"No es una broma"

Capítulo 1:

Estúpida Yang.


[Nota: Todos los personajes de RWBY pertenecen a Rooster Teeth, el CRWBY y al poderosísimo Monty. Yo sólo soy una fan loca por los ships, asies].


Hemos estado juntas prácticamente por seis años.

Compartimos vecindario, comida, ropa (cuando se puede), aunque algo que sé que Yang nunca me dejaría, es a bumbleby, su motocicleta. También compartimos familia de alguna manera; mis padres aman a mis amigas y Tai me trata como a una hija más, sin mencionar que Ruby es como una hermanita menor para mí.

No sé cómo, o por qué, pero un día busqué a esa niña llena de polvo, raspones en codos y rodillas, con una tierna sonrisa... pero no la encontré. En cambio, una adolescente fornida, alta y vivaz se presentaba ante mí, mirándome con confusión, como si llevara hablándome desde hace un buen tiempo.

— ¿Blake? — Oh, ya veo.

— Dime— le sonreí.

— Nada, es que te estaba preguntando qué hacer para el fin de semana, ya sabes, cumpleaños de Ruby.

— Oh, sí, perdón... Bueno, ¿ella te insinuó que quería ir a algún lado? Ruby no suele guardarse esas cosas, al contrario, creo que lleva desde la semana pasada diciendo que su cumpleaños es pronto.

— No te equivocas, y sí, Rubs ya me dió la misión de este año, y quiere una fiesta.

— De disfraces, supongo.

— Mi niña las ama— Yang infló el pecho con orgullo. Ruby ya cumpliría diecisiete, pero todos estábamos locos si creíamos que para Yang eso significaba que su hermana menor estaba creciendo.

— Al menos no es tan laborioso como el año pasado, todo eso de ir y venir del campo fue horrible— temblé al recordar todos esos perros corriendo detrás de mí. Pero mi recuerdo se vió interrumpido por la sonora risa de mi amiga.

— ¡En serio que no lo superaré nunca! ¡Saltaste tan alto para subir al árbol que por poco te tomo una foto para ponerle "Aguanta"!

— ¡Yang! — la empujé ligeramente; adoraba su risa, pero que se riera de mí, ya era diferente.

— Por eso te tengo de contacto ahora como Cat Blake.

— No me lo recuerdes, ahora cada que miro tu teléfono, quiero robarlo.

— Aw, ¿tú cómo me tienes agregada ahora?

— Tonta— metí la mano en mi bolsillo, intentando evitar que Yang me esculcara.

— ¿En serio? ¡Cielos, Blake! ¿Qué van a pensar tus padres de mí?

— Nada que no sepan— le guiñé el ojo, y Yang me sonrió.

Ah... ahí estaba...

Era un sentimiento de calidez y nerviosismo dentro de mi pecho. Yang y yo casi siempre estábamos juntas sin nadie más, de no ser porque en casa incluíamos a Ruby cuando no salía con Weiss o sus amigos, o en la escuela con la misma chica Schnee y Penny, pero a veces, al quedarnos solas y mirarnos a los ojos, las amatistas de Yang brillaban de una manera tan hechizante, que me paralizaba por completo. A veces mi mente me hacía imaginar que Yang se acercaba a mi rostro, pero casi siempre ella hallaba alguna cosa que apuntar u observar, terminando con el momento. Me confundía, pero no dejaba que mi cabeza se hiciera películas que no estaban ni cerca de ser verdad.

... Yo sé lo que me pasa, pero no me gusta.

No me gusta haberme enamorado de mi mejor amiga.

Seis años podían habernos hecho casi hermanas, pero siempre estaba Yang con esa encantadora sonrisa, esa actitud genial y atrevida... Esas miradas que captaban toda mi atención ni bien me percataba de ellas... Sentir que me quemo por dentro cada vez que estamos solas y parece que nos besaremos.

Seis años no me hicieron atesorarla de manera adecuada, sólo me empujaron a un carrusel de emociones incomprendidas del que no sabía cómo bajar... O quizá no quería hacerlo, porque sentir que mis pies dejan el suelo cada que ella me toma de la mano, era más agradable que detener mis pensamientos y darme cuenta de que soy la única que se siente de esta manera.

¿Por qué lo pienso?

Porque Yang sigue y sigue animándome para salir con un chico que me pretende desde hace un tiempo.

Quizá desde su perspectiva, está siendo una buena amiga, pero desde la mía, sus palabras se vuelven dagas en mi corazón cada que escucho salir de su boca un: "Ustedes hacen buena pareja".

A veces tengo el impulso de ceder ante Sun, simplemente por mi deseo infantil de molestar a Yang, pero sería una misión vacía, porque no siento amor por Sun, él no se lo merece... y porque mi amiga no sentiría celos de alguien que no le gusta de esa manera, es más, ¿acaso era capaz de estar celosa?

Y aún así, mi lado estúpido me hacía guardar la esperanza de causar algo en ella... cómo venganza a su insistencia acerca de "salir con alguien", y a querer aventarme al primer chico que pasó delante.

— Creo que tal vez ella se siente igual que tú— me dijo Weiss, una vez Yang nos dejó solas para ir a hablar con el mecánico. Al parecer bumbleby estaba en su visita anual al médico.

— ¿Respecto a qué?

— Creo que también le gustas— me estremecí. Un vacío se creó en mi estómago, mientras Weiss me miraba con insistencia.

— "También", dices...

— Oh vamos, a mí no me hacen estúpida, llevo dos años juntándome con ustedes y tanto Penny como yo estuvimos presentes en el momento en que pareciste entender que estabas enamorada de ella.

—... No entiendo— aparté la mirada.

— Aunque no estamos seguras de parte de ese petardo andante, quiero decir, hay señales, pero a la vez no... Es amable y protectora con todos...

— Y... en el hipotético caso de que me guste... ¿por qué me dices esto...? ¿No crees que es un poco cruel? — le dije tomando todo el aire que podía. Convencerme de que Yang no sentía nada más que amistad por mí, era una cosa, pero que Weiss me dijera que podía ser que no, punzaba en mi corazón de una manera diferente.

— Porque estamos viendo que están llegando a un punto donde podrían explotar... Yang te insistió en que invitaras a Sun, ¿verdad?

— Y lo terminó invitando ella...

— Bueno, pues vas a estar bajo mucho estrés en la fiesta, porque cuando Yang te deja sola con Sun, TE DEJA sola con Sun, y sabemos que estas cosas, como invitarlo contigo a lugares o a comer en el instituto, le dan esperanzas, a pesar de que ya lo rechazaste. Además, no deja de ser un chico, un chico que cree que tiene oportunidad contigo.

— Con "podrían explotar", ¿no te refieres a...?

— Sí, a Sun y a ti— Weiss me miró con severidad —. Sé que tienes miedo de perder a Yang, pero nada vas a ganar siendo tan ambigua. Al menos si no le gustas, hazle ver lo doloroso que es para ti esta situación.

— ¿A ti te gustaría que la persona que amas te alejara de esa manera? — pregunté, triste.

— No, y también sé que no te gustaría que Yang fuera toda atenta y tierna contigo, dándote esperanzas, para salirte con que siempre no le gustas.

No respondí nada, sólo me recargué en su hombro y cerré los ojos, dejando que Weiss acariciara mi cabello.

Hablar con ella...

Como si no lo hubiera intentado antes. Alguna vez se me escapó decirle que me gustaba, pero ella lo tomó como una broma. Me sentí tan avergonzada que retiré lo dicho y le di la razón... Había sido una broma.


— Hey, Blake... Eh, Yang me dijo que estaba bien si pasaba por ti, así que...— Sun se encontraba en mi puerta, vestido con lo que mejor se le veía.

¿De nuevo?

¿No puedo elegir, Yang?

Si no estoy contigo, ¿no puedo estar sola?

— Seguro, vamos— le sonreí y tomé las llaves de mi casa.

El disfraz de Sun era de Sun Wukong, el mío, una especie de humana-gata egipcia. Se me había ocurrido mientras estaba en la tienda de disfraces... quería verme linda para alguien que quizá no lo notaría.

— Te ves hermosa— me dijo.

— Gracias, tú tampoco te ves tan mal— reí.

— ¿Verdad? Trabajé todo el verano para poder hacer estos bebés— bajó sus manos a su fuerte abdomen marcado —, me siento bien ahora que puedo presumirlos— infló el pecho con orgullo.

Tuve la divertida idea de golpearlo en los abdominales con mi bastón de Diosa, pero me contuve.

— Se ven como una roca— admití.

— Ya vi tus intenciones, y por favor, no— juntó sus manos, suplicándome.

Me reí por lo fácil que me leía, pero esa sonrisa desapareció en una incómoda risa, cuando Yang apareció en mi campo de visión.

Sun siguió mi mirada y tomó mi mano.

Algo que no le había dicho a Weiss o a Penny, era que Sun ya estaba al tanto de lo que ocurría, y la mayoría de las veces que Yang me dejaba sola con él, sólo intentaba hacerme sentir mejor, aunque sabía que bajo todas esas atenciones, mi amigo rubio trataba de hacerme ver que él podía amarme de mejor manera, pero el corazón quiere lo que quiere, y el mío quería a Yang.

— Hey, chicos, llegan juntos, vaya— le guiñó el ojo a Sun, y después me sonrió —. La cumpleañera está en la sala, si quieren ir a saludarla. No los interrumpo— nos hizo un gesto de pistolas y corrió a otros invitados que iban llegando.

— Blake...

— Vayamos a saludar a Ruby, quiero ver su rostro cuando vea lo que le compré— sonreí y comencé a caminar.

Estúpida Yang...

La fiesta avanzó sin novedades. Ruby estaba nadando en tantos dulces que sus amigos le habían regalado, porque si algo sabíamos todos nosotros, es que amaba el chocolate y las galletas.

¿Y las galletas de chocolate?

Ruby estaba segura que los millones de años de evolución en la tierra habían sido con el único propósito de crear esa fusión.

— Lo estás llevando bien, parece que por hoy, no debemos preocuparnos— Weiss me sonrió.

— Sun es más empático de lo que creen.

— No sé si su madurez le alcance para admitir que estás enamorada de otra persona...

— Lo hace— Sun terminó de llegar con nosotras y me dio el jugo que había ido a buscar—. Perdón, no pude evitar escucharlas... hablando de mí. Ya saben, tenía que acercarme y eso...

— Perdón— Weiss se notaba apenada—. No era mi intención ser insensible— el rostro de Sun podía ser amable, pero sus ojos dejaban ver su tristeza.

— No te preocupes, lloré en el hombro de Blake lo suficiente— se rascó la cabeza—. Pero estoy bien... quiero decir, duele, ¿sabes? Aun así, me dolería más que Blake me hubiera mentido.

— Wow, entonces, oficialmente un gusto, Sun— Weiss extendió la mano, haciendo gala de su aristocracia. Pensándolo bien, era la primera vez que ellos dos hablaban así, fuera de los "buenos días".

El transcurso de eventos y la sonrisa de Ruby calmó mi corazón, al menos por un tiempo. Pero entonces la música comenzó a sonar, y yo tenía que bailar con el chico que se suponía que era mi cita. Weiss nos había dejado solos para ir a recoger a Penny, pues traía más frituras.

— No tenemos que hacerlo— me dijo.

— Sé cuanto te gusta bailar, y has intentado animarme toda la tarde, así que esto es lo menos que puedo hacer— apunté a la multitud de gente que ya disfrutaba de la música.

Yo era pésima bailando, Yang me ayudó un poco a encontrar mi ritmo, pero seguía siendo nada impresionante. A menos que fuera alguna canción de Mamamoo o de Black Pink. Prioridades.

— ¡De acuerdo! — Sun tomó mi mano y me llevó a la multitud.

Mis pasos no estaban coordinados, pero era divertido, al cabo de unos minutos Weiss y Penny se nos unieron, diciendo que esperaban a cuatro amigos más. Les agradecí silenciosamente a las chicas por estar ahí, ahora me sentía realmente feliz.

Weiss desapareció un momento y después trajo a Ruby y Yang a bailar, junto a dos chicas pelirrojas, un joven rubio y un chico aparentemente asiático de cabello negro, los presentaron como Nora, Pyrrha, Jaune y Ren, respectivamente. Sun, Ruby y mi amiga de cabello blanco llevaban susurrándose cosas desde hace un rato... Diría que el rubio y la chica de ojos azules estaban coqueteando, si no supiera que Weiss moría y revivía por la cumpleañera, quizá le estaba platicando su teoría.

Hicieron un pequeño círculo entre el gentío, demasiado estrecho para ser notado a simple vista, pero lo suficientemente amplio para que Penny y Ruby se lucieran dentro de él. Ver bailar a mi amiga de cabello rojo me tranquilizaba. Quizá era mala bailando, pero Penny era definitivamente peor.

Entre risas por las ocurrencias que hacían Sun y Jaune al medio, el ambiente se sentía ligero y divertido. Mi amigo de cabello rubio se detuvo para checar su celular, y me hizo señas de que nos apartáramos un poco.

— Tu turno— me dijo Sun con una sonrisa.

— ¿Qué?

— También me despido, Neptune me ha hablado para comer pizza, así que tendrás que terminar la noche sin mí.

— Sun...

— ¿Qué?

—... Lo siento...

— No, no— el chico tomó mis manos las elevó a su pecho —. No hagas eso, hay cosas que no se pueden cambiar... Si no funciona con ella, quizá yo siga aquí, pero así como yo estoy esforzándome, justo ahora, haz lo mismo. Lo que más quiero es verte feliz, Blake, sea o no con ella... Me quisieras o no a mí.

— Sun... es que yo solo...

— Ya, ya, ahora disfruta de la fiesta, pon en su lugar a esa niñota rubia que parece más densa que yo, y si no quiere, ella se lo pierde— Sun apartó la mirada por un momento, mirando al grupo con... no sabría describir su mirada...

No fui capaz de decir nada, besó mi mejilla y se fue, deseándome suerte.

Me volví a mis amigos, miré a Yang... Las palabras de Sun, de alguna manera, habían hecho eco en mí...

— Y si no quiere... ella se lo pierde...— repetí, sintiendo una descarga de valor en mi interior. Sí... sólo alguien como Sun podía entenderme, y solo él podía darme este empuje para dejar de temer al rechazo.

Los sentimientos de Sun no eran una broma, y los míos tampoco.

Me acerqué con la resolución de sacar a Yang de la pista y pedirle hablar, pero cuando estuve junto a ellos, Penny me empujó al medio del círculo, chocando con alguien.

La canción que estaba empezando era de mi grupo favorito. No podía llegar en mejor momento para terminar de empoderarme...

"Egotistic"...

Con quien había chocado era...

— ¿Debo pedir un deseo? Nunca vas primera en estas cosas— sonrió con altanería

— Quizá te sorprenda— reté, pero por dentro, estaba gritando de la impresión.

Inhalé y exhalé cuando la rodee, pensando que en algún momento Yang me había encontrado bailando "HIP", del mismo grupo, su mirada aquel día se quedó grabada en mi mente como una incógnita que no había sabido responder, aunque en mi corazón, quería creer que era cierto... interés de su parte.

No había momento para pensar, sólo me dejaría llevar, y esta canción era una dedicatoria perfecta.

Comencé bailando por mi lado, pasando por todos los que formaban el círculo, invitándolos a aplaudir. ¿Que si me sabía la canción? ¡Claro que sí! Podía cantarla sin pena, porque nadie entendería. Un perfecto desahogo.

¿Qué se supone que haga en este momento de nerviosismo? Cubro tus ojos sin hacer ningún ruido. Si estás de acuerdo con mi plan, no intentes lastimarme— mis ojos estaban fijos en los de Yang, quien también aplaudía, sin saber cómo seguirme el ritmo. Notaba un poco de nerviosismo en su rostro, yo podría decir que estaba igual, pero la canción me guiaba y mi cuerpo obedecía.

Me acerqué moviendo mi cadera al ritmo de la música, pegándome a ella y a la vez ejecutando la coreografía que tan bien me sabía.

Tengo que ajustarme a ti, sí, vale, está bien, siempre es así. A pesar de mi amabilidad, tú sólo exiges más. Entonces algo está mal— no sabía en qué momento me había acercado tanto a Yang, rocé su barbilla con mi mano, sus ojos ahora no transmitían confusión ni pánico, parecían haberse tornado más oscuros, y no sé apartaban ni un segundo de mí —. ¿Por qué te sorprendes tanto? Sólo dije lo obvio... Enfadarme sólo me hará perder mi tiempo. Siempre haces lo que quieres. — sí, eso lo había cantado de forma que me entendiera. Frunció el ceño, pero antes de que pudiera preguntarme algo, me alejé de ella, estirando mi mano al lugar donde estaba parada y retándola con la mirada, sólo para pasar mis manos por mi cuerpo y sonriendo por el marcado sonrojo de su rostro —... Siempre soy "tú, tú, tú, tú, tú", siempre eres "yo, yo, yo, yo, yo", todo tiene que girar en torno a ti. Sólo piensas en ti, si así será, entonces quédate contigo. Deja de actuar de esa manera. Haces lo que quieres, así eres...

En algún punto habíamos comenzado a movernos frente a frente, parecía que nos tentábamos con la mirada. El aire se sentía caliente y podía sentir mis propias mejillas arder, las manos de Yang no se apartaban de mi cadera y yo no dejaba de pegarme a ella... Sí... esa mirada era la misma que había visto en sus orbes morados aquel día, una que pocas veces me dejaba ver, y que era capaz de hacerme temblar por la intensidad que me transmitía.

— Ahora lo haré a mi manera— la canción terminó.

Ninguno de nuestros amigos decía nada, o quizá no los escuchábamos.

La rubia apartó la vista de mí y se frotó el rostro. Se abrió paso en la multitud y la seguí, no, no sé escaparía de mí. Si lo que había visto en su mirada y sentido en su tacto era lo que creía, claro que no la dejaría ir.

— Yang— la llamé.

— Ahora no, Blake— me contestó, subiendo las escaleras con premura.

— ¿"Ahora no", qué?

— Simplemente ahora no... regresa con mi hermana— me pidió, abriendo la puerta de su habitación, pero antes de que se volteara a cerrar, la empujé dentro.

— Blake— se llevó las manos al rostro, suspirando con pesadez.

— ¿Qué fue lo de hace un rato?

— Eso debería preguntártelo yo a ti— guardó las manos en sus bolsillos, estirando su disfraz militar —. ¿Qué fue eso?

— Te lo voy a decir y esto no es una broma, de ninguna manera estoy intentando jugar... Me gustas.

— Lo sé— me dijo sin más.

— "Lo sabes"— sonreí con sorna —. ¿Entonces te ha importado tan poco? ¿Sabes cómo me he sentido todas estas veces que me has intentado emparejar a Sun?

— Él... es un buen chico.

— Eso no basta, Yang... No solo estás jugando con mis sentimientos, también con los de él.

— Yo no... Yo no quería que pareciese eso— pasó una mano por su cabello —. Es que yo no... no puedo estar contigo.

Ah... las palabras que tanto temía. Aquellas que sentía que me lastimarían tanto, y en efecto.

— ¿Yo no te gusto? ¿Ni siquiera un poco? — ¿había sido todo mi imaginación? El sonrojo en el rostro de Yang me invitó a indagar más allá.

— No es que... es que yo... Ruby te quiere mucho, y yo... no quisiera perderte de esa manera. Yo soy muy impulsiva, sé que fallo en muchas cosas y simplemente... no quisiera equivocarme en algo... no quisiera equivocarme cuando no sé cómo me siento...

— Pero, ¿sientes algo por mí?

— No lo sé, Blake— Yang sobó su cuello—. Todo esto es muy extraño, ¿sabes?

— Puedo entender eso— sonreí, entendiendo un poco más a la chica frente a mí.

Era parecido a lo que me había ocurrido a mí... primero no sabía qué era, después me enojé porque no comprendía, en algún punto me frustré, pensé que iba a perder a mi amiga por sentirme así, y cuando lo acepté, vino el miedo a su rechazo.

Yang se sentó en su cama, y yo me senté a su lado, al notar que había dejado espacio para mí.

— Quizá suene egoísta de mi parte, pero me alegra saber que aún te gusto.

— ¿Aún?

— La primera vez que me lo dijiste me asusté, así que fingí no entender— rascó su mejilla.

— Eres la peor— la empujé con el puño. Ella rió, y tomó la mano que presionaba su hombro, devolvió su vista a mí, volviendo a ponerme bajo su hechizo.

El ambiente no se sentía tenso como otras veces, aunque las mariposas en mi estómago amenazaban con iniciar una guerra en cualquier momento. Mi vista bajó a los labios de mi amiga, quien los remojó con su lengua, al elevar mi mirada, noté que ella también miraba el mismo lugar que yo.

Me acerqué a ella con lentitud, esperando algún indicio que me hiciera parar, pero en cuanto su aroma llenó mis sentidos, supe que aunque retrocediera, yo seguiría adelante. Tenía que ser un crimen el magnetismo que Yang tenía en mí.

Finalmente rocé sus labios con los míos, suave, intentando no morir ante la sensación que viajaba por todo mi cuerpo, era como electricidad, podía sentir mi corazón acelerarse y el calor volver a mis mejillas. Era demasiado, si no paraba en ese momento...

Intenté separarme, pero cuando tomé apenas milímetros de distancia, sentí la mano de Yang posicionarse en mi nuca, atrayéndome de nuevo a su merced.

Esta vez comenzó a mover sus labios, yo no pude hacer más que corresponder. No fui consciente de nada hasta que mi cabeza tocó la cama, entonces vi a Yang encima de mí. Su mano continuaba en mi nuca, se había separado brevemente para mirarme, como si me pidiera permiso para continuar. Mi respuesta fue rodear su cuello con mis brazos y atraerla de nuevo a mí, sintiendo su pecho contra el mío, y su pesada respiración. Sonreí, antes de que su boca reclamara la mía de nuevo. Yo causaba en ella lo mismo que Yang en mí, e incluso si después de eso terminábamos siendo nada más que amigas, me daba por bien servida al saber eso.

... Vale, quizá no...

Pronto las manos de Yang tomaron acción, acariciaban mis piernas, mi cadera, mi rostro... El beso se hacía cada vez más profundo y me estaba quedando sin aire. Si no detenía a Yang en ese momento, no la detendría nunca.

— Yang... — mi voz salió en un tono que desconocía, y ella bajó lentamente a mi cuello, dejando besos a su paso.

— Dime... — no, ay no... su voz era tan sexy, tuve que reprimir un gemido mientras sentía cómo dejaba una marca en mi cuello.

— No debemos... seguir— supliqué, más que pedir. Yang era impulsiva, pero yo tampoco me quedaba atrás, y podía sentir todo mi sentido común esfumarse con cada beso y caricia.

— Lo sé... pero... — una de sus manos se posó en mi pecho, presionando con delicadeza. Mordí mi labio inferior, buscando hacer acopio de la poca razón que me quedaba.

— Yang, no...

— Blake...

— ¿Hermana? — la voz de Ruby se escuchó del otro lado de la puerta, y tal como si le hubieran apagado el interruptor y puesto un resorte, Yang saltó de la cama.

— ¿Q-Qué pasó, sis?

— Ah, es que ya vamos a partir el pastel, ¿Blake está contigo?

— Sí... — respondió dudando.

— ¿Todo bien?

— Sí, ya bajamos— dije, acomodando mi cabello.

Nos quedamos un momento en silencio, intentando romper la tensión que había vuelto para quedarse, al parecer.

— Em...— ambas nos miramos, habíamos hablado al mismo tiempo.

— Deberíamos ir, se habrán preguntado cómo estamos— dije, una vez mi respiración volvió a la normalidad.

— Seguramente— una vez me miré en el espejo, decidí bajar. Mañana tendría tiempo para arrepentirme por estar a punto de ceder a Yang —. Blake...— me volví a la rubia — Quizá esto sea superficial para ti... pero... creo que de verdad me gustas.

— ¿Crees? — enarqué una ceja.

— No beso así a mis amigas...

— Realmente espero que no— me crucé de brazos.

— Lo pensaré seriamente, de verdad, te daré una respuesta adecuada... ¿eso está bien? — me miró con angustia en la mirada. Reconocía ese sentimiento, me había acompañado mucho tiempo.

— Está bien, te aseguro que sea lo que sea, no dejaremos de ser amigas.

— ¿Y si llegamos a ser novias?

— ¿No puedes ser también amiga de tu novia? — sonreí.

— Eh... no sé cómo funcione eso...

— Tendremos que descubrirlo— suspiré mientras pretendía pensar, llevando una mano a mi mentón. Yang sonrió con diversión.

Me sentía más relajada ahora que había aclarado las cosas con ella, y si bien, no tenía la certeza de que estuviera enamorada de mí, vaya que había una tensión entre nosotras, y por ahora... eso sería suficiente.