Obito suspira, cansado.

Justo acababa de llegar de una misión y el agotamiento estaba por tirarlo al suelo.

Dejó las llaves de su hogar en la mesa de entrada, donde siempre las dejaba y notó que las llaves que le dio a su novio, Kakashi, estaban allí también.

No era de extrañarse, eran al menos las tres de la mañana y su novio peli plata no había tenido misiones en algunas semanas por una lesión en su hombro que había tenido luego de un exhaustivo entrenamiento en ANBU.

Sin embargo, y considerando que no vivían juntos, le sorprendió ver que estaba allí.

Aquello lo enterneció, también. Porque eso significaba que Kakashi, igual que él, lo extrañaba a morir cuando no estaban juntos.

Sonríe, encantado con la idea de saber que luego de una ducha rápida (esta vez sería más rápida que de costumbre), estaría durmiendo con su adorable novio luego de larguísimos días lejos del otro.

Obito entra en su habitación. Su apartamento no es muy grande, a pesar de encontrarse en el sector Uchiha. Sector que era conocido como uno de los más ricos de la aldea, junto con el Hyūga. Era un pequeño piso casi en el centro del distrito Uchiha y era, precisamente, para una sola persona. Tenía dos habitaciones y un baño. Lo suficiente para él, ya que no necesitaba más.

Las luces apagadas apenas le permitían ver unos centímetros más allá de su nariz y, de repente, el aroma inconfundible de su novio llegó a sus fosas nasales.

Cedro y Manzanilla, más que nada, gracias al champú que utilizaba.

Sonríe abiertamente ante ello. Se podía imaginar que él habría estado en su casa desde que se fue a la misión si su aroma estaba tan fuertemente impregnado en todas partes.

No quiere molestarlo, así que se dirige hacia su armario para sacar una ropa más cómoda y por fin quitarse ese fastidioso uniforme ANBU que apestaba horriblemente.

Intenta ser lo más sigiloso posible para no despertar al Hatake pero, así como él, este también era un ninja de élite.

'Bito —la voz somnolienta de su novio lo detiene en seco. Sonaba rasposa debido a que acababa de despertar y su respiración se volvió pesada de repente.

Kakashi enciende la lámpara sobre su mesita de noche y por fin puede verlo.

No tenía su máscara puesta, por lo que podía apreciar todo su rostro a detalle. Obito agradecía que él jamás desactivaba su Sharingan, ya que esa imagen de un Kakashi recién despierto se quedaría grabada en su mente para siempre.

Sus ojos estaban levemente apagados por el sueño y su cabello estaba desordenado.

Fue ahí donde notó que el peli plata tenía puesto uno de sus busos característicos con el logo del clan Uchiha en la espalda y en una de las mangas; le es inevitable el golpeteo errático de su corazón.

Mentiría si dijera que no amaba cuando su novio usaba su ropa.

Le hacía perder la calma e incluso su respiración se aceleraba. Era como una manera de saber que él era suyo y le pertenecía. Y mejor aún, porque este así lo quería.

La sonrisa cálida que se forma en sus labios revela el amor tan profundo que le tenía y sin pensárselo dos veces, se acerca a él.

—¿Eso no estaba sucio? —pregunta divertido. Kakashi recarga su cabeza en el abdomen de Obito cuando lo siente lo suficientemente cerca y aspira profundamente. El Uchiha sólo se dedica a acariciarle el cabello cerca de la nuca.

Kakashi asiente levemente

—Pero huele a ti —y ahí estaba. Ese lado cursi y tierno de Kakashi que muy pocas veces mostraba en público, incluyendo frente a él, y que jamás se cansaría de presenciar.

—¿Tanto así me extrañaste? —Obito toma a su novio del mentón y le obliga a subir la mirada. Sus ojos, uno gris y el otro con el Sharingan, brillan con intensidad cuando lo observa directamente. Su expresión es suave y relajada.

—Sí —admite, su rostro no cambia en nada, pero cierra sus ojos—. Odio cuando no estás aquí.

Obito deja de respirar.

—Yo odio no estar aquí —susurra. Kakashi parece estar listo para besarlo y, sabiendo que está esperando que él lo haga, se toma su tiempo para apreciar las facciones de su novio, grabándoselas con su Sharingan.

El peli plata es hermoso. Obito siempre ha sabido eso, incluso desde niños, cuando se negaba rotundamente en que le gustaba —especialmente porque era un idiota y creyó que Rin sería el amor de su vida, sólo porque ella fue la única que pareció creer en sus sueños cuando nadie más lo hacía—. Es hermoso y en ocasiones como esta, cuando Kakashi era sólo para él, cuando dejaba fluir sus sentimientos sin ningún filtro, Obito no podía dejar de pensar en lo afortunado que era realmente por tenerlo en su vida.

No creía merecer a alguien como Kakashi, y no entendía qué había visto el peliplata en él; pero no se quejaba.

Kakashi era el amor de su vida y así siempre sería.

Aún así, hay una sensación que oprime su pecho al pensar en que el Hatake lo eligió a él por sobre más personas que fácilmente podrían estar al alcance de su mano. Es una opresión cálida, una que Obito sentía seguido y que siempre lo dejaban sin palabras.

No es como si se desacreditara, o algo así. Pero saber que él también es el amor de la vida de Kakashi siempre le generaba un regocijo que le era imposible describir y que en ocasiones lo abrumaba un poco.

¿Cómo era posible que pudiera amar tan intensamente a alguien? No se lo explicaba.

Decide entonces besarlo, al notar como el peliplata entreabría los ojos dispuesto a preguntar por qué se tardaba tanto en juntar sus labios.

Ambos sueltan un jadeo ante el tan esperado roce y se quedan allí unos minutos sólo disfrutando del sabor del otro.

Es Obito quién se separa.

—Iré a darme un baño —Kakashi sonríe, abrazándolo por la cintura y asiente con la cabeza.

—Sí, deberías. Apestas —el Uchiha ríe, dándole la razón.

Se dan otro pequeño beso y cuando se separan, Kakashi se acomoda en la cama de nuevo, dispuesto a quizás seguir durmiendo, dándole la espalda a Obito.

Este se queda observándolo por unos segundos antes de dirigirse al baño. Kakashi se había acercado las mangas del buso que traía puesto a la nariz y había inhalado profundamente, sintiendo su olor. El emblema Uchiha en la espalda de este se expande y contrae de acuerdo con su respiración y, sin poder evitarlo, Obito vuelve a sentir su corazón palpitar a un ritmo frenético.

Mierda, piensa. En serio amaba encontrar a Kakashi usando su ropa