Irreal

Estoy sentada con mis amigos y mi novia en un café cerca del centro. No es un lugar muy concurrido, así que es perfecto para nosotros, que no nos gusta estar rodeados de mucha gente. Hablamos animadamente hasta que mi novia gira repentinamente la cabeza, mirando a sus espaldas. Intuyo lo que ocurre, así que le hago caricias en la mano mientras le susurro que eso no es real, y poco a poco cambia su expresión asustada por una seria. Miro al frente, hacia mis amigos, y los 3 nos miran confusos. Claro, ellos no lo saben, por decisión de Elsa, mi novia, y no mía. No preguntan nada, ya que esto ha ocurrido en más de una ocasión, y agradezco en silencio que no lo hagan.

Poco después nos despedimos ya que es tarde y hace frío. Al entrar en casa me dirijo a las escaleras para subir a mi cuarto.

- Anna - Escucho que Elsa me llama.

- Dime - Me giro con semblante tranquilo. Su voz sonaba preocupada.

- Lo de antes... - Sé que está buscando las palabras para explicarlo, así que le dejo tiempo. - ¿Crees que deberíamos contárselo a tus amigos? Todo lo que pasa. - Se frota las manos en señal de que está nerviosa.

Bajo los escalones que había subido, y le acaricio el rostro. Ella pone sus dedos alrededor de mi cintura.

- Se lo contaremos cuando estés lista. - Susurro. - No te presiones.

- Siempre te miran esperando a que se lo expliques. Es... incómodo. -

La beso suavemente, poniéndome de puntillas para llegar a sus labios.

- En el momento en que tú me digas que quieres contarlo, lo haremos. Ni antes ni después. - Sonríe levemente y me da otro beso.

Después de hablar con Elsa, llamo a mis amigos para que vengan a casa. Ha decidido contar lo que pasa y la voy a apoyar en todo lo que pueda.

Cuando el timbre resuena por la casa, noto como sus hombros se ponen rígidos, y voy a abrir la puerta. Una vez que estamos todos sentados, hablo.

- Tenemos algo que contaros. - Elsa no hace contacto visual con nadie en la sala, prefiriendo mirar sus dedos entrelazados.

- Bien. - Habla Jack - ¿Ha pasado algo? -

- Hay algo que os quiero contar. - Dice mi novia aún sin levantar la mirada.

"Cuando yo tenía 5 años, mis padres murieron. Desde ese entonces, siempre estaba sola jugando. Bueno, no sola, con mis supuestos "amigos imaginarios". Había dos, pero recuerdo sobretodo a Mike. Siempre estaba con él: a la hora de comer, cuando veía la televisión e incluso antes de ir a dormir jugábamos un rato, aunque recuerdo que nunca hablaba. Viendo que no me relacionaba con nadie real, mis tutores legales decidieron llevarme al médico a ver si me pasaba algo. Al explicarle toda la situación y mis acciones en momentos de supuesta soledad, el doctor decidió hacer algunas pruebas, sólo para comprobar que todo estaba bien." Interrumpe su relato suspirando pesadamente. Sé lo difícil que es esto para ella, así que pongo una mano en su regazo como muestra de apoyo. Me mira e intenta esbozar una sonrisa, después mira al frente.

"Los resultados revelaron que tenía esquizofrenia, algo bastante inusual en niños pequeños. Los médicos dictaminaron que se debía a un evento traumático asociado a la muerte de mis padres. Realmente no tuve problemas durante mi infancia. Simplemente veía a un chico que no hablaba y que jugaba conmigo. Hasta que empecé a oír una voz. Tendría unos 7 años la primera vez que la escuché, y me persuadía para que hiciera cosas que no debería hacer, cómo quemar objetos." En este punto su voz tiembla levemente, y tiene que respirar un par de veces en silencio con tal de calmarse.

"A raíz de esto empecé a tener impulsos negativos. Era más violenta de lo habitual, los castigos se volvieron frecuentes, y de vez en cuando me escapaba de casa para ir a un bosque donde sabía que nadie me encontraría. Allí podía hacer lo que quisiera. Un día no podía reprimirme, así que cogí una caja de cerillas y me adentré entre los árboles. Allí cerca había una vieja fábrica dónde podría encontrar algo que quemar. Y ahora que lo pienso, ojalá no lo hubiera hecho." Dice lo último con una risa amarga. Mis amigos escuchan atentamente y con asombro. Yo sigo haciéndole caricias.

"Cada vez me era más difícil controlarme, y los pequeños incendios fueron más comunes, hasta que a los 10 años aproximadamente empecé a ver una sombra. Al principio era una figura humana de 1,80 metros de altura más o menos. No veía facciones, solamente su silueta. No hablaba ni se movía, solo me acechaba. Cada vez que lo veía, me invadía un terror profundo y sentía la necesidad de huir. Poco a poco notaba como me incentivaba a hacer cosas sin la necesidad de hacer nada. Tenía un control enorme sobre mi. Los pequeños fuegos ya no eran suficiente. Hasta que una día yendo a la fábrica abandonada vi a un perro cachorro." Veo una lágrima bajar por su mejilla y su vista vuelve a bajar.

- Ey, Elsa. No tienes que seguir si no quieres. - Susurro intentando calmarla. Aprieto ligeramente su mano alrededor de la mía.

Coge aire y continúa su relato.

"Lo maté. El simple hecho de verlo me provocó una sensación indescriptible, y me fue imposible detenerme. Conforme pasaban las semanas, seguí haciéndolo con otros animales salvajes; pájaros, gatos, o lo que fuera, cualquier animal me ayudaba a no atacar a la gente de mi alrededor. La silueta fue haciéndose más grande cada vez, hasta llegar a unos dos metros de altura, mientras que yo apenas llegaba a uno y medio. Cada que yo hacía algo malévolo, su sonrisa se ensanchaba y se quedaba así, rígida.

Al entrar a la secundaria, con unos 12 años, ya tomaba medicinas para controlar las alucinaciones. No me hacían mucho efecto ya que eran dosis bajas, pero nunca lo dije. El primer día de clase, un niño me insultó. No recuerdo qué me dijo ni el porqué, pero me abalancé sobre él y le golpeé hasta que me separaron de su cuerpo. Dos profesores me habían cogido para que dejara de pegarle, y cuando pude verle, estaba con el rostro sangrando considerablemente, emitía quejidos débiles y apenas se movía. Estuvo varios días en cuidados intensivos en el hospital, y a mi me expulsaron permanentemente del centro. Al llegar a casa, me fui a mi habitación sumida en la penumbra, con todas las luces apagadas. La calle ya estaba oscura, y la leve luz de las farolas entraba por la ventana. Y allí de pie, cerca de la puerta, como si me impidiera el paso, vi la silueta. Ya no tenía la sonrisa con la boca cerrada, sinó que se veía una hilera de dientes finos y muy afilados, con un toque leve de color rojo que no veía muy bien, pero parecía simular sangre.

A partir de ese día, después de varios exámenes mentales, me ingresaron en un hospital psiquiátrico. Nunca le hablé a nadie sobre la sombra, pero allí internada dejé de verla, lo que supuse era una buena señal. Como no tenía actitudes violentas y todo parecía estar bien conmigo, a los pocos meses me dieron el alta. Supongo que siempre he sido una buena actriz." Dice eso último con cierta ironía. Sé que es muy difícil para ella hablar sobre todo el tema de la sombra y los sentimientos que le provocaba, pero ahora solo le puedo mostrar mi apoyo de esta manera.

"Antes de ir a casa, mis tutores legales y yo fuimos a comer a un restaurante y después al cine para celebrar mi vuelta, así que volvimos a casa casi por la noche. Al entrar, vi la sombra acompañada de esa característica sonrisa, como si en ese instante me estuviera dando la bienvenida. Desde esa vuelta a mi hogar, mi vida siguió sin acontecimientos destacables. Mi dosis de medicina aumentó y ahora solo tengo visiones de vez en cuándo, así que no os apuñalaré un día de repente." Unas risas suaves y un poco tensas cierran su relato.

- Pero... - Habla Rapunzel, haciendo que todos le miremos. - ¿ya no ves la sombra?¿Desapareció sin más? -

- Yo no he dicho eso. - Dice Elsa. - Por desgracia, aún la veo, pero ya he adoptado cierta inmunidad a ella. Además, con Anna a mi lado puedo estar más tranquila. - Me mira y sonríe. Le devuelvo el gesto mientras aprieto ligeramente la mano que sigo agarrando.

- ¿Y qué haces cuándo aparece? -

- Normalmente intento ignorarla, pero si siento la necesidad de desahogarme con algo, tengo un hacha con el que puedo talar árboles. - Se ríe aunque sea cierto. - Anna fue quien me dio la idea, y es bastante efectiva.

- ¿Cómo se lo contaste? Lo de la sombra. - Interviene de nuevo Jack.

- Al principio no quería hacerlo. - Digo yo. - Sólo me decía que todo estaba bien y que había oído algo. Pero estaba mirando fijamente una pared, y ella nunca oye cosas a la par que ve algo. Así que sabía que era mentira. -

- No quería asustarte. - Me dice ella con dulzura. - No sé cómo reaccionaría yo si mi novia me dice que está viendo una sombra en la pared del comedor. -

- Pues yo la apoyaría en todo lo que pudiera. - La miro con cariño y le doy un corto beso.

Eugene se estira sonoramente, sacándonos de nuestra burbuja mientras se levanta.

- Bueno, ya es de noche y son casi las 10, así que voy a casa. - Se acerca a Elsa y ella se levanta. Él la abraza y habla en voz baja. - Gracias por confiar en nosotros y contárnoslo. -

Cuándo todos se han ido, me siento en su regazo.

- ¿Cómo estás? - Le susurro en el oído para posteriormente morder su lóbulo.

- Ahora mucho mejor., cómo si me hubiera quitado un peso de encima. - Suspira en mi oído, erizando mi piel.

- Pues voy a hacer que te sientas mucho mejor. -

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