Disclaimer: Todos los personajes de Naruto y Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.

Resumen: Sakura, Ino, Kiba y Shikamaru vivían atormentados por su jefe, Uchiha Sasuke, un alfa severo y sumamente estricto que mantenía a raya a sus subordinados.

Solían preguntarse si sería igual de invivible en su hogar, y si habría alguien capaz de soportarlo en el día a día. O de enamorarlo.

Su respuesta llegó en la forma de Uzumaki Naruto, que había sido contratado temporalmente por la empresa y que ocultaba un curioso secreto.

Advertencias:

-Mpreg.

-Omegaverse.

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Capítulo único

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Era un día como cualquier otro para los empleados de Konoha Inc. En particular, para un peculiar grupo de colaboradores que trabajaban bajo el cargo de una de las personas más estrictas que podrían hallar jamás en cualquier compañía.

No es que ellos detestaran a su jefe, pero podía ser un verdadero dolor en el trasero cuando se lo proponía. Nadie podía hablarle en un buen día y ganarse algo más que una mirada severa y una orden para volver al trabajo con amenaza de despido.

Así era Uchiha Sasuke. Un alfa de treintaidós años de cabellos tan oscuros como la noche y ojos del mismo color. O, al menos, sus subordinados pensaban que era un alfa. Con los bloqueadores que les obligaban a usar en la empresa, era imposible saber con certeza quién era alfa, beta u omega, ya que la manera de identificarlo era a través del olor.

Dichos bloqueadores eran utilizados como medida de seguridad, para que todos los trabajadores no tuvieran que preocuparse de sufrir acoso por su género, para disminuir la discriminación entre los puestos, y para evitar situaciones no deseadas con respecto a los celos de alfas y omegas.

En fin, a menos que alguien le preguntara directamente, solo podían asumir que Uchiha era un alfa. Y, en realidad, con el carácter que se cargaba, no es que lo dudaran mucho. Los alfas solían ser los más agresivos de los tres subgéneros, aunque la verdad es que eso era solo un estereotipo. Uchiha no era en realidad agresivo, sino más bien severo. Una persona que no toleraba ningún tipo de excusas y que, en general, siempre estaba de mal humor.

—No es como si tener una personalidad tan jodida sea propio de algún subgénero. —exclamó Kiba Inuzuka, uno de los subordinados del alfa Uchiha, a sus compañeros de trabajo.

Sakura Haruno, una mujer de cabello rosa y ojos esmeralda, suspiró agotada.

—Es una lástima, porque el tipo está buenísimo. —comentó. Cuando había comenzado a trabajar para Uchiha, había quedado flechada por su belleza. Pocas veces podía encontrarse un hombre tan apuesto. Quiso intentar conquistarlo en un inicio, pero su actitud y la manera tan fría en que los trataba a todos mató todo atractivo que pudiera tener para ella.

Pero eso no quitaba que siguiera siendo el hombre más guapo que hubiera visto jamás.

Pffft. —se burló Kiba. — ¿En serio crees que exista alguien capaz de soportarlo con esa manera de ser?

Ino Yamanaka, una rubia de ojos celestes que también era parte del equipo, soltó una risilla.

—Debe haber alguien que pueda enamorarlo. —mencionó, guardando unos documentos en carpetas plásticas.

—Sin embargo, Uchiha no parece ser del tipo que le interese conocer gente con fines más allá de laborales. —Shikamaru Nara, el cuarto integrante del equipo, habló en un tono aburrido, sin tener ganas de seguir hablando de su jefe. Ya era suficiente el trabajo que les ponían como para que, además, fuera el tema de conversación de la oficina.

—Tal vez ya esté emparejado y no lo sepamos. —volvió a comentar Ino, con gesto pensativo.

Debido a que los bloqueadores evitaban que los cuerpos de quienes los usaban expidieran cualquier tipo de aroma, nadie podía saber si sus colegas estaban enlazados o no a menos que estos decidieran contarlo. Eso o, en el caso de los omegas, se les viera la marca de pertenencia de un alfa en el cuello.

—Lo dudo. —exclamó el Inuzuka. —Porque, en serio, ¿quién sería capaz de soportarlo?

—Disculpen.

El cuchicheo que había en el lugar se detuvo de golpe cuando un joven, que debía rondar los treinta cuánto mucho, apareció por el pasillo. Era un hombre rubio con unos ojos azules bien despiertos y amigables, unas marcas que asemejaban bigotes en sus mejillas, y de piel ligeramente bronceada.

—Lamento interrumpir. —se disculpó ante los presentes, avergonzado de haber interrumpido su, aparentemente, amena plática. —Soy Naruto Uzumaki. —se presentó. —Busco la oficina de Sasuke Uchiha. Está esperándome.

Sakura e Ino se miraron entre sí y luego la rubia se puso en pie con una sonrisa, dispuesta a indicarle el camino.

—Por aquí. —le indicó, para que luego ambos salieran de la oficina en dirección a la que ocupaba el jefe.

-.-.-.-

Uzumaki Naruto resultó ser la nueva adición a su equipo de cuatro personas, aunque de manera temporal. Había sido contratado por medio año como consultor para el nuevo proyecto en el cual estaban trabajando. Era un tipo agradable, simpático y lleno de energía. Le encantaba charlas con ellos, contar historias y escucharlas, y era muy bueno en su trabajo, por lo que todos se sentían a gusto con su presencia en la oficina. Incluso parecía saber cómo lidiar con Uchiha, porque hasta el momento, a pesar de haber sido llamado a su oficina en un par de ocasiones, seguía ejerciendo la labor para la cual le habían contratado.

Las primeras semanas que trabajaron juntos, hablaban de temas bastante neutros. A medida que su amistad con el rubio iba creciendo, al igual que la confianza, comenzaron a soltarse y a retomar sus pláticas de siempre.

O chismes, como Shikamaru prefería llamarlos.

— ¡No te lo creo! —exclamó incrédulo el Uzumaki. —Nadie podría ser tan estúpido.

—Je, créelo. —habló Shikamaru. —Yo mismo tuve que cubrir el trabajo de Kiba cuando se enfermó por confundir harina con avena en polvo.

Naruto soltó una carcajada, que contagió a sus dos compañeras de trabajo instantáneamente. Kiba solo se quejó en voz alta por estar en el blanco de las burlas.

El rubio se arrecostó contra la pared, dándole un sorbo a la taza de café que tenía en sus manos antes de volver a reír por lo bajo.

— ¿Quién confunde harina con avena? —repitió, divertido.

— ¡Se ven igual! —intentó defenderse el Inuzuka.

—En todo caso, el sabor tuvo que haberte dado alerta. —lo molestó Ino. — ¿O es que tu paladar ya está arruinado por tanto café que tomas para sobrevivir?

—Hey, sabes que el café es el amor de mi vida. —abrazó la taza que tenía entre sus manos, acercándola a su rostro como si de un tesoro se tratase.

—Lindo. ¿Qué diría Hinata si te oyera?

—Ella lo entiende.

— ¿Hinata? —preguntó el ojiazul al escuchar el nombre que le era desconocido.

Sakura dejó su taza vacía en su escritorio antes de volverse a mirarlo para contestar.

—Hinata es la novia de Kiba.

—Ooooh, entiendo. —exclamó antes de dar un último sorbo a su café, contemplando su taza vacía.

—Hm, mi omega me mataría si me atreviera a decir algo como eso. —exclamó el Nara con aire ido.

—Oh, sí, Temari da miedo, amigo. —se compadeció su colega.

— ¿Sabes quién sí daría miedo como pareja? —les preguntó Kiba con una sonrisa maliciosa.

—Kiba. —habló Nara con voz fastidiada. —Te juro que si mencionas a Uchiha una vez más…

— ¡Pero tengo razón! —exclamó indignado, alzando los brazos al aire y recostándose en el respaldar de su asiento.

Sakura, Ino y Shikamaru soltaron un suspiro resignado. Si bien concordaban con Kiba, él parecía ser el que tendía a mencionar la vida personal de Uchiha más frecuentemente que todos los demás. Necesitaban un nuevo tema de conversación que no terminara desviándose a su superior para variar.

—Parece que el jefe los tiene traumatizados. —comentó Naruto con una sonrisilla traviesa, aun recostado contra la pared.

Ino suspiró, sentándose sobre su propio escritorio y se cruzó de brazos.

—Es solo que él es demasiado severo, entonces a veces tratamos de imaginar qué tipo de persona es fuera de la oficina.

—Sí. —estuvo de acuerdo Sakura. —Por ejemplo, cómo sería con su pareja o si tiene pareja siquiera.

—Yo insisto en que no creo que haya alguien capaz de soportarlo. O que él soporte.

—Oh, vamos, Kiba. —le sonrió el Uzumaki. —Todo el mundo tiene la capacidad de amar. —dejó escapar en un tono misterioso, observando el techo de la oficina como si fuera lo más interesante que hubiera visto jamás.

Ino se puso de pie con una sonrisa de lado en el rostro, sus ojos brillando maliciosamente.

— ¿Lo dices por experiencia, Naruto?

Este parpadeó, volviendo a poner los pies en la tierra y riendo avergonzadamente, una mano rascando su nuca en un gesto nervioso. Sus mejillas adquirieron un leve tono rosa, apenas perceptible, pero lo suficientemente notorio como para que los presentes se percataran de su sonrojo.

— ¡Estás enamorado! —chilló Sakura con emoción.

¡Shhh! ¡No grites! ¿Quieres que Uchiha venga a retarnos? —se apresuró a callarla Shikamaru, poniendo su dedo índice frente a sus labios en un claro gesto.

Haruno se apresuró a taparse la boca con la mano ante la perspectiva de ser descubierta en modo adolescente por su jefe y correr el riesgo de ser registrada en su lista negra.

— ¡Cuéntanos, Naruto! —exigió Ino en una voz mucho más regulada que la de su compañera, acercándose a él con el rostro emocionado.

En un intento de ponerse en pie para aproximarse al rubio para motivarlo a hablar, el tacón del zapato derecho de la Yamanaka se rompió y la hizo caer hacia adelante. Se escuchó un gritillo agudo de susto de su parte, pero su caída fue detenida por Uzumaki, que evitó que se diera de un solo contra el suelo.

Ino se había aferrado a él como si la vida se le fuera en ello, jalando sin querer la camisa del rubio, lo suficiente para que medio hombro lo quedara al descubierto. Pero lo interesante no fue eso, sino la marca de acoplamiento que adornaba la base del cuello de Naruto, que había quedado al descubierto gracias al desajuste de sus ropas.

La mirada incrédula de Ino se dirigió a su cuello sin poder evitarlo, sus ojos abiertos como platos.

— ¡Estás marcado! —exclamó la rubia sin poder evitarlo.

Eso llamó la atención de los demás en la oficina, especialmente de Sakura y Kiba, quienes, junto con Ino, eran los más curiosos. Se levantaron de su asiento y en medio segundo ya tenían rodeado al ojiazul.

— ¿Eres un omega? —preguntó Kiba, con curiosidad, ya sabiendo la respuesta debido a la marca.

— ¡Y estás enlazado! —chilló Sakura, apartando a Ino para poder ver ella también el cuello de Naruto.

La cicatriz de la mordedura se mostraba orgullosa en su piel. Era de color como dorado, pero más oscuro, contrastando con el tono acanelado de su tez. Un poco a la derecha de esta podía verse también una marca rojiza, claramente un chupetón, que además se notaba bastante reciente.

El Uzumaki se apartó nervioso del grupo, rascándose la nuca con una sonrisa apenada y acomodándose el cuello de la camisa, volviendo a cubrir el poco de piel que había sido expuesta.

— ¿Por qué la escondes? —preguntó Ino, oliendo un chisme interesante.

—No es que la esté ocultando. —se defendió el rubio. —No me importa que vean mi marca. Estoy enlazado y soy feliz con mi compañero. —aclaró, sacudiéndose polvo invisible de la ropa.

— ¿Entonces? —cuestionó la ojiverde.

—Estoy aquí por trabajo. —se encogió de hombros y luego les dirigió una sonrisa. —Además, las camisas de vestir la cubren de todos modos. No es que sea a propósito.

— ¿Qué es todo este escándalo?

Todos se quedaron paralizados al escuchar la grave voz que acababa de hablarles por encima del chismerío que estaban generando.

Ahí, de pie en la entrada del lugar, de brazos cruzados, vestido en un traje nítido y con el ceño fruncido, estaba Uchiha Sasuke.

Debió de haberlos escuchado desde su oficina privada y decidido a salir a poner el orden. Su sola presencia era suficiente para intimidar a cualquiera, y definitivamente sus subordinados no eran ninguna excepción. Todos se apartaron rápidamente de Naruto y se giraron erguidos hacia su jefe, intentando justificarse. Excepto Shikamaru, que como no se había levantado, solo abrió un folder y simuló estar inspeccionando unos documentos.

—S-Señor Uchiha. —tartamudeó Haruno.

—Si tienen tiempo para parlotear fuera de su descanso, he de suponer que el avance de hoy ya está terminado y, sin embargo, yo aún no lo he recibido.

—Discúlpenos, Señor Uchiha. —intervino Yamanaka. —En cuanto esté listo se lo entregaré personalmente.

—Hn. Eso espero. —su ojos negros recorrieron el rostro de cada uno de los presentes, haciendo que Kiba en específico tragara duro. —Vuelvan al trabajo, que para eso se les paga.

En cuanto la presencia del Uchiha desapareció del lugar, todos dejaron escapar un suspiro de alivio.

—Qué horror. —exclamó Kiba, llevándose la mano al pecho, tratando de relajarse.

—Y eso que pudo ser peor. —murmuró Sakura.

—Por eso les dije que no gritaran. —masculló el Nara, dejando los papeles que pretendía revisar de lado.

—Sería mejor que regresáramos a trabajar. —concluyó Naruto, buscando su respectivo asiento.

— ¡Pero antes de eso! —Ino puso las manos en el escritorio frente al Uzumaki, viéndolo fijamente. — ¿Qué tal si nos hablas del chupetón en tu hombro?

— ¡Ino! —la regañó Shikamaru.

El rubio se había colorado hasta las orejas por la pregunta, y se hizo hacia atrás para guardar distancia entre su colega y él mismo.

—H-Hey, no me quejo de mi vida sexual, ¿de acuerdo? —contestó a la defensiva.

—Déjalo, Ino. —volvió a advertirle el Nara.

La susodicha solo se encogió de hombros, soltando después una risilla divertida.

-.-.-.-

—Aquí tienes. —Ino le sonrió a Naruto, dejando una taza de café humeante sobre el escritorio donde se encontraba trabajando.

Ese día ella había sido la encargada de preparar el café para todos. Normalmente se turnaban, ya que todos tomaban y sería injusto que solo una persona lo hiciera si todos resultaban beneficiados.

El rubio parpadeó y dirigió su vista hacia la taza que había sido puesta en frente de él, para luego dirigirle una sonrisa de disculpa a la ojiazul.

—Lo siento, pero no puedo tomar café. —se disculpó, apenado.

—Oh. —la Yamanaka quedó perpleja durante un segundo, ya que normalmente nadie rechazaba una taza de café en el trabajo. —No te preocupes. —sonrió y recogió la taza.

Qué extraño, estaba segura de haber visto tomar café a Naruto varias veces antes. Es más, el día anterior estaba convencida de haberle visto tomar al menos tres tazas en menos de dos horas. Y ahora decía que no podía tomarlo.

¿Estaría teniendo problemas con para dormir y había decidido recortar su consumo diario de cafeína?

Sí, tal vez era eso, pensó mientras le ofrecía a Shikamaru su taza correspondiente.

-.-.-.-

—Oye, Naruto, deberías comenzar a comer un poquito menos. —Sakura le hizo el comentario con tono burlón una tarde durante el almuerzo. —Ya te está comenzando a quedar apretado el traje.

El aludido paró de comer la copa de ramen instantáneo que se había traído a escondidas para voltear a ver a la pelirrosa, mientras que Shikamaru observaba en silencio y Kiba se giraba sobre su silla, interesado en el rumbo de la conversación.

—No estoy gordo. —se quejó, bajando la vista a su abdomen. Se quedó en silencio un minuto mientras se examinaba con ojos curiosos. — ¿Me veo gordo? —preguntó, entonces.

Ino soltó una risita ante su cara de aflicción.

—Deberías dejar de comer tanto ramen. —le regañó Sakura. — ¿No te preocupa que tu alfa deje de encontrarte atractivo?

Con su pregunta, el rubio se volvió a llevar los palillos hacia sus labios, dando otro bocado antes de contestar.

—No tengo por qué hacer o dejar de hacer las cosas solo por complacer a mi compañero. —habló con seriedad. —Si quiero verme bien, será por mí.

—Ya, ¿pero no te preocupa ni un poquito? ¿Y si comienza a fijarse en otros omegas?

—Ya déjalo, Sakura. —la voz de Shikamaru intervino, intentando que la cosa no pasara a mayores.

Naruto se limitó a negar suavemente con la cabeza, dando otro bocado de su comida.

—Él no haría eso. —respondió con seguridad. —Confío plenamente en mi alfa. —y sonrió, dejando el tema por zanjado, dedicándose a terminar el delicioso manjar que tenía entre sus manos.

Sakura asintió levemente, maravillada por la confianza que Naruto parecía tenerle a su compañero. Ella no creía llegar a sentirse así de segura consigo misma si se viera en una relación en el futuro. Pero tener esa seguridad en su pareja… Wow. Ojalá el alfa con quien Naruto estaba acoplado lo mereciera.

-.-.-.-

Según pasaba el tiempo, el estómago de Naruto iba notándose más y más hinchado. Esto llamó la atención de sus compañeros de oficina, quienes no comprendían cómo le hacía para engordar con esa facilidad.

—Oye, Naruto. —esta vez fue Kiba quien comenzó. —No es que quiera parecer grosero como Sakura hace unas semanas. —la pelirrosa soltó una queja, indignada. —Pero en verdad… ¿No estarás comiendo mucho?

—Que no estoy gordo, oigan. —se quejó, haciendo un puchero.

— ¿Y entonces?

Shikamaru soltó un suspiro, asombrado de que nadie más se hubiera dado cuenta de lo que en realidad le pasaba al omega. Especialmente por la manera en que Naruto solía acariciar su estómago cuando estaba distraído y creía que nadie lo veía.

—Estoy de encargo. —masculló mientras se llevaba las manos al vientre, un ligero rubor cubriendo sus mejillas.

Las quijadas de Ino, Sakura y Kiba cayeron hasta el piso.

— ¡¿Estás embarazado?! —exclamó Sakura.

— ¡¿Desde cuándo?! —preguntó Ino.

Kiba solo se limitó a observarlo con los ojos como platos y la boca abierta, totalmente pasmado.

—Desde hace casi cinco meses. —confesó. —Pero lo supe hace poco más de un mes.

— ¿Y tú por qué no estás sorprendido? —reclamó la rubia al alfa Nara, quien les miraba con ojos aburridos.

—Ya lo sabía. —contestó con simpleza.

— ¡¿Qué?! —exclamaron los otros tres.

—No es que fuera tan difícil. Naruto dejó de tomar café hace varias semanas y no se quita las manos del estómago. —ante esto, el aludido se sonrojó hasta las orejas y escondió sus manos detrás de su espalda. —Además, para estar subiendo de peso como ustedes decían, lo único que parecía engordar es su vientre. No su rostro, ni brazos, ni nada. —explicó con simpleza.

— ¿Cómo te fijas en esas cosas? —preguntó confundido el omega.

Shikamaru solo se encogió de hombros y se metió las manos en los bolsillos, sin intenciones de ofrecer más explicaciones. No es que fuera tan difícil, en serio. Todos sus amigos eran solo demasiado despistados como para notar ese tipo de detalles, que eran, a decir verdad, ridículamente evidentes.

Oh, bueno.

Hubo un silencio que duró algunos minutos en lo que Kiba, Sakura e Ino digerían las noticias, durante el cual Naruto aprovechó para sacar su almuerzo. Era, para varias, pollo a la plancha con arroz y una buena porción de vegetales. Muy sano y todo, pero él hubiera preferido ramen.

— ¿Y cómo reaccionó tu alfa cuando se enteró que serían padres? —preguntó la rubia beta, rompiendo el silencio con voz emocionada.

Naruto se llevó la mano a la nuca, soltando una risilla avergonzada.

—Lo supo desde el inicio.

— ¿Cómo? Si nos dijiste que apenas te enteraste hace como un mes.

—Pudo olerlo. —reveló. —Y el muy bastardo dijo que no mencionó nada para ver cuánto tardaba en darme cuenta. —frunció el ceño para sí mismo, recordando el momento en que su compañero se había burlado de él cuando se enteró que estaba encinta.

— ¿O sea que tardaste tres meses en darte cuenta? ¿Y cuando no tuviste tu celo durante esos meses no se te ocurrió sospechar?

Los omegas solían tener celos que duraban de dos a tres días cada mes, pero estos dejaban de aparecer cuando había un embarazo, puesto que su objetivo era precisamente el de procrear, así que seguirlos teniendo cuando ya se estaba encinta no tenía sentido.

—La verdad es que ni siquiera lo había notado. —soltó una carcajada, sabiendo que la situación era ridícula y que era algo lento para notar las cosas.

—En serio eres despistado.

—Hey, Naruto. ¿Y puedes sentir al bebé moverse ya?

—A veces. —confesó, con una sonrisa. —No se mueve tanto, es muy tranquilo. Se parece a su padre en ese sentido.

— ¡Es verdad! —exclamó de repente Sakura. —Cuéntanos de tu compañero. Nunca nos hablas de él.

—Cierto, y ya estamos aburridos de oír solo a Kiba hablando de Hinata todo el día. —bromeó Ino, su mirada dirigiéndose al Inuzuka, que hizo un puchero fingiendo estar ofendido.

—Hasta Shikamaru habla sobre Temari de vez en cuando. —comentó la pelirrosa.

— ¿Qué quieren saber?

— ¿Cómo es? ¿Tiene nombre? ¿Cuándo se conocieron?

Kiba soltó una risa socarrona.

— ¿Cómo no va a tener nombre? —preguntó con sorna.

Naruto rio ante la actitud de sus compañeros y acarició su vientre de manera distraída.

—Pues… Lo conocí en la escuela, cuando ambos teníamos como doce. Era un tipo antipático y arrogante que no hablaba con casi nadie. —comenzó a relatar, poniendo una expresión pensativa en su rostro. Sus compañeros le miraban con atención. —Discutíamos por todo y, como estaba harto de su actitud de "soy mejor que todos ustedes" le declaré que seríamos rivales, así que comenzamos a competir en cada cosa que hacíamos.

—Qué problemático. —suspiró Shikamaru, apoyando su mentón en su mano.

— ¿Y entonces cómo terminaron juntos? —preguntó una confundida Ino.

—Una vez, cuando ya había cumplido quince, tuve un celo prematuro luego de que terminaran las clases. Me quedé encerrado en el baño sin poder salir, porque sabía que el olor atraería compañía no deseada, y no tenía manera de llamar a nadie para que me ayudara. —se rascó la mejilla, sin mostrarse afectado por lo que contaba, mientras que sus colegas le observaban sorprendidos. —Pero al final me arriesgué porque no podía quedarme ahí el resto del día.

— ¡Eso fue muy valiente! —comentó Ino.

—O muy estúpido. —rebatió Kiba.

El rubio le sacó la lengua al Inuzuka.

—Al final sí me topé con un par de alfas que quisieron pasarse de listos, pero él me encontró, los ahuyentó y me ayudó a llegar a casa.

— ¡Qué noble! —exclamó la ojiverde, a lo que Naruto solo sonrió.

—Se quedó conmigo hasta que mis padres regresaron a casa, sin intentar propasarse ni una sola vez. Nos volvimos amigos después de eso, aunque creo que ya lo éramos antes. Luego una cosa llevó a la otra y comenzamos a salir como un año después.

—Joder, qué gran historia.

—Y lo demás supongo que ya se lo imaginarán. —dijo con un deje de diversión, palmeando suavemente su abultado vientre.

—Si están tan entretenidos conversando, supongo que el trabajo de hoy ya estará terminado, ¿no es así? —la voz fría de Sasuke Uchiha les hizo a todos dar un respingo.

Kiba casi se ahoga con su taza de café, Shikamaru se enderezó automáticamente en su asiento, Sakura escondió rápidamente la caja de chocolates que estaba distraída comiendo, e Ino tosió un poco. Naruto, en cambio, solo puso los ojos en blanco.

—Lo sentimos, Señor Uchiha. —fue Ino quien habló, aclarando un poco su garganta antes de continuar. —Le llevaré el avance en cuanto esté listo.

—Eso espero. —su jefe le respondió, el tono de su voz expresando que no aceptaría una tardanza. —Continúen. —y se marchó.

Todos dejaron escapar un suspiro de alivio en cuanto vieron a Uchiha desaparecer por la puerta.

— ¿Qué no hay un solo día en que Uchiha pueda estar de buen humor? —se lamentó Kiba.

El rubio omega soltó una carcajada.

—No creo que puedas poner a Uchiha y "buen humor" juntos en una oración. No se puede esperar tanto de alguien que toma su café negro y sin azúcar.

—Es un amargado. —se lamentó la mujer de ojos celestes.

Shikamaru soltó un suspiro y comenzó a buscar algo entre sus papeles.

— ¿Creen que en su casa sea igual de irritante?

—Mmm… No lo sé. ¿Crees que viva solo?

— ¿Crees que exista alguien con la capacidad de soportarlo diariamente en casa?

—Bueno, no podemos saber si está enlazado. Los bloqueadores que tenemos que utilizar no nos dejarían sentir el olor de una pareja, si la tuviera. —dijo Shikamaru con voz desinteresada. — ¿Podemos cambiar de tema?

— ¿Y qué tal que sí? —Kiba lo ignoró olímpicamente. — ¿Cómo tendría que ser la señora Uchiha para lidiar con alguien como él?

—No podemos saber si Uchiha se comporta de la misma manera en su casa, Kiba. Tal vez solo le gusta ser un jefe de mierda y hacer nuestra vida imposible. —intentó razonar Sakura.

—Además, ¿crees que haya alguien capaz de enamorarlo? Ese tipo parece un témpano de hielo.

Durante toda la charla, Naruto se mantuvo misteriosamente en silencio.

-.-.-.-

Poco después de que Naruto cumpliera siete meses de embarazo, su contrato por seis meses había terminado y le tocó despedirse de quienes habían sido sus colegas el pasado semestre.

—Es una pena que te vayas. —le dijo la pelirrosa.

—Sí, nos divertimos trabajando contigo. —admitió el Inuzuka.

— ¡Ven a visitarnos cuando quieras! Y avísanos para poder conocer al bebé. —invitó Ino.

— ¡Por supuesto! —el rubio les sonrió.

Llevaba sus cosas en una caja de cartón que, para su fortuna, no iba muy pesada, porque el dolor de espalda lo estaba matando. Con el tamaño que había adquirido su vientre, su movilidad se había visto afectada y estaba agradecido de poder terminar ya de trabajar para poder dedicar los próximos dos meses a terminar de ordenar la habitación de su bebé y descansar.

Él normalmente era alguien muy energético que prefería estar en movimiento y siempre haciendo algo, pero el embarazo en serio lo agotaba. Más de lo que llegó a imaginarse en el inicio.

— ¿Y qué harás ahora que nazca tu pequeño amigo? —preguntó la rubia con un deje de curiosidad.

—Pues creo que trabajaré dando consultorías en línea, así podré quedarme en casa la mayor parte del tiempo. Es la ventaja de trabajar independiente. —volteó a ver el reloj que estaba colgado en la pared detrás de él para saber la hora y regresó la vista a sus compañeros. —Todavía tengo que pasar por la oficina del jefe antes de irme, pero podríamos salir a comer a la hora del almuerzo.

— ¡Cuenta con nosotros!

-.-.-.-

— ¡Oh, por Dios! ¡Qué cosita más linda!

Ino y Sakura sonrieron encantadas ante el bebé de dos meses que Uzumaki Naruto llevaba en brazos. Era de piel clara, con unos penetrantes ojos negros y cortos mechones de cabello del mismo color. Bastante tranquilo, puesto que no se había alterado ante la presencia de cuatro desconocidos que tenían sus atenciones puestas en él.

—No se parece mucho a ti. —comentó Kiba, sin querer sonar ofensivo.

—Sí, es un traidor. —se quejó Naruto, observando a su hijo. —Lo cargué nueve meses para que terminara pareciéndose más al idiota de su padre.

El bebé se rio ante el puchero de su progenitor y agitó sus pequeños bracitos.

—Hablando de eso, ¿cuándo conoceremos al papá de esta lindura? —preguntó Ino, sus ojos centrados en el pequeño, quien la miraba con sus grandes ojos llenos de curiosidad.

—Mmm… Sobre eso…—el rubio titubeó al hablar.

— ¿Qué es todo este alboroto?

Todos se separaron abruptamente del círculo que habían formado alrededor de Naruto y dirigieron la mirada hacia su jefe, quien les observaba de brazos cruzados y una ceja alzada. Estaban a punto de comenzar a excusarse cuando una risa alegre de infante llenó el lugar.

— ¡Aawaah! —la expresión alegre del pequeño Hiro llamó la atención de los presentes. — ¡Abah!

Todos observaron perplejos como el pequeño estiraba sus bracitos hacia Uchiha mientras se reía, pero en el instante que vieron a su amargado jefe sonreír (sí, sonreír) y caminar hacia Naruto para tomar al bebé en brazos sus quijadas cayeron al suelo.

Si creyeron que la visión de Sasuke Uchiha sonriendo podría ocasionar un apocalipsis, fue poco comparado con verlo cargar un bebé con toda la dulzura del mundo.

—No me dijiste que vendrías. —el alfa pelinegro le habló al rubio, mientras acunaba con cariño al bebé que tenía en brazos.

El omega se encogió de hombros.

—Prometí que traería a Hiro para que los demás lo conocieran y hoy de todos modos tenía que salir.

Mientras tanto, los otros cuatro presentes observaban incrédulos al bebé, luego a Uchiha, luego al bebé de nuevo, como notando el parecido entre ellos, y al final a Naruto.

Para todos había quedado claro quién era el padre del pequeño Hiro.

— ¡¿Tú eres la señora Uchiha?! —Kiba gritó, señalando a Naruto, aún sin superar la sorpresa.

— ¿Tengo cara de mujer para ti? —dijo de mala gana. —Y, en realidad, aún conservo mi apellido, muchas gracias.

—No comprendo. —incluso Shikamaru, que era el genio de entre los cuatro, se había quedado sin palabras. — ¿El alfa de quien nos hablaste era Uchiha?

— ¿Estuviste hablando de mí? —obviamente al aludido no le hizo mucha gracia escuchar que su omega estuviera conversando sobre él con sus empleados.

—Solo te mencioné un par de veces. —se defendió. —No te creas tan interesante.

—Esperen, esperen, esperen. —Ino interrumpió, agitando las manos. — ¿Ustedes son compañeros? ¿Pero cómo?

—No es de su incumbencia. —la cortó el pelinegro fríamente.

— ¿Quieres la charla de las flores y las abejas? —bromeó el rubio, ganándose una mirada fulminante de su compañero, que decidió ignorar.

—No, no me refiero a eso. Es que…

— ¡Son completamente opuestos! —exclamó Sakura, sin salir de su incredulidad.

Y así era. Donde Naruto era alegre y carismático, Sasuke era frío y serio. Incluso su apariencia era completamente diferente. Naruto tenía la piel ligeramente tostada, su cabello casi siempre iba revuelto y, junto con sus ojos, era de un color brillante y vivo. Sasuke, en cambio, tenía una tez pálida y tanto su cabello como sus ojos eran más oscuros que la misma noche.

—Bueno, dicen que los opuestos se atraen.

Seguían sin poder creerlo. Tanto tiempo teorizando sobre cómo sería la supuesta persona que podría soportar a Uchiha dentro de una relación, y terminar trabajando por meses justo con la persona que era su pareja, y que no se parecía en nada a él. Es que era completamente increíble.

El pequeño Hiro se removió inquieto ante el silencio que había surgido en la oficina, siendo tranquilizado por su padre, quien acarició su espalda con delicadeza.

—Ne, Sasuke. —el rubio omega interrumpió el silencio, siendo el nuevo blanco de las miradas de sus cuatro excolegas al haber llamado a Uchiha por su nombre de pila. —Estábamos por salir a almorzar. ¿Nos acompañas?

Pudo contemplar el momento exacto en que todos dieron un respingo ante semejante propuesta, observando todavía incrédulos como Uchiha se limitaba a arquear una ceja en dirección a su omega.

— ¿Qué? Es el descanso, y fuera de la empresa dejan de ser jefe y empleados. —hizo un gesto con la mano, como si le estuviera quitando importancia a la jerarquía de la compañía. —Así también puedo presentarte oficialmente a mis amigos. —sonrió, como si lo que estaba diciendo tuviera sentido para su compañero. —Ino, Sakura, Kiba, Shikamaru, este es Sasuke, mi compañero. Sasuke, estos son mis amigos y excompañeros de trabajo. ¡Ta-rá!

Sakura e Ino rieron con nerviosismo.

Shikamaru estaba pálido.

Kiba parecía estar al borde del colapso.

Sasuke parecía estar de muy malas pulgas.

Y Naruto sonreía satisfecho.

— ¡Vamos! —exclamó, caminando hacia la salida y haciéndole un gesto a todos para que lo siguieran. —Me muero de hambre. Deberíamos ir a Ichiraku, es un buen día para comer ramen. Bueno, siempre es un buen día para comer ramen.

Uchiha comenzó a seguirle, pero de pronto se detuvo y se giró en dirección a las cuatro figuras paralizadas dentro de la oficina.

—Una sola palabra de esto en horas de oficina y pueden despedirse. —advirtió, a lo que todos asintieron energéticamente.

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EXTRA:

—Oye, teme, no era necesario que los amenazaras. —le regañó el Uzumaki en lo que esperaban que los demás salieran de su estado de shock y se encontraran con ellos frente al edificio de la compañía.

—Fue solo una advertencia. —se defendió el pelinegro. —No puedo permitir que mis empleados me pierdan el respeto.

—Pffft, ¿respeto? Les das pavor. Ser un poco más humano no va a matarte, ¿sabes? Ni hará que ellos piensen menos de ti ni nada.

El alfa se encogió de hombros aún con su bebé en brazos, que estaba entretenido chupando su pequeña mano y disfrutando de las atenciones de su padre, quien lo acunaba con todo el cariño y delicadeza del universo contra su pecho.

Naruto sonrió.

No creía que ninguno de sus excolegas se imaginara que Sasuke, en la intimidad de su hogar, podía ser de las personas más amorosas que había encontrado nunca, aunque seguía teniendo la personalidad de un bastardo. Pero esa faceta de su alfa era exclusiva para él y, ahora, para el pequeño infante que cargaba en brazos.

Sin disminuir su sonrisa, se acercó para besarle los labios desprevenidamente, lo que consiguió que un casi imperceptible sonrojo apareciera en las pálidas mejillas.

— ¿Y eso?

—Nada, solo quería besarte. —le contestó con simpleza. — ¡Hey, ahí vienen los demás! Menos mal, porque en serio que mueeeero de hambre.

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Fin.

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N/A: Espero que este one-shot haya sido de su agrado :D

Les invito a pasar por mi perfil por si les interesa alguna de mis otras historias.

¡Saludos!

:D