Los personajes de Ranam ½ no me pertenecen. Escribo la historia por diversión.
Este es mi primer fic, cuando comencé a leer fan fiction me encontré con historias de las que me enamore, fueron esas historias las que me ayudaron a decirme a escribir, espero que les guste este one shot.
Eres Mía
Ranma S.
Me encontraba entrenando en el dojo de la casa Tendo como cada día cuando escuche la risa de Akane, la peculiaridad en su carcajada hizo que me detuviera en seco.
¿Por qué diablos se ríe así? – me pregunte a mí mismo.
Me coloque la toalla en el cuello para secarme un poco el sudor mientras decidía si era prudente salir a averiguar que ocurría. Una semana atrás tuvimos una discusión y desde entonces no me dirigía la palabra. Era la primera vez que durábamos tanto tiempo sin hablar, pensar en eso me provocaba mal estar estomacal o algo así, realmente no sabía como explicar lo que sentía, lo único que sabía era que no era una sensación agradable. Quería reconciliarme con ella, pero me sentía estúpido cada que intentaba acercarme a ella. Creo que esta vez había tenido la culpa, Ukyo me había estado buscando más de lo normal y honestamente yo deje de rechazarla un poco, no puedo negar que por una semana tuve algunas dudas rondando por mi cabeza, mentiría si dijera que aun ahora no las tengo. Ukyo es mi amiga de la infancia y para ser honestos es una chica con muchas cualidades y mas importante no duda en decir lo que siente por mí, de alguna forma me hace sentir seguro en cambio con Akane nunca se lo que quiere, a veces siento que me quiere, otras siento que le gusto y otras simplemente me deja fuera, me golpea o me rechaza, no se lidiar con la inseguridad que me provoca, quizá ese es el problema principal. Akane se dio cuenta que había salido con ella un par de veces, en una de esas ocasiones Ukyo me invito a tomar un helado y yo accedí, accidentalmente derrame un poco de helado sobre mi barbilla, Ukyo tomo una servilleta, se acercó a mí y limpio mi barbilla, el coqueteo era evidente, en ese momento Akane llego con una de sus amigas, el estomago se me fue a lo pies, por un momento pensé que me golpearía y la verdad deseaba que lo hiciera como pude ser tan estúpido, pero no me golpeo, vi su rostro enrojecer de ira, suspiro y salió caminando del lugar dejando a su amiga ahí parada, no me detuve a pensar en ella ni en Ukyo, sin dudar salir tras de ella le pedí que me dejara darle una explicación pero… ¿Qué explicación le iba a dar?
En realidad, ni yo sabía que pasaba por mi mente, me enfurecí con ella por no querer escucharme y le grite que nunca confiaba en mí, me sentí un cínico y la frustración de no poder expresar lo que sentía me llevo a decirle que era una marimacho y que quizá si fuera más femenina y cariñosa no tendríamos tantas peleas. Note que la herí, lo pude ver en sus ojos cuando se enrojecieron y se llenaron de agua, pero ella solo alzo el rostro lo mas alto que pudo, cerro los ojos y camino orgullosa como si nada hubiera ocurrido, recorrí el resto del camino a su lado en silencio, ya había dicho suficiente.
El sonido de una segunda voz me trajo de vuelta a la realidad, era una voz masculina y yo conocía bien esa voz.
¡Demonios! – Masculle en voz baja.
¿Qué carajos estaba haciendo ese tipo aquí? – pensé irritado. Aprete los puños mientras sentía con una terrible punzada de celos recorría mi cuerpo entero. Salí decidido hacía el comedor atraído por sus voces, de nuevo escuché la risa de Akane.
¿Tan gracioso es ese idiota? – me pregunte a mi mismo con un audible gruñido.
Cuando estuve cerca del comedor pude vislumbrar a Akane.
¿No podía usar un short mas corto? – me pregunte sarcástico.
Dentro de mi sabía que era hermosa, no era ningún tonto, notaban como la miraban otros hombres. La única verdad era que yo no era capaz de reconocer lo aterrado que sentía al solo pensar en decirle lo hermosa que me parecía, me daba pavor sentir su rechazo. Si ella supiera que desde la primera vez que fuimos juntos al colegio y la vi pateando el trasero de aquellos chicos que querían conquistarla nunca abandona mi mente, siempre que tenía un mal día la quería ver a ella, se había convertido en un refugio para mí, cuando pasaba algo emocionante ella era la única a quien quería contarle… y justo en este momento un tipo intenta robarse a mi amor frente a mis ojos.
Detuve mi andar ante la fuerza de mis emociones, la primera vez que tuve un miedo real de perder a Akane fue cuando se embarcó en ese viaje al bosque de Ryugenzawa, el recordar ese episodio despertó algo en mí. Sentí amor fluir dentro de mí, un gran amor, pero también sentí celos, muchos celos.
Diablos, ¿Qué debo hacer? – me pregunte a mí mismo.
La vi acomodándose el cabello detrás de la oreja mientras abanicaba sus espesas pestañas, sentí como mi rostro se enrojeció.
¿Qué demonios pensaba coqueteando así con ese idiota? – nunca la vi parpadear de esa manera para mi - ¡Estúpida Akane! – pensé cada vez mas encendido por la ira y los celos, Akane me iba a escuchar, sin pensaba que solo me quedaría mirando estaba muy equivocada, pero no sería en este momento, Ranma Saotome no muestra debilidad ante sus enemigos.
Camine a lado de ellos y pase de largo como si nada pasara, me dirigí a servir un vaso de agua aun con la toalla el cuello, bañada en sudor por el entrenamiento. Mientras les daba la espalda escuche nuevamente la voz de Akane, otra vez ese tono de voz.
Shinno, derramaste un poco de té – la escuche decir seguido de una risa ligera. Giré lentamente el rostro y con el rabillo del ojo pude ver como limpiaba la comisura de sus labios con una servilleta.
Me congele asimilando lo que veía. Mi prometida, mi mujer poniendo sus manos sobre la piel de ese tipejo. Camine erguido con los puños apretados hasta quedar de pie alado de ese imbécil.
¿No hay otro sitio en donde debas estar, cuida ardillas? – dije con voz ronca mirando al suelo, sin dejar de apretar los puños.
Ranma solo déjanos en paz- dijo Akane, su voz sonaba apagada, pude notar un atisbo de fastidio. Me dolió el estomago al escucharla.
Mi colera crecía con cada palabra que salía de su boca. Sin poder contener más mi ira le lance una patada que el fácilmente esquivo colocándose de pie de un salto.
¿Qué pasa Saotome? – Pregunto Shinnosuke, creo que alguna parte de el creía que tenía posibilidad de conquistar a Akane y para ser sinceros una parte de mi también lo creía. – No me digas que estas celoso – Me dijo engreído, pero yo le cerraría la boca de una vez por todas.
Eso es cosa que a ti no te incumbe guardabosques, pero algo que debes saber es que nadie se burla se Ranma Saotome – Lo vi preparado para mi ataque así que me lancé sin pensarlo, pero una bofetada de mi chica me detuvo en seco.
¡¿Qué carajos?! – era la segunda vez que Akane se interponía entre este tipo y yo. Me quede parado atónito, apretando los puños. Vi como Akane se giraba para verlo, yo no podía perderla de vista.
Shinno perdóname- dijo mientras miraba al suelo, ¿acaso ella sentía algo más por ese tipo y yo no lo notaba? - ¿Podrías dejarnos solos por favor? – sus ojos se posaron sobre su rostro, vi una lagrima gruesa rodar por su mejilla. Por un momento mi colera desapareció, Shinnosuke alzo su mano y con la punta de los dedos limpio la lagrima que ya había alcanzado la comisura de sus labios, el rostro me ardió de nuevo.
¿Estas segura Akane? – pregunto con una preocupación genuina, por supuesto que estaba segura ¿que acaso era tonto? Akane era mi prometida, mía y de nadie más, a este sujeto le importaba un carajo que yo estuviera aquí parado, me molesto que pudiera pensar que yo sería capaz de dañar Akane si mi misión más importante en la vida era protegerla, había librado más de cien batallas por ella y pelearía otras mil sin dudarlo, podría pasar el resto de mi vida corriendo por los tejados con esa chica en mis brazos. No pude contener el impulso de estirar mi mano y tomar la suya, ansiaba su atención, pensé que rechazaría mi contacto y se zafaría de mi suave agarre, pero no fue así, más lagrimas escurrieron por su rostro.
Entiendo – dijo Shinnosuke, no había reproches en su voz ni enojo, solo dulzura y comprensión, realmente la quería y yo se que ella también lo quería, quizá no de la misma forma, pero era por eso que un adiós era así de lastimero, ello no quería dañarlo y aunque no me gustara su cercanía lo entendía, muchas veces atrás yo había sentido lo mismo. Poso su mano sobre el rostro de Akane y le planto un suave beso en la mejilla, mojando sus labios con las lágrimas, que se había vuelto mas abundantes. Se dio la vuelta en la habitación y desapareció.
Akane giro su cuerpo hacia a mi y me tomo con violencia de la camisa, sujetándome con ambas manos me empujo hasta que mi espalda se estampo con fuerza contra la pared.
¡¿Qué demonios pasa contigo?! – Grito con genuino dolor y yo sentí un nudo en la garganta, yo era el causante de ese dolor, ella me quería, en verdad me quería y yo me portaba como un niño, un niño cobarde. - ¿Qué demonios quieres de mí? Dímelo por favor, porque no puedo mas con tu indecisión. – No paraba de gritar y yo comencé a enojarme de nuevo.
¡¿Por eso estaba Shinnosuke aquí?! ¡¿Por eso te acomodabas así el cabello y te reías de esa manera tan ridícula?! – volví a recurrir a mi técnica de ridiculización para evitar que ella mostrara a los demás lo hermosa que era, yo quería reservar esa belleza para mí y en mi inmadurez no conocía una mejor forma de hacerlo.
Su rostro se sereno en ese momento me soltó la camisa y dejo caer sus brazos a sus costados.
A el no le parecía ridícula - ¿Qué acababa de decir?, mis manos comenzaron a temblar, por un minuto no supe que decir, sabía que lo que ella decía era verdad, recordé su risa de hace unos minutos, sonaba como campanas tintineando bajo el atardecer ¿A quien podría molestarle? – Además no te debo ninguna explicación, no después de todos los años que llevo tolerando tu cobardía y tu indecisión, no después de que te encontré coqueteando descaradamente con Ukyo, si quieres irte con ella por que no lo haces de una vez o con Xiampu, la verdad es que me da igual.
Sabía que no le daba igual, conocía los celos de mi chica, y no voy a negar que me encantaba verla celosa, vi una luz de oportunidad en ese momento, si aún me celaba era por que aun le importaba ¿No?
¿No me debes ninguna explicación? – dije con voz ronca, la miraba fijamente a los ojos, sus mejillas comenzaron a pintarse de un carmesí que me alegraba la vida. La tome por las muñecas y la acerque a mi cuerpo, su cercanía transformo mi enojo en deseo, me sorprendió lo rápido que esa chica podía transformar mis emociones, si lo supiera estaría perdido, sería una victima de sus deseos y caprichos, ese pensamiento formo una media sonrisa en mi rostro. Era como si mi cuerpo se moviera solo, no me conocía, escondí toda la vergüenza que sentía en un recóndito rincón de mi ser, pegue mi frente suavemente a la suya, acerque mis labios a los suyos hasta poder sentir su respiración que para ese momento ya estaba acelerada.
¿Acaso no vas a ser mi mujer? – le pregunte, de la manera mas seductora que pude, en realidad no era difícil, por mucho tiempo disfrace las inconmensurables ganas que le tenía, hoy pensaba dejar salir todo aquello que guarde.
Ranma – pronuncio suave mi nombre, le temblaba la voz.
Pegué mi cuerpo un poco más al suyo, no me detuve a pensar si estaba bien o mal, hasta ahorita no me había golpeado, eso debía ser una señal de que iba por buen camino. Era momento de dejar atrás la inseguridad que me detenía, no podía arriesgarme a perderla, era momento de demostrarle cuanto me gustaba y la intensidad de todo lo que provocaba en mí.
Tome su mentón con una de mis manos y presionando suavemente sus mejillas acerque su rostro al mío.
¿Me vas a dejar Akane? – pregunte, estaba dos segundos de tocar sus labios con los míos. En ese instante sacudió la cabeza para liberar su rostro de mis manos, su reacción me destanteo. Giro el rostro evitando que sus ojos hicieran contacto con los míos.
¿Me vas dejar tu a mí? – Se notaba un verdadero temor en su pregunta, dolor. Tomé su rostro entre mis manos para poder mirarla de nuevo, pude ver como la tristeza asomaba por sus preciosos ojos color avellana. Pegue mi frente nuevamente a la suya.
-Jamás – Respondí justo antes de pegar mis labios a los suyos, sentí el cielo. Mis pensamientos viajaban a mil por hora, ¿cómo pude esperar tanto?
