PETALOS DE MAYO.
La tarde caía en la mansión, el alboroto que trajo el día se terminaba al igual que aquel día, los pasillos semi oscuros brindaban una paz sepulcral. Solo el ruido de unos pasos lentos y el sonido de algunas ventanas abiertas que eran azotadas por el viento cálido de mayo.
Los pasos se detuvieron y una mirada cansada se fijaba en un jardín lleno de rosas que se desojaban con el viento – una vez más lloraron las rosas, desojándose antes de tiempo – suspiro- con presagios de muerte y soledad, como heraldos de muerte a vaticinando un dolor. Cual mal augurio su lluvia de pétalos, que como ese viento se llevan la alegría de esta maldita mansión- contemplo unos segundos más y siguió su camino despacio de ese solitario pasillo que lo llevo aquel despacho.
Cerro la puerta y se recargo en ella- vieja amiga, no te volverán abrir, sin tocarte antes- dio una mirada a aquel lugar; su mirada era desolada y fría- tampoco a ti- refiriéndose a ese espacio – no llegara ese remolino de risas, regaños dulces y.- frunció el ceño- ni presenciaras entregas fortuitas de amor – suspiro y camino; toco suavemente el amplio librero de roble lleno de libros contables, novelas ligeras y fotografías de tiempos pasados.
Fotos de momentos felices, fijo su mirada en una en particular; tomándola entre sus manos- ese día fue maravilloso- rozo suavemente el espejo- estábamos felices, tu cumpleaños y ese tonto de traje gris- observando al fondo de la imagen- tan contento como la tía abuela por nuestro compromiso- una lagrima corrió por su mejilla- George, partiste poco después de la tía abuela y a pesar que el tiempo a blanqueado mi pelo aun te extraño mucho viejo amigo, mi confidente, mi guía y mi cómplice- sonrió- la tía abuela estaba feliz, radiante, orgullosa por el compromiso. Tan llena de vida- movió su cabeza en negación tratando de olvidar ese recuerdo tan doloroso- pensar que solo llego a ver los primeros pasos de Anthony. Partió una noche fría de invierno, ese invierno fue tremendamente frio y desolador- volvió a acariciar el espejo-pero tu mediste esa fuerza y el calor que necesitaba para seguir adelante amor mío- limpio las lágrimas de sus ojos cansados y dejo la fotografía en su lugar- parecía que fue ayer y hoy estoy solo otra vez-
En filo sus pasos a su amplio escritorio de madera fina, lleno de papeles, libros y plumas. Sonrió – pequeña, si vieras este desorden- movió la cabeza- me imaginó el regaño y estarías diciendo " Albert, no es posible que trabajes tanto amor, deja a Anthony con eso", sonreirías y dirías traviesa " mejor salgamos a dar un paseo, la tarde es muy hermosa para que pases tus horas en este despacho- cerro sus ojos para aferrarse a ese recuerdo y una sonrisa se reflejó en su mente- 2 vamos Bert, salgamos recuerda que ahora solo debes decir: SI, ANTONY HAZLO"- y como si fuera un sueño sintió el dulce beso en su mejilla y el calor en su mano.
Abrió sus ojos sorprendido, pero vio lamentablemente el lugar vacío y murmuro- Candy, mi dulce Candy- tomo el asiento y perdió su mirada en aquella puerta y recordó aquel día en la que entro enojada y como siempre sin tocar- William Albert Andrew- puso sus manos en la cintura y su cara estaba enojada. Esa voz sobresalto a George y a él – Basta los dos de trabajar tanto y estar encerrados por Dios llevan tres días aquí sin permitir a nadie entrar, la pobre tía esta con los nervios de punta- Albert iba a protestar y ella levanto su mano derecha en señal de silencio- sé que la situación económica es muy delicada y necesitan encontrar una solución por el bien del Clan, pero Archie ya está en Londres encontrando inversionistas y ustedes- se acercó al escritorio y puso sus dos manos sobre el- morirán de hambre y cansancio dándole vueltas al mismo asunto- Albert abrió sus labios un poco pero la voz de Candy se volvió a escuchar- Doroty por favor trae la comida- tomo asiento mientras los platos de comida eran colocados en el escritorio sobre los papeles- si vamos estar encerrados buscando soluciones, no será con los estómagos vacíos señores-
Albert suspiro y se sentó en su sillón, mientras movía la cabeza Candy le sonreía- Amor, prefiero estar en la calle que sin ti- cruzo sus brazos- así que entre nosotros tres encontraremos una solución a dejo de llamarme Candice White Andrew- sonrió y tomo ante la mirada atónita un par de papeles y comenzó a leer, una sonrisa se dirigió a el – Sr. Andrew coma igual usted George porque dentro de una hora los llevare a descansar y seguiremos mañana, mientras- volvía sus ojos a los documentos- tratare de descifrar estos números-
Albert suspiro- aun en los momentos más difíciles siempre me diste una sonrisa mi amor, siempre mi compañera, mi amiga, mi amor- volvía a limpiar sus lágrimas impertinentes que no le permitían recordar, esos tiempos.
Un pequeño dolor en su pecho, lo hizo reacomodarse en aquella silla de piel negra- Candy- dijo con el dolor más profundo de su alma. Su cara sonrió mientras su mente lo llevaba a otro momento- como olvidar- cerro sus ojos - la luz brillaba y estaba sumido en documentos de la empresa, un nuevo convenio con inversionistas y saldríamos de la crisis por fin. - suspiro recordando ese momento, el sonido de la puerta de su despacho sonó anunciando una pequeña intrusa, fingió no escucharle siguió leyendo. Cuando una dulce voz se hizo presente- Bert ¿estás muy ocupado'- los pasos se acercaban a el- es que necesito hablar contigo- el sonido los escucho muy cerca de él. De pronto se giró y tomo a Candy de la cintura inesperadamente y la coloco sobre sus piernas dándole un beso fugaz- para ti pequeña, siempre tengo tiempo-
Ella se enrojeció y bajo su cabeza, el tomo su barbilla con cuidado y levanto su mirada- dime amor ¿Qué es tan importante que no pudo esperar a que termine? -
Candy trago saliva y dijo- tenemos que ampliar la habitación mi amor-Albert la miro dudoso y ella consiguió- tendremos un invitado mi amor y necesitara un lugar en nuestra habitación- Albert no comprendía y la puerta se volvió abrir dejando entrar a una tía abuela con cara de felicidad- hijo piensa rápido, lo que esta atolondrada trata de decirte es...-
Candy se levantó de rápido y el junto de ella- Bert, vamos a ser papas, por fin llego un bebe a nuestras vidas- el grito de felicidad abrazo a su esposa y a su tía. Regreso con otra molestia en su pecho- fue el día más maravilloso de mi vida-
Un dolor opresivo llevo su mano a su pecho- pero verte pálida y casada después del parto opaco la felicidad que me diste con nuestros hermosos pequeño, sentí morir verte así- un sudor frio comenzaba a bañarlo y el dolor se hacía más fuerte – pero verte sin brillo, sin luz y con esa cara de cansancio y fatiga- azoto con su mano libre el amplio escritorio en un golpe seco- peleaste amor- sus lágrimas bañaban su cara- con todas tus fuerzas contra esa maldita enfermedad- cerro sus ojos recordando cómo empezó toda la pesadilla una tos ligera que fue agravándose cada vez más, entre el paso del patriarcado a su hijo y el casamiento de Rosé, pensó que era el estrés y la fatiga. Cuando se dio cuenta del primer pañuelo blanco lleno de sangre y las siestas prolongadas fue tarde.
Ese día la llevo rápido al médico y solo dijo una palabra- TUBERCULOSIS, SR. ANDREW, su esposa la contrajo y no le queda mucho- soltó un amplio suspiro tratando de minorizar el dolor y no solo del cuerpo sino del alma- respiro profundo- nada Candy no pude hacer nada y te fuiste tan rápido- lloraba- aun nuestra cama conserva tu olor y tu calidez, esa maldita enfermedad hizo lo que nadie pude en nuestra vidas NOS SEPARO- el dolor era más fuerte y lo oprimía mas- juramos estar juntos siempre y me abandonaste amor, sin ti que hare –
El sonido de la puerta lo hizo forzarse a abrir sus ojos, la figura borrosa se acercaba y un olor a rosas perfumaba ese lugar, trato de ajustar su mirada y una voz cálida resonó- Bert, Bert- él no lo podía creer – no te deje amor, solo me adelante- una delicada mano se extendió a el – es hora amor, vamos no me hagas esperar más volví por ti, mi dulce príncipe-
Albert tomo la mano de Candy y el dolor desapareció, la abrazo y beso- te extrañé amor, pensé que me habías dejado solo-
Ella le sonrió- nunca mi príncipe nunca te dejaría atrás- sin decir una palabra y como moría el día, ellos se perdían en el horizonte dejando un camino de pétalos de rosa atrás, en ese momento entendió que los pétalos de eran un mal augurio sino simplemente marcaba y aligeraban un sendero, un sedero de paz y de amor.
