Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad absoluta de la hermosa y talentosa escritora J.K. Rowling. Yo solo juego un poco con ellos.
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Aquella mañana de octubre, los alumnos de Hogwarts cenaban tranquilamente en el Gran Comedor, degustando la variedad de platillos que los elfos domésticos habían preparado para la celebración de Halloween. En la mesa de Gryffindor, se encontraba un chico de pelo azabache, ojos verdes brillantes y una peculiar cicatriz en forma de rayo a la altura de la frente. Acompañado por sus dos mejores e inseparables amigos, Ron Weasley y Hermione Granger, con quienes charlaba amenamente. A su vez, una mujer con vestuario rosa y cara de sapo observaba al alumnado con reprobación mientras realizaba anotaciones en su pequeña libreta, anotaciones que posteriormente serían informadas al Primer Ministro como había sido acordado. El Ejército de Dumbledore ya se había constituido algunos días atrás y ella tenía la sospecha de que ciertamente algo estaba ocurriendo en el colegio. Y el hecho de que Dumbledore estuviese tan atento a las puertas del comedor y que el pensadero que pertenecía a su oficina se encontrara a sus espaldas en medio del comedor, no ayudaba a disminuir su curiosidad y malhumor. Ella era la suma inquisidora de Hogwarts, y por ende, se le debía obediencia y respeto. Además de deber ser informada de cualquier situación concerniente al colegio a toda costa.
De un momento a otro, las enormes, imponentes y pesadas puertas del comedor se abrieron de par en par y por ella ingresaron algunos visitantes inesperados que no tardaron mucho en dirigirse hacia la tarima, que se extendía al extremo norte de la estancia. Justo allí donde estaba la mesa de los profesores. Molly y Arthur Weasley junto con sus tres hijos mayores Bill, Charlie y Percy, este último apartado del resto de su familia por la riña que aún se mantenía latente entre ellos. Seguido de la familia de pelirrojos, ingresaron también Sirius Black, Remus Lupin, Nymphadora Tonks, Kingsley Shacklebolt, Alastor Moody, Xenophilius Lovegood, Amos Diggory, Lucius y Narcissa Malfoy, Oliver Wood, Fleur y Gabrielle Delancour y Viktor Krum. Todos bastante confusos, pues nadie esperaba que aquellas personas apareciesen allí. El director Dumbledore les dió la bienvenida a los recién llegados y les pidió que se sentarán con sus familiares y amigos en las casas correspondientes. Mientras los interpelados obedecían, entre los presentes se escuchó una exclamación de pánico genérica al percatarse de la presencia de Sirius Black, el tan nombrado asesino en masa que había escapado de Azkaban hacía dos años.
-¡Debe ser apresado de inmediato! -Exclamó Dolores Umbridge alzando su varita en dirección al mencionado, mostrando una expresión anhelante y triunfal ante la perspectiva de ser ella la protagonista de aquella captura.
Pero antes de tener el tiempo suficiente para ejecutar cualquier hechizo, el pensadero comenzó a iluminarse y una luz cegadora se expandió por toda la estancia como una burbuja. No pasó mucho para que un Kingsley Shacklebolt más encorvado, con varias arrugas de más y el pelo veteado de blanco apareciera en medio del gran comedor con una expresión tranquilizadora. Pero en lugar de dirigirse a los presentes, alzó su varita y apuntando a Umbridge, la hizo desaparecer del lugar sin más. Las exclamaciones de jubilo por parte de los estudiantes y algunos profesores no se hizo esperar, pero la preocupación ante la presencia que acababa de arribar a Hogwarts, superaba cualquier festejo reciente.
-No se preocupen. Procederé a explicarles todo.-Habló el profesor Dumbledore alzando su mano hacia el alumnado para que guardaran silencio. Los miembros de la Orden del Fénix presentes y los profesores aún mantenían sus varias en mano, atentos a la explicación del director. No albergaban confianza alguna hacía el recién llegado que en apariencia, había adoptado la imagen de un Kingsley Shacklebolt con algunos años de más.
-¿Qué es todo esto, Albus?
El propio Kingsley fue el primero en cuestionar lo que acontecía antes de sus ojos.
-Esta mañana he recibido un recuerdo del futuro.
El desconcierto total no tardó en hacerse presente, provocando un intercambio de miradas turbadas que se paseaban del director al Kingsley mayor.
-¿De qué estás hablando, Albus? -Preguntó esta vez, la profesora McGonagall.
-Algunas personas del futuro han realizado un hechizo que hasta ahora no había sido inventado. Este permite crear una brecha en la línea de tiempo a través de los pensaderos, logrando transmitir recuerdos del futuro en el pasado. Justo en el pensadero que se encuentra en mi despacho se abrió esta brecha.
El asombro se maximizaba y crecía a cada instante con cada palabra dicha por el profesor Dumbledore.
-¿Cómo es eso posible? -Debatió Hermione, incapaz de comprender cómo pudieron lograr algo así.
-Es un hechizo que ha sido creado hace algunos años y perfeccionado con el tiempo-Habló por primera vez el Kingsley del futuro, captando la atención de todos-Pero no solo nos permite transmitir los recuerdos. La modificación realizada al hechizo en cuestión, nos dió la posibilidad de utilizar el pensadero como un giratiempos para traernos aquí.
-¿Traernos? -Preguntó Remus Lupin alzando una ceja en dirección al interpelado, confuso por el plural utilizado en la oración.
-Así es. Traernos.-Afirmó Kinsgley.-Vendrán varios jóvenes del futuro que se presentarán ante ustedes y luego leeremos un libro que es de suma importancia para todos. Pero antes deben llegar algunas personas más antes de que se presente el primer futurista.
Nadie tuvo la oportunidad de preguntar nada más, ya que las puertas del Gran Comedor volvieron a abrirse y en esta oportunidad dos hermosas mujeres, aparentemente desconocidas para la mayoría, traspasaron el umbral.
-¿Jerika / Audrey? -Dijeron al mismo tiempo Charlie y Percy Weasley respectivamente, muy impresionados por la llegada de los dos jóvenes. La primera, una rubia platinada de ojos verdosos y cuerpo atlético llamada Jerika Berikov, era una rumana amiga de Charlie que trabajaba con él como entrenadora de dragones. La otra, se trataba de Audrey Andrews, una morena de ojos pardos y mirada severa que trabajaba en el Ministerio para el Departamento de Cooperación Mágica Internacional. Percy y ella se habían cruzado en algunas ocasiones pero no se llevaban especialmente bien. Las mencionadas se sentaron juntas cerca de la familia Weasley, puesto que no conocían a nadie más que a los hermanos pelirrojos, bastante confusas por su aparición allí.
Ciertamente para aquel momento, todos pensaban que las presentaciones comenzarían en cualquier segundo, debido a que el pensadero volvió a iluminarse con una intensidad abrumadora. Pero las fíguras que comenzaron a delinearse, definitivamente no eran del futuro. Sirius y Remus se levantaron de golpe de sus asientos y se quedaron estáticos observando a las nueve personas recién llegadas. Harry, Neville, Snape, Los Weasley, Los Lovegood y el resto de hogwartianos presentes en el gran comedor, se quedaron igual. Ante ellos, allí de carne y hueso, con tanta vitalidad como antaño, estaban Lily y James Potter, Frank y Alice Longbotton, Fabian y Gideon Prewett, Pandora Lovegood, Regulus Black y Cedric Diggory.
Lágrimas cristalizaron los ojos de muchos, sonrisas se hicieron presentes en otros, sollozos ahogados se volvían nudos en la garganta de varios. Molly Weasley rompió la sorpresa del momento cuando, soltando un grito entrecortado, corrió a abrazar a sus hermanos con lágrimas rodando por sus mejillas. Remus y Sirius no tardaron en hacer lo mismo con James y Lily, así como Amos con su adorado hijo, a quien había perdido el año anterior. Por su parte, Luna y su padre se acercaron a su madre y esposa respectivamente y se fundieron en un anhelado abrazo. Por el contrario, Harry y Neville no habían podido mover ni un solo músculo, aún sin poder creer que sus padres estuviesen allí, parados frente a ellos. Tenían la sensación de que si se acercaban, desaparecerían de nuevo sin más.
-Harry, Neville-Los llamó Lupin, sacándolos de su estupor y haciéndoles acortar la distancia existente entre sus progenitores y ellos. Harry se ubicó ante Lily y James, quienes le miraban con una mezcla de asombro, orgullo y un profundo amor. Amor profundo que emanaba también de Alice y Frank cuando Neville también llegó antes ambos.
-James, Lily. Él es Harry James Potter.-Lo presentó Sirius con una sonrisa tan jovial y feliz que por un momento se desvaneció en su rostro cualquier rastro de los años que había pasado en Azkaban. Sus padres de inmediato lo envolvieron entre sus brazos mientras Lily sollozaba, agradeciendo por lo bajo la oportunidad de tener a su bebé con ella, aunque fuese solo por un corto tiempo.
-Ya nos han adelantado algunas pequeñas cosas acerca de ti, hijo.-Habló la pelirroja-Y estamos tan orgullosos de quien te has convertido.
Los ojos de Harry también se cristalizaron y las lágrimas no tardaron en deslizarse por sus mejillas, aferrándose con más fuerza a sus padres, temiendo que fueran a desaparecer en cualquier segundo.
-Muy, muy orgullosos, hijo. Y lamentamos muchísimo no haber podido estar a tu lado, pero debes saber que te amamos inmensamente.-le dijo James, sin poder evitar también derramar varias lágrimas.
-Y yo a ustedes-habló Harry entre lágrimas, sin querer soltarlos en absoluto-Sé bien que se sacrificaron para darme un futuro mejor y estoy muy orgulloso de ser su hijo.
Neville y sus padres se encontraban un poco más allá en una situación parecida mientras el resto hablaban, abrazaban y lloraban en torno a los recién llegados que hacía tanto tiempo anhelaban volver a ver, aunque fuese una última vez. En medio de todo, Sirius se había armado de valor para acercarse a su hermano, a quien había extrañado profundamente aunque no se encontraban en los mejores términos cuando este falleció.
-Reg ...- habló casi en un susurro, deteniéndose a su lado al verlo apartado del resto, ajeno a las demostraciones de afecto a su alrededor. El mencionado giró la mirada inquebrantable hacia su hermano mayor, pero aquella soberbia que moraba en él antes de su último encuentro ya no estaba por ningún lado. Tampoco el reproche. Solo estaba allí, siendo consciente de que hace mucho tiempo que sus ideales cambiaron y de lo mucho que Sirius había sufrido en los últimos años. Y por primera vez, sintió empatía por su hermano.
-Sabemos que ni las disculpas ni los discursos son cosa nuestra, así que empecemos de nuevo ... hermano ...- Comezó Regulus para asombro de Sirius-Al menos por el poco tiempo que nos queda aquí. No hay que desaprovecharlo.
Sirius sonrío sin poder evitarlo y acercó a Regulus a él en un abrazo fraternal, uno que hace mucho no compartían. Y aunque un tanto sorprendido primero, el Black menor le correspondió.
-Muy bien, sé que todos están sorprendidos, aturdidos, confundidos y felices por este encuentro. Pero debemos continuar. El tiempo para nosotros dentro de Hogwarts se ha detenido por completo, pero tampoco podemos abusar.-Interrumpió el Kinsgley del futuro, haciéndo que todos procedieran a acomodarse con los nuevos integrantes en sus asientos compartidos.
-¡Esperen! -exclamó Terry Boot, un estudiante de la casa de Ravenclaw.-¿Pretenden que sigamos con esto con un fugitivo asesino suelto en la sala?
De inmediato, Harry, James, Lily, Remus, Regulus, Tonks, Ron y Hermione exclamaron al unísono con furia, incorporándose de sus asientos: ¨¡Sirius no es ningún asesino! ¨, siendo secundados por los Weasley y todos los miembros de la Orden.
-¡Fue inculpado injustamente! -Añadió Harry en defensa de su padrino.
-Tranquilo, cachorro. Ya se darán cuenta de la verdad-habló Sirius, agradecido con todos sus amigos por como le defendían y sorprendido por como su hermano también estaba incluido en ese grupo.
-¡Pero está loco! -Volvió a insistir otro estudiante de Hufflepuff.
-En eso sí estamos de acuerdo-dijo James riendo junto con el resto que estaba defendido a Sirius. -Canuto siempre ha tenido pulgas en la azotea.
-Cállate, Cornamenta. Mira que a ti bien que te lucen los cuernos.-le devolvió el pelinegro con una sonrisita.-! Auch, pelirroja! -Exclamó cuando Lily le propinó un golpe en la cabeza, logrando que James sonriera triunfal ante este hecho.
-Te lo merecías, pulgoso.-le respondió la pelirroja mientras el resto reía y Sirius se frotaba la cabeza con un puchero de lo más infantil.
-¿De verdad ese es el asesino en masa que dicen? -Preguntó por lo bajo una chica de Gryffindor a su amiga, incrédula, cosa que no solo ella pensaba.
-Un momento ...- habló Fred Weasley mirando con asombro al padre y al padrino de Harry.
-¿Canuto y Cornamenta? -Prosiguió George con la misma expresión en el rostro.
-Sí, como en el mapa-afirmó Harry con una sonrisa divertida. James y Sirius les devolvieron una sonrisa petulante a los dos pelirrojos que aún les miraban con la boca abierta.
Ambos volvieron su mirada hacia Harry al escucharlo hablar.
-¿Lo sabías y no nos dijiste? -Exclamaron los gemelos al unísono.
-Se me pasó-Harry hizo un encogimiento de hombros y les dedicó una sonrisa de disculpa.
-¿Ustedes dos son parte de los merodeadores? -Preguntó Fred aún asombrado. James y Sirius mantuvieron aquella expresión petulante y asintieron orgullosos.
-Y este es el señor Lunático.-añadió Sirius apuntando al antiguo profesor de DCAO, quien para sorpresa de todos, también le dedicó a los gemelos una sonrisa orgullosa y petulante. Pero antes de que pudiesen continuar con el interrogatorio a sus ídolos, el directo volvió a hablar.
-Suficiente, jóvenes.-pidió Dumbledore.-Debemos comenzar con las presentaciones ya.
Una voz femenina con un atisbo de acento francés emanó del pensadero en ese instante.
-Aún faltan algunas personas.
Kinsgley del futuro se quedó unos segundos observando a los presentes y de pronto su mirada se iluminó, como comprendiendo quienes faltaban y haciendo una lista mental. Pasados algunos minutos, las puertas volvieron a abrirse, quizás por última vez, y por ellas ingresaron Emmeline Vance, quién fue recibida inmediatamente por Sirius, sorprendido ante su presencia allí. Ambos habían comenzado una relación hacía un tiempo atrás cuando se reencontraron por medio de la Orden en la mansión Black. Al ver como este depositaba un pequeño besos en sus labios, recibieron chiflidos por parte de los merodeadores, los gemelos Weasley y Prewett. Sorprendiéndose Harry también al no tener conocimiento de aquella relación, pero se alegró de ver feliz a su padrino.
Seguida de ella, venían dos chicas más que Fleur y Viktor identificaron como Agathe Dubois y Borislava Ivanov, la primera era la mejor amiga de Fleur y la segunda jugaba como cazadora en el Equipo Nacional de Quidditch Búlgaro con Krum. Ambas, totalmente confusas por su presencia allí, se acomodaron junto a sus respectivos amigos, intercambiando abrazos y preguntas. El último de aquel grupo se trataba de Rolf Scamander, quien había sido un Hufflepuff amigo de Cedric durante su estancia en Hogwarts. Ahora se entrenaba para ser magizoologista junto a su abuelo Newt Scamander. Este, no pudo más que quedar shockeado al encontrarse con la presencia de su antiguo amigo fallecido en el gran comedor y la mirada de todos en él.
-Cedric ... ¿Cómo es que ...? Estás ...- El muchacho no podía terminar de hilar las frases por lo que se lanzó a abrazar a su amigo sin ninguna distinción.
Los dos se fundieron en un abrazo fraternal y al separarse se sonrieron mutuamente. Cedric procedió a ponerlo al corriente de la situación mientras que por las puertas del gran comedor ingresaban los últimos invitados de aquella reunión tan peculiar.
-¿Dudley? ¿Tío Vernon, tía Petunia? -Alcanzó a decir Harry, saliendo de su estupor al ver a sus tíos y primo allí. Vaya que tuvieron que haberlos aparecido a la fuerza, porque estaba muy seguro que ninguno había aceptado venir por puro gusto.
-¿Qué hacemos aquí? -Se quejó Vernon Dursley al verse rodeado de personas anormales y extrañas, tal como él les llamaba.
-No puede ... ¿Lily? -Dijo Petunia con la voz entrecortada cuando sus ojos se posaron en su hermana fallecida.-¿Cómo es posible ...?
-Hola, Tune. Estamos aquí gracias a un hechizo. Nos han traído del pasado ...- Comenzó a explicarle a su hermana, sorprendiendose cuando esta la abrazó sin más, pero no cuestionó absolutamente nada en ese momento. Ya tendría tiempo para hacerlo cuando hablaran, pues tanto James como ella estaban al tanto de como era la vida de su hijo con ellos. Les habían hecho leer brevemente algunos libros para enterarse de gran parte de las cosas acontecidas en esos años antes de viajar al futuro.
-Bien, ahora sí que debemos comenzar. Estos son las últimas personas en llegar. Es hora de que inicien las presentaciones-anunción el Kinsgley del futuro.
Seguido de esto, una luz volvió a iluminar el pensadero y pronto apareció otra figura ante ellos, rodeada por un espesa niebla que al disiparse dejó ver a un apuesto joven de pelo azabache y ojos grises, idéntico a uno de los merodeadores en la sala. Sirius, que se encontraba degustando un vaso de jugo de calabaza, escupió todo el contenido de su boca sobre su hermano, quien también se había quedado asombrado por el parecido del chico con Sirius.
-¡Idiota! -Exclamó Regulus en dirección a su hermano, tomando una servilleta para limpiarse el líquido que goteaba por su cara y cabello. Aún así le divertía la situación, nunca había visto a su hermano tan nervioso.
Por su parte, Emmeline también observaba al joven expectante, queriendo saber si aquel apuesto muchacho era el bebé que ya llevaba en su vientre.
-¡Hola Hogwarts del pasado! Soy el fabuloso, apuesto y perfecto Regulus James Remus Black. -dijo el chico con una coqueta sonrisa dibujada en su rostro, causando el suspiro de varias de las chicas presentes.
Holaa chavales,
Este es mi primer capítulo de la primera historia que me atrevo a publicar por aquí.
Después de leer varias versiones del mismo estilo, decidí probar con la mía.
Me cuentan que les parece. Me encantan el aprendizaje y la retroalimentación y me agrada recibir consejos de redacción y ortografía, así que soy toda oídos. O más bien toda ojos (?)
Me cuentan qué les va pareciendo la historia.
Se despide,
Adhara Dragneell.
