Diferentes batallas
Si Rio fuese a describir a Samatoki según como comía, él diría que era alguien que prefería negar tener hambre, pero que una vez lo aceptaba, acababa con un todo lo que le ofrecían con ganas.
Él lo había visto deborar banquetes completos, como si no quisiese perder un solo segundo ni mucho menos dejar un solo bocado. Su apetito sería un gusto para cualquier chef y Rio apreciaba la suerte que era tener a Samatoki como comensal frecuente en su campamento.
Por eso mismo, que alguien con un apetito así se dedicase a mordisquear una pata de tarántula, el tentempié que Rio había preparado para complementar el alcohol que Samatoki había traído cuando había decidido visitar la base de Rio, era extraño.
¿Quizás la nueva receta de Rio había sido un éxito y un fracaso a la vez?
Esta vez había preparado las tarántulas con más condimentos, haciéndolas más picantes, mas también había probado una nueva forma de prepararlas para hacerlas más crocantes.
Era posible que Samatoki apreciase más la textura que el sabor de la receta actual y si era así, quizás no solo debería volver a las especias anteriores, sino también volver a sus experimentos de usar escarabajos molidos para crear frituras, porque si a Samatoki le gustaba la comida apanada, Rio no pensaba quedarse con las manos cruzadas cuando podía cumplir con sus expectativas.
—Rio —dijo Samatoki de repente, tomando lo que quedaba de la pata que había estado mordisqueando para dejarla en el plato. Él se veía tan serio que Rio temió por un segundo que iba a recibir una crítica culinaria, pero tal cosa no ocurrió—. Hay algo que... no es que esté buscando un consejo, pero no es como si pueda hablar de esto con alguien más...
¿Así que en realidad Samatoki solo estaba tan inquieto que sus preocupaciones estaban distrayendo su apetito?
Era era un alivio, mas Rio se sintió culpable por ello.
¿Cómo podía haber estado tan ciego como para no ver que su camarada estaba tan intranquilo?
Él tenía que compensar eso una vez apoyase a Samatoki en lo que necesitase. Quizás podría ofrecerle más tarántulas con sabores tan variados como las alas de pollo con diferentes salsas que ofrecían en algunas tiendas. Cazar suficientes para eso sería un reto debido a que el número de estas dependía de cuantas habían terminado de polizontes y desembarcado en Yokohama, pero Samatoki merecía esa compensación.
—Sabes que cuentas conmigo —afirmó Rio, dejando de lado la cerveza que había estado bebiendo luego de haber terminado su propia porción— y con Jyuto.
Samatoki frunció el ceño y apartó la mirada.
—Precisamente no puedo hablar con ese conejo. —Samatoki alzó una mano para pasarla con su cabello, luciendo frustrado al no saber que hacer y no solo con su mano en ese instante, o al menos eso sospechaba Rio.
—¿Se trata de algo relacionado con Jyuto?
—Sí. —Samatoki siguió con su vista en el suelo y dejó caer sus brazos a sus costados—. Él...
¿Qué había pasado? ¿Jyuto se estaba preparando para otra misión suicida en vez de pedirles ayuda? No sería la primera vez y Rio sospechaba que Samatoki también había espiado a Jyuto e ido como su refuerzo de sorpresa en alguna ocasión, pues muchas veces Jyuto se negaba a aceptar que necesitaba tal cosa en primer lugar.
Era un mal hábito de Jyuto que a veces hacía que Rio temiese que él no confiaba en ellos realmente, más todas las pruebas que tenía de lo contrario demostraban que Jyuto simplemente no se detenía a pensar en nada cuando había drogas involucradas y por eso se lanzaba de cabeza, solo, pese a ser perfectamente capaz de planear una misión mejor.
—Mierda. —Samatoki tomó su propia (tercera) lata de cerveza y la vacío con un largo trago antes de finalmente volver a enfrentar a Rio con su mirada y apretar la lata ya desocupada—. Estoy seguro —dijo Samatoki con lentitud pero firmeza— de que Jyuto está enamorado de mí.
Esa no era la forma en la que Rio había creído que esta conversación proseguiría. Esta era una noche de sorpresas, comenzando por el poco apetito de Samatoki y siguiendo con estos temas amorosos de los que nunca habían hablando. Un soldado, sin embargo, tenía que estar preparado para todo y quedarse ahora sin palabras era la prueba de que él todavía tenía mucho por aprender.
Y una táctica útil para situaciones inesperadas era ganar tiempo y reunir más información.
—¿Por qué lo crees?
—¿Ah? —escupió Samatoki con un enojo que no iba dirigido realmente a Rio y lo demostró al apretar más la lata, dejándola inútil para ser reutilizada antes de dejarla en el tronco que esa noche estaba haciendo de mesa—. ¿No es obvio? Si lo llamo, corre saltando como el conejo que es y siempre está ahí así no lo necesite y no deja de mirarme...
Había explicaciones para las dos primeras, pues Jyuto siempre estaba listo para luchar por sus camaradas y Samatoki era un líder por el que valía la pena arriesgar todo. Lo segundo era parte de la naturaleza de Jyuto; él siempre parecía estar pendiente de todos los que eran cercanos a él y dispuesto a hacer algo por ellos incluso mientras los reprendía por algo que quizás no era tan importante. Pero lo tercero...
—He fallado como soldado —admitió Rio con decepción—. No me había dado cuenta...
—¿Uh? Ah, no, lo siento —intervino Samatoki, ahora sacudiendo una mano frente a él—. Creo que Jyuto está intentando que nadie se de cuenta y apesta en eso... Al menos cuando estamos solos —añadió rápidamente, luciendo apenado.
—Tendré que entrenar más mis habilidades de observación —reiteró Rio. Ignorar una debilidad ahora que la conocía sería peor que su descuido previo—. Pero esto tiene prioridad.
—¿Qué? —Samatoki parpadeó en aparente confusión.
—Si estás en lo cierto, Jyuto merece una respuesta. —Incluso si era algo que involucraba a un aliado, No era correcto ignorar nada en el campo de batalla y Yokohama era uno, por lo que ahora que Samatoki había descubierto eso, era él quien tenía que actuar y Rio lo ayudaría si era necesario.
—No... no es como si me haya dicho algo —balbuceó Samatoki y volvió a tomar la pata a medio comer, mordisqueando la punta—. Ni sé si quiere hacerlo. Puede que quiera llevarse el secreto a la tumba. —Samatoki resopló—. Ya sabes que no hay un conejo más terco que él.
Rio asintió. Ser obstinado era tanto una cualidad como un defecto en cualquier soldado y Jyuto no era excepción, pues Jyuto era obstinado y lo demostraba en el mejor y el peor de los sentidos. Si Jyuto se proponía algo, se requería de la fuerza de un batallón para conseguir que Jyuto hiciese algo diferente y quizás Samatoki estaba en lo cierto al creer que así sería esta vez.
—Como sus camaradas, es nuestro deber hacer algo cuando Jyuto no está tomando una buena decisión.
Y todo indicaba que ese podía ser el caso. Una distracción podía ser fatal y si Jyuto había estado más concentrado en Samatoki que en nada, era necesario hacer algo.
—¿Deber? —repitió Samatoki, tragando con aparente dificultad su último mordisco de tarántula.
—Podría llamarlo ya mismo... —sugirió Rio en lugar de contestar algo tan obvio como eso.
Samatoki de inmediato negó con su cabeza.
—No, no, Jyuto está en una investigación de mierda y lleva tres días sin siquiera ir a dormir. Si lo llamamos ahora, ese idiota va a venir en vez de tomar al menos una siesta en la estación...
Rio sabía de la investigación actual de la policía de Yokohama, pero no que Jyuto había estado tan dedicado a ella pese a no involucrar drogas. Samatoki sin duda también mantenía su atención en Jyuto si conocía tantos detalles. Su preocupación, además, era entendible.
—Entonces deberías hablar con él una vez terminen esa investigación. Veré si puedo conseguir información que pueda ayudarlo y te avisaré apenas terminen. Aunque imagino que te enterarás primero por tus propias fuentes, pero en caso de que haya una demora, cuenta conmigo.
Esta vez, Samatoki permaneció en silencio por unos segundos, luciendo pensativo.
—¿Crees que deba hacerlo tan... ya?—Samatoki hizo una mueca con sus labios.
—Hay batallas en las que esperar el momento adecuado es necesario, pero no creo que esta sea una de ellas.
El que tras un largo rato Samatoki asintiera con su cabeza convenció a Rio de que Samatoki ya estaba planeando qué decir y hacer, por lo que pronto llegaría a una solución que le devolvería el apetito. Siendo así, Rio tendría que estar listo para preparar un banquete pronto.
Tal vez debería volver a inspeccionar todo el bosque en caso de que todavía quedase algún emú.
Si bien tras una semana Rio no había conseguido ninguna pista de un emú, sí pudo cumplir con su propósito de conseguir información para Jyuto y ayudarlo a cerrar esa investigación, tras lo cual pudo volver a concentrarse en su cacería y en poner nuevas trampas.
Al día siguiente, sin embargo, tuvo que aplazar su mapeo del bosque debido a una nueva visita y no de Samatoki.
Él había esperado (todavía lo hacía, de hecho) escuchar pronto de él y recibir un reporte de lo ocurrido con Jyuto, pues Samatoki había contestado la noticia del fin de la investigación con un "Sí, ya sé... creo que el conejo volverá a su apartamento esta noche" que indicaba que Samatoki había decidido seguir su consejo y no postergar algo tan necesario como lo era hablar con Jyuto.
Aun así, el primero en visitarlo en su campamento fue Jyuto, quien a pesar de sus usuales esfuerzos por mantener su apariencia (e insistiendo en ni siquiera cambiarse de zapatos cuando iba a visitarlo, aun cuando Rio le había recomendado que lo hiciera) todavía lucía cansado.
Sin duda una sola noche de sueño tranquilo no compensaba los días de trabajo duro y siestas en el sofá de la estación, mas en lugar de tomarse un día libre, Jyuto había decidido visitarlo a primera hora. Al verlo llegar con un par de bolsas plásticas, Rio supo que él tenía la culpa.
Pedirle a Jyuto que aceptase una mano amiga en vez de llevar cuenta de favores e intentar devolverlos cuanto antes parecía seguir siendo un imposible, cosa que resultaría insultante si no supiese que, de hecho, Jyuto se esforzaría en hacer que la otra persona estuviese en deuda con él antes de aceptar algo y solo cuando no sería suficiente para saldarla.
Al menos Rio podía ofrecele ahora un lugar seguro para descansar y una buena comida para ayudarlo a recuperarse luego de su última batalla, cosa que Jyuto sin duda necesitaba y que se hizo más evidente en la sonrisa cansada con la que lo saludó al tiempo que hizo un gesto de cabeza en dirección al camino por el que había llegado.
—Veo que pusiste nuevas trampas
—Hiciste bien al notarlas —lo elogió Rio. Aun si había puesto menos trampas en esa área ya que era la ruta que tanto Jyuto como Samatoki solían tomar para llegar a su base actual, eso no significaba que fuesen fáciles de evitar sin saber de antemano de ellas y Jyuto merecía crédito por mantenerse alerta incluso en un terreno familiar.
—Tuve suerte. —Jyuto le ofreció las bolsas—. Habías dicho que el clima no ha sido el ideal para cultivar algunas hierbas.
Jyuto no era un experto ni en cocina ni en ingredientes y si juzgaba por la variedad de hierbas locales e importadas que había traído, sin duda había comprado todo lo disponible en lugar de solo traer plantas imposibles de cultivar en esa estación y gracias a eso le estaba entregando una buena variedad que le permitiría preparar nuevos condimentos y bebidas.
Rio las recibió agradecido y dispuesto a demostrar eso no solo con palabras, sino con acciones.
—Prepararé el desayuno.
—No te preocupes por mí, no tengo hambre y...
Jyuto carecía del apetito voraz de Samatoki o al menos parecía intentar no comer mucho sin antes ejercitarse. Quizás estaba preocupado por su peso y no quería tener que reemplazar sus costosos trajes a la medida y poner en riesgo con ello su cultivada apariencia, mas no por eso despreciaba una buena comida, aun si a veces era necesario reiterar una invitación para que aceptara. Jyuto realmente tenía que aprender a cuidarse más en más de un sentido, como cualquier buen soldado debería.
—Llegaste justo a tiempo —interrumpió Rio, acostumbrado a tener que insistir para que Jyuto aceptase algo—. Preparar dos porciones en vez de una no es ningún problema y justo trajiste algo para complementar los ingredientes que conseguí anoche.
—¿Qué fue lo que...? Ah, no, no tienes que decirme.
Esa era una buena oportunidad para sorprender a Jyuto, decidió Rio. Carne de varios anfibios que habían caído en sus trampas, vegetales de temporada sazonados con hierbas y un té herbal bueno para le digestión, decidió.
—Prepararé algo ligero pero de alimento —prometió para apaciguar sus preocupaciones relacionadas con calorías—. Solo dame media hora.
Jyuto hizo una mueca y asintió con renuencia, tras lo cual se dedicó a hacer sentadillas, usando bien el tiempo que le tomó a Rio preparar todo y ofrecerle así el desayuno prometido, el cual Jyuto comió con esa usual lentitud que era opuesta a la forma de comer de Samatoki y sin hablar mucho en un comienzo.
Esta vez Rio sí reconoció en ello que algo más estaba ocupando la mente de Jyuto, por lo que aguardó a que llegase el momento en el que Jyuto finalmente lo revelase, cosa que ocurrió cuando Rio ya había terminado su propio desayuno y Jyuto ya iba en la mitad del suyo.
—Rio... —Jyuto se aclaró su garganta y fijó su vista en los arbustos más cercanos sin motivo alguno—. ¿Has visto a Samatoki?
—No desde hace unos días. —Aunque sí había hablado con él el día anterior, mas la verdadera pregunta era si Jyuto había hecho lo mismo o si Samatoki estaba en lo cierto y luego de días sin ver a Samatoki, Jyuto quería saber de él—. ¿Y tú?
El sobresalto de Jyuto ante esa pregunta fue visible, aun cuando Jyuto intentó disimularlo. Poder darse cuenta de ello era una buena señal de que sus propias habilidades de observación no habían decaído tanto, aunque quizás la conversación con Samatoki le había dado las indicaciones necesarias para saber que debía esperar alguna reacción inusual.
No que eso bastase para asegurar que la interpretación de Samatoki era la correcta, por lo que debía examinar la situación antes de tomar cualquier acción.
Por ahora, Jyuto se limitó a asentir, luciendo tan tenso como si temiese correr peligro.
—Él me visitó anoche. —El tono de Jyuto no delató nada, a diferencia de la pausa que hizo antes de continuar—. De hecho decidió usar mi cocina sin permiso y preparar algo. ¿Pasó algo en estos días? —Jyuto finalmente volvió a mirarlo de frente. Lo inquieto que estaba era visible en su rostro y Rio no estaba seguro de entender por qué.
Aun si Samatoki no compartía su pasión por la cocina, en el tiempo que habían pasado como equipo había demostrado que tenía el conocimiento y las habilidades para preparar no solo café y aunque eran pocas las veces que lo exhibía preparando algo para alguien más, no era inusual que en algunas situaciones lo hiciera: si estaba de buen humor, si quería agradecer algo o si quería disculparse. Quizás si estaba preocupado hacía lo mismo y la extensa investigación que había tenido a Jyuto ocupado había llevado a que optara por eso en lugar de avanzar de inmediato con algo más directo como lo sería una conversación.
La verdadera pregunta era si también había abandonado temporalmente su plan debido a eso o si había dado un primer paso en esa dirección.
—¿Él no dijo nada?
Jyuto frunció el ceño y se fijo por unos segundos en la lagartija asada que continuaba en su plato.
—Nada importante —replicó y con un suspiro alzó la lagartija, mordisqueando solo la punta de su cola antes de devolverla al plato y añadir—: Puede que esté equivocado, pero pareciera que Samatoki...
Los segundos pasaron sin que Jyuto completase tal frase, por lo que Rio decidió poner de su parte y ayudarlo a hablar con la misma sinceridad con la que Samatoki lo había hecho. Solo consiguiendo la información adecuada podría ayudarlos a recuperar el apetito y disfrutar una comida como deberían, al fin de cuentas.
—Él estaba preocupado porque llevabas varios días sin volver a casa a dormir.
Con sus ojos como platos y su boca entreabierta, Jyuto murmuró:
—¿Cómo...?
—Él también tiene sus métodos —le recordó Rio con una sonrisa.
Jyuto suspiró.
—Lo sé. —El que optase por masajear su entrecejo en lugar de seguir comiendo indicaba que esa respuesta no lo había tranquilizado, aun cuando no era nada nuevo—. Lo que me preocupa son sus intenciones —admitió al fin. Rio asintió para indicarle que estaba escuchando y que podía continuar—. Ese idiota no tiene tanto tiempo libre como para seguir una investigación de algo que no tiene nada que ver con él.
¿Era mejor señalar que Jyuto estaba involucrado y esa era motivación suficiente o que técnicamente Samatoki tenía razones para mantenerse atento a todo lo que ocurría en Yokohama?
Rio no tuvo necesidad de decidir, ya que Jyuto continuó hablando cada vez más rápido y alzando su voz.
—Y él no es sutil. Si quisiera algo, lo demandaría como siempre. —Jyuto bufó—. Ni siquiera le da vergüenza exigirme que vaya a sacarlo de una celda a las tres de la mañana. No tiene sentido que ahora venga a preocuparse por si estoy durmiendo. Y lo hice, para que sepas, y también fui a cambiarme varias veces. Si quería saber algo solo tenía que preguntarlo en vez de preparar sopa de miso. ¿Qué estaba pensando?
Jyuto continuó hablando de los ingredientes que Samatoki había llevado y la comida extra que aparentemente la había dejado ya preparada y con instrucciones de que la calentara y se la comiera, cosa que quizás explicaba por qué Jyuto no tenía hambre. Rio sospechaba que ese era el caso, pues aunque Jyuto protestara en voz muy alta cuando Samatoki estaba involucrado, al final del día solía seguirle la corriente.
Y eso era algo que quizás debería haber recordado antes...
—Rio... —El que Jyuto bajara su voz hizo que Rio se concentrase de nuevo en él—. ¿Tú crees que Samatoki esté...?
¿Otra vez Jyuto dejaría una frase incompleta?
—¿Sí?
Sacudiendo su cabeza, Jyuto volvió a enfocarse en la lagartija y de hecho la terminó en tres bocados, tras lo cual limpió la comisura de sus labios con el revés de su mano izquierda cubierta como siempre por uno de sus guantes rojos.
—Olvídalo, es ridículo.
Ofenderse pensando que Jyuto no confiaba en él si merecería se descrito de esa manera, pues Rio sabía que Jyuto no se desahogaría tan abiertamente con casi nadie, siendo él y Samatoki las únicas excepciones; aun así, Rio tenía que aceptar que encontraba decepcionante el que Jyuto se mostrase tan renuente en apoyarse en ellos y más tratándose de algo tan simple como esto.
—Al menos puedo escuchar.
—No estoy diciendo que no puedas, solo que...
—Si es algo que no me quieras decir... —Él no pudo mantener la decepción fuera de su voz o de su expresión, aun cuando deseaba apoyar a Jyuto también en su silencio. Era un fracaso de su parte como soldado que le mostraba otra área de oportunidad en la que debía trabajar.
—Stop. —Jyuto alzó una mano y le mostró su palma, por lo que Rio se acalló y aguardó, cosa por la que recibió una recompensa, ya que Jyuto suspiró y al bajar su mano, mantuvo su mirada en él antes de volver a hablar—. Anoche —dijo Jyuto, poniendo un gran énfasis en dicha palabra— pensé por un momento que tal vez Samatoki sienta algo... no completamente platónico por mí. Estaba agotado —agregó rápidamente, como si ansiase restarle importancia— y ese imbécil me tomó de sorpresa al actuar así. Pediré un par de días de descanso, creo que los necesito si estoy perdiendo mi cordura.
—Es una buena idea —replicó Rio de manera automática y Jyuto pareció relajarse, como si el que Rio no hiciese ningún comentario relacionado con Samatoki fuese un alivio.
Rio no hizo nada cuando Jyuto cambió el tema, ni tampoco cuando insistió en ya estar absolutamente satisfecho y no poder comer más por lo que no, no quería porciones adicionales, ni mucho menos cuando Jyuto se despidió con prisa hablando de tener que ir a la estación pronto.
Para su vergüenza, el escuchar a Jyuto decir algo tan parecido a lo que Samatoki había dicho antes lo había desarmado como si hubiese sido un ataque sorpresa.
El no estar en un campo de batalla le daba la oportunidad de sobrevivir tal cosa, pero ahora necesitaba tiempo para recuperarse, mejorar y crear un plan. Y para ello necesitaba más información que las palabras de sus camaradas.
Hacer observaciones propias en un ámbito natural era mejor que tener información de otras fuentes más subjetivas, como lo eran Samatoki y Jyuto.
La oportunidad para eso llegó un par de días después gracias a Samatoki, quien decidió que era hora de una reunión de equipo sin mencionar ningún motivo, aunque seguramente tenía uno.
No que Samatoki lo anunciase apenas estuvieron los tres, prefiriendo indicarles que se sentaran donde quisieran y esperaran mientras estaba el café que aparentemente Samatoki estaba preparando para darles la bienvenida.
—¿Piensas que tenemos todo el día? —se quejó Jyuto pese a hacer caso y mirar a Samatoki de reojo, luciendo más alerta que expectante.
Samatoki chasqueó su lengua.
—Deberías agradecerme en vez de joder.
—Solo estoy diciendo que deberías considerar que no tenemos mucho tiempo.
Pese a sus protestas, una vez el café estuvo listo, Jyuto lo recibió con obvio gusto, incluso tomándose un momento para disfrutar el aroma antes de comenzar a beberlo y Samatoki no lo perdió de vista en ningún momento.
Interesante...
Tal como Rio había sospechado, Samatoki había tenido una buena razón para organizar esta reunión y si bien pronto la conversación se enfocó en las acciones que tomarían contra un ambicioso grupo que estaba tanteando sus posibilidades en Yokohama (cosa que los hombres de Samatoki habían descubierto días atrás), eso mismo le dio mejores oportunidades de observarlos.
Ahora que tenían una meta en la que concentrarse, lo natural era que esa tensión que mantenía a cada uno atento del otro desapareciera y que actuasen con mayor normalidad, mas tal cosa no sucedió.
No era que se estuviesen descuidando u omitiendo detalles que podría llevarlos a cometer un error fatal, pero incluso mientras planeaban lo que harían la noche siguiente, estaba claro que el cien por ciento de la atención de cada uno de ellos no estaba puesta en prepararse para esa misión.
Llevar cuenta de cuántas veces Samatoki buscó arrancarle innecesariamente un comentario de Jyuto o de los momentos en los que Jyuto buscó la mirada de Samatoki no sería más que una curiosidad estadística que no proporcionaría nada que esas acciones mismas no expresaban ya. Ese número, sin embargo, hacía que lo único sorprendente en las previas afirmaciones de Samatoki y Jyuto fuese el que tanto ellos como Rio no hubiesen notado nada antes.
O quizás el error había sido otro, pues nada de lo que estaba observando era realmente nuevo y lo único que había cambiado era su perspectiva y quizás también la de ellos, aun si parecían no haberse percatado de ello ni del motivo de tal cambio.
El que ambos lo considerasen como algo nuevo era la prueba, además, de que quizás se estaban distrayendo como un buen soldado no debería y por eso mismo deberían solucionarlo cuanto antes y solo lo lograrían enfrentando la situación de la que antes no habían estado conscientes.
Samatoki ya debería saber eso, mas no parecía a punto de tomar cartas en el asunto, prefiriendo sentarse junto a Jyuto en el sofá pese a tener más asientos disponibles y dejar un brazo en el espaldar, justo tras Jyuto, mientras evitaba el tema.
Y Jyuto no daría el primer paso. Él probablemente estaba justificando la situación en su mente o quizás estaba esforzándose por no pensar al respecto, eligiendo girarse hacia Samatoki, encender un cigarrillo para él y discutir por pequeñeces en el proceso.
Era posible que ambos necesitaran un momento y lugar idóneo para ello, el cual les permitiera no tener excusas como lo era una taza más de café, el cual fue el motivo por el que interrumpieron la conversación.
Samatoki fue quien se dio cuenta y le prometió más café sin que Jyuto se lo pidiese, mas también se puso de pie con un desgano, apagó su cigarrillo en el cenicero más cercano y le arrebató a Jyuto la taza vacía en una serie de contradicciones que causaron que Jyuto abriese su boca sin pronunciar palabra alguna antes de aclarar su garganta innecesariamente y decir un breve gracias.
—¿Rio, también quieres otro? —ofreció Samatoki de repente antes de dirigirse a la cafetera. Rio asintió.
—Te lo agradezco. Aunque debí haber traído algo de mi parte para complementar las bebidas.
Por un breve momento, Jyuto y Samatoki intercambiaron una mirada con la coordinación de quienes han luchado lado a lado en cientos de batallas. No había nada inusual en ello, mas si en la rapidez con la que apartaron la mirada.
—Nah, no hay necesidad. —Samatoki se inclinó para agarrar también el pocillo de Rio—. Puedo mandar a alguien a que compre lo que quieran.
—Deberías aprovechar que Samatoki quiere actuar como un buen anfitrión —añadió Jyuto con un deje de burla.
—Deberías agradecer que me tome el trabajo de preparar algo para ti, conejito —rebatió Samatoki, enfocándose de nuevo en Jyuto.
Jyuto suspiró.
—Preferiría que no me llamaras así.
—Hoy sí que estás exigente. —Samatoki chasqueó la lengua y fue tan evidente que seguirían así que Rio decidió intervenir.
—Me gustaría pedir algo más.
La interrupción causó sorpresa en ambos y los llevó una vez más a girar su cabeza en dirección del otro, compartiendo sin palabras la impresión que esa petición les había causado. Tal acción fue suficiente para que Rio reafirmase su convicción y uniese rápidamente las piezas de información que había conseguido, formando un plan en su mente.
—¿Y eso? —Samatoki hizo una mueca—. No estoy diciendo que no, por cierto, pero es raro que pidas algo.
Eso era algo que Rio no podía negar, pero que sí podía explicar, aunque lo consideraba innecesario. En un futuro, si llegaba a necesitar refuerzos en vez de encontrarse en situaciones en las que podía ofrecerles algo de su parte, no dudaría en depositar su confianza en ellos y estaba seguro de que ambos lo sabían.
Ahora, sin embargo, la prioridad era asegurarse de que la misión fuese un éxito y que los llevase a resolver no solo la amenaza que los hombres de Samatoki habían encontrado.
—Me gustaría liderar esta batalla. —Con eso podría asegurarse de que saldrían victoriosos, ayudarlos a evitar cualquier percance y daría un paso en la dirección a la que quería llevarlos.
—Por supuesto —intervino Jyuto antes de que Samatoki pudiese decir algo, quizás temiendo que Samatoki no estaría dispuesto a ceder el mando. Samatoki le dedicó una mirada irritada a Jyuto.
—Si quieres —dijo Samatoki a pesar de eso, encogiéndose de hombros y encaminándose al fin a la cafetera—. Aunque no creo que valga la pena ni como ejercicio.
Quizás. Pero confiarse podía traer errores y el que Samatoki hubiese organizado esta reunión en vez de llevarlos directamente a enfrentar a ese grupo probaba que él lo sabía bien, por lo que no había ninguna necesidad de recalcarlo.
—Y después —dijo Rio— quiero mostrarles algo.
El sonido de las tazas cuando Samatoki las dejó sobre la repisa fue preocupantemente fuerte y Jyuto tosió tras una de sus manos, pero luego de intercambiar entre ellos una mirada más, ambos asintieron.
—Si insistes...
Ignorando el titubeo de Jyuto, Rio les sonrió.
Con esa promesa ya tenía las piezas que necesitaba para ayudarlos. Ya después tendría tiempo para concentrarse en un menú de celebración meritoria no solo por una victoria para MTC, sino por el que ya no cargarían con ninguna tensión, al menos si él estaba en lo cierto.
Samatoki había estado tenido razón al no considerar a ese grupo como una verdadera amenaza.
Ellos carecían de la disciplina necesaria para combatir como buenos soldados y pese a sus intentos iniciales de hacer más que defenderse, todas sus estrategias de ataque, defensa o de escape había sido fáciles de romper para Rio.
Mientras tanto, Jyuto había fumado como si lo que estaba ocurriendo no fuese de su incumbencia, luciendo indiferente pese a estar listo para actuar y Samatoki había expresado su exasperación abiertamente, detestando el estar ahí haciendo nada, pero manteniendo su palabra y dejando que Rio tomase la iniciativa.
A diferencia de quienes terminaron decorando el suelo, ambos tenían las cualidades de buenos soldados y Rio se sentía orgulloso de tenerlos cuidando su espalda, aun si tal cosa probó ser innecesaria.
Y ya con aquellos hombres derrotados, la primera misión del día estaba completa.
—¿Quieres llevártelos, Jyuto? —dijo Samatoki mientras Rio se estaba asegurando de que no estuviesen en condiciones de intentar escapar una vez recuperasen la consciencia—. Estaban además trayendo mercancía.
Si bien Samatoki lo dijo con un tono casual, Rio de inmediato concentró su atención en esa conversación. Samatoki había omitido ese importante detalle en la reunión en la que habían acordado esta incursión y Rio dudaba que eso se debiese a algún olvido.
—¿De qué tipo? —la voz de Jyuto se endureció, sin duda ante el presentimiento (o la esperanza) de que fueran traficantes de droga.
Mirándolos de reojo, Rio pudo ver a Samatoki apartar la mirada.
—No de tu favorito. Simple contrabando barato.
Jyuto suspiró, luciendo decepcionado y al mismo tiempo menos tenso que antes.
—Bueno, no perderé nada llevándome el crédito por su arresto.
El que Samatoki volviese a fijarse en Jyuto y pareciese relajarse fue la última pista que Rio necesitó para comprender y también para descubrir tardíamente que había cometido un error. Realmente tendría que imponerse misiones de reconocimiento que le permitieran mejorar sus habilidades de observación y análisis de lo descubierto, pues no haber notado de qué se trataba esta misión era vergonzoso.
Pese a eso, Rio mantuvo su cabeza en alto una vez se acercó a ellos a reportar sus últimas acciones.
—Ya están todos atados.
—Gracias por tu buen trabajo, Rio. —Jyuto sonrió, apagando la colilla de su cigarrillo en una pared de cemento y luego guardándola en una cajetilla vacía, sin duda para botarla después—. Me encargaré del resto, así que...
—Te esperaremos en tu auto —interrumpió Rio. Aunque él había contribuido a que este regalo de Samatoki para Jyuto no fuese lo que Samatoki había esperado, pues le había quitado a Samatoki la oportunidad de entregarlo, podía compensarlo ahora con lo que ya tenía preparado.
—¿Qué es lo que nos quieres mostrar? —cuestionó Samatoki, sin duda recordando la otra petición de Rio.
Rio sonrió.
—Ya verán.
Ninguno se opuso y aunque Jyuto se mostró renuente de entregarle las llaves de su auto a Samatoki, al final lo hizo advirtiéndoles que esto tomaría un tiempo.
Mientras Jyuto hizo las llamadas necesarias, Samatoki se apoderó del asiento del copiloto como siempre, abrió la ventana y de inmediato sacó un encendedor desechable y un cigarrillo y una vez estuvo encendido, abrió la guantera y lanzó el encendedor ahí junto a otros que también había dejado olvidados previamente.
Si Jyuto hubiera estado ahí, sin duda habría hecho algún comentario al respecto, mas Rio prefirió no mencionar nada y permaneció en asiento trasero con su atención puesta en parte en el exterior. Una vez llegó la primera patrulla y fue obvio que Jyuto no volvería de repente, decidió no desaprovechar la oportunidad.
—No debí haber insistido en encargarme de todo.
Samatoki apenas movió sus dedos para deshacerse de la ceniza y hacer que cayese fuera del auto y tras una nueva calada a su cigarrillo, respondió:
—Fue tan aburrido que tampoco habría disfrutado aplastar a esos insectos.
Quizás era el que en primer lugar no había encontrado traficantes de droga para Jyuto y por eso le estaba restando importancia o quizá estaba siendo considerado con Rio al no quejarse de haber perdido su oportunidad de ser el protagonista o tal vez simplemente no quería admitir por qué había compartido la información de ese grupo y hecho el atacarlos una misión de MTC en lugar de mandar a alguien de su grupo a encargarse.
Y si era lo último, eso podía ser un problema.
Él no había considerado el que a pesar de todo lo que Samatoki estaba haciendo por Jyuto y la conversación que habían tenido, Samatoki quizás aún no había decidido seguir su consejo y si ese era el caso, solo brindarle un lugar en el que no tendría interrupciones ni distracciones no sería suficiente.
¿Debería abortar la misión?
No.
Una vez Jyuto volvió con ellos más de una hora después, la importancia de hacerla un éxito fue tan clara que Rio reconsideró sus opciones para llevarla a cabo ahora que sabía que lo que había preparado no bastaría y su conclusión fue algo quizás forzado, pero preferible a permitir postergar algo necesario.
Rio se limitó a dar instrucciones en el camino, menos atento a la conversación que a lo que pudo ver en Samatoki con sus insistencia de que Jyuto encendiera su nuevo cigarrillo pese a tener encendedores de sobra al alcance de su mano y en Jyuto mostrándose más pendiente de Samatoki que del tráfico, cosa que Rio habría encontrado preocupante si no confiase en los reflejos de Jyuto y sus habilidades para conducir.
Aun así, era bueno poder dejar el auto pronto, ya que en dicho vehículo solo podían aproximarse al lugar, mas no llegar a él.
Pese a reconocer que se habían acercado a una zona del bosque alejada a la base de Rio, ambos lo siguieron sin mayor titubeo por el camino que Rio les indicó, manteniéndose alerta tal como deberían.
Una vez llegaron al destino que Rio tenía en mente, Rio se adelantó para mover el follaje que ocultaba la entrada del lugar que les quería mostrar y que sería perfecto para evitar interrupciones.
—¿Un búnker? —Jyuto fue el primero en hablar, sonando sorprendido mientras Rio abría la puerta usando un código, la única forma actual para ello. Aun tenía que considerar si valía la pena modificar tal cosa, pues debía equilibrar seguridad con algo práctico incluso en caso de emergencias; pero ese era uno de los muchos detalles en los que tendría que trabajar en un futuro.
—Puede servirnos como un punto de encuentro en caso de una emergencia o como un lugar seguro si se presenta algo inesperado.
—Hmm. —Samatoki entrecerró los ojos e inclinó un poco su cuerpo, examinando lo que se podía ver desde ahí.
—Podría ser útil —añadió Jyuto, también permaneciendo atrás.
Rio les indicó con un gesto que lo siguieran al interior y lideró el camino una vez lo hicieron y pudo cerrar la puerta.
—He estado modificándolo desde hace unas semanas —les informó—. Antes de eso investigué quienes podrían tener conocimiento de este lugar para asegurarme de que sí es seguro.
—Eh. —Samatoki sonaba impresionado pese a no saber del trabajo de Rio en el generador que ahora mantenía al búnker operativo, ni de los muebles hechos a mano con los que lo había complementado lo que ya había en las dos áreas principales de éste, queriendo hacerlas cómodas y prácticas pese a su reducido espacio, ya que además de ellas solo estaba la sala de control donde también estaba el generador, el baño y una cocina con una sola hornilla en las que no había trabajado mucho.
No que fuese necesario presumir o permitir que su trabajo se convirtiese en una nueva distracción para evitar el tema, ya que había llegado la hora de cambiar eso.
Rio reexaminó todo, consciente de que el lugar, cuyo beneficio estratégico para la armada había sido poco y que por eso mismo podía ser útil para ellos, hoy no le brindaba una ventaja debido a su limitado espacio, pues aunque ninguno tuviese entrenamiento militar, esquivarlos y llegar a la puerta no sería fácil sin tomarlos de sorpresa.
Y lastimarlos no era una opción y ambos necesitaban saber el motivo de esto antes de dejarlos a solas, por lo que Rio optó por algo simple, contando en la confianza de ambos y en una conclusión exitosa que además llevaría a que no lo resintieran por usarla así.
—Pensaba preparar algo de comida para hoy —les comentó para distraerlos temporalmente, señalalando el área de la cocina e instándolos a adentrarse más en el lugar y una vez lo hicieron, aprovechó para quedarse a un lado y darse a sí mismo esa ruta de escape— y hacer esto de una manera diferente.
—¿Rio? —Fue Jyuto el que preguntó con un deje de inquietud en su voz.
Pese al peso de la culpa, Rio se movió con presteza hacia la puerta antes de que ellos pudieran reaccionar y una vez estuvo afuera, habló rápidamente.
—Tengo un par de cosas de las que ocuparme. Les enviaré el código para que puedan salir una vez terminen de hablar.
La idea había sido ofrecerles el lugar para que pudieran hablar, no obligarlos a ell, y escuchar a Samatoki maldecir en voz alta antes de que Rio cerrara la puerta lo hizo lamentar haber llegado a esto. Era necesario, sin embargo, y él consideraba que las posibilidades de que fuese un éxito eran lo suficientemente altas para que valiese la pena.
Aun así, ya antes había pasado algo por alto y no planeaba repetir un error así, por lo que debía estar alerta en caso de que fuese necesario intervenir y para eso dependía del transmisor que había dejado en el lugar y que previamente solo había utilizado para cerciorarse de que era seguro ingresar a él.
Solamente escucharía lo suficiente para saber si debía enviar el código de antemano (al teléfono de Samatoki, ya que Samatoki no lo revisaría hasta que estuviese más tranquilo, pero Jyuto era capaz de dejar todo para asegurarse de que no estuviese perdiéndose de algo importante en alguna parte de la cuidad) antes de partir o si debía entrar y detenerlos, cosa que solo haría si ellos pasaban de discutir a activar sus micrófonos.
Sin alejarse demasiado, Rio activó el transmisor y aguardó con paciencia a que la estática diese paso a las voces de ambos.
—Tiene que haber otra forma de salir de aquí. —Fue a Jyuto al primero que escuchó y pudo imaginarlo examinando el limitado espacio del búnker intentando encontrar algo útil—. Ayúdame a buscar en vez de perder el tiempo.
El sonido de un golpe hizo que Rio frunciera el ceño. Solo esperaba que Samatoki no hubiese roto nada difícil de reemplazar.
—Es tu culpa, conejo de mierda.
—¿Por qué es mi culpa?
—¿Ah? ¿Ni siquiera te das cuenta?
El que Samatoki terminase esa frase con un suspiro parecía una buena señal que, de hecho, contradecía el sonido anterior.
—¿No llevamos ni un minuto aquí y ya perdiste la cabeza? —Hubo una corta pausa, tras la cual Jyuto agregó—: ¿O sabes por qué Rio hizo esto?
—¿Y por qué crees que lo hizo?
—¡Eso es lo que estoy preguntando!
En lugar de contestar, Samatoki suspiró una vez más sonoramente.
—Esto tiene una solución.
—Sí, encontrar cómo salir y...
—Admítelo de una puta vez.
—¿Qué? —El tono desconcertado de Jyuto era una prueba de que con solo la transmisión de las voces de ambos no podía captar todo el panorama, pero Rio tenía un buen presentimiento, por lo que aguardó sin prepararse para entrar como lo haría solo en el peor de los escenarios—. ¿Qué crees que estás haciendo?
Samatoki chasqueó la lengua.
—¿No quieres escuchar un "yo también"? Te daré el gusto de algo tan cursi si lo admites primero.
Y eso indicaba que su buen presentimiento no era nacido de la esperanza que guardaba por un buen desenlace, sino que era una realidad.
Rio sonrió para sí mismo y apagó el trasmisor.
Era bueno que al fin ambos se percatasen de que habían estado en lo cierto y actuasen de acuerdo a ello en lugar de preocuparse innecesariamente sobre solo estar viendo lo que deseaban ver.
Haberles dado un empujón para ello también le traía cierta satisfacción, mas Rio estaba consciente de que no debía conformarse con eso y no solo porque les debía algo en disculpa por la manera en la que lo había hecho.
Él tenía una batalla personal que todavía tenía enfrentar, pues no estaba a punto de darse por vencido solo porque aún no había hallado ningún emú.
La armada de Australia había sido testigo de que aquellas aves eran inteligentes y capaces de ganar una guerra, por lo que Rio sabía que no debía subestimarlas y asumir que ninguna otra había terminado haciendo de este bosque su hogar.
Por eso mismo debía redoblar sus esfuerzos ahora si quería recibirlos con una cena digna tanto para una disculpa como para una celebración que además saciase el apetito próximamente renovado de ambos ahora que lo que los había estado inquietando iba a quedar solucionado.
Con ese en mente, Rio envió el mensaje con el código al teléfono de Samatoki y partió con la energía que solo una misión exitosa podía darle para continuar con su cacería.
