Heeey, ya había dicho que esperaba escribir más sobre esta pareja, no esperaba que fuera tan pronto, pero digamos que me llegó la inspiración, jajaja.
Ah, hoy leí el final del manga y fue sumamente conmovedor, no voy a decir nada porque no quiero spoilear, sólo puedo decir que me rompe el corazón que ya todo haya acabado :c llevo años siendo fan de Shingeki, aunque nunca antes me atreví a escribir de él, sino hasta ahora, en fin, es una serie hermosa, que me acompaño durante muchos años y, aunque haya acabado, jamás dejaré de apreciarla.
Volviendo a la historia, todavía no sé cuántos capítulos haré, espero que no sea algo sumamente largo, pero tampoco quiero que se acabe tan rápido, jajaja. Esta historia es un AU, no hay tantos por aquí, así que acá tienen uno.
Debe haber algo de OOC (out of character) en los personajes, pero trataré de reducirlo todo lo que pueda, sin más, espero que les divierta y les haga pasar un buen rato mi pequeña invención, jajaja.
...
Capítulo 1: Rompamos
—Quiero que terminemos, Petra.
Las palabras que recién acababa de pronunciar su novio, la dejaron totalmente helada, ella no se lo esperaba, cuando Levi le pidió hablar seriamente sobre algo importante, imaginó cualquier otra cosa, hasta se hizo la tonta idea de que, quizás, él le pediría matrimonio, después de todo, llevaban más de un año de relación.
—¿Qué? —cuestionó, sólo para estar segura de que había escuchado bien.
Levi Ackerman se mantuvo sereno y calmado durante cada segundo de aquella conversación, con su expresión siempre imperturbable, él sabía que estaba haciendo lo correcto, que las cosas entre los dos ya no daban para más, era mejor que cada uno siguiera por su lado.
—No hacemos más que discutir por cualquier cosa y, sinceramente, estoy un poco aburrido —respondió, sin apartar sus ojos de ella ni por un instante, quizá Petra fuese a enojarse con él, a veces ella perdía los estribos fácilmente, pero no estaba dispuesto a ceder en esto—. Somos muy diferentes, Petra, ni siquiera nos gustan las mismas cosas, soy bastante mayor que tú y creo que deberías salir con gente de tu edad.
La expresión de la jovencita de melena anaranjada y ojos color miel no podía ser más sorpresiva, ¿él le estaba diciendo todo eso después de todo lo que vivieron juntos? ¿Cuándo sus diferencias y su edad no solían importarle? Quería reclamarle, golpearlo, decirle hasta de lo que se iba a morir, pero se contuvo, se contuvo porque no quería hacer el ridículo, no quería llorar y mostrarle su debilidad, no valía la pena.
—Ya veo… —respondió, bajando la mirada y apretando los puños—. Sólo respóndeme algo, Levi —añadió, tragándose toda su tristeza y dolor, sólo para mirarlo con orgullo—. ¿Has estado viendo a otra?
Por primera vez, desde que inició la conversación, el hombre azabache miró hacia otro lado, se aflojó un poco la corbata de su pulcro traje de ejecutivo y soltó un suspiro.
—Sí —respondió, preparándose para la bofetada que jamás llegó, cuando se dio cuenta, todo lo que escuchó fue un enorme portazo, Petra se había ido.
Se sentó sobre la silla que estaba junto a su escritorio y tomó el teléfono para marcar la extensión de su secretaria, no se sentía de humor para nada.
—Cancela todas mis citas por el día de hoy, cámbialas para mañana —ordenó, soltando el botón y mirando hacia la ventana, en donde vio pasar volando a un par de pájaros.
Frunció el ceño y se preguntó si acaso había exagerado en mentirle de ese modo a Petra, no era cierto que estaba viendo a alguien, sólo lo dijo porque pensó que eso ayudaría a que la chica aceptara su decisión; él era un asco para las relaciones, lo había sabido siempre y aún así quiso intentarlo con ella, pero solamente la hacía sufrir con sus celos estúpidos.
Él no merecía a alguien como Petra Ral.
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Petra corrió hasta salir del edificio en donde trabajaba su –ahora– ex novio, la empresa televisora Liberty, en donde él era uno de los directores ejecutivos. Levi siempre había sido un hombre difícil y escueto, pero ella nunca pensó que él sería capaz de engañarla con otra, sentía su corazón destrozado y, ahora que estaba lejos de él, por fin se permitió llorar como una niña pequeña.
Amaba a Levi con todo su corazón, incluso si discutían diariamente por sus celos y por el carácter explosivo de ella, pero ahora sólo tenía ganas de romperle la cara, aunque sabía que no sería capaz de eso.
—Estúpido, infeliz, imbécil —repetía entre lágrimas, escondida en una esquina del estacionamiento para que nadie la viera.
Estuvo un rato desahogándose, hasta que por fin logró calmarse. Se secó las lágrimas, se puso de pie y caminó por la vereda, hacia donde pudiera pedir un taxi que la llevara a casa. No tardó mucho en encontrar uno, así que llegó rápido a su hogar, ella vivía sola en un pequeño departamento que rentaba con el sueldo de su trabajo como maestra de primaria. Petra era una chica muy alegre y risueña, a pesar de tener una personalidad orgullosa, era una mujer dulce y atenta, muy dedicada a su trabajo y a su pareja, a quien conocía desde hace varios años.
Aún lo recordaba, cuando se mudó a la ciudad, su vecina y ahora una de sus mejores amigas, Hange Zoe, la invitó a una fiesta en su casa, ella era una mujer sumamente alocada, no le tenía miedo a nada y vivía la vida como si el día de mañana se le fuese a ir, Petra la admiraba debido a eso. En esa fiesta fue que lo conoció, Levi era amigo de Hange, aunque se llevaban como perros y gatos, así es como era su amistad. Él estuvo sentado en un rincón durante toda la fiesta, se notaba que era un hombre solitario y callado, por eso, Petra no podía dejar de verlo, su actitud misteriosa la flechó instantáneamente, ella creyó que él sentía lo mismo cuando empezaron a salir, pero ahora sabía que no.
Entró a su departamento y se dejó caer sobre el piso, ya no estaba llorando, pero todavía sentía aquel intenso dolor en su pecho, como si algo se hubiese roto dentro.
—Levi… —se mordió el labio inferior, procurando aguantarse las lágrimas.
Estaba muy consiente de que ambos discutían demasiado, Levi le decía algo machista y ella explotaba, la veía hablar con otro hombre y se volvía loco, ella siempre le reclamaba que esos celos eran exagerados, cuando eso pasaba, terminaban peleando nuevamente, aunque solían arreglar todas las discusiones con una buena sesión de sexo.
De un momento a otro, una arcada obligó a Petra a cubrirse la boca con una de sus manos, sentía tanto asco, que no se aguantó el impulso se salir corriendo hacia el baño. Apenas llegó al cuarto, se arrodilló frente al retrete y empezó a vomitar. La sensación era sofocante y repulsiva, pero no podía detenerse, incluso si se desgarraba la garganta.
Cuando por fin terminó, jaló de la cadena y se limpió la boca, luego se lavó los dientes frente al lavabo y se miró al espejo, tenía los ojos rojos por haber llorado y su expresión parecía vacía y sin vida. Miró hacia un costado y observó la caja que había dejado ahí esta mañana, la compró el día anterior en la farmacia, pero tuvo miedo de siquiera abrirla; sin embargo, luego de lo recién acontecido, no le quedó de otra más que tragarse los nervios y hacer esa dichosa prueba, un test de embarazo.
Llevaba sospechándolo ya desde hace algunos días, ella y Levi siempre se cuidaban cuando tenían relaciones, pero un día se le olvidó tomar su pastilla y fue uno de esos en los que su pareja llegó completamente insaciable a su casa, lo hicieron durante toda la noche, ella se dio cuenta al día siguiente de que se había saltado un día de su tratamiento hormonal, pero creyó que no pasaría nada.
Qué estúpida fue.
—Estoy embarazada… —murmuró después de haberse hecho el test y ver el resultado, dos líneas rojas se mostraban ante sus ojos, abrumándola más de lo que había estado en toda su vida.
Su novio acababa de terminar con ella, estaba saliendo con otra mujer y ella esperaba un hijo suyo, ¿qué iba a hacer ahora?
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A las seis de la tarde en punto, Levi se encontraba sentado en una cafetería de la ciudad, no le gustaba mucho el café, así que pidió un té verde. Estaba alejando la pequeña taza de sus labios, cuando un hombre de cabellera rubia y ojos de color azul claro se sentó frente a él. Llevaba el cabello peinado hacia un costado y estaba enfundado en un traje de ejecutivo, un poco menos formal que el que usaba Levi.
—Me pides vernos y eres el que llega tarde —se quejó el azabache, frunciendo el ceño y chasqueando la lengua—. Oe, Erwin, di algo.
—Perdona —se disculpó el rubio, alzando su mano derecha—. No te enfades, estaba en una reunión.
Erwin Smith, el fundador y presidente de Liberty, en pocas palabras, el jefe de Levi, era un hombre sumamente inteligente y pacífico, ambos eran mejores amigos, tenían casi la misma edad, eran socios en la compañía, pero, a pesar de que Levi lo ayudaba, quien llevaba todo el negocio era Erwin, incluso si parecía alguien sereno, tenía una visión increíble para amasar dinero.
—Como sea, cejotas —dijo Levi, mirando en otra dirección—. ¿Qué querías? Ya sabes que no hablo de negocios fuera de las horas de oficina.
El rubio no pudo evitar reír ligeramente, su amigo siempre andaba así de malhumorado, aunque hoy lucía especialmente enfadado.
—No es nada de eso, de hecho, es algo personal —contestó, encogiéndose de hombros. Hizo un gesto de mano para llamar a la mesera que estaba atendiendo a un lado de ellos—. Un café negro, por favor.
La chica asintió con la cabeza y se retiró para hacerse cargo de la orden.
—Entonces dime, hoy no estoy de ánimos.
A decir verdad, era cierto, Levi se sentía como un estúpido, apenas habían pasado un par de horas desde que decidió terminar su relación con Petra y ya la extrañaba, no entendía qué demonios le había hecho esa mocosa, él nunca fue un hombre dependiente de ninguna mujer, había salido con muchas, pero jamás se enamoró, no como lo hizo con ella. Por lo mismo había terminado con Petra, estaba volviéndose adicto a ella y eso le asustaba, le aterraba llegar al punto de no poder vivir sin ella, tuvo que hacerse cargo antes de que fuera tarde, así le doliera que Petra lo olvidara.
—Bueno, bueno —dijo Erwin—. Lo diré rápido, eres la persona a quien más le tengo confianza, por eso quería que sepas que estoy saliendo con alguien y nos comprometimos.
La confesión del CEO de Liberty tomó por rotunda sorpresa al director, que lo miró con los ojos abiertos. Desde que conocía a Erwin (cuando ambos eran estudiantes) jamás lo vio salir con nadie, llegó a pensar que su amigo era asexual y que se moriría virgen, es que vamos, ese tipo sólo pensaba en el trabajo (él también, pero se daba su tiempo para otras cosas). No podía evitar preguntarse quién demonios era esa persona y qué magia había usado para hacer que Erwin Smith despegara su vista de los papeles de su oficina.
—¿No vas a decir nada?
—Lo estoy procesando —contestó Levi, hasta sentía la boca seca de la pura impresión—. Felicidades —dijo al fin, dándole el último sorbo a su taza de té—. Y dime, ¿quién es? ¿La conozco?
La expresión del Smith no dejaba ver lo que pensaba, aunque Levi juró que se había puesto un poco nervioso.
—Ya la conocerás —respondió, ajustándose la corbata, ese gesto era muy sospechoso, ¿qué estaba ocultando Erwin? ¿Quizá no era una mujer, sino un hombre? Es decir, a Levi eso no le importaba, no era del tipo que juzgaba los gustos de los demás, pero no dejaba de intrigarle la actitud de su amigo.
—Bien —fue todo lo que dijo.
La mesera llegó con el café de Erwin, quien agradeció amablemente la atención. Levi la miró fijamente, como si la estuviera amenazando, o eso sintió la chica, aunque no era la intención del azabache.
—Quiero otro té.
—S-sí, señor —contestó ella, para salir corriendo casi al instante, aunque dentro de ella no dejaba de pensar en que ese intimidante hombre de baja estatura era muy apuesto.
—¿Qué pasa contigo? Hoy traes un peor humor que de costumbre, la pobre chica casi se desmaya —dijo Erwin, bebiendo un sorbo pequeño de su taza.
Levi frució el ceño, ¿se le notaba tanto?
—Terminé con Petra —dijo sin más, aunque Erwin por poco y le escupió el café en la cara. Él pensaba que esos dos iban a terminar casados, no podía creer que habían roto, se notaba que Levi estaba enamorado, así que, ¿por qué tomar una decisión como esa?
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Eran pasadas las nueve de la noche y el timbre de Petra no dejaba de sonar, ella había estado durmiendo un rato, pero ese insistente sonido la despertó, así que se levantó y fue a abrir.
—¡Petra! —la persona que entró era una mujer alta, de cabellera rojiza oscura, tomada en una coleta alta, llevaba anteojos y lucía sumamente emocionada por algo, tanto así, que apenas la peli naranja le abrió la puerta, ésta la agarró por los hombros—. ¡Tengo que decirte algo, no sabes lo que pasó!
—Hange-san… —la jovencita estaba un poco sorprendida, aunque era normal que su vecina y amiga irrumpiera de ese modo en su hogar, ya que era muy efusiva—. Es claro que pasó algo bueno, ¿qué es? —le preguntó, mostrándole una cálida sonrisa.
Hange Zoe era profesora de ciencias y biología en la universidad, a sus casi treinta años, todavía era soltera, o eso pensaba todo el mundo, ya que era una mujer muy excéntrica, muchos dirían que estaba loca de remate, eso era lo que Levi siempre le reprochaba.
Aunque las cosas estaban a punto de cambiar un poco.
—Erwin por fin me lo propuso —dijo con felicidad, mostrándole su mano izquierda a Petra, en donde lucía un precioso anillo de compromiso.
Los ojos de la menor se abrieron mucho por la sorpresa, al igual que su boca, ya que no cabía en su asombro.
—¿Te vas a casar, Hange-san?
—¡Así es! —la mujer de anteojos se apresuró a abrazar a Petra, casi apachurrándola en el proceso, aunque ese tipo de demostraciones de afecto eran habituales entre las dos.
—Muchas felicidades —dijo la peli naranja, sonriendo cálidamente apenas Hange la soltó, fue entonces que la más alta notó el dejo de tristeza en su mirada, estaba tan emocionada por su situación, que no se había dado cuenta del estado de ánimo de su pequeña amiga.
—Petra —la nombró, preocupada—. ¿Qué ocurre? ¿Discutiste de nuevo con Levi? Ese enano amargado, ¿ahora qué te hizo? Cuando lo vea, le daré una paliza.
Apenas escuchó la mención de ese nombre, Petra no se aguantó las ganas de llorar, se llevó una mano a la boca y las lágrimas se le salieron sin que ella las pudiera contener.
—Hange-san… —dijo entre sollozos—. Y-yo… voy a tener un bebé.
Ahora fue el turno de la mayor de sorprenderse, no esperaba una revelación como esa, ¿entonces Petra y Levi iban a ser padres? Pero ¿por qué ella no lucía feliz? ¿Acaso no quería tener a su hijo? ¿Levi habría reaccionado mal ante la noticia? Era de esperarse de ese idiota.
—Pero Petra, eso es algo maravilloso, vas a ser mamá, ¿por qué lloras?
La jovencita se secó las lágrimas, tratando de parar su llanto.
—Es que Levi terminó conmigo, dijo que le gustaba otra —respondió, aunque sus propias palabras hicieron que volviera a llorar, esta vez, como si fuera una niña pequeña.
—¡¿Qué?!
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Después de un día tan largo y lleno de estrés, no había nada mejor para Levi que tomar una relajante ducha caliente, beber una buena taza de té y meterse a la cama. Lo hizo todo en ese orden, pero apenas se acostó, miró su teléfono celular.
No había ningún mensaje, ni una llamada, nada.
—Petra… —murmuró, sintiéndose totalmente idiota.
Estaba acostumbrado a recibir un mensaje o una llamada de buenas noches de Petra, todos los días era así, por eso había revisado el teléfono, por puro instinto.
Abrió la conversación que mantenía con ella en la aplicación de mensajería, había un montón de stickers de besos, algunas imágenes graciosas y mensajes dulces de buenas noches y buenos días. Sintió que le dolía el pecho cuando notó el último mensaje, no lo había leído esta mañana.
"Buenos días, Levi, espero que tengas un maravilloso día hoy. Hey, tengo una noticia que darte, aunque todavía no es algo seguro, de todos modos, nos vemos luego, te amo mucho."
El mensaje acababa con el sticker de un conejito lanzando corazones.
Levi cerró los ojos y dejó el celular a un lado, recostándose entre los esponjosos cojines de su cama. La luz del cuarto estaba apagada y sólo entraba un poco de luz por la ventana, proveniente de los focos de la calle.
—¿Qué mierda hice? —se cuestionó a sí mismo, dándose una palmada en la frente y volviendo a abrir sus ojos.
Se sentó en la cama con rapidez y agarró el celular, abrió la aplicación de mensajería y se puso a escribir.
"Petra, perdóname, fui un imbécil, hablemos y arreglemos las cosas."
Apenas terminó de escribir, borró el mensaje.
"Quizás me precipité en lo que te dije hoy, ¿podemos vernos?"
Volvió a borrar el mensaje, ¿qué estaba haciendo? Había terminado con ella y ahora pretendía pedirle disculpas por mensaje, no era más que un perdedor idiota.
"Petra, lamento cómo te traté hoy, me gustaría decirte algo, ¿podrías venir mañana a mi oficina? Entenderé si no quieres, buenas noches."
Esta vez envió el mensaje y se quedó viendo por un largo rato a ver si recibía una respuesta, pero no parecía que ella estuviera pendiente en ese momento, así que apagó la pantalla y se recostó. ¿Y si mejor lo borraba? Ella todavía no lo leía, aún estaba a tiempo.
Pero el sonido del teléfono le hizo ver que ya era tarde. Estiró su mano para tomarlo, leyendo el mensaje.
"Está bien, te veo mañana a eso de las doce, buenas noches, Levi."
—Qué extraño se siente un mensaje tuyo sin que digas que me amas —susurró mirando hacia el techo de la oscura habitación.
Poco después, cerró los ojos y se quedó dormido, daba las gracias de que esa noche su estúpido insomnio no se presentó y le permitió descansar.
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Petra dejó su celular sobre la mesa y volvió a mirar a su amiga Hange, quien no le quitaba la vista de encima.
—¿Ese era Levi?
La más joven asintió con la cabeza, apenas y había logrado calmarse después de su ataque de llanto, estaba un poco sorprendida y desconcertada por el mensaje de Levi, pero no quería hacerse ilusiones.
—Dijo que quería hablar.
—Ya veo —Hange soltó un suspiro, odiaba ver sufrir así a Petra por la culpa del tarado de su amigo, que, a pesar de apreciarlo también, sabía que era un insensible y un bruto—. Entonces, ¿dices que Levi aun no sabe sobre el bebé?
Petra negó con la cabeza, manteniendo su semblante de tristeza.
—Ni siquiera yo lo sabía —aseguró, acomodándose un mechón de cabello detrás de su oído—. Yo tenía una leve sospecha, por eso me había comprado el test, iba a decirle a Levi, pero ya sabes…
—Voy a matar al enano —masculló la peli marrón, apretando fuerte los puños, era el colmo que ese tonto no tuviera siquiera un poco de percepción para saber cuándo era el momento correcto para hacer las cosas y cuándo no.
—No, Hange-san, por favor —la joven le rogó, tomándola de ambas manos y obteniendo toda su atención—. Déjame hablar con él primero, ¿sí? Voy a ver qué quiere.
La mujer de lentes se sintió mal por ella, Petra era demasiado dulce e inocente, tan sólo esperaba que Levi se hubiese arrepentido de la estupidez que hizo y que le pidiera perdón de rodillas, sino ella misma se encargaría de obligarlo, aun si resultaba pateada hasta morir en el proceso.
—¿Vas a decirle acerca del bebé?
La peli naranja asintió con la cabeza.
—Sí, voy a decirle, pero primero quiero saber qué quiere decir él, no quiero que parezca que lo quiero retener a la fuerza.
—Entiendo —Hange suspiró—. Mucha suerte mañana, Petra, yo debo ir a descansar y tú también deberás, ahora más que nunca, ya que tienes que cuidar de esa criatura —dijo con una gran sonrisa, señalando el vientre de Petra, quien solamente se sonrojó y asintió con la cabeza.
Cuando su amiga se despidió, Petra se acercó hasta el espejo de cuerpo completo que estaba en una esquina de su habitación, en donde se dedicó a mirarse el vientre, aun sobre la ropa que llevaba puesta. Se paró de perfil y se ajustó la blusa, inclinando un poco sus caderas hacia adelante e inflando su estómago con aire.
—Me pregunto si será un niño o una niña… —murmuró, a pesar de la situación desfavorable por la que estaba pasando, todavía le hacía ilusión convertirse en mamá.
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Como estaban en el mes de Julio, Petra se encontraba de vacaciones de su trabajo, ya que no estaban en periodo de clases por ahora, el semestre comenzaría en un par de semanas y ella tendría que hablar con sus jefes para comunicarles sobre su embarazo. Todavía la sociedad era un poco conservadora y seguramente la mirarían mal porque iba a ser madre soltera, pero eso no le preocupaba demasiado.
Bajó del taxi que la dejó frente al edificio de Liberty, ya casi era la hora en la que había quedado de verse con Levi, no quería pensar en algo tan tonto como que él se había arrepentido de romper con ella, así que intentaba mantener la cabeza fría, quizá sólo iba a pedirle que se llevara las cosas de ella que estaban en casa de él, o que ella le devolviera sus camisas, que a veces Levi las dejaba en su departamento, cuando dormían juntos.
Ingresó al edificio y saludó a algunos empleados que ya la conocían, todos sabían que Petra Ral era la novia del director Ackerman, pero ninguno estaba enterado de que habían terminado.
Levi estaba en su oficina, terminaba de revisar unas cosas en su computadora, cuando notó que ya casi era la hora a la que había quedado de ver a Petra. Apagó la pantalla, pero dejó encendido el aparato, entonces se estiró un poco en su silla, pasaba muchas horas ahí sentado.
Se puso de pie, colocándose el saco del traje, que era todo de color negro, excepto por la camisa blanca.
—Señor Ackerman —su secretaria lo sorprendió a la salida, estaba al otro lado de la puerta, parecía que llevaba un rato queriendo entrar.
—¿Pasa algo, Nifa? —cuestionó el azabache, arqueando una ceja. La joven de cabellera rojiza se apartó para dejarlo pasar, así que él se escabulló con rapidez—. Dime, tengo algo que hacer justo ahora, así que no tengo mucho tiempo.
La secretaria caminó detrás de él, manteniendo la vista en el piso, lo siguió hasta que los dos llegaron al pasillo, no había ni un alma ahí, así que creyó que era perfecto para poder decirle lo que quería, dado que él había abandonado la oficina, que era su primera opción para hablarle sin ser interrumpida.
—Señor, a decir verdad —mientras Levi se acercaba al ascensor y presionaba el botón para que las puertas se abrieran, Nifa se paró a su lado—. Ayer escuché que usted y la señorita Ral ya no están juntos y creo que es oportuno decirle que me siento atraída hacia usted —a pesar del nerviosismo que sentía, fue valiente en confesar sus sentimientos sin siquiera tartamudear.
Levi la miró con cierta sorpresa, más que nada, porque no se lo esperaba.
—¿Eh? —su ceño se frunció un poco—. Escucha, Nifa, aprecio lo que dices, pero yo…
La chica no lo dejó hablar, lo agarró por el cuello de la camisa y lo besó, sin darle tiempo a nada, justo en ese momento, las puertas del elevador se abrieron frente a ellos, dándole acceso en primera fila sobre el espectáculo a la persona que estaba dentro.
—Espera —Levi apartó a la secretaria con cuidado, no acostumbraba ser brusco con las mujeres, incluso si hacían algo que le disgustara (aunque Hange era la excepción). Justo cuando iba a reclamarle a Nifa por su acción, notó la presencia de Petra, que había visto todo.
Nifa se percató de que la ex novia de su jefe estaba ahí y que tenía los ojos llenos de lágrimas, había cometido una imprudencia terrible.
—Petra, esto no es…
La peli naranja presionó el botón del primer piso con desesperación, hasta que las puertas se cerraron frente a ella, vio a Levi mover los labios, pero no entendió lo que le dijo. Se sentía completamente destrozada, incluso si no pensaba que él quería verla para pedirle perdón, no imaginaba que lo encontraría besándose con otra.
¿Era ella la chica por la cual él la abandonó?
Por su parte, Levi estaba en shock, no podía creer que todo haya resultado tan mal, se suponía que se disculparía con Petra y que le pediría otra oportunidad, pero las cosas se torcieron y ahora ella debía estar pensando lo peor de él.
—Carajo… —rápidamente, llamó al otro elevador, presionando con insistencia el botón, hasta que las puertas se abrieron. Ignoró totalmente a su secretaria, ya hablaría apropiadamente con ella más tarde, por ahora, lo importante era Petra.
Cuando la joven Ral llegó abajo, corrió fuera del edificio, Levi llegó un par de segundos después y pudo verla huir, así que corrió detrás de ella.
—Oe, ¡Petra, espera! —exclamó, intentando que el sonido de su voz la persuadiera, pero ella no lo escuchaba, ni siquiera estaba viendo al frente debido a que las lágrimas nublaban su visión.
La chica fue a cruzar la calle imprudentemente, entonces un automóvil de color negro la pasó a llevar, no la golpeó con fuerza, pero sí logró tirarla al suelo, el chofer había logrado frenar justo a tiempo para no producirle una lesión grave, pero Petra se golpeó fuertemente en la cabeza contra el pavimento, perdiendo la conciencia ante la aterrada mirada del hombre que la amaba, pero que era demasiado idiota como para demostrarlo apropiadamente.
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Levi se encontraba sentado en la sala de espera del hospital, había llevado a Petra luego del accidente, se sentía terriblemente culpable y asustado, aunque le habían dicho que el accidente no fue grave, no iba a estar tranquilo hasta no estar seguro de que Petra estaba del todo bien.
—¡Levi! —escuchó la voz de su amiga Hange—. ¿Qué pasó? ¿Petra está bien? —la mujer lo agarró de las solapas del traje, levantándolo de su asiento—. ¡¿Cómo dejaste que le pasara esto?! —le reclamó con enfado.
El hombre la miró con fastidio, detestaba que le reprocharan las cosas, además, no era como si él hubiese querido que todo esto pasara, por supuesto que no lo quería, aunque sabía que era culpable.
—Suéltame, cuatro ojos de mierda —contestó, obligándola a dejarlo. Vio que Erwin también caminaba hacia ellos, se veía más calmado que Hange, aunque eso no significaba que no estuviera preocupado.
—¿Todavía no te han dicho nada? —preguntó el rubio, mirando a la mujer de anteojos, su expresión misma le comunicaba a ella que se calmara un poco, que estaban en un hospital.
Por toda respuesta, el Ackerman simplemente negó con la cabeza, estaba empezando a desesperarse, pero justamente en ese momento, el doctor que había recibido a Petra salió de entre las puertas de la sala de emergencias.
—Doctor —dijo Levi, mirando con seriedad a ese hombre, los anteojos que usaba y la coleta baja que amarraba su cabello eran algo llamativas—. ¿Cómo está Petra? —preguntó, sus dos amigos también estaban atentos.
El doctor sonrió, regalándoles un poco de alivio.
—La señorita está bien, el golpe no fue tan severo, sólo experimentará dolor por unos días —explicó con calma—. Ella ya está despierta, la dejaremos en observación por unos días, el bebé también está bien, pero puede ser peligroso dejarla ir.
—¿Bebé? —cuestionó Levi, que había dejado de escuchar todo después de esa simple y corta palabra.
Hange abrió la boca hasta casi sentir que se le desencajaba la mandíbula, Petra todavía no le había dicho a Levi y él se estaba enterando por la boca de un médico y no la de ella.
—La señorita Ral tiene un mes y medio de embarazo.
Levi sintió que se iba a desmayar, así que cayó sentado sobre la misma silla en donde estaba antes. Erwin miró a su prometida y ésta le hizo saber que ya estaba enterada de la buena nueva, pero, evidentemente, su mejor amigo no tenía ni la más remota idea.
—Voy… voy a ser padre… —pensó en ese momento, en medio de toda su confusión, lo único que su mente podía procesar era eso.
Continuará…
