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Quien como tu

Por Mayra Exitosa

Albert iba rumbo al hospital, meditando la ocasión anterior a la que se había presentado en ese lugar y recordaba que llevaba tiempo que tenía una relación muy bonita, desde que la había conocido, brindándole sin medida todo su cariño y su confianza, era como si Dios en su infinito amor, se acordara de él y le la trajera exactamente en esos instantes en los que él la vio y no pudo dejar de sentir ese pinchazo en su pecho. Él había tenido muchos problemas económicos y estuvo a punto de perder algunas inversiones, fue entonces cuando por asares del destino la encontró a ella en su camino y supo que el mundo no solo giraba en su entorno, ella estaba sufriendo, había perdido a su madre, tenía demasiadas deudas que no eran nada complicadas ante él, solo por la falta de seguro médico de su madre, eso fue fácil resolver y ella agradecida, deseaba trabajar para pagar, así poco a poco comenzó esa extraña y muy valiosa amistad.

- Candy no es necesario que hagas nada, aquí hay mucho personal. - Entonces tendré que ir a trabajar en lo que sé hacer, juntar suficiente dinero para pagarte. - Tu presencia es mi pago, desde que llegaste has cambiado mi mundo, - No sabía que perdería la casa donde viví desde hacia más de diez años, - Bueno al morir tu madre los ingresos fijos de su pensión se terminaron, pero alcanzaste una bella profesión y cuidar de tu madre todo este tiempo debió de ser muy difícil. - No lo fue tanto, su presencia era lo mejor, tenías a quien cuidar, atender y no estaba sola en el mundo. - Y no lo estarás, me tienes a mí.

Candy se avergonzaba, Albert había ayudado en todo desde que le vio esa tarde saliendo del hospital llorando, él había ido a visitar aun socio y la vio tratando de llegar a un arreglo con el hospital, que le pedía el pago y sacara el cuerpo de su madre, fue tan horrible aquella situación y su apoyo en el momento más difícil fue lo que nunca imagino tener, no solo pago los gastos del hospital haciéndose pasar por un amigo de la familia, sino pago los servicios funerarios, y cuando le dijeron que la propiedad ya no era de ella y tuvo que sacar todas sus cosas, él le dijo que tenía un lugar para que ella viviera, no la iba a dejar en la calle, fue desde ese día su ángel que del cielo Dios le había enviado para ayudarla y ella agradecida, a pesar de ser enfermera, no había tenido mucho tiempo para adquirir experiencia, debido a los cuidados intensivos de su madre, más él la trajo a su hogar y posterior le dio un trabajo de cuidar que se llevaran a cabo todas las actividades en orden, visitaba al jardinero y le ayudaba conversando con él, a la cocinera y hasta aprendía a realizar cosas que jamás se imaginaría, ayudaba en ocasiones a las mucamas y no dejaba de andar de un lado a otro, para luego recibirlo y acompañarlo en la cena, escuchar sus conversaciones y reírse de los temas de la casa en la que él vivía y era el dueño, pero por su trabajo nunca estaba y solo llegaba a dormir.

- Albert no has cenado. - Tengo que terminar todo esto para mañana, Candy. - Deja te traigo algo para que cenes y luego me quedaré contigo hasta que finalices ese trabajo, mañana temprano te ayudare a tener listo todo en orden y llegaras a tiempo para entregarlo. - Gracias Candy, eres un ángel.

Candy le llevaba algo que no fuera a derramarse y él la miraba muy contento de tenerla ahí en su hogar, su familia cada día se hacía más grande y ocupados por todos sus compromisos, mientras él tenía que sacar adelante todos los negocios que había heredado y casi no tenía un respiro para descansar, pero ella le facilitaba con su presencia, todo para que él pudiera terminar, ya era así la media noche y ella estaba ahí, sentada en un sillón, se había quedado dormida, él por fin había terminado todos los documentos ya estaban en orden para el día siguiente.

Así la descubría y la admiraba descaradamente sin que ella se diera cuenta de cuanto le atraía desde el día que la había conocido, la tomaba en sus brazos y la llevaba hasta su habitación, donde la colocaba con cuidado y cubría delicadamente para que no se despertara, ahí en esos instantes que la luna iluminaba su rostro, vio lo agotada que se encontraba de todas las actividades que hacía desde hacía meses que se encontraba viviendo ahí, las cosas mejoraban mucho en la mansión ya no tenía que hacerse cargo de los detalles de la casa, ni de los faltantes, ella estaba al pendiente de todo y no había necesidad de que volviera su tía o su hermana, ella se hacía cargo y era gentil, con el personal. Sin darse cuenta se quedaba dormido encima de la cama, luego de sentarse en un costado solo por admirarla, por la mañana varias personas del personal se enteraban de que él había pasado la noche en su habitación, fue un simple descuido, más eso para algunos fue suficiente para malinterpretar las cosas.

Candy por su parte, no le daba importancia lo que opinaran o pensaran, ella sabía lo agotado que debía estar para haberse quedado dormido ahí, luego de llevarla a su habitación, así que se sentía culpable de haber ocasionado ese rumor tonto de que él la había traído para que fuera su amante.

- Señor Jacob, ya llegaron los fertilizantes que solicitó, esta el camión en espera. - Gracias señorita Candy, es usted muy gentil, si no llegaban en este tiempo, ya después no servirían igual. - Me alegro de que se los hayan entregado a tiempo. Candy cortaba algunas rosas y las colocaba en una canasta, cuando el mayordomo le hablaba por una llamada del Sr. Andrew.

- Buenas tardes, Albert. - Hola Candy, ya supe lo que ocasione, eres un ángel y quien se atreva a hablar mal, ten por seguro que hare que mi administrador se haga cargo de despedirlo. - No le des importancia, sabes bien que nos quedamos agotados y confío plenamente en ti, si vuelves a estar así de cansado, nunca será problema entre nosotros. - Gracias Candy, llegaré temprano y saldremos a caminar, quiero mostrarle unos lugares que hay y que presiento no conoces de mi hogar.

Llegada la tarde luego de merendar, salieron a caminar y antes de salir, veía los jarrones enormes colmados de las rosas, arreglados finamente y sabía que ella lo había hecho, el mayordomo le informaba de todo lo que sucedía en la mansión y aunque para todos era un señor mayor y muy serio, era el encargado de cuidar y velar no solo de la mansión sino de todos en el lugar. Candy salía con él y este le tomaba la mano, caminaba por detrás d ellos jardines, rodeaban el lago, traspasaban el camino de los bosques y mucho muy adentro se encontraba un río hermoso y una preciosa cascada, la cual alimentaba también al lago.

Verla feliz y emocionada, le daba gusto, pero la brizna de la cascada los medio empapaba con el poco viento y él la abrazaba, cubriéndola con sus brazos, ella se refugiaba en su pecho y él la atraía caminando más profundo por el bosque, se detuvieron y sin esperar, le levanto la barbilla y tomo sus labios delicadamente, donde ella le devolvía con ternura desmesurada cada beso que poco a poco más se afianzaba.

Mucho más allá de la cascada y el riachuelo estaba la cabaña de su uso exclusivo, donde ambos se entregaron a esa pasión que sin decir, se fue dando, no hubo testigos más ellos ahí eran solo un hombre y una mujer que se amaron con el cariño que ambos deseaban darse y sentir, su soledad y su trabajo, ella significaba para él no solo un apoyo, sino esa sensación de paz y amor que solo esa otra parte de ti se complementa con su existencia.

- ¡Te amo pequeña! - ¡También te amo, Albert! ¡Mucho, muchísimo!

Después de esa vez, no fue la única en la que se perdieron, ´l le propuso matrimonio ahí en la cascada y ella aceptaba gustosa, porque para ella, no existía nadie como él que la cuidara. Su vida tuvo complicaciones cuando la familia quiso intervenir, más como adultos ambos en una capilla se casaron en privado y decidieron acallar los rumores, ella ahora era su preciada esposa y aunque no hubo una boda de renombre, nadie podía dudar, que ese amor era legal, real y autentico, ella sufrió los desprecios de su tía, al considerarla una arribista, pero ella al igual que otras veces no le importaba lo que dijeran, ella lo amaba y él la quería de igual manera, sentados en los jardines, Albert la vio llorar y este la tomo en su brazos y la subió en una barda de aquel paraje,

- ¿Qué le sucede a mi esposa? - Creo que son las hormonas. - ¿hormonas? - Fui al médico, seremos padres antes del invierno. - ¿Cómo dices? - Que iba a hacer un ramo de rosas para comentarte que tenemos la bendición de que seremos padres, pero las flores ahorita las más bonitas son las de color rosa, no quisiera etiquetar con el color de esas flores, aventurar a decirte si será una niña o un niño. - ¡Mi amor! Que alegría tan grande más has dado.

En otoño nació el pequeño retoño de la pareja, fue causa de la mayor alegría de la familia, ahora si, hasta los que no habían aceptado su relación, enviaban regalos y detalles al hijo de William, y arreglos hermosos para su esposa. La llegada de la Tía, a conocer a su hijo, fue sorpresa para ella, pues no se encontraba su marido y en su gusto por ver al bebe, sonriendo satisfecha le decía,

- ¡Quien como tú! Que le has dado todo y él ha vuelto a la vida, que le disté un hijo, una familia, tu amor y todas las atenciones, muchas veces lo vi deprimirse solo y desmoronado, y ahora lo encuentro tan feliz y recuperado, sus negocios han salido adelante y aunque tu no tengas familia, ahora formas parte de la nuestra. Gracias querida, creo que te he juzgado muy duramente, y solemos equivocarnos los que somos estrechos de mente. Si lo deseas, puedes llamarme Tía, seré muy feliz de venir a apoyarte cuando lo necesites.

Candy lloraba de alegría, con ella llegaron, otros más, orgullosos de ver a su hijo caminar, y asegurando que la mansión tenía suficiente espacio para muchos como ese pequeño, incitando a que no se detuvieran en solo tener un hijo, sino todos los que se pudieran. Albert contento porque su esposa cuidaba de su hogar, de su familia y ahora también atraía a la que ya hacía tiempo se había alejado de él, por toda la tristeza que emanaba ese lugar, transformándolo en alegría y calor de hogar.

FIN


Muchas gracias por leer, comentar y seguir apoyando a la imaginación

Un abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa