Minific

Encima de la mesa

Por Mayra Exitosa

El trabajo se había multiplicado, las cosas no marchaban bien, la familia estaba más separada que nunca, yo solo me concentraba en el día a día, las transacciones, los movimientos financieros, estaba agotado, Johnson me dijo, - Despéjate este fin de semana, la señorita Candice se encuentra en Lakewood. -¿En Lakewood? Ella llevaba una semana de haber ido a poner flores, había sido el aniversario de mi sobrino y no me di tiempo de meditarlo. Solo hasta ese instante supe que ella se encontraba sola, allá en la mansión a la que tenía tiempo de no ir, mi tía había partido un mes de abril, los Legan seguían en Florida, y el mayor trabajo continuaba estando en Chicago.

Un viaje en auto algo relajado, distracción de una tarde para escaparme un fin de semana y quizás ella se regresaría conmigo si la convencía. Había dejado el trabajo, estaba tomándose un descanso y ya había pasado tanto tiempo que no nos habíamos visto. Al llegar el personal del servicio bajo las cosas y me avisaron que ella había salido al bosque. Fui a darme un baño, mientras regresaba tal vez estaría para la cena. Apenas había terminado de salir del baño cuando ella entraba corriendo emocionada lanzándose a mis brazos, cayéndose mi toalla de la cintura y no quise soltarla, que podía decirle que hasta eso me excitaba de ella, mientras coqueta y con una sonrisa de diablillo se reía y me decía - Yo te bañaba cuando estabas convaleciente, no hay nada que no haya visto. -¡Candy!

La tomé de su rostro y fue atrapar su boca, desatar los lazos de su vestido y quitárselo en un instante para demostrarle mis ansias torturadas como aquella vez, que a solas comprobé que ella me deseaba y yo ya no podía contenerme más. Hoy volvía a pasar, pero esta vez fue voraz, una desesperación por poseerla y sentirla mía, de mostrarle que ella seguía dentro de mi ser y que así deseaba estar también en su cuerpo, levante sus piernas y ella las doblaba ajustándose a mí, la movía varias veces sintiendo mi dureza, ella no dejaba de besarme, sus manos se encontraban fijadas en mi cabello, deseaba entrar en ese instante y no soltarla hasta culminar, tire de un mantelillo, las cosas salieron volando junto a él, la subí en la mesita y bese sus bustos a conciencia, le quite así también la ultima de las piezas que aun portaba, parecía que la mesa era de mi talle, al acomodarme y así me introduje hasta el fondo de una sola estocada para sentirla llena, cubriéndome completo entre sus piernas.

Fue dejar un gemido satisfecho, todavía la sentía estrecha y enfundada en mi ser, ella soltaba un grito y se colocaba con sus brazos anclándose para poder seguir, encima de la mesa ahí la poseí, fue tal la agitación que tuve que agarrarme de los ribetes de madera para que no saliera volando al impulsarme en ella, no podía detener ese fuego interior que estaba sintiendo, ella jadeaba y sabía que le gustaba porque sus piernas más me ajustaban.

El vaivén parecía no tener fin, al que apenas salía de bañarse ahora volvía a sudar, en la energía que tanto había guardado para ella, para entregarme por entero de nuevo, de pronto sentía su turbación y las señales de su cuerpo me advirtieron que estaba por culminar y yo que todavía deseaba alcanzarla, parecía que no lo iba a lograr, agite con velocidad y fuerza mi cadera en el vaivén que me dejaba poseerla, ella echaba la cabeza hacia atrás soltando sus piernas de mi cintura y ahí en ese instante unidos, ambos pudimos volar. La mesita del rincón desde ese día tendría otro significado, las piezas de porcelana que antes se encontraban por encima, ni hablar no habían logrado, pero qué más da valió la pena, por supuesto.

Fue el comienzo de otras muchas ocasiones, ella se vino conmigo días después, a la fecha ya no nos volvimos a separar, la tensión en la oficina y el trabajo ha disminuido, cada cuando salimos y viajamos a Lakewood, recordándole en ocasiones que tenemos muchas mesas por probar.

FIN

FIN


Gracias por leer y comentar, esta pequeña historia que fue realizada para la GF2021

Continuamos escribiendo en Historias de Albert y Candy

Un abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa