MSLN NI SUS PERSONAJES ME PERTENECEN
SENTIMIENTOS QUE VACILAN
Flashback
- Fate-chan, como te cambia la cara. –molestaba una castaña a su rubia amiga.
- ¡Hayate! Me has asustado. –le reclamó a su oji celeste amiga– ¿Cuándo has llegado?
- No te habías dado cuenta de que llegué porque estabas mirando a Nanoha-chan. –sonrió de forma maliciosa.
- ¡E…eso no es cierto! –se ruborizó– Solo la estaba viendo instruyendo a sus alumnos. Tengo que irme a entrenar. Adiós Hayate. –se despidió de forma precipitosa y se marchó corriendo.
Fin Flashback
Flashback
- Yuuno, ¿qué sucede? –le preguntaba la oji borgoña a su amigo al notarlo más ausente que de costumbre– Sabes que puedes contarme lo que sea y si puedo, te ayudaré. ¿Yuuno?
- ¿De verdad me ayudarías, Fate? –preguntó.
- Claro que sí, Yuuno. Somos amigos. –le sonrió.
- Gracias, Fate. –le devolvió el gesto– Verás… Etto… –se ruborizó y eso hizo que la rubia se alertara– Yo… yo estoy enamorado de Nanoha desde hace mucho tiempo. –la oji borgoña se quedó de piedra– Pronto será su cumpleaños y no sé qué podría regalarle. ¿Podrías ayudarme a elegir un regalo? A fin de cuentas, tú eres la más cercana a ella y quien la conoce mejor que nadie… Tampoco sé si debiera confesarme… –admitió más avergonzado aún– ¿Y si no acepta mis sentimientos? No quiero perder su amistad en el caso de que me rechace…
- Yuuno… –lo llamó con una sonrisa, aunque por dentro estuviese totalmente rota– Si no te confiesas, nunca sabrás si ella siente lo mismo. Eres un buen chico, amable y empático. Siempre has estado a su lado cuidándola y protegiéndola. Pase lo que pase entre vosotros, siempre vais a ser amigos... –miró al cielo– Ella es la persona más amable y cariñosa que he conocido. Nunca abandona a la gente que le importa, y tú, Yuuno, eres una de esas personas… –dijo con el corazón hecho trizas– Tranquilo, te ayudaré. Un regalo hecho con el corazón son los preferidos de Nanoha. –puso su mejor sonrisa.
- ¡Gracias, Fate! –le dio un pequeño abrazo– ¿Te veo mañana para ir a buscar el regalo? –dijo y, tras recibir un asentimiento, se marchó dejando a su amiga en aquel banco donde se habían sentado para hablar tranquilos un rato después de haber almorzado juntos.
- Fate-chan… –la llamaron repentinamente.
- Hola, Hayate… –dijo volteándose a ver a la persona que acababa de llegar.
- ¿De verdad vas a ayudarlo? –la rubia se puso en pie– Sé que estás intentado ayudar a un amigo, pero todo eso es un error. Tienes que ser sincera contigo misma. Ser valiente. No deberías esconder tus sentimientos. Solo conseguirás sufrir más… –le habló preocupada.
- ¡No hace falta que me lo digas! –le gritó por primera vez a su amiga– ¡Ya lo sé, pero no puedo hacerlo y por eso me duele tanto! –dijo y se marchó corriendo.
Fate se cambió de ropa y caminó por las calles de Midchilda hasta llegar a aquel canal que tantas veces había recorrido junto a Nanoha. Se sentó sobre la blanda hierba y esperó hasta ver atardecer. Se sentó a pensar mientras el cielo cambiaba de color y una fría brisa atravesaba todo su ser. Cuánto se arrepentía de haberle gritado a Hayate. Ella no tenía la culpa. Sólo estaba preocupada.
- ¿Por qué le he gritado? Solo estaba preocupada por mí. He sido una idiota… –murmuró para sí misma.
- ¿Fate-chan? –la rubia se tensó al escuchar esa voz– ¿Qué estás haciendo aquí? –se acercó a ella y se sentó a su lado– ¿No tienes frío? ¿Pasa algo malo? –cerró los ojos para evitar mirarla– ¿Qué te ocurre? ¿Fate-chan?
- No tiene nada que ver contigo, Nanoha. –esas palabras abandonaron su boca con pesar. –la cobriza se sorprendió al recibir esa respuesta.
- Está bien. –suspiró y se puso en pie– Abrígate, hace frío. –le puso su bufanda a la rubia– Te veré en casa.
Nanoha se fue dejando allí a una Fate que comenzó a llorar hasta que fue demasiado tarde y tuvo que volver a casa. Agradeció que Nanoha no la presionase al volver a casa y le diese algo de espacio. Al día siguiente, acompañó a Yuuno a comprarle un regalo a la cobriza y horas más tarde se reunió con Hayate para pedirle disculpas. Después de eso, fue convocada a una misión de urgencia. Tendría que partir de manera inmediata y su duración era desconocida. No pudo despedirse ni de Nanoha ni de su hija, así que les grabó un vídeo y lo envió a sus dispositivos.
Fin Flashback
Fate se encontraba en la azotea del edificio donde trabaja. Aquella azotea donde le encantaba ir a ver los hermosos atardeceres mientras se relajaba después de un duro día de trabajo. Apenas hacía unas horas que había llegado de una larga y peligrosa misión. Estuvo a bordo de la nave mientras se recuperaba de sus graves lesiones. Lesiones de las cuales aún no se había recuperado completamente. Normalmente, cuando llegaba de una misión, lo primero que hacía era redactar el reporte y entregárselo a su jefa y amiga, Hayate Yagami. Sin embargo, esta vez, lo primero que hizo fue ir en busca de Nanoha para recibir su cálida sonrisa y su apretado abrazo. Necesitaba verla y sentirla después de tanto tiempo alejada de ella. Después de eso, subió a la azotea donde se encontraba en esos momentos. Esta misión la había cambiado. La había hecho recapacitar y priorizar cosas que para ella eran rutinarias, pero le daban sentido a su existencia.
Flashback
- Adelante. –recibió el permiso tras tocar a la puerta.
Entró a la oficina de su mejor amiga y se la encontró concentrada viendo en una pantalla los entrenamientos de sus reclutas. Sonrió. No había cambiado nada desde la última vez que la vio, hacía ya 12 meses. Esperó un poco, pero la cobriza parecía demasiado concentrada en lo que estaba haciendo, así que dio un par de pasos más y se detuvo.
- Hola... –vio como se tensó la oji lavanda– Nanoha... –dijo sin moverse de su sitio y viendo como la cobriza alejaba su vista de la pantalla y veía hacia su persona con los ojos abiertos como platos.
- Fa…Fate-chan… –la llamó frotándose los ojos no creyendo que su rubia amiga estuviese ahí.
- He vuelto, Nanoha. –le dio una cálida sonrisa y fue solo entonces cuando la cobriza reaccionó y se levantó de su asiento de un salto para lanzarse a sus brazos llorando.
- ¡Fate-chan!¡Fate-chan!¡Fate-chan! –no dejaba de repetir su nombre mientras la apretaba más contra su cuerpo.
- Nanoha... –la separó un poco, le volvió a regalar otra sonrisa y le retiró las lágrimas– Te he echado de menos. –la cobriza se ruborizó, pues no era usual escucharle decir eso a su amiga.
- Bienvenida, Fate-chan. –apoyó su frente contra la de su amiga– Yo también te he extrañado. –le sonrió aún con los ojos llorosos– ¿Cuándo has llegado? ¿Por qué no me avisaste?
- Acabo de llegar, Nanoha. –cuánto extrañó pronunciar ese nombre.
- ¿Ya hiciste tu reporte entonces? ¿Podemos volver a casa juntas? Vivio se pondrá muy feliz.
- No, Nanoha. Acabo de llegar. –le volvió a repetir– Lo primero que he hecho ha sido venir a verte. –la oji lavanda se sorprendió al oír eso– Debo terminar el reporte y entonces iré a casa, con vosotras. Por favor, no le digas nada a Vivio. Me gustaría darle una sorpresa. –dijo con una sonrisa.
- Está bien, Fate-chan. Pero por favor, no te quedes hasta tarde. Tu misión ha sido demasiado larga y debes de estar cansada. –la rubia asintió, y después de darle un pequeño abrazo y, por primera vez, un beso en la mejilla a su amiga, se marchó dejando a la cobriza muy confundida.
Fin Flashback
Tras ver el atardecer, se dirigió al que era su hogar cuando venía de sus misiones. Un hogar cálido y feliz que le ofreció Nanoha y que le dio la posibilidad de ver crecer a Vivio y criarla como si fuese su hija, aunque la mayoría del tiempo estuviese en misiones lejos de ahí. Se detuvo frente a la puerta. ¿Seguiría siendo su hogar, o Nanoha habría aceptado los sentimientos de Yuuno y estarían viviendo juntos? ¿Debía llamar o entrar directamente? Debía ser precavida. No sabía que se encontraría, pero quería darle una sorpresa a su hija, porque, aunque Nanoha se casara, Vivio siempre sería para ella como su hija. Entonces, ¿cuál sería la mejor sorpresa que podría darle a Vivio? Se debatió unos minutos antes de decidirse por la segunda opción. De forma muy sigilosa, entró a aquel cálido hogar quitándose los zapatos en la entrada y andando lentamente hasta que empezó a escuchar a hija y madre hablando, posiblemente, en la cocina.
- Mamá… –la llamó la pequeña– ¿Puedo preguntarte algo?
- Hm. –asintió sin voltear a verla.
- Hace tiempo que en la escuela se rumorea que estás enamorada. –la cobriza dio un respingo y se ruborizó un poco– ¿Es cierto? ¿Es por eso que Fate-mama no vuelve? ¿Le has pedido que no vuelva para tú poder vivir con la persona que te gusta? –dijo de manera muy triste.
- Vivio… –la cobriza abrió los ojos en sorpresa y se puso a su altura– Eso no…
Fate sintió un terrible dolor en su pecho. Un dolor que se acrecentó al escuchar la voz tan triste de su hija. Había estado un año lejos de ellas, que Nanoha quisiese formar una familia con alguien era lo normal, y más si Yuuno se le había confesado y había aceptado sus sentimientos. Sintió que algo se quebró dentro de ella al escuchar unos pequeños sollozos. No quería escuchar nada ni tampoco quería dejar que su hija se pusiese más triste, menos aún por ella, así que salió de su escondite.
- ¡Estoy en casa! –vociferó para hacerse notar.
- ¿Fate-mama? –la pequeña parpadeó varias veces mirando hacia la alta figura que se encontraba en el salón comedor– ¡Fate-mama! –gritó corriendo hacia ella y lanzándose con todas sus fuerzas a sus brazos dejándolas caer en el proceso– Fate-mama, Fate-mama… –lloraba mientras hundía su cara en el cuello de su rubia madre.
- Vivio… –le acarició el cabello con gentileza– Has crecido mucho, Vivio… –dijo con dulzura mientras le sonreía.
- Bienvenida a casa, Fate-chan. –dijo la cobriza con lágrimas en los ojos tras ver la escena– Vivio, deja que Fate-mama se levante. –pidió, pero la niña negó y enterró más su rostro en su rubia madre haciéndola sonreír de extrema ternura.
- Vivio… Te he echado mucho de menos. –dijo la oji borgoña abrazándola y haciendo acopio de su fuerza para levantarse con su hija en brazos, sin poder evitar un gesto de dolor que no pasó desapercibido para la oji lavanda.
- Fate-mama… No vuelvas a irte tanto tiempo. –dijo ya separándose de su madre.
- No puedo prometerte eso, Vivio, pero prometo disfrutar el tiempo que esté aquí contigo. –le acarició la cabeza como siempre hacía desde que la conoció.
- ¿Tienes hambre, Fate-chan? La cena ya está lista. Lávate las manos y ven a la mesa.
- Sí, Nanoha. Enseguida. –se dirigió al baño.
- ¿Mamá? –la llamó extrañada– Después de tanto tiempo, ¿no saludas a Fate-mama? ¿No le darás un abrazo? –preguntó la niña con inocencia.
- Yo ya pude saludar a Fate-mama esta tarde, Vivio. Sabía que ella había llegado, pero me hizo prometerle que no te diría nada porque quería darte una sorpresa igual que me la dio a mí en la tarde. –sonrió– Te contaré un secreto… –bajó la voz– Yo también me lancé a sus brazos como tú. –le sacó la lengua y su hija sonrió ampliamente.
La cena fue de lo más agradable. Vivio le contó a su madre cómo le había ido en este año que ella había estado lejos. Le habló de la escuela, de sus notas, de sus nuevos amigos, de su entrenamiento con su cobriza madre y de lo mucho que la había extrañado. Fate jamás imaginó que su hija la anhelara tanto cuando se encontraba lejos. No se imaginaba que echara en falta hablar con ella a diario. Jamás se imaginó que la llegara a amar tanto a pesar de su ausencia. La rubia escuchaba atenta todo lo que le contaban las dos personas que se encontraban frente a ella, aunque a veces su mente se distraía en sus pensamientos y la oji lavanda se daba cuenta de ello. Tras terminar de cenar, Vivio y Nanoha lavaron los platos y recogieron mientras Fate se tomaba una relajante, pero rápida ducha. Se colocó su pijama, que esta vez fue una camiseta de manga larga y un short en lugar de su camisola negra. Bajó al salón donde se encontraban Vivio y Nanoha viendo la televisión. La cobriza se sorprendió al ver a su rubia amiga con otro pijama puesto y no el que siempre solía usar y acto seguido frunció el ceño porque eso solo podía significar que venía herida de la misión. Se levantó y se acercó de peligrosa manera a la oji borgoña, asustándola en el proceso.
- Fate-chan… –la llamó entre enojada y preocupada– ¿Te lastimaste en la misión? –le preguntó en voz baja para que su hija no la escuchara.
- E…estoy bien, Nanoha. No estoy lastimada. –tartamudeó un poco nerviosa mientras miraba hacia otro lado– Lo cierto es que estoy cansada. –suspiró– Iré a dormir si os parece bien. –la cobriza asintió. Lo cierto es que la oji borgoña se veía bastante agotada.
- Buenas noches, Fate-chan. –le dio una suave sonrisa– Hablaremos mañana. –dijo haciendo que la rubia se tensara.
- Fate-mama… –la llamó su hija acercándose a ella– ¿Puedo subir contigo? –preguntó mientras le daba un abrazo.
- Claro que sí, Vivio. –le acarició la cabeza mientras sonreía– Vamos. Buenas noches, Nanoha.
Las dos rubias subieron a la habitación de la mayor y se tumbaron en la cama. Vivio realmente había extrañado a su madre. Quería aprovechar el mayor tiempo posible con ella antes de que la volviesen a enviar a otra misión y la separaran de ella durante una larga temporada. La pequeña abrazó con fuerzas a su rubia madre y enterró su rostro en su pecho mientras pequeños sollozos comenzaban a salir. La oji borgoña sólo atinó a sonreír con ternura y acariciar su espalda para que se relajase. Una calidez invadió a la de ojos bicolor y se durmió acurrucada en los brazos de su madre. Minutos más tarde, Nanoha entró a la habitación y se sorprendió de ver a su hija en su dormitorio.
- ¿Fate-chan? –la llamó en voz baja– ¿Vivio se durmió? –la rubia asintió.
- Espero que no te moleste, Nanoha. –la miró fijamente– Nunca imaginé que me extrañara tanto. –dijo algo triste ahora mirando a su hija– Yo también la eché mucho de menos y me gustaría dormir esta noche así...
- No hay problema, Fate-chan. –dijo entrando a la cama– Buenas noches.
- Buenas noches.
La mañana llegó y con ella llegaron las prisas de tomar el desayuno rápido para no llegar tarde a la escuela ni al trabajo. Fate estaba de permiso, por lo que no tenía que presentarse en la oficina. Se alistó para llevar a su hija a la escuela y caminaron las tres hasta que Nanoha se separó de ellas para ir a trabajar. Vivio estaba demasiado feliz. Siempre había querido eso. Pasar tiempo con sus dos madres y ser una familia normal. Se despidió de su rubia madre con un abrazo y beso en la mejilla y corrió al interior de la escuela donde la esperaban sus amigas. Fate sonrió ante el gesto y cuando su pequeña cruzó el umbral, su rostro se tornó serio. Suspiró quedándose unos instantes ahí, sin moverse. Muchas preguntas se formaron en su cabeza y ninguna tenía respuesta. Caminó hasta la TSAB para hablar con la única persona que podía hacerlo liberándose de toda tensión. Caminó hacia la oficina de su castaña amiga y tocó a la puerta. Tras obtener la respuesta, entró y se sentó en uno de los sillones frente a su jefa y amiga.
- Buenos días, Fate-chan. –le sonrió con la misma alegría de siempre– ¿Qué te trae por aquí?
- Buenos días, Hayate. –le devolvió el gesto– Tengo que ver a Shamal en un rato… –suspiró– Supongo que ya habrás leído el reporte…
- Sí… –se puso seria– No puedes exponerte de esa forma, capitana Fate. Sé que la misión ha sido altamente peligrosa y hubo muchas bajas. Habéis tardado más de lo esperado por eso mismo, porque os herían y teníais que esperar a estar bien para volver a salir. Han sido meses difíciles para todos vosotros, lo sé, pero eso no significa que tengas que arriesgar tu vida de esa manera. No estabas al cien por cien cuando volviste a salir para proteger a tu escuadrón. Dime, ¿qué habría pasado si hubieses muerto en aquella explosión, capitana Fate? –la rubia no decía nada– Yo te diré lo que habría pasado… En primer lugar, los almirantes Lindy y Chrono vendrían a buscarme y reclamarme porqué permití semejante locura. En segundo lugar, Vivio se enfadaría por siempre conmigo. En tercer lugar, y no por eso menos importante, la capitana Nanoha me atravesaría con un Starlight Breaker. Y, por último, yo jamás me habría perdonado que eso pasase…. –dijo esta vez con suma tristeza.
- Hayate… Lo siento mucho. –se levantó y le dio un abrazo que fue correspondido– De verdad que lo siento, pero debía hacerlo o muchos habrían muerto… –la castaña asintió y se separó.
- Dime. ¿A qué has venido? ¿Cómo puedo ayudarte?
- Verás, Hayate… He venido por dos motivos… –se puso seria– Acabo de recibir esta misiva del General. Se me requiere en una nueva misión. –la castaña abrió los ojos y tomó la carta en sus manos para leerla rápidamente– Es una misión de sólo unos días, pero también es peligrosa. Sabes que aún no estoy recuperada, pero se me requiere a mí específicamente y es una orden directa. Iré a ver a Shamal y le pediré que use su magia para ayudarme a recuperarme más rápido. Partiré el viernes.
- ¡Eso es pasado mañana! –vociferó alterada– Debe de haber un error. Hablaré ahora mismo con él, Fate-chan. –la rubia negó– ¡No estás al cien por cien! Esta misión es una locura. No lo permitiré. ¡Es un suicidio!
- No le estoy pidiendo su permiso, mi Comandante. –dijo obstinada– Sólo quería hacértelo saber, Hayate. –dijo de forma más relajada– Parto el viernes en lugar de mañana por mis lesiones…
- Pero Fate-chan… –la rubia negó.
- Estaré bien. Te lo prometo. –le sonrió– Y ahora, Hayate, quisiera saber si en este último año ha pasado algo… –dijo comenzándose a sentir nerviosa.
- ¿Algo cómo? ¿Te refieres a Nanoha-chan? –la rubia asintió sonrojándose levemente.
- Ayer cuando llegué a casa, Vivio le estaba diciendo a Nanoha que se rumorea que está enamorada. –la castaña se mantuvo con el mismo rostro– ¿Sabes algo? ¿Aceptó a Yuuno?
- No. No sé absolutamente nada, Fate-chan. Sabes que ella no cuenta nada de su vida sentimental. –la oji borgoña asintió– De todas formas, ¿son ciertos los rumores? ¿Has hablado con ella? –la rubia negó– Ve y háblalo con ella. Si no lo haces no sabrás si tienes posibilidades. –rió al ver la cara de su amiga– Y hazlo antes de irte de nuevo.
- Lo haré. –se puso en pie y se dirigió a la puerta.
- ¿Qué harás si es verdad, Fate-chan? –la oji borgoña se detuvo y se volteó a mirarla a los ojos.
- Apoyarla… Soy su mejor amiga… ¿Eso es lo correcto, no es así?
…
Después de que Shamal revisase todas sus heridas, hiciera exhaustivos chequeos de control, de hacerle un cuestionario acerca de cómo se sentía y usar su magia para hacer que sus heridas sanaran más rápido, salió de su consulta horas después, encontrándose con Nanoha que pasaba por ahí justo en ese momento para dirigirse a su oficina a revisar los entrenamientos de la mañana.
- ¿Fate-chan? ¿Qué haces aquí? –frunció el ceño al ver de dónde había salido.
- Tenía unos asuntos que atender, pero ya me iba… –dijo poniéndose a su lado y caminando juntas– Vivio dijo que iría a la biblioteca con sus amigas, así que aprovecharé para visitar a mi madre y a Arf. –dijo con una amplia sonrisa.
- ¿Fate-chan? –la llamó deteniéndose– ¿Estás bien? –la rubia la miró confusa– Estás actuando muy raro desde que llegaste… Dejaste dormir a Vivio con nosotras. Estás aquí, pero tu mirada se pierde por momentos. Y no hablemos de las heridas que tienes que tener por el gesto de dolor que hiciste cuando cargaste a Vivio en brazos para levantaros del suelo... –la rubia se ruborizó de visible manera ante la vergüenza de ser descubierta– Cuando vas a visitar a tu madre, siempre llevas a Vivio contigo, incluso a mí. ¿Por qué esta vez no lo haces? ¿Por qué no esperas al fin de semana para que podamos acompañarte?
- … –la rubia suspiró rendida– Nanoha… ¿puedo preguntarte algo? –la cobriza asintió– ¿Ha pasado algo en este último año? ¿Algo que deba saber?
- ¿A qué te refieres, Fate-chan? –preguntó sin entender.
- Bueno… verás… –empezó a decir incómoda– ¿Hay alguien en tu vida, Nanoha? ¿Estás enamorada? –soltó al fin viendo como su amiga abría los ojos en sorpresa y se ruborizaba visiblemente.
- Yo… etto…
- ¡Nanoha! –se abrió una comunicación dejando ver a un rubio chico de ojos esmeralda.
- ¡Yuuno-kun! –lo llamó nerviosa y ahí fue donde la oji borgoña se dio cuenta de que había habido algún avance entre ellos– ¿Sucede algo?
- ¿Puedes venir a la biblioteca infinita? Tengo que mostrarte algo. Es muy importante.
- Sí. Enseguida voy, Yuuno-kun. –dijo y cortó la comunicación.
- Nos vemos a la noche, Nanoha. –dijo la oji rubí poniéndose de nuevo en marcha.
- ¡Fate-chan! ¡Espera! –la llamó, pero la rubia no se detuvo. Suspiró– Yuuno-kun, me has salvado de una pregunta que no estaba lista para responder. –dijo para sí misma caminando hacia la biblioteca.
…
Tras haber visitado a su madre y a Arf y pasar un maravilloso tiempo juntas, volvió a la que seguía siendo su casa, al menos, de momento. Al llegar, Nanoha y Vivio aún no habían vuelto. Suspiró cansada. Subió a la habitación y tomó algo de ropa para darse un baño. Cuando terminó, se tumbó y quedó dormida durante unas horas. Estaba totalmente agotada y necesitaba recuperar energías para volver a salir a esa misión. Despertó y no sintió ruido alguno, por lo que dedujo aún estaba sola, así que aprovechó para llamar a su castaña amiga.
- Buenas noches, Fate-chan. –sonrió– ¿Me echabas de menos?
- Buenas noches, Hayate. –rió– Siempre te echo de menos. ¡No sabes cuánto! Además, ¿cómo no echar de menos a una chica tan radiante como tú? –le siguió el juego.
- ¡Oh, Fate-chan! Tú sí que sabes halagarme. Harás que me salgan los colores. –exclamó de exagerada manera– Sólo por eso mañana te daré un abrazo. –ambas rieron– Dime, ¿qué necesitas? ¿Quieres que hable con el General? Seguro que puedo hacer algo. –la rubia negó.
- No, Hayate. Ya lo tengo todo listo para partir. Ya visité a mi madre y a Arf. Sólo me queda decírselo a Nanoha y Vivio… Además, he hablado con Shamal y seguirá con las curas hasta que me vaya. Te he llamado porque necesito que me hagas un favor…
- ¡Cielos!¡Pero qué obstinadas podéis ser Nanoha-chan y tú! –suspiró– Dime, ¿cómo puedo ayudarte?
- Me preguntaba si podrías conseguirme una habitación en la TSAB. –la castaña abrió los ojos en sorpresa.
- ¿Una habitación? ¿Por qué? ¿Ha pasado algo entre Nanoha-chan y tú? –preguntó preocupada y la rubia negó.
- No, pero Nanoha está enamorada. No quiero ser la molestia que le impida vivir con esa persona. –dijo algo triste– Nanoha y Vivio merecen ser felices, Hayate. Merecen tener una vida normal con alguien que siempre esté para ellas. Me vuelvo a ir pasado mañana. –suspiró con pesadez– Esta vez tuve la inmensa suerte de haber vuelto con vida, aunque con lesiones que quizás sean permanentes, Hayate, pero esta nueva misión… Sabes que es una misión de urgencia, peligrosa y que salgo dos días más tarde debido a mi estado físico… No sé si esta vez…
- No continúes… –le pidió la oji celeste.
- No quiero hacerlas pasar más por esto.
- Fate-chan… –la llamó con tristeza– Prométeme que vas a tener cuidado y que no cometerás ninguna locura como en la misión anterior. Por favor. Te quiero de vuelta sana y salva, capitana Fate. Es una orden. –la rubia sonrió.
- Sí, mi Comandante. –se puso firme– Volviendo al tema anterior… Yo siempre apoyaré a Nanoha. Ella y Vivio son muy importantes para mí. Nunca las abandonaré. Siempre estaré para ellas. Siempre las protegeré, tal y como le prometí a mi hija el día que me llamó por primera vez Fate-mama. Mi misión es y siempre será proteger a Vivio y Nanoha. Esté donde esté. Siempre. –dijo con una sonrisa melancólica– Por favor, Hayate. ¿Podrías conseguirme una y acelerar los trámites?
- Fate-chan… –la llamó una tercera voz dejándola completamente helada– Hayate-chan… –llamó a la castaña– ¿Te importa que hable en privado con Fate-chan? –la castaña negó.
- Hablamos mañana, Fate-chan. –miró a la rubia quien aún estaba hecha piedra– Buenas noches, Nanoha-chan.
- Buenas noches, Hayate-chan. –se despidió para cortar la comunicación– Fate-chan… ¿Qué significa todo esto? ¿Por qué estás haciendo esto? ¿Qué es lo que pasa? No eres la misma Fate que se marchó a la misión hace un año… Misión que casi te cuesta la vida por lo que acabo de escuchar… –dijo estremeciéndose ante la idea de perder a la rubia– ¿Por qué te expones de esa manera? ¿Has pensado en Vivio? ¿Has pensando en mí? ¿Y qué significa eso de que te vuelves a ir pasado mañana? ¡Acabas de llegar! –la rubia no decía nada– ¿Por qué te mandan a una misión peligrosa en tu estado? ¿Y por cuánto tiempo esta vez? Por todos los cielos, ¡estás herida, Fate! –exclamó levantando los brazos– ¿Es que no te importa nada? ¿No pueden enviar a nadie más? –le cuestionaba– Fate-chan, mírame. –le exigía– ¿Qué ha pasado en este tiempo para que todo cambie entre nosotras? ¿Por qué no me tratas igual? ¿Por qué te siento tan lejos cuando estás justo enfrente de mí? –le decía con dolor– ¿Por eso permitiste a Vivio dormir con nosotras? Sabías que te irías de nuevo y no nos dijiste nada… –afirmó más que preguntó.
- … –la rubia no decía nada, solo mantenía la mirada fija en el suelo.
- ¿Por qué no dices nada? –le reclamó acercándose a ella lentamente hasta quedar a un paso de ella– Fate-chan, por favor, mírame y dime qué está pasando. No soporto más este muro que has construido entre nosotras. –no aguantó más y lágrimas comenzaron a caer– ¿Es que no te importamos? ¿Por qué quieres una habitación en la TSAB? Este siempre ha sido y será tu hogar desde que decidimos mudarnos para criar juntas a Vivio. Somos una familia. Tú nunca has sido ni serás un estorbo… ¿Qué te hace pensar eso? –decía con profundo dolor– Vivio y tú sois mi familia y eso no va a cambiar.
- Nanoha… –se atrevió a mirarla a los ojos– Yo… –levantó sus manos para retirarle las lágrimas a su amiga– No llores, por favor. Odio verte llorar. –le dio una débil sonrisa– No sabía nada acerca de esta misión. Hoy me ha llegado una misiva del General. Se me requiere para esta misión. Es una orden directa y no puedo negarme. Sólo será el fin de semana. –intentó tranquilizarla y lo consiguió en parte.
- Pero es una misión peligrosa… Os he escuchado… Y estás herida… ¿Seguro que será sólo el fin de semana? –preguntó con esperanza y miedo tomando las manos de la oji borgoña.
- Sí. Saldré el viernes por la tarde y volveré el domingo por la mañana, Nanoha. Te lo prometo. –se quedaron en silencio por unos minutos, solo mirándose y tratándose de decir con la mirada lo que no podían poner en palabras– Nanoha… Sabes que Vivio y tú sois mi familia y que sois lo más importante para mí. –le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja– Siempre os voy a proteger, sin importar el lugar donde me encuentre. Que haya decidido tomar una habitación no significa que lo que siento haya cambiado o vaya a cambiar. Eso jamás pasará, pero tengo que hacerlo para dejarte volar. Sé que tienes a alguien que te gusta. Vi tu sonrojo cuando Vivio te preguntó anoche y yo este mediodía… –la cobriza se ruborizó levemente– Es hora de que formes tu propia familia con la persona que decidas y que tengáis vuestro hogar. –dijo abatida, pero con su mejor cara– No puedo seguir aquí y ser un estorbo. Merecéis ser felices… y tenéis que serlo con la persona que quieras y no conmigo sólo porque yo quisiese cuidar de Vivio junto a ti. Yo te "obligué" a formar una familia conmigo y ni siquiera te pregunté… simplemente lo di por hecho… Crea tu propio hogar, Nanoha. Un hogar cálido que te haga tan feliz que no sepas si estás soñando o es real.
- ¡Nanoha-mama, Fate-mama! ¡La cena se enfriará! –se quejó la pequeña de ojos bicolor.
- ¡Ya vamos, Vivio! –le gritó su rubia madre– Vosotras siempre seréis mi hogar, Nanoha. –le dijo con cariño tomando una de sus manos y colocándola sobre su pecho a la altura del corazón– Siempre lo llenaste de calidez. Gracias. –le sonrió con tristeza y soltó su mano– Vamos a cenar. Vivio nos está esperando.
Fate se volteó y abandonó la habitación dejando a una cobriza con sentimientos que estaban a punto de desbordarse. Fate le había confesado que se iría para dejarla a ella tener su propia vida con quien ella decidiera. No quería ser un estorbo. ¿Por qué simplemente no entendía que ella nunca lo sería? Desde el incidente de Precia, siempre pensó que era una molestia y no encajaba en ningún lugar, pero gracias a Lindy y a ella misma, le hicieron ver que eso no era cierto y que tenía una familia y un lugar al que pertenecer. Nanoha no estaba enamorada, bueno, sí, lo estaba, pero no podía decirlo. Al menos no de momento. Que Fate hubiese construido ese muro infranqueable entre ellas por ese motivo, la hacía pensar que, quizás, su rubia amiga sentía algo más por ella, pero si era así, ¿por qué había aceptado esa peligrosa misión estando herida? ¿Por qué el destino se empeñaba en separarla de ella? Se estremeció al pensar en la posibilidad de que no volviese a verla nunca más. No, eso no podía pasar. No sin antes abrirle su corazón completamente y sin hablar ambas con sinceridad. Necesitaba recuperar a su mejor amiga. Necesitaba derribar de nuevo esos muros que Fate había vuelto a poner entre ellas como hizo en el pasado. Era muy difícil llegar a ella cuando se refugiaba tras su muralla de protección, pero tenía que hacerlo y conseguirlo por el bien de las tres, aunque esta vez esperaba no tener que recurrir a su Starlight Breaker...
- Fate-mama, espero que te guste. Nanoha-mama y yo la preparamos con cariño. –dijo emocionada– Cuando llegamos a casa vimos que estabas profundamente dormida, así que cocinamos para ti. Queríamos darte una sorpresa. –sonrió ampliamente.
- Gracias, Vivio. –le sonrió a su hija– Seguro que está delicioso.
- Fate-mama, debes de estar demasiado cansada de tu misión. Tienes que descansar mucho, ¿sí? Cuando te recuperes, salgamos las tres juntas.
- Gracias por preocuparte, Vivio. Eres una niña muy buena y cariñosa. –acarició su cabeza– Ven, vamos a sentarnos mientras esperamos a Nanoha-mama y hablemos, ¿vale? Tengo algo que contarte… –le dijo señalándole la silla.
- ¿Qué pasa, Fate-mama? ¿No te encuentras bien? –la rubia suspiró con pesadez.
- Lo siento, Vivio. –dijo con languidez– Yo…
- Ya estoy aquí… –anunció la cobriza– Vayamos a cenar. –dijo con una sonrisa a su hija y ésta asintió entusiasmada– Fate-chan… –la llamó en un susurro– Díselo cuando terminemos de cenar… –le dijo en voz baja y la rubia asintió.
La cena transcurrió tranquila. Fate no dejaba de repetir lo deliciosa que estaba la cena y lo mucho que la estaba disfrutando, aunque no estuviese comiendo demasiado. Su hija se veía realmente feliz, y esa felicidad, a ella la hacía sentir menos peso en su corazón. La parte difícil vendría justo ahora… ¿Cómo haría para explicarle a su hija que se tenía que volver a marchar cuando apenas llevaba un día de vuelta? Suspiró y se levantó para recoger su plato después de haber estado unos minutos jugando con el tenedor y sin prestar atención a lo que su hija y amiga hablaban.
- ¿Fate-mama? ¿No quieres más? ¿No te gustó?
- No tengo mucho apetito, Vivio. Lo guardaré para más tarde, ¿sí? –la niña la miró extrañada conociendo el apetito de su madre mientras la cobriza la veía con preocupación.
- Pero…
- Fate-mama se lo comerá todo después, Vivio. ¿No es así, Fate-mama? –preguntó la cobriza y recibió un débil asentimiento.
- ¿Fate-mama? –la llamó al ver como su madre se quedaba de pie en el centro del salón, sin moverse.
- ¿Fate-chan? –se levantó la cobriza al ver a la oji borgoña como comenzaba a temblar– ¿Fate-chan? –la llamó de nuevo estando sólo a dos pasos de ella.
- Lo siento, Vivio, Nanoha… –se limpió rápidamente las lágrimas y se volteó a ver a su hija– Vivio… Yo… tengo que marcharme de nuevo. –la pequeña rubia abrió los ojos en sorpresa– Tengo que irme de nuevo a otra misión.
- ¡Pero acabas de llegar, Fate-mama! ¿Cuándo te irás?
- Pasado mañana… –la niña se sorprendió más aún.
- ¿Por qué siempre tienes que irte? ¿Por qué no puedes quedarte aquí? ¡Siempre estás lejos! –le reclamaba– ¡Te odio, Fate-mama! –vociferó y corrió hacia su habitación.
- Por esta razón debo irme, Nanoha. –dijo con pesar– No quiero hacerla pasar más por esto. Ni a ti tampoco… Sé feliz junto a la persona que te gusta. Seguro que es buena persona. Cuidad mucho a Vivio… –caminó hacia la puerta.
- ¿A dónde vas? –preguntó con desespero.
- Iré a dar una vuelta. No me esperes despierta. –se cambió de zapatos y se marchó.
- Fate-chan… –la llamó cuando ya se había ido y dejando salir las lágrimas que había retenido.
Nanoha se quedó unos instantes mirando hacia la puerta. ¿Por qué cuando se trataba de Fate no era tan valiente como cuando se enfrentaban a peligros? Su familia se estaba desmoronando y no sabía qué hacer para solucionarlo. Sus sentimientos estaban vacilando. Suspiró y subió a la habitación de su hija entrando después de haber tocado la puerta. Tendría que hablar primero con la pequeña para saber cuál debía ser su siguiente paso.
- Vivio… –la llamó sentándose a su lado en la cama.
- ¿Por qué tiene que irse de nuevo? –preguntó en llanto– Nunca está con nosotras. Siempre está haciendo misiones largas y ni siquiera nos llama… No quiero que sea mi madre. No la quiero. La odio.
- Vivio… No digas eso… Si Fate-mama te escuchara decir eso se le rompería el corazón. –dijo triste– Sabes que ella te quiere mucho y que lo que más desea es pasar tiempo contigo…
- Eso no es verdad. Si lo fuese, se quedaría aquí conmigo y no se iría constantemente a hacer misiones. Ojalá no vuelva más. –dijo enterrando su cara en la almohada.
- Vivio… Es su trabajo. Es enforcer y trabajó muy duro para ser la mejor. Ayuda y protege a muchas personas arriesgando su propia vida. –la pequeña iba a seguir soltando su rabia, pero la cobriza la detuvo– ¿Sabes por qué ha tardado tanto Fate-mama en volver a casa? –la de ojos bicolor no dijo nada– Fate-mama fue herida. –la niña se tensó– Estando herida, tuvo que volver a salir para proteger a muchas personas y eso casi le cuesta la vida, Vivio… –le explicaba con lágrimas en los ojos– ¿Recuerdas cuando te cargó anoche tras lanzarte a sus brazos? –la pequeña rubia asintió débilmente– Tú no te diste cuenta porque tenías el rostro enterrado en su cuello, pero hizo un gesto de dolor. –la niña se incorporó y miró a su madre.
- ¿No está recuperada? ¿Por qué no dijo que le dolió?
- No, no lo está. Fate-mama nunca se ha mostrado vulnerable desde que la conozco, Vivio… Nunca ha querido preocupar a nadie. –dijo sin retener más las lágrimas– Fate-mama está herida y saldrá a una nueva misión para ayudar y proteger a muchas personas, incluidas nosotras. Misiones peligrosas que solo puede hacer la mejor enforcer… Yo sé que tú no odias a Fate-mama y que la quieres mucho… Ella se ha ido de casa muy triste después de lo que le dijiste, Vivio. –la de ojos bicolor bajó la mirada– Dime una cosa, Vivio… ¿Te gustaría vivir con alguien que no fuese Fate-mama? ¿Te gustaría que tú y yo viviésemos con alguien que no fuese ella? ¿Te gustaría tener un papá? –la pequeña se tensó ante la pregunta y miró a su madre a los ojos.
- ¡No! –gritó aterrorizada ante la idea– Yo no quiero tener un papá. Quiero a Fate-mama. No quiero vivir con nadie que no seáis vosotras. Yo os quiero a vosotras. No quiero que os separéis nunca. Quiero que seamos una familia de verdad. –confesó entre lágrimas.
- Bien… Yo también quiero eso… –le sonrió– ¿Le pedirás disculpas a Fate-mama antes de marcharse?
- Sí. –asintió– Yo no debí de haberle dicho que la odio… Yo quiero mucho a Fate-mama. –su madre la abrazó– Quiero que vuelva…
- Yo también, Vivio, yo también…
Se quedaron abrazadas por unos minutos más, dándose consuelo mutuo y pidiéndole a cualquier deidad que Fate volviese sana y salva de esa misión. Ya hablarían de todo lo demás, de todo lo que quedaba pendiente, pero lo principal era que la rubia sobreviviese a la misión y que volviese junto a ellas. Vivio se durmió agotada después de haber llorado y Nanoha se fue a la cama también, pero no podía conciliar el sueño. No podía dejar de pensar en Fate. Se levantó de la cama y se sentó en el hueco de la ventana que habilitaron para sentarse mientras se relajaban leyendo. Habían pasado ya varias horas desde que la rubia había abandonado la casa. Suspiró. Toda esta situación se le estaba escapando de sus manos. Se sentía frustrada porque no sabía qué hacer. Siempre había estado junto a Fate y formaron su propia familia juntas. Ella no quería a ninguna persona en su vida. Estaba bien así. Volvió a suspirar.
- ¿Qué debo hacer para que lo entiendas, Fate-chan? –susurró para sí misma.
- ¿Nanoha? –se sobresaltó al escuchar su nombre– ¿Qué haces aún despierta?
- No podía dormir… –la oji borgoña la miró dudosa de acercarse o no, pero la cobriza le tendió una mano para que fuese con ella.
- Siento todo lo que ha pasado, Nanoha. –dijo sentándose enfrente de ella– Yo no… –la cobriza le puso un dedo sobre sus labios y negó.
- ¿Sabes, Fate-chan? –dijo moviéndose de su sitio, recolocándose de espaldas a la rubia y recostando su cuerpo en ella– Siempre me he sentido protegida por ti, desde mucho antes de que te convirtieras en la gran enforcer que eres hoy. –tomó los brazos de la oji borgoña y la hizo abrazarla sintiendo como se tensaba– Me gusta cuando me abrazas así, aunque casi nunca lo hagas. –le confesó con una sonrisa– Desde que nos conocemos, siempre me has cuidado y protegido. Siempre me has salvado y has arriesgado tu vida por mí y, ahora, también por Vivio. Sé que tu trabajo es peligroso y que, a veces, tus misiones son largas, demasiado largas. –suspiró– Soy consciente de ello y lo acepto. Siempre lo he aceptado. –se calló por unos instantes– Me gusta estar contigo, Fate-chan. No quiero que te vayas ni apartes de mi lado, pero no quiero ni voy a retenerte… Yo sólo quiero que seas feliz.
- Nanoha… –la apretó un poco más contra su cuerpo y aspiró su aroma– Vivio y tú siempre me habéis hecho muy feliz. Me habéis dado un hogar. Ojalá yo pudiera devolveros a ambas todo lo que me hacéis sentir, pero… –la cobriza se deshizo del agarre y se puso en pie mirándola fijamente.
- Fate-chan… –colocó sus manos en sus mejillas, acariciándolas con los pulgares. Cerró los ojos por un momento, y cuando los abrió, se dispuso a acercar su rostro al de ella, pero el dispositivo de la rubia recibió un mensaje.
- You have a message from General, Sir. (tiene un mensaje del General) –habló el dispositivo con su voz mecánica.
- Léelo, Bardiche. –le pidió.
- He needs you leave right now. Something is wrong. (él necesita que partas ahora mismo. Algo va mal)
- Bardiche. –se puso en pie rápidamente cortando el contacto con la oji lavanda– Comunícale que estaré en la base en 5 minutos. –se cambió con rapidez.
- Yes, sir.
- Fate-chan… –la llamó muy preocupada la cobriza al ver todas las heridas en la piel de su amiga– No…
- Tengo que irme, Nanoha. –le dijo calmada y acercándose a ella.
- Fate-chan, por favor… –le decía con lágrimas en los ojos– Ten mucho cuidado y vuelve a casa. Te estaré esperando. Te estaremos esperando.
- Nanoha... –le dio un beso en la frente– Si no volviese… –comenzó a decir.
- ¡No! –gritó la cobriza– Ni se te ocurra decir ni pensar eso.
- Si no volviese… –volvió a repetir– Dile a Vivio que lo siento y que la quiero. –terminó de decir– Nanoha, sed felices. –le acarició la mejilla sonriendo con melancolía– Te quiero, Nanoha. –le dijo con extremo cariño mirándola a los ojos y la cobriza sintió un fuerte aleteo en su corazón.
- No hables así, ¡tonta! Parece una despedida y no lo será. Tienes que volver. Prométemelo, Fate-chan. Prométeme que volverás junto a mí. –le suplicaba mientras se lanzaba a sus brazos llorando.
- Haré lo que pueda, Nanoha. –le dijo devolviéndole el apretado abrazo– Tengo que irme. –se separó de ella lentamente– Adiós, Nanoha. –le sonrió y se dirigió a la puerta.
- ¡Fate-chan! –la llamó con desespero– Te quiero. No lo olvides. –le sonrió ruborizada y el gesto fue devuelto– Te estaré esperando… –la rubia asintió y se marchó con esa imagen de su amiga sonrojada.
Esto no podía estar pasando. ¿Por qué tenía que ir Fate a esa misión de inmediato? Partiría el viernes, eso fue lo que le dijo y lo que le escuchó decir en la conversación que escuchó de ella y Hayate... ¿Por qué se adelantó tanto su partida? Y si era un asunto grave, ¿por qué sólo se le requería a ella y no al equipo de Ases al completo? Se sentía nerviosa. Muy nerviosa. Fate jamás había dudado en si regresaría de una misión, por más peligrosa que fuese. Al menos nunca se lo había mostrado como había hecho hoy. ¿Por qué esta vez dudaba? ¿Tan vulnerable se sentía? Por lo que acababa de ver mientras se cambiaba de ropa, la habían lastimado mucho. Rompió en llanto al pensar que existía la posibilidad de que no volviese. Vivio sintió a su madre llorar y fue a su habitación corriendo. Al verla en ese estado, la pequeña comenzó a llorar también mientras abrazaba a su madre sin saber exactamente qué había pasado. La niña vio, sobre la cama, la ropa que su rubia madre estuvo usando horas antes y entonces pensó que, quizás, su Fate-mama se había ido para siempre por decirle que ella la odiaba.
- Fate-mama, ¿se ha ido? –preguntó temerosa– ¿Se ha ido porque le dije que la odiaba? –la oji lavanda se recompuso.
- No, Vivio. Fate-mama tuvo que partir a la misión de manera inmediata. –la niña abrió los ojos como platos.
- ¡Pero yo no me disculpé! No le he dicho que no era cierto lo que le grité. –decía desesperada– ¿Y si no vuelve? –la pequeña lloraba desconsoladamente.
- Vivio… –su madre la cargó en brazos y entró con ella a la cama que compartía con la oji borgoña– Fate-mama tiene que volver, tiene que volver… –la envolvió en un apretado abrazo para darse así confort mutuo e intentar dormir a pesar de la incertidumbre y el dolor que sus corazones sentían.
…
Nanoha quiso obtener todas las respuestas de su castaña amiga Hayate, pero fue imposible. Ni ella misma tenía acceso a la carpeta de la misión de Fate. Era totalmente confidencial, y eso, hacía a Nanoha sentirse más nerviosa aún conforme los días iban pasando y no se sabía nada de la oji borgoña ni de si la misión había finalizado con éxito. Lo único que había podido comprobar era que llegaban demasiados magos heridos, algunos de gravedad, al consultorio de Shamal; pero ninguno se trataba de su rubia amiga y no sabía si eso era una buena o mala señal. Así pasaron sus días de angustia hasta que llegó el tan ansiado domingo. El día en el que Fate prometió que regresaría junto a ellas. Nanoha preparó el postre favorito de la rubia junto a su pequeña. Querían recibirla con esa sorpresa. Querían verla ya y expresarle todo lo que sus corazones sentían. No podían esperar mucho más, pero, lamentablemente, las horas se fueron y no hubo ninguna noticia. Nada. Absolutamente nada. Vivio se durmió en el sofá esperando por su rubia madre mientras Nanoha no dejaba de dar vueltas y asomarse por la ventana de la sala prácticamente cada minuto, pero Fate no volvió. ¿Por qué? ¿Por qué no volvía? Ella le había prometido que volvería en el día de hoy. Siguieron pasando las horas y no regresó. La cobriza, totalmente decepcionada y preocupada, cargó a su hija en brazos y la llevó a su cama para después irse ella a la suya, a la que compartía con la oji borgoña. Como cada noche, lágrimas resbalaron por sus mejillas cayendo en la almohada. Dolía. Dolía demasiado su ausencia. ¿Por qué tan sólo no se comunicaba y se dejaba ver? Cada segundo, minuto, hora, día sin saber de ella era un golpe de desolación para su corazón. Miedo y desesperanza era lo que sentía desde que Fate abandonó el hogar para ir a la misión. Continuó ahogando su llanto en la almohada hasta que, exhausta, durmió hasta el día siguiente. Y así se repitieron los días convirtiéndose en semanas y las semanas en meses.
Habían pasado seis meses desde que Fate debería de haber vuelto de la misión. Seguía sin noticias de ella y eso la desesperaba tanto… Se dirigió, como cada día, al despacho de su amiga y jefa para hacerle el mismo interrogatorio que le hacía diariamente desde aquél amargo día. Justo iba a tocar la puerta cuando ésta se abrió dando paso a una rubia mujer. Ambas abrieron los ojos en sorpresa, y tras una leve despedida de la rubia, entró en la oficina.
- Buenos días, Hayate-chan. –se sentó en el asiento frente a ella– ¿Qué hacía Carim-san aquí? –la castaña no decía nada– ¿Hayate-chan?
- Rein, ¿podrías dejarnos a solas? –se levantó de su asiento, rodeó su escritorio para apoyarse en él y así quedar frente a la cobriza– Necesito mantener esta conversación con ella en privado. Por favor, ocúpate de que nadie nos interrumpa.
- ¿Seguro? –le preguntó su ayudante y la oji celeste asintió– Avísame si necesitas algo. –dijo y se retiró.
- ¿Hayate-chan? –la llamó una vez que estuvieron completamente solas– Dime, ¿qué está pasando? –le suplicó nerviosa– Tú nunca le pides a Rein que te deje a solas, y menos aún conmigo…
- … –suspiró– Nanoha-chan… –la miró a los ojos– La directora Gracia me ha traído noticias sobre la misión de Fate-chan. –dijo seria y a la cobriza le dio un vuelco el corazón.
- ¿Dónde está? ¿Está bien? ¿Cuándo volverá? –preguntó agitada.
- … –bajó la mirada y la cobriza se tensó– … –volvió a suspirar antes de enfrentar su lavanda mirada– La misión de la capitana Fate se complicó... Su misión sigue siendo confidencial, así que solo puedo decirte que consistía en una orden de arresto. Por desgracia, terminó siendo una misión de rescate… –con cada palabra, la cobriza se sentía más nerviosa.
- ¿Qué… qué quieres decir con misión de rescate? –preguntó con un nudo en la garganta e incapaz de decir una sola palabra más.
- La capitana Fate fue capturada, Nanoha-chan… –la cobriza dio un brinco de su asiento.
- ¡No! ¿Dónde está? ¿Por qué no se nos avisó antes?
- Siéntate y cálmate, Nanoha-chan…
- ¡No me pidas que me calme cuando se trata de Fate-chan! –gritó exasperada.
- La operación de rescate ya se llevó a cabo. Estuvo a cargo del almirante Chrono Harlaown. –la oji lavanda abrió los ojos como platos y se volvió a sentar– La capitana Fate estuvo en cautiverio 3 meses... –la cobriza se volvió a sorprender y la angustia era más que evidente en su rostro.
- ¿Por qué no se me ha informado antes? ¡Ha estado tres meses capturada, Hayate-chan! ¡Tres meses! ¿Cómo…? –la castaña no la dejó terminar.
- Cuando la encontraron, estaba inconsciente…
- ¿Qué? –preguntó sin aliento.
- Nanoha-chan… –la castaña suspiró con pesar– No se nos informó antes hasta que no fuese oficial… –volvió a suspirar– Fate-chan llegó al hospital militar en estado de coma…
- … –palideció– No… No… –dijo con la voz entrecortada y con lágrimas cayendo raudas por su rostro– Ella no… ¡Tengo que ir de inmediato! –se puso en pie de un salto.
- Nanoha-chan… –la detuvo sosteniendo su brazo– Fate-chan ya no se encuentra allí…
- ¿Qué… qué quieres decir?
- Sentémonos...
…
Después de haber hablado con Hayate, Nanoha no acudió a su puesto de trabajo, volvió a su hogar. Gritó y lloró hasta que ya no salió nada más, hasta que sus lágrimas se secaron. Agotada y, sin darse cuenta, se durmió durante lo que parecieron horas. Al despertarse y mientras se cambiaba de ropa, nuevas lágrimas cayeron recordando todo lo que le había contado Hayate. Aún no podía creérselo. No podía ser cierto… Tomó un pequeño equipaje y guardó un par de prendas. Tendría que hacer el viaje más difícil y duro de su vida. Se limpió las lágrimas y se dirigió de nuevo a la base donde su portal de teletransportación estaría listo. ¿Cómo se lo contaría a su hija? No estaba preparada para encontrarse con Lindy Harlaown, pero necesitaba hablar con ella. Sólo así podría aceptar la situación.
- Fate-chan… ¿por qué? –se preguntaba intentando retener las lágrimas– Si te hubiese abierto mi corazón… Si hubiese sido sincera, quizás no habrías cometido las locuras que cometiste y ahora estarías aquí conmigo… ¿Cómo voy a seguir sin ti? –rompió en llanto de nuevo mientras esperaba a que el portal se abriese.
- Nanoha-chan… –la abrazó su castaña amiga y jefa sin esperarlo– Tómate el tiempo que necesites. Cuidaré de Vivio-chan. Vuelve cuando estés lista y obtengas las respuestas que buscas. –recibió un débil asentimiento– Cuídate, Nanoha-chan. Te estaremos esperando. Si no vuelves antes de que comiencen las vacaciones de Vivio-chan, iremos a buscarte. Hasta pronto. –se separó de ella y la dejó marchar.
Cerró los ojos mientras se teletransportaba. Los abrió lentamente al recibir un aroma que le era conocido. Se volteó sobre sí misma y se encontró con unos ojos lavanda que la miraban con amor y compasión. Sólo bastó con que extendiera sus brazos para que la cobriza saliese corriendo para su madre y la abrazase fuertemente mientras volvía a llorar.
- Lo siento, Nanoha-chan. Lo siento mucho. –dijo su madre mientras acariciaba su cabeza lentamente intentando reconfortarla– Ven, entremos en casa. –dijo al cabo de unos minutos.
- Mamá… ¿cómo…? –intentaba preguntar, pero la voz no le salía.
- Hayate-chan me llamó y me contó lo sucedido. Me dijo que vendrías. Nanoha-chan, sigo siendo tu madre y puedes recurrir a mí cuando no tengas fuerzas para seguir adelante. Lo de Fate-chan ha sido horrible, pero…
- No sigas mamá... –la detuvo y siguieron caminando hacia el interior del que fue su hogar.
Su madre la obligó a comer y descansar algo. Nanoha tenía unas ojeras horribles. Había mucho sufrimiento en su mirada. Esos ojos violáceos que siempre habían estado llenos de vida, ahora se encontraban muertos, apagados, sin brillo ni esperanza alguna. La cobriza hacía movimientos mecánicos. Sentía que le habían arrancado una parte de ella y sin ella no sabía vivir. Ese día, por primera vez en mucho tiempo, durmió durante más de doce horas… Todo este tiempo que estuvo esperando por Fate le había pasado factura.
Al día siguiente, despertó temprano y ayudó a su madre a preparar el desayuno. Su padre y hermanos habían ido a entrenar. Su madre no dijo nada. Sabía que su hija estaba pasando por uno de los peores momentos de su vida, pero obligarla a hablar no era una buena opción. Tendría que esperar a que estuviese lista para desahogarse. Intentó que se sintiese cómoda y le dio el calor que creía que necesitaba en esos momentos. La cobriza menor no sonreía, pero agradecía enormemente el gesto de su madre. Ahora que ella también era madre entendía todos los sufrimientos internos que ello conllevaba. El saber que tu hija lo está pasando mal y no poder hacer nada para solucionarlo, sólo darle el apoyo y cariño que la haga sentir mejor. Nanoha apoyó su cabeza en el hombro de su madre.
- Cuando desayunemos iré a ver a Lindy-san, mamá. Necesito respuestas, y aunque sé que ella tampoco las tiene, sé que es la única con la que puedo hablar. Lo necesito para poder avanzar, mamá. No sé cómo lo voy a hacer sin ella, pero…
- ¿Quieres que te acompañe? –la cobriza menor negó– Está bien. –suspiró– Te quiero, Nanoha-chan. –le dio un beso en la cabeza.
Terminaron de preparar el desayuno y desayunaron juntas y en silencio. Un silencio cómodo y cálido que la hacía sentir en paz. Cuando terminaron, recogieron juntas y Nanoha se marchó. Para llegar a casa de Lindy tenía que pasar por el puente de madera que fue testigo del comienzo de una gran amistad con Fate. Se detuvo unos minutos ahí, mirando hacia donde se dieron su primer abrazo y donde Fate la llamó por primera vez por su nombre. Fue tanto lo que sintió en ese momento. Quizás no lo entendió en su momento porque eran tan sólo niñas, pero lo que la rubia la hacía sentir con tan solo llamarla o tomarla de su mano, era indescriptible. Cuánto le gustaría volver al pasado para volver a revivir todo eso. Cuánto le hubiese gustado haber reconocido antes ese sentimiento tan hermoso que la oji borgoña le despertó. Desde aquel momento en que se volvieron a reencontrar, jamás pensó en la probabilidad de tener una vida alejada de Fate. Para ella nunca existió esa posibilidad. Siempre iban a estar juntas. Siempre… Cerró sus ojos al sentir que lágrimas volvían a escapar de sus ojos. No podía permitirse llorar antes de llegar a casa de Lindy. Esa mujer peliacua, que sin querer se convirtió en una madre para ella. Una mujer con la que pudo contar en todo momento cuando se encontraba alejada de su madre biológica. Se limpió las lágrimas y volvió a poner rumbo a ese hogar en el que tantas veces había estado. Al llegar, se encontró a Arf barriendo la entrada de la casa. Levantó su mirada al sentir una presencia y se sorprendió visiblemente al ver a Nanoha. Tras saludarse, la pequeña pelinaranja acompañó a la cobriza hasta donde se encontraba la peliacua. Una vez en la sala, se marchó de allí para dejarlas a solas.
- Nanoha-chan... Hayate-chan se comunicó conmigo para hacerme saber que vendrías…
- Lindy-san, siento molestarla, pero…
- Lo sé. Quieres respuestas… –suspiró y se puso en pie– Acompáñame, por favor. –dijo tras terminar su taza de té y ponerse en pie– Sé que tienes muchas preguntas, Nanoha-chan. –decía mientras se dirigía al jardín trasero– Pero yo no puedo responderte… –le señaló hacia un lugar del jardín para que fuese hasta allí– Espera ahí un momento.
Nanoha asintió e hizo lo que la peliacua le dijo. Salió al jardín y se sentó en aquel banco de madera blanco en el que tantas veces se había sentado con su rubia amiga. Recordó todas las veces que había estado en ese jardín disfrutando de su compañía. Lágrimas amenazaron con salir, pero tuvo el suficiente autocontrol para retenerlas. Suspiró y cerró los ojos. Tendría que afrontar la verdad y, lo peor de todo, contárselo a su hija. Pasaron unos minutos antes de que alguien saliese al jardín con ella.
- Nanoha…
- … –la oji lavanda abrió los ojos como platos y se volteó lentamente.
- Hola, Nanoha… –se acercó un poco a ella.
- No… ¿Por qué? –se puso en pie y, a pesar de sus heridas, se lanzó a sus brazos cayendo ambas al suelo– Fate-chan, Fate-chan, Fate-chan… –repetía su nombre una y otra vez sin dejar de llorar.
Fate la dejó que se desahogara. Realmente la había extrañado. Jamás pensó que podría añorarla tanto, pero sería una completa idiota si, después de todo lo vivido juntas, no le daba las respuestas que había venido a buscar y la alejaba de su vida así sin más. Era su mejor amiga y no merecía ese trato. Cuando la sintió más relajada, habló.
- ¿Nos incorporamos? –le preguntó dulcemente y la cobriza negó fervientemente– ¿Quieres que hablemos así? –rió un poco al sentir el asentimiento de la cobriza– Está bien… –suspiró y aguantó el dolor que sentía– Lo siento, Nanoha. No puedo contarte nada acerca de la misión porque es confidencial, pero sí puedo explicarte los motivos que me llevaron a esta decisión… –la cobriza no decía nada– Lo cierto es que me ha sorprendido que hayas venido en busca de respuestas. –suspiró nuevamente– Pensé que aceptarías la decisión y ya está… Olvidé lo obstinada que eres. –la cobriza soltó un tierno gruñido– Cuando desperté del coma quisieron avisarte, pero yo me negué. –la oji lavanda se sorprendió– No quería que me vieses en ese estado. No quería que sintieses lástima por mí, así que le dije a mi madre que vendría a la Tierra a terminar de recuperarme. Estando aquí, pensé mucho en nosotras… Como te dije antes de marcharme, Vivio y tú siempre habéis sido mi familia. No hay personas en este mundo a las que quiera más que a vosotras dos. Obviamente quiero a mi familia, pero lo que siento por ti, Nanoha, eso no lo puedo expresar con palabras. –la cobriza sintió su corazón latir fuertemente– Me habéis hecho sentir tanto amor y calidez que nunca podré agradecéroslo lo suficiente, Nanoha.
- ¿Por qué, Fate-chan? ¿Por qué no quieres volver? ¿Por qué has renunciado a lo que tanto esfuerzo te costó conseguir? ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué quieres alejarte de mí y de Vivio?
- Merecéis ser felices, Nanoha. Forma tu propia familia con esa persona de la que estás enamorada. Vivio necesita un padre…
- ¡No! –vociferó– Vivio no necesita un padre. Vivio necesita a sus dos madres. Y yo, Fate-chan, yo... te necesito a ti... –levantó su cabeza y acercó su rostro al de la rubia presionando sus labios de forma muy suave y temblorosa contra los de la oji borgoña, haciendo que ésta abriera los ojos en sorpresa.
- ¿Na… Na… Nano….ha? –la llamó nerviosa y muy sonrojada, pero sin separarse de ella.
- Teníais razón, Fate-chan. Estoy enamorada… locamente enamorada… –esperó unos segundos– …de ti. Te amo, Fate Testarossa Harlaown. –confesó contra sus labios haciendo que la oji borgoña se estremeciera– Tú eres la persona que ha conseguido hacer que mi corazón se salte latidos o se acelere de manera desbocada. –dijo sonrojándose.
- ¿Qué? –se sorprendió y puso en pie con ayuda de la cobriza tomando de nuevo las muletas que habían caído al suelo junto a ellas.
- Te amo, Fate-chan. –le volvió a repetir abrazándola por el cuello y pegando sus frentes– No quiero que te alejes de mí. Tú también has sido siempre mi hogar. Yo sólo quiero estar contigo. Por favor, quédate conmigo… con nosotras. Vivio y yo te necesitamos en nuestra vida. Tú y Vivio sois la familia que yo siempre he deseado formar. Tú eres la persona que quiero a mi lado por el resto de mi vida. Por favor, Fate-chan, vuelve a casa con nosotras.
- Nanoha… Vivio me odia… –bajó la mirada.
- Eso no es cierto y lo sabes, Fate-chan… Las dos te amamos. Vivio te extraña mucho y quiere verte. Vivio lo pasó muy mal cuando supo que te habías marchado y no te había pedido disculpas... Cuando Hayate-chan me contó lo que había pasado y la decisión que habías tomado, no podía creerlo. Sentí como si me hubiesen arrancado un trozo de mi alma... Piénsalo, Fate-chan. Si no quieres volver, yo también renunciaré y viviremos aquí en la Tierra. Mi hogar es donde estés tú, Fate-chan. No quiero otro hogar que no sean tus brazos.
- Nanoha… –dijo en un hilo de voz– Yo también te amo. –dijo antes de besarla suave y lentamente sellando el amor que pensó nunca sería correspondido– Pero no quiero que renuncies. Vuelve a Midchilda. Te prometo que cuando me recupere, iré y decidiremos qué hacer.
- No, Fate-chan. Hayate-chan me dijo que me tomara el tiempo que necesite para obtener respuestas, así que pienso quedarme aquí, contigo. Voy a estar a tu lado. No te voy a dejar marchar. –la acompañó a sentarse al banco, tomó una de sus manos y entrelazó sus dedos– Esperaremos a Vivio. En una semana tendrá sus vacaciones y vendrá a la Tierra con Hayate-chan, así que pienso aprovechar esta semana al máximo contigo. –le dio un tierno beso– No lo olvides nunca, Fate-chan… Te amo y siempre te amaré.
- No lo olvidaré, Nanoha. También te amo.
-FIN-
Sé que llevo tiempo sin publicar ninguna historia. Aún tengo pendiente por subir "Tormenta de arena", pero no me da la vida para hacer tantas cosas a lo largo del día... Sin embargo, hoy, 5 de abril, quise publicar este one-shot por motivo de mi cumpleaños. Sí, hoy, yo, Miko86 cumplo años!
Espero que os haya gustado este pequeño pero intenso NanoFate. ¿Quiénes pensaron que Fate había muerto? Lo sé, el final es un poco apresurado, pero lo escribí en un rato libre que tuve... El próximo será mejor.
Un saludo a todos y espero poder publicar una nueva historia pronto.
