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"Dicen que, a lo largo de nuestra vida, tenemos dos grandes amores.

Uno con el que te casas y vives para siempre y un segundo amor que perderás. Alguien con quien naciste tan conectado, que las fuerzas de la química escaparán siempre a la razón."

Paulo Coelho, El Zahir.

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Recuerda todo con una nitidez demoledora. No importa cuentos años hayan pasado tiene fresco ese instante en su mente como si se hubiera congelado para recordarle que nunca podrá librarse por completo de su fantasma.

Le basta cerrar los ojos para verlo tras sus parpados cerrados, puede sentir incluso la tibieza de su tacto en ese primer toque, el aroma, su esencia flota con fuerza entre la neblina de un instante que se ha ido, pero permanece en la memoria.

Con solo recordarlo, los latidos de su corazón la traicionan acelerados. La culpa llega con fuerza dejándola sin aliento, mientras que, con un sentir que pudiera ser clasificado como masoquista se deja llevar, lanzándose de lleno a ese recuerdo que, aunque le hace daño, también le arrebata una sonrisa.

Cuanto lo amo, aun lo ama con tantas fuerzas que sale de la razón y amenaza con robar la poca cordura que le queda. Pero no puede negarse a si misma que aun cuando le rompió el corazón y le destrozo la vida, no puede dejar de quererle.

A veces pasan semanas, incluso meses inmersa en una rutina asfixiante para bloquear cualquier recuerdo tormentoso. Se obliga a levantarse cada mañana dejándose absorber por el día a día.

Deja pasar los días huyendo de los recuerdos, sin embargo, a veces no es posible huir de esa parte de si misma que se aferra al anhelo de volverlo a ver. Es entonces, que con cualquier excusa lo trae de vuelta, quizás su marca de cereal en el supermercado, el sabor fuerte del café por la mañana, tal vez una tarde soleada o incluso el aroma a lluvia.

Puede compartir su lecho, dejarse inundar por el deseo y aun cuando es cariño lo que siente en la entrega, no puede ir más allá. La liberación llega, más el vació es persistente en la piel que añora la invasión de alguien distinto.

Entonces la culpa llega demoledora, con más brío, porque sabe que su novio no merece que mientras se adentra en ella, sus pensamientos y su corazón sean de otro.

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El corazón no entiende de razones, se niega a escuchar motivos, amotinándose aun en contra del sentido común.

Es muy tarde para arrepentirse, muy en el fondo sabe que esta dispuesta a pasar por el mismo tormento con tal de tenerle, aunque hubiera sido por un breve instante.

Tenía muy claro quién era, conocía demasiado bien sus defectos para saber que no tenía remedio. El no buscaba el amor, no le interesaba, ni siquiera se creía capaz de sentirlo. Iba por la vida tomando todo aquello que le diera placer, sin importarle nada tan poco realista como el amor.

Ni siquiera es capaz de culparlo, jamás hacia promesas para llevarse a la cama a cualquier chica que le buscaba. Al menos, no es del tipo que miente, se vale de su encanto y pone siempre las cartas sobre la mesa. Es solo sexo, el placer de un momento.

No promete nada que no pueda cumplir porque no compromete su palabra sobre algo que no está dispuesto a ceder y en lo que no cree.

Aun a pesar de todo, aun sabiendo que no había un futuro se dejó cautivar por su sonrisa seductora, envolver por el encanto de un momento. Intoxicada por el placer prohibido, por la insinuación de una caricia que le hizo sentir viva y plena.

Una mirada suya le hacía vibrar, pero sin duda era el toque de sus manos lo que incendiaba su cuerpo. Su mente le advirtió que se alejara, pero su maldito corazón era una causa perdida.

Era en sus manos arcilla que moldeaba a su antojo, no había ternura en su entrega. La invasión salvaje de sus manos danzando sobre la desnudes en su cuerpo, sus dientes dejando marcas a lo largo de la piel como si hubiera querido dejar su perpetuo sello para adueñarse de ella. Poco sabía que, sin importar las marcas externas, la mas poderosa no era visible por que estaba en su corazón.

Su invasión poderosa, mortalmente dura y placentera. La hacia perder el sentido, consumida en una droga que le nublaba todo sentido, todo pensamiento coherente, como si ella fuera solo humo y el, el fuego de su pasión.

Mientras entraba con fuerza, salvaje e intempestivo como la tormenta, tomaba todo, incluso sus miedos, los tabús que siempre la limitaban. Era libre, libre de gritar y llorar de placer, libre de hacer tiras la piel de su espalda mientras exhala su nombre en cada embestida.

En la agonía de un orgasmo no le daba tregua, ni tiempo, para unir los pedazos que quedaban de ella. Deshuesada hasta la medula se derretía entre las sabanas, mientras el continuaba moviéndose en su interior como si quisiera vaciarse por completo de todo sentido.

Se hizo en sus brazos una mujer distinta, una mujer sin miedos, sin obligaciones que no fueran sus propios deseos.

Deleitándose con su cuerpo hasta quedar saciada, casi inconsciente. Desnuda con el aroma a sexo flotando y el alma satisfecha hasta las lágrimas.

Le amo tanto y de tantas maneras. Hasta que termino odiándole con la misma intensidad.

Si, definitivamente tiene una vena masoquista. Al igual que invoca las noches incendiaras, recuerda aquella fatídica noche donde su corazón termino roto, puede rememorar con tal claridad que los malditos gemidos aun se cuelan en sus oídos para hacerla sufrir.

Sabe que fue su culpa, que no hubo promesas, ni palabras dulces. No hubo "Te quiero" de su parte que le endulzaran el oído, sin embargo, nada la preparo para ver aquella escena.

En la cama, sobre sus sabanas blancas. Las mismas en las que se perdieron infinidad de veces entre sus placeres. Estaba el, hermoso como siempre, fuerte y varonil. Con su cuerpo solido esculpido por los mismos dioses, envuelto en el perlado sudor de sus delirios sexuales. Pero esta vez no era ella la protagonista del deseo, no eran su cuerpo el cobijo de su falo, ni su piel, ni su cuerpo el que era moldeado con caricias.

Un sonido sordo, un dolor absoluto. y luego, nada.

Cerro los ojos con fuerza, llevo las manos a sus oídos para acallar los gritos, los suspiros de placer, los gemidos.

Reuniendo la poca voluntad que le queda, se obligo a respirar de nuevo, a mantenerse unida, aunque no entera.

No grito, no reclamo, no saco con violencia el dolor asfixiante que la carcomia por dentro.

Contrario a todo, una carcajada escapo de sus labios, alertando a los amantes.

Siguió en silencio, sin decir palabra. Hundida en una risa sin humor, burlándose de su estúpido corazón lleno de expectativas, de ilusiones ficticias.

Lo miro largo, sin emoción en los ojos. Se giro con la dignidad de una reina, sin dramas o reclamos.

Cerro la puerta al salir, así, sin más se marchó de su vida.

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Sin ganas de seguirse mintiendo a si misma, tomo el toro por los cuernos. Rompió con su novio eterno. No hubo disculpas aun cuando lamentara haber aguantado por tanto tiempo esa farsa.

No parecía sorprendido o dolido, la resignación estaba escrita en sus ojos azules, tan claros como el cielo.

Una sonrisa triste, un dulce beso y un adiós.

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"¿Amor? No, no es amor. Ni siquiera lo conoce. Es sexo, duro y llano. Magnético y envolvente. De esas buenas cogidas que terminan dejando noqueado, sin pensamiento coherente o capacidad para mover cualquier parte del cuerpo por algunos minutos. Ese que te deja sin aliento, con el corazón martillando con fuerza contra las costillas, tan intensamente que no escuchas nada más que tu propia respiración y los enloquecidos latidos que lentamente van mermando, llevándote directo a la calma y el sopor de un sueño bendito y satisfecho"

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Años antes…

La acecha con calma, no hay prisa en sus movimientos. El aliciente de la caza lo ha hecho paciente, sin dejar de ser constante y meticuloso. Disfruta de todo el proceso, paso a paso acercándose con el sigilo de un lince, certero y audaz hasta que el momento justo llega.

A una distancia prudente la observa, admirando sus formas, imaginando que será probar su boca, acariciar su piel, perderse en ella. Se acomoda con disimulo la erección creciente de sus pantalones y abandona por un rato sus pensamientos lascivos de cogerla en ese momento.

Lleva un vestido rojo que muestra sus largas piernas, torneadas y morenas por el sol. Recién llega de vacaciones por lo que su piel ha adquirido un bonito color bronceado que lo incita a desnudarla para comprobar si el sol a besado todas sus partes.

Le llevo meses vencer sus reservas, que aceptara tomar una copa. La anticipación le aguo la boca y le obligo a masturbarse con mas frecuencia de la necesaria. Pudiera buscar a alguna otra mujer para apagar el fuego que a encendido su cuerpo, pero se niega a satisfacer sus ansias hasta que sea ella quien le abra las piernas para acogerlo.

Con los ojos brillantes y los labios rojos e hincados por sus besos, se zambulle por fin en la entrega. Disfrutando de que sus defensas caigas y adquiera una actitud de entrega que lo deja sin aliento.

Es tanto su deseo, el punzante dolor en su erección se vuelve insoportable. Quiere llevarla lento, ser suave para asegurarse de repetir una y otra vez, hasta hastiarse como del resto de mujeres que han estado en su lecho, mas no puede y se vuelve salvaje, dominante e imparable.

Bebe de sus labios, mordiéndolos hasta casi hacerlos sangrar. El mismo cae en su propia trampa pues sus provocaciones la haces gemir y gritar con fuerza, de escucharla ya esta al borde, a punto de derramarse, mucho antes de invadir ese exquisito cuerpo que está a punto de abrirse por y para él.

La imagino tímida, ligera. Renuente ante sus deseos. No podía estar mas equivocado, es tocarla y ver como la combustión espontanea la hace arder como un fuego con vida propia.

No es el abandono es la reciprocidad lo que mas lo toma por sorpresa. Toma todo lo que le da y lo multiplica para tráele explosiones de éxtasis al sentir sus pequeñas manos tocarle con el deleite de quien forja a fuego un arma.

Contiene el aliento al sentir la humedad de sus labios sobre la sensibilidad de su piel, sus cicatrices. La intimidad de sus besos lo estremece como si fuera atravesado por la fuerza de un rayo. Es la inocencia de su boca lo que le toca mucho mas hondamente que si metiera su falo en la boca.

No espera la evolución de sus besos danzar en las duras cicatrices, en esas malditas marcas que le han arrancado buena parte de su voluntad y su vida.

Quiso apartarla, mantener a raya sus avances. Que metiera en su maldita boca, su erección para darle una buena mamada. Pero no puede retirarla, la intimidad que siente mientras le besa, acariciando con suavidad como si aun creyera que le duele, lo desarman y encienden de un modo que lo hace sentir enloquecido.

El aliento le falla, para cuando aparta los labios de su piel, le mira de una forma en la que termina desarmándolo. Le dice tantas cosas con solo mirarlo, que las emociones están ahí, aunque las odia. Y se siente desnudo como nunca, en su terror desquiciante de ocultar de nuevo esa parte en el más oscuro y hondo agujero, retoma su lado más salvaje.

Aprieta los dientes, manteniéndose cuerdo, ocultando una vulnerabilidad que aborrece. La besa con brutalidad, robándole hasta el ultimo aliento en los pulmones y la invade sin más preámbulo, penetrándola con fuerza, arrancándole sonoros gritos que le taladran los oídos.

Su húmeda estrechez le da la bienvenida.

Se pierde en el placentero dolor de sentirse roto. Sigue hasta que estalla un orgasmo y luego otro. Ella se derrite como miel en sus manos, escurriendo sus placeres, manchando la ropa de cama y su piel. Aun así se mantiene tan dentro de ella, no importa si el mismo no puede respirar o moverse. No importa si no siente la necesidad de salir corriendo como siempre, quiere estar ahí.

Respira contra su cuello como un animal herido, volviéndose instinto crudo a pesar de sentir que bajo su cuerpo ella no es capaz de reconectarse con sus pensamientos. Esta desecha en el placer infinito de los orgasmos que han tenido, le mira con sus brillantes y limpios ojos, sonriente y no puede mas.

La asalta de nuevo, con un dolor agónico en el corazón, quiere ser el quien grita y llora, para sacar esa maldita mirada de su mente.

La embiste con movimientos inconexos y erráticos, hasta que explota de nuevo. Vencido se deja caer un lado y tarda mucho en volver a funcionar de nuevo.

Cuando el alma le regreso al cuerpo, no podía moverse. El aroma a sexo ululaba en el ambiente con tal fuerza que lo hizo sonreír.

Ella se quedo dormida, rendida en un pesado sueño. Buscando su calor se pegó a su costado.

Debió de levantarse y marcharse, dejar atrás el recuerdo maldito del grandioso sexo que han tenido. Pero está cansado el familiar calor lo tranquiliza, dejándose vencer por un sueño placido que hacía años no tenía.

¿Amor? No, no es amor se repite como un mantra. Ni siquiera lo conoce. Es sexo, duro y llano. Magnético y envolvente. De esas buenas cogidas que terminan dejando noqueado, sin pensamiento coherente o capacidad para mover cualquier parte del cuerpo por algunos minutos.

Ese que te deja sin aliento, con el corazón martillando con fuerza contra las costillas, tan intensamente que no escuchas nada más que tu propia respiración y los enloquecidos latidos que lentamente van mermando, llevándote directo a la calma y el sopor de un sueño bendito y satisfecho.

No, no es amor, se repite. Es solo sexo y ella es buena.

Esperaba aburrirse de ella, cansarse de su aroma y de su sexo. Entrar en la rutina de siempre para mandarla a la mierda, sin embargo, pasaron los días, las semanas y los meses, todo seguía siendo jodidamente bueno.

Quiso entonces que fuera ella quien lo mandara al diablo. Presiono los puntos, tomo todo de ella, fue vil y cruel en la cama, fue ladino, egoísta y feroz. No contaba con que ella se acoplaría a sus artes, volviéndose sagas e insaciable, tan malditamente sexual como si fuera una venus.

Cada día se propuso dejarla, cada día caía de nuevo a su cama. Era una droga tan poderosa que doblo su voluntad.

Fue entonces que ideo un nuevo plan para alejarla de su vida, creyendo que con ello se liberaría por fin de esa confusión que le hacia desear estar a su lado.

Después de todo el no creía en el amor.

Llevo a otra mujer a su cama, consciente apenas de que hacía tiempo que con nadie más compartía su lecho. El conocimiento lo golpeo de nuevo ante el descubrimiento que su vida esta cambiando de una manera que lo aterro.

Con el desconcierto lamiendo su nuca se entrego a los placeres del sexo con mas culpa que placer. Enojado consigo mismo aparto hasta el fondo de su mente esas malditas sensaciones que lo atormentaban.

Una carcajada rompió los gemidos de placer de su acompañante.

Entonces la miro. Ahí de pie con la sonrisa aun en los labios, con la dignidad de una reina fría le miro a los ojos sin reproche.

Esperaba verla perdida, llorando y suplicando. No encontró nada de eso.

Siempre logro sorprenderlo.

No hubo reclamos o grito, ni maldiciones o insultos. Solo lo miro intenso, diciendo todo son su inteligente mirada antes de girar y marcharse, cerrando la puerta tras de ella.

El calor huyo con ella dejando atrás una fría soledad que nunca, ni en sus peores momentos había experimentado.

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En la actualidad…

La sensación de dejavú es persistente mientras la observa, de la misma manera en la que un cazador mira a su presa. Los años siguen obrando milagros en su persona, la madura belleza lo deja sin palabras.

Poco puede disfrutar de su visión divina, cuando alguien llega a su lado y es toda sonrisas. Las llamas de los celos arden en su interior.

Apresura la copa, bebiendo de golpe su bebida, dejando que el fuerte licor queme su garganta.

Aprieta los puños con rabia cuando se besan y tiene que hacer un esfuerzo sobre humano para contenerse y no moler a golpes al maldito desgraciado que se atreve a tocarla.

Los maldice en silencio con el resentimiento apretándose en su pecho.

Es entonces que ella gira como si sintiera su mirada y sus ojos se conecta.

Espera muchas cosas de ese rencuentro, pero no hay nada. De nuevo nada, ni la chispa de un anhelo o el fuego de un reproche.

Solo lo mira, con la expresión en blanco. Antes de regresar su completa atención a su prometido.

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Volvió a arder, a ser fuego en los brazos de un hombre, volvió a encontrarse en el calor tórrido de un sentimiento que la nublaba, abducida por la fuerza y el magnetismo varonil, que, aunque seguía siendo salvaje, ya no la lastimaba.

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Una mirada en blanco, su corazón dio un vuelco.

No mostro emoción alguna, al menos en apariencia, pues por dentro la lucha era encarnizada. Dividida entre salvar la distancia que los separaba para abofetearlo o llenarle el rostro de besos hasta que los labios le ardieran.

Su cordura gano la batalla, aunque no tenía claro quien ganaría la guerra. Amordazo a su estúpido corazón, mordiéndose la parte interna de las mejillas, le obligo a su cuerpo a obedecer sin oponer mas resistencias. Aparta la mirada de su rostro, mostrando un a calma que no sentía, reunió toda la fuerza de voluntad que le quedaba para enfocarse completamente en el hombre que la acompañaba, su prometido.

Fue mirar la profundidad de sus ojos lo suficientemente contundente para apartar la neblina de su corazón y su mente, terminando de centrarse por completo.

Sus sentimientos podían estar alterados pero lo que sentía por el hombre al que se prometió en matrimonio eran tan real y auténtico como lo que alguna vez había sentido por el hombre que la lastimo en el pasado tan profundamente

En sus brazos renació de las cenizas como el ave fénix, recomponiéndose, uniéndose de nuevo pieza a pieza, juntando cada trozo suelto de su corazón y de su vida. Ella no quedo solo descorazonada, quedo en ruinas, con un dolor tan agudo como siniestro.

El amor entre ellos no era simple como el que sintió alguna vez por Ronald Weasley, la familiaridad no era amor, el cariño tibio e insipiente termino ahogado a la sombra de un recuerdo que no podía borrar.

Cuando termino con Ron, lo hizo a sabiendas que no podía seguir alargando esa penitencia. No era justo vivir por más tiempo la farsa de un amor que nunca sería el fuego que ella estaba buscando que sofocara los viejos e impetuosos anhelos de su pasado.

Fue cuando tomó la determinación de marcharse, termino un noviazgo condenado a no llegar a ninguna parte, tomo sus cosas y se fue buscando un cielo nuevo.

Puso tierra de por medio, cambio sus costumbres arraigadas para empezar de nuevo. Fue entonces cuando el amor toco de nuevo a su puerta.

Volvió a arder, a ser fuego en los brazos de un hombre, volvió a encontrarse en el calor tórrido de un sentimiento que la nublaba, abducida por la fuerza y el magnetismo varonil, que, aunque seguía siendo salvaje, ya no la lastimaba.

Con su confianza rota, le llevo tiempo tomar la resolución de entregarse de nuevo a la aventura de un amor, que prometía llevarla al quinto cielo.

Un beso la trajo de vuelta del calor de sus recuerdos. Posesivo y fuerte tomo su boca, sin importar el lugar o el momento y que estuvieran rodeados de gente.

Con el sabor de sus labios en su boca, pensó que quizás fue la intensidad de su prometido, la pasión desmedida y el calor que le brindo cuando lo había perdido todo, lo que hizo que su herido corazón comenzara a sanar, o tal vez, simplemente había llegado en el momento justo para tomar las ruinas que quedaban de su vida amorosa para traer un aire fresco que la renovara.

Sea cual sea el caso, lo cierto es que lo que estaban cultivando entre ellos, era equiparable a lo que alguna vez había anhelado tener en el pasado con un hombre distinto.

No volvió a apartar los ojos de su prometido, con una sonrisa brillante se deleito con sus varoniles rasgos. Quien le hubiera dicho en el pasado que se enamoraría perdidamente de él, lo hubiera tachado de loco, pero ahora no se imaginaba una vida sin el.

No, no quería volver sobre sus pasos. No suplicaría por amor, ni se conformaría con las migajas de nadie.

Un nuevo beso le quito el aliento, fue su intensidad lo que la hizo plantar con fuerza los pies al suelo, la calidez que experimento en ese momento aparto todo fantasma que pudiera acecharle.

Sí, amo a su antiguo amante sin límites, sin reserva, con todo el corazón. Pero ya no había sitio en su interior para nadie más que para su prometido.

Su tiempo paso con más pena que gloria. Había dado todo de ella, a cambio lo único que obtuvo fue el engaño que le destrozo hasta el alma.

Aun ahora era cerrar los ojos y ver a quien había sido el amor de su vida en la cama con otra.

Con el calor de los labios de su prometido sobre los suyos se prometió borrar por fin la amargura de su vida. Era tiempo de dejar ir, incluso los recueros.

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El conoce sus secretos, su pasado no es desconocido. Sabe bien cuales son las cicatrices de su cuerpo, pero sobre todo también conoce las marcas de su corazón.

Conoce bien al hombre que la destrozo en el pasado, como si se tratara de el mismo. En el fondo de su ser lo odia un poco, aunque también le está profundamente agradecido de no se por el jamás hubiera podido aspirar al amor de Hermione.

Su prometida se veía hermosa como siempre, su vestido abraza sus armoniosas curvas. Brilla con resplandor propio mientras saluda con entusiasmo a todos en la fiesta. El azul claro contrasta magníficamente con su piel, sus rizos castaños danzan alrededor de su rostro como una marea de miel que no hacen mas que enmarcar sus bellas facciones.

Se ve adorable con las pecas adornando el puente de su nariz y esa sonrisa infalible de dientes blancos, sus labios son tentadores en ese color rosa pálido.

Con el deseo desenfrenado de besarla, se acerca a ella. Cuando lo ve sus ojos se iluminan cálidos y su sonrisa se vuelve mas encantadora.

La besa paladeando el sabor exquisito de sus labios, acariciándole el rostro en el proceso. Se apartan lentamente, sin ser conscientes de que alguien les observa.

Cuando se separan son ojos brillan como siempre que la besa, un calor satisfecho se extiende en su interior. No puede ser capaz de describir lo que esa mujer le provoca.

Un repentino cambio se configuro en su mirada, quizás duro un par de segundos, lo que dura un parpadeo, sin embargo, fue capaz de verlo.

La conoce lo suficiente para notar el sutil cambio en su mirada, un brillo extinto, un golpe de nostalgia, después nada. Se volvió a mirarle con premura como si intentara apartar un recuerdo desagradable.

No la interrogo, la dejo ser. Ya averiguaría por su cuenta que ocurría.

Mas tarde que temprano tuvo la oportunidad de resolver el misterio. El reflejo en uno de los ventanales del lugar donde se encontraban puso en evidencia la razón del cambio en Hermione.

El tiempo que le llevo descubrirlo en la distancia, fue el mismo que le tomo a Malfoy acercarse al oído de su prometida para susurrar una promesa, si se retiraban antes de la fiesta.

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Con un sabor amargo en la garganta, Theodore Nott tuvo que aguantar la rabia y los celos, cuando los vio marcharse juntos a sabiendas de como terminarían esa noche.

Apretó los puños, tan fuerte y con tanta rabia que la copa en su mano termino rompiéndose. Ni siquiera sintió el dolor del corte en su palma o el calor de su propia sangre corriendo entre sus dedos. En ese momento solo podía sentir los infames celos hacer arder sus entrañas.

Si en el pasado considero a Draco como un hermano, ahora con tal de recuperar el cariño de Hermione estaba dispuesto incluso a matarlo.

En su fuero interno Malfoy pensaba exactamente lo mismo.

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Se escapa el infame recuerdo como humo. No es su cuerpo espigado el que le da la bienvenida, ni los pechos que perfectos caben en sus manos, no está la luz en sus ojos color miel o la sonrisa en sus labios. No están sus rizos suaves o su aroma, no está, simplemente no está… y confirmarlo lo rompe.

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Era suya, como jamás seria de nadie.

Si quizás en ese momento su cuerpo fuera de otro, pero estaba convencido que su corazón seguía perteneciéndoles. Sin importar quien calentara su cama, él era el único capaz de calentar su corazón y hacerla vibrar verdaderamente entre sus brazos.

La rabia lo domino por un instante. Quiso salvar la distancia para moler a golpes a su rival de amores, pero no era el tiempo y lo sabía. Un movimiento en falso y todo estaría perdido.

Se obligo a permanecer en el mismo lugar para no seguirles, para que esos instintos asesinos que fluían de su interior lograran apaciguarse lo suficiente para no cometer una locura.

Trato de apartar cualquier pensamiento sobre los amantes que acaban de fugarse. Pretendió no pensar en el cuerpo desnudo de Hermione, en su rostro, su piel o su olor… trato, de entumecer sus sentidos con el alcohol, dejando que el licor resbalara por su garganta como si se tratara de agua.

Intento no evocar el recuerdo de las noches, tardes y mañanas que compartieron juntos en la cama. Era una lucha inútil, lo sabía. Pero había de procurar apartarlos de su mente, para mantener a raya los malditos celos que le estaban carcomiendo.

Se fue de aquella fiesta que poco le importaba, antes de derrumbarse.

No soportaba estar solo en ese infierno de recuerdos. Termino pagando por placer, para aplacar en algo los demonios de su cuerpo, de ese deseo ardiente que evocaba otro cuerpo y otros labios.

Frente a él, una mujer realmente hermosa, de curvas exuberantes, pechos generosos y rostro angelical. Aun así, con afán desdibuja sus formas. Cerrando los ojos recrea un cuerpo de curvas femeninas discretas y sensuales.

Cuando la acaricia con el desespero de un animal hambriento, obliga a sus sentidos a delinear una figura llena de recuerdos. Bajo el toque de sus manos ya no esta con una mujer que vende sus artes, se coge a un fantasma, al recuerdo mas nítido de sus memorias.

En un parpadeo, sobre las sabanas de satín, la ve desnuda y entregada, con sus hermosos rizos extendidos sobre la almohada como lo único que cubre parcialmente sus pechos.

Su corazón salta, como salta la erección dentro de sus pantalones.

Deja de pensar mandando todo a la mierda. Embrutecido por el alcohol navega en esa deriva de recuerdos ardientes.

La mira con el embeleso de otros tiempos antes de cernirse sobre ella.

¿Cuántas veces se perdió en su cuerpo?

¿Cuántos besos nacieron en su boca y murieron entre sus piernas?

Una sonrisa fugas en sus labios es la respuesta. Antes de zambullirse de lleno a probar sus delicias.

Se deja llevar, primero con suavidad. Hundiéndose lentamente como si temiera hacerle daño, como queriendo alargar un momento eternamente ansiado. Besa, lame y toca, tanto como puede.

Escucha los gemidos lejanos, su placer lo ha vuelto sordo de momento.

Esta a punto de encumbrar sus placeres cuando su burbuja se rompe.

Basto abrir los ojos para descubrir su propia mentira.

Su amante de ocasión no es Hermione.

Se escapa el infame recuerdo como humo. No es su cuerpo espigado el que le da la bienvenida, ni los pechos que perfectos caben en sus manos, no esta la luz en sus ojos color miel o la sonrisa en sus labios. No están sus rizos suaves o su aroma, no está, simplemente no está… y confirmarlo lo rompe.

Por un momento no sabe que haber, si gritar, llorar o maldecir.

El calor a huido de su cuerpo, para dejar un frio que también quema y deja heridas.

Se vuelve salvaje por la rabia, retomando el ritmo de sus caderas. Es impetuoso, incluso destructivo. Entierra los dedos en esas caderas blancas hundiéndose con fuerza, tan dentro como puede. No le importa dejar marcas.

La amabilidad y la cordura se han perdido en su mente. Incluso mordiendo la piel blanca, dejando un rastro amoratado y rojo, con saña.

Cuando termina, la mujer tiene el rostro húmedo por las lágrimas. Quizás a sido el mejor sexo que a tenido, pero sin duda también el más salvaje.

Nott se marcha sin mirar atrás, incapaz de ver su propia obra. Se limita a dejar el doble del pago para aplacar en algo su maldita conciencia.

No puede permitirse perder el control de nuevo.

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Los besos intensos les dejan sin aliento. A penas desaparecieron de la fiesta, sus labios se unieron en una danza sensual.

"Tengo ganas de ti" le susurro al oído. Fue la promesa y el deseo, lo que les hizo buscar con urgencia un momento para los dos.

Recorría su cuerpo con la habilidad de un artesano, sabiendo bien como y donde tocar. El roce de sus manos le hacia arder el cuerpo, sin embargo, también tocaba su corazón.

Era tan distinto estar en sus brazos, como lejano el dolor mientras la besaba.

Tan ardiente el deseo como infinito el placer de descubrir que era capaz de volver a enamorarse.

Tenia tantas ganas de llorar de felicidad. El golpe de nostalgia al ver a Nott, le hizo capaz de darse cuenta de que si bien siempre lo iba a querer, ese amor ya no le volvería a hacer daño.

Draco la despojo de la ropa sin dejar de besarla. El vestido azul termino en el piso como un pedazo de cielo tranquilo y prometedor. Lentamente cayo el resto de sus ropas y ahí, en la soledad de su habitación, con la desnudez de sus cuerpos, Hermione dejo caer sus ultimas reservas.

Detuvo el vaivén de sus labios, lo que paralizo de miedo el corazón de Malfoy, quien volvió a notar el sutil cambio en su prometida.

El terror le atenazo la garganta, imaginando que volver a ver a Theodore Nott le había agitado lo suficiente, para revivir un amor que aún no estaba extinto.

Inmóvil espero el rechazo, tratando de mentalizarse para tomar fuerzas y no derrumbarse delante de ella, deseaba conservar al menos un poco de su orgullo.

Espero con el alma en un hilo y su espera fue recompensada.

Detuvo el contacto de sus labios para mirarle en silencio.

Su mirada es limpia, transparente. Sus ojos brillantes por las lágrimas.

Viendo sus ojos, estaba desarmado. Es consciente que se dejaría matar por ella. Sin Hermione ya nada la importaba.

Con ese pensamiento espera el golpe.

Sus manos le toman el rostro, acariciando con suavidad. Delineando sus rasgos, después le beso tan dulcemente que la emoción que le embargo lo dejo sin aliento.

Imprimió en ese beso todos sus sentimientos.

Malfoy pudo paladear el cambio. La electricidad que corrió de su cuerpo erizo cada bello de su piel. Ya no había cabida para dudas, la realidad, su realidad, al fin llego para darle paz.

Podía ser que hasta ese día hubieran compartido cama infinidad de veces, que se entregaron un sinfín de ocasiones a la pasión de sus cuerpos, entregados al calor, al deseo y todas esas emociones confusas que convergieron después.

Han hecho el amor tantas veces, que conoce cada marca, lunar, pecas y cicatriz de su cuerpo, mas nunca había descubierto su alma tan abiertamente.

No llego el rechazo que esperaba Draco, por el contrario. Hermione estaba dando el ultimo paso para dejar atrás un pasado que le hizo tanto daño. Malfoy lo entiendo al instante, la angustia y la aprensión se volvieron gozo y alegría.

La felicidad sustituyo a la angustia. Sonriendo por dentro también se entrego por completo. Exponiéndose por primera vez como el hombre que aun lleno de defectos le amaba, como nunca había amado a nadie.

Sabe que no la merece, que hay hombres mejores. Mas en su egoísmo sabe que es incapaz de ser tan noble para dejarla escapar.

La ama, ahora entiende porque siempre fue su víctima predilecta, que la persecución en sus años de escuela no era otra cosa que una manera infantil de ocultar su enamoramiento.

Se besan largamente, dejando atrás las dudas, saboreando el dulce néctar de sus labios. Perdidos se han encontrado en los días mas oscuros de sus vidas para caminar de la mano hacia esa luz que les traería la calma que tanto buscaban.

La recostó en la cama, llenándole el cuerpo de besos lánguidos, casi perezosos, escuchando los suspiros que escapan de sus labios y esas palabras inconexas donde susurra sus deseos mas íntimos. Se hila su nombre a los burbujeantes gemidos y las suplicas.

Mas se toma su tiempo, va lento, delineando sus formas, hundiendo primero sus dedos en la humedad de su centro, mientras mama de sus pechos como un niño hambriento, lamiendo y mordiendo como si bebiera de una fuente.

Su espalda se arquea mientras acelera el movimiento de sus hábiles y largos dedos.

Dice su nombre, suplica y gime, con sollozos quedos. Hasta que el orgasmo llega fuerte, gritando su nombre.

Desecha en el placer, con el corazón martillando sus costillas. Le mira con ojos nublados. Así con su mirada anclada a la suya, la penetra. Ambos gimen con fuerza, antes de emprender el intenso galope del amor.

La embiste con fuerza, con deleite. Disfrutando del calor y la estrechez de su cuerpo. De la bienvenida y la entrega.

Arriban juntos a un nuevo orgasmo y luego otro. Se aman así hasta que no pueden mas y aun en la cercana inconciencia de un sueño bendito y placentero, se abrazan en la desnudez de sus cuerpos y sus almas.

Hay dos tipos de amor, eso le han dicho. Uno que es pasión y otro que es calma. A esas alturas de su vida ya no esta tan segura, en los brazos de Draco tiene ambas cosas.

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Se que no la merezco, pero estaría jodido sin ella, no es mía, pero yo le pertenezco. Soy lo suficientemente egoísta para amarla, no cometeré la misma estupidez que tú, no voy a alejarla de mi lado, estaré con ella, siempre que me quiera y hare hasta lo imposible por mantenerla a mi lado. No voy a jugar Nott, no voy a mentir u ocultar mis intenciones. Estas son mis cartas, te las muestro porque no voy a ceder a tus juegos maquiavélicos, es lo que es.

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El encuentro es tan inevitable como el cambio de las mareas por la influencia de la Luna. Aun con todo, a sabiendas que no podían evitarlo, estar frente a frente les traer un mal sabor de boca. Quizás si las circunstancias fueran otras, serían capaces de ver con buen agrado ese rencuentro.

En algún tiempo fueron amigos, incluso mucho más que buenos amigos, casi hermanos. Mamarón de los mismos pechos al compartir la misma nodriza. La madre de Nott murió en el parto, la de Malfoy estaba demasiado ocupada para pretender que le importaba perder el tiempo en nimiedades.

Crecieron compartiendo los mismos principios de sangre, rodeados de lujos, pero desprovistos de la capacidad de mostrar sus afectos, pues era una debilidad. Al menos, Draco podía decir que su madre le quería, quizás fue precisamente Narcisa el único factor que pudo marcar una vital diferencia en su crianza.

Nott no tuvo tanta suerte, solo fue capaz de conocer la mano dura, la mente enferma y retorcida de su padre. Aun lleva sobre la piel la cicatrices y aun mas hondamente en el alma y corazón las secuelas de una crianza negligente y abusiva.

En algún tiempo fueron hermanos, sino de sangre, si de casa. Ambos Slytherin, la elite de la casta y la sangre.

Se miran en silencio, midiéndose. Disidiendo quien hará el primer movimiento. Quien alzara la voz o incluso el primer golpe.

Saben muy bien que la razón de esa entrevista tiene nombre y apellido.

Los dos la quieren, ninguno está dispuesta a perder.

-Hermione es mía. -Declara al fin, posando el azul de sus ojos en su rival de amores.

Las palabras posesivas salen de su boca como si te trataran de una maldición.

Draco le sonríe en respuesta. Una sonrisa afilada.

La diversión no llega a sus ojos. La tensión en su cuerpo le delata a pesar de mantener aparentemente indiferente las palabras llegan a sus oídos como un golpe rotundo que le saca el aire.

-¿Tuya? -Se atreve a burlarse.

La sonrisa torcida en sus delgados labios se pronuncia venenosa, la burla es evidente en el tono.

-Da gracias que Granger no te escucha. Te haría escupir los pulmones por la boca.

-Se manejarla, además, aunque lo niegue fue mía.

-Fue, tu lo has dicho. -La replica se vuelve peligrosa.

Sus puños se notan blancos de tanto apretarlos. Queriendo aliviar la presión se obliga a estirar los dedos para tomar la tasa de café que tiene por delante y dar un trago.

El sabor amargo del café, lo centra lo suficiente para continuar.

-Hermione es una persona, no un objeto o una bestia. No le pertenece a nadie, más que así misma.

-Te has vuelto blando con los años Draco, -Se burla.

-Me gusta pensar que he madurado lo suficiente para no soltar mierda.

Nott suelta una sonora carcajada, el humor tampoco esta en su risa. Su tensa mandíbula se estira, pero no deja pasar la presión ejercida por sus dientes.

-Sabes que es mía.

-Es mi prometida. -Los ojos grises me miran con fiereza.

-Eso no significa nada y lo sabes. Hermione es mía desde hacer mucho.

-Conozco su historia, sé que estuvieron juntos y que fuiste lo suficientemente estúpido para echarla de tu lado.

-Eso me concede la razón Draco. Basta que habrá los brazos para que regrese a mí. Así que Ahórrate la humillación y apártate.

El rubio torció el gesto con desdén, manteniendo controlado su carácter.

-Llegas varios meses tarde Theo. Si quizás no hubieras sido el hijo de puta que fuiste o si hubieras tenido el coraje de buscarla hace meses pensaría que aun tendría una posibilidad, aunque fuera mínima de recuperarla, pero ya no.

-Eso no lo decides tu.

-Tienes razón, eso lo decide Granger y a pesar de todo, aquí me tienes. -Dijo señalándose a si mismo.

La sonrisa de suficiencia se borro de los labios de Nott de un plumazo.

-Dudas de tus palabras. Por esa razón estamos aquí. -No era una pregunta, sino una afirmación.

Se llevo la taza a los labios para dar otro trago, paladeando el sabor que tanto le recordaba a su prometida. Pensar en ella le reconvino de sus deseos de lanzarle una imperdonable a Nott.

-No voy a cometer la estupidez de hablar por Hermione, me limitare a decirle lo que a mi me ataña. La amo.

Nott se mostro sorprendido. Sus ojos azules se abrieron consternados ante esa confesión.

-Tu enamorado. -Intento burlarse.

-Te sorprendería lo mucho que he cambiado también en los últimos años. La vida fue una perra con nosotros, perdimos demasiado, sufrimos y luchamos por una guerra que no fue nuestra, encima de todo pertenecimos al lado equivocado. Vi morir a tontos magos, muggles y mestizos en los salones de mi mansión, que aun puedo escuchar los gritos retumbando por las paredes, también vi morir a Crabbe quemado por el fuego maldito que el mismo convoco, vi a mi padre ser ejecutado por sus crímenes y a mi madre enloquecer de la pena.

Retirado la mancuerna de su camisa, levanto la manga hasta arriba del codo para exponer su marca.

-Fui marcado como una pieza de ganado, la misma noche que presencié como violaron a Pansy entre varios mortifagos cuando se negó a tomar la marca, no pude hacer nada para ayudarla ¿Tu suerte fue mala? Nott, tu escapaste, fuiste capaz de huir antes de que la mierda explotara. Pansy, Blaise y yo no tuvimos esa suerte.

El rostro de Theodore palideció.

Con lentitud desabrocho los primeros botones de la camisa, mostrando un tatuaje por debajo del cuello, sobre la clavícula izquierda estaba marcado su número de preso.

-Me retuvieron por mas de un año, soy catalogado como peligroso y siempre llevare sobre los hombros el ser un ex mortifago. No les importa saber que fue coaccionado para tomar la marca, bajo amenaza de muerte. A nadie le importa, solo a Hermione.

Se abrocho de nuevo con desgana la camisa, se acomodo las mancuernas y respiro hondo antes de continuar.

-Se que no la merezco, pero estaría jodido sin ella, no es mía, pero yo le pertenezco. Soy lo suficientemente egoísta para amarla, no cometeré la misma estupidez que tu, no voy alejarla de mi lado, estaré con ella, siempre que me quiera y hare hasta lo imposible por mantenerla a mi lado. No voy a jugar Nott, no voy a mentir u ocultar mis intenciones. Estas son mis cartas, te las muestro por que no voy a ceder a tus juegos maquiavélicos, es lo que es.

-Hermione me ama.

-Lo se. -Admitió, el dolor cruzo por un momento sus pupilas grises.

-Pero también me ama y me aferrare a eso para hacerla feliz.

-Bien. -Acepto con un movimiento de cabeza. -En ese caso tienes que saber que no me rendiré, que luchare con todo, que hare que vuelva a mi como antes. La amo y no voy a perderla.

Draco sonrió sin alegría.

-Al menos al fin puedes admitir que la amas.

-Siempre la ame.

-Posiblemente, pero hay una gran breca entre amar y demostrar ese cariño. Tu la destruiste, la lastimaste tanto que no voy a perdonarte. Te prometo que si la lastimas soy capaz de matarte.

Malfoy no tenia nada mas que hacer ahí, se marcho sin mirar atrás, dispuesto a cumplir su palabra.

Theodore Nott no lo perdió de vista hasta que llego a la puerta. Tenia que admitir que no estaba preparado para escuchar a Malfoy hablar con tal soltura de sus sentimientos, sin embargo, el también hablaba en serio, haría cualquier cosa para recuperar a Hermione.

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"Me ofreciste un momento y yo lo tome. Me aferre con uñas y dientes para permanecer a tu lado, sin importar nada. Tengo mucho que agradecerte porque me ayudaste a abrirme a mis deseos, me ayudaste a dejar atrás la pesada carga emocional que me hacía conformarme y ajustarme a las necesidades de otros y no a las mías."

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Concentrada en la revisión de una pila de pergaminos ni siquiera nota que alguien la observa desde el marco de la puerta abierta. Es hora del almuerzo, el Departamento de Aplicación de Leyes Mágicas esta prácticamente desierto a excepción de la jefa de área, que suele comer incluso en su lugar para adelantar pendiente.

Dedicada como siempre, disfruta su trabajo sin importar lo demandante que este sea. Absorta en su lectura no se percata de que tiene compañía hasta que ya es demasiado tarde.

La puerta es cerrada despacio para no hacer ruido alguno. Un simple hechizo para insonorizar y bloquear, garantizando que no serán interrumpidos.

Sus ojos brillan anticipando, saboreando ya el triunfo de acorralar a su presa. Sus movimientos fluidos son calculados. No aparta su mirada de su rostro, apreciando cada rasgo en sus bellas facciones. La nariz salpicada de pecas, las largas y rizadas pestañas, las suaves hondas de sus cabellos descansan en sus hombros y espalda.

Cuando advierte su presencia esta a pocos pasos de distancia. Puede leer la sorpresa, sus ojos color miel se abren, sus labios se separan ligeramente como si buscara alguna palabra que al fin se atora en su garganta.

Le mira fijo a penas parpadeo, le lleva unos segundos recuperarse. Percibe como va construyendo muro a su alrededor, sus facciones se ponen rígidas antes de suspirar largamente. Deja la pluma en el tintero, tratando de ocultar el ligero temblor en su mano.

Trata de mostrar una tranquilidad que no siente. A pesar de todo con los años a aprendido a mantener una fachada los suficientemente buena para mostrarse imperrima ante circunstancias estresantes.

Girando un poco su silla lo enfrenta.

-Hola Theodore. -Saluda, logrando que su voz no se quiebre.

Una sonrisa radiante se forma en los delgados labios de Nott ante el saludo.

-Hermione. -Contesta.

Como todo un caballero corta la distancia para tomar su mano, colocando un suave beso en el dorso de su mano, tratando de entretenerse para sentir la suavidad y el calor de su piel contra sus labios.

La castaña retira su mano, entrecierra sus ojos sin tratar de ocultar su incomodidad.

-¿Qué haces aquí? -Pregunta tajante, mirándole directo.

-¿No puedo visitar a una vieja amiga?

Hermione se rio con sorna.

-¿Enserio? -Pregunta con sarcasmo.

-Por supuesto, somos amigos. -Afirma con una chispa de enfado en sus ojos azules. -Pasamos por mucho juntos.

-Tiene razón, -Admitió- Pasamos por demasiadas cosas. Pero creo que saltamos de ser conocidos cercanos a amantes y después, nada. Ni siquiera se porque estas aquí, creo que fuiste bastante claro la ultima vez que nos vimos.

-Estoy seguro de que puedo hacerte cambiar de opinión. -ofreció- Acercándose se inclina sobre ella, intentando besarla.

-Detente Nott.

Con la mano en su pecho lo empuja para alejarlo.

-No se que pretendes, pero te estas pasando. Estoy comprometida.

-Lo se y me importa una mierda.

-Puede ser que a ti no te importe, pero a mi si y estoy segura de que mi prometido también le importara.

-Malfoy me tiene sin cuidado, tú eres mía.

Hermione bufo con disgusto.

-No soy una cosa para ser de tu propiedad.

Alterada se puso de pie, estaba molesta por su estúpido comentario.

-Puedes negarlo todo lo que quieres, pero eres y siempre serás mía. Quieres que te recuerde como te hago gemir, como de bien se siente cuando entro en ti.

Tomándola con cierta brusquedad por los brazos la atrajo contra su cuerpo.

-¡Suéltame! -Exigió, agitándose para intentar soltarse.

Tenía las mejillas rojas por la vergüenza y la rabia.

La encerró en un apretado abrazo para limitar sus movimientos, se inclinó para besarla a la fuerza, forzándola para que abriera los labios.

Nott gimió de placer al sentirla de nuevo contra su cuerpo. Una erección se apretaba en sus pantalones. su calor y aroma lo estaban enloqueciendo, era tal como lo recordaba. Jodidamente bueno.

La sentía luchar contra su toque y sus labios. No se detuvo a pesar de todo. Hondo en su boca exigente y salvaje. Gimiente de placer, le excitaba incluso su resistencia.

No fue hasta que sus gemidos de placer fueron de dolor. Hermione le había mordido el labio haciéndolo sangrar.

-¡Maldita sea, Suéltame! -Grito con rabia. -No soy tuya, no somos nada.

Lo empujo con todas sus fuerzas. Sus labios manchados por la sangre, sus ojos furiosos le hicieron soltarla.

Se limpio con el dorso de la mano los labios. Estaba tan cabreada, tan insoportablemente herida, como nunca la había visto. Lo que logro que el siempre atrevido y mordaz Nott no supiera cómo reaccionar al principio.

Ni siquiera cuando lo encontró en la cama con otra, se mostro tan herida. Al menos, no permitió que notara sus emociones en ese entonces y ahora, simplemente no sabia como mantenerle la mirada.

De golpe se entero del alcance de los daños, lo mucho que la destruyo en el proceso por su estupidez crónica.

-Te quiero.

Le dijo como si eso solucionara todo, como si esas dos palabras fueran capaces de borrar el daño y el dolor causado.

Hermione quiso reírse de pura frustración. Porque podía notar que acababa de darse cuenta del tremendo golpe que le causo su engaño. Sus ojos se llenaron de lágrimas, por esa razón se mordió los labios molesta para que el dolor la distrajera de esa maldita sensación que le provocaba unas inmensas ganas de llorar.

-¿Me quieres? -Pregunto en un frio tono, con los ojos chispeantes.

-Mas que eso, te amo.

Siendo justos ni siquiera se mostro sorprendida, muy en el fondo siempre anhelo esas palabras en el pasado, pero todo había cambiado, ya no significaban nada esa declaración.

-Lo siento por ti. Yo no te amo.

-Mientes.

Le acuso, dando un paso adelante intentando tocarla. Hermione retrocedió, tomando su varita de escritorio, no volvería a permitir que se aprovechara de su fuerza.

-¿Quieres la verdad? Fuiste mi todo, te ame hasta las lágrimas. Hubiera hecho cualquier cosa por ti, me asusta pensar lo mucho que puse en una relación que no prometía nada. No me mentiste, nunca hiciste promesas, ni endulzaste mi oído con mentiras.

La primera lagrima rodo rebelde por su mejilla, ya no le importo. La dejo correr con la misma facilidad que dejo que sus palabras escurrieran de sus labios.

-Me ofreciste un momento y yo lo tome. Me aferre con uñas y dientes para permanecer a tu lado, sin importar nada. Tengo mucho que agradecerte porque me ayudaste a abrirme a mis deseos, me ayudaste a dejar atrás la pesada carga emocional que me hacia conformarme y ajustarme a las necesidades de otros y no a las mías.

A pesar de las lágrimas, su voz es firme, su mirada aguda, aunque acuosa.

-No, no me prometiste nada. Fue solo un momento. No podía culparte por mi corazón roto por mis malditas expectativas. Fuiste claro, así que no te culpo por ello. Pero no vengas a decir que me quieres, eso es un insulto a mi inteligencia. Si hubieras sentido por mi al menos un poco de respeto, para tener piedad, me hubieras dejado limpiamente. Igual dolería, pero al menos no habrias pisoteado de esa manera mis sentimientos y mi orgullo.

Nott no era capaz de articular palabras. Quería refutar sus argumentos, tenía claro lo mucho que le costo apartarla, eso a sus ojos era su mayor muestra de amor.

-Pudiste seguir con tu vida en cualquier comento con cualquier mujer ¿Pero porque ser tan cruel? En serio Nott, tenias que llevarla a mi casa, a mi cama. No era mas simple, comportarte como un hombre y decirme a la cara que ya no querías verme. Nunca fuimos novios o pareja, fuimos simplemente amantes.

Las acusaciones directas lo dejaron pasmado con el rostro pálido, le faltaba el aliento. No era estúpido como para no saber que la había lastimado, pero nunca se imagino hasta que punto llego a romperla.

-Ahora vienes, teniendo el cinismo de decir que me quieres, que me amas. Pues déjame decirte que tus declaraciones llegan tarde, yo tuve que reunir las piezas que dejaste, me llevo tiempo y mucho esfuerzo. Si, en verdad de ame, con todo mi ser. Con todo lo que tenía, pero ya no te amo.

-Se que todavía sientes algo por mí.

-Te quise demasiado Theodore, quizás siempre guardare por ti un poco de ese cariño, pero ya no te amo. Soy completamente sincera cuando te digo que mi corazón ya tiene dueño. Amo a Draco.

La declaración volvió a golpearle con fuerza, paso rápidamente de la culpa aplastante a la rabia y el dolor, al escuchar que declaraba su amor a otro.

-Eso no es cierto, solo quieres vengarte. Entiendo que quieras hacerme pagar por lo que hice.

-No soy ese tipo de personas, lo sabes.

Hermione limpio enjuago sus lágrimas, sin apartar los ojos de quien fuera su amor.

-Amo a Draco. -Repitió lento. -El logro desterrar todos los sentimientos que me hacían daño. Lamento si eso te lastima, pero es cierto. Así que por favor vete.

-¡No! -Grito con los puños apretados, su mirada alterada le causo miedo a la castaña, quien empuño con más fuerza la varita.

Se quedaron en silencio por algunos minutos.

-Esto no ha terminado. -Advirtió.

Se dirigía a la puerta con la ira burbujeado en su interior.

Cuando se marcho Hermione se dejo caer en la silla, suspirando de alivio.

Aun tenia el sabor de la sangre de Nott en sus labios.

Besarle le ayudo a darse cuenta de que no despertaba en ella las mismas emocione y sentimientos que alguna vez logro.

No se mentiría a si misma, siempre le quería de alguna manera. Pero quererlo ya no le hacia daño. Ahora su verdadero amor es Draco Malfoy.

Lo que Hermione no sabia es que Nott no estaba dispuesto a darse por vencido, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para recuperarle. Aunque para ello tuviera que jugar sucio.

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"Eso es lo que tú quieres, ¿En dónde queda lo que quiero yo? Ya no tenemos los mismos sueños, tú los enterraste con tus propias manos, ahora vienes diciendo que me amas, cuando ya es tarde. Ya no te amo, mi corazón ya no te pertenece."

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La vida es una mierda.

No hay otro termino para poder expresar lo que siente en esos momentos. Ha dejado de respirar, el entumecimiento se adueña de su cuerpo dejándolo frio e inmóvil. Por dentro la historia es otra, su cerebro le grita con fuerza que corra, que huya de ese lugar lo mas pronto posible, para evitar los daños, para intentar rescatar de nuevo los fragmentos de un corazón que se quebraba por segunda vez.

Le falta el aire, la habitación parece tan pequeña y asfixiante de repente. Los oídos le zumban, los ojos le escosen con el infierno, está al borde de nuevo de un colapso, de uno grande al que no sabe si podrá sobrevivir.

Las manos le tiemblan, un sudor frio corre por su espalda. Su mente le juega una broma y por un instante quiere creer que es el mal recuerdo lo que esta jugando con su cabeza de una manera mezquina y aterradora.

No, no puede ser cierto. Se dice internamente, mientras se obliga a poner en marcha su cerebro.

El ambiente huele a el, pero también se percibe la esencia del sexo pululando de manera intensa en la habitación y un aroma a mujer que no le pertenece.

De nuevo es su cama, son sus sabas y es el hombre de su vida.

Su prometido.

Todo explota de manera metafórica cuando todo hace click en su cabeza. Tiene que agarrarse de la pared mas cercana para que las piernas no le fallen, se mantiene en diagonal sujetando con tal fuerza hasta que sus nudillos se vuelven blanco y las uñas le duelen por enterrarlas en la pared, mas no le importa.

Necesita las fuerzas suficientes para irse. Esta vez no hay una carcajada sombría para burlarse de su propia estupidez.

En el pasado pudo decir que Nott fue claro. Fue un cabrón, pero un cabrón con principios que nunca le prometió nada. Ella misma había entrado en un juego que no sabia como jugar y había perdido por ingenua, por poner demasiado corazón donde no había lugar para sentimientos.

Pero ahora, ahora es distinto.

Esta vez hubo promesas de por medio, construyeron una relación basada en principios, sustentada en un mutuo entendimiento. Le llevo años confiar, ir reuniendo en el camino los trozos que quedaban de ella para renacer, para iniciar de nuevo.

Esta vez fue franca, hablo desde el principio de sus sueños rotos, de sus deseos y sus miedos. Hablo hasta que ya no existían palabra sin pronunciar, ni reclamos sin hacer. Le perdono por el turbio pasado que vivieron juntos, subsanado esa etapa de infancia y adolescencia donde le hizo sentir inferior por ser tan mezquino.

Draco le hizo confiar de nuevo en el amor.

Esta vez no estaban esas inmensas ganas de burlarse de si misma por su estupidez crónica, en cambio, quiere llorar, gritar y maldecir.

Quiere hacerle pagar por sus mentiras.

Quisiera tener la dignidad de salir una segunda vez por esa maldita puerta como una reina para no volver. Pero no podía. En primera porque físicamente estaba imposibilitada a moverse, su cuerpo no respondía, seguía adormecido.

Quiso cerrar los ojos, que sus parpados cayeran para no presencia el engaño, mas no podía. Por el contrario, su mirada está atrapada en la mujer ladina, que monta a su hombre.

La observa de espaldas desnuda, moviéndose de arriba a bajo sobre Malfoy, la sabana se enreda en su cadera cubriéndola a penas, dejando a penas nada a la imaginación. Escucha sus gemidos largos y profundos, acelerando sus movimientos. Hermione quiere que la tierra se abra para tragarla.

Echando la cabeza hacia atrás acelera. Draco gruñe en respuesta, mas se deja hacer, permitiendo que su amante vaya formando su orgasmo.

Tiembla de dolor y de rabia.

Le duele el pecho de manera insoportable. Se odia por llorar, pero intentar retener las lagrimas es una causa perdida y los sabe.

Al menos el nudo en la garganta le impide aullar de dolor. No puede verbalizar lo mucho que la destruye Draco con el engaño.

¿Dónde están las promesas de amor? Pregunta a su mente.

Temblorosa estira la mano para tomar el pomo de la puerta. Intenta marcharse, lo intenta con fuerza. Pero algo la congela en el último momento.

-Hermione. -La llama.

Su voz es suave como la miel, paladea su nombre como infinidad de veces lo ha hecho mientras hacen el amor.

Es escuchar su nombre en sus malditos labios, para que lo ultimo que la mantiene cuerda se quiebra.

Se gira lento, con la calma de quien lo ha perdido todo y ya no tiene prisas de nada. Saca su varita por inercia apretándola con tal fuerza que entierra las uñas en la palma de la mano.

-Hermione. -Repite de nuevo.

Ella ve todo rojo, de rabia, de celos. Sintiéndose destruida y muerta por la traición.

-Draco. -Esta vez gime su amante el nombre.

Y eso es todo lo que puede soportar.

El primer hechizo golpea con fuerza la espalda de la mujer que cae de lado sobre la cama, completamente noqueada.

Avanza con la fuerza de otros tiempos. Con la rabia palpitante fluyendo y sobreponiéndose al dolor.

Se acerca, esperando la pronta reacción de Malfoy. Le apunta con su varita, dispuesta a causar el mayor daño.

Entonces sus ojos se conectan, sin importar lo nublado de su vista por las lágrimas, lo mira.

Es mirarlo para hacer que ese dolor que la golpea con tal fuerza que la aturde, se convierta en odio puro.

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Lo amo tanto como ahora lo odia.

No estaba en su naturaleza guardar rencor, sin embargo, a llegado a su limite de tolerancia. Ya no puede dejar que se vaya tan fácil, simplemente no quiere.

El daño es irreparable. Debía saber que siempre hay un punto de inflexión, un punto de quiebre.

Ella se quebró, no había vuelta atrás y debía asumir las consecuencias

Las manos le pican, la magia fluye con fuerza incontenible.

Esta tan enojada y herida que esta dispuesta a cobrar venganza.

Empuja la puerta con fuerza, el ruido no lo sobresalta.

Esa chispa en sus ojos la asquea, cabreándola aun mas si eso es posible.

-Tienes mi atención advierte. -Cruzando el lugar con pasos rápido.

Tiene que admitir que no lo vio venir, pues a penas separa los labios para contestarle. Un puño se estrella contra su rostro con tal fuerza que rompe su nariz.

Los ojos se le llenan de lagrimas por el dolor, la sangre mana abundante por la nariz rota.

Hermione agita la mano para tratar que el dolor en su propia mano se disipe lo suficiente. A pesar de ver la sangre no se detiene aun no tiene suficiente.

Entierra la punta de la varita en el cuello de Nott.

-¿Cómo pudiste?

-¿Qué demonios te pasa? -Pregunta a su vez con voz nasal.

-No soy estúpida Nott.

-No se a que te refieres.

Hermione se sonríe en respuesta, la sonrisa es fría y ciertamente aterradora.

Nott la conoce lo suficiente como para tener la precaución de dar un par de pasos atrás. Pero conforme el se repliega, ella avanza, sin dejarle espacio para huir.

La mirada es glacial, sus movimientos felinos al cortar la distancia.

-¿Te causa placer hacerme daño? -sus mejillas están rojas de ira.

Suelta en un rápido movimiento una pulsera sobre el escritorio.

Nott parpadea tratando de mantener la fachada.

-No se que te paso, pero lo mejor será que te calmes y me expliques.

Hermione sonríe sin alegría, sus ojos nunca lo abandonan.

-Se que fuiste tu.

-Yo que.

-Deja de fingir, tu chica te a vendido.

Señala con desde la fina pulsera de oro.

-Fuiste demasiado lejos.

Cuadrado los hombros, Nott la enfrenta.

-Solo complací un capricho de mi viejo amigo.

-¡Mientes! -Afirma, con la seguridad de haber comprobado con sus propios ojos lo que realmente ocurría.

Drogaron a Draco. Aun no sabía que le dieron, pero mas tarde que temprano lo averiguaría. De momento estaba en San Mungo siendo atendido con síntomas fuertes de envenenamiento.

Cuando estuvo a punto de conjurar un hechizo para infringirle dolor, vio su rostro, para ser precisos, fueron sus ojos lo que le hicieron saber de inmediato que algo no estaba bien.

Trataba de enfocar su mirada, pero parecía aturdido, tenia las pupilas dilatadas, pero la mueca en su rostro dejaba en evidencia que se encontraba fuera de la realidad.

Estaba desnudo, infinitamente hermoso con su cuerpo definido. La erección aún se mantenía, pero estaba muy lejos de ser consciente de lo que estaba ocurriendo. Seria mas apropiado decir que la mujer se estaba aprovechando de Draco.

Cuando fue capaz de procesar la información una segunda ola de rabia se cernio sobre ella como un tsunami.

-Hermione. -Susurraba Draco afiebrado, incapaz de moverse y a pesar de todo llamándola a ella.

Mas lagrimas brotaron de sus ojos, dolidas e indignadas por quien hubiera sido capaz de hacer aquella atrocidad. Habían contado con que reaccionaria de la misma manera en que lo hiciera cuando encontró a Nott cogiendo a una de sus putas en su casa. No consideraron que Hermione no perdonaría dos veces la misma afrenta y no se iría sin cobrar los intereses por el supuesto engaño.

El tiempo que tardo hacer que las cosas encajaran completamente, fue el mismo que le llevo a acercarse a la mujer.

-¡Enervate! -Conjuro haciendo que despertara. -¿Quieres vivir? -Le pregunto de repente enterrando sus dedos de su mano izquierda en el brazo de la chica, sosteniendo con la diestra su varita contra el cuello.

Así confirmo sus sospechas Theodore Nott estaba detrás de aquel aberrante hecho.

Una costosa pulsera fue el soborno para que la mujer concretara sus planes.

-Draco no es como tu. -Siseo las palabras. -El si me ama.

-Nadie te amara más que yo.

-Si en realidad me amaras, no me hubieras causado daño. No habrías herido a mi prometido, al mismo hombre que algún tiempo te considero como su hermano.

-El no merece nada de mí. Te arrebato de mi lado.

La castaña movió la cabeza de manera negativa.

-Eso lo hiciste tu mismo. Nadie más que tu fue el causante.

-Creí que era lo mejor.

-¿Lo mejor? Me destruiste, tarde años en poder recuperarme y apenas lo logro, vienes de nuevo para agitar mi vida.

-Tenia miedo. -Admitió con vergüenza.

-Miedo de mí. -Hermione lo miro incrédula.

-Miedo de lo que sentía por ti. Estoy tan jodidamente roto que sabía que no soy bueno para ti, he luchado tanto, pero no puedo dejarte ir. Me di cuenta de que te amo, que no concibo mi vida sin tu presencia.

De repente Hermione se sintió cansada, como si un peso se instaurara en su espalda. Bajo la varia lo suficiente para dejar de lastimarle la piel.

-Eso es lo que tú quieres, ¿En dónde queda lo que quiero yo? Ya no tenemos los mismos sueños, tu los enterraste con tus propias manos, ahora vienes diciendo que me amas, cuando ya es tarde. Ya no te amo, mi corazón ya no te pertenece.

-¿Así van a ser las cosas? -Pregunto perdiendo los modos.

La mirada azul parecía completamente enloquecida.

-Voy a matarlo si es necesario.

No estaba alardeando, hablaba muy en serio. Hermione lo sabía. Ese conocimiento le hizo consciente de que había solo una alternativa, decidir si fuera el o ella quien saldría de esa habitación con vida.

Amaba demasiado a Draco, nunca permitiría que le causara daño, bastante había sido que le ultrajaran de aquella manera vil.

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"Quizás era la culpa del superviviente, la carga emocional de haber visto morir a tantos y tantos, lo que le causo el sabor amargo a pesar del triunfo, porque en realidad pudo haber muerto el señor tenebroso, pero a sus ojos no había nada que celebrar."

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A lo largo de la vida los ciclos se suceden unos a otros, unos más largos y difíciles de cerrar, otros tantos menos dolorosos, pero que igual requieren un tiempo para ser completados. Hermione creía que a sus 23 años entre todas las etapas que ha vivido, hubo dos ciclos trascendentales que le marcaron de manera irremediable.

El primero termino con la guerra. Uno pudiera pensar que en el momento mismo que el Lord Oscuro cayo, con su muerte se cerraría por completo esa etapa por demás oscura y dolorosa, a pesar de todo, no fue así.

Se vio a si misma de rodillas sobre el piso de piedra, incapaz de reunir las fuerzas necesarias para ponerse en pie. Aun las llamas seguían vidas en algunas partes del castillo, el olor a sangre y muerte se colaba en sus fosas nasales.

Hubo algunas lagrimas al principio, no sabia bien si fueron de felicidad, alivio o la profunda tristeza que la embargaba al haber perdido a tantos en esa guerra sin sentido. después sus ojos simplemente se secaron, ni una sola lagrima volvió a salir de ellos hasta mucho después. Ni siquiera en los funerales de sus mas cercanos amigos, ni aun cuando se volvió insoportable ver como sepultaban el féretro de Fred Weasley.

El peso del dolor pareció adormecerla hasta el punto de moverse por la fuerza de la inercia. Poco o nada dormía por las noches, las pesadillas se volvieron tan vividas que se desgarraba la garganta a gritos antes de poder enderezarse de la cama envuelta en la humedad de sudores fríos debido al pánico.

Se quedo en el castillo cuando todos se marcharon, levanto muros a base de magia, movió escombros, rehízo la fachada. Sus manos cuidaron amorosamente lo que quedaba de algunos libros que ni con magia podía reparar.

Nadie noto hasta después de una semana que ella seguía ahí. Esperando que el final llegara, para poder cerrar las heridas que aun supuraban. Trato de encontrarse de nuevo en el silencio del castillo, entre los pasillos y las aulas de clases, entre los libros de una biblioteca mutilada, en los ecos fantasmales.

Abandono el lugar hasta que una marabunta de personas se presento para ayudar con la reconstrucción, no toleraba la compañía cuando a penas se toleraba a si misma.

Fue hasta casi un año después cuando sin razón aparente mientras tomaba una taza de café que algo se rompió.

La anestesia que durante meses le sedo el cuerpo y la mente, termino dejando a su paso la cruda verdad. Contra todo pronostico había sobrevivido, ese era el problema.

Quizás era la culpa del superviviente, la carga emocional de haber visto morir a tantos y tantos, lo que le causo el sabor amargo a pesar del triunfo, por que en realidad pudo haber muerto el señor tenebroso, pero a sus ojos no había nada que celebrar.

Antes de iniciar aquella empresa suicida en contra del Lord Oscuro, se aseguro de aleccionarse bien. Mentalizándose sobre la posibilidad de no sobrevivir. Esa era la razón por la que borro los recuerdos de sus padres y les concedió la posibilidad de una vida nueva, sin el peso de un recuerdo amargo donde su única hija terminara muerta.

Se despidió en silencio de su vida, a sabiendas que podía morir en cualquier momento. Lucho con todo de manera temeraria, entregada y dispuesta a morir, pero no había muerto y cuanto todo paso, no sabia que hacer con esa vida.

Entonces lloro, no por guerra, las perdidas y los muertos. Lloro por ella.

Empezaron primero algunas lagrimas tibias que rodaron de sus ojos por sus mejillas, luego les siguieron más, todo un rio o un mar. El sabor a sal se coló hasta sus labios, haciendo que lentamente el sabor a café se fuera extinguiendo y lloro más, y más. Abrazándose a su misma.

Lloro por la pequeña asustada de sus recuerdos, la que creyeron loca y anormal. A la que atacaron por ser diferente, a la que hirieron con palabras mordaces.

Lloro por la niña rara que no terminaba de encajar ni en un mundo de muggles, ni en un mundo de magia.

Lloro por la Hermione que no pudo despedirse de sus amigos, por la que presencio como uno a uno iban cayendo como moscas, dejando a su paso un sembradío de ausencias y dolor insoportable.

Lloro por la mujer que sobrevivió con mas cicatrices en el alma que en el cuerpo. Lloro tanto hasta que los ojos le ardían, tanto como el corazón y la garganta.

Entonces temblorosa había arrastrado los pies hasta la comida para sacar papel y pluma, para ponerse a escribir. Su mano era inestable, a penas legibles sus trazos, pero una vez que hubo comenzado no pudo detenerse.

Sí, había sobrevivido, no era su culpa, pero había que hacer algo para que valiera la pena seguir respirando.

Hizo una lista, una pequeña lista de cosas que debía completar. Pequeñas tareas que implicaban reconstruirse en el camino.

Fue en ese tiempo que termino por primera vez la relación con Ron. Incapaz de continuar dando vueltas en círculos, le pidió un tiempo que creía necesario para cerrar por fin ese ciclo donde esperaba encontrarse a si misma.

Entonces Nott entro en su vida.

La determinación de cambiar y esa maldita lista, le hicieron darle una oportunidad.

Entre la lista de cosas que realizo, sobre las cosas que deseaba hacer antes de morir, estaba viajar, aprender a volar, escribir un libro y un encuentro sin compromisos. Entre muchas otras cosas.

El primer ciclo importante de su vida lo cerro esa noche. Dejo atrás a la niña asustada y se descubrió en los brazos de Theodore Nott.

. . .

El segundo ciclo, lo comenzó tachando algo más de su lista.

Cuando encontró a Nott en su cama con otra mujer, creyó morir. Desencadeno de nuevo el deseo de un cierre.

Regreso con Ron ante su insistencia, solo para darse cuenta que no importaba cuanto cariño le tuviera, no era suficiente para mantener una verdadera relación. Tomo sus maletas y se marchó sin volver el rostro atrás.

Poniendo tierra de por medio no fue suficiente, el cielo era el mismo donde quiera que fuera.

Se vio inmersa en la misma rutina asfixiante que le hacia sentir como si estuviera en una vida que no era suya, adormecida, aletargara y jodidamente enferma de tristeza.

Ya no había llanto, simplemente los recuerdos de las noches de vigilia, mientras se enredaba en las sabanas con Theo.

Estaban los recuerdos lucidos de los besos, las carisias y el sexo intenso y salvaje.

Estaban la sensación de perdida y vacío, sumirla en una turbia fantasía llena de anhelos.

Entonces, llego el cierre del segundo ciclo importante de su vida, con unos ojos grises.

"Perdonar" -También estaba escrito en su lista, subrayado con cierta violencia oculta.

Perdonar era una catarsis. Pero debía ser algo profundo y trascendental, alguien clave que fuera importante para dejar atrás los rencores.

Y hay tienes, lo jodido de la vida cuando te trae un cierre que no esperas, de la mano de alguien que te odio a rabiar y que ahora te sonreía como si siempre hubieran sido grandes amigos.

Le gustaría decir que reencontrarse con Draco fue un encuentro memorable, pero la realidad es que estuvo muy lejos de ser asi.

La primera vez que sus ojos se cruzaron a penas se miraron lo suficiente para hacer a penas una inclinación de cabeza a manera de reconocimiento antes de que cada uno siguiera su camino.

No podían culparse, el pasado que les unía nunca fue bueno. Pero de alguna manera que se encontraran lejos de su tierra, en un terreno neutral, al menos les dio algo de tranquilidad. Sus respectivos trabajos en el ministerio Frances les hacían cruzarse con frecuencia en los pasillos o en las diferentes dependencias. Duraron meses sin intercambiar palabras hasta que tuvieron la suerte o la desgracias de encontrarse en un elevados, sin nadie más como testigo.

-Granger.

-Malfoy.

Sus apellidos fueron el saludo más formal que podía darse en ese momento. De alguna manera la tensión y esa fría cortesía los había hecho sonreír de manera genuina y después simplemente comenzaron con una cordialidad que resulto refrescante para ambos.

Draco no era una persona fácil o amable, pero si brutalmente claro. No se andaba con medias tintas, no le importaba lastimar sus sentimientos con su franqueza o ser amable para no herirla.

Malfoy era Malfoy, el mismo cabrón narcisista de siempre, pero extrañamente agradable, sin los prejuicios de la sangre y toda esa mierda de la supremacía elitista incluso resultaba atractivo.

Las conversaciones siempre resultaron entretenidas, a pesar de que en muchas de las ocasiones no compartían los mismos puntos de vista y podían convertirse en discusiones acaloradas. Fue precisamente tras el calor de una pelea que terminaron mas cerca de los políticamente correcto, que Draco salvo la escasa distancia y la beso.

No, Malfoy no fue dulce, ni tranquilo.

El beso fue demoledor. Besaba de la misma manera en la que discutía.

No de manera suave, no de manera tímida.

Fue impetuoso, invadió su boca a profundidad, con la pasión y el fervor de quien se sumerge por completo y no se anda con nimiedades. Se coló cuando un gemido se abrió paso en su boca, hundió su lengua, paladeando el sabor amargo del café que estaban bebiendo.

Un beso, lo que comenzó a poner un punto final a aquel ciclo, sin embargo, no fue hasta hicieron el amor y dejo de ser sexo casual cuando invariablemente descubrió que cuando Draco Malfoy la tomo, invadiendo su cuerpo de manera lenta y ardiente, que no rememoro los recuerdos de viejas pasiones.

Nott y Malfoy, eran tan parecidos en muchos sentidos, tan jodidamente similares en varios aspectos, como completamente opuestos en puntos clave.

Hermione lo descubrió lentamente, como fue venciendo sus paredes emocionales, conforme reparaba sus partes rotas y en el proceso salvaba también aquellas partes fracturadas de su propia persona.

Draco fue el punto final, pero también el inicio de un ciclo en el que renació de sus cenizas.

. . .

Las lágrimas todavía corrían por su rostro, al igual que el dolor lamia su corazón cuando se centro en el gris de sus ojos y descubrió que, aunque Draco estaba ahí, su mente estaba muy lejos.

"Hermione"

Su nombre seguía en sus labios, aun en ese estado.

La rabia y la ira tomaron caminos distintos al descubrir que estaba drogado y vulnerable. Lo estaban forzando a tener sexo.

Estaba sufriendo aun sumido en un estado aletargado.

Otro tipo de dolor se hizo presente en su sistema, como un tsunami salvaje.

Draco sigue firme, con una ereccion que incluso parece dolorosa, sus pupilas dilatadas hacen parecer que sus ojos son casi negros. Sus labios apretados, su rostro tenso y lo único que puede pronunciar es su nombre.

La violencia con la que la claridad llega a su mente la hizo jadear con fuerzo, su cuerpo antes tembloroso renueva sus fuerzas y aprieta con fuerza la varita entre sus manos.

Maldice en voz alta, fijando una mirada asesina en el cuerpo desnudo de la mujer que se a atrevido ultrajar el cuerpo de su prometido. Sus dientes rechinan de apretarlos con fuerza, quiere destruirla, pero hay cosas mas importantes.

Con las engranes de su cabeza girando de manera vertiginosa, se hace dueña de la situación. Se sobrepone con la frialdad de otros tiempos, cuando su vida estaba en riesgo y no había cabida para dudar.

Convoca un patronus y en menos de 5 minutos la caballería llega.

A cubierto a Draco con una sabana limpia, teniendo que contenerse de limpiarlo. Había que reunir pruebas para dar con el responsable. Fue trasladado a San Mungo.

Había pasado cerca de una hora esperando los resultados, no podía retirarse de aquel lugar hasta lograr ver a su prometido. Necesitaba saber sobre su estado. Cuando por fin la hicieron pasar las noticias no eran alentadoras.

Malfoy fue drogado con una mezcla peligrosa de sustancias muggles y mágicas que alteraban su capacidad de reacción, algo parecido al Rohypnol o droga de la violación, con alguna poción que estimulaba su libido. El problema más grave actualmente era que no lograban inhibir los efectos por completo.

Estaba sufriendo a causa de los estímulos en su cuerpo, que lo hacían mantenerse erecto.

-Déjenos solos. -Pidió con la voz rota.

Poco le importaba lo que aquellas personas pudieran pensar sobre sus acciones o lo que estaba dispuesta hacer para que remitiera la agonía de su amor.

Puso guardas en la puerta, insonorizo el lugar. Se acerco a la cama con el rostro húmedo de nuevo por las lágrimas. Aparto las sabanas que cubrían el varonil cuerpo de su prometido que ya estaba primorosamente limpio después de tomar las pruebas que necesitaba los aurores para iniciar una investigación de abuso.

-Hermione.

Su nombre era lo único que repetía en sus labios, era sin duda lo único que lo mantiene cuerdo en ese estado. Su amor por ella.

Entonces se sintió culpable por pensar que la engañaba, por haber dudado de su afecto.

-Draco. -Le llamo suavemente. Acariciándole el rostro. -Estoy aquí, soy yo.

Su voz lo trajo por un instante de la niebla.

-Hermione. -Repitió de nuevo con sus hermosos ojos grises mirándola.

-Soy yo, soy tuya.

Le beso lento, mientras conducía su erección a su entrada. El gimió con fuerza, sonriendo. Por que por fin en la oscuridad la encontró de nuevo.

. . .

Hermione supo quien planeo el ataque contra Draco, tenia en el bolsillo de su pantalón la prueba. Una fina pulsera que de oro. Se retiro de aquella habitación hasta que prácticamente Draco callo rendido en un sueño profundo y lánguido.

Lo primero que hizo fue ir a buscar a Nott, necesitaba enfrentarlo antes de que Harry descubriera por sus propios medios quien era el actor intelectual del ataque de Malfoy. Necesitaba verlo a la cara para decirle todo lo que sentía en ese momento.

"Voy a matarlo si es necesario." Proclamo Theodore a todo pulmón y supo que era cierto.

Nott no descansaría hasta ella volviera a sus brazos, pero ya no había manera de lograrlo, Hermione Granger estaba enamorada profundamente de Draco. Mientras el viviera no existía ninguna remota esperanza de volver a tenerla.

Levanto su varita contra el hombre que alguna vez amo, estaba dispuesta a defender a Draco hasta las ultimas consecuencias.

Nott se burló.

-No te atreverías. Me amas.

-Te ame. -corrigió.

Los ojos color miel le miraban con tristeza.

-¿Qué vas a hacer matarme?

-Si es necesario para que no te vuelvas a acercar a Draco.

-¿Tanto lo amas? -Pregunto herido.

-Mas que a mi propia vida.

-Que a si sea entonces. -Acoto Nott con el corazón roto.

Un fuerte ruido en la puerta la distrajo lo suficiente para que Theodore tomara su varita del escritorio y lanzara una maldición en contra de la mujer que amaba.

-Si no eres mía, no serás de nadie. La muerte será dulce si puedo morir contigo.

El rayo verde salió de su varita en busca de una víctima.

El ruido sordo cuando cayo el cuerpo contra el piso nunca lo olvidaría.

. . .

. .

.

.

. .

. . .

"Dicen que, a lo largo de nuestra vida, tenemos dos grandes amores."

. . .

. .

.

Todo paso tan rápido que a penas lo recuerda.

Han tenido que hacer uso de un pensadero para poder visualizar a detalle el momento justo en que los Aurores entraron en el despacho de Theodore Nott.

Puede verse a si misma en aquella habitación, su rostro detona una determinación casi homicida un momento antes de que una explosión rompa la chapa de la puerta y entren a tropel dos de los hombres mas importantes de su vida.

Congela el recuerdo y retrocede, respirando hondamente, se traga los sollozos que tratan de salir por su garganta. Un temblor la sacude al tiempo que cierra los ojos un momento para recomponer sus emociones lo suficiente.

Es el tercer intento, no puede pasar de ahí. Aun sabiendo el desenlace no se atreve a revivir ese momento que la marcara para siempre.

Quiere hacer algo diferente, retrocede mas en ese recuerdo.

Se centra en Nott, se acerca lo suficiente para ver sus ojos azules brillando al verla entrar. Parece encantando mas que sorprendido. Puede imaginar que la razón es que cree que a dejado a Malfoy al descubrir su engaño, o es mejor decir, que a dejado a Malfoy al creer en el montaje con el que se encontró en su cama con aquella mujer.

Nueva lagrimas escurren por sus mejillas, el sollozo al fin escapa de su pecho haciéndose escuchar como un sonido lastimero.

Estira la mano como si pudiera tocarlo, su mano traspasa los confines de su rostro. Tiene que recordarse que ese es solo un recuerdo.

"Dicen que, a lo largo de nuestras vidas, tenemos dos grandes amores"

Recuerda y su cuerpo se encoge hasta terminar en el piso de rodillas, las lagrimas fluyen y el llanto ya no cesa, sigue como el dolor, abrazando esos recuerdos de un ayer que la carcomen lentamente y de manera agónica.

Temblorosa vuelve aponerse de pie, lo mira como lo miro antes de que le rompiera el corazón. Ahí estaba su mirada azul encantadora, sus cabellos castaños, su atractivo rostro.

Estira de nuevo la mano, sus dedos tiemblan como le tiembla el corazón.

Se obliga a dejar que el recuerdo corra, dando un paso atrás se gira para ver desde afuera el momento justo en que levanta la varita para amenazar a Theo.

Sabe que estaba dispuesta a todo, su mano esta firme, aunque su corazón agoniza. Tiene que elegir a sabiendas que Nott no alardea, no se detendrá hasta separla de Draco, así tenga que matarlo.

Ese conocimiento la hiere, pero también la enloquece. Ama a Draco, como una vez amo a Theodore.

Esta segura de que no se detendrá. Mas no deja de ser doloroso.

¿Sera capaz de matarlo? Asesinarle antes de permitir que asesine.

No ve duda en sus propios ojos y eso la asusta.

Le aterra ver esa imagen de si misma.

Ralentiza el recuerdo, ve cuadro a cuadro cada movimiento como si se tratara de una película que se va reproduciendo para ver a detalle una escena escalofriante.

Una pequeña explosión, chispas salen de la cerradura de la puerta.

Un segundo basta.

Da un respingo, girando el cuerpo con inercia.

Su error es apartar los ojos de Nott.

Fue quizás un parpadeo, un segundo y después todo se tornó violento.

"Si no eres mía, no serás de nadie. La muerte será dulce si puedo morir contigo."

Las palabras son profundamente amargas y resueltas.

Hasta entonces nota sus ojos cristalizados por las lágrimas. Siendo capaz de aceptar por primera vez la realidad. El corazón de Hermione ya no le pertenece.

Hay dolor en su mirada, una profunda decepción que rompe aun mas el sensible corazón de la castaña. Solo después puede ver el brillo de la rabia y el despecho.

Nott levanta la varita, ahora es el quien le apunta con firmeza. Cuando ya entran a tropel haciendo que se habrán las puertas de madera de doble hoja.

Sus labios no se mueven. Conjura una maldición silenciosa.

Eso no evita ver la luz verde salir de la punta de su varita, en forma de un rayo.

No puede parpadear, cuando la magia fluye y el rayo esta por golpearla.

Ese ultimo momento, sabiendo que morirá en lo único que puede pensar es en Draco.

Ella misma conjura un hechizo que se cruza con la maldición asesina.

un ruido sordo.

El golpe seco, después el recuerdo se desvanece.

Sumida en la oscuridad sabe que todo ha terminado.

. . .

Cuando Malfoy es capaz de abrir los ojos, le lleva un par de minutos darse cuenta de donde se encuentra. La habitacion de paredes blancas le da la bienvenida y tiene que parpadear varias veces hasta que su visión se aclara por completo.

Su cabeza parece trabajar a un ritmo lento, parece anestesiado.

Mira a su alrededor buscando algo, aunque no sabe muy bien que es lo que espera encontrar.

Tiene la boca seca, como si hubiera trabado arena.

Estira la mano para retira las sabanas que lo cubren, es hasta entonces que descubre que no se encuentra completamente solo.

Un rostro preocupado enmarcado con unos cabellos negros le dan la bienvenida.

-Pansy. -Intenta decir.

Pero la palabra no logra salir de entre sus labios resecos. Aun así, la mujer parece entenderle.

-Soy yo. Pansy. Tu amiga.

Draco quiere preguntar que a pasado, esta confundido. Sabe que debe estar en San Mungo o en algún tipo de hospital, pero no sabe ¿por qué? No logra recordar, pero la angustia se hace paso. Debe salir de ahí, tiene que ir a otro lugar. Aunque no sabe a dónde, hay una urgencia que le apremia.

Se sacude intentando levantarse, es la mano de Pansy lo que lo empuja para que vuelva a acostarse.

-No estas bien. Necesitas descansar.

-¿Que? -Intenta formular una pregunta que no termina de unirse.

-¿No recuerdas porque estas aquí?

En lugar de intentar hablar, solo mueve la cabeza de manera negativa.

La morena asiste con comprensión. La preocupación no abandona su rostro, sus ojos azules tiene una tristeza indescifrable.

-Te drogaron. -Admite, después de una larga pausa. -Para forzarte a estar con una mujer.

Las palabras se adentran en su cerebro. Sus ojos grises se abren con sorpresa, la cabeza le duele y a pesar de todo se esfuerza por recordar, luchando contra la neblina que parece inundar su mente.

El corazón comienza una carrera, golpeando con fuerza sus costillas. Parece que el aire comienza a faltarle al tiempo que algunos recuerdos se hacen presente.

El café tenía un sabor inusualmente dulce.

Observaba extrañado la tasa de café al percatarse del inusual sabor, tardo un latido del corazón darse cuenta de que alguien puso algo distinto en su bebida, pero ya era tarde. La taza resbala de entre sus dedos, su visión se vuelve turbia, escucha el eco de voces que no entiende, su cuerpo se precipita contra el piso sin fuerza.

Tenía los ojos abiertos cuando golpeo contra el piso. Tendido boca abajo siente manos sujetarlo y levantarlo de manera brusca. Escucha ruidos y palabras que no distingue. Poco después un pinchazo en el cuello que le provoca un ardor intenso, pocos minutos después dentro de ese aturdimiento siente el calor en su cuerpo extenderse.

El calor se vuelve insoportable, una dolorosa erección se pronuncia en sus pantalones, escucha de ultimo una carcajada.

La necesidad en su cuerpo se vuelve insoportable, lo único en lo que puede pensar aun sumido en ese agudo sufrimiento que lo trastorna es en Hermione.

Después de un tiempo su visión se aclara lo suficiente para notar que se encuentra sobre la cama, las paredes y el aroma de las sabanas limpias le hacen saber que se encuentra en la cama que comparte con su prometida. Pero sobre el esta otra mujer intentando besarle.

Quiere empujarla, le asquea sentir sus manos sobre su cuerpo.

Maldice a su cuerpo por traicionarlo, el alivio que siente cuando le masturba calma el dolor punzante de su erección y al mismo tiempo quiere gritar y maldecir a la maldita mujer que le esta tocando sin su permiso.

No puede moverse, le pesa el cuerpo. Lo único que hace es susurrar su nombre.

-Hermione.

La mujer sobre su cuerpo le estimula, lo besa, lo toca…

Y el solo piensa en ella.

-Hermione.

El ardor no se aplaca, la piel se quema. La pronunciada erección se adentra en el cuerpo de esa desnuda mujer. Sus caderas se mueven, su cuerpo lo agradece y él se maldice.

-Hermione.

Pronuncia de nuevo.

La mujer no se detiene, sus caderas se mueven salvajes. El dolor de su cuerpo se aplaca con un instante, aunque el dolor de su corazón se vuelve agudo.

Entonces la ve. Su rostro destrozado, las lagrimas surcando sus mejillas pecosas. El dolor se clava en su pecho. Trata con todas sus fuerzas moverse, por mucho que lo intenta no puede.

Sufre de nuevo, el calor lo envuelve insoportable enloqueciéndolo. No puede moverse. Verle solo agudiza el dolor y la angustia.

-Hermione. -Le llama de nuevo.

Su nombre parece un mantra en sus labios, es una súplica.

No puede más, se desmaya. Cuando esta cayendo en la inconciencia lo ultimo que escucha es su nombre en los labios de su amada.

-Draco.

Cuando sus ojos se abrieron de nuevo, el dolor sigue y se extiende en cada fibra nerviosa de su cuerpo. Sigue en llamas.

Pero ya no esta solo, esta ella.

Le sonríe dulcemente a pesar de las lágrimas.

-Draco. -Le llamo suavemente. Acariciándole el rostro. -Estoy aquí, soy yo.

Su voz lo trajo por un instante de la niebla.

-Hermione. -Repitió de nuevo con sus hermosos ojos grises mirándola.

-Soy yo, soy tuya.

Le beso lento, mientras conducía su erección a su entrada. El gimió con fuerza, sonriendo. Porque por fin en la oscuridad la encontró de nuevo.

Le ama lento, saciado sus ansias, aplacando el calor que lo consume. Esparce besos por su piel, sus labios son el bálsamo que su cuerpo necesita.

Sus pequeñas manos lo relajas, su toque es infinitamente delicioso. Su centro húmedo y apretado lo acoge, el gime extasiado, completamente satisfecho se desase en un orgasmo y después otro.

Ola tras ola de placer, de amor. No se detiene, lo calma haciendo que el calor ardiente remita. Ella hace que deje de ser doloroso.

Lo ama, lo sabe.

Se entrega por completo, es suave, pero también es firme y concienzuda para satisfacerle.

La necesita y ella lo sabe. Toma tanto de el como su cuerpo le permite. No se detiene, no escatima en el placer. Lo monta con soltura, con la avidez de la entrega infinita, con el conocimiento pleno que fueron hecho el uno para el otro.

Las lagrimas se han ido, dejando solo marca secas de sal. Eso no importa, ya nada importa realmente en ese instante.

Encumbran juntos sus placeres, Draco tiene el cuerpo rendido de su amaba contra su pecho. El dolor huyo por completo, dejando solo el cansancio placentero.

Cuanto vuelve al presente, dejando a tras los recuerdos. La mirada azul de su amiga lo pone alerta.

-¿Dónde está Hermione? -Pregunta con voz ronca.

-No sabemos. Se marco hace cerca de una hora. Harry está tratando de localizarla.

-Fue a buscar a Nott. -Declara.

El solo pensamiento del peligro que corre hace que junte las fuerzas necesarias para salir de la cama de un salto.

Se tambalea, mas no se detiene.

-Espera, aun no estás bien.

-¡Suéltame! -Exige, empujándola.

Parkinson entiende sus miedos, no se toma personal la reacción en su contra.

-Cámbiate, sobre la silla hay ropa limpia. Llamare a Potter, no puedes irte solo, necesitaras su ayuda,

. . .

El miedo agudo lo atraviesa. Miedo de perderla.

El terror atenaza su corazón como lo hizo la guerra. El miedo esta vez no es por no sobrevivir, no es por la vida de esos padres negligentes y obstinados. Es por el amor de su vida, por su verdadero amor. Por su único amor.

Los latidos del corazón le retumban en los oídos, la respiración se agita mientras corre con Potter pisándole los talones. Sabe exactamente a donde fue Hermione. La conoce como a la palma de su mano.

Maldice en voz alta. Su cuerpo tiene espasmos, quizás los últimos requisitos de la maldita droga que le dieron. Todavía tiene sobre el cuerpo el aroma de Hermione.

Se apoya por un segundo en un muro. Potter intenta estabilizarlo, furiosa aparta sus manos como si su tacto quemara.

No hay tiempo que perder, no puede ser débil. Aprieta los dientes y se obliga a aguantar. Se exige olvidar la pesadez de su cuerpo, aparta el malestar y con una exhalación se aparta del soporte del muro para continuar.

El edificio esta protegido, no pueden aparecer con magia. Suben por las escaleras a toda carrera.

Estuvo en ese mismo lugar cuando Nott lo cito para hablar. Son sus nuevas oficinas.

Llegan casi sin aliento al ultimo piso. Se detienen el tiempo suficiente para dejar salir a una mujer que se encuentra tras un escritorio. Con señas le piden que guarde silencio y la llevan más allá para poder interrogarla rápidamente.

Así se enteran de que en efecto Hermione está dentro del despacho con Nott.

El lugar está protegido.

Maldice de nuevo, sin tiempo que perder se acerca a la puerta, Potter y Weasley son su única compañía no han querido perder mas tiempo para alertar a un grupo mas grande de Aurores.

Vuela la cerradura de la puerta con un rápido hechizo, deribando la puerta en el proceso.

Si no eres mía, no serás de nadie. La muerte será dulce si puedo morir contigo.

Escucha la voz de Nott pronunciar.

La sangre se le congela en las venas.

El rayo verde sale de la varita de Theodore Nott, Hermione es el objetivo.

No lo piensa, no necesita hacerlo para saber que tiene que hacer. Se arroja sobre Hermione para protegerla con su cuerpo.

La muerte será bendita si puede salvarla, nada más le importa.

. . .

. .

.

El día es triste y frio. Ya no tiene lagrimas para llorar sobre esa tumba. Se abrasa a si misma tratando de encontrar un calor que a perdido de repente.

Pronuncia un adiós que sabe que no puede escuchar. Sus ojos se levantan para ver el cielo oscuro, no tardara en llover.

Harry la espera a poca distancia, apoyado en el tronco de un gran roble.

Hermione vuelve sus ojos a esa lapida de mármol, se inclina para acariciar la superficie. Besa las yemas de su mano derecha para después colocar un beso con una caricia sobre la fría superficie.

Gira para ir hacia su amigo, caminando despacio, sin prisa. Ya no hay urgencia en sus pasos. Cuando llega a su lado se sonríe con tristeza y una única lagrima resbala por fin de sus ojos rodando por su mejilla.

Harry acaricia su mejilla, retirando la lagrima con sus propios dedos. La abraza suavemente para consolarla.

En la seguridad de sus brazos, en la familiaridad de su tacto, nuevas lagrimas naces en sus ojos y mueren en la ropa que fácilmente se humedece.

No importa cuanto tiempo pase, el dolor permanece añejo.

Frota su espalda, besa sus cabellos antes de amablemente encaminarla a la salida del cementerio. Las primeras gotas comienzan a caer y lo menos que quiere Potter es que Hermione termine empapada.

En poco tiempo están en el pórtico de una bonita casa. No fue necesario tocar la puerta a penas estuvieron en el último escalón de la entrada, la puerta se abrió para dejarles entrar.

Pansy Potter se hace a un lado para dejarles pasar.

Harry ayuda a Hermione a sentarse en uno de los cómodos sillones, Pansy pone una taza de te caliente en sus manos, para hacerla entrar en calor.

A pesar de todo el silencio es cómodo.

En poco tiempo alguien mas llama a la puerta. Esta vez es Harry quien se apresura a abrir la puerta sabiendo quien es.

La tristeza en los ojos color miel desaparece en un parpadeo en cuanto queda a la vista un pequeño niño rubio de ojos grises de 3 años.

Una sonrisa cuaja en sus labios al escuchar que la llama.

-Mamá.

El niño corre abrazar a Hermione.

La castaña se deja calentar por completo con el calor de ese abrazo, tragándose las lagrimas que aun tintineaban es sus ojos.

Un hombre los observa apoyado en una de las paredes, sonríe al mirar a madre e hijo fundirse en un abrazo que representa felicidad y calma.

-Deja de mirarla así, vas a desgastarla. -Harry se burla.

Draco bufa, contestando mordaz.

-Lo mismo puedo decir de como miras a mi mejor amiga.

El pelinegro se encoge de hombros.

-No puedo negarlo.

Draco sonríe petulante, pero eso ya no le molesta a Harry.

. . .

Ron amaba profundamente a Hermione, intento por todos los medios permanecer a su lado y hacerla feliz. La amaba tanto que cuando al fin entiendo que no podía lograrlo, su mayor acto de amor fue dejarla libre.

Cuando vio a Draco correr para salvarla de la maldición asesina, supo que Malfoy la amaba de la misma manera en que el lo hacía.

El tampoco había dudado, no pensó otra cosa que salvarla. Corrió al tiempo que corrió Malfoy, corrió con la esperanza de protegerla, salto con fuerza con sus mejores instintos de cazador para salvar la distancia.

La maldición asesina golpe su pecho.

Se entrego sin pena o culpa a la muerte. Habiendo amado con todo el corazón.

El sonido sordo del cuerpo de Ron Weasley caer contra el piso le helo la sangre a Hermione.

El estruendo de un segundo hechizo cegó la vida de Theodore Nott.

Potter conjuro un hechizo que lo hizo volar hacia tras con tal fuerza que murió al instante por un golpe en la cabeza.

. . .

Ese día se cumplían 4 años de la muerte de Ron Weasley, cada año Hermione y Harry le visitaban. El dolor y la tristeza siempre estaría en sus corazones por la perdida de tan buen amigo. Se consolaban uno a otro antes de volver a casa con sus familias.

Era un momento de los dos, Draco y Pansy lo entendían.

Draco Malfoy nunca podría terminar de agradecer a Weasley el haberlos salvado, darle la oportunidad de ser feliz junto a Hermione.

Así mirando a su mujer abrazando con cariño a si pequeño hijo, hizo aparecer en la tumba de Ron un enorme ramo de flores encantadas, susurrando un gracias que esperaba que llegara a donde quiera que estuviera ese pelirrojo que tanto detesto en el pasado y que ahora no podía mas que estar eternamente en deuda.

Draco camino hacia Hermione para abrazarla con el pequeño Scorpius sonriendo entre ellos.

"Dicen que, a lo largo de nuestras vidas, tenemos dos grandes amores"

Hermione aprendió que hay diferentes tipos de amor, que es verdad que hay un amor tan intenso y pasional que te hará perder la cordura, que es tan intenso y salvaje que irremediablemente estará condenado a perderlo por que las fuerzas de la química saldrán de la razón. Que hay otro tipo de amor que también será intenso, profundo y sosegado, pero de una manera que no causará daño, que representa la tranquilidad y la paz, la compenetración de dos almas.

En su caso tuvo un tercer amor, uno verdadero que dio todo por ella, para verla feliz, aunque no fuera a su lado.

F i n