La noche
— ¿Has pensado en qué quieres hacer a partir de ahora?
Podría haberle respondido de forma sarcástica, pero no lo hizo. Parte de ella intentaba ser más sincera con respecto a lo que sentía y pensaba, pero la pregunta sí la tomó un poco por sorpresa.
— ¿Qué quieres hacer tú, Adora? — preguntó entonces en reflejo.
La rubia tampoco estaba lista.
Ambas se miraron. Catra estaba sentada al lado de la ventana y Adora estaba acurrucada en la cama, pero claro, ninguna de las dos podía dormir luego de los acontecimientos de la ya denominada "La Guerra del Fin de Los Tiempos". Los padres de Bow ya estaban documentando todo lo sucedido para que las grandes aventuras de She-ra, las princesas y, sobre todo, el escuadrón de mejores amigos, se mantuvieran vigentes para siempre. Pero claro, la parte más importante, la que permitió que los buenos ganaran, era fruto del inmenso amor que ambas mantuvieron todo el tiempo. Ahora que la tranquilidad volvía a Etheria, que ya no existía La Horda y que ambas estaban juntas, la sensación rara de libertad no terminaba de encajar.
— No lo sé, hacía mucho que no pensaba en eso, ya sabes, en lo que realmente quiero. Tanto así que de pronto había olvidado que hay cosas más importantes que un villano intergaláctico tratando de conquistar el universo.
— Adora. Eso sí era importante.
— ¡Lo sé, lo sé! —contestó medio alzando las manos—. Pero me refería a nosotras. A ti. Solo que no sabía cómo llegar al punto.
Catra se erizó un poco.
— Nunca sabes cómo hacerlo —dijo mirando el cielo ahora. Habían bastantes estrellas adornándolo, era una linda noche.
— Hey, Catra.
— Hey, Adora — respondió volteando hacia ella de nuevo.
— Te amo.
Tras unos segundos de silencio, Catra se movió de la ventana y se acostó al lado de Adora mientras ella la observaba en busca de una respuesta. Ambas, de costado, se miraron de nuevo. Adora sabía que no debía insistir y Catra sabía que debía contestar. Y lo hizo.
— Te estabas muriendo. La única persona con la que había sido realmente feliz, se estaba muriendo frente a mis ojos y yo no podía hacer nada. No soy una princesa ni mucho menos una guerrera mágica… Yo no podía salvarte… Yo te había condenado a eso.
— Catra, yo no…
— No, no, déjame terminar. Cuando fuiste a salvarme, lo comprendí, pero tenía miedo… Tú sabes, el daño ya estaba hecho y tú tenías más personas a tu alrededor que te apoyaban y te convirtieron en la mejor versión de ti misma. Yo solo te abandoné. No había punto de comparación.
Adora sabía que Catra tenía razón en cada palabra que decía y que aún tenía sentimientos de odio hacia sí misma por sus errores del pasado, que iba a tardar en sanar tanto como ella misma iba a tardar en comprender que merecía ser feliz y que She-ra solo era una parte de ella. A pesar de llevar tan importantes conflictos, ambas se permitieron unos segundos para ser felices y, al final, las preguntas que estuvo haciendo querían indagar si Catra deseaba continuar con lo que iniciaron cuando el mundo estuvo a punto de acabarse. Adora le acarició la mejilla e iba a empezar a hablar, pero Catra quería terminar su discurso, y se lo permitió.
— Pero, en ese instante, en ese preciso instante en las que estabas agonizando, sentí que era mi deber intentarlo, o al menos permanecer contigo. Y la misma situación, el terror de no volver a verte más… Se juntó todo y yo solo quería que pudiéramos seguir juntas —Catra puso su mano encima de la de Adora—. Y yo también te amo.
— Que yo sepa, eso de dar discursos emocionales no estaba en la Orientación del Capitán de la Fuerza.
Ambas sonrieron. Catra se acercó más a Adora, dejando que ella la abrace contra su pecho.
— No entiendo qué tienen todos con esa estúpida Orientación.
— Creo que simplemente no era para ti.
Se sonrieron en silencio. Es que ambas estaban felices, con algo de inseguridad, pero felices al fin y al cabo.
— Hey, Catra —volvió a llamarla la rubia.
— Hey, Adora.
— Te amo.
— También yo, en resumen.
Segura o no, Catra iba a seguir conservando su personalidad.
— Entonces, ya que definimos ese tema ¿Has pensado en qué quieres hacer a partir de ahora?
Sí, lo había pensado. Pese a sus errores, fracasos y ese mecanismo de defensa que a veces camuflaba como ironía, tenía una decisión más o menos clara de un futuro, o una misma figura se repetía en todas las posibilidades que se había imaginado.
— Quiero estar contigo ¿Te basta eso para que te duermas ya?
Era más que suficiente.
Hola, me llaman Red-Sukeban y esta viñeta se me ocurrió ayer como a las 11pm cuando me estresaba por todo lo que tenía que hacer. Así que simplemente dejé todo en pausa y me puse a escribir. Hace bastante tiempo que no lo hago, así que pienso volver aquí y escribir sobre todos esas historias re-gays que me motivan a vivir.
¿Tengo planes en específico? No, no es mi estilo. Pero por ahí que publico algo más de ellas más adelante.
