustos.

Mantenían una especie de discusión infantil sobre el desayuno, Kid Flash alzaba sobre su cabeza una cuchara de madera con la punta cubierta de masa, mientras que Raven extendía una de sus manos (y creo también se apoyaba en puntas) en un torpe intento por quitársela. Ninguno pareció reparar en mi presencia, ella me daba la espalda y él supongo que no querría enfocar otra cosa que no fuera a la chica frente suyo.

–Ya dámela, Wallace –aunque sus palabras y el uso de su nombre trataban de darle seriedad a la orden, el tono que había empleado denotaba que no se encontraba enojada.

La sonrisa de Kid Flash se expandió al ver que ella se estiraba un poco más. Le rodeó la cintura y, aprovechando de la cercanía en ambos, la besó. Su acto no pareció sorprenderla en absoluto, bajo el brazo para abrazarlo del cuello. Con incomodidad, vi que Kid Flash también bajaba el brazo y la estrechaba sin importarle si le ensuciaba el cabello con la masa.

Sin desear ver más de aquello, carraspeé y desvíe la mirada. De reojo distinguí que reaccionaban al sonido con un sobresalto y se separaban.

–Hola Robin –me saludo Raven con una pequeña sonrisa.

Kid Flash, visiblemente incómodo, se limitó a asentir en mi dirección.

–Sabes que sólo te da ventaja, ¿verdad? Con sus poderes puede quitarte la cuchara sin ningún problema –mis palabras de nuevo iban acompañadas de un tono algo seco y al ver que ninguno sabía cómo tomarlas, esboce una sonrisa para demostrar que se trataba de una broma.

Ante ella, Kid Flash no tardo en soltar una carcajada y Raven, al sentir que el ambiente se relajaba, rodó los ojos.

–El problema no es que me la quite, el problema es que la use. Sigue sin querer aceptar que la cocina no es lo suyo –le dio un suave golpecito en la cabeza con la cuchara y río con ganas al ver que varios cabellos de Raven se pegaron a la masa.

–Que la ensucies no impedirá que la use –respondió ella dándole un codazo y arrebatándole la cuchara para después lavarla– hay café en la cafetera, por si quieres un poco.

Me limité a asentir y rodeé la barra para servirme un poco. El breve intercambio de palabras con ellos había aligerado el ambiente, pero el silencio volvía a tensarlo un poco y por más que me estrujará la cabeza en busca de algo que decir no se me ocurría nada. Eso me llevó a pensar en retirarme, era obvio que la nube negra que me perseguía también los alcanzaba a ellos y por mucho que me disgustara verlos juntos, tampoco era justo.

Tomé la taza entre las dos manos y me disponía a salir cuando el timbrazo de un comunicador rompió el silencio. Dejé la taza donde antes y me giré con rapidez hacia el sonido, que resultó ser el comunicador de Kid Flash.

–Salvado por la campana –dijo en dirección a la masa que Raven batía.

Ella lo fulminó con la mirada y él sólo atino a reír y guiñarle un ojo.

–Te veré mañana –se acercó para despedirse de ella.

La tensión se apodero de ambos al reparar en que yo continuaba ahí, por lo que les di la espalda y volví a centrarme en el café.

–Hasta luego Robin.

Me volví y le hice una seña con la mano. Él asintió y desapareció en un abrir y cerrar de ojos, dejándonos solos. No podía recordar la última vez que había estado a solas con ella y una especie de alegría me envolvió. Me aproximé a la barra y tomé asiento. Ella continuaba batiendo la masa y, al sentir mi mirada, elevó el rostro.

–¿Panqueques? –una expresión incómoda debió cruzar por mi rostro porque frunció el ceño y añadió–, ya no me quedan tan mal.

–De acuerdo.

Asintió y prosiguió a vaciar parte de la masa sobre el sartén. La observé continuar con la preparación y estuve seguro de que ella era consciente de mi mirada, pero supongo que para evitar una nueva incomodidad no quiso decir nada… y se lo agradecí. Extrañaba estos ratos en silencio con ella y por unos segundos desee durará para siempre.

Nuestras miradas volvieron a cruzarse cuando se sentó junto a mí y me pasó un planto con algunos panqueques. Le agradecí y comencé a comerlos, sorprendiéndome de que sus palabras hubieran sido ciertas. Su capacidad de cocinar había mejorado con notoriedad.

–Te quedaron bien.

Una pequeña sonrisa de lado decoro su rostro y se encogió en hombros. Se llevó una porción cubierta de miel a la boca y una pequeña gota cayó en su barbilla sin que se diera cuenta. Dispuesto a aprovechar la situación, deje el cubierto de lado, me sacudí las manos y apresure para limpiársela con el pulgar.

Le fue imposible ocultar la extrañeza que le causó mi acción y un rubor no tardo en colorear sus mejillas.

–Tenías un poco de…

–Sí –me interrumpió tratado de recuperar la calma. Elevó una de sus manos y apartó la mía con delicadeza–. Gracias.

Quería estrechar su mano, transmitirle con ello todo lo que sentía por ella, pero no pude. Volví a tomar el tenedor y, luego de ver que ella posaba su mirada en el desayuno, hice lo mismo. De reojo distinguí que el sonrojo seguía presente en sus mejillas y no estuve seguro de como interpretar eso.

–Robin… hay algo que necesito decirte –dijo luego de un largo silencio en el que ya no comió y sólo se limitó a remover los pedazos de panqueques.

Me volví hacia ella y en sus ojos pude leer que era lo que estaba por decir.

–Lo sé.

Ante su expresión confundida me llevé un dedo a la frente y me di dos toquecitos. Ella asintió y bajo la mirada apenada.

–No te preocupes Raven, no tienes que darme explicaciones. Creo saber porque lo hiciste y fue lo mejor. De hecho, creo debería disculparme contigo…

–No tienes porque, los sentimientos son cosas que no se controlan –me interrumpió sin subir la mirada. Sus ojos estaban puestos sobre sus manos, entrelazadas en su regazo.

Descendí la mirada y vi que movía los pulgares de manera inquieta. Nunca la había visto así de nerviosa y no pude evitar conmoverme. Coloqué mi mano sobre las suyas, parando los movimientos y las estreché. Subí la mirada al tiempo que ella lo hacía y le dediqué una sonrisa.

–Lamento si te incomode.

Ella sacudió la cabeza con suavidad y frunció los labios.

–¿Ya paso?

Aparté la mano para llevarla detrás de mi nuca y fingir rascarme. Sentía su mirada puesta en cada uno de mis movimientos y sólo pude bufar.

–Es mejor que no preguntes cosas que no quieres saber Raven –me atreví a admitir.

La vi morderse el labio y volver a mirar los platos. Suspiro con algo de resignación y se bajo del banco, tomó su plato y vi que su mano dudaba un poco en si retirar el mío también. Al final desistió y rodeó la barra para ponerse frente al lavadero. Dándome la espalda, picoteo un poco más la comida y después tiro lo que quedaba en el triturador de basura.

La incomodidad y tensión podía sentirse en el ambiente y no estaba seguro de como romperla. Odiaba ser el causante de que mi relación con ella se hubiera deteriorado tanto y culpe a mis estúpidos sentimientos por ser causantes de ello. Por muchos años ella había sido lo más parecido que tenía a una mejor amiga. Recapitulé cada uno de los momentos que habíamos pasado juntos, tratando de descubrir en cual había echado todo a perder por enamorarme de ella, pero no pude descubrir el específico y consideré que tal vez, una parte de mí, siempre lo estuvo, sólo que tardé demasiado en darme cuenta.

–Siempre pensé que fue luego de que me salvarás de Slade –dijo para mi sorpresa.

Levanté la mirada y la miré. Se había dado la vuelta y tenía la espalda recargada en el lavadero, sus brazos cruzados sobre el pecho le daban un aire de timidez que se completaba con su mirada esquiva.

–… ya sabes, cuando el mundo se paralizó y te llamé –siguió diciendo con los ojos puestos en el suelo– luego de eso cambio un poco la manera en la que me mirabas.

Alcé una ceja y ella dejo salir una leve risa.

–Lo siento, a veces me siguen llegando con mucha facilidad –se señaló la cabeza y removió un poco incómoda–, pero la mayor parte del tiempo sólo percibo silencio… o procuro percibirlo.

Bufé y bajé la mirada negando. Sabía que minutos antes me había confirmado que la conexión estaba casi muerta, pero escucharla de una manera directa me produjo cierto sentimiento que no supe como interpretar. Sentí una batalla en mi interior entre la alegría y la tristeza y supe que yo era el único que podría decidir de una vez por todas quien ganaría.

–¿Kid Flash lo sabe?

–Creo que lo sospecha –me confesó–, pero nunca lo hemos hablado.

Asentí y guardé silencio. Kid Flash podía tener muchas virtudes, pero la discreción no era su fuerte por lo que si Raven tenía una sospecha lo más probable era que él lo supiera y una oleada de vergüenza me invadió. No venía de que mis sentimientos fueran tan obvios, sino de comparar mi actitud con la de él, mientras que yo me portaba como un niño caprichoso y malhumorado cuando los veía juntos, él mantenía la calma y aceptaba que su novia viviera con alguien que la amaba.

Tal vez estos últimos años de verdad había madurado mucho más de lo que yo pensaba y Raven podía ver eso.

–Raven… –pregunté luego de que el silencio se convirtió en algo pesado e insoportable. Tragué para pasar el nudo que había en mi garganta antes de seguir– ¿crees que si yo te…?

–¿Vale la pena que me lo preguntes ahora? –me cortó ella sabiendo el rumbo de mis palabras.

Me atreví a mirarla y descubrí que me escudriñaba desde la misma posición.

–No lo sé, tal vez.

Ella suspiro y dio dos pasos para quedar frente a la barra. Apoyó las manos sobre ella y me miró unos segundos más.

–El hubiera no cambiará nada ahora Robin.

Sabía que tenía razón. Me había dicho lo mismo los últimos meses cada que la pregunta asomaba por mi mente, pero aun así sabía que la respuesta me sabría diferente viniendo de ella.

–Puede que lo cambie para mí.

La escrute de la misma manera en que ella lo había hecho segundos antes. Sabía que podía mentirme con mucha facilidad al verme a los ojos, pero los años me habían enseñado que cuando contaba una mentira una parte de su cuerpo, por medio de un pequeño y débil movimiento, la delataba.

–Es mejor que no preguntes cosas que no quieras saber –me imitó y vi como sus dedos se tensaban por una milésima de segundo sobre la barra.

Deje salir una risa seca.

–Supongo que es un sí.

Pensé que lo negaría o que se quedaría sin responder, pero en su lugar dejo salir también una risa y sacudió la cabeza.

–¿Importa ahora?

Lo sopese por unos segundos. No quería convertirme en esclavo de mis palabras y menos ahora sabiendo que aún podía leerme como un libro abierto.

–Lo sabré en unos días.

Ella movió negativamente la cabeza y descendió la mirada, pero pude apreciar la sombra de una triste sonrisa dibujarse en sus labios.

–No pierdas el tiempo –susurró–, a estas alturas creo que es lo mejor para los tres.

Por meses una voz en mi cabeza me había dicho lo mismo (ahora me preguntó si existiría la posibilidad de que esa voz viniera de la misma Raven), pero que fuera precisamente ella, la involucrada de manera directa, me dolió más de lo que me gustaría admitir. Sabía que sus palabras albergaban más de lo que parecía, con ellas me confirmaba que nada iba a cambiar, que seguiría con él y que lo que fuera que hubiera podido pasar entre nosotros ya no tenía cabida en el presente ni en el futuro.

–Sí, supongo que tienes razón.

Mis palabras la hicieron alzar la mirada. Asintió y me dirigió una sonrisa de lado. Rodeó la barra y cuando pasaba a mi lado colocó una mano sobre mi hombro.

–Bien –dijo tras darme un ligero apretón.

Sentí mis dedos cosquillear, quería colocar mi mano sobre la de ella, pero me contuve.

Retiró la mano y siguió caminando hasta la entrada. La seguí con la mirada, sintiendo como la pequeña esperanza que aún habitaba en mi interior moría con cada paso que nos alejaba. Atravesó las puertas sin volverse una sola vez y pude sentir como con esa acción todo acababa finalmente por morir, pero lejos de sentir el vació o la tristeza, con la aceptación vino una paz que no había sentido en mucho tiempo. Sabía que eso significaba que por fin la dejaba ir y ser feliz con quien ella había elegido y ante tal pensamiento, por primera vez en meses, una sincera sonrisa apareció en mi rostro.

Bueno es todo, una disculpa por salirme un poco del personaje de Robin, pero creo es de las primeras veces que lo exploro a fondo y siento que me quedo un poco OoC.

No quería darle un final super trágico y por eso decidí darle un pequeño rayito de alegría a Robin (ya me parecía raro verlo tan melancólico jeje). Espero que les haya gustado.

Si llegaron hasta aquí ¡Muchos saludos y gracias por leer!