Autor Original: otakuphiar
ID: 5716813
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Prólogo: Dolor
Arthur Kirkland nunca había sentido dolor, ni una sola vez en su vida. Ni cuando murió su madre, ni cuando su padre se volvió un alcohólico y le pegaba. Ni siquiera cuando su padre fue a la cárcel y lo enviaron a un orfanato a la edad de siete años. Arthur nunca sintió dolor cuando era un niño.
Tampoco sintió dolor cuando tenía diez años. No cuando parecía que todos menos él habían sido reubicados. No cuando los demás en la escuela le acosaban… Ni siquiera cuando le dijeron que se muriese.
Arthur Kirkland era un caparazón vacío, hasta que un tipo que se llamaba Francis Bonnefoy entró en su vida a la edad de quince años.
Eran rivales y amigos. Su relación confundía a la gente, y así el tema era evitado. ¿Sabían siquiera Francis o Arthur lo que eran el uno para el otro?
A la edad de diecisiete, el acoso parecía haber disminuido, debía de haber sido porque estaba con Francis. Los dos estaban en una fiesta, cuando Arthur se emborrachó. Era un borracho divertido, siempre intentando desnudarse. A esa edad, Arthur se dio cuenta de que era gay. Francis ya no pudo resistir sus impulsos y tuvo relaciones sexuales con Arthur, sin su consentimiento, por supuesto. Cuando Arthur despertó con resaca, una sensación extraña en su trasero y un francés dormitando a su lado, nuevamente no sintió dolor.
Fue entonces cuando los dos comenzaron a salir, por primera vez en su vida Arthur Kirkland sintió amor por alguien. Salieron durante dos años, disfrutando de su vida juntos… hasta que Arthur tuvo un accidente.
Estaba conduciendo su coche, cuando un conductor ebrio chocó contra él. Cuando Arthur Kirkland despertó, no sentía dolor; pero estaba rodeado de oscuridad. Arthur estaba ciego, pero no sentía dolor por haber perdido la vista.
Lo que Arthur Kirkland no sabía era que Francis solo estaba con él porque quería sexo. Fue entonces cuando descubrió que Francis no solo estaba con él, sino con otros. Fue entonces cuando Francis Bonnefoy dejó su vida.
Fue entonces cuando Arthur Kirkland sintió dolor por primera vez. Estaba solo y todos esos años de dolor y angustia le asaltaron. Lloró por su madre, lloró por los golpes, lloró por su padre a quien ya no podía ver más, lloró por no ser reubicado nunca, lloró por el acoso, lloró porque la gente le decía que se muriera… Arthur Kirkland, era un hombre destrozado, a los diecinueve años finalmente había sentido dolor y ya no podía ver el daño que se habían infligido a sí mismo.
A la edad de veintiún años, Arthur Kirkland fue enviado a una institución mental.