I. Cayendo
El mundo se ha sumido en oscuridad, una completa y permanente, los colores se han ido de su vida, igual a las luces y las sombras que paseaban por el mundo. Las formas, los gestos torpes, cálidas sonrisas, miles de campos, los rostros contraídos, su pelo menearse con el viento, sus amigos bailando, mientras ríen sonoramente y los hoyuelos aparecen, la chica bonita que le tendió su mano, aquellas imágenes, eran meros recuerdos que nunca más podría tener ni vivir. Porque la oscuridad ha caído en su mundo, han cubierto sus brillantes ojos azules poseedores de aquel destello amable con una venda, que nunca podría quitar a menos que alguien sacrificara sus propias ventanas al alma.
Las primeras semanas, los primeros meses fueron un infierno, tener que acostumbrarse a vivir entre sombras, perder aquello que sin saber necesitaba más que nada, se alejó de sus amigos, camino en soledad, entre su propia miseria por toda parís, una tormenta venía, para llevarlo todo, una tormenta implacable que dejaría destrozos y desgracias, el reflejo de sus lágrimas, la tormenta que solo el viviría en carne propia. Aunque trató de alzarse una y otra vez, a pesar de que todos le sostuvieron entre sus brazos, cayó frente a París.
Hasta que una dama de voz hipnótica, manos suaves y cálidas, de aroma embriagador, especialmente dulce llegaría a su vida, sin dar explicaciones, sin dar razones, fue ella quien le dio un nuevo sentido a su vida, sin nombre ni forma, presente pero lejana, la mayor ilusión en su vida fue ella la pintura.
Todos se sorprendieron del hecho de que justamente fuese este medio el que usaría Francis para guiar su barco en el mar de confusiones e inseguridades que afrontaba día con día desde ese accidente. Porque no solamente perdió una de sus mayores conexiones con el mundo, también Jeanne desapareció con el viento, volando lejos entre las hojas marchitas. En un mundo completamente blanco, el lienzo fue decorado con las palabras atoradas, los sentimientos atrapados y emociones encadenadas que Francis había contenido todo este tiempo.
Oh, el tiempo siempre tan cruel. Mientras los días avanzaban solía arrastrar el cuerpo y los anhelos de Francis nuevamente a ese mar, estancado y gris, donde yacían sus ilusiones rotas. Había buenos días donde la casa era rodeada por un ambiente reconfortante, entre risas y murmullos, Francis no se sentía solo, era poderoso y fuerte por un momento que se desvanecía por completo con los días que era agobiado con la nostalgia, el arrepentimiento, las flores del pasado lo hacían descender a ese pequeño armario, que resguardaba celosamente un pequeño cofre, cuyos tesoros eran las memorias perdidas de Jeanne. Quien se mantenía transparente, callada e inmaterial mientras miraba con tristeza al amor de su vida caer una vez más en ese adictivo hábito de revivir con intensidad una dolorosa historia.
Los días avanzaron, el espíritu de Jeanne esperaba pacientemente en el armario los días en los que cayera su amor, días que detestaba con todo su ser pues Francis era inconsolable y ella tan impotente. A pesar de ser lo que más quería no podía acercarse, no podía tocarle, no podía verle, era invisible a su corazón. Estaba encadenada a los recuerdos, su mera existencia era la prueba definitiva de que Francis podía caer en ese pozo sin retorno en cualquier momento y ella detestaba eso, incluso si no eran reales las lágrimas se acumulaban en sus ojos, la amargura llenaba su corazón y cada que su amado regresaba gritaba con desesperación, aun sabiendo que sus palabras nunca llegaran a sus oídos, a pesar de todo quería poder detenerlo, anhelaba ponerse en medio de su camino, hacerle reaccionar, cuanto quería gritar que nada de eso era bueno, que se detuviera pues avanzaba a la guillotina voluntariamente cada que iba a verla. Si seguía cayendo, si los días buenos seguían siendo escasos, todos temían que Francis nunca pudiera levantarse y superar la tormenta. El vértigo aumentaba, la ansiedad también todas las miradas estaban fijas en él.
Miles de cuadros, sin forma, de pinceladas gruesas, colores fuertes, miles de flores cayendo, marchitándose, el mensaje de auxilio que nunca pidió, los aplausos y admiraciones al sufrir de alguien más, mirada indiferentes en una gran sala, que veían por doquier los S.O.S, sin tender la mano, ni mirar en su benevolencia. A nadie en el mundo le importaran tus lágrimas, tus lamentos se perderán una vez más en el silencio, la tortura más efectiva, la indiferencia guiándote al infierno. Acalla las voces de quienes te mira con preocupación, huye lejos de las manos bondadosas, Francis corre sin rumbo en la gran ciudad, inundándose del ambiente, los miles de sonidos, el murmullo es imperceptible, entre las sombras camina, buscando una respuesta, buscando una solución que solamente él podrá dar.
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Publicada en Wattpad el 25 de septiembre de 2017.
