Disclaimer: Esta es una traducción/adaptación de la historia original de DC_Fitzpatrick, A Lovely Bribery, publicada en Archive of our Own. Los personajes reconocibles pertenecen a J. K. Rowling; la historia original a DC_Fitzpatrick.

Un Soborno Encantador.

Capítulo 1

Se oyó un rápido y solitario golpe en la puerta de la oficina de la joven, para luego abrirse un segundo después, sin que ella tuviera que responder siquiera.

"Srta. Granger." Dijo la aterciopelada voz. Era una voz bastante linda, ella siempre lo pensaba, incluso cuando estaba cargada de desprecio.

"El correo." Dijo el hombre, y estiró su brazo hacia ella, su mano sosteniendo con dos dedos, algo que parecía ser una carta oficial del Ministerio. Ella notó el absoluto desagrado, no solo en su voz, sino también en su lenguaje corporal y en sus expresiones faciales. Por supuesto, Severus Snape estaría resentido al ser degradado a tener que entregar el correo, como si no hubiera tenido suficiente.

"¿Un memorando interdepartamental? Tú puedes manejar eso, Snape." Dijo ella, alzando brevemente la vista del papeleo.

El enfado ardió más intensamente en los ojos del hombre, junto con un enorme disgusto. Ella no había querido ser una desgraciada con él, solo decía que podía abrir la carta, como siempre lo hacía. Solo estaba depositando su confianza en él. Hermione hubiera supuesto que el gesto sería apreciado, que era algo amable, pero ahora veía que él no lo interpretaría así, porque, usualmente, ella era bastante jodida con él. No era que le gustara ser así, pero al ser jefa de un departamento en el Ministerio de Magia, siendo mujer e hija de muggles, era difícil. Necesitaba imponerse, demandar respeto. O miedo, en todo caso.

Y Snape…

Él ya era difícil bajo circunstancias normales… tener que trabajar como su empleado, en contra de su voluntad, solo empeoraba las cosas. De verdad necesitaba ser una perra con él algunas veces, para mantenerlo en cintura, para que él no pudiera dominarla, porque aún se sentía intimidada por ese hombre, a pesar de todo.

"Estoy muy al tanto que se me permite manejar los jodidos memos interdepartamentales." Escupió furioso. "Esto es correo personal." Continuó él y arrojó el sobre sobre el escritorio como si estuviera cubierto de mierda de hipogrifo. La miró con los ojos como dos rendijas, tratando de contener la furia que sentía, para luego darse la vuelta y salir del despacho, cerrando la puerta con un poco más de fuerza de lo necesario.

Apenas terminada la guerra, Hermione había dedicado mucho tiempo a encontrar la forma de regresar la memoria a sus padres. Había pasado un montón de tiempo en La Madriguera, investigando cada hechizo y poción, o combinaciones de magia que pudieran ser utilizadas. Al final, logró mejorar una poción que ya existía, que sería perfecta para sus propósitos. Así fue que partió hacia Australia, para recuperar a sus padres.

Se las arregló para aturdir a los dos y darles la poción. Luego vino una larga charla y las explicaciones fueron ofrecidas, y luego, después del enfado y la decepción, sus padres fueron capaces de perdonar y olvidar. Bueno, tal vez su padre no fue tan capaz de olvidar, pero él siempre había sido un tipo difícil, de cualquier manera. Lo más importante fue que su madre sí entendió, e incluso estaba agradecida por haber sido salvada de un mundo de angustia, aunque tuvieron que pasar un año entero sin noticias de su hija.

Aunque habían forjado una muy cómoda vida en Australia, ahora les parecía raro quedarse. Regresarían a casa, pero antes, era imperioso que tomaran unas vacaciones. Rentaron una casa al sur de Francia y se quedaron allí por dos meses. Podían pagarla, porque habían trabajado mucho por un año entero, casi sin gastos, porque era una pareja tranquila, que tan solo necesitaba una buena película en la tele y un gran tazón de palomitas de maíz para entretenerse la mayoría de las noches. Y antes de viajar a Australia, tampoco habían sido personas derrochadoras.

Hermione fue con ellos.

Su relación con Ron había terminado hacía semanas, cuando ella se había iluminado y se dio cuenta que no tenían nada en común. El resto de sus amigos estaban ocupados con sus propias vidas, planes y estudios, y ella necesitaba recuperar un poco del tiempo perdido con sus padres. Ellos también querían recuperar tiempo con la familia, que había vivido al sur de Francia por un buen tiempo ya. Casi toda la familia había invertido en un viñedo por unos cuantos años, excepto los padres de Hermione, así que se habían mudado a Francia para cuidar de los viñedos, por esa razón Hermione no había tenido que preocuparse por el resto de su familia en tiempos de guerra.

Cuando niña, siempre iban de visita, y cuando empezó a ir a Hogwarts, solía pasar una semana o dos allí, durante el verano. En aquél tiempo, pensó que eso no había sido suficiente para que Voldemort los rastreara, sobre todo, porque ni siquiera sabían que era una hechicera.

Se había quedado con sus padres por casi dos meses en el sur de Francia, y luego, sintió que ya era tiempo de seguir adelante con su vida, en especial porque sus padres habían decidido prolongar su visita. Finalmente habían decidido invertir también en los viñedos, viendo que era una actividad redituable y deseaban permanecer allí para ver cómo era todo y ponerse al día con la familia. Era muy extraño que nadie había podido contactarlos por un año entero, así que sentían la necesidad de hacer para disculparse, de alguna manera, por la ridícula excusa que habían inventado sobre haberse unido a 'Dentistas sin Fronteras', y que habían estado incomunicados en África.

Los Grangers estaban considerando el mudarse a Francia de forma permanente en lugar de volver a Inglaterra, así que Hermione regresó sin ellos.

La castaña de verdad estaba encantada de haber investigado la poción que regresó la memoria a sus padres. El haber creado tal cosa, el haberlo hecho por su propia cuenta y trabajo, era un sentimiento maravilloso, así que decidió hacer una carrera en pociones.

Como era de esperarse de la hechicera más brillante de su generación, terminó su aprendizaje en la mitad del tiempo que requería habitualmente: un año. Solo una persona había logrado hacerlo en menos tiempo, y solo por una semana o dos, y ese, por supuesto, había sido Severus Snape.

Por esa razón, no había sido difícil para ella encontrar trabajo en el Departamento de Pociones del Ministerio. Allí trabajaría, ganaría experiencia y luego podría comenzar su maestría.

Pero las cosas no estaban yendo de acuerdo al plan.

Su fama, y competencia, por supuesto, pero más su fama, estaba segura, y aunque no había intentado utilizarla a su favor, la había promovido muy rápido hasta ser jefa de departamento.

Ella había querido llegar a ese puesto por mérito propio, y sentía que esa no había sido la razón principal, pero tampoco podía negar que le habían ofrecido el puesto cuando el anterior jefe se había jubilado.

Así que allí estaba ella, cinco años después de la guerra, como jefa del departamento, sobresaliente como siempre, pero aún sin poder lograr su maestría. Y es que ya no podía hacerse el tiempo para tal cosa.

Severus, por otro lado, había permanecido convaleciente por varios meses después de la guerra. Fue mantenido por larguísimo tiempo en el hospital, y aunque luego lo dejaron ir a casa, debía acudir con bastante regularidad para ser examinado, y en algunas oportunidades, para recibir tratamiento nuevamente, porque era una herida que tenía la jodida tendencia de volver a abrirse.

Y luego estuvo el juicio.

No le era posible vivir o ser una persona completa mientras la sociedad dudara de sus motivos y el recuerdo de sus crímenes permaneciera en sus memorias. Así que aquello le quitó algunos meses más de su vida.

Afortunadamente, fue encontrado inocente de todos los cargos, pero cuando estuvo listo para regresar a trabajar, recibió la noticia que los padres del alumnado estarían mucho más cómodos si él no estuviera en contacto con sus hijos. Minerva, sintiéndose culpable por su falta de confianza y apoyo hacia él desde la muerte de Dumblerore, teniendo en cuenta que había estado trabajando para la orden todo el tiempo, trató de defenderlo y pelear para que pudiera tener su trabajo de regreso, pero el consejo no dio el brazo a torcer.

Severus nunca había querido enseñar, de cualquier manera. Había sido obligado. Sus ahorros no eran insignificantes, habiendo trabajado como esclavo por casi dos décadas y sin tener tiempo como para gastar ni un céntimo, así que pudo vivir de ese dinero en el tiempo que no estuvo trabajando. Sin embargo, necesitaba hacerlo. Necesitaba trabajar, pero parecía ser que nadie estaba dispuesto a contratarlo. Era un ex Mortífago, y era todo lo que la gente veía, a pesar de haber sido encontrado inocente en todos los cargos y la muy impresionante experiencia que tenía en su área.

Minerva, todavía preocupada por Severus, escuchó que Hermione había sido promovida a jefa del departamento de pociones del Ministerio, así que le suplicó a la chica para que considerara a Snape para algún puesto, y Hermione no necesitó demasiada persuasión. Por supuesto, ella sabía que Snape era brillante en pociones. Mucho de lo que él le había enseñado, le había ayudado durante su tiempo como aprendiz, y siempre había creído en él, incluso después que matara a Dumbledore. Ella había estado tan segura que tenía que haber alguna explicación para aquello. Cuando Harry le contó sobre los recuerdos que Snape le había dado, ella se llenó de paz. Ese hombre no era un monstruo y ahora estaba segura. Estaba segura que no había estado mal de la cabeza al creer en él.

Así que, la nueva Jefa del Departamento de Pociones del Ministerio de Magia, Hermione Granger, contrató a Severus Snape.

Y no era que hubiera algún puesto que llenar, en realidad, ya que el puesto que ella había ocupado antes de ser ascendida, ya estaba tomado por su reemplazo. Entonces ella lo contrató para que fuera algo así como su asistente personal.

Se suponía que aquello sería temporal para ambas partes.

En verdad ella había querido darle una apropiada y decente posición, incluso había querido que tomara el mando de uno de los laboratorios. Sabía muy bien que se lo merecía y que ciertamente podía con el trabajo. Pero eso iba a tener que esperar. No sería tan malo, porque debía pasar un poco el tiempo, para que no pareciera que estaba teniendo favoritismos o ser llamada una jefa incompetente.

Y él se sentía humillado. Por haber tenido que aceptar un empleo por una de sus ex alumnas, la niña de oro de Gryffindor, como si fuera poco, la pesada sabelotodo.

Pero lo necesitaba. Necesitaba el empleo, o se arriesgaba a quedarse sin un centavo de sus ahorros. Solo era por un tiempo, hasta que encontrara otro empleo.

Y es que era tan bueno en todo. Se anticipaba a los problemas, hacía el papeleo con facilidad, sabía cómo prefería ella que estuviera ordenado su laboratorio, mayormente porque Hermione había aprendido a ordenarlo viéndolo a él, cada vez que necesitaba preparar algo. También manejaba muy bien al equipo, manteniéndolos en orden.

Él era un genio y hacía la vida de Hermione en el trabajo más fácil. Mucho más fácil, así que ella lo había conservado, egoístamente, como su asistente, cortando sus posibilidades de crecer, y era una perra con él. Como resultado, él se resentía y la odiaba, porque era prácticamente el segundo al mando en todo, pero, de cualquier manera, su salario seguía siendo el de un simple asistente y porque ya casi no podía trabajar en pociones, aunque ella odiaba eso del trabajo también.

Al final, lo que más hacía era papeleo y supervisaba los trabajos de los demás, en lugar de estar ella misma frente al caldero, y lo poco que llegaba a experimentar con pociones, la verdad, era gracias a la ayuda de Snape.

Por supuesto que la odiaba.

La odiaba porque no le era posible encontrar otro empleo. Era absurdo que aún fuera juzgado de esa manera. ¿Acaso la gente estaba ciega? Era una buena persona, había sido declarado inocente…

Volvió a la realidad y abrió la carta.

Ministerio de Magia.

Londres, 8 de septiembre del 2003

Para: Hermione Granger.

Asunto: Ley Matrimonial

Srta. Granger,

El Ministerio de Magia le informa que, debido a la baja en los matrimonios y nacimientos mágicos, lo que ha provocado un descenso en la población mágica, como consecuencia de la Segunda Guerra Mágica, es imperativa una nueva política, que hemos puesto ya en marcha, para asegurar que la población mágica no desaparezca. Para esos efectos, una nueva ley ha sido sancionada, la cual establece que cada hombre y mujer solteros, entre los 18 y los 40 años, deben casarse, como medida inicial. Tenga en cuenta que la medida es obligatoria. Solo los que ya se hayan casado o que lleven una relación previa, que resulte en matrimonio, no serán sometidos a escrutinio y se les tomará la palabra sin lugar a duda. Tampoco los mayores de 40 años estarán sujetos a la ley, por el momento. Que usted haya recibido esta carta, significa que está incluida en el rango de edades anteriormente mencionada y que no registra unión alguna en los archivos del Ministerio. Por favor, preséntese en la oficina asignada para ser registrada y se le asigne una pareja apropiada para el final de la semana.

¡NO! ¡No, no, no, no! ¡Esto tenía que ser una jodida pesadilla! ¡No podía ser verdad! ¡No, no! Tenía que haber alguna forma de escapar de esta incoherencia. No se dejaría atar a ningún extraño. Y seguramente esta ley de mierda sería alguna clase de unión mágica que asegurara que se reprodujeran. Y las uniones mágicas solo se hacían efectivas cuando la pareja copulaba, y el Ministerio se enteraba. Eso solo podía significar que, el tipo con el que la juntaran, fuera quien fuera, básicamente, sería su dueño. Incluso, podía atreverse a obligarla a renunciar a su trabajo, si así lo deseaba.

No. No. Tenía que escapar de esto. Si Shacklebolt fuera Ministro aun, hablaría con él… tal vez… pero el nuevo ministro era un… imbécil.

El pánico comenzó a apoderarse de ella, causando una hiperventilación.

Y entonces, la idea le llegó.

Solo había una salida.

N/T: Una nueva historia, con muchos capítulos. Es una autora brasileña que publica muy buenas historias sobre nuestra pareja favorita, Severus y Hermione, y también sobre la pareja favorita de algunas fans Austenitas, el Coronel Brandon y Marianne Dashwood, de Sensatez y sentimientos. Escribe muy bien y bastante variado. Espero que les guste. Por cierto, publica en Archive of our Own, si quieren darse una vuelta por ahí.