Disclaimer: Los personajes de Inuyasha, le pertenecen a su creadora Rumiko Takahashi.

Este Fan Fiction lo hago puramente por diversión, sin ningún fin de lucro.

Aldea

Casa de Kaede

Atardecer

Dos años después del reencuentro de Inuyasha y Kagome, se respiraba cierta paz en la aldea.

Los campesinos labraban la tierra, las mujeres realizaban los quehaceres cotidianos, Miroku e Inuyasha iban haciendo exorcismos luchando contra cuanto demonio le pasara por enfrente, Sango preparaba nuevas armas para los exterminadores —al tiempo que cuidaba de sus tres hijos— y Kagome se dedicaba a sus deberes como sacerdotisa, apoyada por la anciana Kaede.

Un día de Otoño, Kaede se sentó en la entrada de su tienda, mientras Kagome preparaba una mezcla medicinal.

—Parece que nos hace falta una hierba ¿Qué podemos hacer anciana Kaede?— dijo Kagome algo consternada.

—Descuida— dijo la anciana con calma mientras cerraba los ojos. —Envié a Rin a buscarla, ella sabe cuál es. Debe estar por llegar—.

—Qué suerte tenemos de tenerla con nosotros. Aunque no será por mucho... Me pregunto ¿Cuánto más estará aquí en la aldea?— pensó Kagome en voz alta.

Los pensamientos de Kagome fueron interrumpidos por el sonido de unas pisadas que se acercaban a la puerta de la casa. Era Jaken que se asomaba con Ah-Un el cual cargaba en su espalda un hermoso joyero y un cofre de madera de cerezo. Ambos regalos de Sesshomaru para Rin.

—Saludos— dijo Jaken con tono alegre. —He venido a traer un encargo del Señor Sesshomaru para la pequeña Rin—.

—¿Pequeña Rin?— sonrió Kagome —Parece que no se han visto hace algún tiempo—. Contaba con los dedos y luego exclamó sorprendida —¡Es verdad! Hace dos años que mi cuñado no pasa por la aldea—.

—El amo bonito ha estado muy ocupado resolviendo unos asuntos… Pero siempre ha estado pendiente del bienestar de Rin a través de un servidor— dijo Jaken convencido. —A propósito ¿Dónde está ella?—.

Rin estaba llegando a la casa de Kaede y se sorprendió gratamente al ver a Ah-Un.

—¡Ah-Un!—. El demonio dragón acercó ambas cabezas para devolver el abrazo de la joven. —Hace unos meses que no nos vemos. Te he extrañado tanto—.

Desde dentro se escuchaba la conmoción, así que se asomaron hacia afuera.

—¿Mo… mo… mocosa? ¿De verdad eres tú?— Dijo Jaken muy sorprendido, para luego pasar a las lágrimas —¡Pero si te has convertido en una mujer humana!— se limpió los ojos con la manga de su kimono.

—¡Señor Jaken!— dijo abrazándolo fuertemente y elevándolo por los aires—.

—¡Ay! ¡Ya bájame! Podrás parecer una mujer, pero sigues siendo la misma mocosa atrevida— dijo para disimular sus lágrimas.

Luego de este espectáculo, todos entraron a la casa y tras entregar las hierbas solicitadas, Rin se apresuró a servirle el té a Jaken.

—Entonces Señor Jaken ¿Qué le trae por aquí?— dijo mientras llenaba su taza.

—El amo bonito te ha enviado unos obsequios por tu cumpleaños 16— dijo señalando ambos objetos a su lado— Un joyero y un cofre, ambos de madera de cerezo— abrió el cofre —Dentro del cofre hay tela para dos Kimonos y unas sandalias tradicionales.— luego abrió una gaveta del joyero— en el joyero, hay muchas cosas, pero el amo pidió que te entregara este pasador—.

Era un hermoso pasador de madera de ébano, decorado con pendientes en forma de Glicinas color rojo y blanco, con detalles en oro.

La anciana Kaede y Kagome admiraron los regalos muy contentas.

—Definitivamente Sesshomaru tiene muy buen gusto— dijo Kagome.

—Señor Jaken… Esto es demasiado. No puedo aceptarlo— dijo Rin ligeramente ruborizada— Dígale al amo que no gaste tanto en mí—. Se llevó una mano al rostro mientras miraba el suelo.

—No seas tonta. Sabes que el amo se complace en hacerte feliz— dijo Jaken. —Además, si vuelvo con esto, me mataría. Ya si no quieres los obsequios, se lo dirás tú misma— dijo tomando un sorbo de su té.

—¿Sesshomaru vendrá a la aldea?— dijo Kaede sorprendida.

—Así es. Dentro de dos lunas estará aquí—. dijo Jaken. Y dicho esto, el rostro de Rin se iluminó y sus ojos adquirieron un brillo sin igual.

—Entonces, finalmente podré ver al Señor Sesshomaru, después de tanto tiempo—. Se paró en la ventana.

Kagome y Kaede intercambiaron miradas cómplices y sonrieron.

—Entendido pequeño demonio— dijo Kaede. —Dile a Sesshomaru que le estaremos esperando.

Jaken se levantó, tomó su báculo y dijo mientras salía:

—Nos vemos pronto—.

Rin seguía perdida mirando por la ventana.

Dentro de dos lunas...— pensó y sintió su corazón que latía a toda velocidad en su pecho. —Lo estaré esperando, Señor Sesshomaru...—.