Aburrido
Rápido. Certero.
Tan inesperado…
Killua Zoldyck, el exasesino que dominaba la técnica de velocidad similar a la de un rayo, quedó atónito. Y fue como si el mundo se detuviera de pronto. Ahora todo ocurría en un ralentí demencial. Las hojas de otoño nunca cesaban de caer. Primero la luz. Y de repente la oscuridad. ¿No se suponía que para que el día feneciera y diera lugar a la noche primero debía haber un crepúsculo? Y, sin embargo, lo normal era acribillado por lo increíble. No hubo motivos. Simplemente del blanco se pasó al negro.
—¿Q-Qué…? —apenas pudo decir el albino, aún sin poder salir de su asombro—. Gon… ¿por qué…? —Pero el otro adolescente seguía con los ojos perturbadoramente fijos hacia el caído; como sumergido en su propio mundo, uno en que solo veía sangre y oscuridad. Lo vi… y fue tan real… Primero me cuestioné semejante cosa, pero luego lo acepté, porque todo en mí me gritaba que era real, tan real que me bullía la sangre… Y ahora… todo se reduce a esto…
Y no es como si Killua no tuviera experiencia en esa clase de situaciones, solo que éstas se tornaban cada vez más trascendentales, más radicales. Antes siempre había un proceso, algún aviso que el albino podía advertir y pensar en qué hacer, en cómo hacer que su mejor amigo volviera a un estado en el que no fuera tan dañino para sí mismo y para los que estuvieran cerca, uno no tan instintivo e intrínsecamente monstruoso. Empero, en esta ocasión, todo había sido tan rápido que en realidad no terminaba de entender lo que había pasado. Gon, cinco segundos atrás, era el mismo chico de siempre: entusiasta y enérgico a la vez que portaba una gran sonrisa. Pero ahora era esto: la misma bestia que había nacido años atrás con la muerte de Kite. Pero esa vez hubo una razón. Ahora no la había. De hecho, se había vuelto normal que Gon se hiciera amigo de Hisoka, que tuvieran encuentros en los cuales tuvieran combates que al moreno lo llevaron muchas veces al borde de la muerte. Y eso estaba bien, tanto para el psicópata como para el menor, porque él había perdido su nen mucho tiempo atrás y por eso quería desarrollar otras habilidades: las de combate y fuerza. Y para el mago eso era en extremo fascinante, porque era una señal de que Gon seguía siendo alguien con un potencial que valía la pena ver florecer. Gracias a eso el adolescente se había vuelto mucho más instintivo, más dependiente de lo que su cuerpo dictara sin pensar en nada. ¿Acaso su cuerpo le había ordenado matar a su compañero de entrenamiento?
En un movimiento tan rápido que Killua no pudo discernir, sino hasta que Hisoka yacía inerte.
Gon…
Eso era lo más sorprendente. En realidad, él…
—¿Por qué…? —volvió a preguntar.
…había ocultado su verdadero potencial obtenido.
—Porque es aburrido —finalmente respondió, con una voz tan neutral que lo hacía ver tenebrosamente inquietante. Killua no entendió esas palabras. Pero Gon ya no dio más explicaciones. Entonces al espectador no le quedó más que salir por completo de aquella estupefacción para enfriar la cabeza y analizar la situación. Diez segundos atrás los tres caminaban hacia las profundidades del bosque de Isla Ballena; Gon e Hisoka hablaban de la pesca. Nada inusual. Había sido una conversación casual. Luego, en una fracción de segundo Hisoka yacía inerte sobre el suelo. El albino miró al mago. Supo de inmediato que le había roto el cuello de un movimiento tan rápido que ni siquiera él había podido verlo. Siguió pensando. "Porque es aburrido." ¿Aburrido? ¿Qué significaba eso? ¿Desde cuando algo así podía calificarse de esa forma? Pero de repente las palabras cobraron sentido. Y abrió los ojos sobremanera. Para Gon lo que había hecho era por una razón que Zoldyck aún desconocía, y tenía que ser realmente muy fuerte. Después de todo él no mataba porque sí. Dejando eso de lado, llegó a la conclusión de que lo que había hecho no era algo "aburrido". No para él, sino para el muerto. Hisoka disfrutaba de las batallas a pleno. No obstante, aquí no había habido nada de eso. Había sido algo tan repentino que ni Killua ni el propio mago pudieron sentir las intensiones de matar de Gon. Si así hubiera sido, seguramente Morow se hubiera mostrado complacido y fascinado, dispuesto a darlo todo en una pelea a muerte. Pero Gon no quiso darle eso.
Porque para Hisoka Morow, lo peor que le podía pasar era tener una muerte aburrida y sin gracia.
Y ahora que Zoldyck lo sabía, solo entendía que nada sabía en realidad.
FIN.
N/A: Una vez más vengo con un fic de mis dos personajes favoritos de HXH, y, por supuesto, Killua no podía faltar en esta clase de situaciones. Me encantaría poder hacer algo de Pariston también, a ver si en algún momento me sale. :D
Muchas gracias por leer.
Anna Bradbury.
