Quatre lo miraba, mientras relataba cada detalle sobre su trabajo, poniéndolo al tanto de todo lo que le ha sucedido en ese tiempo, incluso los nombres de sus mascotas, los accidentes que tuvo, con cicatrices incluidas. Si no fuese que ahora ya tenían algunos años encima y ciertas responsabilidades, creería que no existían cambios en ese chico, el tiempo se había detenido en esa alegría. Sintió nostalgia y, claro, cierta envidia, esa enorme sonrisa seguía exactamente igual, le llevaba al pasado y se mezclaba con su actual forma de vivir. —Me impresionó mucho que enviaras ese correo, aunque noté que no sólo fue a mí —sonrió notando que sus enormes ojos se sorprendían y luego una carcajada retumbaba en la habitación.

—Resulta, querido Quatre, que estaba aburrido y pensé en todos ustedes, obviamente si te fijas, tu dirección de correo es el primero que anoté, eso te da el estatus de mi mejor amigo.

Ambos reían, ambos disfrutaban de su encuentro, de sus recuerdos, el rubio sentía que esa sensación de pesadez se atenuaba con el trenzado, su alegría era contagiosa e impregnaba todos los rincones del cuarto. —Has pensando en que hubiera sido, si nos mantuviésemos en contacto, me refiero a que todos nos viésemos más seguido —el chico trenzado notó el cambio en el rostro de su amigo, él también había estado analizando aquello, los supuestos. Se lanzó sobre la cama usando sus manos de almohada.

—También lo pensé, Quatre —le dijo volteando a verlo —Pero en esos momentos, solo queríamos llevar nuestras vidas, era nuestro momento de hacer lo que quisiéramos, algo así como ser libres —se giró quedando de lado, prestando toda la atención a esas facciones pálidas de ese chico rubio —¿Te arrepientes de algo? Quizás yo sé la respuesta, porque antes de enviar ese mensaje, también lo pensé —Quatre se quedó en silencio, luego relajó su cuerpo y se tiró a un lado de Duo. Eso le calmaba.

Al día siguiente continuaron sus visitas por la colonia, rememorando todo, riéndose de ellos mismos, notando lo solos que habían estado en ese espacio de tiempo en los que ambos creyeron que podrían con el mundo. —¿Quieres verlo nuevamente? —ambos se miraron, era una pregunta que en algún momento uno de ellos la haría, ahora así estaba Quatre lanzándola como si fuese un comentario del clima. —Claro que sí —Duo abrazó al árabe apretándolo con fuerza, eso adoraba de ese chico, la forma fácil de hablar con él, que ambos compartieran esos sentimientos, por dos seres terribles.

—Podríamos enviar más mensajes, confesando todo, al final dudo que nos respondan —en eso tenía razón el americano, si no habían dado señales de vida con el primer mensaje, nadie aseguraba que respondiesen con otros. —Ya sé qué hacer —elevó la voz emocionada Duo jugando con su trenza —Podríamos molestar a Wufei, supongo que sigue con Sally, ella debe saber cómo encontrar a los otros —Quatre dudaba que el oriental se prestara para eso, no respondió al correo, menos les haría un favor.