- ¿De verdad cree que esto es correcto, Doctor? – cuestionó Hachi, con la característica seriedad que poseía. A su lado, Nana miraba preocupada al Werner Frank, actualmente conocido como el Doctor FRANXX.
Quien solamente miraba al frente, caminando hasta lo más profundo de las instalaciones, de camino al cuarto donde él, yacía ahí. Cautivo e inmovilizado.
Desde hace ya tiempo.
En silencio recorrieron los largos pasillos, luego de haber bajado del ascensor, para finalmente llegar a donde él estaba.
- ¿Qué tiene en mente ahora, doctor? – cuestionó esta vez Nana, preocupada. Sintiendo la ansiedad crecer en ella.
El cuarto estaba increíblemente silencioso, como si en verdad no hubiese nadie dentro. Frank abrió la puerta, luego de haber ingresado un código y haber verificado su identidad; pues nadie más que él, tenía permitido el acceso a ese lugar.
Aunque esta, era una ocasión especial.
El doctor entró, en compañía de Nana y Hachi –siendo Nana, la más renuente a entrar–. Visualizándose en el centro de aquel cuarto un sinfín de cadenas que mantenían inmóvil a lo que FRANXX creía absolutamente hermoso así como a la Princesa Klaxosaurio, y ese era…
El Príncipe Klaxosaurio.
- Código 016, el Príncipe Klaxosaurio.
016 mantuvo su mirada baja, impávido ante la presencia de los recién llegados. Quedándose en silencio, quieto y paciente a lo que aquel hombre fuese a decir; después de todo, había conocido las consecuencias de querer escapar, así como la creación de imitaciones a partir de su ADN.
Del cual, no se habían logrado grandes resultados. Únicamente fracaso tras fracaso; pero lo que realmente le había hervido la sangre, fue saber que del ADN de su esposa, se había obtenido un resultado positivo.
O eso, le había comunicado aquel humano.
Que ni aunque su esposa le háyase arrancado el brazo, había entendido la advertencia.
Los humanos, eran necios.
- A partir de hoy, has sido designado al Escuadrón 13 como compañero de código 002.
Si quería ser libre, había aprendido a que debía obedecer y acatar las cosas. Y así sería.
Sólo hasta cierto punto.
- Si eres obediente y te comportas bien, no habrá necesidad de mantener aquí ni ser castigado… Y eso, si quieres volver a verla también.
Ante la mención de ella, sus manos se apretaron con fuerza, sin embargo, no hizo nada. Después de todo, lo único que lo mantenía cuerdo y el cual también, era su mayor deseo, era volver al lado de su esposa.
Por ello, levantó la mirada y sonriendo lo más afable posible, dijo –: Sí.
