¿Por qué él?
Fue lo que Utahime le preguntó un día, yendo a visitarla a la enfermería. Mientras ella terminaba su tercer cigarro de ese día.
Y obviamente, se llevó de paso un regaño por seguir fumando y un sermón del daño que le ocasionaría si seguía fumando. A lo que ella sólo le sonrió, restándole importancia al asunto; si ella se jodía los pulmones, era su problema.
En ese entonces, ella acababa de cumplir sus veinte.
Shouko suspiró, recargándose en la barandilla del balcón, llenando sus pulmones de aire nocturno mientras miraba al horizonte.
¿Por qué él, eh?
Nunca se molestó en buscarle una respuesta concreta a esa pregunta.
Sino mal recordaba, no le dio una respuesta clara a su amiga; simplemente le respondió con un ¿Y por qué no, Utahime-senpai?
Sabía que ella sólo se preocupaba, pues era bien conocida la naturaleza de Satoru Gojō. No era una tonta, era consciente sobre dónde se estaba metiendo; porque una cosa era ser amiga de Satoru, y otra muy distinta, era ser su amante.
Esas eran aguas vertiginosas, donde involucrarse emocionalmente, era perder.
Sin embargo, ¿eso siquiera importaba?
Ellos estaban intentando, y nada pasaba si lo intentaban. Simplemente volverían a ser los mismos de siempre con el otro.
Así que, ¿Por qué Satoru Gojō?
No lo sabía con certeza, pero tampoco iba a arrepentirse.
