EL BESO
Dos jóvenes caminaban tranquilos de regreso a casa, luego de aquel Viernes tan ajetreado.
Harry y Hermione se habían organizado unos días antes para ir almorzar y después hacer unas compras en el Londres mágico y muggle. Él esperaba emocionado adquirir la nueva saeta de fuego mientras que ella esperaba encontrar un vestido de su gusto para el cumpleaños de su madre, sin embargo, el moreno no corrió con tanta suerte, pues decepcionado e incluso molesto, vio como la última escoba estaba siendo vendida justo en cuanto llegó a la tienda, aceptando resignado los intentos de consuelo de su mejor amiga. Todo eso quedó olvidado tan pronto la vio salir del probador con un hermoso vestido entallado en color azul que le llegaba justo arriba de las rodillas. Inmediatamente él quedó hipnotizado.
—¿Y bien? —preguntó Hermione con timidez esperando su aprobación.
—¿Qu-é... Có...? —carraspeo —¿Perdón? —apenas y pudo formular, tratando de salir de su ensoñación, tragando nervioso.
—¿Qué te parece? — Repitió divertida al ver su expresión, ya sabiendo en el fondo que definitivamente ese se llevaría.
—Me gusta... —sonrió. —Quiero decir, te queda perfecto —admitió no pudiendo evitar verla impresionado.
Después de eso no hubo poder humano que lo pusiera de mal humor, ni el tráfico, ni la gente molesta, nada, pensó seguro mientras caminaba sobre la acera con las manos en los bolsillos escuchando a su amiga.
—Mamá insiste en que lleve un acompañante a la fiesta —le comentaba de regreso Hermione. —Dice que las tías y la abuela harán preguntas. Y honestamente ni ella ni yo tenemos ánimos de lidiar con eso. Ni siquiera recuerdo que mentira les dije el año pasado —Reconoció divertida, haciendo reír a su amigo.
—Yo podría acompañarte —se ofreció.
—¿De verdad? —lo miró sorprendida.
—Por supuesto, además va a ser muy divertido ver la cara de tu familia cuando te vean llegar con un acompañante — le recordó.
—¡Y puedes apostar que después de eso comenzarán a insinuar que somos novios! —Aseguró Hermione soltando una risa. —El próximo año la pregunta será ¿cuándo es la boda? —agregó rodando los ojos, pero sin borrar su sonrisa.
— Tendríamos que practicar nuestro papel de novios— soltó Harry, riéndose y añadió— Y, si fuera tu novio, ten por seguro que te abrazaría y no te soltaría— dijo, mientras se acercaba para abrazarla de práctica.
Cuando Harry la abrazó, practicando sus abrazos de "noviazgo falso" Hermione sintió que iba a derretirse, nerviosa, y deseando que ese abrazo no terminara nunca, pero por los nervios, comenzó a temblar y Harry lo notó.
La castaña abrió la boca para intentar decir algo, que quedó ahogado en su boca con un suspiro entrecortado y terminó sonrojándose sin poder articular nada. Al verla así, Harry pensó en lo linda que se veía y acarició su mejilla con su mano, al mismo tiempo que se la imaginaba con el precioso vestido azul que la había visto usar en el probador.
Sintió su rostro enrojecer al pensar en eso, ¿Por qué estaba pensando de esa manera? ¡Ella era su mejor amiga!
Al estar absorto en esto y sentir su rostro ardiendo, no se percató de que, inconscientemente, ambos comenzaron a cerrar la distancia que los separaba y no fue consciente de esto, hasta que notó la respiración agitada de Hermione sobre su rostro. Al verla ahí, tan cerca de él, se sintió invadido por la valentía deseando seguir los súbitos deseos que le pedían, rompiera con toda la distancia que los separaba.
Obedeciendo sus impulsos, Harry la tomó del rostro y lentamente, posó sus labios en los de ella y, al ver que no se apartaba, el beso que empezó siendo suave y fue volviéndose rápidamente pasional.
Hermione gimió al sentir los labios de Harry sobre lo suyos, sin poder creer que después de haber esperado tanto tiempo por ese momento, finalmente estuviera pasando.
¡Estaba besando a su mejor amigo!
Todo a su alrededor desapareció para los dos. Hermione alzó sus brazos y rodeó el cuello de Harry, provocando que él tomara con una de sus manos sus caderas y con la otra, ahuecara el lugar entre su cuello y su cabello, para profundizar más el beso.
Hermione no tenía idea de cómo describir lo que sentía, pero de lo que estaba segura era de que amaba a Harry y sentía que su corazón se le saldría del pecho por la fuerza con que latía.
Harry, por otro lado, no tenía idea porqué esto estaba sucediendo, pero le gustaba, al punto de sentir su corazón acelerado y, lo más extraño, sentir que era correcto, sin querer terminar el beso.
Ninguno de los dos quería hacerlo, hasta que, por la falta de aire, tuvieron que separarse.
Se miraron a los ojos con sus rostros sonrojados por lo que acababa de ocurrir.
Hermione estaba en shock, había sido el mejor beso de su vida hasta el momento, superó todas sus expectativas cada que imaginaba como sería besar a Harry por primera vez.
Cuando por fin reaccionó, salió de su shock para poder decir algo, con una sonrisa que no se borraba de sus labios, Harry la interrumpió.
—Hermione... ¿Qué... ¿Qué acaba de pasar? — logró articular Harry, aún con su corazón acelerado y la respiración agitada.
Muy avergonzado, pensando que lo sucedido había estado mal, llevó sus manos a su rostro, maldiciendo y lamentándose al decir que Ron iba a matarlo, sin percatarse que sus palabras habían llegado a oídos de la castaña, rompiendo su corazón.
Al escuchar esto, Hermione sintió su corazón hundirse cuando supo que Harry se sentía culpable por haberla besado.
— ¿Eso es todo lo que vas a decir, Harry Potter? — soltó Hermione con su voz quebrada.
Harry se alarmó al escucharla llamándolo por su nombre y apellido, por lo que volteó hacia ella, quitando las manos de su rostro y encontrándose confundido cuando notó que por sus mejillas caían unas cuantas lágrimas.
— Hermione... yo... — intentó decir el ojiverde, estaba paralizado y no lograba articular nada más.
—Olvídalo — bufó Hermione enojada, abriendo la puerta de su apartamento y tratando de cerrarla al instante que entró.
Harry, aún confundido, sostuvo la puerta para poder entrar e intentar hablar con Hermione acerca de lo que acababa de ocurrir, mientras Hermione, caminó hacia dentro del umbral y al ver sus intenciones, se volteó hacia él, reclamándole con enojo.
—¡Acabamos de darnos un beso y en lo único que piensas es en que Ron se molestará contigo! — gritó Hermione con su rostro bañado en lágrimas.
— Esto es algo que no debería haber pasado, Ron es mi mejor amigo, no puedo hacerle esto — Contestó Harry, aún confundido y sin pensar en lo que dijo.
Cruzándose de brazos y asintiendo suavemente con su cabeza Hermione reacciona.
—¿Y qué es lo que soy yo?, Sí, lo sé. Tú simple amiga sabelotodo, la que solo buscan cuando necesitan y no importa su opinión y sentimientos en lo absoluto — protestó —¡Solo te importa lo que Ron sienta y su estúpido código de mejores amigos! —.
Harry estaba boquiabierto, cayéndose en pedazos en su interior al escuchar todas las acusaciones y pensamientos de Hermione, sobre la poca importancia que creía que su opinión y sentimientos tenían para él.
—Sí, ¡No importa que yo esté enamorada de ti!, Porque Ron está enamorado de mi, ¡Y no puedes hacerle eso a tu mejor amigo! — exclamó Hermione, enojada — ¿Tampoco piensas en ti?, ¿Qué hay de lo que tú sientes? —.
Hubo un momento de silencio en el que ninguno de los dos dijo nada, por lo que dándose cuenta que no tendría una respuesta, Hermione bajó la mirada, dándose la vuelta y caminando hasta adentrarse en su habitación y cerrar la puerta con varios hechizos para que Harry no pudiera entrar.
Aún petrificado y sin saber cómo reaccionar ante la situación, Harry solo pensaba en que lo sucedido no podía ser cierto. Acababa de pelear con Hermione, haciéndola llorar, y todo por su culpa. Sentía un enorme vacío en su corazón y, al mismo tiempo, estaba enfadado por no poder dirigirse en ese momento a su habitación y hablar con ella ya que, por supuesto, ella se aseguró de poner bajo protección la puerta.
Enfadado consigo mismo y con todo lo que acababa de pasar, no tuvo más remedio que darse la vuelta y salir del apartamento de Hermione azotando la puerta.
…
Al día siguiente, Harry aún pensando en el beso que se había dado con Hermione, estaba teniendo problemas para concentrarse y buscando la forma de verla a la cara la próxima vez que se encontraran, que por supuesto sería en la reunión con la orden que se realizaría ese mismo día en Grimmauld place.
Si, Harry sabía que ese beso le había gustado, estaba aceptando que realmente estaba enamorado de Hermione desde hacía mucho tiempo, pero había guardado esos sentimientos por que su mejor amigo le confesó que se había enamorado de ella, pero con ese beso que compartió con su mejor amiga, sintió el fuego avivarse en su interior y sus sentimientos volvieron a presentarse.
Antes de salir hacia Grimmauld place, Ron se presentó en la oficina de Harry. El azabache era el jefe del departamento de aurores.
Al ver a su amigo, no sabía ni como volver a verlo sin que apareciera en su mente ese beso que había tenido con su mejor amiga y la imagen de ella con el hermoso vestido azul que había comprado.
Para sorpresa del azabache, Ronald se había presentado para contarle con emoción que estaba saliendo con Luna y que realmente le gustaba.
—¿Qué ha pasado con Hermione? — preguntó el ojiverde, perplejo.
—Ella no es para mí, es decir, es mi amiga y la aprecio, pero sé que está enamorada de ti, desde hace mucho tiempo — soltó su amigo con un gran suspiro.
La respuesta de Ron dejó a Harry estupefacto y sintiéndose como un gran idiota.
—¿Qué? — jadeó Harry, sorprendido. Una cosa es que ella se lo dijera cuando discutían, pero otra era que su mejor lo supiera, mientras Harry no tenía idea de esto.
—Espera, ¿Me vas a decir que no lo sabías? ¡Todo el mundo sabe que Hermione está enamorada de ti! — exclamó Ron, riéndose de la inocencia de su amigo sobre el asunto.
Ahora que lo pensaba, las señales siempre estuvieron claras. La atención que Hermione siempre tuvo con él, su preocupación siendo siempre mayor que con el resto, además de que no lo dejó solo nunca, ni un maldito segundo. Siempre lo apoyó, siempre creyó en él y, a pesar de que su vida estuvo en riesgo, nunca se separó de él.
Ahora que lo notaba, sabía que había sido un maldito ciego, comportándose como un gran idiota que aún no sabía cómo iba a volver a verla a la cara después de la discusión del día anterior y enterarse por completo de sus sentimientos por él.
Luego de la esclarecedora conversación con su mejor amigo, decidieron que era hora de partir hacia Grimmauld Place a la reunión con la orden.
Al llegar todos ya se encontraban allí, esperando a que la reunión empezara, platicando amenamente, a excepción de Harry, que estaba apartado, apoyado de espaldas a una pared frente a la mesa.
Cuando el momento llegó y Kingsley pidió que todos se acercaran a la mesa donde Harry se encontraba, él levantó la cabeza y se encontró con la mirada de Hermione, quien lo miró con seriedad y un momento después, retiró su mirada, volviéndose hacia Kingsley.
Nadie pasó por alto que los dos amigos estaban extraños, pues ni siquiera se habían acercado o hablado. Era obvio que algo estaba pasando entre ellos.
Cuando la reunión comenzó, Kingsley les informó que había una banda de mortífagos planeando una emboscada para Harry, quién estaba tan molesto consigo mismo a tal punto que no le importaba ir él solo a enfrentarse a los mortífagos que fueran, así que se ofreció a ir solo a enfrentarlos, a lo que todos, como era de esperarse, se negaron. El ministro asignó en su lugar a un cuerpo de aurores, que acompañarían a Harry.
No fue sorpresa para nadie que Hermione se apresurara a decir que también iría, pero un segundo después, Harry levantó la cabeza y clavó sus ojos verdes en ella.
El azabache sabía que, por muy enojada que Hermione estuviera con él, haría cualquier cosa con tal de protegerlo, pero no podía permitir volver a poner su vida en riesgo.
— No, no irás. Me quieren a mi allí y Kingsley ha asignado a un cuerpo de aurores que irá conmigo, así que no tienes nada que hacer allí — Todos se quedaron en silencio ante la respuesta de Harry hacia Hermione. La castaña intentó replicar, pero Kingsley se le adelantó.
—Ya has escuchado a Harry. Tendrás que esperar aquí a que todo sea resuelto por los aurores, Hermione — finalizó Kingsley.
Con sus ojos llenos de furia mezclada con la preocupación que sentía por Harry, Hermione asintió, dio la vuelta y salió del comedor hacia la sala sin voltear a ver a nadie. Si el enojo de la chica hubiese podido sentirse, las chispas habrían saltado de su cuerpo, prendiendo fuego a toda la mansión.
Ron, que había notado el intercambio entre sus dos mejores amigos, en cuanto la castaña salió del comedor hacia la sala, fue detrás de ella. Tenía que averiguar porque sus amigos estaban molestos.
Al llegar a la sala, se encontró con Hermione sentada en uno de los sofás, con sus brazos cruzados y bañada en lágrimas. No hizo falta que Ronald preguntara que sucedía, pues al verlo, la chica lo abrazó y le contó todo en medio de un mar de lágrimas, mientras Ron le devolvía el abrazo con todo el cariño del mundo.
Por más que hubiese estado enamorado de ella, hacía años que sabía que el corazón de Hermione lo tenía su mejor amigo.
Todavía extrañado, Ronald se separó un poco de Hermione para que pudiera verlo y decirle a la cara lo que pensaba.
—Harry te adora, eres su mejor amiga y estoy seguro que desde hace mucho tiempo él siente lo mismo por ti, solo que es demasiado idiota para darse cuenta, además de que nadie mejor que tú debe saber que es bastante distraído y torpe con estos temas. Créeme, él debe estar buscando la manera de acercarse a ti nuevamente para que puedan conversar y estoy seguro, que esa conversación puede llegar a algo más— concluyó y le guiñó un ojo con picardía.
—Y, con respecto a lo que sucedió en el comedor, es claro que Harry está protegiéndote. Hermione, él nunca se perdonaría que algo más te sucediera después de todo lo que has vivido, recuerda que también se siente culpable, aunque sabe que fue nuestra decisión seguir a su lado —. Le dijo Ron en un intento por consolarla.
Harry, que había ido arriba a cambiarse y regresó para encontrarse al grupo de aurores ya esperándolo dentro de la mansión Black, mientras terminaba de abotonarse la manga de su uniforme de auror.
Luego, metió sus manos a los bolsillos del pantalón, en donde también se encontraba su varita, y se dirigió hacia la sala para reunirse con los demás antes de salir.
Allí, se encontró con una imagen que le rompió el corazón. Hermione lloraba y Ron trataba de consolarla, lo que lo hizo sentir como el hombre más idiota en todo el maldito mundo y, al ver a Ron mirándolo, bajó la mirada y su cabeza, sintiéndose más culpable que nunca, decidiendo que sería mejor buscar al resto de aurores para desaparecer, pues no podía seguir viendo a su amiga derramar lágrimas por él.
Todos los aurores se acercaron a la chimenea, estando cerca, a solo unos metros de donde ella se encontraba.
Su cabeza iba a colapsar, estaba tan molesta con Harry y al mismo tiempo, tan preocupada, que no se dio cuenta que estaba perdida, mirándolo con ese uniforme que le quedaba a la perfección, haciéndolo ver tan apuesto.
Cuando estuvieron listos para salir directo a la emboscada, Harry miró a Hermione una última vez y cruzaron su mirada. Con sólo mirarse, la castaña le transmitió toda su preocupación. El azabache la miró fijamente, pero no hizo ni dijo nada, sintió en silencio toda la angustia que Hermione le transmitió con solo mirarlo. Apartó la mirada para acercarse a la chimenea y luego desaparecer con el resto de los aurores.
….
La gran mayoría de los integrantes de la orden se encontraban sentados en la sala, en espera de que los aurores aparecieran. Hermione, de pie al lado de Ron tenía los nervios de punta debido a la preocupación. Había pasado quizá una hora o más dando vueltas por la sala, caminando de un lado a otro hasta que, cansada, se sentó, junto al pelirrojo, quien en este momento estaba tratando de tranquilizarla, pero sabía perfectamente que no se quedaría tranquila hasta que viera a Harry entrar por esa chimenea, sano y salvo.
Tres horas después, el fuego verde de la chimenea brillo y todos en la sala se levantaron para recibir a los aurores que empezaban a entrar. Habían entrado la mayoría, pero Harry aún no aparecía y la castaña estaba a punto de quebrarse a llorar cuando por fin, de las llamas emergió la figura de Harry. Con el corazón en la boca, Hermione se lanzó hacia él, para envolverlo en un abrazo y ponerlo a salvo.
En cuanto Harry entró por completo en la sala de la mansión Black, estaba a punto de caerse de rodillas, cuando sintió los brazos de su amiga abrazarlo de manera que logró sostenerlo y evitar su caída.
— ¡Harry! — gritó la castaña al verlo. Se lanzó hacia el para envolverlo en un abrazo, evitando así su caída de rodillas al piso.
Hermione lo sostuvo hasta que Harry logró recomponerse y acto seguido abrazó fuerte a la castaña y comenzó a llorar abrazado a ella pidiéndole perdón.
—Her... Hermione, perdóname, lo siento tanto, me comporté como un completo imbécil, soy un idiota, perdóname, por favor...— soltó, llorando sobre el hombro de la castaña, todavía manteniendo fuertemente su abrazo.
Hermione trataba de calmarlo acariciando su cabello, dándole un beso en la cabeza.
Ron avanzó por la sala, dando la orden de que desalojaran el lugar, para que sus amigos tuvieran un momento a solas y pudieran conversar.
Unos minutos después de que todos se hubieran marchado de la sala, Harry levantó su cabeza, separándose un poco de Hermione, para tomar con sus manos el rostro de la chica y pedirle perdón mirándola a los ojos.
—Fui un cobarde, Hermione. Estuve tratando de acercarme para disculparme contigo, pero estaba tan molesto conmigo mismo por hacerte sufrir, que decidí mejor desaparecer cuanto antes y enfrentarme yo sólo a los mortífagos —. Dijo Harry aún entre lágrimas. — Estando frente a frente con ellos, pensaba en que cualquier movimiento fallido podría matarme y luego, pensé que no volvería a verte y no había tenido el valor de pedirte perdón. No podría morir y no volver a verte, Hermione — terminó, sujetando su rostro y uniendo sus frentes.
—¡Oh, Harry! No digas esas cosas, ¡No soportaría ni la idea de perderte! — le dijo ella, sollozando— Perdóname tú también por haber reaccionado así. No te di la oportunidad de decirme lo que pensabas... O lo que sentías —.
Al hablar, ambos se miraban fijamente a los ojos, dándose toda su atención.
—Te amo, Hermione— susurró el azabache, tomando su rostro y uniendo sus labios con suavidad.
La castaña respondió el beso con gusto, rodeando el cuello de Harry y este la rodeó con sus fuertes brazos, atrayéndola por la cintura.
No estaban seguros si habían pasado segundos, minutos, horas o días, encontrándose tan afanados en el beso que no se dieron cuenta que tenían público.
Después de haberse desconectado por unos minutos, escucharon risas y se vieron obligados a separarse. Fue grande la sorpresa que se llevaron cuando, al voltear, se encontraron con que sus amigos gritaban de alegría cosas como: "por fin Potter", "ya era hora", "no sé como aguantaron tanto", "se te hizo Granger".
Harry y Hermione se rieron, sonrojándose mientras se daban un último beso, antes de recibir los afectuosos abrazos de sus amigos felicitándolos.
Con una radiante sonrisa en el rostro, Ron se acercó a ellos para darles un abrazo a ambos.
—¿Lo ves, Hermione? ¡Te lo dije! — clamó Ronald, sonriente.
