Algunas aclaraciones antes de empezar con la lectura de este OS:

recuerden que esto es ficción.

Sukuna en este AU cambia sus órganos reproductores tanto internos como externos masculinos por unos femeninos, sin embargo no es transexual ni intersexual o hermafrodita.

Sukuna occ.

Sukuna bottom.

No intenten buscarle lógica ni canon a esto, es solo una idea bastante loca sobre está Ot3.

Los temas médicos tratados en este OS no los tome al pie de la letra solo se hizo una investigación superficial en cuanto al tema.

Si tienes problema con lo anterior dicho no leas, está lectura no es para ti, si no tienen problemas con lo anterior dicho disfruta la lectura. Muchas gracias.

Los personajes que aparecen aquí no son míos, son de Gege Akutami.


La verdadera hechicería no tiene límites...según Sukuna, todo está en entenderla desde su origen; la verdadera magia desde su núcleo. Una vez entiendas esto, absolutamente todo es posible.

Ni Megumi ni Yuuji lo entendían siendo ellos mismos hechiceros, bueno, aún más asombroso que Megumi no lo entendiera del todo, de Yuuji no tanto por qué él básicamente no entendía nada. Lo que hacía que Sukuna a veces se preguntará cómo es que terminó en una relación con ambos chicos si constantemente tenía que estar explicándolo todo y poniendo su paciencia a prueba constantemente, él no la conocía pero con ese par la aprendió a la mala y la a fortalecido con cada día que pasa.

Ahora que ya tenía un cuerpo nuevamente humano y funcional e independiente puede ir y hacer lo que quisiera...bueno dentro de lo posible y que no implicase genocidios y planes de dominación mundial. Aburrido si le preguntaban.

Sin embargo podía sacar sus frustraciones con esos dos mocosos que también no sabían cómo habían terminado enamorados de él, viviendo juntos y prácticamente casados —no legalmente por qué aún no se podía, pero una bonita ceremonia organizada por las mocosas Zen'in en medio del bonito bosque cerca al plantel de jujutsu había sido suficiente para que los tres dijeran en voz alta sus votos—. Cursis a decir basta.

Ojos recelosos y malas caras no detuvieron su enorme sonrisa mordaz al reclamar a estos hombres que se habían colado en su corazón y que estaba seguro jamás saldrían de ahí. Ahora tenían toda una vida para amarse sin importar nada. Ni siquiera la mirada penetrante de Gojo ni las amenazas directas del tipo con horarios de oficina de que si lastimaba a sus preciados kohais no habría lugar en la tierra que sirviera de escondite para él.

No tenían que decírselo, Megumi y Yuuji ya lo eran todo para él y jamás se perdonaría que algo de su propiedad fuera dañado, jamás, por nadie.

Entonces tras vivir durante un año completo juntos y enfrentarse a la vida mundana, cotidiana y común de un trío de casados, Sukuna tuvo la idea más increíblemente extraña del mundo; todo simplemente había empezado al encontrar un programa en MTV sobre embarazos adolescentes y el proceso que lleva el albergar una vida dentro para las mujeres. Yuuji decidió verlo simplemente por curiosidad, Megumi no tenía nada mejor que hacer y Sukuna simplemente disfrutaba del masaje en los pies y que le rascaran la cabeza como todo un enorme gato mimado, pero fue un momento en el que abrió los ojos para ver hacia la televisión y vio algo; esa mirada en el hombre mientras acariciaba la redondeada panza de su pareja, los ojos brillantes, la pequeña sonrisa y de alguna forma esa atmósfera de tranquilidad alrededor de todo el cuadro.

Sukuna pensó que no había más espacio dentro de su corazón más que para los dos hombre a los que amaba, pero está interesante vida llegaba nuevamente a abofetearlo con un ladrillo, por qué la idea atravesó su cráneo de forma rápida y dura, curiosamente le recordó a aquella vez que le voló la cabeza a Yuuji de forma literal en su dominio cuando le arrancó el corazón y le pidió hacer un pacto, supo que así debió sentirse Yuuji.

Un bebé, ellos necesitaban un bebé para su familia.

¿Qué mierda?.

Sukuna rey de las maldiciones, amo de la destrucción y las muertes por puro placer sin sentido, quería criar junto a sus esposos a un pequeño mocoso.

Cuando Megumi y Yuuji escucharon salir esas palabras de Sukuna hubo dos reacciones completamente diferentes; Yuuji sonrió de oreja a oreja mientras sus ojos eran dos faros iluminados por estrellas ante las palabras pequeño mocoso bebé y Megumi lo miró horrorizado, incluso más pálido de lo usual y una cara de total incredulidad.

—¿Entonces adoptaremos? ¡Eso es increíble!. ¿Escuchaste Megumi? Suku quiere un bebé, ¡tendremos un bebé!. Llamaré a Ieiri-san ella podrá ¿asesorarnos?. Tenemos mucho que planear. —Yuuji levantaba los brazos y prácticamente brincaba en su lugar totalmente emocionado.

—Espera un segundo mocoso, nunca dije que adoptaremos.

—¿Entonces?— ahora también Yuuji lo veía con incredulidad.

—Lo haremos nosotros.

La confianza con la que lo dijo Sukuna fue lo que sacó a Megumi de su horror; algo definitivamente maquiavélico se estaba cocinando en la mente aún más maquiavélica de Sukuna, lo supo al ver esa sonrisa ancha y mordaz.

—Entre hombres no podemos embarazarnos Sukuna. — Megumi dijo quedamente, como tratando de apaciguar las ideas en la mente del de ojos bermellón pero fallando pues Sukuna al mirarlo a sus ojos azul profundo y soltar esa pequeña risa baja y petulante, supo que sea lo que sea que ya había maquinado, Yuuji iba a decir que si sin pensarlo.

—Lo se, no soy idiota, por eso mis queridos mocosos, aprenderán un poco más de lo que la hechicería es capas.

Nuevamente dos reacciones completamente diferentes; Yuuji emocionado por una nueva lección y Megumi ya masajeando sus sienes resoplando exasperado.

Megumi debió haberlo visto venir, no tachen eso, Megumi ya sabía que esto era un hecho que pasaría, solo era cuestión de tiempo. Pues claro, hablaban de Sukuna Ryomen, alguien con poder maldito suficiente para echar por los cielos, aparte de que había vivido por un milenio, no había nada que no supiera ya, pero ciertamente ni Megumi podía entender como era tan fácil para él modificar su cuerpo, el como su energía maldita podría hacer tal cosa.

Si, se enfrentaron a Mahito, alguien que podía cambiar su cuerpo modificando su alma —aun no podía borrar esa imagen de la desagradable maldición en cuerpo de mujer— pero no cree que esto que hizo Sukuna sea parecido pues no tiene pechos, aún conserva sus pectorales y su abdomen trabajado, —ahora que es humano mantiene su cuerpo con una rutina de ejercicios rigurosa y buena alimentación— aún tiene su cadera cuadrada pero ya no tiene una entrepierna; su pene a sido cambiado por una vagina.

Megumi y Yuuji no saben qué decir ni que hacer, solo están ahí arrodillados en la enorme cama que comparten los tres completamente desnudos y frente a ellos tiene a Sukuna también desnudo con sus fuertes y tonificadas piernas abiertas para ellos dos, nada que no hayan hecho anteriormente, solo este pequeño detalle. Ambos por primera vez coinciden en sus reacciones pues están completamente conmocionados.

—¿Que? Se los dije, tendremos un bebé y esta es la forma de hacerlos ¿Que no tuvieron clases de educación sexual en la escuela?. —Sukuna dijo en tono burlón junto a su sonrisa de comemierda. Sabiendo la reacción que tendrían aquellos dos por lo que le había hecho a su cuerpo. —Para tener un bebé necesito órganos reproductores femeninos tanto internos como externos y como ustedes mocosos no son capaces de usar su poder maldito a este nivel, yo seré el que de a luz a nuestro hijo ¿No es increíble?.

—¿Pero cómo lo hiciste?. —Yuuji preguntó saliendo mucho antes de su estupor. Se acercó a Sukuna metiendo su cabeza entre sus piernas para ver más de cerca lo que él ahora cataloga la vagina mas bonita que ha visto, tampoco es que haya visto muchas en su relativa corta vida y las de los videos porno no cree que cuenten.

—Aun si se los explicará no lo entenderían, pero sepan que es completamente funcional...

—Sukuna creo que estás llevando esto demasiado lejos.

Tanto Sukuna como Yuuji voltearon a ver a Megumi pues había dicho esto con demasiada calma, casi oyendose herido.

—No es solo tener un bebé es… el cómo lo vamos a criar, que le vamos a decir cuando pregunté por qué tiene tres padres y...que su familia no es normal.

Sukuna Y Yuuji comprendieron en el momento que era Megumi hablando por sus sentires con respecto a su núcleo familiar ausente. Este tema era demasiado sensible para el azabache; Yuuji había crecido con su abuelo que aunque era huraño y gruñón lo había criado con mucho amor. Sukuna no recordaba a sus padres, sin embargo ambos podían entender a Megumi y el vacío constante en ese aspecto de su vida.

—Megumi creo que lo que quiere Sukuna no es una mala idea, no me mires así déjame explicar— Yuuji se giró hacia Megumi quien ya lo veía con el ceño aún más pellizcado y estaba por protestar ante sus palabras y que era obvio que él estaría de acuerdo, Yuuji levantó sus manos y las colocó en los hombros de Megumi —Se que piensas que no tenemos nada bueno que darle a ese bebé si llegase, no tendría los mejores ejemplos y estaría envuelto en una vida demasiado peligrosa sin contar que Sukuna es el rey de las maldiciones y nosotros no sabemos nada sobre cuidar bebés, pero confío en que podemos aprender, juntos. Aparte de que tendría muchos tíos geniales y tenemos a Kugisaki, ella no nos va a dejar arruinarlo, a parte creo que lo que está haciendo Sukuna es una clara muestra de lo mucho que desea esto, cambiar su cuerpo y pasar por todo esto, creo que es muy lindo de su parte.

Sukuna se dejó caer en la cama tapando su rostro con ambas manos. Seguía siendo increíble como Yuuji era capaz de reducirlo a sonrojos y hacerlo sentir tanto con sus simples palabras y por supuesto Megumi no pudo hacer nada ante la dulce y confiada sonrisa de Yuuji, su punto débil.

—Esta bien...intentémoslo...Sukuna ven aquí. —Megumi gateo hasta posicionarse entre las piernas aún abiertas del brujo quien seguía tapando su cara con ambas manos y de quién aún se lograba ver el sonrojo en la punta de sus orejas y sus hombros. Algo entrañable de parte de Sukuna y que a Megumi le calentó el corazón.

Yuuji tenía razón, Sukuna quería esto, sí fuera un capricho, era mucho más sincero con las cosas que él quería.

Sukuna puede decir que la parte más divertida de hacer un bebé es precisamente hacer un bebé; durante el último mes y medio tanto Yuuji como Megumi han hecho de él un lío de gemidos, orgasmo e inmenso placer. Tener una vagina fue una experiencia completamente nueva; la sensación era diferente al igual que sus orgasmos y por supuesto tener dos pollas dentro era algo a lo que fácilmente podía acostumbrarse, tampoco es que no le gustará cuando lo habían hecho antes y por su trasero, pero así solo necesitaba un poco más de lubricante para que los dos encajaran y no tener que prepararlo con mucha anticipación. Vaya, tiene sus ventajas.

Pero justo hoy siente algo extraño en sí mismo, aparte de la repentina náusea que le llegó al pararse de la cama y que no se ha podido quitar aun después de ducharse y lavarse los dientes.

Justo antes de bajar a desayunar con Megumi quien es el último en irse, pues Yuuji se va un poco más temprano, saca de la gaveta baja una de las tantas pruebas que compraron desde hace tres semanas; el aparato lo desconcertó por completo la primera vez que lo vio y más el saber que debía orinar en el y que está le diría si estaba embarazado. El suponía que simplemente esperaría a que su estómago se abultara para saber que un bebé vendría, aparte de que había visto en ese programa de televisión que uno de los síntomas eran las náuseas y la fatiga, para variar justo ese día se estaba sintiendo así.

Abrió el empaque y sacó el dispositivo alargado, sin más fue a la taza del baño e hizo lo que tenía que hacer.

Era incómodo como la mierda pero Yuuji y Megumi habían insistido en hacerlas cada tanto para que cuando hubiera un resultado positivo fueran con la doctora que conocían y empezar con los cuidados previos; algo de medicamentos y reposo para que todo estuviera bien. Molesto si le preguntan.

Espero los cinco minutos que pedía las instrucciones que esperara para que arrojará el resultado. Cada que la hacía, sentía como su estómago se retorcía por la ansiedad y ciertamente empezaba a impacientarse por las pruebas negativas. Sukuna jamás había experimentado la decepción en sí mismo, siempre era dirigida a alguien más; alguna persona que aparentaba ser fuerte pero resultaba en alguien débil y aburrido. Sin duda esto era algo nuevo y no sabía cómo catalogarlo aún; se sentiría muy decepcionado de sí mismo si no lograba quedar embarazado y no quería siquiera pensar en la decepción de Megumi y Yuuji.

—Si esto no es amor no se que carajos sea. —Sukuna refunfuño tomando la prueba después de ver en su celular el cronómetro que ya había marcado el final de los cinco minutos.

"Positivo" esa palabra escrita en la pequeña pantalla de la prueba hizo que su corazón diera un vuelco y su cuerpo se erizara y extrañamente sus ojos le picaran. Estaba embarazado, al fin.

Tomó su celular ya marcando el número de Yuuji para una videollamada mientras salía de la habitación e iba escaleras abajo para encontrar a Megumi ya sentado en la barra americana con su taza de café negro en su mano y un libro en la otra. Megumi al escuchar las fuertes pisadas apresuradas de Sukuna levantó la mirada ya viéndolo interrogante; vio sus ojos rojos más brillantes de lo usual y el celular en la mano, entonces fue que cerró el libro y lo deje aun lado.

—¿qué pasa Suku?

Sukuna no dijo nada y se paró en el otro lado de la barra, su celular vibró y Yuuji apareció en la pantalla e igual hizo la misma pregunta.

"¿Qué pasa Suku?"

—Hay algo importante que deben saber.

Sukuna dejó la prueba en la baldosa de la barra, acercó su celular hasta posicionarlo sobre de ella y se pudiera ver claramente para el pelirosa, Megumi se estiró un poco para poder ver también. Ambos dijeron en voz alta.

—Positivo.

"Positivo".

—¡Vamos a tener un bebé¡ —Sukuna gritó levantando un puño al aire en evidente victoria, en el siguiente instante dos brazos lo rodearon haciendo que dejara caer el celular con la pantalla hacia abajo, aún así se lograban oír los gritos de felicidad de Yuuji diciéndole a quien estuviera con él que iba a ser papá.

Sukuna dejó que el abrazo de Megumi lo apretara y le diera besos en su mejilla. La escena era extraña, pues ambos no eran mucho de demostraciones de afecto y miel, pero en ese momento Megumi estaba inundado de felicidad y ciertamente se dejó llevar por la emoción. Sukuna se dejaría mimar sin pensarlo y porqué por igual el sentimiento dentro de su pecho era abrumador pero de una forma buena, positiva, agradable.

Sukuna sabía muy bien que no era del agrado en lo absoluto de las amistades de sus parejas; estaban en todo su derecho el que lo odiaran y ciertamente lo mal vieran, quizás las únicas que no lo veían así e incluso le hacían plática eran las dos mujeres Zen'in; Maki y su esposa Nobara. Aún así cuando todos los conocidos de Megumi y Yuuji supieron sobre la noticia se sintió extraño y deseo no haber presenciado el momento pues todos estaban alarmados, horrorizados y estupefactos, y poco hicieron por ocultarlo.

Por supuesto que a ellos, después de superar la noticia, los felicitaban con sonrisas tensas y palabras carentes de verdadera buena voluntad y felicidad, sin embargo a él no le dijeron nada, es más no se acercaron en lo absoluto, solo preguntaron a Megumi y Yuuji sobre los planes y si ya estaban empezando con la decoración del cuarto. Sukuna bien podía vivir con aquello sin problema alguno, no era nuevo y tiempo atrás le hubiera divertido, pero justo en ese momento se sentía un tanto mal e incómodo. Algo que sin dudas le estaba resultando extraño y molesto este repentino cúmulo de sentimientos y pesares.

Una vez se retiraron de la reunión y regresaron a casa, para Megumi no pasó desapercibido el mutismo de Sukuna, pero decidió darle su espacio y esperar a que el de ojos bermellón estuviera listo para decirles o simplemente decidiera dejarlo pasar, Sukuna no era de cristal, pero también muchas cosas habían cambiado en los últimos años.

Esa noche tanto Yuuji como Megumi se acurrucaron con él lo más cerca posible y Sukuna aunque protestó un poco logró dormirse enseguida apaciguando ese malestar es su pecho.

Ese mismo fin de semana acudieron a la primera consulta y dónde a Sukuna se le sacó una muestra de sangre para hacer un estudio completo sobre su aparente condición de embarazo y en el que se leyó nuevamente que era positivo.

Ieiri había visto todo tipo de cosas en su vida con respecto a maldiciones y todo lo relacionado con energía maldita, pero esto, la supera en muchos niveles. Sin encambio podía hacerle el favor a sus compañeros de trabajo fungiendo como ginecoobstetra y llevar el control del embarazo de Sukuna. Cómo este no menstruo, no tenían un margen con el cual medir el tiempo del embarazo a si que le harían la primera ecografía en esa consulta y tratar de sacar un aproximado.

Definitivamente Shoko podía clasificar la escena frente suyo como de las más locas y surrealistas que haya presenciado, pues Sukuna estaba acostado en la camilla con uno de sus brazos cruzados detrás de su cabeza y la otra mano la sostenía Megumi mientras Yuuji acariciaba sus mechones rosados oscuro; en los tres podía verse la felicidad plasmada, claro, sería lo normal cuando se va a ver por primera vez a ese pequeño ser producto del amor entre esposos, la cosa era que estos eran tres hombres y uno de ellos, la maldición de grado especial Sukuna era el que estaba embarazado. Shoko podía morir en ese momento pues ya lo había visto todo.

—Descúbrete el estómago y baja un poco tu chándal por favor.

Sukuna así lo hizo. Shoko metió en el resorte de los chándales una servilleta gruesa de papel a modo de protegerlos del gel que aplicó en el abdomen y que hizo sisear a Sukuna por lo frío que estaba aunque Shoko se lo advirtió.

Los tres fijaron sus miradas en el monitor de la máquina de ultrasonidos viendo una enorme mancha negra que se transformaba en manchas blancas y se distorsionaba conforme Shoko pasaba el aparatito en el abdomen de Sukuna.

Entonces lo dejo fijo cuando un pequeño bultito se vio en el fondo completamente negro, era una cosa diminuta y que si no hubieran señalado habría pasado desapercibido.

—Ahí está, pequeño, pero ahí está. Aún es pronto para oír sus latidos.

—¿Cuándo podremos escucharlos?— Yuuji preguntó oyendose contenido. Sukuna y Megumi lo vieron y sus ojos brillaban con lágrimas acumulándose en ellos por la emoción de lo que estaba viendo, Sukuna sin pensarlo llevó su mano a su cabeza acariciando sus suaves cabellos rosados pues el verlo así de emocionado le hizo sentir cálido. Entonces Sukuna se dió cuenta que últimamente sus emociones andaban demasiado a flor de piel y se sentía más susceptible a sus parejas y sus reacciones ante el embarazo, algo realmente curioso.

—Para la semana diez o doce, justo ahora tiene aproximadamente cuatro o cinco semanas de embarazo. Todo parece ir bien, así que no hay de qué preocuparse.

Ieiri retiró el aparato y pasó varias servilletas de papel que tomó Megumi para empezar a limpiar el abdomen de Sukuna, algo que Sukuna también no dejó pasar pues la acción del azabache la hizo con dedicación y reverencia, ni siquiera aplicando fuerza en sus movimientos, como si Sukuna fuera a romperse con solo presionar un poco su piel. Al terminar Megumi levantó su mirada a la carmesí sorprendiendolo, Sukuna evadió su mirada pero no pasó desapercibido el leve sonrojo y el titubeó al agradecer al azabache.

—Entonces solo les recomiendo que tenga algo de reposo, se alimente bien, nutrido y variado, y por supuesto que tome mucha agua.

Ieiri rayoneo unas hojas que supuso irían al expediente que había abierto la castaña con fines médicos y sacó de una gaveta a su lado dos botecitos blancos y se los entregó a Sukuna en su mano.

—Una al día por las mañanas, más adelante te daré Fumarato ferrosos y calcio. También quisiera que las citas sean cada veinte días para llevar un control estricto pues de verdad no sé cómo va a reaccionar tu cuerpo a este embarazo. Así que para evitar alguna complicación vamos a hacer esto constantemente.

Los tres chicos asintieron y sin más se fueron agradeciendo a la doctora que los vio apacible como siempre. Una vez se quedó sola, sacó un cigarrillo y lo prendió dando una honda calada pensando en que sin duda ya había visto de todo en esta vida.

Una de las tantas cosas que aprendió Sukuna sobre estar embarazado fue que debía prepararse mentalmente para esto, que un programa de MTV sobre embarazos adolescentes no te daba la suficiente información de lo grandes cambios por los que el cuerpo pasa, tomando en cuenta también que como tal su cuerpo no está diseñado para eso; albergar un vida en crecimiento y que absorbe todo de ti, o lo expulse. Todas las mañana sin falta vacía su estómago en el retrete; a veces tiene la suerte de anticiparlo y llegar sin problemas, otras ha tenido que ver cómo Megumi cambia las sábanas y el edredón o el día de descanso de Yuuji, este limpio el piso del baño completo.

Las náuseas y el vómito lo tenían harto y de pésimo humor por qué no importaba si había ingerido algo antes o no, vomitaba, a veces solo baba y ácido estomacal y eso le provocaba aún más náuseas y no podía detener la arcadas en un rato. Admite mentalmente que esto lo subestimo pero no daría marcha atrás, o no, tenía un orgullo que proteger y un pequeño mocoso no nato lo derrotaría tan fácilmente.

La fatiga era otra cosa que lo tenía un tanto fastidiado pues después de haber vomitado, un sueño pesado lo atacaba haciendo que volviera a la cama, pero cómo debía desayunar y ducharse, al menos, Megumi no lo dejaba en paz.

Las citas con Ieiri cada veinte días se hacían al pie de la letra, a veces solo iba con Yuuji o con Megumi, pero para la ecografía dónde pudieron escuchar el latido del corazón del bebé Megumi ahora fue testigo desde una videollamada pues había tenido que salir de emergencia a una misión. Aún así grabaron la ecografía en disco para después cuando regresará, los tres se sentarán en su sala y escucharán ese tamborileo constante y que les decía con mayor claridad que había vida en ese ser diminuto del tamaño de un frijol.

Algo que también noto Sukuna era que estaba demasiado sensible, como si las cosas que antes no pasaban por su cabeza ahora se abrieran paso como una mala hierba, por ejemplo; antes jamás le hubiera importado que Yuuji en alguna película o programa que estuvieran viendo juntos él de repente se distrajera con el celular o con algún juego en este. Ahora pareciera que el simple hecho de que Yuuji desviará la mirada siquiera para ver la hora en su celular le hacía pensar que el pelirosa estaba aburrido de estar con él, por supuesto Yuuji no se percató de esto hasta que Sukuna reventó tomando el celular de Yuuji de su mano y aventarlo a una de las paredes de la habitación y gritarle que si no quería ver la película con él le hubiera dicho y hacia no se esforzaba por escoger una que le agradará y de la nada empezar a llorar.

Joder que Yuuji estaba en otra órbita al ver a Sukuna limpiar lágrimas de sus mejillas y verlo perder el control por algo tan simple. Si, tenía poca paciencia pero eso no se comparaba en lo absoluto.

A Megumi le tocó descubrirlo el día de su descanso del domingo y que había invitado a Sukuna a comer un helado en la plaza y aprovechar a pasar a ver a los cachorros de la tienda de mascotas que Megumi frecuentaba para hacer donaciones en alimento y visitas al veterinario. De las veces que había ido con Sukuna y Yuuji, el de ojos bermellón se había mantenido alejado de los animales y simplemente viendo a Yuuji ser aplastado por una montaña de perros en todos los tamaños.

Sukuna esta vez entró sin que se lo pidieran dentro de la cerca de madera donde la mayoría de cachorros estaban ahí y sin más dejó que estos se acercaran empezando a acariciarlos en la cabeza, el lomo o debajo de su quijada.

Bastó que Megumi diera su observación a su actitud para tener a Sukuna cubriendo su cara con sus manos mientras sollozaba y decía que Megumi seguía pensando que era un genocida sin sentimientos, Megumi por supuesto entró también a la cerca y tomó a Sukuna en un abrazo pidiéndole perdón, que no había sido su intención, eso solo logro que Sukuna se enfurruña más y terminará afuera de la tienda esperando en el auto.

Megumi le marcó a Yuuji y ambos acordaron preguntar sobre esto a Ieiri en la próxima cita.

El cuarto mes llegó con un cambio radical en Sukuna; pasó de tener cero energía a tenerla a tope todos los benditos días.

Su vientre empezaba a verse un poco abultado, un pequeño cerrito asomaba en sus abdominales y Sukuna varias veces demoraba en el espejo del baño de cuerpo completo aun lado de la puerta para admirarla; en esos momento Sukuna sentía que era más real esto que estaba pasando en su cuerpo. Por supuesto Megumi y Yuuji constantemente le acariciaban su barriga y Yuuji había empezado a hablarle al bebé, aprovechando cualquier oportunidad dónde por fin Sukuna se quedaba quieto sentado en el sofá o recostado un rato en la cama para ir y hacerle compañía y empezar a decirle cualquier cosa al bebé. Megumi era más de solo acariciar el bultito y al final darle un beso, también uno en la mejilla a Sukuna, no quería volver a verlo disgustado y con ojos aguados la primera vez que lo hizo y olvidó el beso en la mejilla.

También llegaron los antojos y por fin superó los vómitos matutinos. Las náuseas llegaban de repente de forma aleatoria en el transcurso del día pero solo bastaba que Sukuna respirara profundo y bebiera un poco de agua para superarlas.

Chocolate, panes dulces y galletas estaban a la orden del día, todo lo dulce se le hacía agua la boca a Sukuna y siendo el rey de las maldiciones nada se le sería negado; Batidos de fresa con plátano, bombones cubiertos de chocolate, manzanas acarameladas, Mochis rellenos de matcha y crema batida. Los dangos de repente se volvieron su perdición, si, eran coreanos y que importaba mandar a Megumi al otro lado de la ciudad por ellos o a las tres de la mañana al combini abierto 24h. No era su culpa que el bebé tuviera antojos nocturnos.

El quinto mes fue el mes de las cosas saladas y picantes como el curry, la salmonetas con wasabi, pescado encurtido, sardina con verduras. Salmón empapelado, ramen en todas las presentaciones.

Para el sexto mes Ieiri los tuvo que frenar...a los tres y los repentinos antojos de dulces y cosas saladas mezcladas; pollo frito con mermelada de zarzamoras o pescado asado bañado en salsa de chocolate amargo.

Sukuna ya tenía una panza prominente propia del sexto mes de embarazo pero un poco más del peso que debería tener y sorprendentemente Megumi y Yuuji también estaban subiendo de peso.

Pasaba muy poco pero todo indicaba que estaban presentando el síndrome de Couvade; este afecta a la pareja de la madre gestante o familiares cercanos, haciéndolos tener antojos y en algunos casos síntomas del embarazo. En casos extremos incluso se pueden presentar celos o temor por el bebé que llega. Pero en el caso de ellos tres se presentó en tener los mismos antojos y haciéndolos comer en las mismas cantidades que Sukuna. Así que debían moderarse.

Yuuji y Sukuna protestaron porque la comida era deliciosa y no podía ser tan mala, pero Megumi siendo la voz de la razón de los tres se encargaría de que hubiera más verduras y comidas sanas aún que sus parejas le pusieron los ojos en blanco.

Una de las muchas cosas curiosas que experimentaron fue la segunda ecografía; para Sukuna fue un poco aterradora.

Megumi no podía creer que para alguien que había visto los peores horrores de la humanidad y haber sido participe en ellos, la ecografía de seis meses del bebé le había sacado un susto aún mayor que la primera vez que sintió un patada el mes anterior. Aquella vez había sido todo tan tiernamente extraño pues Sukuna estaba acostado en la cama untandose aceite de almendras que Maki le había recomendado para prevenir las estrías, él y Yuuji estaban en la cocina preparando la cena y fue de un momento a otro que escucharon a Sukuna gritar sus nombres oyendose realmente alarmado. Llegaron en cuestión quizás de un cuarto de segundo a la habitación prácticamente listos para luchar contra cualquier cosa, pero solo encontraron a Sukuna sujetando su estómago sonriendo nervioso y frenético.

Al acercarse más tranquilos, Sukuna los miró diciéndoles que sintió un golpe cerca de su ombligo. Sus manos recorrían su estómago buscando otro punto donde pudiera sentir otro golpecito.

Tanto Megumi como Yuuji se acostaron uno a cada lado en el regazo de Sukuna de cara a su vientre y empezaron también a acariciarlo y a hablarle, fue justo cuando Megumi le daba un beso para levantarse y preparar la mesa para cenar que sintió el movimiento con sus labios, fue algo rápido pero ambos lo habían sentido así que se voltearon a ver con los ojos iluminados con estrellas y compartieron una gran sonrisa.

Yuuji siguió buscando un nuevo movimiento pero se rindió pues el bebé no se volvió a mover aún que hiciera pucheros.

Todo eso había sido hermoso, desconcertante pero hermoso, ahora Sukuna distaba mucho de aquella mirada emocionadamente frenética, pues solo miraba con horror; en la ecografía se podía ver el esqueleto del bebé, literalmente estaban viendo el cráneo de su cara. Los dos cuencos dónde estarían sus ojos podían verse claramente vacíos al igual que sus costillas y huesos de las manos y pies. Sukuna estaba incluso pálido pues esto le había carcomido, pensando que algo malo había pasado con el bebé para que se viera así.

Ieiri tuvo que explicar con peras y manzanas que era normal verlo así a partir de ahora, que incluso en su última ecografía se vería también así y que no pasaba nada, el bebé venía con músculo y piel y que la placenta estaba en perfectas condiciones.

Sukuna puede decir que esto ha sido lo más aterrador de toda la experiencia.

Para el séptimo mes Sukuna está un tanto deprimido y esto preocupa a sus parejas. En un documental —también encontrado por Yuuji— escucharon hablar sobre la depresión en el embarazo y post parto, que está no es normal y que se debe de acudir con un especialista pues las consecuencias de no tratarla pueden terminar en algo muy feo.

Justo un lunes y en contra de la voluntad de Sukuna, irían con un psicólogo amigo de Ieiri y quién se los recomiendo, pero fue cuando estaba por irse que supieron lo que realmente aquejaba a Sukuna: Todo. En especial el que lo vieran batallando al amarrarse las agujetas en el genkan, Sukuna no se alcanzaba ya los pies ni parado ni sentado por su barriga y fue ahí donde explotó diciéndoles que Absolutamente todo le afectaba porque estaba redondo y ya no podía agacharse ni para abrocharse las estúpidas agujetas de los tenis, su ropa ya no subía en el caso de los chándales ni bajaba en el caso de las camisetas. Los pies le dolían y se le hinchaban y ni que decir de la tortura que estaba siendo acomodarse ya sea sentado o acostado, la espalda lo estaba mandando pues no había ninguna postura cómoda.

Entonces Megumi y Yuuji empezaron a buscar soluciones en internet; una almohada especial para que Sukuna pudiera dormir de lado sin que se preocupara por su panza y que Sukuna agradeció a su manera —dejando de gruñir—. La ropa la pidieron un par de tallas más grande y Yuuji se convirtió en el masajista personal de su esposo para aliviar el dolor en los pies y la hinchazón, pero sobre todo tuvieron más sexo.

Sukuna estaba atravesando por la inseguridad de ya no verse atractivo para ambos chicos pues estaba gordo. No habían dejado de tener sexo ocasional pero lo cierto es que tanto Yuuji como Megumi se sientan un poco incómodos por pensar en que podían lastimar de alguna forma al bebé, así que se contenían, cosa que Sukuna noto y entendió mal causándole está nueva inseguridad y que apestaba por qué él era increíble en la cama, por eso había seducido a esos dos hombres.

Sukuna rey de las maldiciones, cuerpo aún mejor que el de Adonis estaba gordo y por esto sus parejas ya no lo estaban tocando. Maldita sean las hormonas.

Basto una charla con Ieiri y que está les asegurará que no pasaba nada, que podían continuar con una vida sexual sin problemas, simplemente no intentar posiciones dónde Sukuna hiciera mucho esfuerzo.

Definitivamente Ieiri Shoko se iría al cielo por toda la ayuda que les estaba dando a esos tres, pero por ahora podría conformarse con el agradecimiento líquido del wisky y los cigarrillos.

El octavo mes comenzó con acidez estomacal, reflujo y un dolor extraño en sus pectorales, algo que por supuesto no esperaba, pues solo había cambiado sus órganos reproductores externos e internos pero supuso que su cuerpo empezaba a reaccionar por los cambios radicales en estos meses, así que era un hecho de que también iba a lactar. Una cosa más que agregar a la lista de desconciertos y cosas nuevas que aprender a la ya larga lista de la maldición y que le causaban cierta irritación. Todo estaba fuera de sus manos y no podía hacer mucho por ello, solo sentarse y tomar antiacido, fumarato ferroso, calcio y ácido fólico.

La última semana antes de terminar los ocho meses Sukuna sintió que podía volver a llorar de la emoción y por supuesto que lo hizo pero sin que nadie lo viera, pues las chicas Zen'in organizaron su baby shower; todo fue de color tanto rosa como azul pues los tres habían decidido dejarse sorprender y saber que sería hasta que naciera.

Aún si sabía que a muchos de los asistentes no les agradaba, eso no impidió que se divirtiera en algo tan humano. Vio cómo cortaban tiras de papel de baño, una de las chicas le dijo que era para que adivinaran el tamaño de su barriga y que al final de todo la fiesta quién acertara se llevaría la canasta más grande de chuches en la mesa de confitería.

Hubo competencias de quién tomaba más rápido. Quien le daba de comer más rápido y acertado al bebé con los ojos vendados, quien lograba llegar de un extremo a otro con un limón sujetado con las rodillas, quien bañaba y vestía al bebé con los ojos vendados y en parejas, en este último ganó con Megumi y con Yuuji fueron los últimos.

Sukuna se tuvo que apartar unos minutos pues todo parecía tan extraño y emotivo, se estaba divirtiendo y disfrutando mucho y eso lo tenía abrumado. Las malditas hormonas pensó otra vez.

—¿Suku estás bien?.

Sukuna volteo y vio a Yuuji recargado en la entrada de la cocina con sus brazos cruzados en el pecho, viéndolo con esos ojos caramelo brillantes.

—Si estoy bien, solo vine por un vaso de agua, la espalda me está matando.

Sukuna se recarga con sus manos en la encimera encorvandose para hacer énfasis en su queja. Yuuji se acercó para recargarse también en la encimera a su lado y empezar a frotar su espalda baja.

—¿Te estás divirtiendo?

Sukuna gruñe como respuesta, pero Yuuji lo toma como un si, entonces lo toma de sus caderas para jalarlo hacia su cuerpo y queden cara a cara; Yuuji apenas es unos cinco centímetros más alto y tiene la misma complexión y eso hace que sus cuerpos abrazados encajen muy bien, junta sus frentes y Sukuna deja que esto sea su recarga mental, sea su oasis para calmarlo.

No sabe cuánto tiempo se quedan así abrazados cuando siente calidez en su espalda y otra par de brazos en su cintura o donde se supone está su cintura. La baja voz de Megumi en su oído lo relajan aún más y Sukuna piensa lo increíble que es el que estos dos hombres lo reduzcan a masilla derretida en sus brazos.

—Ya es hora de que midan tu panza con el papel Suku, o prefieres no hacerlo. —Megumi deja un beso en la parte de atrás de su oreja que lo hace erizarse y si, admite que no está muy animado por qué se acerquen a tocarlo, pero no quiere matar el ambiente y cree que aún puede conceder esto.

—Vamos quiero ver sus caras de decepción por qué no acertaron ni uno.

Nanami es el que gana con una medición exacta y lo ven irse con una leve sonrisa y la canasta de chuches bajo su brazo.

Megumi y Yuuji están un poco preocupados por el repentino ataque de limpieza profunda que está teniendo Sukuna desde que inició la semana; justo cuando cumplió los nueve meses se levanto, desayuno y fue directo a la habitación que ya había sido preparada para la llegada del bebé y que había sido un proyecto entero de sus parejas.

Tanto Megumi como Yuuji se dedicaron a pintar y decorar el cuarto en tonos amarillos y beige, la cuna y los muebles eran una combinación de blanco con detalles dorados y peluches de todos los tamaños y formas, habían sido escogidos por Yuuji y Sukuna con su gusto estraño en estos, pues Megumi sintió que daban más miedo que otra cosa.

Sukuna había dejado todos los regalos que recibieron en el baby shower en el cuarto, era un pequeño caos pues todos estaban fuera de las bolsas o empaques; se habían quedado así después de jugar a adivinar quién le había dado los regalos en la fiesta, sin embargo bastó un par de horas para que Sukuna doblará y guardará en su lugar la ropita, las sábanas y cobertores. Unos paquetes de pañales y toallitas húmedas junto a productos de baño para el bebé. Sukuna se permitió abrir la botella de shampoo y dejar que ese peculiar aroma a bebé le llenará los pulmones y sintió una mezcla de tantas emociones que tuvo que detenerse y salir de la habitación pues cuando pensó que ya había asimilado el que tendrían un bebé esto llegó a darle la realización de que estaban a nada de que ese bebé llegará a sus brazos, de que fuera verdaderamente tangible.

La ansiedad empezó a llenarle la cabeza pero de forma en que debía de apresurarse y tener todo listo, cada cosa en su lugar y hacer su cuarto lo más reconfortante posible y también su hogar.

Pasó de tener el cuarto listo a hacer limpieza en toda la casa. Para la hora que llegaron Megumi y Yuuji del trabajo, encontraron a Sukuna completamente dormido en el sofá, abrazando la almohada especial para su postura, encontrando incluso la cena lista y eso sin duda fue algo que ambos guardaron en su corazón, pues jamás se les hubiera pasado por la cabeza que Sukuna logrará ser tan hogareño.

—¡¿Por qué duele tanto?! — Sukuna se encorvaba cada tanto en el asiento del copiloto al sentir la punzada de dolor que empezaba de a poco e incrementa con cada instante que pasa hasta el punto en que no puede respirar y le entumece las piernas, siente una ganas infernales de pujar pero a la vez siente que no puede por ese maldito dolor y del que está seguro se siente cada vez peor cuando viene una nueva.

Eran casi las cuatro de la mañana cuando esa punzada de dolor lo despertó de repente haciéndolo sentarse; en un principio pensó que algo le había caído mal de la cena pues el estómago le dolió y quería pujar, así que fue al baño, y justo antes de bajarse el short —pues desde que empezó los siete meses le venía un calor y bochorno horrible, así que dormía a veces incluso sin camisa— sintió que agua caía de sus muslos. Al bajar la mirada y ya quejándose por qué le ganó otra vez su micción, vio que esta era transparente y hacía ya un charco en sus pies.

Le tomó sus buenos momentos recordar esto que le había dicho Shoko recientemente, una nueva punzada un poco más fuerte le hizo recordar que esto era romper fuente y que al hacerlo el bebé llegaría pronto.

—Ok Sukuna, puedes hacer esto.

Sukuna salió del baño y al primero en despertar fue a Megumi quien en cuanto vio su rostro supo que algo pasaba, se paró ya moviendo a Yuuji y a quien le tomó un poco más despabilarse.

—Ya rompí fuente…¡aay! — Sukuna se encorvo sujetando su prominente barriga y fue suficiente para poner a los otros dos en marcha.

La ventaja de tener dos parejas es que mientras uno se ocupa de quitarte la ropa mojada y vestirte con algo más abrigadora y cómodo —Megumi— el otro se hace bolas buscando las llaves del auto mientras marca a Ieiri y avisa que el bebé está en camino y a la vez va por la maleta previamente preparada con ropa y cosas que necesitarán —Yuuji—.

—Respira profundo Suku— Megumi le dijo al ver cómo otra contracción atravesaba a Sukuna haciendo que se sujetará fuerte del tablero y la puerta y gruñera.

Decidieron que Megumi manejará pues parecía que era el que mejor se gobernaba con sus emociones pues Yuuji era un lío de nervios y ansiedad en la parte de atrás mientras frotaba la espalda de Sukuna sin saber que hacer para hacerlo sentir mejor.

—¡¿Como carajos esto duele tanto?!— Sukuna pensó que había sido sometido a dolores físicos aún más fuertes, pero con cada contracción y siendo cada vez más frecuentes pensó en que esto era mil veces peor.

Para Sukuna la llegada al hospital donde Shoko iba a atender su parto fue un borrón, no supo cuando fue ingresado ni cuando se le puso la intravenosa, mucho menos cuando fue llevado a la habitación donde recibirán al bebé, en lo único que podía concentrarse era en el horrible dolor y la presión que sentía cerca de la boca de su estómago cada que la contracción llegaba a su pico más alto.

La mano que estaba triturando entre la suya por la fuerza al apretar supo que era de Yuuji por qué a pesar de esto le susurraba lo bien que lo estaba haciendo. Sukuna lo sabía, era fuerte, podía con eso pero el dolor era tan abrumador que tuvo miedo, un estúpido e inexplicable miedo a no poder por qué cada que llegaba una nueva contracción por más que pujara no sentía ningún cambio y solo quería que ese condenado dolor se fuera.

Sukuna recordó lo mucho que quería matar o destrozar a alguien y por un instante odio el estar en esa situación en la que él solo se metió.

—Sukuna ya está su cabeza fuera solo necesitamos que pujes una última vez con todas tus fuerzas amor, por favor puedes hacerlo.

Las suaves manos de Megumi lo sostuvieron de sus mejillas limpiando un poco las lágrimas que no se dio cuenta que había soltado. Por un momento abrió sus ojos para ver a los azul profundo y como lo miraban con infinita ternura y amor.

—Puedes hacerlo Suku, estamos aquí contigo.

La voz de Yuuji del otro lado lo hizo voltear también hacia él y dos pares de ojos caramelo cálido también lo veían con amor. No pudo contestar nada pues una nueva y realmente dolorosa contracción lo atravesó, pero lo hizo, pujó fuerte casi soltando un grito agudo al final; sintió como si un tapón fuera quitado de su parte baja y el dolor desapareció como si jamás hubiera existido.

Un llanto fuerte y estridente lo hizo abrir los ojos por completo y ver qué Ieiri cargaba en sus manos a un bebé, un ser lleno de sangre y sustancia viscosa que se retorcía y movía sus manos y pies buscando algo, queriendo sentir quizás la seguridad del líquido dónde había estado desarrollándose. Instintivamente soltó la mano magullada de Yuuji y estiró los brazos para que se lo entregaran, cosa que Ieiri hizo.

—Felicidades es un niño. — Ieiri les dijo.

Su piel se sentía calientita, era tan suave y pegajosa y tenía varias manchas rojas en su cuerpo, en especial en la cara que se veía hinchada y extraña, ciertamente jamás había visto a un bebé recién nacido, pero pensó que era perfecto.

Sukuna miró a Yuuji y Megumi quienes también veían al bebé con grandes sonrisas a la par.

—Lo lograste Suku, estoy muy orgulloso de ti. — Yuuji le dijo mientras dejaba que la manito diminuta del bebé se cerrará en su dedo índice y que apenas abarcaba hasta su primer nudillo.

—Entonces ¿quién cortará el cordón?.

Shoko los interrumpió ya parada a lado de Megumi sosteniendo unas tijeras, por alguna razón Sukuna abrazo más al bebé a modo de protegerlo por qué no había entendido que había querido decir y supuso lo reflejo en su cara por qué Iieiri le dió una pequeña sonrisa comprensiva y le explicó.

—Deben cortar el cordón que los une a ti y al bebé y por el que ha estado recibiendo alimentación todos estos meses, no te preocupes no le va a doler ni al bebé ni a ti.

Aún así Sukuna miro con recelo cuando levantaron aquel órgano alargado que salía de la panza del bebé y que ya tenía unas pinzas apretando dos partes, justo en el medio Megumi y Yuuji cortaron con aquellas tijeras.

—Necesitamos que nos prestes unos momentos al bebé para pesarlo, medirlo y ponerle su pulsera de identificación, será muy rápido.

Una de las asistente que habían estado ahí y que Sukuna apenas notó, se acercó tomando al bebé, su primer instinto fue cortarle la cabeza a esta persona por acercarse tan confiada a su bebe pero la mano de Yuuji en su brazo lo hizo detenerse, también ayudó la pequeña sonrisa tranquilizadora que le dió Megumi, así que soltó al bebé aún que su mirada no se apartó ni un instante de él, ignorando por completo lo que Shoko seguía haciendo entre sus piernas, solo sintió unos cuantos tirones, nada de qué preocuparse pues estaba pensando esa misma noche regresar sus órganos reproductores masculinos y sus sanación inversa ya empezaba a trabajar internamente.

Cuando el bebé fue devuelto a sus brazos envuelto en una manta delgada de color azul volvió a sentirse tranquilo. Había estado demasiado callado y ciertamente no podía dejar de sentirse fuera de órbita y sólo estaba atento a los movimientos del bebé.

Una vez ya en otra habitación con más iluminación y dónde podían estar los tres solos y más cómodos fue que se permitió cerrar los ojos y descansar por qué de repente todo el cuerpo le dolía y sus ojos los sentía tan pesados, también el tener la cabecita del bebé cerca de su nariz le hizo olerlo instintivamente y ese aroma indescriptible pero dulce lo hicieron adormecerse.

El bebé y él estarían bien porque Megumi y Yuuji estaban ahí para cuidarlos.

Sukuna ahora sabe después de experimentar un embarazo que jamás volvería hacerlo aún que Yuuji le dijera que ahora era su turno de un bebé entre ellos.

El pequeño Tetsuo no podía negar su descendencia pues había salido a la viva imagen de su padre Megumi solo que con los ojos de color bermellón de Sukuna. Lo más extraño, es que era tan risueño como Yuuji, aunque genéticamente era imposible que hubiera una mezcla de los tres, Tetsuo sonreía con la potencia de un sol entero.

—Anda Suku ¿te imaginas? ahora aún pequeño mini nosotros y que sea igual de gruñón que tú y Gumi.

—¡No!, jamás volveré a pasar por eso.