Hola(?
Advertencia de lenguaje vulgar(? estoy escribiendo la nota un día antes de subirlo, así que no sé si me habrán puteado en el anterior por no poner advertencia de muerte de personaje, así que, advertencia, se muere alguien ahre.
Historia para el itafushi week 2021 (arroba itafushiweek en twitter, vayan a seguirles). Día dos: hurt/confort/rayolty au/"you're beautiful."
Disfruten.
La realidad es que tienen los días contados, pero–
Pero la otra realidad es que no.
Va a ser el próximo Rey, por favor, nadie podrá decirle qué puede y qué no puede hacer. Tal vez su Reina. Definitivamente Yuuji. Dios, movería el cielo, ordenaría que removieran las montañas, le haría un puto lago si él lo pedía.
—Esto no puede seguir.
Cierra los ojos y respira profundo, tratando de ahuyentar el recuerdo de su cabeza.
No puede decirle eso, y no lo dice porque sea el próximo Rey, sino que, simplemente, no puede decirle eso. Yuuji lo ama, se lo ha dicho, esto no es algo que haría si lo amara.
Era… injusto. Injustificado. Innecesario. Inaceptable.
Cuando lo manda a llamar, todavía no se imagina cómo hará para convencerlo. Golpean la puerta de su despacho y traga duro, porque sigue teniendo los pensamientos desordenados.
—Adelante —dice, calmándose. Cuando Nobara entra, se relaja, pero no dura tanto, porque de inmediato se pone a hablar.
—No nos casaremos aquí —tiene los brazos en jarra y lleva un cuaderno en una mano—, y no hay nada que puedas hacer para que lo hagamos.
Megumi suspira, cansado.
—Es tradición.
—Es una trampa mortal, Megumi —se acerca a su lado y se sienta en el apoyabrazos del sillón de él, dejando el cuaderno en su escritorio—. Elegí algunos lugares que son bastante parecidos, para que no se note tanto en las fotos.
Pasa su mano por su cintura y se inclina hacia delante, para ojear su cuaderno.
—No es una trampa mortal, estás exagerando —defiende. Está hablando de su palacio, después de todo.
Nobara se gira y lo mira con una mueca.
—¿Qué?
—Esta mañana cayó un trozo del techo. De la nada. En medio del salón.
Él rueda los ojos.
—No puedes arriesgarte a un escándalo —argumenta ella y casi parece que lo tiene practicado—, los rumores de que estás en quiebra son fuertes, y si se descubre que tu palacio se cae a pedazos, será una confirmación. Y de ahí, llegarán a nosotros de inmediato.
Nosotros. Todavía no se acostumbra.
—Haremos arreglos —ofrece—, reforzarán el techo del salón y del vestíbulo, las partes principales para la boda.
—No terminarán a tiempo, ya está anunciada la fecha.
—Entonces, cambiaremos la fecha.
Nobara cierra los ojos y respira profundo.
—Además, todavía falta —continúa Megumi—, en dos meses se pueden hacer muchas cosas.
Dos meses para convencer a Yuuji.
Nobara suspira, se desinfla a su lado y apoya su cabeza sobre la de él.
—No nos casaremos aquí —murmura.
—No está decidido —responde él.
Se oyen dos golpes en la puerta y Yuuji asoma la cabeza.
—Ah– creí que estabas solo —dice, riendo tímido. Megumi se remueve y se aclara la garganta—. Puedo volver luego.
—No, no, yo tengo cosas qué hacer —dice Nobara, levantándose. Se inclina a Megumi y lo besa apenas—. Esto no ha terminado.
Resopla apenas, divertido. Nobara camina hacia la puerta y cuando está junto a Yuuji, le da un apretón en el hombro.
—Nos vemos luego.
—Nos vemos —sonríe amplio, con las mejillas apenas rosadas del bochorno.
Nobara ríe y cierra la puerta tras ella. Yuuji ríe suave también y Megumi lo mira con tanto deleite, que le parece que esto es correcto.
—¿Pasa algo? —su voz lo saca del ruido estático de su cabeza. Yuuji sigue parado en su lugar y Megumi se reclina en su asiento.
—Nada en especial.
—¿Entonces…? —le da pie para que hable, pero él lo mira como si no supiera, solo para ganar segundos más, aunque es en vano, porque su cerebro ya no quiere pensar—. Me mandaste a llamar.
—¿Quieres acercarte?
Nunca dice acércate o ven o bésame. Se siente incorrecto. Siente que lo ordena y es lo que menos quiere con Yuuji. Y si bien se siente raro preguntarle ¿quieres?, a Yuuji nunca le molesta. No tiene reparos ni vergüenza a la hora de responder.
Como dato extra, le encanta eso de él.
—Claro que quiero, pero… —Yuuji suspira y se pasa una mano por el cabello—, sé porqué es esto.
Megumi no responde.
—¿No dirás nada? —se cruza de brazos, pero después pone sus manos en sus bolsillos, porque parece que el tema lo altera tanto como a Megumi—, ¿ningún argumento nuevo?
—Mis argumentos no te convencen —se encoge de hombros.
—Tus argumentos son te amo, Megumi.
—No te convencen —repite. Apoya un brazo en el asiento y reposa su cabeza en él, mirándolo—, entonces, ¿quieres venir o no?
Suspira, pero no es un suspiro exasperado, tal vez uno resignado, aunque Megumi no está seguro si es con él o no.
Se acerca veloz, rodea el escritorio y se apoya en él, delante de Megumi, como tantas veces la ha hecho antes. Se cruza de brazos y lo mira de arriba, como si lo reprendiera por haberlo hecho ir hasta ahí.
—¿Cuáles son tus argumentos para terminar? —murmura Megumi.
Levanta los dedos, enumerando—, está mal, es injusto con Nobara, si se descubre…
Yuuji suspira y Megumi toma su mano. La lleva a sus labios y besa apenas sus nudillos.
—Si se descubre, tendrás tantos problemas —termina Yuuji, acariciando su mejilla.
—Tengo más problemas perdiéndote.
Yuuji ríe y se inclina, apoyando su frente contra la del otro.
—Eres empalagoso.
—No quiero perderte —murmura y su tono sale lastimoso, sin querer.
—Megumi…
Yuuji cierra los ojos.
—¿Qué tengo que hacer para que no me dejes?
Él niega.
—Yuuji.
Yuuji acaricia sus mejillas y levanta su mentón para besarlo. Exhala por la nariz y Megumi siente el aire caliente contra la mejilla, tan agradable, tan reconfortante.
—Tienes que cancelar la boda —susurra contra sus labios—, pero no puedo– no quiero pedirte eso.
Se separa y deja a Megumi con las palabras en la boca, a pesar de que no lo calla y que, en realidad, puede hablar mientras lo ve alejarse.
Pero, a la vez, no puede hablar.
Le da vueltas, veinte vueltas, lo piensa, lo analiza, pero no hay solución. No puede cancelar la boda y no puede perder a Yuuji. ¿Por qué no puede tener ambos?
Nunca fue caprichoso ni mimado, nunca pidió nada. ¿Por qué no puede tenerlo?
Lo encuentra caminando por el salón, cargando dos floreros. Como nunca, el salón está vacío y lo agradece tanto.
—Yuuji —dice, caminando veloz en su dirección. Él sonríe y lo saluda, pero Megumi va al grano—. Medité lo que dijiste.
Su expresión cambia drásticamente.
—Megumi —susurra—, no creo que sea el lugar…
—No puedo dejar a Nobara.
Yuuji suspira—, lo entiendo, la quiebra–
—No es por eso —interrumpe y pone sus manos sobre las de él, que todavía sostienen los jarrones—. Yo… también la quiero. Quiero a los dos y no puedo perderlos.
Lo mira a los ojos, pero lo que se encuentra es el ceño fruncido de él y sus ojos dolidos. Yuuji da un paso hacia atrás y niega.
—Esto no es así, Megumi —vuelve a negar, como si no creyera lo que dice—. Yo no quiero compartirte, eso no funciona para mí. Y no quiero que la dejes a ella, quiero– quiero terminar. De verdad.
—Pero– te amo, no puedo perderte, eres– —mi persona, a quien necesito, mi razón de respirar—, eres hermoso.
Niega y se voltea, caminando hacia el lado contrario.
—No, Megumi–
Pasa lento.
Tal vez, después de todo lo que había dicho Nobara, se lo tuvo que imaginar, aunque habría sido imposible de hacerlo.
Todos se acercan corriendo y, pensándolo en retrospectiva, debió haber hecho algo de inmediato.
Pero viendo a Yuuji en el suelo, debajo de la araña que solía decorar el techo del salón, lo único que puede pensar es no, no, no.
No es justo.
Graicas por leer!
vayan a leer el día uno jaja será relevante en el futuro(?
síganme en twitter arroba 1000i_g
Saludos
