Disclaimers incluidos.
Este fin no contiene pedofilia, todos los personajes son mayores de edad; pero si escenas de violencia, sangre y muerte.
Clasificación: AU.
Capítulo 1.
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Los pasos sobre la madera se detuvieron de forma abrupta delante de la puerta corrediza, sujetando con fuerza el báculo que lo había acompañado tantos años. Retorció sus pequeñas manos verdes e intentó controlar los nervios que sacudían su diminuto cuerpo.
«¿Debo decirle o no al amo bonito?» era la pregunta que rodeaba su mente mientras miraba la enorme puerta.
—Entra, Jaken.—Aquella voz, más fría de lo normal lo puso rígido y siguió sus instrucciones con rapidez.
Entró tropezando al enorme estudio, sus manos se movieron intentando atrapar el báculo y agarrarlo con más fuerza, cerró los ojos intentando reunir toda la valentía que pudiera. Sabía que el amo no atacaría ahí, no. Ese lugar era sagrado para él, nada ni nadie tenía permitido ingresar sin permiso y tocar las cosas en la estancia.
El pequeño demonio abrió sus ojos y miró al frente, la figura imponente del Rey Bestia estaba a sus espaldas, delante del enorme ventanal comprobando la luna llena esa noche. El cristal protector de un hermoso tulipán rosa conservada de manera envidiable con un poco de energía demoníaca sobre el escritorio, brillaba con la luz natural al igual que las espadas y un pequeño maletín a un costado sobre el estante y cubierto por un vidrio grueso.
Jaken volvió a tragar cierto y bajó sus ojos hasta las pequeñas manos verdes ¿cómo debía decirle esto a su amo bonito?
—Habla.
—Es como lo pensó el amo Sesshōmaru, es un veneno especial, pertenece a un demonio que no está en la base.
Escupió después del susto, mirando al amo.
—¿Cómo?—preguntó con calma, pese a que estaba un poco lejos de eso, sus garras habían salido un poco más, su rostro se tornó más frío y serio de lo habitual.
—El grupo de científicos humanos afirma que es un veneno demoníaco; pero alguien lo ha modificado hasta tal punto que parezca un veneno natural de los tipos que usan los mortales.—Sesshōmaru lo miró directamente y Jaken volvió a temblar, agachando su cabeza.
—Nuestro equipo de demonios expertos también confirma esta teoría, dado que poseen ciertas características especiales que afectan a los Hānyo...
La enorme vitrina a las espaldas de su amo voló en mil pedazos a la mención de la palabra Hānyo. Jaken se tiró al suelo protegiendo su cuerpo, esperando a que gran Yōkai se calmara.
Sabía que era un tema delicado, todos los demonios y humanos que trabajaban en aquel enorme castillo, conocían por los rumores que la palabra Hānyo eran delicadas para su señor, pese a que no muchos conocieran las razones reales de tal aberración por unas palabras.
Los medios de comunicación más osadas solían hablar de ello y algunos lo hacían como un secreto a voces, después de todo, El Gran Sesshōmaru, había sido el Yōkai que trabajó por la alianza entre humanos, demonios y monstruos, para vivir de forma pacífica en el mundo. Las nuevas leyes eran las reglas absolutas e ir contra ellas eran sinónimo de un castigo legendario.
Aquellos que se atrevieron, habían pasado a la historia como ejemplos de desobediencia y maldad, reflejando lo peor de cada especie y su naturaleza más oscura. Los castigos habían sucedido tiempo atrás; pero él, Jaken, recordaba todo como si hubiera sucedido ayer.
Los años más oscuros y tristes para su amo Sesshōmaru, tanto dolor...
—Jaken.—La voz calmada de su amo lo llamó nuevamente, ya había controlado su lado demoniaco y la necesidad de sangre se dispersó por el aire.
El mencionado se irguió para observar la figura imponente, rodeado de pequeños cristales a su alrededor por la explosión de la ventana en una demostración de su poder causado por el enojo.
—El equipo ha mencionado una pequeña teoría que van de la mano con los últimos rumores de los cazadores de demonios y un nuevo miembro.
Jaken se detuvo un momento, observando la expresión del amo, esperando a que le indicará continuar.
El Rey demonio miró por unos instantes la flor, después el estante y los objetos en él, antes de girar sobre sí y observar la luna en lo más alto del cielo, tantos años y algunas cosas no cambiaban realmente.
—Han comenzado algunos rumores desde los niveles más bajos de demonios, mencionan que hay un cazador nuevo que puede detectar la esencia y los colores en concreto sin tener un contacto directo con este.
Sesshōmaru siguió de espaldas, pareciendo ignorar la última información, mientras Jaken se movía sus manos algo nervioso.
Vio al demonio saltar sin aviso a través de la gigantesca ventana rota, el pequeño ayudante jadeó y corrió lo más rápido que le permitían sus cortos pies para así sostenerse del largo mokomoko de su amo. Observó en silencio al señor Sesshōmaru durante toda la trayectoria a pesar de que su expresión parecía fría y distante sabía que había más de lo que parecía.
La expectativa era algo raro por parte de él, y pocas veces esperaba por algo. Tantos siglos sobre la basta tierra, habían permitido que vivieran y fueran testigos de diversos acontecimientos.
La luna brillaba sobre lo alto; sin embargo, el sonido de esos monstruosos aparatos que los humanos llamaban autos, los enormes edificios y las luces bloqueaban la hermosa vista que hace años atrás, se consideró como uno de los pocos placeres que tenían y disfrutaban con el silencio de la noche.
Sesshōmaru sobrevoló todo como si fuera lo más normal. Mientras Jaken veía algunos humanos admirar a su amo sobre el suelo o a través del vidrio de aquellos edificios por donde pasaban; empero, él se limitaba a ignorarlos como siempre.
Las luces rojas y azules se reflejaban sobre el cristal y se podían ver desde una distancia considerable, por no mencionar el hedor de la sangre y muerte que viajaba con la brisa cálida del verano.
Unos minutos más sobre el aire y el Rey de las bestias aterrizó con elegancia, algunos jadeos se escucharon por lo bajo mientras otros se mantenían congelados en su posición.
El Yōkai fue por el camino despejado que dejaban demonios y humanos hasta la casa a oscuras, por la cual salía el horrible olor. Las leves reverencias al pasar lo tenían sin cuidado, así siguieron hasta llegar a la pequeña sala.
Jaken tragó con fuerza y vaciló antes de mirar a su amo, todo era terrible. La sangre salpicaba las cuatro paredes blancas y el suelo de madera, la descomposición en el aire comenzaba a hacerse más fuerte, eliminando cualquier rastro de olor que les sirviera.
Sesshōmaru avanzó un poco más y quedó delante de los cuerpos: un hombre y una mujer, un humano y un Hānyo. Ambos descuartizados, con una herida principal sobre el torso, los ojos blancos, la boca gris, sus extremidades oscuras y las venas de color negro sobre la piel pálida.
Jaken jadeó más fuerte, tantos recuerdos volvían a surgir.
—¡Señorita, no puede entrar!—Un grito llegó desde el exterior con fuerza, Sesshōmaru lo ignoró y su fiel sirviente se movió incómodo sobre su eje.
—Tengo un permiso especial, el caso ha entrado en jurisdicción de los cazadores.
—Pero...
—¡Permiso!—Terminó, seguido de unos pasos fuertes que resonaban sobre las tablas de madera en la entrada y se precipitaban en dirección a ellos.
Jaken giró su rostro hacia la nueva intrusa y se quedó mudo, mientras su cerebro le sugería que se moviera a un lado, sus piernas no respondían.
Las pisadas se detuvieron y observó a la chica analizar un poco la situación antes de hacer una pequeña reverencia y murmurar:
—Lord Sesshōmaru.
Fue un leve saludo cordial; pero era suficiente para que su amo bonito girara y quedara de frente con la quién decía ser una cazadora recién salida de la academia, 19 años si mucho.
«Rin...» fue una murmuración baja que podría haber pasado como una simple imaginación de Jaken, después de todo, él podía percibir en ocasiones lo que su amo pensaba cuando sus defensas quedaban en el olvido.
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¡Hola a todos! Muchas gracias por haber llegado hasta aquí. Soy Zhang96, he sido ficker desde hace ya algunos años; pero este es mi primer fic en el mundo de Inuyasha, como podrán haber leído, es un AU así que espero les haya gustado y nos estamos leyendo en el capítulo siguiente.
Zhang96
